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CAPÍTULO 5

María y Consuelo estaban terminando de preparar el banquete de bienvenida para los recién casados. Durante el pequeño viaje de luna de miel del matrimonio, María reacomodó las cosas de Cynthia para poder mudarse junto con su nieta como se lo indicó Rogelio. Él quería que ya no estuviera en el servicio, sino que tomara el lugar como un miembro muy importante de la familia Montero, pero ella no se sentía cómoda y decidió que solamente dormiría en la recámara para cuidar de la niña y seguir cumpliendo con sus labores de siempre. Consuelo por su parte continuaba estudiando, pero se le comenzaba a dificultar porque estaban próximas las evaluaciones finales que le permitirían seguir con algo más profesional y no sabía cómo decirle a su patrón que le permitiera hacerlas pero sin dejar su trabajo ya que no deseaba separarse de Hugo. Debido a todas las cosas que pasaron los patrones, había estado meditando y se dio cuenta que en verdad estaba enamorada y anhelaba formar una familia a lado de Hugo y no quería perder tiempo pues nadie sabe lo que pueda pasar más adelante, pero aún estaba indecisa.

María: Consuelito, ¿ya pensaste cómo vas a decirle a Rogelio que te dé permiso de irte más temprano por lo de tu escuela?

Consuelo: No madrina, es que no creo que el patrón esté de acuerdo de darme casi toda la media tarde y la noche, ¡con todo lo que hay que hacer en la casa!, ¿no cree?

María: Yo que tú me aprovecho de que viene llegando de su luna de miel y me imagino que con lo contento que ha de estar, te dice que sí, y por lo de la casa no te apures, que yo me doy abasto sola.

Consuelo: Pues más tarde o mañana le pregunto madrina.

María: Bueno, pero no dejes que pasen más días.

Consuelo: No madrina.

En el despacho de Rogelio (que había sido reparado después del incendio, tratando lo más posible que se mantuviera todo como estaba).

R: (poniéndose detrás de su escritorio), Y bien Ernesto!, ¿de qué asunto quieres hablarme?

Ernesto: Es de algo que ya sabes Rogelio. Se supone que irías a mi consultorio hace más de una semana y nunca te apareciste, tampoco me contestaste el celular, ni pude encontrarte en la Hacienda y el día de la boda no pude hablarte porque siempre estabas con alguien.

R: Perdona Ernesto, es que cuando colgué contigo esa ocasión, otro cliente se comunicó conmigo después pidiéndome verlo en un restaurante de Santa Catalina y no podía decirle que no porque es muy importante para mí negocio, luego mi celular sufrió una caída muy fuerte por lo que tuve que comprarme uno nuevo que es del mismo modelo por cierto, y por lo de la luna de miel, estuve saliendo para dejar arreglado todos los pendientes.

Ernesto: Me imaginaba lo de los pendientes, aunque es muy coincidente lo de tu celular (mirándolo fijamente).

R: (riendo), Eres muy listo Ernesto!, tienes razón, la verdad es que, sobre el asunto de los estudios esos, quiero y espero entiendas que he decidido no saber nada de lo que digan. Así que si no hay otro asunto importante que tengas conmigo solo me resta pedirte que te quedes a comer con nosotros, Paula estará muy contenta de ver que al menos tú estás aquí.

Ernesto: Espera Rogelio, no entiendo porqué de un momento a otro, tomas la decisión de no ver los resultados si te ase...

R: Mira Ernesto!, como médico estás obligado a respetar las decisiones de tus pacientes, y la mía es que no me interesa saber nada que venga escrito en esos papeles y como un favor de socios, te voy a pedir que nunca lo hables con nadie más, mucho menos que Paula sepa siquiera que me pasó por la mente ir a Tuxtla para solicitarlos.

Ernesto: Está bien Rogelio, si eso es lo que quieres te aseguro que de mi parte Ana no lo sabrá, pero creo que necesitas...

R: Por favor, ya no insistas, te repito que no me interesa. Y pues me disculpo pero quisiera descansar y asearme para la comida que María nos preparó a Paula y a mí, y espero que lo que te dije no sea motivo para que no estés presente, sobre todo por mi esposa.

Ernesto: No te preocupes Rogelio yo sé separar las cosas y como aprecio mucho a Ana voy a quedarme a la comida (levantándose para irse), con permiso.

R: Ernesto. ¿Cuántas copias de los estudios tienes?

Ernesto: Sólo la que traigo, ¿por qué?

R: (extendiendo la mano), Déjamela por favor.

Le entrega las hojas y se da la vuelta para salir del despacho.

Ernesto: Una cosa más Rogelio. Si no voy a decirle a Ana sobre lo que me pediste, no es porque seamos socios, sino porque te considero mi amigo.

Ernesto sale del despacho dejando a Rogelio incrédulo de lo que acaba de escuchar. Cuando volvió en sí, toma las hojas colocándolas en un charolita de metal y con un encendedor que tenía en su cajón las quema sin haberlas leído.

Mientras en el cuarto donde solía dormir Paula antes de cambiarse al de Rogelio, se encontraba Dany y ella.

Dany: Uf!, hasta que Mary quiso dormirse, llegué a pensar que ya no lo haría.

AP: También pensé eso porque desde que se fue Rogelio no dejaba de buscarlo con la mirada.

Dany: Le tomó cariño a su tío/papá, y me fijé que a ti también te quiere, porque en cuanto la tratabas de dejar en la cuna se ponía a llorar y dejaba de hacerlo cuando la volvías a cargar y hasta ahora solo contigo la he visto hacer eso.

AP: (sonriendo), Yo también la quiero mucho, es casi como si fuera en verdad mi hija, y Rogelio debe quererla mucho más por ser de su sangre. Así que mi querida Dany ¿cómo ves que ya tengo dos hijos encantadores?

Dany: Pues muy bien de que ya tengas dos hijos, (con cara de duda), Ana Paula, espero no te incomode lo que voy a preguntarte y más porque sé cuánto te dolió pero, ¿por fin te resignaste a lo que sucedió con tú bebé?, ¿ya no te sientes mal?

AP: (suspira), Fue difícil hacerme a la idea de que murió, pero no puedo pasarme toda la vida llorando. Tengo que ser fuerte y luchar por mi felicidad porque yo sigo viva y debo continuar con mi camino. Aunque siempre lo recordaré, pero ya no con dolor sino con alegría, porque me dio la oportunidad de sentir en mi vientre una vida. Por eso quiero ofrecerle a Margarito y Mary todo el amor que tenía para él como un homenaje a su memoria.

Dany: Hay amiga!, ya me dejas más tranquila. Me preocupaba que siguieras triste por eso. Pero me da gusto que pienses así.

AP: Estoy madurando Dany y eso es gracias a que tengo un gran mentor.

Dany: Rogelio ¿cierto?

AP: (abre la ventana y mirando hacia el enorme patio), Cuando estuve lejos medité mucho. Él supo comprender que necesitaba tiempo por todas las cosas que habían pasado, por eso no me visitó una sola vez en la pensión, no iba al pueblo ni a la clínica y solo para que pudiera sanar mi corazón. Es cuando comprendí, que era Rogelio el que me daba fortaleza y esperanza, por eso regresé, para que él me ayudara a creer otra vez en mí y en mi fuerza. (Vuelve su mirada a su amiga y le sonríe), Gracias a su amor, poco a poco las cosas malas están desapareciendo y ahora me siento plena como nunca antes me había sentido.

Dany: Me da gusto que hayas podido superar tu dolor Ana Paula, Miguel estaría muy contento de verte feliz.

AP: Lo sé Dany, por eso voy a luchar contra todo lo que pudiera alejarme de mi felicidad.

Dany: Por cierto Ana Paula, ¿ya le dijiste a Rogelio, todo esto?

AP: No me atrevo aún, pero no te preocupes, ya encontraré el momento indicado para decirle lo que siento.

Dany: Como quieras, solo recuerda que no es bueno guardarse las cosas, otros pueden hablar sin conocer, y creo que si Rogelio sabe lo que tú piensas no le afectará en lo absoluto los chismes malintencionados.

AP: (mirando hacia la nada), Tienes razón Dany, los chismes hacen mucho daño pero así como yo pude entender que solo los dicen para llenarnos de dudas e inseguridades, Rogelio igual lo comprenderá.

Dany: ¿qué dudas tenías amiga?, ¿de qué chismes hablas?

AP: No importa ya Dany, (más repuesta), lo único que a mí me interesa es que mi familia esté siempre unida. Y que Rogelio y yo estemos juntos para toda la vida.

Dany: Ok tramposa, pero me doy cuenta que desviaste todo el asunto de tu luna de miel para no darme los detalles que te pedí.

AP: Pues yo no fui la que se desvió del tema, recuerda que vinimos aquí para platicar de mi luna de miel y tú me preguntaste otra cosa y terminamos hablando algo completamente opuesto.

Dany: Si!, Si!, lo acepto, pero ya volvimos al camino y ahora si quiero saber que tanto hicieron en su viaje, ¿a dónde fueron?, ni María sabía y Hugo nunca nos dio alguna pista.

AP: Pues estuvimos en las Lagunas de Monte Bello, el lugar favorito de Rogelio y que ahora también es el mío. La noche de bodas fue tan bonita que sé que nunca la voy a olvidar, no solo porque nos entregamos en cuerpo y alma como jamás lo habíamos hecho, sino también por las palabras tan bonitas que me dijo, (con mucha emoción), ¡Dany!, es que cada vez que la recuerdo siento que me pongo más y más feliz y quisiera darte más detalles, pero me estoy volviendo muy egoísta en cuanto a Rogelio y quiero que esto sea solo mío. Pero si te puedo decir que ahora sé armar una casa de campaña y pescar.

Dany: (tan contenta como Paula), te entiendo amiga, y no te preocupes, con esa cara de felicidad me conformo.

AP: (con una mano en su pecho), es que es lo más hermoso que pude vivir Dany. Ya antes he convivido con Rogelio, pero siempre había gente a nuestro alrededor y mucha intriga que hizo difícil que pudiéramos conocer lo maravilloso que tenemos como pareja. El estar solos nos permitió hacerlo y si en algún momento tuve dudas, con esos pocos días toda mi inseguridad se disipó (sonriente), y es que entre más estoy a su lado más voy descubriendo su alma, que está llena de amor.

Dany: ¡Qué bonito!, hasta parece poesía.

AP: (sonrojada), es que lo amo mucho Dany, es mi vida y mi alegría.

Dany: Pues...

El sonido de alguien llamando en la puerta, las interrumpió.

María: Paula, hija, la comida está lista, por favor baja y si Dany está contigo tráela también.

AP: Muchas gracias María, enseguida bajamos.

Dany y Paula solo sonríen en modo de complicidad y deciden seguir platicando en otro momento.

En el despacho las hojas que había quemado Rogelio estaban completamente carbonizadas. María fue a avisarle que estaba todo listo para la comida.

María: (entrando al despacho), Rogelio, la comida está lista, ya están todos solo faltas tú. (Olfateando), Por Dios Rogelio, algo se está quemando.

R: No te preocupes Nana, solo me deshice de mi pasado, (voz baja), para poder seguir adelante.

María: (acercándose a Rogelio), hijo, ahora sí o me dices que te ha estado pasando desde hace tiempo o le pregunto a Paula, porque me imagino que ella lo sabe por ser tu esposa.

R: (nervioso), no se te ocurra Nana, ella es la que menos tiene que enterarse de mis problemas. (Suspira), Está bien, creo que sería bueno que te cuente, así podrás ayudarme con algo que quiero comprobar.

María: (sin entender), ¿Qué es lo que quieres comprobar Rogelio?

R: Primero te pido que tomes asiento y escuches bien lo que voy a decirte (señala la silla).

María hace lo que le pidió Rogelio y éste le cuenta todo, desde las dos semanas anteriores a su boda por la iglesia hasta el día que escuchó una plática que preferiría no haber escuchado por las dudas que le provocaron.

María: ¿No me digas que en lugar de hablar con Paula, preferiste callarte algo como eso?, (enojada), pero Rogelio tú de veras no aprendes de tus errores, sí por tonterías como estas Paula y tú vivieron un infierno.

R: Crees que no lo pensé!, Claro que lo hice, pero aquí el punto no es que tan ciertas son las palabras de Mercedes. El motivo para no decirle nada a Paula es porque según escuché, ya no podrá ser madre y no sé si ella lo sabe.

María: Pues a mí nunca me dijo nada de eso. Pero ¿lo que quieres comprobar es si está enterada?

R: No Nana, lo que quiero es mucho más complicado de descubrir.

María: Antes de que me digas que es, quisiera saber si leíste los resultados de los análisis. Hijo, ¿tú podrías volver a ser padre?

R: No lo sé, y prefiero no saberlo, además eso ya no me importa.

María: Una última pregunta, si esos estudios dijeran que sí, ¿cambiaría en algo lo que sientes por ella?

R: Lo que yo siento por Paula es mucho más grande que el deseo de ver a mi mujer con un chamaco mío en el vientre. La familia que yo quiero solo podré tenerla con ella que es mi esposa, Margaro y Mary que son mis hijos.

María: Ese es mi niño (se limpia unas lágrimas), sabiendo eso, dime entonces que quieres comprobar.

R: Lo que único que me devolvería la confianza, sería comprobar que está conmigo por amor y no por bondad o resignación.

María: ¿Y ya tienes una idea de cómo vas a hacerlo?

R: Aún no, pero ya encontraré algo que pueda servirme, por el momento todo deberá seguir su curso normal y tú me ayudarás a que así sea.

María: Está bien Rogelio, pero quiero que me prometas una cosa.

R: Lo que quieras (se toman de las manos).

María: Que mientras tienes tu plan para eso, dejarás de andar con tus dudas por el bien de tu matrimonio, porque no quiero ni pensar que la pobre de Paula se dé cuenta de tus constantes cambios de actitud y sea ella la que piense que tú no la quieres. Aunque bien merecido te lo tendrías por ser tan cabezota, porque si yo fuera ella (le suelta la mano), ni en mis sueños te perdonaba esas desconfianzas absurdas.

R: Ta bueno Nana, te prometo dejar eso por el bien de Paula y el mío propio.

María: Entonces, vamos al comedor, porque me imagino que todos se están preguntando del por qué no hemos ido.

R: Vamos.

Antes de que salieran el teléfono suena y Rogelio se queda a contestar. Mientras María se adelanta.

R: Sí diga!

Voz: (de hombre), Buenas tardes señor Montero, le llamo por el asunto de su hermana y la señora Rosaura.

R: ¿lo que le pedí, ya se está haciendo?

Voz: Sí, pero quisiera verlo para poder explicarle personalmente como están las cosas. ¿Sería mucha molestia pedirle que nos veamos mañana?

R: No es molestia, yo soy el más interesado en el asunto, dígame dónde y sobre la hora tendrá que ser por la tarde porque como sabe no estoy usando el helicóptero y en coche me haría más tiempo.

Voz: Pues en el restaurante del hotel de Tuxtla, en cuanto a la hora, yo me estoy hospedando en ese lugar así que será en cuanto usted me avise que llegó.

R: Muy bien, así quedamos, hasta mañana.

Voz: Hasta mañana.

Rogelio cuelga y se va al comedor con los demás, donde ya desde hace un buen rato lo esperaban, sobre todo su esposa que no dejaba de mirar a la entrada de la estancia esperando verlo. Consuelo que estaba junto a ella, pensaba que si había alguien a quien su patrón no le negaba nada, era justamente a su esposa, así que decidió hablar con ella primero.

Consuelo: Patrona, perdone que la moleste, ¿podría hablar con usted un momento?

AP: Por supuesto Consuelo, ¿de qué se trata?

Consuelo: Verá. Usted sabe que estoy estudiando para obtener mis papeles de la prepa y como ya estoy por presentar el examen para que me den mi certificado, quería pedirle de favor que hablara con el patrón porque necesito que me deje salir más temprano, ¡claro que si no es posible no hay problema!

AP: Hay Consuelo que gusto que te estés superando, y no te preocupes que yo le pido a Rogelio el tiempo que necesitas para tus estudios.

Consuelo: (la abraza), Muchas gracias Patrona.

AP: De nada.

En la entrada de la Hacienda llega un auto y de él desciende un hombre de edad madura vestido de traje. Hugo (que había ido al pueblo) también iba llegando.

Hugo: Buenas tardes!, ¿está buscando a alguien?

Señor: Sí joven, busco a la señores Montero, vengo de parte de la señorita Vanesa Galván.

Hugo: ¿Para qué asunto los busca?

Señor: Las órdenes que me dieron es que solamente a la señora Ana Paula y al señor Rogelio, les diera esto (mostrando una carpeta negra).

Hugo: Pues déjeme ver si lo pueden atender.

Hugo entra y va directamente al despacho de Rogelio pero se topa con él en la entrada de la casa.

Hugo: Patrón, allá afuera está un señor, quiere ver a la patrona y a usted, dice que lo manda la señorita Vanesa.

R: ¿Vanesa? Y te dijo ¿para qué quiere vernos?

Hugo: No quiso, según, le ordenaron que solo a ustedes les puede dar una carpeta que trae.

R: Esa Vanesa, ahora qué demonios se le habrá ocurrido. Y según ella dijo que se arrepentía de todo lo que hizo.

Hugo: Entonces patrón, ¿le digo que se vaya?

R: No. Hazlo pasar al despacho, yo voy por Paula.

Hugo: Sí, ahorita lo traigo.

Rogelio entra al comedor y todos se levantan para saludarlo, pero él les pide que se sienten pues necesita que su esposa vaya un momento al despacho. Paula no entiende bien el por qué, pero no comenta nada y lo acompaña. Ya en el despacho (todavía no llega el señor).

AP: Amor, ¿pasa algo malo?

R: Yo espero que no. Pero con Vanesa de por medio no te puedo asegurar nada.

AP: ¿Vanesa está aquí?, ¿no se supone que se fue de viaje?

R: No es ella directamente, es un señor que viene de su parte a darnos algo.

Hugo entra con el señor y se retira rápidamente, Rogelio y Paula lo observan con desconfianza, aunque al objeto de su atención no parece importarle mucho.

Señor: Muy buenas tardes, soy el Licenciado Felipe García y trabajo para la señorita Vanesa Galván (extiende su mano para saludarlos).

Bastante desconfiados, ambos lo saludan.

R: ¿Para qué lo mandó Vanesa?, No hay ninguna razón para que un Licenciado venga a vernos.

Licenciado: La señorita me advirtió que tal vez ustedes tendrían desconfianza de mí, pero les aseguro que el motivo de mi presencia no es para nada malo. Aunque en realidad, sólo a la señora Montero es a quién le beneficiará lo que vengo a entregarle.

AP: ¿A mí?, ¿Qué puede tener de benéfico lo que tiene en esa carpeta? (señalándola).

Licenciado: Pues mírelo usted misma.

Paula toma la carpeta, tarda un poco en ver el contenido porque todavía no confía en Vanesa lo suficiente. Después de algunos minutos comienza a leerlo, mientras lo hace su rostro tiene una cara de confusión y vuelve a leer los documentos una y otra vez.

AP: Disculpe, pero ¡estas son las escrituras del "Rancho la Negra"!, ¿pero no entiendo por qué en el otro documento hay una sucesión de derechos a mi nombre?

Licenciado: Eso es porque la señorita me solicitó tramitarlo. Ahora usted es la única dueña de esa propiedad con todo lo que hay en ella, junto con el ganado y otros animales, los contratos y las cuentas del negocio.

Rogelio y Paula estaban bastante sorprendidos.

AP: ¿Está seguro que eso es lo que Vanesa le pidió?

Licenciado: Sí señora, la señorita quería que el traspaso fuera hace más de dos semanas, pero no se pudo concretar porque había otros supuestos dueños. Pero ese tema no es necesario hablarlo, lo que de verdad importa es que ahora tiene una gran propiedad es sus manos.

R: Increíble, jamás me imaginé que Vanesa hiciera algo así, pero creo que darte el Rancho en lugar de la herencia de Federico, también es bueno.

AP: Hay perdóname Rogelio, con eso de la boda y la luna de miel, se me olvido decirte que Vanesa ya me había entregado lo que me correspondía de la herencia.

R: ¿De verdad?, pues entonces, si es más que increíble que te cediera esas tierras.

Licenciado: De lo de la herencia se hizo cargo otro licenciado, pero mandó junto con las escrituras los documentos que hacen oficial que usted es otra heredera de Federico Galván. Le recomiendo que vaya a Tuxtla para concluir con este trámite ya que es ahí donde se encuentra el negocio principal de la familia y por consiguiente el dinero que se le dará. Por mi parte sería todo pero (mete una mano en su bolsillo), antes de se me olvide, ¡aquí tiene!, esto es un juego de llaves de todas las habitaciones del "Rancho la Negra", de los establos y el portón. La señorita me pidió que le dijera que es su regalo de bodas.

AP: (toma las llaves), Muchísimas gracias licenciado. Solo una pregunta, ¿sabe a dónde fue Vanesa?

Licenciado: No señora Montero, la señorita Galván no quiso darme detalles pero me parece que va a tardar bastante en regresar porque asignó a dos personas como representantes en el negocio de la empacadora, aunque no sé por cuánto tiempo se hizo el poder, los señores a cargo del negocio me dijeron que no era de un año sino de más.

R: Es una pena!, a mí esposa y a mí nos habría encantado darle las gracias personalmente, pero si llegara a saber algo más de ella, le agradecería nos lo informara.

Licenciado: Por supuesto señor Montero. Ahora sí me retiro, y los felicito. (Hace una reverencia y sale del despacho).

R: Vaya!, y yo que creía que ya nada podría sorprenderme. Pero Vanesa tuvo un bonito gesto contigo amor (toma entre sus manos la mano de su esposa).

AP: (aún sin salir de su sorpresa), Yo también estoy sorprendida. Nunca me imaginé que Vanesa quisiera desprenderse de una propiedad tan valiosa y aparte darme el dinero de la herencia.

R: Creo que Vanesa quiere tener la oportunidad de que algún día puedas verla como la hermana que debió ser desde un principio, pero antes necesita ganarse tu confianza y tú perdón.

AP: Yo ya la perdoné Rogelio, así que no era necesario que me diera esto.

R: (besa su mano), La forma como buscamos el perdón es asunto de cada uno y éste es el suyo.

Rogelio y Paula continúan hablando del asunto de Vanesa. Mientras en el comedor Ernesto y Dany platican para que el tiempo de espera no sea tan pesado.

Ernesto: ¿cómo que ya se tardaron mucho?, ¿no crees Dany?

Dany: La verdad sí, tienen más de quince minutos y nada de que vayan a venir. Por cierto Ernesto, ¿por qué no vino Mercedes?

Ernesto: Porque no le avisé que venía para acá.

Dany: ¿pero por qué no?, ¿no me digas que sigue en las mismas?

Ernesto: No tanto, por ahora parece que ha dejado el tema de la muerte de su hermano, pero cuando se menciona algo de Rogelio tiene unas contestaciones tan desagradables.

Dany: ¡En serio no comprendo porque no trata de olvidar el pasado!

Ernesto: ¿Sabes?, siempre me he preguntado ¿cómo es que tú puedes estar alegre de que Paula se casara con Rogelio?, ¡tú entiendes!, por lo de Miguel.

Dany: Hice muchos recuentos de lo que pasó, y entendí que no todo fue culpa suya. Miguel cometió un error y él mismo lo aceptó durante su estancia en la cárcel. Rogelio también cometió uno, e igual asumió su parte de culpa y lo más importante es que, si Miguel lo perdonó, ¿por qué no habría de hacerlo también?, además ¿quién soy yo para juzgarlo? No quiero pasar toda mi vida alimentándome de odio y rencor. Así que mientras haga feliz a mi amiga para mí será más que suficiente.

Ernesto: Ojalá Mercedes pensara como tú.

Dany: Lo hará, solo sé muy paciente. Te puedo asegurar que llegará el día en que se dará cuenta de que Rogelio no tuvo nada que ver con lo que pasó.

Ernesto: Gracias por tu optimismo.

En otro lado del comedor.

Margarito: Huy, como que creo que ya se les olvido a mis papás que hay gente esperándolos.

María: Me imagino que están atendiendo algún asunto del negocio de la Hacienda.

Margarito: Pero ya tengo hambre. Mejor voy a ver qué están haciendo.

María: Espera Margarito (pero el niño salió corriendo).

No tuvo la necesidad de llegar hasta el despacho, porque sus papás venían por el pasillo, así que corrió para avisarles a todos. Cuando entraron, los invitados (sus amigos más cercanos y los empleados de la Hacienda) volvieron a felicitarlos y después de un breve discurso de agradecimiento de parte del matrimonio se dispusieron a degustar la deliciosa comida que María y Consuelo prepararon. Una vez terminaron de comer, los trabajadores regresaron a sus labores. Paula y Rogelio entregaron los obsequios que habían comprado; Para María un vestido regional típico de Chiapas de color blanco, para Dany y Mercedes un collar de piedras multicolor de calidad inigualable (muy costosas), para Consuelo un juego de aretes con collar y pulsera de oro florentino, para Hugo una chamarra de piel de color café obscuro con detalles a mano comunes de la región, para Marcial el mismo modelo de chamarra pero de un color verde olivo y a su esposa un vestido casi como el de María pero este sin mangas, para Pancho una camisa lisa color marrón con encajes de hilo metálico plateado, para Mary un vestidito regional con diadema bordada a mano, y finalmente Margarito que previamente le pidió a su papá le comprara un sombrero y unas botas de piel. Antes de que los recién casados se retiraran a su habitación, Rogelio habló otra vez, informando a su capataz y asistente, que de ahora en adelante las órdenes de la casa deberían consultarlas con la señora Montero y sería la única que pudiera dar la última palabra para todo tipo de permisos que quisieran solicitar u otras necesidades y en caso de que ella no estuviera María tomaría esa responsabilidad. Dicho esto se fueron a descansar un poco.

En la recámara del matrimonio Montero.

AP: Rogelio, te quería preguntar si ¿habría algún problema de que Consuelo terminara más temprano sus quehaceres?, es que sus exámenes finales están cerca y necesita tiempo para prepararse.

R: (la abraza por la cadera), Paula, ¿no acabo de decirles a Hugo y Pancho que tú serías quién tomarías las decisiones en cuanto a la casa se refiere?

AP: Pues si amor!, pero como tú mismo lo dices, se lo informaste a Hugo y Pancho, se supone que son solo ellos los que acatarán lo que dispusiste ¿no?

R: (riendo un poco), No Paula, si me dirigí a ellos dos es porque son los que tienen a su cargo a los empleados, Hugo como capataz tiene el deber de vigilar todo lo referente a las cosechas y ganado, pero también a la gente que trabaja en la casa, en este caso Consuelo, y Pancho como mi asistente sería como un subalterno junto con Hugo. Pero tú como mi esposa tienes mayor poder de decisión. Por lo tanto, el permiso para Consuelo está completamente en tus manos y no en las mías.

AP: Pero Rogelio, yo no me sentiría cómoda con semejante responsabilidad. Por favor amor, tú decídelo ¿sí?

R: (haciendo que se siente en sus piernas), Paula, recuerda que como mi esposa tienes derechos pero también obligaciones. Y en este caso, es que tomes el lugar que te corresponde como dueña y señora de la "Hacienda del Fuerte". Además necesitas practicar si vas a querer que el "Rancho la Negra" continúe funcionando como hasta ahora.

AP: ¿Qué quieres decir con eso?

R: Tú has aprendido el manejo de una Hacienda, quizás no todas las funciones, pero si las más importantes. Y sí tú lo deseas, entonces podrás tomar el control del Rancho que dejara Vanesa para ti. ¿Quieres intentarlo Paula?

AP: (meditando), Me gustaría hacerlo amor. Pero quisiera pedirte que me ayudes a sacar adelante ese Rancho. ¿Lo harás Rogelio?

R: (acariciando su rostro), Claro que si mi amor!, haremos del "Rancho la Negra", uno de los más importantes de todo México.

AP: (acariciándolo también), Te lo agradezco mucho Rogelio, tu apoyo es mi fuerza.

Ambos se besan con mucha dulzura. Cuando terminan de besarse a Paula se le ocurre una idea de pasar una noche diferente y se la hace saber a su marido. Por un instante Rogelio se muestra indeciso de hacerlo, pero cree que es bueno comenzar a practicar un poco en ese ámbito. Así que llevan a cabo su plan, cosa que más tarde los hace sentir tremendamente exhaustos.

Llanto de un bebé.

AP: (adormilada), Te toca a ti Rogelio.

R: (casi sin entenderse lo que dice). Lo siento pero recuerda que en mi condición no puedo andar pasando de la cama a la silla sin ayuda.

AP: (sin abrir los ojos), no seas mentiroso que bien que lo hacías cuando estuvimos en la cabaña. Así que no hay excusas señor. ¡Te toca!

R: Carambas, debí mantener en secreto que estaba practicando lo de la silla.

Se incorpora y hace lo previamente dicho, cuando estuvo en la silla se dirige a la cunita que antes de dormir llevaron a su cuarto para que Mary se quedara con ellos.

Lamentablemente el matrimonio Montero tuvo su primera desvelada de su vida en pareja, pues escasamente durmieron 4 horas y no corridas, por lo que al día siguiente amanecieron con ojeras y desganados. Aunque no tuvieron tiempo de tratar de recuperar el sueño perdido, pues salieron al medio día rumbo a Tuxtla. Rogelio le dijo a Paula que irían a ver lo de su herencia y aprovecharían para que ella visitara a Rosaura y le entregara el regalo que compraron, además de resolver un asunto que Rogelio tenía pendiente desde que su hermana y la tía de su esposa entraran en la cárcel.

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