CAPÍTULO 39
San Gabriel – Fonda de Macaria y Ulises:
Por insistencia de Helena, David la llevó a la fonda a comer algo, (ella iba de traje con pantalón, ya que él le exigió cambiarse antes de salir).
David: ¡Ves!... con ese atuendo sí pareces una mujer decente.
Helena: ¿Tú crees que me interesa aparentar que soy una mojigata?... eso es muy aburrido queridito... No entiendo cómo la ex lisiada puede coquetear con los hombres y no llegar a nada en el último momento, (riéndose), o a lo mejor es tan grande el amor que siente por Ed, que le es fiel.
David: (molesto), ¡Esa mujer es una estúpida al igual que tú!... pero no vamos a perder el tiempo hablando de ella porque hay otro asunto que quiero tratar.
Helena: ¿Cuál asunto?
David: Hace rato me encontré con la esposa del socio de Edward... es una mujer bellísima y se nota que también es muy pasional, (sonríe), ¡como las que me gustan!
Helena: Y por lo que veo ya decidiste entretenerte con ella, ¿no es cierto?
David: Quizás más adelante... ahora necesito pensar en algo que nos ayude a acercarnos a los Montero.
Helena: Sin el apoyo de Ed, dudo mucho que acepten vernos.
David: Ese idiota se olvido de ti porque debe andar ocupado suplicando perdón. Por eso...
En ese momento Macaria llega a la fonda. Ulises sale de la tienda y con voz fuerte le pregunta a su esposa que a dónde había ido.
Macaria: Fui a buscar a Paula.
Ulises: ¿Y para qué andas buscando a la patrona?
Macaria: María me la encargó... con lo que le pasó al patrón, la pobre andaba muy mal de ánimo, pero como me entretuve atendiendo a un cliente, no vi cuando se fue y salí corriendo a buscarla... afortunadamente sólo se regresó a la clínica.
Ulises: (¿?), ¿Pero qué le pasó al patrón?
Macaria: En la clínica me dijeron que llegó inconsciente, pero no quisieron especificar el por qué.
Pancho y Hugo también llegaron a la fonda y se sientan en una de las mesas.
Hugo: ¡Buenas!
Ulises: ¡Hola!
Macaria: ¡Qué bueno que los veo!... ¿ustedes saben por qué el patrón se puso mal?
Hugo: (susurra), ¡Cómo vuelan los chismes!
Pancho: Lo poco que sabemos es que fue por agotamiento.
Macaria: ¿Agotamiento?... ¿y por qué le paso algo así?
Pancho: No sé, pero yo pienso que es porque el patrón no se toman ni un minuto para descansar... siempre anda de arriba para abajo sacando todo el trabajo que puede... con eso de que se viene la convención europea, está muy presionado por tener las cosas listas para mañana.
Ulises: Con razón lo veía pálido y con esas facciones cansadas.
Macaria: ¡Pobre patrón!... (Enojada), ¡ustedes son un par de inútiles que no lo ayudan!
Pancho: ¡Inútil el Hugo que no sabe ni hablar inglés!... si supiera, el patrón no estaría preocupado por la persona que va a mandar a Inglaterra.
Hugo: ¡Ni digas porque tú tampoco hablas inglés!
Pancho: Pos no, pero yo no soy el administrador de la hacienda.
Macaria: (exaltada), ¡ya basta!... si así se ponen en la hacienda, ahora entiendo porque el patrón no confía en ustedes.
Ulises: ¡Macaria déjalos en paz y mejor ve a traerles lo de siempre!
Macaria: ¡Está bien!, pero no dije nada que no fuera verdad... voy por sus platillos.
Macaria se mete a la fonda y Ulises regresa a la tienda.
Pancho: Macaria tiene razón... el patrón se presionó porque no estamos bien preparados para ir a un evento de ese tipo.
Hugo: Lástima que el patrón no pudo capacitarme lo suficiente, y ya no hay tiempo para contratar a alguien con esos conocimientos.
Pancho: Al final de cuentas vas a terminar yendo tú. Lo bueno es que el patrón te enseñó un poco de lo que hay que hacer.
Hugo: (suspira), ¡pues sí!... sólo espero no regarla.
David se levanta y se acerca a la mesa donde ambos estaban.
David: ¡Buenas tardes!, ustedes disculparán mi intromisión, pero escuché lo que platicaban y quisiera preguntarles si su patrón es el famoso ganadero Rogelio Montero.
Hugo: ¿Y usted quién es?
David: Mi nombre es David Santana Carpio, y esa señorita, (señala a Helena), es mi hermana... Helena Santana, ex prometida del socio del señor Montero.
Pancho: El patrón tiene muchos socios, así que ¿podría ser más específico?
David: Con eso me acabas de confirmar que sí se trata del señor Montero, aunque de todas maneras te diré de qué socio hablo... ¿te suena familiar el nombre de Edward Sanders Norrington?
Hugo: ¡Ah ya!, sí sabemos de quién habla... ¡y bien señor!, ¿qué es lo que se le ofrece con el patrón?
David: Mi hermana le pidió al señor Sanders que la recomendara con su patrón, pero al parecer no han hablado porque hace un rato me encontré con la señora Montero y apenas y quiso hablar conmigo.
Pancho: El patrón está internado en la clínica del pueblo... eso tiene a la patrona muy mal porque los dos se adoran.
David: Es una pena... pero, ¿no es nada grave, verdad?
Hugo: Al parecer no porque la patrona se regresó a la hacienda hace un momento... de haber sido grave, ella no se hubiera movido de la clínica.
David: Ojalá que todo esté bien con el señor Montero... bueno, entonces me retiro y le diré a mi hermana que lo mejor es no importunar a la familia con nuestros problemas... que tengan un buen día.
Pancho: ¡Oiga!... nada más por no dejar, ¿qué puesto es el que está pidiendo su hermana?
David: Es uno que ayudaría bastante al señor Montero, pero como es largo de explicar, sólo les diré que fue ella la que le organizó al señor Sanders su presentación en la convención Europea.
Pancho y Hugo intercambian miradas.
David: ¡Bien señores!, ahora sí me retiro... con permiso
Hugo: ¡Espere!, si gusta podemos llevarlo con la patrona para que intente hablar con ella.
David: ¿No creen que la importunaríamos?
Hugo: Yo espero que no... ustedes vinieron desde lejos a buscar al patrón y además, son conocidos del señor Sanders, así que haremos el intento de ver si los recibe.
David: (sonríe), ¡se los agradezco mucho!... no tienen idea de lo que necesitamos hablar con ellos.
Hugo: (se levanta), entonces vámonos de una vez. Nosotros tenemos trabajo que hacer y la patrona ha de estar necesitando ayuda.
Pancho: ¿Vinieron en carro?
David: Llegamos en el camión.
Hugo: Siendo así, se vienen con nosotros en la camioneta.
David: ¡De nuevo gracias!
Pancho entra a la fonda para decirle a Macaria que les diera la comida para llevar y David regresa con Helena a explicarle lo que estaba sucediendo. Una vez que se pusieron de acuerdo, ambos van con los muchachos para irse a la hacienda.
Estados Unidos – Oficina de Henry Smith:
Después de lo sucedido entre Jennifer y Edward, Henry se comunicó con Laura para ponerla al tanto de la situación de su hermana.
Laura: ¡No debiste hacer eso Henry!... Por encima de tu coraje, están los sentimientos de Jennifer.
Henry: ¿Y qué esperabas que hiciera?, cuando lo vi, sentí tanta rabia por lo que le hizo a mi hermana, que ya no medí las consecuencias.
Laura: Ojalá que mi amiga no haga una tontería como la que intentó hace años.
Henry: ¡No lo hará!... de estar pensando en hacer esa tontería, no se hubiera ido a cumplir con su trabajo..., hace poco confirmé con la aerolínea que sí tomó el avión. Estando lejos, su corazón podrá sanar más rápido.
Laura: Lo que no hicieron los años, no lo hará la distancia, pero en fin, ya veremos cómo se resuelven las cosas y ahora me vas a disculpar Henry, debo colgar. Mañana zarpa el barco que llevará el ganado de nuestros socios los Montero a Inglaterra y quiero dejar listos los documentos.
Henry: Antes de que cuelgues, quiero pedirte que averigües con ellos, qué tipo de problema tiene Edward.
Laura: ¿Problema?
Henry: Sí... escucha por favor, necesito que le digas a los Montero que estás enterada del problema de Edward, pero que no comprendes el por qué nunca se lo dijeron a Jennifer... Laura, es importante que los convenzas de que sabes muy bien lo que le pasa a mi cuñado.
Laura: (¿?), ¿Cuñado?, (se ríe), ¡en serio Henry!, ya no sé quién está peor, sí Jennifer o tú.
Henry: (suspira), a pesar de todo lo que hizo, mi hermana lo ama y sí resulta ser cierto éste presentimiento que tengo, Jennifer sufrirá mucho y ya no quiero verla así... además, ningún miembro de la familia le desea algún mal.
Laura: Todos le tenían mucho aprecio, ¿no es cierto?
Henry: Así es... aún se lo tenemos y no comprendo por qué.
Laura: Tal vez porque no es tan culpable como te hicieron pensar, pero si ustedes ya decidieron alejarlo de Jennifer, yo no puedo interferir
Henry: ...
Laura: Tengo que colgar Henry... te llamo después.
Henry: ¡Laura!
Laura: ¿Sí?
Henry: ¡Muchas gracias!
Laura: No hay de qué. Jennifer es como mi hermana y siempre voy a cuidarla... Hasta luego, (cuelga).
Henry: (sonríe para sí mismo), ¡Siempre es lo mismo!
Hacienda del Fuerte:
Paula regresó poco después de que viera a Rogelio, (María se quedó en la clínica). Lo primero que hizo al llegar, fue subir a la recámara a ver sus hijos. Margarito se encontraba cuidando de los gemelos porque Juanita había ido a la cocina, (Mary estaba con Vanesa y Valeria). Con mucho tacto, Paula le informó a su hijo el estado de salud de su papá. El jovencito se preocupó bastante por él y quiso ir a verlo, pero su madre le pidió que la esperara a que atendiera un asunto urgente y que luego ambos irían a la clínica. Minutos más tarde, baja al despacho.
Casi en ese instante la camioneta donde venían Hugo, Pancho y los dos extranjeros llega a la hacienda. Uno de los peones abre el portón para que entre y al estar frente a la casa, los cuatro tripulantes descienden.
David: ¡Muchísimas gracias por habernos traído!
Hugo: No hay de qué.
Helena: (sorprendida), ¡esta hacienda es enorme!, la empresa de Ed no es tan hermosa como éste lugar.
Pancho: Sin embargo es igual de grandota ¿no?
David: Sí... pero lo que Helena quiso decir, es que una empresa jamás se compara con la hermosura de una hacienda.
Hugo: Pancho, voy con la patrona... por favor quédate con los señores hasta que regrese.
Pancho asiente y Hugo entra a la cocina preguntando por su patrona, a lo que Juanita responde que estaba en el despacho y de inmediato se dirige hacia allá.
Paula llevaba rato tratando de encontrar una solución al problema que tenía, pero por más vueltas que le daba al asunto, la única que se le venía a la cabeza estaba lejos del país. Hugo toca y ella le permite el paso.
Hugo: Perdón patrona, ¿está ocupada?
AP: No Hugo, pasa por favor... ¿qué sucede?
Hugo: Es que quería preguntarle ¿si ya encontró a la persona que se va a ir mañana a Inglaterra?
AP: No... desde que llegué no he hecho otra cosa más que pensar en eso. Aunque en realidad ya tenía en mente a una persona, pero no creo que acepte irse tan lejos.
Hugo: ¿Y a quién consideró para ese trabajo?
AP: No importa Hugo... mejor dime, ¿tú que has pensado de este asunto?... ¿a quién mandarías si fueras Rogelio?
Hugo: La mera verdad está difícil... ninguno de nosotros estamos bien capacitados para ir a un país como Inglaterra... si al menos supiera hablar inglés, no andaríamos tan presionados porque yo me iría con toda confianza.
AP: No te angusties Hugo, yo tampoco hablo bien el inglés, así que ya somos dos los que pudimos ir, pero con ese inconveniente estamos descartados.
Hugo: A lo mejor no todo está perdido patrona.
AP: (¿?), ¿Por qué lo dices?
Hugo: Afuera está la ex prometida del señor Sanders y según nos dijo el hermano, ella fue quién le preparó todo lo de la convención.
AP: ¡Ese tipo no quita el dedo del renglón!... mira Hugo, no quisiera tener trabajando para nosotros a la que fue prometida de Edward, porque cuando él y Jen se reconcilien, no sería nada agradable que se la encuentren aquí.
Hugo: Pero no tiene que trabajar por siempre en la hacienda... puede contratarla sólo para este proyecto. Recuerde que ya no tenemos opciones y el tiempo se nos acaba.
Paula se queda pensativa y aunque no le parecía muy buena idea, debía admitir que era la única que podía solucionar el problema.
AP: ¡Está bien!... dile que pase.
Hugo va por Helena y poco después regresa con los dos, (David insistió en entrar con ella). Al momento en que Paula ve a Helena, algo en su interior le dice que no sería conveniente tenerla ahí, porque a pesar de su recatada forma de vestir, en su mirada se notaba que era todo menos una mujer seria. Por su parte, Helena pensaba que Paula jamás se compararía con ella, ya que su apariencia era la de una mujer dedicada a las labores de la hacienda y descuidada en su feminidad.
Helena: ¡Buenas tardes señora Montero!, mi nombre es Helena Santana Carpio y él, (señala a David), es mi hermano David Santana.
AP: (seria), Buenas tardes señorita Santana... y a su hermano ya lo saludé en el pueblo, (toma asiento), siéntense por favor.
Ambos hacen lo que les indica, aunque para Helena la forma de hablar de Paula la estaba poniendo furiosa.
Helena: Antes que nada, quiero decirle que su hacienda es muy hermosa... desde el camino pudimos ver la extensión tan grande que poseen y...
AP: Señorita Santana, no me gustaría parecer grosera, pero no cuento con mucho tiempo, así que le pido que me diga ¿a qué vino a un lugar tan lejano?... sinceramente no comprendo cómo gente que vivió en el extranjero, termina pidiendo empleo en un sitio que no cuenta con las comodidades a las que están acostumbrados.
Helena: (conteniendo su enojo), eso es...
David: ¡Señora Montero!, usted sabe bien que mi hermana era la prometida del señor Sanders y comprenderá que para ella, el estar en el mismo país que el hombre que ama, es muy duro. Por eso decidió regresar a vivir con unos familiares que tenemos en Oaxaca, pero obviamente necesitamos el dinero porque no queremos ocasionarles problemas si nos reciben en su casa.
AP: ¡Y para no ser una carga, quiere un empleo!... (A Helena), señorita Santana, ¿no cree que si trabaja aquí, de todas maneras estaría cerca de Edward?... recuerde que él es socio de mi marido.
Helena: No vengo a quedarme para siempre... mi idea es tener un empleo que me devuelva mi historial laboral en México y así no me cueste mucho conseguir otro en cualquier estado del país.
AP: Entiendo... y dígame señorita Santana, ¿qué sabe hacer?
Helena: Mis funciones son iguales a las de la Compañía Smith... fui la encargada de organizarle a Ed su presentación en Inglaterra, sé perfectamente todo lo necesario para que ustedes muestren a sus animales y la forma en la que se deben desenvolver durante la convención... y como estuve viviendo con Ed por dos años, sé hablar muy bien el inglés británico... cosa que sus socios no, según tengo entendido.
AP: No le veo diferencia al inglés británico del americano, así que eso sería lo de menos. Además, si hace las mismas funciones que la Compañía Smith, no le encuentro sentido a contratarla porque nuestros socios han hecho un excelente trabajo.
David: Pero ellos no tienen conocidos en Inglaterra y mi hermana sí.
AP: Los tiene por parte de Edward, y eso significaría que podemos llamarlo a él para que nos recomiende con sus conocidos.
David: Bueno sí, pero el idioma es importante señora Montero... los ingleses son muy exigentes y no hacen tratos con cualquier empresario... por eso piden que todo esté en perfectas condiciones, incluso el acento... sin importar cuánta ayuda les dé el Señor Sanders, el que los acepten en el mercado europeo, sólo dependerá de ustedes y le aseguro que no encontrará a nadie mejor que mi hermana para conseguir los contratos.
AP: (sarcástica), ¿En serio?... bueno señorita Santa, antes de tomar una decisión, quisiera consultarla con mi esposo, así que déjeme un número telefónico para que pueda llamarle más tarde.
David y Helena se miran con algo de inconformidad, pero él afirma con la cabeza y ella escribe en un papel su número celular para luego entregárselo a Paula.
AP: ¡Muy bien!... yo le llamo después.
Ambos se levantan y se despiden de Paula, (que nunca se puso de pie para despedirlos). Cuando salen del despacho, se deja caer en el respaldo de su silla y dirige la mirada al techo.
Afuera:
Helena: (furiosa), ¡Estúpida!... ¿quién demonios se cree para tratarnos de esa forma?
David: ¡La estúpida eres tú!, cómo es posible que te pusieras a compararte con la empresa de Allison sabiendo que son socios de los Montero.
Helena: ¿Y qué querías que le dijera?... lo único que sé hacer, son cartas... ni siquiera pronuncio bien el acento británico.
Margarito: ¿Se les ofrece algo señores?
David: (molesto), No... y además, ¿quién demo...
Hugo: (llega por detrás del jovencito), ¿Qué anda haciendo el patroncito?... ¿estás supervisando a los peones?
Margarito: (serio), Vengo de ver a Mary, pero cómo los señores estaban discutiendo, me acerqué a preguntarles sí se les ofrecía algo.
Helena: ¡No discutíamos!, (sonriendo), dime, ¿tú eres hijo del Señor Montero?
Margarito: Soy su hijo mayor.
Helena: (extiende su mano), ¡Mucho gusto!, mi nombre es...
Margarito: Hugo, voy con mi mamá para ver en qué la ayudo.
Margarito corre hacia a la casa dejando a Helena con la mano estirada. Hugo se disculpa con ella y después de las preguntas de cómo les había ido, los lleva de vuelta a San Gabriel.
En el despacho:
Paula seguía reclinada en la silla tomando con una mano su cabeza. El teléfono sonó, pero ella no quiso moverse de su sitio.
AP: ¡Hay Rogelio!, ahora entiendo por qué te sentías tan presionado.
El teléfono vuelve a sonar y fastidiada por el sonido, toma el auricular.
AP: ¡Bueno!
Edward: ¡Buenas tardes Ana Paula!, espero no ser inoportuno.
AP: ¡Discúlpame Edward!, ¿cómo estás?... te oigo un poco raro.
Edward: Debe ser por la hinchazón del labio.
AP: (¿?), ¿Hinchazón?
Edward: Es una larga historia... sólo diré que esto es un muy merecido castigo por tantas estupideces... y que ese Henry tiene mucha fuerza.
AP: ¿Henry Smith?... Rogelio me contó lo que habló con Laura y con esa referencia no es necesario que pregunte cómo te fue... lo siento mucho Edward, pero tú sabías que esto pasaría.
Edward: Al menos Jennifer ya sabe la verdad y ahora lo único que debo hacer, es conseguir que me perdone.
AP: Lo haces sonar fácil, pero te aseguro que es lo más difícil.
Edward: ...
AP: Edward, no creo que me estés llamando para platicarme que te dieron una golpiza de campeonato, ¿o sí?
Edward: Eres muy perceptiva, en realidad quería hablar con Rogelio.
AP: Rogelio está en la clínica... en la mañana lo llevamos con un alto grado de agotamiento y no se puede mover.
Edward: ¿Agotamiento?... ¿y está grave?
AP: ¡Gracias a Dios no!... Ernesto dice que con el antibiótico, dentro de veinticuatro comenzará a recuperar parte de la movilidad. El problema real es la dichosa anemia, pero no te preocupes, estoy segura que se repondrá muy pronto.
Edward: ¡Eso espero Ana!... más bien, es cierto lo que dices, Rogelio es un hombre fuerte y saldrá adelante.
AP: ¡Exactamente Edward!... y ya que mi esposo no se encuentra, puedes decirme a mí lo que ibas a tratar con él.
Edward: En sí no es importante... nada más quería saber si no necesitan apoyo en la hacienda o el rancho.
AP: ¿Lo dices porque quieres que le demos trabajo a tu ex?, (enojada), no puedo creer que te atrevas a pedirnos algo así... ¿no te has puesto a pensar en lo que la pobre de Jen sentiría si la ve aquí?, pero sobre todo, ¡que sepa que abogaste por ella!
Edward: Ya lo había pensado, y por eso quiero que la contrates por un mes mientras le consigo un trabajo lo más lejos posible de Estados Unidos y México... Ana, se lo debo por haber terminado con ella días antes de la boda.
AP: A Jen le debes mucho más... pero está bien, ya veremos en dónde la colocamos, (voz baja), lo único que no quisiera es mandarla a Inglaterra... (Exaltada), Edward, ¿Ricardo está contigo?
Edward: (¿?), No... salió hace media hora... parece que iba a comprarle un regalo a su esposa e hija... el pobre está ansioso por regresar, pero al mismo tiempo se niega a dejarme solo.
AP: ¿Lo necesitas mucho en Estados Unidos?
Edward: No mucho... Cuento con mi chofer para que me lleve y traiga. Además, ya tengo las direcciones de los otros tres hermanos de Jennifer... si se llegara a ir con alguno de ellos, al menos sé dónde buscarla... (¿?), Pero ¿por qué lo preguntas?
AP: Luego te cuento... por favor Edward, cuando Ricardo regrese, dile que se comunique a la hacienda... es urgente que hable con él.
Edward: (¿?), No te preocupes, yo le doy tu recado. Por cierto Ana Paula, antes de que se me olvide, quiero decirte que no vamos a vernos en la convención.
AP: ¿No vas a ir?
Edward: Sobre cualquier negocio se encuentra Jennifer. Aunque tampoco es muy necesaria mi presencia. Después de todo, esos empresarios son conocidos de la familia Sanders y por compromiso hacen tratos conmigo. Por eso, cómo socio y amigo de ustedes, voy a ofrecerte mi casa en Inglaterra para que no tengan que hospedarse en un hotel... también pueden usarla para dejar el ganado que van a enviar.
AP: Entonces debe ser muy grande.
Edward: (ríe), Sólo un poco... no me gusta parecer presumido, pero sé que les va a encantar.
AP: ¡Pues te acepto el ofrecimiento!
Edward: Me alegra, entonces me despido Ana, por favor cuídate y dile a Rogelio que espero que se recupere pronto.
AP: Gracias Edward... y te deseo mucha suerte con Jen... sé que ella te perdonará.
Edward: ¡Dios te oiga Ana!, hasta luego.
AP: Nos vemos después.
Ambos cuelgan y Paula sale del despacho para ir con sus hijos mientras espera la llamada de Ricardo.
San Gabriel – Despacho de Alejandro:
Luego de colgar con Paula, Edward se comunicó con Alejandro para avisarle que se reabrió el caso de James Clayton. Dany llegó poco antes de que colgara y como no quería importunar a su novio, se sentó en la silla frente al escritorio. Mientras él hablaba, ella no dejaba de mirarlo. Pensaba en mil formas de hacer que entendiera que no era cariño lo que sentía por él, sino amor. Tan absorta estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta que Alejandro había colgado y la llamaba.
Alejandro: ¡Dany!... ¿Me estás escuchando Dany?
Dany: (¿?), ¡Perdón Alejandro!... ¿qué estabas diciendo?
Alejandro: En sí nada. Sólo te estaba saludando.
Él se levanta y se coloca detrás de ella para después tomar sus hombros y depositar en su cabeza un beso.
Alejandro: Mañana salgo para el D. F. por Fabiola y de ahí nos vamos a Estados Unidos... No sé cuánto tiempo estaré allá, por eso quiero pedirte que pasemos el día juntos.
Dany se pone de pie y gira para poder abrazar a su novio.
Dany: Yo me quedo contigo el tiempo que desees. Pero mañana no te vas solo al D. F.... yo voy contigo, y si no te molesta, también te acompaño a Estados Unidos.
Alejando: (¿?), ¿Vendrás conmigo a Estados Unidos?
Dany: ¿No quieres que vaya?
Alejandro: (sonríe), ¡claro que quiero que vengas!... nada me hace más feliz que estés conmigo, pero, ¿no se supone que ya no tienes vacaciones en tu trabajo?
Dany: Llegué a un acuerdo con Mercedes, y me dio el tiempo que necesites estar en ese país... Dijo que es parte del regalo de bodas.
Alejandro: ¡Qué bueno que tengas ese tipo de amigas!
Dany: Alejandro, hay una cosa que quisiera pedirte antes de irnos al D. F.
Alejandro: ¿Y qué es?
Dany se aleja y le da la espalda a su novio.
Dany: (nerviosa), si no te gusta lo que te voy a pedir, sólo tienes que decírmelo... te juro que no me voy a enojar.
Alejandro podía ver cómo Dany no dejaba de temblar y para tranquilizarla se acerca haciendo que voltee y la abraza.
Alejandro: Me estás preocupando Dany... ¿qué es lo que quieres pedirme que te puso tan nerviosa?
Dany: Es... ¡hay Alejandro!, ¡prométeme que serás sincero y si no quieres hacerlo me lo vas a decir!
Alejandro: Si eso te tranquiliza... ¡te lo prometo!
Dany: Pues quiero... quiero que nos casemos por el civil.
Alejandro: (¿?), ¿Quieres casarte por el civil?... ¿pero por qué?
Dany: Sólo contéstame... sí o no.
Alejandro: ...
Dany se zafa del abrazo y contenido sus lágrimas trata de sonreír.
Dany: Olvidemos el asunto... voy a preparar mi maleta... quiero llevarle a Alma unas batas que me pidió la otra vez, (ríe), dice que el trabajo a mano de las mujeres chiapanecas la dejó impresionada.
Dany se apresura a acercarse a la puerta, pero antes de que pudiera salir, Alejandro la toma de la muñeca y jalando un poco la hace que vuelva a abrazarlo.
Alejandro: ¡Sí!
Dany: (¿?), ¿Sí qué?
Alejandro: (sonríe), sí acepto que nos casemos por el civil.
Dany: ...
Alejandro: (acaricia su rostro), discúlpame por asustarte así, pero me quedé pensando en que si nos casamos ahora, no tendremos tiempo de avisarle a nadie y yo quiero que tengas a tu lado a todas las personas que son importantes para ti.
Dany: A mi lado estará la persona más importante para mí... además, hay algo que quiero que comprendas antes de casarnos por la iglesia.
Alejandro: (¿?), ¿Qué cosa debo comprender?
Dany: Lo sabrás más pronto de lo que imaginas, (se suelta y lo jala para salir), ya que estamos de acuerdo, vamos al registro civil.
Alejandro: ¡Pero no llevo mis documentos! Y ¿no se supone que hay que hacernos unos análisis?
Dany: ¡Ya está todo listo!... en la mañana pasé a dejar nuestros documentos oficiales y como soy enfermera en la clínica donde Rogelio es socio, pues dispensaron los análisis... aunque debemos entregarlos después, (mira su reloj), el juez nos espera a las seis y sólo faltan diez minutos, así que hay que apurarnos.
Los dos salen corriendo del despacho. En el camino, Dany le comentó que Rogelio se encontraba internado por agotamiento, pero Alejandro estaba tan sorprendido por las cosas que hizo su novia, que no le contestaba, y sin darse cuenta, ya tenían enfrente el Registro Civil. Aún con el desconcierto, sentía una gran felicidad al saber que en pocos minutos, serían marido y mujer.
Hacienda de Fuerte:
Vanesa, Valeria y Mary se la pasaron jugando desde el medio día, y hubieran continuado de no ser porque a las niñas les dio hambre. Enseguida de entrar a la cocina, Vanesa les sirvió la sopa que Juanita preparara para la comida y luego toma asiento junto a su hija llevando un plato con una cantidad menor a la que ellas estaban comiendo.
Paula entra por un vaso con agua y al ver a su hija se acerca a darle un beso.
AP: ¡Hola Vanesa!
Vanesa: ¡Hola Paula!... me imagino que Rogelio está mejor porque de otra manera, tú no habrías regresado tan pronto.
AP: Ya despertó, pero se va a quedar algunos días internado, (suspira), ¡me urge resolver un asunto para poder ir con él!... no me gusta que esté solo.
Vanesa: (¿?), ¿Y qué asunto es el que tienes que resolver?
AP: Es...
Juanita: (entrando), ¡Patrona!, disculpe pero el señor Ricardo está en el teléfono y pide hablar con su esposa.
Vanesa se levanta para salir de la cocina a toda prisa. Paula le pide a Juanita que se quede con las niñas y sale detrás de su hermana. Al llegar a la sala, Vanesa toma el auricular y con una emoción que Paula jamás vio en ella, se dedica a preguntarle a su esposo si se encontraba bien, sí comió, y un sinfín de cosas. Los minutos pasaban y la melosidad estaba desesperando a Paula.
Vanesa: ¿Paula?... sí aquí está... te la paso... cuídate mucho Ricardo y por favor, no tardes en venir, (le extiende el aparato), ten Paula, Ricardo pide hablar contigo.
AP: Gracias Vanesa, (toma el teléfono), ¡buenas tardes Ricardo!
Ricardo: ¿Cómo está mi querida cuñada?
AP: (¿?), ¡Bien, gracias!
Ricardo: ¡Oye Ana!, Edward me dio tu recado... ¡tú dirás!, ¿para qué soy bueno?
AP: Lo que pasa es que tengo un problema y quisiera saber si tú puedes ayudarme a resolverlo.
Ricardo: Depende del problema.
AP: Pues... ¿no sé si sepas que hay una convención en Inglaterra?, (él contesta que sí), ¡verás!, Rogelio iba a irse para coordinar todo lo necesario, pero desafortunadamente se puso mal.
Ricardo: Eso me contó Edward, en serio Ana, deseo de corazón que mi hermanito se recupere lo más pronto posible.
AP: Ernesto está muy optimista de que será en unos días, sin embargo ya no tenemos tiempo de conseguir una persona con experiencia en ese tipo de asuntos y yo estaba pensando...
Ricardo: Y pensaste en mí, ¿no es cierto?
AP: Es que Hugo no sabe hablar inglés y la tipa que fue prometida de Edward no me da mucha confianza.
Ricardo: ¿Ya te fue a pedir empleo?
AP: ¡Sí!... Rogelio quiere que contratemos una persona de confianza, pero ella me inspiró una extraña sensación de rechazo.
Ricardo: Tienes razón, es una mujer con un aura extraña.
AP: Lo sé, aunque debo admitir que tiene muchas cualidades a su favor. Por ejemplo, el acento británico, los conocidos, la experiencia en eventos y un largo etc.
Ricardo: (se ríe), el acento no importa, pero si vas a fijarte en eso, debo decirte que el mío es muy bueno... Edward me enseñó a pronunciar correctamente, y en cuanto a los eventos, pues también he organizado varios, así que no hay problema.
AP: (sonríe), Entonces, ¿sí aceptas ir en lugar de Rogelio?
Ricardo: ¡Claro que sí Ana!... recuerda que somos familia y nuestro deber es apoyarnos... ahora dime, ¿cuándo necesitas que salga para Inglaterra?
AP: Mañana a las dos de la tarde.
Ricardo: ¿Tan pronto?
AP: ¿Tienes algún problema con eso?
Ricardo: Sólo el regreso a Tuxtla... pero no te preocupes, mañana me tienes allá muy temprano.
AP: No es forzoso que vengas para acá, el barco no sale aquí, sino en Veracruz.
Ricardo: Es que quiero ver a mi familia antes de irme... según escuché de Edward, la convención es hasta dentro de un mes y eso significa que no podré estar con Vane en mucho tiempo.
Paula mira a Vanesa y la encuentra triste por lo que estaba escuchando.
AP: Discúlpame Ricardo, no quiero que te pierdas los meses de embarazo de Vanesa, así que mejor mando a otra persona.
Vanesa: No es necesario Paula... si Ricardo estuviera en cualquier otro empleo, de todas maneras no podría estar conmigo.
AP: Pero Vanesa, sé que tú extrañas a Ricardo y...
Vanesa: Sólo será poco más de un mes... si Dios quiere, estaremos juntos los últimos meses del embarazo... de verdad Paula, no te preocupes.
Ricardo: ¿Vane aceptó?
AP: Sí... pero si tú no...
Ricardo: Ella dio su aprobación y con eso me basta cuñada... mañana nos vemos en la hacienda... cuídate mucho.
AP: ¿No quieres que te pase a Vanesa?
Ricardo: Si hablamos estoy seguro de que se pondrá a llorar y no quiero eso... nos vemos pronto cuñada.
AP: Hasta mañana Ricardo.
Paula cuelga y su mirada se dirige de inmediato a Vanesa, (que tenía en sus ojos unas cuantas lágrimas).
AP: Si esto es muy difícil para ti, lo mejor es que Ricardo no vaya a Europa.
Vanesa: Ya te dije que no te preocupes, por culpa de las hormonas me pongo muy sentimental... Ricardo hará un buen trabajo, ¡ya lo verás!... sí me disculpas, quisiera dormir un poco... he estado todo el día jugando con las niñas y me siento cansada.
AP: Te acompaño a tu cuarto.
Vanesa: No gracias... lo que debes hacer es ir a la clínica a ver a Rogelio. El problema que tenías ya está resuelto y él te necesita.
Vanesa pasa a un lado de Paula para ir a la cocina por su hija y de paso por Mary, a quién deja con su mamá. Luego sube a su cuarto y se recuesta en la cama tratando de dormir, pues si permanecía despierta, sabía que no podría aguantar y se dedicaría a llorar toda la noche.
Paula y Mary van con los gemelos y se quedan con ellos durante casi dos horas. Al terminar de darles de comer, y acostar a Mary. Busca a Margarito y juntos se van a la clínica.
Registro Civil de San Gabriel.
La boda de Dany y Alejandro, duro unos cuantos minutos, pero como el juez llegó tarde, tuvieron que esperarlo casi una hora. Al salir, Alejandro estaba mucho más contento que cuando entro a firmar el acta matrimonial. Dany se sentía muy dichosa, porque aún con las dudas que él tenía respecto a su amor, era evidente de que Alejandro la amaba de la misma forma que ella a él.
Caminaron tomados de la mano por toda la plaza de San Gabriel y cuando terminaron de darle la vuelta, se retiraron a la casa de Alejandro, donde festejaron con una botella de vino que él tenía guardada para acontecimientos importantes. Al poco rato pusieron música y bailaban abrazados.
Alejandro: Muchas gracias Dany... finalmente voy a poder gritarle al mundo que eres mi esposa.
Dany: Sobre eso Alejandro, quería pedirte que...
Él no le permite terminar porque con sus labios toma los suyos para darle el que sería su primer beso de pasión. Ella ya no podía pensar claramente y aquello que iba a decirle, comenzó a borrarse de su mente, dando paso a su anhelo de pertenecer completamente al hombre que amaba. Poco a poco, Alejandro la fue llevando hasta la cama, donde la recostó con mucho cuidado. Las caricias y el deseo iban en aumento, pero antes de que él pudiera quitar la primer parte de la ropa, ella lo detiene, y luego se retira lentamente de la cama.
Alejandro: (¿?), ¿Qué sucede Dany?
Dany: Perdóname Alejandro, pero aunque me muero de ganas de estar contigo, no puedo.
Alejandro se levanta y se acerca a Dany.
Alejandro: ¿Por qué dices que no puedes?
Dany: Te dije que antes de casarnos por la iglesia, necesito que comprendas algo importante, y eso también incluye la noche de bodas... el día que entiendas lo que siento por ti, será el día en que ya nada podrá impedirnos ser uno.
Alejandro: (serio), Dijiste que comprendería las cosas más ponto de lo que me imaginaba, y por lo que veo a esto te referías.... no te angusties Daniela... yo no voy a obligarte a hacer algo que no sientes.
Dany: (¿?), ¿Qué no siento?... ¿qué te estás imaginando?
Alejandro: No imagino nada Daniela, (ve su reloj), ya es tarde y debo madrugar... mañana salgo a primera hora para Estados Unidos.
Dany: ¡Sí recuerdas que voy a ir contigo!, ¿verdad?
Alejandro: Lo que voy a hacer en ese país es muy aburrido y creo que no es buena idea que vayas si no podré acompañarte a ningún lugar.
Dany trata de acercarse, pero él se retira.
Dany: No importa... quiero estar a tu lado aunque no puedas ponerme atención... por favor Alejandro, no me niegues éste deseo.
Alejandro: ...
Alejandro va por una chamarra porque estaba haciendo frío y se la pone a Dany. Luego comienza a caminar hacia la puerta, pero Dany le pide que espere.
Dany: Alejandro, hay otra cosa que quiero pedirte.
Alejandro: ¿Cuál es?
Dany: (nerviosa), Quisiera que mantuvieras en secreto nuestro matrimonio... al menos hasta que regresemos de Estados Unidos.
Alejandro: (molesto), Sí ibas a pedirme eso, entonces ¿por qué quisiste que nos casáramos?
Dany: ¡Por lo que más quieras Alejandro!, confía en mí, te juro que hay un motivo muy grande para pedirte algo así, (lo abraza), créeme mi vida, yo te amo.
Alejandro: (la retira), ¡Está bien!, no voy a decirle a nadie que firmamos los papales de matrimonio, además, ese trámite es insignificante para las creencias que tienes.
Dany: ¡No digas que son insignificantes, porque para mí lo son todo!
Alejandro: ¡Es un trámite común y corriente Daniela!, pero no voy a entrar en debate, así que por favor, vámonos a tu casa.
Alejandro ya no le da oportunidad de hablar porque sale de la casa haciendo que ella tenga que seguirlo. Durante el trayecto, él no pronunció ninguna palabra y en cuanto llegan a la casa de Dany, sólo esperó a que metiera la llave en la chapa para darse la vuelta de regreso sin decir siquiera un "buenas noches". Ella quiso ir a alcanzarlo, pero entendía que no era el momento de hablar. En su mente se culpaba por no haber sabido manejar las cosas. Su deseo de hacerlo comprender que lo amaba, la hizo idear la cosa más absurda de toda su vida.
Clínica de San Gabriel:
Paula y Margarito tenían bastante tiempo de haber llegado a ver a Rogelio, pero éste seguía dormido. Ernesto estuvo haciéndoles compañía mientras esperaban a que despertara. Al cabo de dos horas, Mercedes va por él para regresar a su casa, así que nuevamente se quedaron solos, (por buena suerte, Ernesto les permitió quedarse en el cuarto, sentados en un sillón frente a la cama).
Margarito: Cómo que mi papá ya se tardo mucho en despertarse... ¿cuánto más va a estar así?
AP: No tengo idea, aunque espero que despierte pronto, (suspira), ¡cómo quisiera poder llevarlo de vuelta a la hacienda!... ahí podría cuidarlo y sé que se repondría más rápido.
Margarito: El tío Ernesto dice que eso será hasta que por lo menos abra los ojos y se mueva un poco.
De repente el jovencito se queda pensativo desconcertando a Paula.
AP: ¿Qué te pasa Margarito?
Margarito: Es que hace rato quería preguntarte sobre las personas que fueron a la hacienda... ¿Quiénes son?
AP: Son conocidos de Edward... la mujer quiere un empleo en la hacienda.
Margarito: ¿La vas a contratar?
AP: ¡Quizás!... todo depende de lo que diga tu papá.
Margarito: Pues ojalá no lo haga... esos dos estaban hablando de alguien y lo hacían de una forma muy fea.
AP: (se ríe), bueno Margarito, en la vida siempre hay alguien que nos cae mal y hablamos de ellos sin fijarnos que nos oímos pésimo al hacerlo.
Margarito: Pero esos dos no me agradan y por eso no quiero que estén en la hacienda.
R: ¡Ustedes no tienen consideración por las personas que tratan de dormir!
Paula y Margarito se levantan y corren para acercarse a la cama.
Margarito: ¡Papá!, ¡qué bueno que despertaste!
AP: (le da un beso en la frente), ¡Amor!, no sabes lo preocupada que me tenías... llegué a pensar que de nuevo estabas inconsciente.
Él trata de incorporarse, pero siente el cuerpo muy pesado y mejor declina el intento.
R: ¡Caramba!, ¡esto es muy estresante!... cómo quisiera al menos poder abrir los ojos.
Margarito: ¿Y por qué no puedes abrirlos?
AP: Porque todos sus músculos están rígidos, y si le pusiste atención a tu clase de biología, sabrás que los párpados también tienen músculos.
Margarito: ¡Ah!... pues la verdad no voy muy bien en esa materia.
R: ¡A ver Margaro!, ¿cómo está eso de que no vas bien en biología?
Margarito: ¡Uy papá!, casi no se te entiende cuando hablas y como no quiero importunarte, lo mejor es que me regrese a la hacienda a terminar mi tarea.
Margarito le da un beso a su papá y otro a su mamá, y luego sale de la habitación lo más rápido que puede.
R: ¡Éste chamaco!... pero cuando me pueda levantar de ésta cama, verá lo que es bueno.
AP: No te enojes amor, (besa su mejilla), mejor permíteme intentar desentumir los músculos de tu boca.
R: No pues, tú bien sabes que nunca me opondría a las terapias.
Paula sonríe y poco a poco acerca sus labios a los de él para comenzar a besarlo. Al principio le costó trabajo que le correspondiera, pues tenía muchas horas de inactividad. Sin embargo al paso de los minutos, el beso se vuelve demandante y a pesar de la condición en la que se encontraba Rogelio, disfrutaban como pocas veces ese pequeño gesto y piensan que tal vez es porque se estaban tomando su tiempo. Paula se sienta en la cama para continuar con las caricias en los labios de su esposo, pero de pronto la puerta se abre de manera abrupta, obligándola a separarse inmediatamente.
Alejandro: ¡Discúlpenme!, debí tocar antes.
AP: (trata de recuperar el aliento), no hay cuidado Alejandro, yo debí atrancar la puerta.
R: ¡Eso no se le hace a un amigo!... ¿tienes idea de lo bien que me estaban haciendo éstas terapias, como para interrumpirlas así de repente?
Alejandro: ¡Pues hubieran continuado!... de todas maneras ya estamos acostumbrados a verlos en éstas situaciones.
R: ¡Golpe bajo!... tengo el presentimiento de que estás de muy mal humor.
AP: ¿Tienes algún problema Alejandro?
Alejandro: Tengo uno, pero éste vale por miles.
R: Paula, ¿me permites hablar con Alejandro?
AP: Claro amor, (besa su frente), voy con María y Margarito a decirles que se regresen a la hacienda, (camina a la puerta), nos vemos luego Alejandro.
Alejandro responde con un movimiento de cabeza, dejando a Paula muy intrigada por lo que le estaba pasando. Cuando sale de la habitación, él acerca una silla al lado de la cama de Rogelio para sentarse.
R: ¡Y bien!, ¿qué te tiene tan molesto?
Alejandro le cuenta lo sucedido en su casa, (omitiendo la parte del matrimonio por el civil). Rogelio, lo escuchó sin interrumpirlo en ningún momento.
Alejandro: Ahora puedes burlarte... después de todo esto es cómico ¿no?
R: Para mí no lo es... lamento mucho lo que te pasó, (alterado), yo creí que Daniela te amaba y que el recuerdo de Miguel era sólo eso... un recuerdo.
Alejandro: Pues ya ves que no... la pobre debió sentir que lo estaba traicionando y para no lastimarme me inventó todas esas cosas.
R: ¿Y qué piensas hacer?
Alejandro: Por lo pronto me voy a Estados Unidos a ver lo del caso del tal James... cuando regrese finiquitaré un asunto y te dejaré arreglados los pendientes... no te preocupes, te voy a mandar a uno de los abogados del bufete de mi tío que es de toda mi confianza.
R: Quisiera decirte que no es necesario que renuncies a ser mi abogado, pero... ¡Caramba!, a mí me consta que has sido paciente con Daniela y no más no ha podido olvidar a Miguel. Aunque esto no quita que no me sienta mal por perder a un buen amigo.
Alejando: Aún podemos continuar siendo amigos, (sonríe), de lejos, pero amigos, (se pone de pie y coloca una mano en el hombro de su amigo), debo irme, quiero dormir algo porque a las cuatro salgo para Tuxtla... lo más seguro es que Daniela venga a preguntarle a Ana Paula si me vio por aquí, por eso te pido que le digas a tu esposa que le responda que no. Cuando vea que no quise llevarla, se imaginará el paso que daré cuando regrese.
R: ¡Ta bueno!, nada más no seas muy brusco cuando le digas que las cosas terminaron entre ustedes... Después de todo, ella también se esforzó para que su relación funcionara.
Alejandro: Me siento agradecido porque ésta vez no me estás regañando.
R: A quién debes agradecerle es a la misma Daniela... si se hubieran casado, el golpe sería más duro para ambos.
Alejandro: Es verdad, pero eso no evita que me duela... nos vemos luego Rogelio.
Alejandro sale del cuarto y enseguida entra Paula.
AP: ¿Qué tenía Alejandro?
R: ¡Pues casi nada!... sólo se dio cuenta de que Daniela sigue guardando un gran respeto por el amor de su vida y que por eso le costaría demasiado ser su esposa.
AP: ¡Eso no es cierto!, Dany está muy enamorada de Alejandro.
R: Amor, ¿podemos dejar que cada uno de ellos resuelva sus problemas como mejor les parezca?... últimamente estamos involucrándonos en cosas ajenas a nosotros y por eso estoy aquí tirado sin poder moverme... suficiente tenía con la hacienda.
AP: (toma su mano), Tienes razón Rogelio... desde hoy dejaremos de preocuparnos por los demás y vamos a centrarnos únicamente en nuestra familia.
R: Y el trabajo... por cierto amor, ¿ya tienes pensado a quién vas a mandar a Inglaterra?
AP: ¡Sí!... y creo que no pude encontrar un mejor candidato para éste trabajo.
R: ¿Y de quién se trata?
Paula le platica que el elegido fue Ricardo. También le cuenta sobre la visita de los Santana y la petición de Edward.
R: ¿Eso te pidió el muy idiota?
AP: A ti tampoco te parece que la contratemos ¿verdad Rogelio?
R: No quisiera, pero si Ricardo y nosotros nos vamos a ir a Inglaterra, Hugo y Consuelo van a necesitar apoyo durante nuestra ausencia. Laura también estará allá y con el problema entre Edward y Jennifer, lo más probable es que ella se deslinda por completo de la Compañía Smith.
AP: (preocupada), ¿entonces sí la vas a contratar?
R: Sólo mientras regresamos de la convención. Después voy a exigirle a Edward que se haga cargo de su ex prometida.
AP: Rogelio, esa mujer no me agrada y tampoco a Margarito.
R: De ti lo comprendo, pero que no le agrade a mi chamaco es para pensarse.
AP: (¿?), ¿Por qué lo dices?
R: Porque me imagino que la tal Helena es guapa y por obvias razones la rechazas.
AP: (ofendida), ¡no es por eso!... además, ¿no se supone que para ti yo soy la mujer más hermosa del mundo?... al menos por respeto deberías guardarte ese tipo de comentarios.
R: (intenta sonreír), Paula... no hay mujer más hermosa que tú en el mundo... ¡es más!, ¡eres la mujer más bella del universo!
AP: No intentes componer las cosas.
Haciendo un gran esfuerzo, Rogelio logra alzar una mano para que Paula la tome.
R: ¡Perdóname Paula!, sabes que no lo decía en serio.
Paula se acerca para tomar la mano que le ofrecía su esposo.
AP: ¡Más te vale Rogelio!... y más le vale a esa mustia que no ponga sus ojos en ti porque me va a conocer.
R: No seas así amor, la pobre mujer debe estar destrozada porque el idiota de Edward la dejó con todo y vestido de novia... ¿Tú crees que ahorita tiene ánimo de volver a tener una relación?
AP: ¡Ahora resulta que eres el defensor de las mujeres abandonadas!... si quieres puedes intentar ayudarla para que se recupere más pronto.
R: No es mala idea.
Paula intenta zafarse, pero Rogelio la jala haciendo que caiga a unos centímetros de su boca.
AP: ¿Cómo que estás recuperando la fuerza muy rápido?... el deseo de conocer a esa mustia debe ser grande.
R: Mi deseo no es por ella, si no por ti... no te imaginas lo que daría por tener las fuerzas suficientes para demostrarte que la única mujer a la que deseo con toda mi alma, eres tú.
AP: (acaricia con sus labios los de él), tal vez tú no tengas fuerzas, pero estoy segura de que sientes mis caricias.
R: (tenso), ¿y eso qué significa?
AP: Que no puede haber en el mundo mejor venganza que ésta.
Paula termina por besarlo completamente y al mismo tiempo baja sus manos proporcionando un sinfín de caricias por todo el pecho de su esposo. Muy despacio comienza a recorrer con sus labios el rostro de Rogelio, deteniéndose en el lóbulo de su oreja. Con esto él sintió la más grande desesperación que pudiera imaginarse y haciendo uso de toda la fuerza que tenía, logra abrir los ojos en un intento fallido de escapar del mundo al que su esposa lo estaba llevando. La tortura hubiera continuado de no ser porque María entró a cuarto y Paula vuelve a separarse rápidamente.
María: Muchachos, yo les recomendaría que esperaran a estar en la hacienda, porque aquí entran y salen las enfermeras y no creo que les guste que a cada minuto les corten las inspiración.
AP: (apenada), ¿desde cuándo dice cosas como esas María?
María: ¡Hay hija!... tengo casi cuatro años viéndolos así, que ya nada me sorprende y se me está pegando la forma de hablar de Rogelio.
R: ¡Muchas gracias María!, de no ser por ti, en este momento estaría muerto por la desesperación a la que me estaba llevando Paula.
AP: No sigas acumulando castigos porque Ernesto dice que te vas a quedar así por lo menos una semana y media...
Paula se fija bien y nota que los ojos de Rogelio están abiertos y por la emoción se abalanza sobre él prodigándolo de besos.
AP: ¡Gracias a Dios que ya abriste los ojos!... ¡amor, esto es fantástico!... eso quiere decir que el medicamento está funcionando a la perfección y pronto saldrás de aquí.
R: Pues el medicamento no fue el que me ayudó, sino tus caricias.
AP: (vuelve a besarlo), si esto es lo que te ayuda, me quedo contigo toda la noche para ver cuántos músculos puedes mover de aquí a mañana.
María: (carraspea), Entonces yo me regreso a la hacienda... Benjamín ya llegó y sólo venía a despedirme.
AP: Discúlpenos María, pero no puedo evitarlo.
María: No tienes porque disculparte hija y menos cuando todo ese amor que se profesan, es capaz de darles la fuerza necesaria para salir adelante ante cualquier cosa, (se aproxima a Rogelio), y tú hijo, por favor no vuelvas a darle preocupaciones a Paula... si la hubieras visto llorando por ti, estoy segura que jamás te atreverías a ser tan inconsciente con tu salud.
AP: María por favor, no es necesario que...
R: Perdóname Paula, no creí que lo de la anemia y el exceso de trabajo me dejarían tan mal, pero te juro que desde ahora voy a darle más prioridad a mi familia... mis deberes jamás serán más importantes que ustedes.
AP: No me lo jures Rogelio... ¡hazlo!
R: ¡Lo haré!
María: Bueno muchachos, ahora sí me voy. Mañana vengo después de dejar a Margarito en la escuela.
María los deja solos y como ya no querían pasar vergüenzas si alguien entraba de nuevo y los encontraba demostrándose su amor, prefirieron dormir, (Paula en el sillón).
Día siguiente – Casa de Dany:
Dany se levantó temprano a esperar a su esposo, pero dieron las nueve de la mañana y no llegaba. Preocupada por lo que pudiera haberle pasado, se va a su casa en donde estuvo tocando la puerta por espacio de dos minutos, hasta que una vecina le dijo que lo vio salir en la madrugada. Con un mal presentimiento se dirige a la clínica para preguntarle a la única persona a la que Alejandro le tenía plena confianza.
Paula estaba dándole de desayunar a Rogelio. Él se quejaba constantemente del tipo de comida que le habían llevado, (papillas y licuado de verduras), pero su esposa logró que se acabara todo. Al terminar de comer, se ponen a platicar sobre lo sucedido con Alejandro. Rogelio le dice que éste le pidió no decirle a Dany que estuvo ahí y aunque Paula sentía que su amiga estaba realmente enamorada de él, aceptó no evidenciarlo.
Como su esposo se quedó dormido, ella iba a ir por un café, pero al momento de abrir la puerta, Dany entra presurosa obligándola a dar unos pasos hacia atrás.
AP: ¡Por Dios Dany!, ¡casi me tiras!
Dany: ¡Dime que Alejandro todavía está aquí!
AP: No Dany... Alejandro no ha venido.
Dany: (desesperada), no me mientas Ana Paula, lo conozco y sé que cuando se siente mal, busca a Rogelio.
AP: ¿Y por qué habría de sentirse mal?
Dany: Por todas las estupideces que hice anoche.
Dany se abraza de su amiga y comienza a llorar con fuerza.
Dany: Ayer nos casamos por el civil... amiga, me sentí tan feliz cuando el juez nos dijo que ya éramos marido y mujer, que estuve a punto de reconsiderar el plan que tenía, (aumenta el llanto), pero por estúpida no lo hice.
AP: (¿?), ¿Cómo está eso de que se casaron por el civil?, ¿y de qué plan estás hablando?
Dany: Alejandro piensa que acepté casarme con él por cariño y tú sabes que eso no es verdad... lo amo con toda mi alma e incluso busqué mil formas para estar con él, pero siempre se portó como un caballero.
AP: El que tengan una relación íntima no le dice nada.
Dany: Lo sé, y por eso le pedí que nos casáramos por el civil... tenía la tonta idea de demostrarle mi amor antes del matrimonio por la iglesia, pero en el plan no estaba incluida la parte de la noche de bodas... ¡Dios!, no te imaginas lo que me costó levantarme de esa cama.
AP: ¿Lo detuviste cuando estaban por..., ¡Dany!, si hiciste eso, ahora comprendo porque llegó tan enojado.
Dany: ¡Tú lo hacías con Rogelio!
AP: Lo de nosotros fue distinto... Dany, heriste su orgullo de hombre y seguramente pensó que fue por Miguel.
Dany: Esa es la razón que me hizo detenerlo.
AP: (¿?),...
Dany: Si él cree que no lo amo, es obvio que piensa que es por Miguel... ahora, ¿te imaginas lo que pudo haber pensado en ese momento que para mí hubiera sido mágico?... pensaría que mis caricias no eran para él sino para Miguel, por eso antes quería convencerlo de mis sentimientos.
AP: Debiste explicárselo como lo estás haciendo conmigo.
Dany: No me hubiera creído.
AP: ¡Hay amiga!, lo siento tanto.
Dany: Debo encontrarlo... por favor Ana Paula, dime ¿dónde está?
R: El niño se fue a Estados Unidos, pero no hay modo de que lo alcances porque salió desde las cuatro de la madrugada.
Dany: (asustada), ¡Rogelio!, ¿estabas escuchándonos?
R: Si alzan la voz, es lógico que despierten a la persona que está a unos pasos de ustedes.
Dany: (roja), ¿Y cuánto llevas despierto?
R: Desde el "¡dime que Alejandro todavía está aquí!".
AP: Rogelio, ten un poco de consideración con Dany... la pobre la está pasando muy mal.
R: Él no la está pasando mejor... pero como no me quiero quedar sin un buen abogado, la voy a ayudar.
AP: ¿Y cómo piensas hacerlo?
R: Pues fácil... que se vaya al D. F. en el helicóptero... así llegará antes que él.
AP: ¡Es verdad! Y por suerte lo solicité para que deje a Ricardo en Veracruz... ¡ves Dany!, Rogelio a veces es un pan.
R: ¿Cómo que a veces?
AP: No hay tiempo de explicarlo, (besa su mejilla), voy a llevar a Dany a la hacienda.
Paula y Dany se apuran a salir rumbo a la hacienda y Rogelio se queda pensando en el por qué Alejandro no le dijo que se casó con Dany.
Hacienda del Fuerte:
Ricardo llegó a primera hora. Vanesa lo recibió con tal efusividad, que a él le pareció más un intento de ocultar que no estaba de acuerdo con el viaje, (aunque prefirió no tocar el tema). Para tranquilizarla, la mantenía agarrada de su mano.
Hugo: ¡Buenos días señor Archer!, supongo que usted será la persona que irá a Inglaterra.
Ricardo: Llámame Ricardo... y sí, yo soy el que irá a organizar junto con la compañía Smith, la presentación de los Montero ante los ingleses.
Hugo: ¡Qué bueno!... es una pena que yo no sirva para esas cosas, (sonríe nervioso), con eso de que no hablo nada de inglés, ya no pude terminar de hacerme cargo de la convención.
Vanesa: ¿Y no va a haber maestros de inglés en la nueva escuela?
Hugo: Me parece que no, pero no estaría mal que nos dieran clases de idiomas.
Ricardo: ¿Y a ti te gustaría ir a Inglaterra, aunque no vayas como encargado?
Hugo: ¡Claro que sí!, pero soy bien bruto y solo no la hago.
Ricardo: Pues entonces prepara tu equipaje... voy a necesitar una persona que conozca a la perfección el ganado de la hacienda y quién mejor que el administrador.
Hugo: (contento), ¿En serio?
Ricardo: En serio Hugo.
Hugo: Ya que insiste, ahorita mismo voy por mis cosas, (serio), aunque Consuelo me va a matar.
Vanesa: Tú la vas a matar de tristeza cuando le digas que te irás.
Ricardo y Hugo voltean a mirarla sin poder refutar lo que acababa de decir.
Hugo: Es cierto... con permiso, voy por mi maleta.
Hugo sube a una camioneta para ir al Rancho. Vanesa se suelta del agarre de Ricardo y comienza a caminar hacia la casa.
Ricardo: ¡Espérame Vane!
Vanesa se detiene y sin voltear a mirarlo, acaricia su vientre.
Vanesa: Anoche soñé que me encontraba inmersa en la oscuridad... por más que te llamaba tú no me escuchabas y de repente comencé a sangrar como cuando estuve a punto de perder a nuestro hijo.
Ricardo: (la abraza), sólo es un sueño Vane.
Vanesa: El embarazo nos hace más sensitivas, (imprime fuerza al abrazo), vuelve pronto, tengo miedo de que algo malo pase mientras estás lejos.
Ricardo: (sonríe), nada malo va a pasar... cuando menos te des cuenta, estaré contigo y nuestros hijos.
Vanesa: ¡Dios quiera que así sea!
Ricardo: ¿Sabes?, no comí nada desde la madrugada y ya me dio hambre, ¿me acompañas a desayunar?
Vanesa: Sí.
Ambos van a la cocina y aunque Ricardo trataba de hacerla sonreír, simplemente no lo conseguía, pero como era muy obstinado, continuó haciendo el intento durante todo el desayuno. Para cuando termina, le dice que se iba a la clínica a hablar con Rogelio. Minutos después, Dany y Paula llegan a la hacienda justo cuando el helicóptero aterrizaba. Al no encontrarse Ricardo, Paula decidió que primero se llevaran a Dany y que después regresara por él.
San Gabriel – Fonda de Macaria y Ulises:
David y Helena se levantaron temprano a desayunar porque él tenía planeado volver a la hacienda.
David: (desesperado), ¿Quieres apurarte?
Helena: ¿Por qué tienes tanta prisa?
David: Porque se supone que hoy mandan al ganado a Inglaterra y si ninguno de esos peones es apto para el trabajo, lo más seguro es que te manden a ti como encargada, (sonríe), las cosas no pudieron haberme salido mejor... si tú te vas a Inglaterra, lo único que yo tendría que hacer aquí, es conseguir la confianza de la esposa del socio de Edward... con eso del que el maridito está imposibilitado para atender su negocio, la pobre va a necesitar a su lado a un hombre que la apoye.
Helena: (se ríe), ¿y tú crees que ella quiera a un hombre como tú?... ¡por favor!... serás atractivo, pero eso no te quita lo desagradable.
David: He tenido a muchas mujeres y jamás se han quejado de mí.
Helena: ¡Excepto una!... ¿verdad?
David toma su mano y la aprieta al grado de que ella se queja por el fuerte dolor.
David: (furioso), ¡Tú no entiendes!... ¡jamás vuelvas a mencionarla!, porque si lo haces de nuevo...
En un instante, David se levanta y entra a la fonda rápidamente dejando a Helena muy confundida, (aunque no tarda mucho en comprender el por qué su acompañante hizo eso). Macaria se había quedado parada en un lado de la escalera, esperando a que subiera una persona.
Macaria: ¡Hola!
Ricardo: ¡Hola bella dama!
Macaria: ¿Viene a desayunar?
Ricardo: No... vine para ver si tiene algunos pastelillos de fresa... es que a Vane le encantan y quisiera llevarle algunos.
Macaria: Tengo uno, pero es grande.
Ricardo: ¡Ese está bien!, de todas maneras no va a durar ni un día.
Macaria entra y minutos después sale con una caja que le entrega a Ricardo.
Macaria: (medita), ¡hay sí es cierto!, yo lo he visto con la señora Vanesa... usted es su...
Ricardo: (sonriente), soy su esposo... ¿no me diga que no lo sabía?
Macaria: La verdad no... ¿entonces usted es el concuño del patrón?
Ricardo: Así es.
Macaria: ¡Ah!, (mueve sus manos), ¡discúlpeme!, ya no le quito su tiempo... si me ve mi marido que estoy interrogándolo me va a ir muy mal.
Ricardo: No se preocupe, no es un secreto, (baja los escalones), bueno bella dama, nos vemos luego.
Macaria: ¡Hasta pronto!
Ricardo se aleja de la fonda y después sale David.
David: ¿Qué demonios está haciendo aquí ese imbécil?, (preocupado), ¿acaso ya sabe que estoy aquí?
Helena: No queridito... ese tipo ni siquiera me vio. Pero ¿a que no te imaginas de quién es concuño?
David: ¿De quién?
Helena: Del socio de Edward.
David: (alterado), ¿Qué dices?... ¡maldita sea!... si ese imbécil está aquí, no voy a poder ni acercarme a la hacienda.
Helena: ¿Y por qué?... han pasado tantos años y has cambiado de apariencia tantas veces, que ni siquiera Edward te reconocería.
David: Edward y Allison tardaría un poco, pero ese maldito lo haría enseguida, (la levanta con fuerza), ¡síguelo!... haz lo que sea, pero quiero que averigües si se va a quedar aquí.
Helena: ¡Pero...
David: ¡Cállate y ve tras él!
Helena se zafa y aunque quería negarse, sus intereses estaban de por medio, así que al final se pone a seguir a Ricardo.
Clínica de San Gabriel:
Desde que Paula y Dany se fueron, Rogelio se dedicó a mover sus manos y piernas. Poco a poco sentía cómo regresaba la fuerza en sus músculos y eso lo puso contento pues mientras más rápido se aliviara, más pronto saldría de la clínica. Un golpe en la puerta lo hizo dejarse caer en la cama para que no se dieran cuenta de su avance.
Ricardo abre la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido y deja al lado de la almohada de Rogelio un ramo de flores que pasó a comprar. Debido al aroma tan dulce, Rogelio pensó que se trataba de Paula.
R: Ya regresaste... no sabes lo mucho que te extrañé...
Ricardo: ¿De veras hermanito?
R: (se incorpora con rapidez), ¿Qué carambas haces aquí?
Ricardo: ¡Pues cómo que qué!... ¿acaso ya olvidaste que me vas a regalar tu hacienda?
R: (exaltado), ¡Yo nunca dije que te la iba a regalar!
Ricardo: ¿Ah no?, entonces le entendí mal a Ana Paula... siendo así te voy a cobrar el doble... recuerda que tengo una familia que mantener.
R: ¿Qué dem...
Ricardo: ¡Oye!, te veo muy bien de salud... no comprendo porque Vane dijo que estarías inmóvil por varios días.
Rogelio se recuesta con cierta lentitud.
R: Estoy moviendo los músculos poco a poco.
Ricardo: ¡Qué bueno que ya estás mejor!
R: Ricardo, no quiero que le digas a Paula que ya estoy bien.
Ricardo: Si tu quieres no le digo nada, pero a cambio quiero pedirte un favor.
R: (¿?), ¿Qué favor?
Ricardo: Lo que sucede es que el banco norteamericano va a enviarme el dinero que tenía guardado allá y se va a depositar en una cuenta en el banco de Tuxtla... parte de ese dinero será para que Vane compre una casa, pero como no estaré para acompañarla, quisiera pedirte que la ayudes.
R: ¿Y por qué te urge que la compre?... ella puede vivir en la hacienda hasta que regreses... ¡es más!, ustedes pueden quedarse el tiempo que deseen.
Ricardo: Es que no quisiera incomodar a Ana Paula... Vane es su hermana, pero aún es muy pronto para que tengan una relación estrecha, y lo más prudente es que vivamos separados de ustedes... no te preocupes, el dinero es suficiente para contratar un personal que se quede con ella mientras regreso.
R: ¡Ta bueno!, si es eso lo que quieres, no puedo obligarte a que cambies de opinión.
Ricardo: Hay algo más.
R: ¿Y qué es?
Ricardo: Lo que sobró del dinero de mi hacienda también lo van a mandar y aunque no era mucho en ese entonces, creció porque gané varias carreras en el tiempo que estuve en el Hipódromo. Todo eso es la herencia para mis hijos y Vane... por favor, ve con tu abogado que quede estipulado.
R: Lo dices como si no fueras a regresar.
Ricardo: No es por eso, pero es mejor dejar las cosas arregladas en caso de algún imprevisto ¿no crees?
R: No pues sí... yo también lo hice hace tiempo... aunque deberías pensar en lo que realmente haría feliz a Vanesa.
Ricardo: (¿?), no te entiendo.
R: ¿Tres años y ni siquiera piensas convertirla en tu esposa?
Ricardo: (suspira), es bueno que me vaya por un tiempo... cuando regrese y sí las cosas no cambian, se lo voy a pedir.
R: ¿De qué cambio hablas?
Ricardo: (sonríe), de ninguno en especial y cómo ya se acerca la hora de irme, me regreso a la hacienda... no quisiera llegar tarde a Veracruz. Según me dijo Hugo, los camiones con el ganado salieron desde ayer y sólo faltaríamos nosotros.
R: ¿Nosotros?
Ricardo: Se me estaba pasando decirte que voy a llevarme a Hugo para que aprenda todo lo necesario.
R: ¿Me lo vas a dejar capacitado?... ¡vaya!, jamás creí que te tomarías el tiempo de hacer algo así.
Ricardo: No siempre voy a estar para ayudarte y lo mejor es que tengas un apoyo extra.
R: Si somos familia, podríamos trabajar juntos.
Ricardo: Yo me refería a otra cosa, pero sabes que cuentas conmigo para lo que necesites, (le da un golpe en el hombro), hasta luego, y no se te olvide lo que te pedí.
R: (se soba), cuando esté en Inglaterra te aseguro que éste golpe te lo voy a devolver.
Ricardo: ¡Eso espero!
Rogelio sonríe a modo de confirmación. Ricardo sale del cuarto y al dar la vuelta por un pasillo, choca con Helena.
Ricardo: ¡Vaya que tiene el cuerpo duro!
Helena: ¿Qué dijiste mal educado?
Ricardo: Que lamento el haber chocado con usted... la verdad sí me dolió el golpe.
Helena: ¿Tú crees que es muy gracioso lo que dices?
Ricardo: (serio), no estoy haciéndole ninguna broma... simplemente le digo lo que me molesta.
Helena: (trata de acariciar su rostro), Cuando hablas así te escuchas más varonil.
Ricardo: (se retira), y cuando usted habla así, se refleja menos atractiva... ¡claro!, le digo esa en lugar de la palabra con "Z".
Helena: ¡Eres un idiota!
Ricardo: No me lo dice alguien mejor.
Helena: ¿Cómo te...
Ricardo: Señorita, si venía a ver a Rogelio para lo de su empleo, déjeme decirle que yo acabo de ocupar su lugar... aunque si va a seguir insistiendo en trabajar con los Montero, entonces le recomiendo que los busque dentro de una semana... quizás para ese momento ya la puedan recibir, (pasa a un lado de ella), por cierto, no intente solicitar informes de su cuarto... todos tienen prohibido dejar pasar a personas ajenas a la familia... nos vemos, (sarcástico), señorita.
Ricardo da la media vuelta y sale de la clínica. Helena iba detrás de él, pero cómo se subió a su coche, regresó con David a contarle lo que pasó.
Helena: Nunca me imaginé que ese idiota me hablaría de esa manera, (alterada), ¡sí se ve muy tranquilo!
David: Es una apariencia... ese miserable me causó muchos problemas en el pasado y créeme cuando te digo que mientras siga con los Montero, no podremos quitarles nada.
Helena: ¿Entonces nos vamos a ir de aquí?
David: No... ya es tiempo de arreglar cuentas con mi amigo y para eso los Montero nos van a ser de mucha ayuda.
Helena: ¿Y cómo lo vas a hacer si ese idiota está cerca?
David: Se va a ir a Inglaterra y con esa distancia es imposible que pueda hacer mucho. Sin embargo quiero ir a Tuxtla a ver a tu amigo... Tengo que saber todo sobre Rogelio Montero para utilizarlo a mi favor... Mientras regreso, tú vas a continuar pidiéndoles empleo y por tu bien, será mejor que logres que te den uno, aunque sea de sirvienta.
Helena: Muy bien queridito... te aseguro que cuando estés de vuelta, ya estaré trabajando con los Montero.
David deja el dinero en la mesa y los dos regresan a la pensión.
Aeropuerto del D. F.
Dany llegó directamente al aeropuerto. En cuanto bajó del helicóptero, llamo al penthouse de Alejandro para saber si había estado ahí. Alma le dijo que sí, pero que sólo fue a recoger unos documentos y se fue a casa de su colega para luego irse a tomar el avión. Como no sabía si su esposo compró los boletos con anticipación, prefirió esperarlo sentada cerca del mostrador. Media hora después, pudo verlo llegar junto con una mujer muy elegante y bonita. De inmediato se levanta y se aproxima a ellos, (ambos le daban la espalda).
Dany: ¡Hola Alejandro!
Alejandro voltea sorprendido y por culpa de eso no pudo articular palabra alguna. Fabiola la miraba de pies a cabeza con algo de recelo.
Fabiola: ¡Alejandro!... ¿no vas a presentarme?
Alejandro: ...
Dany: Yo soy su...
Alejandro: Es una amiga que conocí en Tuxtla... Se llama Daniela Gutiérrez.
Escuchar esas palabras fueron puñaladas en el corazón de Dany. Estaba consciente que ella le pidió que no le dijera a nadie que eran esposos, pero nunca pensó que le doliera que la negara. Para Fabiola la mirada de Alejandro, le demostraba que esa mujer era más que una simple amiga, pero para aparentar le extiende su mano y Dany le corresponde.
Fabiola: Es un gusto señorita Daniela... honestamente no sabía nada de usted, Alejandro jamás la menciona.
Dany: (triste), Quizás porque con tanto trabajo se le olvidaba hacerlo.
Fabiola: Tal vez sea por eso.
Alejandro: Fabiola, ¿podrías ir a confirmar nuestro vuelo?
Fabiola: ¡Claro!
Dany: Te acompaño... necesito comprar mi boleto.
Fabiola hace una mueca de disgusto, pero acepta ir con Dany. Alejandro toma asiento en una mesa y pide un café. Dany llega poco después y se sienta a su lado.
Alejandro: ¿A qué debo tu presencia Daniela?... creí que estabas en San Gabriel.
Dany: Te estuve esperando... supongo que se te pasó ir por mi y Rogelio me ayudó dejándome venir en el helicóptero.
Alejandro: No se me pasó. Simplemente no consideré necesario que vinieras con nosotros.
Dany: Eres mi esposo y mi lugar está en donde estés tú.
Alejandro: ¿Tú piensas que tu lugar es conmigo?
Dany: Por supuesto que...
Alejandro: Tú me pediste una cosa ayer, y hoy te la pediré yo.
Dany: ¿Qué es lo que quieres?
Alejandro: Que me prometas que no hablarás de nosotros durante éste viaje y mucho menos con Fabiola.
Dany: ¿Y por qué con ella no?
Alejandro: Porque la conozco desde hace años y la quiero... si sabe que hice una tontería perdería su respeto.
Dany: ¿Le llamas a nuestro matrimonio, tontería?
Alejandro: Lo es cuando no se medita y eso fue lo que hicimos.
Dany: El amor no se medita... se siente y yo te a...
Fabiola: Ya es hora. Alejandro, tu amiga tiene un lugar alejado del nuestro, ¿quieres que cambie el asiento con ella?
Alejandro: No te preocupes Fabiola... tú y Daniela irán juntas, yo tomaré el de ella.
Dany quiso decir algo, pero Alejandro se levanto y junto con Fabiola se fue rumbo a la puerta para abordar. Ella iba detrás tratando de no quebrarse pues eso la haría querer huir y no estaba dispuesta a dejar que él ganara.
Hacienda del Fuerte:
Todos se encontraban en el paraje donde en poco tiempo Ricardo llegaría para subir al helicóptero, (Hugo también estaba ahí). Vanesa y Ricardo iban caminando despacio porque ella inconscientemente se negaba a llegar.
Ricardo: ¿Te sientes mal Vane?
Vanesa: No... pero siento como sí mis pies se hubieran vuelto de plomo.
Ricardo: ¿Quieres que te cargue?
Vanesa asiente y él la carga hasta el lugar donde Paula estaba parada.
Ricardo: (la baja), ¡Le gusta que la consientan cuando está embarazada!
AP: A toda mujer le gusta que la mimen, aunque no esté embarazada.
Ricardo: Lo tendré en cuenta, (le da un beso a Vanesa), ya es hora.
Vanesa: Lo sé... por favor... ¡vuelve pronto!, (llorando), ¡Te amo!
Ricardo: Yo también te amo.
Ricardo vuelve a besarla y al separarse ella llora más fuerte. Paula se acerca y la abraza tratando de calmarla. Él toma la mano de su cuñada.
Ricardo: Por favor... ¡cuídala mucho!
AP: ¡Ve tranquilo!... ¡Te prometo que lo haré!
Él sonríe y enseguida da la vuelta para dirigirse al helicóptero. Cuando están despegando, Ricardo se despide con su mano y Vanesa le corresponde.
Vanesa: Ricardo jamás me había dicho que me ama.
AP: (¿?), ¿Cómo dices?
Vanesa: Que ésta es la primera vez que me dice algo así... sólo espero poder oír esas palabras de nuevo.
AP: Lo harás Vanesa... Ricardo va a regresar y cuando lo haga, serán muy felices.
Vanesa ya no responde... sólo se dedica a mirar cómo el helicóptero se aleja cada vez más, aumentando en su pecho, ese miedo que no la abandonaba desde que supo que Ricardo se iría.
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