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Capítulo IX

Se dice que los sueños representan los más recónditos pensamientos, deseos o preocupaciones del ser vivo; van desde temores también, hasta ilusiones, pero en otros tantos casos, los sueños se convierten en los máximos martirios y pesares, el significado varea no del soñador, sino de las infinitas perspectivas que demuestren las imágenes de esas realidades alternas a nuestro mundo. Decir que uno mismo no se conoce, es mentira, pues mencionar nuestros sueños, es referirse a nuestro "yo" mas transparente. 

Pesadillas


La noche cantaba con su silenciosa presencia en coro de los grillos y el viento golpeteando la ventana. Supuestamente, el dormir fue creado para descansar el cuerpo, reposar el alma y desconectar el cerebro, sin embargo, cuando el cerebro rompe las reglas decidiendo seguir activo, es capaz incluso de permitir que los ojos se mantengan abiertos sin abrir los párpados.

El soplo del aire comenzaba a sonar monstruoso, el vidrio de las ventanas vibraba por momentos como si fuesen a romperse, hacia tanto frío que desesperaba querer cubrirse por completo con las sábanas y no poder hacerlo porque el cuerpo no respondía las órdenes.

De pronto... una figura blanca transparente, muy pequeña y sigilosa, apareció a un costado del extremo inferior de la cama, no, más bien... no era una figura, se trataba de un espectro tomando forma humanoide.

《¿Dónde está papá...? 》

Preguntó el fantasma con una fría voz susurrante, interrogó al hombre que yacía recostado en la cama, aquel con quien conectó una mirada fija.

《¿...Dónde está papá...? 》

El soñador deseaba con angustia moverse, levantarse de un salto para correr y abrazar al pequeño, bien sabía que se trataba de su hijo buscándolo, pidiendo que esté a su lado, pero era imposible, su cuerpo se aferraba al colchón como si de correas de hierro atándolo se tratara, ni siquiera conseguía hablar.

《¿¡Dónde está papá!? 》

El deseo de abrazar al infante no tardó en mutar a miedo cuando su voz se arrugó y engrosó al extremo de sonar escalofriante, además, su cuerpo se agachó erguido mientras su tamaño creció, ya no era el espectro blanco de antes, ahora, al subir su huesudo cuerpo a la cama lentamente, riendo a cautelosas carcajadas, le indicó al paralítico hombre que de un demonio oscuro estaba siento su presa.

《Tú eres como yo... Maldito pecador》

Jadeó el demonio a centímetros del rostro de su aterrada víctima, su asqueroso cuerpo dejaba húmedos y babosos rastros suyos por las piernas del hombre, se reía con mirarle sus ojos inyectados de horror, no obstante, lo más divertido fue oírlo gritar cuando le clavó sus fétidos colmillos para morderle el cuello.

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Cornel caminó hasta su oficina dispuesto a iniciar bien una nueva jornada de trabajo, pero después de tan pesada noche anterior, manejar un día tranquilo se miraba muy lejos de su alcance, sobre todo porque no era la primer pesadilla que tenía, ya perdía la cuenta, sólo estaba consciente de que esto era lo que lo tenía de tan mal humor últimamente. Hazel por poco lo descubre, aunque francamente no deseaba compartir dicho tema con nadie.

ーCornel, pensé que hoy no vendríais a trabajar ーsaludó Hazel al toparse con el mayor en el pasillo principal del hospital.

ーNo había notado lo tarde que es ーconfesó Leib al ver su reloj de muñeca.

ーNo os preocupéis, puedo cubrir con un pretexto estos veinte minutos ante el director general ーsonrió dando una palmada amistosa en la espalda ajena y siguió su caminoー por cierto, Aziz no debe tardar en ir a vuestra oficina para la cita que me pedisteis agendarle ーavisó desde lejos antes de apresurarse a continuar caminando.

ーGracias, Hazel ーdespidió, pero al ver lejos a su amigo, echó afuera un cansado suspiro mientras prosiguió andando a su oficina.

El día anterior, Cornel había pedido a Hazel convocar con Aziz una consulta improvisada para tratar el tema de Ce, solicitó el encargo decidido y motivado, sin embargo, por alguna extraña razón, ya no quería hacerlo, algo le incomodaba siendo un posible motivo su pesadilla reciente.

Para fortuna del médico, llegó a su despacho y Aziz aún no esperaba ahí, así que tenía tiempo de prepararse, pues de igual manera que quería discutir lo de Ce, también pensaba disculparse.

Después de todo, la mañana no resultaba desagradable, era cálida y despejada. Cornel cogió un cigarrillo estando de pie en la ventana, lo encendió y fumó contemplado a los muchos pacientes del hospital que caminaban por las jardineras; enfermos de salud, ancianos abandonados por sus familias, ancianos enfermos... y un peculiar chico peliazul saliendo del arco de árboles que daba entrada/ salida al manicomio.

No pasaron más de veinte minutos y ya tocaban la puerta de la oficina, entonces el doctor volvió su vista atrás y carraspeó su garganta previo a restregar el cigarro en el cenicero de su escritorio.

ーAdelante ーanunció Leib sentándose en su silla.

Aziz abrió y cerró la puerta detrás suyo luego de entrar, al parecer, patentando que también estaba nervioso de verse con su médico.

ー¿Vas a quedarte ahí? Pasa y siéntate, esto será una consulta larga como todas las demás.

Dijo Cornel con tranquilidad, pero a pesar de que el joven lo obedeció de buena gana, la tensión y su silencio incómodo no se iba, ello contagiaba al mayor.

ーBien, iniciemos con esto (...)

ーAntes de que diga usted algo para volver a regañarme, déjeme confesar que estoy arrepentido de mi conducta pasada ーinterrumpió el casi albino, repentinamente y mirando fijo a los ojos del hombre delante suyoー sé que hacía su trabajo independientemente de cualquier otra cosa, pero en verdad me sentí muy molesto por su acto de inculpar a alguien sin prueba alguna de haber sido culpable. Lo siento mucho, no volveré a ser tan impulsivo y tomaré mi medicamento como debe ser.

Terminado su sermón, Aziz agachó la mirada esperando no precisamente ser perdonado, su única intención era decir lo que sentía.

Por su parte, Cornel en verdad no esperaba que el mozo dijera tales palabras, incluso estaba más preparado para lidiar con verlo molesto, se sentía literalmente desprevenido, tanto que no decía nada.

ー...Sé que me merecía ser enviado otra vez al manicomio, tiene razón... nadie asegura que no me estoy imaginando a todo un personaje que sólo yo puedo ver o escuchar ーretomó el chaval sin levantar la vista.

ーDejando eso de lado por un momento ーinició aunque su charla no iba del todo desviada del temaー espero resuelvas mis dudas con sinceridad.

El menor accedió con únicamente mirar a su doctor.

ーAdemás de Hazel, los dos psiquiatras con los que has tenido terapias y, además de mi ¿Han habido más personas con las que hayas hablado sobre Ce? ーinterrogó Cornel.

ーNo, no lo hablaría con nadie que no sea usted o el doctor Hazel ーrespondió Aziz dejando obvio que se sentía extraño con la preguntaー con el psiquiatra ni siquiera lo mencioné, sólo con la psicóloga.

ーY sobre otros diagnósticos tuyos, ¿tampoco lo has hablado con alguien ajeno? ーrectificaba Cornel.

ーCon nadie he compartido mis asuntos ーacabó para prontoー ¿Qué es acaso que la esquizofrenia provoca mitomanía o algo así?

ーEs una buena pregunta ーrespondido Leib con ironía y comenzó a realizar ciertas anotaciones en su libretaー así como puedes ponerte agresivo y luego no recordar nada de lo que haces, no sabemos si puedes mentir para después olvidar esas mentiras.

Aziz suspiró con agobio dejándose resbalar un poco en la silla, ya no quería seguir conversando, pero su atención distraída por un detalle en Cornel lo obligó a volver a hablar; un anillo dorado en su dedo anular izquierdo.

ー¿Tiene esposa? ーpreguntó Pekermarth con curiosidad y atención, muy parecido a un niño pequeñoー siempre trae puesto ese anillo, pero no recuerdo que la haya mencionado antes.

Cornel detuvo su escritura instantáneamente a causa de escuchar la pregunta del paciente, no le molestó, sin embargo, sin contar a Hazel, nadie más se había interesado en dicho tema, por ende, nadie sabía la verdad, sólo rumores acertados como aquellos sobre Oliver... y es que le era difícil recordar todo lo ocurrido en la guerra.

ーDoctor Cornel, oí en una ocasión que a un enfermo mental le ayuda sentirse en comunicación y confianza con las personas que lo rodean ーcompartió el menor reacomodándose en su silla para juguetear balanceando sus pies.

ー¿Dónde escuchaste eso? ーdejó a un lado su libreta y prestó toda su atención al peliazul.

ーEn un programa de televisión, también en Equipo A* he escuchado algunas cosas ーdijo Aziz con una sonrisa al darse de cuentas que Cornel sonreía también.

ー¿Te interesa este tema? ーinterrogó Leib.

ーHe pensado muchas veces en que me gustaría ser psicólogo más adelante ーahora comenzaba a girar levemente en su sillaー o hacer lo mismo que usted, ayudar a los pacientes enfermos, lograr que se sientan mejor.

ー...Ya veo ーpensativo, el médico apartó su vista del joven para distraerse encendiendo un cigarrillo, sentía un fuerte impulso por levantarse e irse ya que su corazón palpitaba descontrolado, pero decidió quedarse, relajarse con el tabaco recorriendo toda su garganta... y responder las dudas que lo bombardearonー la verdad es que tuve una gran esposa. Ella era psicóloga militar y también excelente psiquiatra, actuaba muy en contra del maltrato a los enfermos mentales.

ー¿...Hace mucho que falleció? ーpreguntó al cabo de un silencio de meditación, el hecho de que Cornel hablara de su compañera de vida con esas palabras y en tiempo pasado, le decía que la ausencia de aquella no era por algo distinto a una tragedia.

ーPoco antes de que yo iniciara en Luceferie.

ー¿Ha conseguido su objetivo? ーtotalmente seguro de sí mismo, intuyó que colaborar en el experimento, se debía a un deseo tóxico.

ーEn realidad, no. Luceferie demoró bastante en salir a flote, después de varios objetos de prueba, el .0 fue el primer experimento exitoso y luego tú ーrestregó su cigarrillo en el cenicero y retomó la palabraー pero no estamos aquí para hablar de mi, prosigamos contigo.

ーMe deja intrigado ーexpresó el menor con una sonrisa media luna y apoyó su espalda en la silla.

Exactamente, hasta su actualidad, Cornel no había cumplido su cometido, ni con Oliver ni con su esposa, las promesas que les había hecho quedaron como hojas secas en el aire, dando vueltas sin rumbo y acabando por arrastrarlas al olvido mientras se pudren lentamente. Con razón y provecho tenía las detestables pesadillas de cada noche; no estaba seguro de si realmente ese espíritu era Oliver o no, pero bien es cierto que gradualmente dejaba de ser el hombre que cargó a ese pequeño en brazos y el que juró amor eterno en el altar con su mujer.

Leib recuerda con claridad la voz de esa dulce belleza femenina durante su discurso de recepción como psicóloga militar, frente a tantas personas, conocidos, no conocidos, familiares y maestros, pero mirándolo exclusivamente a él como si sus palabras se las dirigiera totalmente.

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[[Voz de narrador: Cornel Leib Borchard]]

Ella siempre coincidía con la mentalidad de Hazel; los enfermos mentales son humanos especiales, no animales ni bestias peligrosas. Yo antes de conocerla y antes de ser médico en servicio civil, pensaba lo mismo que cualquier ignorante, era igual que Liar, muy incrédulo sobre que un humano puede sufrir trastornos en el cerebro, no me era posible ver a un loco como mi semejante.

**** Flashback****

Si se dedicaran más estudios, más atención, tiempo y esfuerzo a este campo de la medicina, mejoraríamos mucho como seres vivos, nos pondríamos a un nivel de entendimiento magestuoso, pues comprender la mente del hombre es comprender básicamente todo un "Por qué". Los enfermos mentales son iguales a nosotros, lo único que nos diferencia es que su realidad vaga por mundos fuera de nuestro alcance imaginario. Si algo he llegado a conocer en este corto tiempo de mi vida siendo médico militar, es que somos sensibles a nuestro entorno, somos marionetas de la naturaleza y como sus marionetas, nos puede moldear a su antojo; el más cuerdo no se libera de quedar loco si presencia un asesinato con sus propios ojos o si escucha a sus padres gritar por una bala en el pecho. Si en mis manos estuviera el poder, haría prometer a todo médico y psiquiatra, que jamás verá a un enfermo mental como objeto ni como alguien al que hay que pisotear (...)

Sus palabras que cerraron el discurso fueron "Soy enemiga del ser humano por muchas razones, pero Hab nos enseñó a que debemos amar a nuestro peor enemigo".

Recordé todo eso mientras llegué a la casa de Hazel hecho polvo. En mi maleta cargaba los rastros de mi peor crimen, mis pasos eran torpes por los siete litros de alcohol que intoxicaban mi cuerpo... y mis ojos aún veían las imágenes de la guerra que arrasaba en mi país.

Con todo y estar ebrio, jamás olvido la dirección de esa cálida casa; ya estando de pie en el árbol de tronco chueco, caminar cincuenta pasos rectos y luego doblar esquina a la izquierda, ahí estás a sólo diez pasos de la puerta canela de metal, aquella puerta que ha representado mi tranquilidad desde hace más de quince años... pero esa vez, no quise estar en paz, observé desde lejos la casa y me di la vuelta.

Pensé en que varios experimentos de criónica habían fallado por diversos motivos particulares de cada caso, ahora yo me proponía a romper el ciclo y lograr eso que nadie obtenía todavía, con ello traería de regreso a mi hijo. El .0 y el .4 eran casos a estudiar con quisquillosidad a contra reloj, pues el experimento .4 estaba por convertirse en uno más de los fallidos.

ーNuestro antiguo médico cometió negligencia con uno de los experimentos de Luceferie y cuando Dirección general se enteró, lo echaron vetado de por vida ーexplicaba Hazel a Cornel mientras caminaban escaleras abajo en el hospitalー puso en riesgo todo el movimiento, literalmente es el segundo bueno de tantos que no han salido bien y por poco lo mata.

ー¿Qué hay del primer caso? ーcuestionó el mayor.

ーEl .0 fue un éxito, tuvo una recuperación tan rápida que ahora el hospital mismo la piensa dejar libre de aquí junto a sus dos críos.

ー¿Estuvo embarazada mientas se mantuvo congelada tantos años? ーLeib estaba sorprendido.

ーYa, y no fue la única; antes de ella, un sujeto de prueba igual estaba embarazada, pero en su caso, sólo el hijo sobrevivió ーresolvió Hazel.

ーEntiendo, hay mucho trabajo por hacer entonces ーdijo Cornel antes de hacer su última preguntaー en total, ¿cuántos experimentos hay bajo nuestro poder?

ーCuatro sujetos de prueba, dos experimentos en curso y cinco cadáveres. Extrañamente, hace unas semanas recibimos un cuerpo a nombre anónimo para que fuera usado en pruebas también.

ー¿Y se logró algo con ese cuerpo? ーpreguntó conteniendo su impaciencia de recibir una respuesta.

Mi lado cobarde a veces se toma muy en serio su labor y no me deja actuar debidamente, entonces no quise permitir que supieran mis planes, por eso me nombré anónimo con la donación del cuerpo experimental.

ーNo logramos lo esperado con el último uso de prueba, aún no comenzamos con él, haremos ajustes antes ーya en la planta más baja del hospital, Hazel le indicaba a su amigo dónde entrarán para explicar los últimos detalles.

Entramos en la habitación C.I, justo donde resguardan todos los cuerpos restantes por reanimar y los que han sido fallidos para darles proceso de cremación autorizado.

ーOs explico lo más reciente ーHazel detuvo su andar frente a los once contenedores de metalー los tres del lado derecho son los sujetos de prueba fallidos, estos del lado izquierdo son los que aún no se han reanimado y el del fondo, es el que nos llegó recién.

Ese contenedor del fondo era Oliver... sin poder descansar y en espera de algo que jamás pasaría.

ーEl .4 sigue en observación, no ha despertado desde hace dos días y estamos planeando volver a hidrogenizarlo.

ーComentaste que es un adolescente de diecisiete años, ¿verdad? ーrectificó Leib.

ーAsí es, el .0 es una mujer adulta joven.

ーBien, procederé a conversar primero con ella. No hagas nada con el chico hasta que yo lo estudie ーordenó con desición.

ーExtrañaba esto ーconfesó Hazel con una ligera sonrisaー parece que nunca me tocará estar a cargo.

ーNunca se sabe ーdevolvió Cornel junto a también sonreír y dio media vuelta a la par de su acompañante.

ーOs llevaré entonces donde el .0 está resguardada ーdijo para terminar saliendo de la habitación C. I.

En quince minutos, la consulta ya estaba en marcha. Debo confesar que la mujer me sorprendió mucho, pues parecía jamás haber estado en proceso de criónica ni parecía haber estado congelada antes, conversaba de manera fluida, decía recordar varias cosas de su vida pasada, ella rompe todo estándar que yo conozca con respecto a éste tema.

ーAlise Corvick, ¿ese es tu nombre?

ーSi ーrespondió la rubia, muy tranquila y con una sonrisa de templanza mientras conversaba con Cornel en el consultorio de este último.

ーEso es perfecto. Me ha dicho el doctor Hazel que no te ha sido complicado recordar tus orígenes ーCornel hacia charla con Alise interesado por completo en el momento.

ーEs complicado, pero día a día aumentan mis recuerdos y también sentimientos momentáneos ーexpresó ella.

ーDe acuerdo, eso es normal dadas las circunstancias. Ahora pasemos a nuestro primer tema ーechó todo su peso en el respaldo de la silla para acomodarse y dar inicio definitivo a lo que vendría siendo para él, Luceferie, el cambio total a su vida pasada, presente y futuraー cuéntame cómo ha sido todo esto para ti ¿Qué recuerdas haber visto o vivido cuando despertaste de la reanimación?

Nadie sabe qué destino traerá cada camino impuesto a nuestros ojos, tampoco se sabe a dónde te llevarán las personas que conoces, sólo nos queda decidir bajo los términos que depara nuestra vida y acatarse a los cambios que se someten en nuestro pensar y actuar. Al final de cuentas, ganarse o no una eternidad tranquila después de la muerte, está en juego. Quién sabe... puede que dependa de si fuimos capaces de cumplir nuestra misión.

****Fin del flashback****



Equipo A: programa de televisión de 1983 que narra las aventuras de unos amigos sobrevivientes de la guerra de Vietnam.

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