CAPÍTULO 49
Londres– Mansión de los Sanders:
Jennifer había nombrado a la habitación que fuera de sus suegros, "Recámara Nupcial", y aunque su prometido le recomendó deshacerse de la mayor parte de los muebles, ella únicamente cambió el colchón de la cama y mandó pedir una mesita de centro para adornar la pequeña sala... Con ayuda de Paula colocó en cajas todas las fotografías y objetos personales que aún estaban guardados en los cajones ó sobre el tocador. También reacomodó la posición de los muebles, reemplazó las cortinas, las sábanas y los edredones por unos modernos, (con eso logró que la apariencia del antiguo cuarto desapareciera casi por completo y con ella la incomodidad de Edward).
Él en agradecimiento por la dedicación de su prometida, dejó en libertad al caballero romántico y pasional que tanto adoraba Jennifer y se amaron como si esa noche fuera su luna de miel.
Desde la primera vez que estuvieron juntos habían adquirido la costumbre de dormir fuertemente abrazados debido a que el miedo a volver a separarse jamás se iría, y disfrutaban del calor del otro hasta que el crepúsculo matinal entraba por la ventana. Sin embargo, en los próximos tres días, esa costumbre tan necesaria para ellos sufriría un ligero cambio de horario, pues Edward, (al igual que Rogelio),debía llegar temprano al Centro de Convenciones.
Para fortuna de Jennifer, él no requería despertador y abre los ojos justamente cuando eran las seis de la mañana... Como cada amanecer, lo primero que hace es deleitarse con la belleza de su prometida y después besa su cabello y frente. Con delicadeza retira los brazos que lo aprisionaban y despacio se escabulle fuera de la cama. Pero cuando se felicitaba por no haberla despertado, la dulce voz de Jennifer lo hacen soltar la sábana que usaría para cubrirse en su camino al baño.
Jennifer:(se ríe), ¿En dónde dejaste al hombre que dice que no debo sentir pena de mostrarme frente a la persona que amo?
Edward:(recoge la sábana), No le puse el seguro a la puerta y no quiero que Magda ó Mateo entren y me vean desnudo... pero aún tengo esa firme idea Licenciada Smith.
Jennifer se sienta y estira sus brazos... Edward se sube de nuevo en la cama y se acerca para que ella lo abrace.
Jennifer:¿Hoy te vas a bañar sin mí?, (pasa su mano por su torso), ¡con lo que me fascina enjabonarte!
Edward: Es muy temprano y con todo el trabajo que has tenido en estos días, prefiero que te quedes en la cama un rato más.
Jennifer: Sabes bien que si no estás junto a mi ya no puedo conciliar el sueño.
Edward:(le da un beso corto), Te entiendo porque a mí me pasa lo mismo, pero esta noche voy a llevarte a una cena de negocios y necesitarás de toda tu energía.
Jennifer:¡Cena de negocios!, (hace una mueca), Edward, es que a mí no...
Él la besa y con ese gesto logra que Jennifer olvide cualquier reclamo. Despacio la recuesta de nuevo y cuando está completamente a su merced disminuye el beso lentamente hasta que finalmente separa sus labios de los de ella.
Edward:¿Entonces sí me acompañas a la cena?
Jennifer:¿Por qué usas tus deliciosos besos para convencerme de hacer lo que quieres?, (suspira), ¡está bien!... voy a esa dichosa cena, ¡pero que conste que lo hago porque te amo!... a mí no me agrada el bullicio y si por mí fuera, te encerraba en éste cuarto para evitar que vayas a ese tipo de eventos.
Edward: Ni a mí me agradan, pero no hay remedio... ¡Gracias por el sacrificio mi amor!
Jennifer:(besa su cuello), Mientras no te separes de mí y me dejes besarte cada que quiera, no será un sacrificio.
Edward:¡Será como tú mandes!, (se levanta y se dirige al baño).
Cuando salió de bañarse, Jennifer se dedicó a observarlo mientras se vestía y se deleito con su cuerpo que aún conservaba la forma y la musculatura de los tiempos en que había sido un jinete muy fuerte. Antes de irse, Edward regresa para darle un último beso y se encamina a la puerta.
Jennifer:¡Edward!
Edward:(Voltea), ¿Sí?
Jennifer:¡Te amo!
Edward:(sonríe), ¡Yo también te amo!
Él sale de la habitación y Jennifer cierra los ojos para continuar durmiendo, (dos horas más).
Magda se levantó a las ocho de la mañana, pero como ni su esposo ni ella estaban enterados de que la pareja se había quedado a dormir ahí, entra a la recámara a dejar unas cubiertas para los sillones y con el ruido que hizo al abrir los cajones, Jennifer se despierta e inconscientemente nombra a Edward... La señora gira sorprendida y cuando Jennifer se da cuenta de que era Magda, se cubre rápidamente con la sábana y sus mejillas se tiñen de un leve sonrojo. Magda le sonríe conciliadoramente y se acerca para sentarse al pie de la cama.
Magda:¡Buenos días señora Sanders!
Jennifer:¡Hay Magda, discúlpeme por la mala imagen que le estoy mostrando!
Magda: No debe sentir pena señora... Con la edad que tienen el joven Edward y usted, sería absurdo que su romance fuera de manita sudada ¿no cree?, (amplia su sonrisa), la señora Catherine decía que "hablar o demostrar el deseo que despierta en nosotros la persona amada, no significa que somos indecentes, sino seres que aman por completo, y con el alma", por eso señora, nunca se avergüence de entregarse por amor.
Jennifer:¡No me hace sentir vergüenza entregarme a Edward, ni que me vea así!, pero que otras personas me vean sin ropa es distinto.
Magda:¡Es cierto!, discúlpeme.
Jennifer:(ríe), ¡Así que esa era la parte que faltaba!
Magda:(¿?), ¿A qué se refiere señora?
Jennifer: Es que Edward me dijo lo mismo que acaba de decir, pero la última parte no la incluyó.
Magda: La señora Catherine y el joven Edward eran muy unidos; siempre estaban conversando, e incluso fue ella la que le enseñó a cabalgar como todo un jinete de carreras.
Jennifer: ¿En serio Magda?... yo creí que mi suegro fue el que le enseñó.
Magda: El señor Stefan le enseñó a la señora Catherine y ella a su vez, entrenó a su hijo.
Jennifer:(sonríe), ¡Con que mi suegra fue la maestra de Edward!, ¿quién lo hubiera imaginado?... ¿Sabe Magda?, Edward me entrenó a mí, (suspira), aquellos días fueron los más bonitos de mi adolescencia, y si tan sólo él hubiera esperado a que fuera mayor de edad, no habríamos sufrido tanto.
Magda: Ya que está tocando el tema de la edad, quisiera preguntarle si ¿a usted no le importa la diferencia que hay entre los dos?
Jennifer: ¡Claro que no!... la diferencia entre mis padres es de cinco años más que la de nosotros... ¡Verá!, ellos provienen de un poblado escocés dónde se acostumbraba a que la mujer se casara a los dieciséis años... Mi papá no iba a ser el esposo de mi mamá, sino un hombre que le pegaba a pesar de que de únicamente eran prometidos...Mi mamá lloró y suplicó que no permitieran ese matrimonio, pero como mis abuelos no quisieron romper el compromiso, mi papá la ayudó a escapar... Su idea era dejarla en otro pueblo y regresar a casarse con su prometida, sin embargo nunca pudo volver porque pensaron que ya había estado con mi mamá y aprovecharse de la mujer de otro era un delito que se pagaba con la muerte... Tres años después, los dos decidieron casarse y al año tuvieron a mi hermano Henry... Su matrimonio es muy bonito y aunque mi papá es más grande, mi mamá sigue amándolo como el primer día, (sonríe), es que ella estaba enamorada de él mucho antes de escapar del pueblo.
Magda:¡O sea que usted está influenciada por la experiencia de sus padres!... (Desilusionada), ¡Mateo tenía razón!... Señora, sé que el joven Edward es un hombre muy bien conservado para su edad, pero, aunque no quiera aceptarlo, la verdadera diferencia son sus prioridades... ¡Dígame!, ¿acaso no le gustaría continuar recorriendo el mundo, seguir divirtiéndose con sus amistades, ir a fiestas, y cuanta cosa se le ocurra?, (coloca una mano sobre su pierna), ¡piénselo!... quizás mañana se aburra y decida irse.
Jennifer:(seria), ¡No lo haga Magda!... esos prejuicios fueron los culpables de que Edward me dejara, y nos condenaron a quince años de soledad y sufrimiento.
Magda:¡Es un poco dramático!... a veces magnificamos los problemas, pero sí se da una oportunidad con un hombre de su edad, sé que cambiará de opinión y verá que su romance con el joven Edward es un capricho.
Jennifer:(se abraza a sí misma), ¡No Magda!, ¡Edward no es un capricho!...he tratado a varios hombres y ninguno podrá compararse con él ni volviendo a nacer... Edward es el amor de mi vida y he llorado por no tenerlo hasta sentir que mi alma se desgarraba de dolor, (las lágrimas resbalan por su mejilla), ¡Si nos separan de nuevo, le juro que esta vez sí me muero!
Magda:¡Cálmese señora!, yo no quise...
Jennifer:¿Por qué siempre hay alguien que se opone a nuestro amor?, (alza la voz), ¡Escuche bien Magda!, el destino nos quiere juntos, y perdón pero ni usted, ni el señor Mateo, ni nadie en esta vida, nos separa otra vez.
Jennifer se levanta pero al dar unos pasos se le nubla la vista y se desvanece sobre la alfombra. Magda se apresura a tratar de reanimarla, sin embargo Jennifer estaba completamente inconsciente. Con mucho esfuerzo logra recostarla en la cama. De una caja saca un camisón y una bata de la señora Catherine y se la pone. Jennifer lloraba y llamaba a Edward aún desmayada y eso hizo que Magda se arrepintiera de haber dudado del amor que le tenía, sin embargo tuvo que dejar sus reproches para después y sale de la habitación en busca de ayuda.
Londres– Centro de Convenciones:
Ricardo y Hugo fueron los primeros en llegar al lugar del evento y se dedicaron a revisar que el ganado, los proyectores y los convenios estuvieran en perfecto orden. Como Rogelio se tardó en recoger a Edward, ambos llegaron pasadas las siete de la mañana... A las nueve en punto se dio oficialmente inaugurada la Convención de Ganaderos de Europa... Rogelio, Ricardo y Hugo se colocaron en su respectivo set y atendieron a cuanto posible cliente preguntara sobre sus ofertas... Edward y su asistente, (una señora de sesenta años, pero muy hábil en cuanto a negocios), se dedicaron a reafirmar su sociedad con los ingleses... A las diez de la mañana se hizo una pausa para que los presentes, (invitados y vendedores), tomaran un refrigerio... Hugo les dijo que se quedaría a cuidar el set en caso de que llegaran más clientes, así que los tres fueron a una de las mesas y de un bufete se sirvieron platillos tradicionales del país.
R: (da un sorbo a su jugo de naranja), ¡Qué suerte tienes Edward!, la señora Macmillan es muy buena en cuanto a negocios se refiere...¡Hasta es mejor que Ricardo!, (el otro se atraganta con el agua pero no dice nada).
Edward: ¡Concuerdo contigo en que es muy buena en su trabajo!... Ella ha estado trabajando para mi familia desde antes de la muerte de mi padre... Cuando me fui a Estados Unidos se hizo cargo del banco y después de que regresé a mi patria me ayudó a comenzar con el negocio de la ganadería.
R: ¡Pues lo hizo muy bien!... Creo que al final de cuentas sí te voy a pedir que me la cambies por Ricardo.
Ricardo: ¡Qué grosero!, ni porque somos familia me tratas con respeto.
R: (se ríe), ¡No seas tan sentido!, era sólo una broma.
Ricardo:(le sonríe), ¡Lo sé hermanito!, pero si te soy honesto, jamás lograrás ser tan simpático como yo.
R: ¡Ah caramba!, se nota que no conoces lo divertido que puedo ser... hasta soy mejor que Edward.
Edward:¿Acaso soy demasiado aburrido?
Ricardo:(a Rogelio), ¡Ves cómo no eres bueno con las bromas!
R: No estaba bromeando.
Ricardo: Entonces tengo que decirte que estás equivocado... Mi amigo es muy alegre y su especialidad eran los chistes de humor negro, pero no tan crueles como los cuentan otros.
R: ¡De veras!, con eso de que siempre se dirige con formalidad nunca lo hubiera imaginado.
Edward:(agacha la cabeza).
R:¿Dije algo malo Edward?
Edward: No Rogelio, sólo pensaba en que tengo mucho en contra.
R:(¿?), ¿Qué quieres decir?, yo en realidad no hablaba en serio...Eres formal, pero nunca he pensado que seas aburrido.
Edward: No le des importancia Rogelio, y pasando a otro asunto, quería preguntarte ¿cómo está Helena?... ¿no has tenido problemas con ella?, (Ricardo y Rogelio se miran entre sí).
Ricardo:¿A qué se debe tu repentina preocupación por esa mujer?
Edward:¡No es preocupación!, es sólo curiosidad.
R:¡Déjalo Ricardo!, yo agradezco que pregunte por ella... Edward, no sabía cómo abordar éste tema, pero ya que pusiste las cartas sobre la mesa, quisiera preguntarte algo que me tiene intrigado... ¡Claro!,si no te molesta.
Edward: Me esperaba esto, así que pregunta lo que desees.
R: ¿Tú conoces a su hermano?
Edward:¿Hermano?
R:¡Sí!... es un tal David Santana, y según nos dijeron, vivió en Canadá.
Edward: No sé nada de ese hombre, Helena me platicó que era hija única.
Ricardo:(a Edward), ¿Por qué te mentiría?... ya presentía que esa mujer no era buena para ti.
R: ¡No la juzgues tan duro Ricardo!... lo poco que la he tratado me demuestra que es una mujer llena de inseguridades y además ha sufrido el peor dolor que una mujer puede experimentar... la pérdida de un bebé tan anhelado no es fácil de asimilar ni de aceptar.
Edward:(sorprendido), ¿Dijiste que perdió un bebé?
R:(tenso), ¡Me lleva!, eso no debías saberlo por mí.
Edward:¿Helena te pidió que no me lo dijeras?
R: Sí Edward... lamento que te vengas a enterar ahora de ese terrible acontecimiento.
Edward:¿Cuándo lo perdió?
R:Meses después de que la conocieras... Dijo que se alejó de ti porque no estaba segura que fuera tuyo y durante su separación, se dio esa desgracia.
Edward:¡Pobre Helena!, debió decírmelo para que le buscara apoyo psicológico.
R:(irónico), ¡Ah qué bien tomaste la noticia!... y yo que pensaba que te dolería enterarte de que Helena perdió al que pudo ser tu hijo.
Edward: No es posible que fuera mío, ni en aquél momento, ni cuando vivimos juntos.
R:(¿?), ¿Y eso por qué?... ¡no me digas que tú no puedes...
Edward:¡Sí puedo Rogelio!... al menos eso dicen los análisis que me hice hace poco.
Ricardo:¿Y para qué te hiciste análisis de fertilidad?
Edward: Eso no importa, lo que sí quiero dejar en claro es que Helena no pudo haberse embarazado de mí, porque siempre me protegí cuando estaba con ella.
R:(¿?), ¿Entonces por qué Helena pensaba que tú eras un posible padre de su bebé?... A lo mejor un día tomaste y no te acordaste de usar protección.
Ricardo:¡Según yo!... Edward no se excede con el alcohol y a la única que le afecta es a Jennifer. Aunque la "señorita" Helena pudo haberlo drogado.
Edward:¡Helena no sería capaz!, y tampoco tengo momentos que sienta haber olvidado, (pensativo), o eso creo.
R:Bueno, ya no importa sí tomaste demás ó sí te dieron algo, desafortunadamente nada revivirá a ese bebé.
Ricardo:¿Y por qué esa "señorita" te contó su desgracia precisamente a ti, si al interesado le ocultó lo que pasó?
R: ¿Y tú por qué le tienes tanto recelo?
Ricardo recibe un mensaje en su celular y por eso no le responde a Rogelio. Al abrirlo encuentra unas fotos en donde se aprecia a Vanesa y a Rogelio besándose con mucha pasión, (en lo que sería el tiempo en que eran novios); en otras había fotos de Bruno y al final del mensaje una pregunta, "¿De quién es el bebé?"... Ricardo mira a Rogelio y se levanta.
R:¿Nos dejas?
Edward:¿Qué te pasa Ricardo?
Ricardo:(se ríe), Es que me ya me hizo efecto el desayuno, así que ya saben a dónde voy... Rogelio, me tardaré un poco, pero regreso en cuanto pueda para seguir con la promoción del ganado, (se aleja a paso rápido).
R:¡Ese hombre no tiene empacho en decir las cosas!
Edward:¿No te pareció que se puso pálido?
R: Un poco, pero cualquiera se pone así cuando la necesidad de ir al sanitario es muy grande.
Edward:¡Tú tampoco tienes empacho cuando hablas!... escucharlos me hace sentir que en verdad son hermanos.
R:¡Ricardo me cae bien! Y ya la estoy agarrando el gusto a molestarlo, por eso creo que sí podríamos ser hermanos.
Edward:¡Ojalá que sí logres apreciarlo de esa manera!... Ustedes podrían ser el bastón del otro algún día.
Rogelio asiente y continúan conversando un rato más. Cuando dan las once regresan a los sets a continuar con su trabajo.
Londres– Mansión de los Sanders:
Paula fue a buscar a Jennifer para que le explicara lo que necesitaba saber en cuanto a la Convención, (uno de los empleados de la otra residencia la llevó a la mansión). Mateo es quien la recibe y le dice que la señora Sanders no estaba ahí. Magda baja al saber que había llegado y de inmediato la conduce a la recámara matrimonial. Antes de darle el paso le pide que la disculpe con Jennifer y que le promete no volver a decir nada que la incomode. Paula no entendió, pero acepta darle el mensaje... Al entrar la ve recostada en la cama con los ojos cerrados, (en su rostro se podía ver que había estado llorando). Paula se acerca para sentarse en la orilla de la cama y luego la llama... Jennifer abre los ojos y la mira, aunque de inmediato desvía su mirada.
AP:¿Qué tienes Jen?... Magda me dijo que te desmayaste, (emocionada),¡oye Jen!, ¿acaso pronto seré tía?
Jennifer:(seria), Me bajó la presión... ¡Eso es todo!
AP:¿Cómo puedes saberlo si no te has hecho unos análisis?... Magda también me dijo que no dejaste que el médico te revisara y entonces recomendó que fueras a hacerte unos estudios.
Jennifer:No es necesario, (se sienta), una vez te dije que "hay cosas que jamás tendremos aunque lo deseemos con el alma".
AP:Recuerdo que lo mencionaste cuando fue el bautizo de mis gemelos, pero no entiendo qué quieres decir.
Jennifer:¡Nada en realidad!... Olvidemos el asunto y mejor dime ¿qué te trae por aquí?... pensé que estarías con Rogelio.
AP:(enojada), ¡Ese mal esposo no quiso llevarme con él!, aunque luego dijo que viniera contigo para que me explicaras el programa de hoy, y que te pidiera de favor que me llevaras al Centro de Convenciones, pero con lo del desmayo es mejor que descanses y que reevalúes lo de ir al médico... Si quieres yo puedo acompañarte.
Jennifer: En serio Ana, no es necesario, (voz baja), de todas maneras no me dirán lo que deseo, (se levanta), Vamos al Centro de Convenciones, en éste momento lo único que quiero es estar con Edward.
Jennifer se pone el traje del día anterior y comienza a peinarse
AP: Jen, Magda me pidió decirte que la disculparas y que te promete no volver a decir nada que te incomode... Cuando me lo dijo no le presté atención y no le pregunté, pero ojalá que al menos en esto me tengas confianza y me expliques qué fue lo que hizo que "se te bajara la presión".
Jennifer:¡Hay Ana!, incluso a esta edad siguen creyendo que no soy la mujer indicada para Edward... Ellos no saben lo que pasé cuando me dejó y aunque lo supieran dirán que exagero las cosas... Ahora que apenas estoy conociendo lo que es ser feliz, tendré que luchar contra dos personas que significan mucho para Edward, y tengo miedo de que ganen.
AP: Después de lo que les pasó no creo que Edward permita que los separen.
Jennifer: Ni yo Ana... te lo aseguro, (se acerca y sujeta su mano), ¡Vámonos!, en el camino te voy explicando lo que se va a hacer hoy.
AP:¿Estás segura que quieres ir?... Aún te veo pálida.
Jennifer: Como no he desayunado tengo un poco de nauseas, pero a las doce es la presentación de proveedores y dan galletas con café.
AP:(se zafa y se adelanta a la puerta), ¡Es increíble que no quieras salir de dudas!
Paula sale de la habitación; Jennifer la sigue y ambas bajan las escaleras. En la entrada estaban Magda y Mateo. Magda volvió a disculparse y Jennifer le dijo que todo estaba olvidado. Mateo le dio los buenos días, pero no dejaba de mirarla de forma reprobatoria, sin embargo ella lo ignoró y se va con Paula hacia el Centro de Convenciones.
Hacienda del Fuerte – Recámara del Matrimonio Montero:
Como su esposo no regreso el día anterior, Dany se quedó a dormir en la hacienda y se ofreció a cuidar a sus ahijados. A las seis de la mañana los gemelos empiezan a llorar y se levanta a ver qué les sucedía, (los cargó y revisó que estuvieran secos)... Se pasó más de quince minutos tratando de calmarlos, pero al ver que no cedían, fue a buscar a Vanesa para que la ayudara, (estaba dormida, sin embargo le promete que iría en cuanto pudiera)... Minutos más tarde Vanesa entra con dos biberones; ella le da uno a Federico, y a Dany le toca darle el otro a Rafael. El menor de los gemelos se termina rápido su mamila y Vanesa lo levanta sobre su hombro para que repita. Después de que lo hace, lo recuesta en su cuna, y mientras Dany terminaba de alimentar al otro gemelo, ella se dedicó a llamar a Ricardo, (lo intentó tres veces, pero éste no le contestaba)...Dany batallaba con el pequeño Rogelio pues no quería tomarse su mamila, (cada vez que se la acercaba, él la empujaba con la mano).
Dany:¡Éste pequeño diablillo no quiere comer!... no sólo tiene el nombre del padre, sino también heredó su carácter caprichoso.
Vanesa:(no la escuchó porque continuaba llamando a Ricardo),...
Dany:¿Todavía no te responde?... de acuerdo a mis cálculos, allá son las doce del día.
Vanesa:¡Exactamente!, e incluso hay ocasiones en que me llama más temprano...a lo mejor está muy ocupado, (cuelga), ¡le daré treinta minutos para volverle a marcar!, (le pide al bebé), ¡si quieres déjamelo a mí!
Dany:¿En serio?... ¡Gracias Vanesa!, (se lo entrega), pensé que no sería tan difícil hacerme cargo de mis ahijados, pero no es lo mismo atender niños de cinco años, que bebés.
Vanesa le da el biberón y aunque al principio el pequeño lo rechazó, termina por aceptarlo luego de que hiciera la finta de dárselo a su hermano.
Dany:(sorprendida), ¡Impresionante!, pero como que lo engañaste ¿no?
Vanesa: No tanto, únicamente le hice saber que ya no jugaría su juego,(sonríe), Ricardo dice que los bebés son como personitas, y si tomamos eso en cuenta, su actitud frente a ciertas cosas es casi similar a las de los adultos.
Dany: Pues entonces me falta mucho para entender a los bebés... (Medita),¿tú crees que algún día seré una buena madre?
Vanesa: Ninguna mujer nace sabiendo cómo ser madre, pero el instinto y el apoyo de la gente con experiencia, te van formando, (el pequeño se termina el biberón), ¡Listo!, ¡ves cómo sólo hay que aprender a convencerlos!, (deposita al bebé en los brazos de Dany), ahora ponlo en tu hombro un rato para que eructe y después lo recuestas en la cuna.
Dany hace lo dicho y algunos minutos después el pequeño Rogelio saca un poco de leche; ella lo limpia y lo mece hasta lograr que se quede dormido para finalmente acostarlo junto a su hermano en la cuna... En su cuello queda el dolor de la batalla que sostuvo con el bebé y se sienta en el sillón donde estaba Vanesa para darse un masaje.
Dany: Creo que voy a esperar a embarazarme hasta no adquirir más práctica.
Vanesa: Nunca terminas de aprender en cuanto a los hijos, pero como apenas te casaste, es mejor que tu esposo y tú se disfruten como pareja... ya después planifican el momento adecuado para embarazarse... Ustedes son bastante jóvenes y aún tienen tiempo.
Dany: Estoy de acuerdo, aunque no sé que piense Alejandro... ¿crees que debería preguntarle?
Vanesa: Sería lo ideal... A pesar de que no me siento orgullosa de mi pasado, una parte de mí está tranquila porque no vivo temerosa de que Ricardo se entere por terceros lo que fui... por eso Dany, es mejor que no se oculten nada y que cada inquietud que tengan la platiquen.
Dany:¡Tienes razón!, pero antes de pedirle hablar del embarazo, quiero mostrarle todo lo que Mercedes me recomendó para la boda religiosa,(contenta), ¡me hace mucha ilusión casarme con él por la iglesia!
Vanesa:¡Supongo que sí es bonito!... ¡lástima que no te puedo ayudar con eso!, sin embargo sabes que te deseo lo mejor.
Dany:(apenada), ¡Vanesa discúlpame, yo no quise...
Vanesa:¡No te disculpes!, (saca su celular), perdón, pero voy a ver si esta vez me responden la llamada.
Vanesa sale de la habitación y se dirige a la terraza. Dany sabía que se fue debido a la incomodidad que la hizo sentir, pero no pudo ir a consolarla porque tenía que cuidar a los gemelos.
Londres– Centro de Convenciones:
Sólo faltaban veinte minutos para la presentación de los ganaderos... En los stands ya no se veía afluencia de clientes porque todos fueron a ocupar sus respectivos lugares en la sala de conferencias... La señora Macmillan se adelantó con los convenios, Rogelio, Edward y Hugo esperaban a Ricardo, pero éste tardaba demasiado.
R: (ve su reloj), ¿Dónde rayos se metió Ricardo?
Hugo: No sé patrón, él es muy responsable y sabía que no se debía mover de aquí hasta que fuera la presentación.
Edward: No te estreses Rogelio... Tú eres el empresario y no pasa nada si Ricardo no está presente.
R: ¡Ya lo sé!, pero tengo pensado hacerlo mi socio y quería que nos presentáramos juntos.
Edward:¿Y eso lo sabe Ricardo?
R: ¡No porque segurito se niega!... Es muy extraño y algo me dice que eso es lo que va a hacer.
Uno de los encargados de seguridad lleva a Paula y a Jennifer hasta donde estaban los demás, (Rogelio le daba la espalda al lugar por el que venían)... Paula le encarga su bolsa a Jennifer y apresura el paso para sorprenderlo; con sus manos cubre sus ojos, pero Rogelio suelta una carcajada.
R: ¡Te extrañé Paula!
AP:(lo suelta), ¿Cómo supiste que era yo si no te dije a qué hora vendría?
R:(gira y la abraza), Reconozco tu perfume, (huele su cuello), ¡es delicioso!
Paula recompensa el halago con un beso, y luego le pide a Jennifer su bolsa para que ella vaya a saludar a Edward, (los dos se dan un beso y se sujetan del brazo)... Ricardo finalmente llega al stand, pero ve su reloj y hace una señal a Rogelio para que observe el suyo.
R: ¡Sé muy bien a qué hora es Ricardo!, pero te estaba esperando.
Ricardo:(¿?), ¿A mí?... Rogelio, eres el segundo en presentarse y debes verificar que tu material esté en orden.
R: ¡Tú ya lo hiciste!, y si te esperé es porque te necesito conmigo, (lo jala del brazo), Paula, me adelanto con Ricardo, nos vemos en el salón de conferencias, (ella lo despide con la mano).
Edward los guía hasta el salón y les indica sus lugares, (eran de la primera fila frente al escenario), luego de que ellas se sientan, se va con Hugo a la parte designada a los ganaderos que se iban a presentar.
La conferencia duró casi tres horas, Paula estuvo muy atenta a todo lo que decían los distintos ganaderos y apuntaba en una libreta lo que pudiera servirle en el futuro, (por el contrario, Jennifer cabeceo en más de una ocasión y bostezaba constantemente)... En la presentación de Rogelio se sintió orgullosa por la manera en que se manejó frente a la gente. Su determinación, su don de convencimiento, su temple y también su atrayente físico, la hizo sentirse más enamorada que nunca... Al término de la presentación, los ganaderos bajaron por las escalinatas y varios de los clientes se fueron acercando a ellos. Paula se levanta para ir a darle un abrazo a su esposo, pero de repente una mujer alta de cabello negro y vestida con un traje muy elegante se le cruza enfrente y sin más abraza a Rogelio... Por un momento Paula se quedó paralizada, sobre todo porque Rogelio correspondió al abrazo, (aunque la retiró rápidamente). Cuando sus piernas logran moverse, se aproxima a ellos.
AP:¡Buenas tardes!
Gina voltea a verla y le da un rápido recorrido de pies a cabeza. Rogelio se apresura a tomar el brazo de su esposa y le da un beso en la mejilla.
R: (en inglés), Señorita Gina, le presento a mi esposa, Ana Paula Carmona de Montero.
Gina:(en español), ¡Qué malo eres Roger!, ayer que estuvimos en la reunión no me dijiste que eras casado.
AP:¡Pues sí está casado!, (lo mira con reproche), pero cuando le conviene se le olvida.
R: No sabía que hablaba español señorita, aunque ya que lo hizo, debería ser honesta y decir que sí le dije que era casado.
Gina:(se ríe), ¡No te lo tomes tan apecho cariño!, (extiende su mano a Paula), ¡Mucho gusto en conocerte Ana Paula!, (ella la mira seriamente y la deja con la mano estirada), ¡Anita!, tú tampoco debes tomarte las cosas tan en serio, yo no seré la primer mujer que va decirte cosas así respecto a tu esposo, pero como buena negociante, tienes que aprender a sortear las cosas ¿no te parece?
AP: Sé que no será la primera porque mi esposo es un hombre atractivo, pero hay personas que no conocen la palabra "respeto".
Gina:¿Consideras que yo te estoy faltando al respeto?
AP: Eso debe preguntárselo usted misma.
Gina:¡Cómo te a...
R:¡Señorita Martin! nosotros estamos en plena negociación y este tipo de conflictos no nos conviene a ninguno de los dos, pero si le soy sincero, creo a que usted le conviene menos que a mí.
Gina: Es verdad Roger y sólo por eso lo dejaré pasar... Ana Paula, te ofrezco una disculpa, aunque te repito, tendrás que aprender a sortear ciertas situaciones... Espero que lo tomes en cuenta...Roger, nos vemos en otro momento, ya no tengo ganas de hablar de negocios.
Gina se aleja de la pareja. Paula se suelta de Rogelio con brusquedad y se va a buscar a Jennifer. Su esposo trata de seguirla, pero otro de los clientes se le acerca para solicitar información y tiene que quedarse a explicarle. Paula voltea y al ver que no la seguía, su coraje aumentó más. Como puede se abre paso entre la gente y observa desde una distancia considerable que Jennifer hablaba con Edward, (ambos sonreían y se tomaban de la mano), verlos de esa manera hace que su coraje cambie por un sentimiento de desilusión hacia su esposo y trata de irse pero Ricardo la sujeta del brazo.
Ricardo:¿A dónde vas cuñada?, aún faltan clientes que atender y estaba pensando en que sería buena idea que te hicieras cargo de unos españoles que están interesados en lo que oferta la hacienda.
AP: Ustedes dijeron que mi presentación sería el último día de la Convención.
Ricardo:¡Lo sé!, pero es mejor que vayas dándote a conocer y qué mejor que con clientes que hablen tu idioma.
AP: No me siento bien Ricardo, así que por favor, atiéndelos tú.
Ricardo:(le toca la frente), No tienes fiebre, pero si me aceptas un consejo, no permitas que los celos nublen tu buen juicio.
AP:¡Hay clientes que no convienen!... ¡dime!, ¿no crees que es tonto continuar haciendo negocios con personas que no tienen respeto por nada?... ¡Parece que Rogelio no aprende de sus errores!, para mí entre más lejos tengas a esos idiotas mejor.
Ricardo: Esa mujer únicamente es un contacto entre el negocio de ustedes y los empresarios franceses. Cuando los presente con sus superiores, dependerá de Rogelio si quiere seguirla tratando o no, pero conociéndolo estoy seguro de que romperá cualquier comunicación con ella.
AP: ¿Y para que consiga su contrato tengo que soportar que esa tipa le coquetee?... ¡perdóname Ricardo, pero yo sí tengo dignidad!
El sonido de un nuevo mensaje en el celular de Ricardo, hace que revise de inmediato lo que le estaban mandando. Al abrirlo se encuentra con más fotos de Rogelio y Vanesa. En cada una se podía ver la exagerada pasión con la que se abrazaban y besaban... Paula se intriga por lo desencajado del rostro de su cuñado y la curiosidad la lleva a acercarse para ver lo que lo puso así, pero Ricardo guarda rápidamente el celular en su pantalón.
Ricardo:¿De qué estábamos hablando cuñada?
AP:¿Qué te mandaron?... ¿acaso le pasó algo a Vanesa?
Ricardo iba a responderle, pero ahora es el celular de Paula el que suena.
AP:(contesta), ¡Bueno!
Sala de la Hacienda del fuerte:
Vanesa:¡Hola Paula!, ¿ya están en Inglaterra?
AP: Hola Vanesa, ¡sí ya estamos en Inglaterra!... ¡Lo siento!, con la emoción se me pasó llamarte, pero le mandé un mensaje a Pancho...aunque creo que se le olvidó dárselos.
Vanesa:¡Sí se le olvidó!, pero no te preocupes, lo importante es que llegaron con bien... Te cuento que los gemelos, Margarito y Mary también están perfectamente.
AP:¡Gracias por cuidarlos Vanesa!
Vanesa: Es un gusto, además no soy la única que lo hace; María y Dany lo han hecho también.
AP: Dales las gracias de mi parte por favor.
Vanesa:¡Lo haré!, (nerviosa), disculpa Paula, pero ¿no andará Ricardo por ahí?, es que lo he estado llamando desde hace más de tres horas y no me contesta... ¡Estoy muy preocupada porque él siempre me responde!
AP: Ya no te angusties, ¡aquí está!, en éste momento te lo comunico, (le extiende el celular).
Ricardo:(niega con la mano y le habla en voz baja), Ahora no puedo atenderla, dile que yo le marco más tarde.
AP: Pero Ricardo...
Ricardo:¡Por favor Ana!
AP: Vanesa, Ricardo está atendiendo a un cliente y me pidió que te dijera que en cuanto tenga tiempo él se comunica contigo.
Vanesa: Muy bien Paula, pero él está bien ¿verdad?
AP: Sí... Ricardo se encuentra bien.
Vanesa:(aliviada), Bueno, eso me tranquiliza... Gracias Paula y disculpa las molestias.
AP: No es ninguna molestia Vanesa... Cuídate mucho y dile a Margarito que le mandamos un beso y que les dé otro a sus hermanos en nombre de sus papás.
Vanesa: Claro Paula... Hasta luego.
Paula se despide y cuelga el celular.
AP:¿Por qué te negaste a hablar con Vanesa?
Ricardo: No me encuentro de buen humor y no quiero decir algo de lo que me puedo arrepentir después.
AP:(¿?), ¡No te entiendo!... No te ves molesto.
Ricardo:¡Las apariencias engañan!, pero no te preocupes, después la llamo.
Él mira hacia la puerta y ve a la otra socia entrar por ella. Paula saca de su enorme bolsa la cajita que Vanesa le diera y se la acerca.
AP: Vanesa te manda ésta caja.
Ricardo:(la toma), ¡Gracias Ana!, y perdón pero voy a atender a la otra socia... Nos vemos después.
Ricardo camina hacia donde estaba la socia. Paula lo observaba y vio que al pasar junto a Hugo le entregó la caja para después ir a darle un beso en la mejilla a la mujer. Bárbara le sonreía y Ricardo le correspondía de la misma manera. Ambos estuvieron conversando unos segundos. Luego entrelazan sus brazos y salen de la sala.
Paula no entendía el mundo de los negocios, pero parecía que giraba entorno a coquetearle a cuanto socio del sexo opuesto se les cruzara enfrente y se siente asqueada de la manera tan mezquina en que se obtienen los contratos... Al volver a mirar a Edward y a Jennifer los encuentra conversando con una pareja de probables clientes... Los dos se turnaban la plática y sonreían cuando debían hacerlo. La mujer de vez en cuando pasaba su mano por el brazo de Edward, pero Jennifer nunca demostró celos ni incomodidad con aquél gesto coqueto, sino por el contrario, hacía cómo si lo alejara de la mujer para luego devolverlo a su lugar entre risas.
AP: Quisiera entender éste mundo, pero no es sencillo, (mira a Rogelio que seguía hablando con los clientes), ¡Supongo que no sirvo para los negocios de éste nivel!
Rogelio mantenía su trato cordial con cada cliente que se le acercaba, pero al mismo tiempo no dejaba de mirar a Paula y noto que su expresión ya no era de enojo, sino que ahora tenía un semblante triste... Él deseaba ir con ella para arreglar el malentendido, sin embargo abandonar a sus clientes echaría a la basura todo el trabajo de sus amigos, así que muy a su pesar decidió disculparse después.
En otro extremo del salón, la pareja que estaba con Edward y Jennifer por fin los deja respirar. Ella había estado ocultando el malestar que tenía, pero al verse sola con él, lo abraza con fuerza para aminorarlo. Edward corresponde su abrazo, aunque no se imaginaba lo que su prometida trataba de no hacer evidente.
Edward: Es desesperante no poder besarte ni tocarte como quisiera.
Jennifer: Yo no estoy mejor que tú mi amor... No tienes idea de lo que daría por llevarte lejos de toda esta gente y lejos de los que no desean vernos juntos.
Edward:(¿?), ¿Y quienes no desean vernos juntos?
Jennifer: Parece que uno nuevo por día, pero no tengo ganas de hablar de ellos.
Edward:¡Está bien!, (se separa), Ya sólo faltan cuatro horas para terminar, pero todavía tenemos pendiente una cena, así que señora Sanders, le recomiendo que vaya a descansar para que después se ponga más hermosa.
Jennifer:(exhala), ¡Qué horror!, en serio que odio el bullicio... ¡no entiendo cómo puedes estar tranquilo en medio de tanta gente!, (voz baja), y luego dicen que es a mí a la que le gustan las fiestas.
Edward:¿Qué fue lo último que dijiste?
Jennifer:¡Nada importante!, me voy para estar fresca en la noche, (le da un beso), te espero en el hotel.
Edward: Ahí te busco.
Jennifer se dirige a la salida pero al pasar cerca de Rogelio, él le pide un momento para hablar. Jennifer espera hasta que termina de conversar con un cliente y antes de que llegue otro, se la lleva un poco más lejos del centro de la sala.
Jennifer:¿En dónde está Ana?
R:Está sentada en el mismo asiento en donde estuvieron hace rato.
Jennifer:¿Y por qué no está contigo?... ya que está aquí sería excelente que la fueran conociendo como tu esposa y como la empresaria que te ayudará a cumplir con lo que estás prometiendo.
R:Intenté que así fuera, pero una de las clientes la hizo enojar con sus comentarios y me dejó solo.
Jennifer:¡Es que eres un fool!... debiste usar la cabeza para manejar la situación con tu esposa y la cliente.
R: ¡Lo hice!... lo malo es que Paula se altera con mucha facilidad y se puso a echarse indirectas con ella. De no haberle dicho a Gina que no le convenía molestarse con el mejor partido para sus jefes, habrían terminado golpeándose como dos hombres.
Jennifer:(se toca la cabeza), ¡No es posible!... atacaste a una cliente importante y de todas maneras terminaste enojado con tu esposa... ¡En serio Rogelio!, ya no sé quién de los dos es más infantil.
R: ¡No te llamé para que me regañes!
Jennifer:¿Entonces qué quieres?
R:Edward me dijo en la mañana que te comentó sobre la cena de negocios y también nos invitó a nosotros, por eso quería pedirte que lleves a Paula a comprarse un vestido de noche.
Jennifer:¿Vestido de noche?, ¡pero sí es sólo una cena!
R:(tenso), ¡Ya sé!, nada más que según Edward se trata de clientes muy estrictos en cuanto a la apariencia y como el restaurante es de lujo, debemos vernos muy bien, (ella lo miraba incrédula), ¡no me mires así!, saliendo de la Convención él me llevara a comprarme un traje.
Jennifer:¡Ok ok!... voy por Ana para llevarla a comprar el dichoso vestido de noche y de paso me compro uno.
R:¡Gracias Jennifer!
Jennifer: Ni me des las gracias que no lo hago por ti, sino por Ana... ¡Es increíble que con la experiencia que tienes, no le hayas explicado cómo debe manejarse con las locas!
R:¿Cómo quieres que le explique algo que también es nuevo para mí?... no es lo mismo quitarme de encima a las mujeres comunes, que pelearme con una que me dejará en mal con todos los demás socios si se enoja.
Jennifer: Siempre hay formas de manejar las situaciones Rogelio, sólo tienes que usar el sentido común, pero eso se lo explico a Ana... ¡Ella sí es inteligente!
Rogelio empezó a defenderse pero Jennifer lo deja hablando solo y se va con Paula. Edward se acerca cuando ella está lejos.
Edward:¿Te creyó?
R:¡Eso que pediste me lo creyó!, pero me dijo que no soy listo para manejar las situaciones en donde me están tirando los perros delante de mi mujer y se puso a regañarme, (alterado), ¡Caramba!, ni que fuera la primera vez que paso por esto, pero su hermana las ignoraba con sutileza.
Edward: Para Ana Paula sí es nuevo Rogelio y no quisiera que pensaras que no te entiendo, pero es a tu esposa a la que debemos ayudar a manejarse en éste tipo de eventos, aunque te recomiendo que tú también te pongas a pensar en lo que harás cuando a ella la asedien los socios.
R:¿Qué quieres decir?
Edward: Como ejemplo te diré que Jennifer tiene tratos con hombres dedicados a la industria agropecuaria y debe darles un trato cordial a pesar de que hay muchos que quisieran tener algo más que un negocio con ella...Eso es incómodo para mí, pero es su trabajo y lo entiendo... ¡dime Rogelio!, ¿tú también entenderás el trabajo de tu esposa?
R: (no muy convencido) ¡Por supuesto!, aunque si alguno trata de tener algo con ella, lo mato.
Edward: Entonces mataras a más de la mitad de sus socios y le quitarás la posibilidad de ser una gran empresaria... Rogelio, voy a tener que darle la razón a Jennifer... ¡Ana Paula es más inteligente!, y después de que asimile lo que debe hacer, ella te enseñará a ti.
R: Ya ha tratado con clientes varones y nunca le han faltado al respeto.
Edward: Pero estos socios son diferentes... Sus negocios nos benefician por el renombre que poseen mundialmente y eso los hace pensar que pueden tener derecho a todo... ¡Rogelio, tú lo sabes muy bien!
R:¡Entonces lo mejor es no exponerla a la lujuria!, de todas maneras la hacienda es la que sirve de contacto para su negocio.
Edward: Ella no te agradecerá que la limites... Ana Paula tiene derecho a crecer y es lo suficientemente adulta como para sobrellevar el acoso de estas personas... Lo que les falta a los dos, es aprender a controlar sus celos, (un socio le toca el hombro), tengo que dejarte, nos vemos en la comida.
R:¡Sí!, ¡allá nos vemos!
Edward atiende al socio y Rogelio vuelve al centro de la sala para continuar charlando con los clientes.
Hacienda del Fuerte:
El día anterior fue agotador para Alejandro y Rosaura... De acuerdo a lo que las autoridades les informaron, al cuerpo de Luis se le hizo la autopsia de ley, pero no hubo un trato adecuado para la conservación del mismo y era necesario que lo enterraran o incineraran en un lapso no mayor a doce horas, (para Alejandro fue extraña la urgencia que tenían de deshacerse del difunto y por si las dudas no quiso que se incinerara)... El improvisado velorio apenas duró dos horas, y enseguida lo llevaron al panteón civil. El entierro fue desolador debido a que únicamente estuvieron ellos. Ningún familiar o amigo se presentó a despedirlo. Rosaura no lloraba, pero Alejandro sabía que por dentro se encontraba destrozada. Una vez que cubrieron el ataúd, se quedaron orando un largo tiempo... Hubo un momento en que Alejandro creyó ver que un grupo de personas vestidas de negro los estaban observando, sin embargo desechó esa idea cuando los vio pararse frente a una tumba... La estancia en el hotel de Tuxtla y el regreso a San Gabriel fueron silenciosos. Rosaura siempre mantuvo la mirada en la carretera y él permaneció absorto en sus pensamientos.
David paseaba a Black Thunder y pudo ver cuando entraba el coche del abogado. Ocultando su sonrisa, se dirige a ellos... El auto se detiene en la entrada y los dos ocupantes descienden sin mucho ánimo. Rosaura le agradece a Alejandro y enseguida se va a su recámara sin responder al saludo que le hiciera María y Margarito, (habían salido a recibirlos). Alejandro también iba a entrar, pero al ver a David acercándose a la casa, se queda quieto al lado de su coche.
María:¡Buenas tardes Alejandro!
Margarito:¡Hola tío!
Alejandro:...
María:¡Alejandro!
Alejandro:(la mira), ¿Sí María?
María:¿Pasó algo en Tuxtla?, es que Rosaura no se ve muy bien, (David llega y se coloca al lado de Margarito).
David:¡Buenas tardes Licenciado!, ¿qué tal estuvo su viaje relámpago a Tuxtla?
Alejandro:¿Y por qué me pregunta señor Santana?, ¿acaso tiene algún interés especial en mi viaje?
David:(se ríe), ¡No Licenciado!, pero en mi pueblo acostumbramos a recibir a quienes salen de viaje y por cortesía les preguntamos si les fue bien.
Alejandro: Entiendo, pero no creo que sea interesante para usted lo que hice en Tuxtla, así que no lo aburriré, y ya que terminó de recibirme, lo invito a regresar a sus labores.
David:(contiene el enojo), ¡Cómo diga Licenciado!, (hala las riendas y se retira con el caballo).
María:¡Muchacho!, comprendo que estés cansado y hasta fastidiado por el viaje, pero David sólo estaba siendo cortés.
Margarito:¡Metiche diría yo!
María:¡Margarito!
Margarito:¿Qué abuela?, ¡es la verdad!, ese hombre y su hermana no me caen bien.
María: Si Rogelio te escuchara se desilusionaría de ti... Margarito, siempre debes respetar a los empleados porque ellos son...
Margarito:(la imita), "El verdadero pilar de una empresa"... ¡ya sé eso abuela!, pero a mí no me caen mal como empleados, sino como personas.
María:(a Alejandro), ¡Habla tú con él!, tratar con adolescentes no es lo mío... Por lo mientras te voy a servir de comer, me imagino que tienes hambre ¿verdad?
Alejandro: Ahora no María, dentro de un rato yo mismo me sirvo, ¡muchas gracias!
María: Siendo así, voy con Vanesa para tomar su lugar en el cuidado de los gemelos, (camina a la casa pero voltea a mirarlo), se me olvidaba...ayer Dany se quedó aquí, y me dejó encargado decirte sí venías, que no te muevas de la hacienda porque quiere que entre los dos cuiden a los gemelos.
Alejandro:¡Está bien María!, pero ¿por qué no me llamó al celular?,(revisa su celular y ve que no tenía batería), ¡ya vi por qué!...Bueno, pues entonces voy a mandar a Benjamín a que me traiga una muda de ropa.
María: El muchacho está comiendo en la cocina, ¡yo le digo en cuanto termine!,... Tú ve y descansa, el viaje debió agotarte.
Él afirma con la cabeza y le entrega las llaves de su casa en San Gabriel... María se va y Margarito se acerca a su tío postizo.
Margarito:¿Vas a regañarme por hablar mal de los empleados?
Alejandro:(toca su hombro), ¡No Margarito!, ese hombre tampoco me agrada, pero lo que sí te voy a pedir, es que estés muy al pendiente de lo que hace y sobre todo que no se meta al despacho.
Margarito:(¿?), Sé que nadie entra más que tú, Hugo, Consuelo y mis papás, pero ¿por qué piensas que David quiere meterse al despacho?
Alejandro: Te lo digo sólo para prevenir... no me consta que quiera hacerlo.
Margarito:¡Ah!... entonces déjamelo a mí, cuando no estés te prometo que no lo dejo que entre.
Alejandro:(sonríe), ¡Gracias Margarito!, y perdón pero vengo muriéndome de sueño.
Margarito: Ve a descansar, yo me quedó aquí afuera hasta que Mary y Valeria bajen con la tía Vanesa a jugar.
Alejandro: Como digas Margarito, y está muy pendiente.
Margarito:¡Sí!
Alejandro deja a Margarito para irse a dormir. El jovencito se sienta a observar a David que estaba dándole zanahorias al caballo. David de vez en cuando miraba a la casa, pero la insistente mirada del adolescente lo empieza a poner de malas y mejor se va a los establos.
Londres– Hotel:
Paula y Jennifer se pasaron toda la tarde recorriendo distintas boutiques en busca de un vestido de noche, pero ninguno era de su agrado. Estaban por rendirse cuando ven en una tienda lo que realmente querían, (el vestido, los accesorios, el calzado y la lencería). Después se fueron a un salón de belleza para que las peinaran, (a Paula le hicieron una corona con su pelo y dejaron libre la parte de atrás con risos; a Jennifer le recogieron el cabello y le dieron forma de moño). Luego de tener todo lo que necesitaban, regresan al hotel. Jennifer dejó a Paula en su habitación y pegó un letrero en la puerta que decía "Aquí está Ana, búscame en tu cuarto",(en caso de que Edward llegara antes de lo previsto).
Paula preparó la tina en donde roció una esencia con aroma a rosas y cuidando de no mojar su cabello, la aplicó en todo su cuerpo. Al terminar de bañarse, se maquilló con tonos ligeros, se puso la lencería nueva, (que por una extraña razón la eligió sexy), se enfundó en un hermoso vestido entallado color rosa, de tela tafetán hasta las rodillas y con una pequeña abertura en la pierna, el escote era pronunciado (tipo V), sus zapatillas eran plateadas con tiritas. De su bolsa sacó el anillo de compromiso y el collar de corazón que Rogelio le había dado en momentos especiales, (los mira con melancolía y lentamente se los coloca al igual que unos aretes de diamante que tenían la forma del collar)... La imagen del espejo era inigualable, pero en su semblante se podía apreciar la tristeza que le causaba haberse peleado con su esposo... Sin demasiado entusiasmo sale del cuarto para buscar a Jennifer, (no sin antes reescribir el mensaje indicando que ambas estarían en el de Edward).
Paula toca y se apresura a decir que es ella. Jennifer le da el paso y cuando entra la ve peleándose con el cierre del vestido de seda,(que era de color agua marina, minifalda con abertura en la pierna, sin tirantes, chalequito a tres cuartos con decorado de flores en la base del antebrazo y llevaba a juego unas zapatillas color perla).
AP: ¿No te mediste el vestido?
Jennifer: Sí pero el problema es sólo en la cadera, porque de lo demás me queda perfecto.
AP: Entonces te hubieras comprado otro modelo.
Jennifer: Éste modelo es el que siempre compro y es debido a que tengo,(apenada), bueno, tengo un poco amplias las medidas de arriba, así que no es fácil encontrar uno que me cubra bien... Además es de mi talla.
AP: Y si es tu talla, por qué no te preguntas el motivo por el que ahora te queda justo de la cadera.
Jennifer: Porque ya lo sé... ¡Es culpa de Edward!
AP:(sonríe), ¡Hasta que lo aceptas!
Jennifer: Es que me lleva a comer a restaurantes de comida tradicional y como es realmente deliciosa, a veces repito platillo, (logra cerrarlo),¡pero juro que voy a dejar de comer tanto!
AP: Jen, ¿has tenido tu periodo?
Jennifer:¡No!, pero soy irregular, (seria), Ana, te pido por favor que no toquemos ese tema.
AP: (¿?), ¡Está bien!, ya no te diré nada.
Jennifer: ¡Thank you!, (se sienta frente al tocador y se pone unos aretes de topacio azul tipo pera), Ana, en la Convención no quise preguntarte la razón por la que no estabas con Rogelio, y después se me olvidó con lo de las compras, pero ahora tenemos tiempo de platicar sobre lo que pasó entre ustedes... Aunque estás en tu derecho de negarte...Con lo que te acabo de decir, supongo que no querrás hacerlo.
AP: ¡Te equivocas Jen!... No comprendo por qué no quieres tocar el tema de un posible embarazo, pero lo de "la cusca" me tiene muy mal y me haría bien desahogarme, (toma aire), Lo que pasó es que una cliente de apellido Martin coqueteo con Rogelio, y en lugar de disculparse cuando supo que yo era su esposa, me dijo que no sería la primera ni la última mujer que haría algo así y por eso me disgusté con mi marido, (melancólica), ¡pero no me gusta estar enojada con Rogelio!, y menos cuando no falta mucho para nuestro aniversario.
Jennifer: Si no te gusta entonces, ¿por qué al final terminaste molesta con él?
AP: Porque no me dio mi lugar frente a esa mujer... Le habló tan cortés después de que intentó humillarme y lo peor es que aún desea hacer negocios con su empresa.
Jennifer: Ana, estas personas no son únicamente clientes a los que vas a surtirle un producto, sino socios que le darán a tu empresa una utilidad por cada contrato que consigan... Entiendo que no es nada agradable que le coquetean a tu esposo teniéndote enfrente, pero debes aprender a manejarte para que no te rebajes al nivel de una mujer como Gina Martin.
AP: (alterada), ¡Es que no soporto que alguien más toque a Rogelio, ni que él le regale sonrisas a una mujer que no sea yo!... Jen, amo a mi esposo con toda mi alma y no quiero perderlo.
Jennifer: Es más fácil que lo pierdas actuando de esa forma... Rogelio te ama y eso se ve a kilómetros de distancia... Sin embargo el amor no se trata únicamente de pelear contra el mundo para conservarlo, también tu pareja necesita confianza y libertad... Ana, los celos no son malos mientras no lo uses para aprisionarlo.
AP: ¡Lo entiendo Jen! Y me lo digo siempre, pero no puedo evitar reaccionar así cuando hay una tipa que trata de romper nuestra unión.
Jennifer: Nadie más que ustedes puede romper esa unión, porque la decisión final depende de cada uno... ¡Mira mi espejo!, a Edward le metieron malas ideas en la cabeza, pero fue él quien eligió irse de mi lado... y yo decidí que era más sencillo llorar mis desgracias, que luchar por ser feliz.
Un leve golpe en la puerta interrumpe su plática, Jennifer se levanta a abrir y se encuentra con Ricardo, (vestido igual que en la Convención).
Jennifer: ¿Dónde está tu traje?... ¡no me digas que Edward no quiso invitarte!
Ricardo: ¡Sí me invitó!, pero no tengo muchas ganas de salir, (se soba el cuello), lo único que quiero es ir a darme un baño para dormir como un bebé.
AP: (se acerca y mira sus manos), ¿Y qué fue lo que te mandó Vanesa?
Ricardo: (¿?), ¿Vanesa mandó algo?
AP:(¿?), ¡Vanesa!, ¿Qué no la llamas Vane?, (mueve las manos), ¡no importa!... En el Centro de Convenciones te di una caja que te había mandado mi hermana... ¿sí revisaste lo que te envió?
Ricardo: (tenso), ¡Lo lamento Paula!, debí olvidarla allá... Mañana la traigo.
Jennifer: ¿Y qué pasó con Edward, Rogelio y Hugo?
Ricardo: Huguito está en su cuarto... Edward casi se le hinca para que aceptara acompañarlos, pero dijo que sin su mujer no va a ningún evento social, así que únicamente irán ustedes cuatro... ¡Por cierto!, sus muy nerviosos caballeros las están esperando en el lobby, y ya que di el recado, me voy a descansar mis bellas damas...Disfruten la velada y si se acuerdan del buen Ricardo, me traen un pedazo de lo que les sirvan, (se despide con la mano), ¡hasta mañana!
Paula y Jennifer le dan las buenas noches y toman sus bolsos para bajar al encuentro de sus amados.
Rogelio estaba sentado en el sillón del Lobby, (traía puesto un traje negro, camisa blanca y corbata roja). En su mente giraban un sinfín de disculpas pero ninguna le parecía convincente para remediar el gran error que cometió, (aunque no quería, tenía que aceptar que no fue lo suficientemente inteligente como para manejar la situación y terminó ofendiendo sin querer a la persona que más amaba en el mundo)... Asfixiado por los nervios que le producía la incertidumbre de no saber cómo sería el estado de humor de su esposa, sale al balcón a respirar un poco de aire fresco... Edward se encontraba recargado sobre el barandal y miraba las luces provenientes de la entrada del bosque al que siempre iba con Jennifer, (también se puso un traje negro, camisa blanca y corbata verde agua)... Rogelio se acerca a él sin hacer ruido y alcanza a verlo cuando se quita los lentes para tallarse con fuerza el ojo. En un momento en que debió desesperarse Edward golpea el barandal con tal fuerza que se lastimó la mano... Cuando se vuelve a colocar los lentes, Rogelio retoma su camino y se coloca a su lado.
R: ¿Qué te sucedió?
Edward:(se soba la mano), ¡Nada Rogelio!
R: Tallarse el ojo como si quisieras quitártelo no me pareció que fuera nada.
Edward:...
R: Edward, además de ser socios y compadres debo decirte que te estoy apreciando como a otro buen amigo... No sé qué tanta confianza me tienes, pero los amigos también están para ayudarse.
Edward:¡Te tengo confianza Rogelio!, (se toma unos segundos), Pensé que aún contaba con medio año para ver cumplido todo lo que más deseaba en la vida, sin embargo el tiempo me está cobrando mis errores y no me permitirá hacerlo, (se quita los lentes y lo mira),estás a una mínima distancia de mí, pero apenas y distingo tu rostro.
R: ¡Pero en la convención te moviste solo!
Edward: Porque al descansar el ojo en las noches, la presión ocular baja, pero durante el día y con todas las cosas que hago, vuelve a aumentar hasta que me duele la cabeza y el ojo lo siento como sí se me fuera a reventar.
R: Entonces mejor no vamos a esa fiesta para que se te baje la presión del ojo.
Edward: ¡No quiero postergarla!... ésta fiesta es una obligación que tengo como noble.
Jennifer les habla desde la entrada... cuando su prometido voltea, se pone contenta y sin esperar a Paula corre a abrazarlo, (él se apresura a colocarse los lentes).
Jennifer: ¡Qué guapo te ves!, y hasta vienes coordinado con mi color de vestido.
Edward: ¡Gracias!... ¡Tú te ves muy hermosa!, y no es complicado ir acorde contigo porque sé cuánto te gustan los tonos azules, (Jennifer le acaricia el rostro y vuelve a abrazarlo)
A un lado de los prometidos, se encontraba el matrimonio Montero y no dejaban de admirarse el uno al otro... Rogelio no pudo haber quedado más impresionado con la belleza de su esposa. Los vestidos que había usado en otras ocasiones eran largos y aunque a veces mostraban una pierna, verla ahora con uno corto era nuevo y tan avasallador para él, que no pudo moverse de su lugar... Por su parte Paula tuvo ganas de correr a sus brazos en cuanto lo vio. Hace unos años pudo apreciar el porte masculino que también posee con los trajes, pero jamás lo había visto tan atractivo como en ese momento.
Para los dos estaba siendo una tortura no poder tocarse y decirse lo que tanto ansiaban, pero el orgullo como siempre les ganaba una partida...Paula le da las buenas noches a Edward y se sigue de largo hasta el Bentley, (se mete rápido para que Rogelio no alcance a ayudarla y él sube molesto, aunque no dice nada).
Los prometidos se limitan a verlos, (uno lo que podía). Edward lleva a Jennifer al Lotus; le abre la puerta del conductor y espera hasta que está bien acomodada para cerrarla y dirigirse hacia su lado, pero en el camino se golpea con la defensa y casi tropieza, (se sostiene de la mano lastimada). A pesar de que intento disimular, todos se dieron cuenta. Jennifer lo miró con tristeza hasta que entro al coche y haciendo un gran esfuerzo para no incomodarlo le regala una sonrisa, (que él no corresponde porque no la alcanzó a ver)... Luego del momento incómodo, los autos se ponen en marcha rumbo al restaurante.
Hacienda del Fuerte:
Vanesa había estado jugando con las dos niñas a las escondidas, pero su abultado vientre la limitaba mucho y después de una hora se sienta en la fuente a mirarlas jugar... David había terminado su trabajo del día y ya se retiraba cuando la ve entretenida con su celular y decide hacerle compañía.
David: (se sienta a su lado), ¡Hola bella dama!
Esas palabras hicieron que Vanesa girara rápido su cabeza, pero al ver quien las dijo regresó su atención al celular.
David: ¡Discúlpeme!, parece que sigo sin entender que no soy de su agrado.
Vanesa:(sin mirarlo), No es eso, pero no entiendo qué es lo que quiere que le diga si no lo conozco.
David: Si no conversamos menos me conocerá ¿no cree?
Vanesa buscaba una fotografía de Ricardo, su hija y ella en la playa de Cancún, y cuando logra ubicarla sonríe. David alcanza a ver lo que miraba y sintió una gran furia que lo hizo apretar sus puños para contenerla.
David: ¿Ese hombre es su esposo?
Vanesa: ¡Sí!... (Sonríe), y es la persona que me alegró la vida.
David: ¡Ya veo!... eso quiere decir que toda su atención es para usted ¿verdad?... Es que cuando un hombre se enamora, no hay nada más importante que la mujer que le robo el corazón... Uno podrá tener mucho trabajo, problemas o cansancio, pero siempre encontramos la manera de hacerle un espacio a la persona amada. Sin embargo hay hombres que nada más se casan porque se sienten solos ó para tener hijos, y de amor a su pareja ni hablamos porque no existe...Afortunadamente no es su caso y me imagino que por eso se siente feliz.
Vanesa:...
David: ¿Sabe?, yo tenía un amigo que decidió casarse cuando tenía treinta y cinco años, pero lo hizo porque le nació el deseo de ser padre. Cosa de la que se arrepintió más adelante, pues al no amar a su esposa, se enclaustro en el trabajo para alejarse de ella... No le respondía las llamadas y cuando lo hacía le hablaba serio o le daba un sinfín de excusas para disculpar su falta de interés, y al final terminó por dejarla por otra mujer.
David mira el aspecto triste de Vanesa, y como no le responde confirma que los rumores que escuchó de unos peones eran verdad.
David: (ve su reloj), ¡Ya es hora de ir por mi hermana!, (se pone de pie),fue poco lo que conversamos, pero ojalá que en otra oportunidad me tenga más confianza y sea usted la que me platique a mí... ¡Con su permiso, bella dama!
David se encamina a su vehículo dejando a Vanesa pensando en lo que le dijera, y en cuanto sale de la hacienda, ella marca el número de Ricardo.
Londres– Hotel:
Ricardo se dio un baño y se recostó en su cama para intentar dormir, pero las imágenes de Vanesa besando a Rogelio no le permitían hacerlo...Él sabía que aquello era el pasado y además Vanesa nunca le ocultó el romance que tuvo con Rogelio, sin embargo era muy diferente escucharlo a verlo y por eso no podía tranquilizarse, (aparte de que tenía la duda de ¿quién le estaba mandando los mensajes?). El sonido del celular lo saca de sus pensamientos, pero no tenía ganas de hablar con nadie y menos con Vanesa... El celular no dejó de sonar en un lapso de diez minutos... Cansado del insistente ruido, se levanta y decide responder.
Ricardo: (serio), ¿Sí diga?
Vanesa: ¡Hola Ricardo!, ¡qué bueno que por fin respondes!, toda la mañana me la pasé llamándote, y después de que Paula me dio tu recado, esperé con impaciencia a que me devolvieras la llamada, pero me imagino que con tanto trabajo no te fue posible.
Ricardo: ¡Sí fue eso!, perdón... ¿cómo están Valeria y el bebé?
Vanesa: ¡Valeria está muy bien!, ahora se encuentra jugando con su prima Mary... el pequeño Ricardito crece cada día más, y yo... yo te extraño mucho.
Ricardo: Qué bueno que Valeria conviva con su prima, aunque me da pendiente que se encariñe demasiado... Cuando regrese quisiera irme de Tuxtla y tal vez hasta me decida a volver a mi casa en Estados Unidos.
Vanesa: Yo creo que esa es la mejor decisión que podrías tomar... Allá hemos sido tan felices que me encantaría volver a sentir la tranquilidad con la que vivimos todos estos años.
Ricardo: ¿Y por qué estás intranquila?... ¿acaso tu pasado finalmente te está incomodando?
Vanesa: (¿?), ¿A qué te refieres?
Ricardo: A nada Vanesa, el cansancio me hace decir tonterías.
Vanesa: ¿Estás demasiado cansado, cómo para olvidar que de cariño me llamas Vane?
Ricardo: (se ríe), ¡La verdad sí Vane!, ¡perdóname!, a la próxima no se me olvida, y no es por ser mal educado, pero fue un día pesado y tengo sueño, así que te dejo. Cuida mucho a Valeria y al bebé...del cual me gustaría elegir otro nombre, pero de eso platicamos después.
Vanesa: "Ricardo" es el que a mí me gusta, y no aceptaré otro.
Ricardo: ¡Está bien!, será como tú quieras... ¡Buenas noches!
Vanesa: Descansa y también cuídate mucho. Los tres esperamos tu regreso, pero sobre todo quiero verte bien... ¡Te amo Ricardo!
Ricardo: ¡Gracias por tus palabras Vane!, duerme bastante y para que no te desgastes tratando de localizarme, lo mejor será que esperes a que yo te llame.
Vanesa: Pero es que...
Ricardo: ¡Hasta otro día!, (cuelga).
Vanesa: ¡Espera Ricardo!, ¿quiero saber si ya viste lo que te mandé?
Los bip eran lo único que se escuchaba y le indicaban a Vanesa que Ricardo ya había colgado. María salió a buscarla y se acerca de inmediato al verla cabizbaja.
María: ¿Qué te pasa muchacha?
Vanesa: Nada María.
María: Los embarazos en las mujeres de tu familia son muy complicados, ¡todo el tiempo cambian de humor!... Un día están contentas y al otro están llorando.
Vanesa:(se levanta), ¿Le puedo encargar a las niñas?, tengo sueño y quisiera ir a mi cuarto.
María: ¡Claro que sí!, para nuestra buena suerte los gemelos acaban de dormirse, y Margarito se quedó con ellos mientras termina su tarea...En cuanto pueda te subo un té para que te sientas más relajada.
Vanesa: ¡Gracias María!
María: ¡De nada!
Vanesa se dirige a su cuarto y al cerrar la puerta se recuesta en la cama llevando enseguida las manos a su vientre. Había algo en el tono de Ricardo que la hizo sentir como si hubiera dejado de ser importante para él y por miedo a confirmarlo no dijo nada, pero el guardar sus sentimientos le producían estrés y un dolor en el vientre que intentó mitigar cerrando los ojos.
Londres– Salón de Recepciones:
El trayecto fue silencioso para ambas parejas. Después de cuarenta minutos llegan a un edificio que en nada se parecía a un restaurante, sino más bien, era un palacio, (el lotus es el primero en pasar por un portón dorado con negro). Jennifer disminuyó la velocidad debido a que conforme avanzaba podía ver un gran número de autos alojados en una parte del jardín principal.
Jennifer: ¿Qué es esto Edward?
Edward: Es el sitio en el que vamos a cenar.
Jennifer: Este lugar no es para una cena de negocios.
Edward no dice nada. Al estar frente a la entrada se les acerca un muchacho vestido con un impecable traje sastre color negro, (tipo mayordomo). Jennifer se baja aprisa y se dirige al otro lado del coche, (su intención era ayudar a su prometido, pero cuando llega éste ya había descendido)... El segundo auto arriba poco después y otro encargado le pide las llaves a Rogelio, (él trató de hacer lo mismo que Jennifer, sin embargo Paula también bajó por su cuenta).
Para no tener que hablar con su esposo, Paula se dedicó a observar los detalles del palacio. Su arquitectura se asemejaba a la mansión de los Sanders, el jardín era extenso y contaba con un lago iluminado con reflectores de luces doradas, los arbustos tenían forma de animales y personajes históricos de la Gran Bretaña, el camino hacia la entrada estaba cercado por grandes candelabros de oro, y decorados con un moño de seda color azul cielo... Mientras enfocaba su vista en la elegancia que también tenían los trajes de los empleados, Rogelio la sujeta del brazo y ella con sutileza intenta retirarlo, pero su esposo la detiene con un ligero apretón.
R: Ésta no es una fiesta cualquiera... En éste lugar se encuentran reunidos varios integrantes de la nobleza inglesa y entre los cuales está la familia política de los Sanders, así que por favor, (le habla bajo), sopórtame un rato en apoyo a Jennifer.
Paula finalmente lo mira y ve que su semblante era idéntico al de ella,(triste). En su interior sabía que no debía comportarse de esa manera con él, pero con tantos tropiezos se le estaban acabando las ideas para pedirle que la disculpara, así que mientras se le ocurría algo, entrelaza su brazo y le acaricia su mano. Rogelio se estremece por su gesto y como también deseaba arreglar las cosas, le sonríe y le da un beso en el dorso de la mano.
Edward y Jennifer se aproximan a ellos para que los cuatro entren juntos. El matrimonio Montero iba a ir al lado de los prometidos, pero un empleado les pidió que lo hicieran detrás, (de acuerdo al protocolo). Eso provocó que los nervios de Jennifer se acrecentaran porque se estaba imaginando a dónde la llevaba su prometido.
Dos asistentes los conducen por un pasillo largo y alfombrado... Por dentro el palacio era aún más elegante; cada adorno, espejo y cuadro eran de oro y plata, los candelabros de cristal también tenían detalles de oro. Los muros estaban pintados con escenas históricas, (desde la antigua época medieval, hasta el la guerra mundial)... Paula se encontraba maravillada por la belleza del lugar, pero Jennifer no podía más con sus nervios y siente cómo su corazón da un vuelvo en el momento en que los dos asistentes abren una puerta que deja ver un gran salón con más de cincuenta mesas decoradas con manteles blancos y rodeados de listones color azul...en cada mesa un arreglo floral mediano con rosas del mismo tono del listón, sillas tipo colonial y a un extremo de la mesa central dos figuras de ángeles hechas en hielo.
De todas las cosas que Jennifer había hecho a lo largo de su vida social, ésta era una en la que jamás pensó... El Edward que conocía, no era aquél noble ingles que ahora la tomaba del brazo, y ella no era la mujer indicada para él. Pensar en eso la paraliza y hace que Edward se detenga también.
Edward: ¿Sucede algo mi amor?
Jennifer: ¡No me lleves ahí por favor!
Edward: Sé que no te gusta tratar con tanta gente, pero es sólo un momento.
Jennifer: Es que yo...
Edward la pega a su cuerpo para darle un beso largo y conciliador, (eso fue visto por la mayoría de los asistentes y empezaron a murmurar)...Despacio se separan y Jennifer le sonríe de manera aprobatoria por lo que deseaba hacer, y retoman el camino hasta el centro del salón,(que tenía dispuesto un micrófono)... Los prometidos se colocaron frente a los invitados y el matrimonio Montero se quedo a un lado de ellos... Edward agradeció la presencia de los asistentes y luego de un prolongado discurso, (dirigido a cada familia de la nobleza),presenta a Jennifer como su prometida... El aplauso para los futuros esposos no se hizo esperar y enseguida todos comenzaron a acercarse a la pareja.
Paula y Rogelio se alejaron permitiendo el paso a un mar de personas que hicieron una enorme fila para abrazar a los novios, (conforme les daban sus respectivas felicitaciones, se iban retirando a sus mesas). Como el matrimonio Montero no sabía qué lugar les correspondía, esperaban a que Edward estuviera desocupado para preguntarle. La gente que pasaba por un lado suyo comentaba muchas cosas, pero la que más les disgustaba era la que hacía referencia a su amiga... En ese grupo social la familia Sanders era la de mayor rango y la más antigua. Todos sus miembros se casaron con nobles, (incluso aún se conservaba esa regla), sin embargo esa mujer ni siquiera era británica y por si fuera poco, mucho más joven que él, (Esto lo sabían porque dos días atrás, Mateo se encargo de confirmar la asistencia de los invitados y de paso dio información que no debía, haciendo de su conocimiento que Jennifer era quince años más joven que Edward)... A simple vista no se podían imaginar que la diferencia de edades fuera grande, pero después de enterarse de la realidad, varios pensaban que ella se casaba por dinero y le dieron el término de caza fortunas, (pero nadie se atrevía a criticarla frente a Edward debido a que muchos tenían deudas monetarias con la familia Sanders).
AP: (molesta), ¡Qué hipócritas!... frente a Edward son amables, pero cuando les dan la espalda los critican.
R: Supongo que así son los nobles, y Jennifer no es a la única que critican... Si te fijas bien, cada que pasan por aquí nos ven como si fuéramos pordioseros, (para sí mismo), a pesar de que siempre he tenido dinero, nunca había estado en una fiesta de esta clase social.
AP: ¡Es un mundo frívola!... por eso no te sientas mal.
R: (la mira fijamente), ¿Sabías que no me siento bien en este lugar?
AP: ¡Sí!, y no eres el único, (ve a los prometidos), Jennifer está más pálida que en la mañana, sin embargo intenta sonreírle a esa gente hipócrita que hace lo que sea con tal de quedar bien con la familia Sanders, aunque para Edward no es nuevo este mundo y se sabe manejar tan bien que les corresponde de igual manera... o sea, finge que aprecia sus buenos deseos... Tú no eres de eventos frívolos, pero viniste porque eres un buen amigo... Y yo estoy aquí, (toma su mano), por ti.
R: ¿Por mí?... pero Paula, yo creí que después de lo de esa mujer tú no...
AP: (acaricia su rostro), Después hablamos, primero debemos aprovechar que la gente disminuyó para acercarnos a Edward.
Rogelio acepta y ambos se dirigen a donde estaban sus amigos. Edward daba el último abrazo a un señor de edad y de inmediato el matrimonio se apresura a abordarlo.
R: ¡Qué elegante fiestecita Edward!... toda la gente viene muy formal, pero tú ni te tomaste la molestia de indicarnos qué tipo de ropa debíamos traer.
Edward: La nobleza desde hace mucho dejó de existir, sin embargo estas personas siguen creyendo que son lo mejor de la sociedad británica y por eso exageran con su arreglo.
R: Sí pero al menos no nos criticarían tanto.
Jennifer: ¡Eso es cierto!, (señala su vestido), este vestido no se compara con el que las demás mujeres llevan puesto, (sarcástica), ¡hasta parezco más tu asistente que tu futura esposa!
Una mujer de unos cuarenta años, cabello negro recogido en una coleta, piel blanca, ojos color azul intenso, con un vestido de noche largo y escotado, se aproxima al grupo y se coloca a un lado de Edward para después comenzar a hablar en inglés.
Mujer: En eso concuerdo con usted, (barre a Jennifer y a Paula), es una fiesta de compromiso, pero ambas vienen como si estuvieran en una fiesta común y corriente.
R: (molesto), ¡Señora!, no la conozco pero no tiene ningún derecho de hablar mal de éstas bellísimas mujeres.
Edward: ¡Denise por favor!, ten más respeto con mi prometida y mis invitados... Además fui yo quien no quiso avisarles a dónde veníamos porque ya no pertenezco a ésta gente, pero a ti se te ocurrió la tonta idea de hacer un circo de una unión que para nosotros es sagrada.
R: ¿Quién rayos es ésta mujer Edward?
Denise: (lo ignora), Ya conozco tu postura Edward, pero tienes deberes con "ésta gente"... Recuerda que muchos de sus inversionistas son tus clientes en ese negocio absurdo de la ganadería.
Edward: ¿Crees que eso me preocupa?, (la toma del brazo), ¡Denise!, si tienes aunque sea un poco de educación, discúlpate con mi prometida y mis invitados, o retírate a tu mesa.
Jennifer: (lo jala para que la suelte), ¡Edward please!
Denise: ¡No hay cuidado señorita!... éste hombre siempre ha sido así,(sonríe), y antes que nada me presento, mi nombre es Denise Bennet Frazer, prima de Edwars.
Jennifer: ¿Dijo prima?
Denise: ¡Sí!, y nada más vine a saludar, aunque mi comentario fue para ayudarte... No quisiera que su antigua prometida te quite el lugar que ahora ostentas.
Jennifer: (¿?), ¿Antigua prometida?, (a Edward), ¿de quién habla?
Edward: De nadie importante, es sólo un acuerdo entre familias que obviamente no estaba dispuesto a cumplir... Mi padre dijo que jamás me casara por acuerdos y eso me llevo a declinar el matrimonio con ella desde los quince años.
Denise: Omitiré mi opinión respecto al tío Stefan y sólo diré que lo que a él le pasó, no necesariamente debía pasarte a ti... Pero mejor olvidemos los malos comentarios y empecemos de nuevo, (extiende su mano a Jennifer), ¡Bienvenida a la familia Sanders, prima!
Jennifer corresponde al gesto, (Denise no dejaba de escudriñarla con la mirada). De los cuatro, Paula era la única que no entendía que estaba pasando, (el inglés no era su fuerte), pero al ver que se daban la mano supuso que todo estaba bien. Después de que Denise suelta a Jennifer, se dirige al matrimonio.
Denise: ¡Lamento lo de hace rato!, pero mi primo no acaba de entender que tiene obligaciones con su familia.
R: ¡Ese no es problema nuestro señora!, y para aceptarle la disculpa primero debería pedírsela a mi esposa.
Denise: Creí que era una persona con clase.
R: ¡Tengo mucha más clase que todos ustedes!
AP: (¿?), ¿Qué sucede Rogelio?
R: Sucede que la señora piensa que puede ofender y luego simplemente soltar disculpas al aire.
Denise: (a Edward), ¿De dónde sacas a tus amistades?
Edward: Rogelio te está pidiendo algo muy simple... Ofendiste a su esposa y tu deber es disculparte con ella... ¿o es que el título de nobleza no incluye los buenos modales?
Denise: Ser el proveedor de la familia te hace sentir poderoso, (se aproxima a Paula), ¡Señora!, le pido me disculpe por mi falta de humildad.
AP: (¿?), ¿Cómo?
Edward: En español Denise.
Denise: (hace un gesto de inconformidad, pero habla en español), ¡Lo siento señora!, no es costumbre de los Sanders ser descorteses con sus invitados, (sujeta su brazo), permítame conducirla a su mesa.
Edward: Ellos se quedan con nosotros.
Denise: ¿En la mesa principal?
Edward: ¡Sí Denise!
Denise: (la suelta), ¡Muy bien!, entonces disfruten su cena y después abres la pista con un baile... Al menos quisiera conservar esa costumbre...¡Claro!, si no es mucho pedir, (da la media vuelta y se retira).
Los cuatro van a sentarse y poco después sirven la cena.
Hacienda del Fuerte:
Luego de un día pesado en la clínica, Dany sólo deseaba tirarse en la cama a dormir. Marcial fue a recogerla y en el trayecto le contó que Alejandro había regresado de su viaje a Tuxtla. Ella se puso feliz y al llegar a la hacienda lo primero que hace es ir a buscarlo, (María le informó que se encontraba durmiendo en el cuarto que fue de Paula). Al entrar lo ve descansando boca arriba; tenía los brazos abiertos y ella aprovecha para acostarse junto a él... Poco a poco iba cerrando los ojos, pero siente que la abrazan y le susurran palabras que no entendió, así que alza el rostro y ve que Alejandro la miraba con ternura.
Alejandro: ¡Hola Dany!... ¿Tuviste mucho trabajo?
Dany: ¡Hola mi vida!... ¡Sí!, hoy estuvimos ocupados desde la mañana,(¿?), pero ¿cómo sabes que tuve mucho trabajo?
Alejandro: ¿Qué otro motivo puedes tener como para querer dormirte cuando apenas son las cinco de la tarde?
Dany: (se acomoda en su pecho), Tal vez compartir con mi esposo un momento de descanso que ambos necesitamos... ¿o vas a negar que vienes cansado?
Alejandro: ¡No voy negarlo!, pero tampoco puedo quedarme a disfrutar contigo de una siesta... La hacienda tiene pendientes que debo resolver... Con mi ausencia de ayer seguramente aumentaron el doble.
Dany: ¿Y por qué no le pides a Pancho que los atienda?... No creo que sean tantos, porque supuestamente Rogelio dejó varios resueltos antes de irse a Inglaterra.
Alejandro se incorpora lentamente para que su esposa no se moviera de la posición en la que estaba, y al dejarla bien acomodada se levanta de la cama.
Alejandro: Tengo otros pendientes de mayor prioridad que los pedidos... Pancho y Marcial se harán cargo de ellos mientras yo atiendo lo demás.
Dany: (se sienta), Alejandro, no quisiera escucharme como esas esposas que se la pasan interrogando a su marido por cada cosa que hacen, pero me intriga mucho lo que fueron hacer Rosaura y tú a Tuxtla... Mi vida, ¿en verdad sólo fueron para firmar unos documentos?
Alejandro: Dany, tú eres la persona en quien más confió, pero en este momento ni yo entiendo lo que está pasando... Mi cabeza tiene un sinfín de preguntas que ahora no tienen respuesta, por eso te pido que me des un poco de tiempo para comprenderlo y después te juro que serás la primera en saberlo.
Dany se pone de pie y camina hasta el lugar donde estaba Alejandro. Lo mira un momento y enseguida lo abraza intentando depositar en ese gesto, la comprensión y el apoyo que presentía que necesitaba...Alejandro la abraza también y permanecen así por varios minutos...Las palabras no eran necesarias... todo lo que deseaban decirse era trasmitido por medio de su abrazo... Alejandro se separa; le da un beso a su esposa y sale del cuarto para dirigirse al despacho. María lo alcanza antes de que cierre la puerta y le pregunta si quería comer, a lo que él niega argumentando que aún no tenía hambre. Dany había bajado y escuchó lo que su esposo dijo, María iba de regreso a la cocina y la ve parada en la esquina.
María: ¿Tú también sientes que algo oculta verdad?
Dany: (¿?), ¿Usted también María?
María: (afirma con la cabeza), Hace dos noches comencé a sentir una opresión en mi pecho, casi como un presentimiento y tengo miedo de que tenga que ver con mi hija... Cuando Rosaura y Alejandro llegaron ésta mañana, vi en sus rostros que algo malo había pasado, pero ninguno ha dicho nada.
Dany: (la abraza), ¡Lo siento María!... Alejandro me confirmó que sí sucedió algo, pero no quiso darme más detalles, sólo me pidió tiempo para que comprenda las cosas.
María: (alterada), ¿Y qué tiene que comprender?... Yo soy la madre de Cynthia y tengo derecho a saber lo que le pasa.
Dany: Alejandro no la mencionó, por eso le pido que no saque conjeturas anticipadas y tengamos paciencia... Él va a resolver cualquier problema que afecte a los Montero... ¡Se lo puedo jurar!
María corresponde al abrazo de Dany y ambas se van a la cocina, en donde preparan un té para tranquilizarse.
En el despacho:
Alejandro hablaba por teléfono con Fabiola.
Alejandro: Necesito que investigues todo lo que puedas respecto a un sujeto llamado David Santana Carpio, que de acuerdo a sus palabras, vivió en Canadá y algo ha de haber respecto a su permanencia en ese país...Yo a más tardar mañana por la tarde, te estaré enviando una foto para que la policía de Estados Unidos la compare con los retratos hablados de James Clayton.
Fabiola: (¿?), ¿Acaso piensas que ese hombre es James?
Alejandro: Se parece en ciertos rasgos, y también habla y se comporta como Edward Sanders. Eso sin contar que vino con la ex prometida de nuestro cliente... ¿No me negarás que es extraña tanta coincidencia?
Fabiola: ¿Y tú no negarás que sería la cosa más estúpida que podría hacer?... Alejandro, el señor Archer estuvo tras él por años y Edward Sanders es su amigo de la infancia. Por mucho que se opere, ellos dos lo reconocerían de inmediato y estando tan cerca de los Montero, es obvio que eso pasará en cualquier momento.
Alejandro: La locura no deja ver ese tipo de situaciones... Si James Clayton odia a esos dos, es natural que busque vengarse.
Fabiola: ¿Y qué tiene que ver Rogelio Montero en ese asunto?
Alejandro: ¡Yo que voy a saber lo que piensa un loco!, aunque si lo analizas...James odia a muerte a Ricardo Archer, y éste es concuño de Rogelio...Edward Sanders es el hombre al que ha envidiado toda su vida y ahora está feliz con su ex mujer y ambos son amigos de Rogelio... dime, ¿qué te imaginas que haría un loco que lo único que desea es ver el sufrimiento de las dos personas que detesta con el alma?... No creo que quiera verlos muertos, sino más bien, solos, al igual que él.
Fabiola: Es una buena teoría, pero va a ser muy difícil probarla.
Alejandro: ¡No tanto como piensas!... compara las fotos y si eso no funciona, todavía tenemos a otros dos que nos sacaran de dudas, pero no quisiera decir nada hasta no saber en dónde está la hermana de Rogelio.
Fabiola: ¡Deberías apoyarte en la policía!, Alejandro, no te pongas de parte de esa mujer... dejarla libre sería lo más tonto que podrías hacer.
Alejandro: ¿Quién dijo que ese es mi plan?
Fabiola: Desde que estás con la tal Dany, te han dejado de importar las leyes y serías capaz de ayudar a esa familia para que Cynthia Montero siga en libertad después de que resuelvas el caso.
Alejandro: Ya sufrió mucho ¿no crees?... perdió su belleza, su libertad, su cordura, y ahora pierde al hombre del que se enamoró... Para mí ha sido suficiente castigo.
Fabiola: Esa mujer nunca será libre, porque la locura la mantiene lejos de un mundo en el que jamás encontrará un lugar.
Alejandro: Tal vez no, pero al menos su dolor no será más grande... ¿Te imaginas lo que sentirá cuando la regresen a la celda en donde pasaba horas en compañía del doctor Mendoza?... El suicidio es una de las cosas que podría intentar, y eso destruiría a ésta familia.
Fabiola: Mejor hablemos de ese asunto cuando la encuentres, y cuando compruebes si tus sospechas sobre el hombre que está en la hacienda son ciertas.
Alejandro: ¡Como quieras!... entonces te dejo para que te encargues de todo lo que te pedí, y yo haré mi parte hablando con mis conocidos y con la hermana de David Santana.
Fabiola: ¡Muy bien!, estamos en contacto, y por favor, Alejandro... ¡Sé cuidadoso!, últimamente no estás al cien por ciento y no me gustaría que algo te pase.
Alejandro: Descuida, estaré bien... ¡Hasta luego Fabiola!
Fabiola: ¡Hasta luego Alejandro!
Fabiola cuelga y Alejandro se va a buscar a Pancho y Marcial, para darles indicaciones de lo que se hará en los próximos días.
San Gabriel – Pensión:
David y Helena tenían una hora de haber llegado a la pensión, (ella preparaba la comida ayudándose con un libro de cocina... él revisaba algunas cosas en su laptop y de vez en cuando sonreía).
Helena: (le deja un plato de sopa y se sienta frente a él), ¿Qué te parece tan divertido?
David: Unas fotos que me dio tu amigo Carlos, (pensativo), Creo que no debí deshacerme de él tan pronto, aún me era útil.
Helena: ¿Mataste a Carlos?
David: ¡No personalmente!, pero le pagué a un interno una buena suma de dinero para que se deshiciera de él.
Helena: (alterada), ¿A cuántos más vas a matar para sentirte satisfecho?... llevabas años de no hacer ese tipo de cosas.
David: El número depende de cómo se resuelvan mis problemas... así que has bien tu trabajo, porque si no, tendré que intervenir de nuevo y el que sigue sí lo voy a disfrutar.
Helena: A veces preferiría olvidarme de ti y regresar a mi pueblo, (se pone de pie), ¡estás demente!
Helena se quita el delantal y toma su bolsa. James la observa y cuando ve que abre la puerta le habla con voz amable.
James: ¡No te vayas Helena!
Helena: ¿Vas a tratarme como si fuera la mujer de tu vida para que te siga ayudando?
James va con ella y la abraza. Helena no quería ceder, pero su cuerpo se movía solo y pasa sus brazos por su cuello.
James: ¿Por qué no entiendes mis motivos para tenerte conmigo?
Helena: ¡Los entiendo!... yo soy la mujerzuela que se acuesta con empresarios, abogados, o con cualquiera que necesites controlar, para que después tú te encargues de despojarlos de su dinero.
James: ¿Te has enamorado de alguno?
Helena: (¿?), ¿Cómo?
James: (molesto), ¡No lo hagas, porque nunca te lo perdonaría!
Helena: ¿Te dolería acaso?
James la besa y la despoja de su ropa para con eso darle una respuesta ambigua a su pregunta, pues el significado de sus caricias y su pasión, aún era un misterio para ella... Helena sentía que muy en el fondo la quería, pero cuando más segura estaba de ese amor, él hacía algo que la regresaba a la realidad y le demostraba que lo único que deseaba era su ayuda para distraer a sus presas. Sin embargo no podía abandonarlo porque muy a su pesar, ella sí lo amaba... Aquella tarde James fue el hombre amable y cariñoso que una vez conoció, y dominó nuevamente su voluntad.
Londres– Salón de Recepciones:
La cena fue un tormento para dos personas... Paula comenzaba a sentirse incómoda porque estar en medio del salón, les permitía a todos los invitados ver hasta el más mínimo movimiento que hacía, (y ella no era buena en cuanto a los modales de etiqueta)... Jennifer no podía pasar bocado, pues los nervios le provocaron que regresara el malestar de la mañana y dejó los platos casi llenos... Rogelio y Edward se terminaron todo lo que les sirvieron y aunque estaban muy separados, conversaban en voz alta para relajar el ambiente... Una vez que la mayoría terminó de cenar, Denise se levantó de su mesa junto con un hombre, (un poco más joven que ella) y fue a la de Edward.
Denise: ¿Sí vas a abrir la pista?
Edward: No es indispensable que yo lo haga ¿o sí?
Denise: Eres el anfitrión.
Hombre: ¡Vamos primo!, siempre fuiste muy alegre y bastante bueno con el baile.
Jennifer: (toma la mano de su prometido), ¡Pero yo no!, así que lo sentimos mucho, (ve a sus dos amigos), ¡Oigan boys!, ¿sería mucha molestia si ustedes abren la pista?
AP: ¿Nosotros?... ¡no Jen, es que yo me pongo muy nerviosa!
R: No tienes por qué... ¡Yo estaré contigo para guiarte!, (le extiende su mano), ¿me concedes el honor?
Paula lo mira un momento y al ver el brillo de sus ojos toma su mano. Él como todo un caballero, se levanta para ayudarla a ponerse de pie retirando la silla, y entrelazando sus manos se dirigen al centro de la pista. Rogelio sujeta su cintura y Paula coloca una mano sobre su hombro... Ninguno de los dos podía apartar la mirada en el otro y cuando el sonido de un vals comienza a escucharse, se mueven al ritmo de la melodía, (después de unos minutos, algunos de los invitados se levantan de sus lugares para unirse con ellos en la pista de baile)... El problema de la tarde estaba olvidado y sólo tenían en su mente lo felices que eran en ese momento, (aunque no fuera precisamente su fiesta)... Paula recarga su cabeza en el pecho de Rogelio para tener un contacto más íntimo.
AP:¡Discúlpame Rogelio!
R: (¿?), ¿Por qué habría de disculparte?... estás bailando muy bien y me haces sentir como si estuviéramos bailando en las nubes.
AP: Mi disculpa no es por el baile, sino por lo que pasó en el Centro de Convenciones, (levanta el rostro para mirarlo), ya te había prometido no volver a celarte, pero no puedo evitar que mi sangre hierva de rabia al verte cerca de una mujer que te quiere para algo más que un simple negocio.
R: (sonríe), Supongo que por más que lo intentemos, jamás lograremos controlar nuestros celos, pero Paula, al menos debemos intentarlo...ambos.
AP: Lo intentaré, pero tenme un poco de paciencia... Esa tal Gina me enfrentó directamente y no pienso permitirle una ofensa más.
R: Ni yo le voy a permitir que vuelva a hablarte de esa manera, y si para eso debo romper cualquier trato con ella, ¡así lo haré!
AP: No amor, tú continúa con tus negociaciones y déjame a mí encargarme de hacerla entender que nadie puede humillar a Ana Paula Montero y luego quedarse tan tranquila.
R: ¡Ah caramba!, ahora sí que me dio miedo lo que le vas a hacer... Nada más que te pido que le dejes dientes suficientes para que hable bien de mí con los socios.
AP: ¡No te preocupes!, Jen me dijo que tengo que aprender a manejarme en éstas situaciones para no rebajarme al nivel de ese tipo de mujeres, (pasa una mano por su cara), Ya no quiero dejarte en mal con nadie.
R: ¡Tú jamás me has dejado mal, amor!, al contrario, todos me envidian por tener a mi lado a una mujer que no sólo es hermosa, sino también lista, audaz y perseverante en los negocios.
AP: (acerca su rostro al de él), Sí continúas adulándome, no voy a poder aguantar por más tiempo mis ganas de besarte.
R: Pues entonces me empiezo a preparar para un beso apasionado, así que dígame señora Montero, ¿quiere dármelo en éste lugar, o buscamos un sitio más privado?
AP: (acaricia sus labios), ¡Vamos a un sitio más privado!
R: Entonces cierra tus ojos.
Paula hace lo que le pide y vuelve a recargarse en su pecho para disfrutar del contacto de sus cuerpos, de sus corazones y de su alma... Ellos seguían bailando, aunque Rogelio lentamente la fue guiando lejos de la pista. De pronto Paula comenzó a percibir el aire sobre su cara y el sonido del vals ya casi no se escuchaba... Cuando abre los ojos se ve en un balcón iluminado por varias lámparas de distintos colores...Al dirigir su vista al cielo, se encuentra con una luna esplendorosa,y rápidamente busca la mirada de su esposo.
R: En el hotel quería decirte que estás realmente hermosa... Paula, ninguna mujer en el mundo se compara con tu belleza.
AP: (baja su mirada), Eso no es lo mismo que pensó la mujer con la que te molestaste.
R: (¿?), ¿Entendiste lo que dijo?
AP: Muy poco, pero fue suficiente para preguntarme un sinfín de cosas...Esa mujer únicamente nos criticó a nosotras y me puse a pensar en que lo que dijo es...
R: (coloca un dedo en sus labios), ¡No me importa lo que dijo!, sólo quiero que sepas que eres lo más valioso que poseo en la vida, junto con nuestros hijos.
AP: ¿Aunque solamente sea una empresaria inferior y una simple enfermera?
R: Para mí nunca has sido una simple enfermera y mucho menos una empresaria inferior... En cuatro años has logrado lo que a mi familia le tomó tres generaciones conseguir, (la acerca más), también eres y seguirás siendo mi enfermera, la mujer que amo, mi esposa y la madre de mis hijos... eres también mi bastón en los momentos malos y sí tengo que definirte en una palabra, la más cercana es "Única" porque no hay nadie que pueda igualarte.
AP: ¡Amor, gracias por tus maravillosas palabras!, (sujeta su rostro),¿sabías qué te amo?
R: (le sonríe), ¡Lo sé!, pero mejor prométeme que nunca permitirás que te afecte lo que digan los demás.
AP: ¡No me afectó!, es sólo que deseaba escuchar de tu boca lo que acabas de decirme... En verdad amor, ¡muchas gracias!
Los dos se dan un beso puro. Rogelio pasa sus manos por la espalda de su esposa y luego las dirige al broche que mantenía cerrado el vestido y sin dejar de besarla comienza a hablarle.
R: ¡Cómo me gustaría quitarte éste vestido para poder amarte libremente!
AP: ¡Amor!, tenemos que esperar a que la fiesta termine... Recuerda que hay que apoyar a nuestros amigos, porque ésta gente es la peor calaña que he conocido en mi vida.
R: (bufa), Sino fuera porque Edward tiene...
AP: ¿Tiene qué?
R: ¡Nada!... olvidémonos unos minutos de todos y vamos a disfrutarnos,(intensifica la pasión del beso), ¿estás de acuerdo?
AP: (pasa sus manos por su cuello), Ya que lo ofreces de esa manera, me es imposible negarme.
El beso de la reconciliación era el que siempre hacían más duradero, y aunque no podían amarse en ese lugar, al menos se regalaban caricias que calmaban sus ansias de pertenecerse.
En la mesa central:
Edward y Jennifer estaban acompañados por Denise y el otro hombre. La tensión era evidente porque los dos últimos no dejaban de observar hasta el más mínimo movimiento de los prometidos.
Denise: ¡Qué aburrido te has vuelto primo!, hace unos años eras un derroche de alegría, pero ahora ni siquiera bailas... ¿no te parece egoísta mantener sentada a una mujer tan joven como tu prometida?, (a Jennifer), ¿verdad que tú quieres bailar prima?
Jennifer: En sí no me gustan las fiestas, por eso prefiero quedarme aquí con mi prometido.
Denise: ¡No mientas linda!, a las mujeres jóvenes les gusta bailar, pero tienes la mala suerte de que tu prometido no quiera hacerlo.
Edward: (al hombre), ¡John!, ¿puedes llevar a Jennifer a bailar?
Jennifer: (sorprendida), ¡Pero ya te dije que no me gusta!
Edward: ¡Disfruta de la fiesta!, (le susurra), no porque yo tenga que estar sentado, tú también debas estarlo.
Jennifer: Es que a mí en verdad no me agradan los bailes.
John: (se levanta y le extiende su mano), ¿Bailamos prima?
Jennifer: ¡No gracias!
Edward: (toma su mano y la coloca sobre la de John), Intenta al menos que te sea agradable... John es mi primo y él te enseñará lo que no sepas del baile.
Jennifer: Si insistes voy a ir, pero en cuanto me fastidie me retiro de la pista quiera él o no.
A Denise no le pareció el comentario, sin embargo el plan para hacer que la dejaran sola con Edward había funcionado y era lo que importaba... Jennifer y John fueron a la pista, (él puso su mano en su cintura, pero ella la subió un poco más arriba y no quiso tomar sus manos)... Jennifer no mentía cuando decía que no le agradaban los bailes y le costaba mucho seguir los pasos de su acompañante porque no podía apartar su vista de la mesa en donde estaba Edward.
Denise: Primo, espero que no te molestes, pero ¿por qué decidiste andar con una jovencita, teniendo tras de ti a mujeres con más madurez intelectual?
Edward: ¡Qué bien informada estás de la edad de mi futura esposa!
Denise: ¡Te voy a subir tu ego!... de no ser porque Mateo nos contó sobre su enorme diferencia de edad, ni enterada de que fuera una niña al lado de ti... En apariencia se ve muy madura, pero debemos ser realistas primo... Una mujer joven siempre está buscando mil formas de divertirse, y sinceramente a tu lado no creo que las encuentre...Desde que regresaste de Estados Unidos, te volviste más serio de lo normal, (pone una mano sobre la de él), ¿Te parece correcto cortarle las alas siendo tan joven?
Jennifer ve a Denise acariciando la mano de su prometido y sin esperar más suelta a John para regresar a la mesa. Como Edward trataba de mantener la vista en Denise, nunca notó que su prometida estaba casi frente a ellos.
Edward: No le voy a cortar las alas, por eso le pedí a John que la sacara a bailar... Puedes estar segura de que siempre la apoyaré en todo lo que desee hacer, y el hecho de que se vaya a convertir en mi esposa, no la obligará a quedarse a mi lado todas las horas del día.
Denise: Ya que dices que la apoyarás en todo, ¿también le darías el divorcio en caso de que no pudiera acostumbrarse a una vida junto a ti?
Edward: La boda será sólo por la iglesia... Como verás, no es mi intención atarla a mí por medios legales... Ella tendrá la libertad de irse en cuanto se aburra.
Jennifer: Señorita Bennet, ¿sería tan amable de permitirme un momento a solas con mi prometido?
Denise: ¡Está bien prima!, pero regreso por él más tarde, (se pone de pie), presiento que conmigo Edward sí podrá bailar muy a gusto...¡Chao tórtolos!
Denise los deja solos. Edward iba a decir algo pero Jennifer le toma rápidamente la mano y lo hace que se levante. Con mucha fuerza lo guía hasta la pista de baile, (él se ponía duro y por eso lo costó trabajo llevarlo)... Al estar ahí, pasa el brazo de Edward alrededor de su cintura y sujetándolo de la otra mano intenta seguir el ritmo de la melodía, (torpemente porque no sabía bailar).
Edward: Así no son los movimientos, (trata de ubicar a John), ¡qué falta de caballerosidad la de Jonathan!, pero no te preocupes, voy a buscarlo para que te enseñe cómo se hace.
Jennifer: ¡No!... ¡Quiero que tú me enseñes para que el día en que venga lo inevitable, sea yo la que te guíe!
Edward: Hoy no me encuentro en buena forma y me será difícil enseñarte.
Jennifer: Entonces cerremos los ojos y dejemos que nuestros cuerpos sean los que nos guíen al igual que lo hacen cuando nos entregamos el uno al otro.
Edward acepta y colocando su mentón en el hombro de Jennifer, se abrazan y bailan de acuerdo a como su cuerpo sigue la melodía... Las personas que estaban en la pista dejaron de bailar y se dedicaron a mirarlos...Para los mayores era como estar viendo a los padres de Edward, pues siempre fueron considerados una pareja envidiable debido a que ellos sí consiguieron encontrar el amor que no existía en los otros matrimonios arreglados... Denise y su hermano John, también los observaban pero de manera diferente... Rogelio y Paula habían entrado a buscar a sus amigos y al verlos se animan a unírseles en aquél hermoso baile... Las dos parejas eran el centro de atención de los presentes, ya que demostraban que aún existía el amor verdadero... Ninguno se imaginaba lo que Rogelio y Paula tuvieron que pasar para consolidarlo... Tampoco sabían que Edward se convertiría en un hombre ciego y aunque era doloroso para Jennifer, su amor por él era más fuerte que la tristeza... Cuando la melodía termina, todos aplauden ocasionando la incomodidad de los cuatro, pero al mismo tiempo dejándoles un bello recuerdo que cubrió por completo los malos momentos que pasaron horas antes.
La fiesta continuó hasta la media noche y se dio por terminada con un anuncio de Edward, en el que informaba que su futura esposa tomaría las riendas de los negocios de la familia Sanders... A la salida del palacio Paula pudo ver lo que sería su primera nevada... El hermoso jardín estaba cubierto de una capa blanca que brillaba con el resplandor de la luna y las luces del palacio... El clima se tornó helado y como no llevaba ningún abrigo, o chaleco, empezó a temblar de frío, así que Rogelio se quita su saco para abrigar a su esposa, y a pesar de que Jennifer traía puesto un chalequito, Edward la cubrió con el suyo.
Las dos parejas subieron a sus respectivos coches y al llegar al camino que dividía las residencias de los Sanders, se separan... Jennifer conducía con precaución pues la nieve hacía más resbaladizo el pavimento. Edward se había dormido porque ya no aguantaba el intenso dolor de su ojo... Eso lo aprovechó Jennifer para detener el auto, (con cuidado se acerca y recarga su cabeza en su hombro).
Jennifer: ¡Te amo con todo mi ser!, y te aseguro que no seré yo quien decida irse, pero quizás tú te arrepientas de elegirme como tu esposa, porque no puedo darte aquello que ambos deseamos con el alma,(comienza a sollozar), ¿qué pecado cometí, como para que la vida me niegue lo más hermoso que puede tener una mujer del hombre que ama?
Las lágrimas se hacen más abundantes y Jennifer tenía que morder sus labios para evitar que se escucharan sus sollozos, (que se habían acrecentaron)... Después de que se libera un poco del dolor de su corazón, continúa su camino a la mansión de los Sanders.
Del otro lado del camino, Rogelio mantenía su vista fija en la carretera. De repente siente sobre su pierna la mano de su esposa y sin quitar la mirada de enfrente le sonríe.
AP: ¡Es muy bello éste paisaje!... ¡Gracias amor!
R: (¿?), ¿Gracias por qué?
AP: Por tu comprensión, por tu paciencia y por no permitir que mis arranques nos separen.
R: Tú has contribuido en mi cambio... No te voy a negar que aún me dan celos cuando veo que un idiota se te acerca, pero intento controlar mis ganas de partirle la cara, porque me ayudaste a deshacerme de aquél Rogelio agresivo y posesivo que conociste cuando llegaste a la hacienda.
AP: Pues creo que esas dos cosas me las pasaste a mí, (alterada), ¡Es que te juro que no soporto que otra mujer te toque!, (le acaricia la pierna), ¡ese placer es sólo mío!
R: (tenso), Y yo encantado de recibir tus caricias, pero en éste momento no te aconsejo que sigas regalándomelas porque podemos chocar.
AP: (retira su mano), Entonces te dejo tranquilo, pero te aviso que me compré una lencería que sé que te va a gustar en cuanto la veas.
R: ¡No me hagas esto Paula!, ahora voy a estar más ansioso de llegar.
AP: Dicen que "lo bueno siempre llega a quien sabe esperar", así que mentalízate en eso.
Rogelio sonríe irónico porque no conseguía aparte de su mente la imagen de su mujer modelándole la lencería, que muy seguro estaba era sensual... Cuando finalmente llegan a la residencia, él baja rápido del coche y la ayuda a descender. El contacto de sus manos activa sus sentidos y sin poder reprimirse la besa con pasión para después llevarla cargando hasta su recámara; en donde ya no le es posible esperar al desfile de Paula y se aman toda la noche reafirmando su reconciliación como sólo ellos saben hacerlo.
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