CAPÍTULO 36
Había pasado más de un mes del bautismo de los gemelos.
En ese tiempo, Paula regresó a su puesto en el Rancho la Negra y como acordaron, Rogelio cuidaba de sus cuatro hijos en las mañanas y ella por las tardes. El ritmo de trabajo continuaba siendo el mismo, pero con la unión de la pareja se solventaba mejor y eso les permitía disfrutar más tiempo en familia, (hasta Consuelo y Hugo salieron beneficiados). Todas las tardes, Rogelio y Margarito salían a cabalgar para que el jovencito terminara de tomarle confianza a su caballo, (acompañados ocasionalmente por Paula y Mary).
La escuela que se construyó en las tierras del Fuerte estaba a unas semanas de ser inaugurada. Consuelo, Dany, Mercedes y Paula se dedicaron a entrevistar a los candidatos(as) para el puesto de profesor. Luego de muchos días de buscar, finalmente contrataron a cuatro señoras y un señor perfectamente calificados y con excelentes referencias, (que por la edad habían sido rechazados en otras instituciones).
Desde que Jennifer y Laura regresaron a Estados Unidos, perdieron toda comunicación con ellas. Paula estaba preocupada porque aunque no conocía bien a Jennifer, suponía que había caído nuevamente en depresión. Por tal motivo, le pidió a Rogelio que hablara a la empresa de Edward, pero no lo encontraron. La secretaria les dijo que estaría ausente algunas semanas debido a un asunto personal. Tal hecho les confirmó que sí se había casado, (sólo esperaban que Jennifer no se enterara).
Al finalizar los asuntos en Santa Catalina, Alejandro le pidió a Dany que lo acompañara al D. F. a una cita previamente establecida con el bufete de abogados. Ella aceptó enseguida porque tenía mucho tiempo deseando ver a Alma.
Antes irse, Alejandro paso a hablar con Paula sobre su tía Rosaura, pues era necesario comenzar con los trámites de liberación y quería saber lo que el matrimonio decidió respecto a ese asunto. Aunque Paula quería ir a verla, la corta edad de los gemelos y el trabajo pendiente, no le permitían salir por el momento. Así que le pidió que le entregara un sobre con una carta y un álbum de fotografías, porque lo más seguro era que se negara a volver a la Hacienda y con aquél detalle sentía que podía convencerla. Cuando todo estuvo listo, Alejandro y Dany partieron rumbo a Tuxtla.
Como lo hacían cada viernes Rogelio y Ernesto se encontraban en la fonda de Macaria y Ulises jugando una partida de dominó, (Ernesto llevaba varias ganadas).
Ernesto: (riéndose), ¡Hoy has estado muy distraído!, con ésta ya son cinco veces que te gano... ¿hay algo que te esté inquietando?
R: ¡La mera verdad sí!... en unos días llega mi concuño y aún no sé cómo voy a reaccionar al verlo.
Ernesto: ¡Pues como el buen anfitrión que eres!... ¿o lo que te incomoda es ver a Vanesa?
R: En parte.
Ernesto: Me imagino que te es difícil convivir con la mujer que fue más que tu cuñada ¿no?, sobre todo porque esta situación no debe ser agradable para Ana Paula.
R: (suspira), no se trata de eso, mi incomodidad es por la presencia del tal Ricardo. Ese tipo tiene un pasado lleno de intriga y traición... tú sabes que ya no quiero volver a pasar por cosas así.
Ernesto: No te adelantes a sacar juicios. Primero trátalo, pregúntale las dudas que tienes y si al final resulta ser un sujeto igual a Bruno, pues pídele que no vuelva a San Gabriel.
R: ¿Y qué hago con Vanesa?... al final de cuentas ese hombre es su marido y debe amarlo. No será sencillo abrirle los ojos.
Ernesto: Vanesa no es una niña y entenderá que no le conviene un tipo como él. Además, ¿quién te asegura que su amor por el marido es más grande que el que llegó a sentir por ti?... En lo personal pienso que sí tú le dices que no es buena persona, lo deja de inmediato.
R: Pues a mí me dio la impresión de que está muy enamorada... Con decirte que si te ocurre hablar mal del maridito, es capaz de golpearte.
Ernesto: ¿En serio?, (pensativo), recuerdo que Dany nos contó que es muy risueño y que cuando se lo dijo a Vanesa, se molestó porque pensó que lo estaba criticando.
R: Lo mismo nos pasó a Paula y a mí... por eso dudo que me crea.
Ernesto: Mira Rogelio, como te dije antes, deja de atormentarte con lo que todavía no sucede y mejor págame lo ganado el día de hoy.
R: (¿?), ¡Qué hábil para cambiar de tema!, (busca el dinero en su pantalón), ¿y lo quieres ahorita?, ¡hombre!, sí todavía no nos vamos.
Ernesto: Es que no quiero que me hagas lo mismo que a Alejandro.
R: (le extiende los billetes), ¡Ese niño es un tramposo!... siempre termina ganándonos en todos los juegos, ¿no se te hace raro?
Ernesto: Será porque se dedicó a trabajar en bares cuando era adolecente y ahí aprendió mucho sobre estos jueguitos.
R: ¡Aprendió malas mañas querrás decir!
Ernesto: ¡Alejandro es muy honrado y lo sabes mejor que nadie!, todo lo que tiene lo ha ganado con trabajo, (sarcástico), ¡demasiado trabajo diría yo!
R: ¡Lo sé!, ¡el niño es increíblemente adicto al trabajo y siempre anda en busca de nuevos proyectos!, por eso se fue al D. F... al parecer le ofrecieron otro caso.
Ernesto: ¿Otro?, ¡es algo de no creerse!... Entiendo que el trabajo es indispensable para tener una vida tranquila, pero lo de él ya es un vicio... Ojalá que se dé cuenta de lo que está perdiendo por ser tan obsesivo.
R: ¡Qué se va a dar cuenta!... aunque a lo mejor le espanta la idea de echarse la soga al cuello... ¡No entiendo a qué le tiene miedo!... El matrimonio no es tan malo.
Ernesto: (¿?), ¿No es tan malo?... eso sonó como si el tuyo tuviera cosas malas.
Ulises se acerca a la mesa para dejar una jarra con agua.
R: (¿?), ¿Y esto que es Ulises?
Ulises: (¿?), Su bebida patrón.
R: Te pedí una cerveza.
Ulises: Perdón patrón, pero la señora Montero me dijo que por nada del mundo le sirva alcohol... recuerde que usted me ordeno que siempre debía obedecer a la patrona por sobre cualquier cosa.
R: ¡Sí pero esto es distinto!
Ulises: ¡Patrón!, sabe que no me gusta llevarle la contra, pero si la patrona se entera que le serví alcohol, segurito deja de comprar la despensa aquí.
R: ¡Ta bueno!, luego hablo con mi mujer.
Ulises: ¿Le dejo el agua?
R: (sarcástico), Tengo la boca seca, ¿tú qué crees?
Ulises pone la jarra en la mesa y se va de inmediato.
R: (se sirve un vaso), A esto me refería cuando dije que el matrimonio no es tan malo... Tú sabes cuánto amo a Paula, pero últimamente cuida todo lo que como... ya ni siquiera me deja tomar un vino tinto.
Ernesto: Tal vez ya se dio cuenta que andas bajo de energía. Recuerda que aún tienes anemia porque no te cuidas como te he dicho y con eso de que a veces te duele la cabeza, seguro ya sospechó. Ana Paula es enfermera y serás muy tonto si piensas que puedes engañarla.
R: ¡Sí pero tampoco soy un chamaco como para que me esté cuidando de esa forma!
El celular de Rogelio suena y de inmediato contesta.
R: (meloso), ¡Hola amor!... sí, todavía estoy en la fonda, pero no te preocupes que en unos diez minutos me regreso a la Hacienda... ¡yo también te amo Paula!, nos vemos, (cuelga).
Ernesto: ¡No me digas!... también te cuida los horarios, (se ríe), pues querido amigo, no me gustaría ser tú.
R: ¡Que chistoso!... ¿y de qué me criticas?, tú le pides permiso a Mercedes para venir aquí. Al menos a mí no me ponen peros porque mi mujer es muy comprensiva.
Ernesto: ¡Está bien, lo acepto!... (Suspira), ahora empiezo a entender el por qué Alejandro le huye al matrimonio.
R: Creo que a partir de hoy voy a dejar de criticarlo.
Ambos chocan sus puños mientras reían por el comentario.
R: Hablando en serio, la verdad es que nunca cambiaría lo que tengo por una supuesta libertad.
Ernesto: Ni yo... Mercedes y Gerardo son lo más bonito que la vida me ha dado.
R: Paula y mis cuatro chamacos son lo que siempre le pedí a Dios... No comprendo cómo es que algunos niños e idiotas desperdician el tiempo con inseguridades.
Ernesto: ¿Hablas de Alejandro y el señor Sanders?... amigo, tu preocupación demuestra lo buen amigo que eres, nada más que no se te olvide que la felicidad depende de cada uno, y sólo ellos podrán decidir si la quieren tener o la dejan ir.
R: ¡Mmmm!, así como van no la encontraran nunca... pero ese es su problema, (se levanta), perdona Ernesto, el deber me llama, nos vemos.
Ernesto: (viendo su reloj), ya es muy tarde... yo también me voy... hasta luego Rogelio.
Rogelio estaba bajando los escalones cuando recuerda una cosa y regresa con Ernesto.
R: Se me estaba pasando decirte que el domingo celebramos los cuatro años de Mary. A Paula y a mí nos dará mucho gusto que nos acompañen Mercedes, Gerardo y tú.
Ernesto: ¡Ahí estaremos como siempre Rogelio!
R: ¡No se te vaya a olvidar!
Ernesto: Por supuesto que no.
Rogelio se apresura a subir a su camioneta y se va rumbo a la Hacienda. Después de pagar el agua, (Rogelio se fue sin hacerlo), Ernesto regresa con su familia.
Hacienda del Fuerte:
Paula y Consuelo se encontraban revisando unos documentos en el despacho.
Consuelo: (le extiende un papel), con esto terminamos con el pedido que sale mañana rumbo a Monterrey.
Paula lo firma y de inmediato se deja caer en el respaldo de la silla.
AP: ¡Gracias a Dios!, sí me hubieras dado otro documento para leer te juro que me muero.
Consuelo: ¡Discúlpeme patrona!, pero usted sabe que éste negocio es uno de los más importantes para el Rancho después de los del señor Sanders.
AP: Ya lo sé Consuelo... ahora que he vuelto a llevar los asuntos del Rancho y algunos de la Hacienda, me doy cuenta que Rogelio debió pasarla muy mal atendiendo el trabajo y dándonos tiempo a su familia.
Consuelo: Así es... el patrón se esforzó mucho para cumplir con los dos
AP: (sonríe), ¡Sí!... ¡mi Rogelio es maravilloso!
Consuelo: ¡Y bien responsable!, (hace memoria), ¡Oiga, por cierto!, acabo de recordar que los socios de la Compañía Smith tenían que hablarles para coordinar el evento que organizan los ganaderos de Europa... ¿todavía no lo hacen?
AP: No... pero no te preocupes, si no llaman en el transcurso de la semana que viene, Rogelio o yo tendremos que ir a Estados Unidos a investigar lo que sucede... Ese evento es muy importante para la Hacienda y el Rancho porque nos dará a conocer en toda Europa, y no debemos dejarlo pasar por nada del mundo.
Consuelo: Tiene razón, (se levanta), mañana le digo a Hugo y Pancho que hay que ir preparando los especímenes que se van a llevar para mostrarle a los europeos.
AP: No te presiones Consuelo, todavía no hay la fecha y yo pienso que será en uno o dos meses.
Consuelo: No importa... lo mejor es tener todo listo para que no nos agarren las prisas.
Consuelo camina hasta la puerta y la abre.
Consuelo: ¡Hasta mañana patrona!
AP: ¡Hasta mañana Consuelo!, descansa y muchas gracias.
Consuelo: Igualmente.
Consuelo sale del despacho y Paula cierra los ojos porque le ardían debido al cansancio. Llevaba varios minutos así, cuando de pronto siente sobre sus labios la humedad de otros a los que conocía perfectamente. Se separa un poco y abre los ojos encontrándose con los de Rogelio.
R: (sonríe), ¿Durmiendo sin esperarme?
AP: Te tardaste mucho y Consuelo aprovechó para pedirme que revisara unos documentos... ¡ya te imaginaras lo cansado que es leerlos!, (toma su rostro con su mano), amor, sabes que nunca me iría a la cama sin cerciorarme de que estás bien.
R: Lo siento Paula, no me fijé en la hora... pero ya estoy aquí, así que vámonos a descansar.
Rogelio la carga para subir a su recámara.
Recámara del matrimonio Montero:
Juanita estaba sentada en una silla al lado de la cuna de los gemelos, (Paula le había pedido que se quedara con ellos cuando bajo al despacho a revisar los documentos que iba a firmar). El matrimonio entra y Juanita se levanta asustada porque se encontraba cabeceando.
Juanita: ¡Patrones!, los gemelitos están bien dormiditos y como tenía sueño cerré los ojos y...
AP: No te disculpes Juanita, ya es muy tarde y todos deberíamos estar descansando, pero como un inconsciente se tomó más tiempo del que debería, terminó por desvelarnos.
R: ¡Pero sí sólo me retrasé una hora!
Juanita: Dos patrón... usted siempre llega a las nueve y ya son las once.
R: (hace muecas), No me ayudes Juanita.
AP: Ya puedes retirarte Juanita, descansa y mañana no te levantes temprano a hacer el desayuno... Rogelio será quién lo hará.
Juanita: Como ordene patrona... con permiso patrón.
Juanita sale de la recámara muy tranquila, pues conociendo a sus patrones, en la mañana los vería de lo más contentos.
Rogelio baja a Paula y ésta se acerca a la cuna para acariciar el rostro de sus hijos. Después vuelve con su esposo que tenía las facciones algo serias.
AP: ¿Te enojaste?
R: (sarcástico), ¡No que va!, ¡sí me encanta que me dejes mal parado con medio mundo!
AP: ¿Mal parado?, ¿lo dices por el desayuno?, (trata de abrazarlo pero él se aleja), amor, no lo hice porque quisiera dejarte en mal con Juanita, lo que sucede es que me gusta más lo que preparas.
Paula logra abrazarlo y aunque al principio él se negaba, termina correspondiéndolo.
R: Te gusta hacerme enojar ¿verdad?
AP: (lo besa), lo que me gusta es contentarte.
R: ¡Ta bueno!... conténtame.
Ambos se besan mientras iba acercándose a la cama, en donde se dejan caer para dar rienda suelta a su amor.
En la mañana, Juanita va a la cocina y se encuentra con su patrón preparando unos hot cakes, (él no la vio, así que se retira a su cuarto), pero como iba muy aprisa, choca con María haciendo que ésta tire unas sábanas que llevaba a la recámara del matrimonio.
Juanita: Perdón seño María, (recoge las sábanas).
María: ¿Por qué ibas corriendo?, ¿a poco ya se despertaron los patrones?
Juanita: El patrón ya está despierto, la patrona no sé, pero le recomiendo que lleve las sábanas hasta después.
María: ¡Ah, ya!, de nuevo andan con esos jueguitos, ¡bueno pues las llevo más tarde!
Juanita: (mirada soñadora), ¡Hay seño María!, ¡que envidia!... los patrones cada día se ven más enamorados y una no sale ni con rifa.
María: ¡Niña!, ¿qué cosas dices?... a parte ¿cómo quieres conseguir novio si nada más andas metida en la casa?... lo que debes hacer es pedirle a Paula unas vacaciones, y mejor hazlo antes de que se vayan al evento Europeo... acuérdate que como nana de los gemelitos te toca cuidarlos.
Juanita: ¡Sí verdad!, le voy a decir cuando terminemos de atender a las próximas visitas... ¿viene la hermana de la patrona y su esposo, no?, ¿usted sabe sí falta mucho para que lleguen?
María: Dijo Paula que estarían aquí en mes y medio... yo creo que los tendremos en la Hacienda pasando el fin de semana.
Juanita: Por si las dudas voy arreglando el cuarto de visitas... algo me dice que van a llegar antes de lo planeado... con permiso seño María.
Juanita se dirige al cuarto que estaba junto al que usaba Paula y se pone a sacudirlo, María regresa a su recámara a seguir descansando, porque siendo fin de semana, los únicos que se levantaban temprano eran los patrones.
Recámara del matrimonio Montero:
Aunque Paula tenía la intención de dormir un poco más, tuvo que levantarse porque los gemelos comenzaron a llorar, (era hora de su desayuno). La cansada mamá carga en sus brazos al pequeño Rogelio, al que acuesta en la cama, y luego toma a Federico para darle de comer, (lo hacía en ese orden pues Federico era el que comía menos). Al terminar de amamantarlos, Rogelio entra con un gran desayuno que pone en la mesa de centro y de inmediato se acerca a su mujer.
R: ¡Estos chamacos revoltosos te despertaron en mi lugar!
AP: ¡Claro!, ¡son igualitos al papá!
Rogelio se acomoda a un lado de Federico, (que dormía junto a su mamá).
R: Federico se parece a ti, sólo espero que no herede tu carácter.
AP: (ofendida), ¿Cómo que no herede mi carácter?
Paula se levanta para acostar a los gemelos en su cuna, (él la veía con una mirada divertida). Después de unos minutos de esperar a que su mujer volviera a la cama, y ver que no pensaba hacerlo, se apresura a llegar hasta ella y la abraza de la cintura mientras besaba su cuello.
R: Perdóname Paula, sólo quería hacerte una broma, pero creo que me excedí. Sí quieres puedo intentar contentarte como tú lo hiciste anoche, ¿te parece?
AP: (voltea y lo abraza), entonces te toca preparar lo del cumpleaños de Mary, porque no puedo quedarme a recibir tus disculpas... hoy sale un pedido a Monterrey y debo supervisarlo.
R: ¡Ese asunto no te va a llevar todo el día!
AP: Tal vez no, pero necesito dejar arreglado todo el trabajo que me sea posible.
R: (¿?), ¿Y por qué te urge?
AP: Primero contéstame esto... es referente al evento que van a hacer los europeos.
R: ¿Hablas de la convención ganaderos?, (ella asiente), ¿qué quieres saber?
AP: Es que me gustaría saber si, ¿te vas a ir solo o llevarás a Hugo?
R: ¡Estaba pensando en llevarme a mi hermosísima esposa para presumírsela a todos!... pero sí prefieres me voy con Hugo.
AP: (lo aprieta más fuerte), ¡Ni se le ocurra señor Montero!, ¡hace mucho deseo conocer Europa y esta es una buena oportunidad!, además, coincide con nuestro cuarto aniversario... voy a querer que me muestres todo Inglaterra y Francia.
R: Sólo nos va a dar tiempo de pasear por Londres porque el evento es ahí... Francia será para otro momento.
AP: (lo besa), Bueno, me tendré que quedar con las ganas de visitar París.
R: Te la muestro en la próxima convención... es una promesa.
Los dos se vuelven a besar por un largo periodo, y de no ser porque a Paula se le estaba haciendo tarde, jamás se separaban. Rápidamente se cambia y antes de salir le da un beso a sus hijos y otro a su marido... Rogelio se quedó mirando hacia la puerta unos segundos, pero finalmente decidió regresar a la cama para recuperarse del duro trabajo de la semana, (entre otras cosas).
Reclusorio Femenil de Tuxtla:
Alejandro se encontraba sentado frente a Rosaura, (que leía una carta). De pronto Rosaura comienza a llorar al momento de abrir el álbum de fotos... conforme cambiaba de página el llanto se hacía mayor. Una vez vistas todas las fotografías, lo cierra y se limpia el rostro.
Alejandro: ¿Se siente mejor?
Rosaura: Si... Parece que mi sobrina ha sido muy feliz en todos estos años.
Alejandro: Ana Paula no ha dejado de visitarla desde que está aquí... con la excepción de los meses de embarazo, y sé que ella le contaba de su felicidad, ¿acaso no le creía?
Rosaura: Es diferente escucharlo a verlo Licenciado, (acaricia el álbum), con esto he podido confirmarlo y me da gusto que Ana Paula sea feliz,... pero quisiera saber ¿a qué debo el detalle?... conozco a mi sobrina y algo tiene en mente.
Alejandro: Lo que pasa es que en unas semanas usted será puesta en libertad, y Ana Paula desea que vaya a vivir a la Hacienda del Fuerte como el miembro de la familia que es.
Rosaura: No quiero irme Licenciado... si yo me voy Cynthia se quedará sola y en las condiciones en las que se encuentra, cualquiera podría hacerle daño.
Alejandro: La entiendo señora, pero no hay nada que pueda hacer por ella. Usted ha cumplido con el pago de sus errores y tiene derecho a reintegrarse a la vida común.
Rosaura: Licenciado, dígale a mi sobrina que le agradezco sus buenas intenciones, pero aunque salga de este lugar, no voy a regresar a la Hacienda... ni siquiera tengo deseos de volver a San Gabriel. Así que cuando me liberen, buscaré una casa aquí en Tuxtla.
Alejandro: Entonces le informaré a Rogelio para que vaya buscando una casa.
Rosaura: Yo no le dije que iba a pedírsela a Rogelio.
Alejandro: ¿Y cómo planea comprarla?
Rosaura: El tiempo que llevo aquí me permitió formarme un oficio... por el momento buscaré un lugar para rentar. No se preocupe Licenciado, mi sobrina terminará aceptando mi decisión.
Un guardia les indica que el tiempo de visita ha concluido. Rosaura se pone de pie y extiende su mano para despedirse de Alejandro.
Rosaura: Nos vemos en unas semanas Licenciado.
Alejandro: Hasta muy pronto Rosaura.
Rosaura regresa a su área y Alejandro sale del Reclusorio para ir al encuentro de su novia.
Aeropuerto de Tuxtla:
Dany tomaba un café en un pequeño puesto del aeropuerto, (Alejandro la llevó ahí porque en cuanto le entregara el sobre a Rosaura, saldrían al D. F.). De pronto siente cómo la abrazan y por el miedo le avienta el café al sujeto que se atrevió a hacerlo, (el cuál lo esquivó). Dany tenía los ojos cerrados pero los abrió al instante de escuchar una risa que le sonaba familiar.
Ricardo: ¡Vaya!, nunca me habían saludado aventándome café, (recoge la taza), ¡qué bueno que no se rompió!, una vez quebré un plato y me lo cobraron como si fuera la vajilla.
Dany: (¿?), ¿Tú eres el esposo de Vanesa?
Ricardo: (sonríe), ¡Es bonito ver que al menos sabes que soy su esposo!, ¡lo malo es que se te olvidó mi nombre!
Dany: Discúlpame, en realidad sí sé cómo te llamas, (hace memoria), ¿eres Ricardo?
Ricardo: (la abraza), ¡Sí!,... aunque lo dijiste dudando y eso duele.
Alejandro se acerca hacía ellos pues Ricardo tenía fuertemente abrazada a su novia y lo peor es que ella correspondía a dicho abrazo.
Alejandro: ¿Pasa algo Dany?
Dany: (se suelta), ¡Alejandro!, no pasa nada, lo que sucede es que...
Ricardo: (serio), ¡Dany, dile la verdad!, es tiempo de que lo sepa.
Dany se quedó pasmada con semejante comentario y Alejandro estaba comenzando a molestarse por la cercanía que Ricardo tenía con su novia.
Alejandro: ¡¿Qué verdad?!
Ricardo: Es una que te sorprenderá sobremanera y que es muy importante que sepas.
Alejandro toma del brazo a su novia para alejarla lo suficiente de Ricardo.
Alejandro: ¡Daniela!, ¿me puedes explicar quién es este tipo?
Dany: (nerviosa), Él es...
Ricardo: Espera Dany querida... yo se lo digo.
Alejandro: ¿Dany querida?... esto ya es demasiado... mire señor...
Ricardo: Nada de señor, mi nombre es Ricardo Archer López y soy esposo de Vanesa Galván, (extiende su mano), ¡mucho gusto Alex!... ¿sí puedo llamarte Alex verdad?
Alejandro no correspondió al saludo, (realmente se había sorprendido por la revelación). Rogelio le platicó sobre el esposo de su cuñada, pero como él no lo vio cuando fueron a Estados Unidos, lógicamente no podría reconocerlo ya que la descripción que le dieran no la traía en la mente.
Ricardo: ¿Alex, te pasa algo?,... mira, los baños están al fondo de éste pasillo por si gustas ir.
Alejandro: (¿?), ¿Baños?
Ricardo: Como pusiste una cara extraña, pensé que era porque algo te hizo daño.
Dany: ¿Te sientes mal Alejandro?
Alejandro: No... estoy bien, pero un poco confundido. Señor Archer, me puede decir ¿en dónde se encuentra su esposa?... se lo pregunto por qué no creo que le agrade ver la forma tan poco caballerosa con la que se dirigió a mi novia.
Ricardo: Ya te dije que nada de señor, y con respecto a mi esposa, te diré que aún no llega, (mira su reloj), aunque no debe tardar. Con referente al trato hacia tu linda novia, perdonarás mi falta de modales, pero siempre he sido un poquito efusivo con las personas y no medí las consecuencias.
Dany: No tienes que disculparte Ricardo... Alejandro lamenta haberte hablado tan descortés, (mira a su novio), ¿no es así?
Alejandro: ¿Qué?
Dany: Mi amor, Ricardo no me estaba faltando al respeto... ya nos conocíamos. Además, es concuño de Rogelio y tú eres su abogado, sería bueno que comenzaran a tratarse ¿no crees?
Hubo un silencio incomodo hasta que Ricardo volvió a estirar su mano.
Ricardo: ¿Sin rencores Alex?
Alejandro: (corresponde), Te pido una disculpa, comúnmente soy más tolerante.
Ricardo toma asiento, siendo seguido por la pareja.
Ricardo: No hay nada que disculpar... con una novia tan bonita cualquiera se pone celoso.
Dany: (emocionada), ¡Hay Alejandro!, ¿te pusiste celoso?
Alejandro: (tenso), ¡yo no estaba celoso!
Ricardo: ¡Por supuesto que sí!, con decirte que vi pasar mi vida en segundos... ¡parecía que ibas a golpearme!
Alejandro: ¡Eso es mentira!, yo nunca...
Ricardo: ¿Quieren un helado?
Alejandro: (¿?)...
Dany: ¡Yo sí!
Ricardo: Voy por ellos.
Ricardo fue con el tendero y compró tres helados. Dany se encontraba incómoda por la seriedad de su novio y para relajarlo toma su mano.
Dany: Ya no estés enojado. Ricardo es un poco raro pero se ve que es buena gente.
Alejandro: No estoy enojado... pensaba que ya he tratado a alguien así.
Dany: ¿Lo dices porque habla como Jennifer?
Alejandro: ¡Exactamente!
Ricardo regresa y le da a la pareja un cono de helado. Enseguida de sentarse empieza comerse el suyo sin prestar atención a la insistente mirada de Alejandro.
Dany: Una duda Ricardo, ¿por qué Vanesa no está contigo?
Ricardo: Te cuento... yo me adelanté porque vengo del D. F.,... hace unos días estuve en una exposición de caballos en el Hipódromo de las Américas y cómo era algo pesado para Vane, decidí que mejor viniera hasta que terminara con mi compromiso... Por ese motivo, ahora me encuentro esperando que Vane y Valeria lleguen de Estados Unidos.
Dany: ¡Ah!, entonces ¿vienen a ver a los gemelos?
Ricardo: Así es, aunque también nosotros les tenemos una sorpresa.
Dany: ¿Qué sorpresa?
Ricardo: Vane quiere decírsela primero a su hermana y a Rogelio... yo le prometí que mantendría el secreto, ¡lo siento!
Dany: No hay cuidado... en cuanto Alejandro y yo volvamos del D. F. sabremos de qué se trató.
Alejandro: (se levanta), ¡Ya es hora Dany!
Dany: ¿Ya?, bueno, nos vemos en otro momento Ricardo.
Ricardo: ¡Hasta luego Dany!, ¡Cuídate Alex!
Alejandro: (¿?), Igualmente, ¡Hasta luego!
La pareja se va rumbo al avión. Minutos después de que ellos abordan, Vanesa y su hija llegan de Estados Unidos y en cuanto la familia Archer se da los saludos correspondientes, se ponen en camino a la Hacienda del Fuerte.
Hacienda del Fuerte:
Rogelio, Mary y Margarito inflaban globos para la fiesta de mañana. Cada que la niña inflaba uno, iba con su papá a que se lo amarrara y luego se regresaba a la mesa por otro.
Margarito: ¡Oye Papá!, ¿por qué pusiste a mi hermana a inflar los globos de su propia fiesta?
R: Tu hermana apenas va a cumplir cuatro años y no se da cuenta de estos detalles.
Margarito: ¿Y si mi mamá se entera?
AP: (entra al comedor), ¿De qué me voy a enterar?
Rogelio se levanta y para distraer la atención de su esposa, le da un beso mientras Margarito le quita los globos a su hermana.
R: ¿Qué tal tu día?
AP: Bien... pero aún no me responden, ¿de qué me voy a enterar?
R: Margaro hablaba de sus calificaciones... ¡vieras que buenas notas obtuvo este bimestre!
AP: ¿Ya te dieron calificaciones Margarito?, pensaba que todavía faltaba un mes.
Margarito: Lo que pasa es...
Mary se acerca a su mamá y le muestra un globo que se escondió antes de que su hermano le quitara los demás.
AP: ¿Por qué traes un globo mi amor?
La niña lo infla y se lo da para que lo amarre, Paula lo hace y cuando se lo entrega, la princesa se echa a correr a la cocina a enseñárselo a su abuela.
AP: Margarito, ve con tu hermana, tu papá y yo tenemos que hablar.
Margarito: Sí mamá, (le da una palmada a su padre), ¡suerte!
Al estar solos, Paula se acerca a su esposo con los brazos cruzados.
AP: ¡Rogelio Montero!, ¿cómo se te ocurre poner a Mary a inflar los globos de su fiesta?
R: Es que eran muchos y aún faltan cosas que preparar... María y Juanita andan con lo de la comida, Pancho me pidió permiso para irse con su mujer a Guadalajara, Hugo se regresó al Rancho, los peones están poniendo las mesas, y el resto me toca a mí... ¿no se te hace que es demasiado para una sola persona?
AP: Si no fuera porque has estado trabajando muy duro, no te escapabas de dormir en el sillón.
R: (sonríe seductor), ¡Vamos Paula!, siempre me amenazas con eso y hasta hoy no lo has cumplido porque no te gusta dormir sola.
AP: No seas presumido... puedo dormir con mi hija.
R: ¡Nuestra hija, señora Montero!
Rogelio la abraza y coloca su frente sobre la de ella.
R: Perdón Paula, no debí hacerle eso a mi princesa.
AP: ¡Lo que haces con tal de no dormir en el sillón!
R: Te lo estoy diciendo de corazón.
AP: (suspira), Lo sé mi amor.
Paula acerca sus labios a los de él para besarlo, pero uno de los peones los interrumpe.
Peón: Perdonen patrones... es que allá afuera está la hermana de la patrona y su familia.
AP: (¿?), ¡¿Hablas de Vanesa?!
Peón: ¡Sí!
R: (¿?), ¡Se supone que todavía faltaba para que vinieran!
Peón: ¿Y entonces qué hago?
R: ¿En dónde los dejaste?
Peón: ¡Aquí afuerita de la casa!... cuando les dije que podían pasar, la hermana de la patrona me pidió que les preguntara sí no había problema en que los recibieran.
AP: ¡Vanesa se está volviendo muy educada!... no te preocupes Benjamín, nosotros salimos a recibirlos.
Benjamín: Como diga patrona, (se va).
AP: No estaba preparada para ver a Vanesa nuevamente.
R: (¿?), ¿Por qué no?
AP: Por nada importante, es sólo un decir.
R: "Pues al mal paso darle prisa".
Rogelio toma la mano de su esposa y juntos salen a recibir a sus invitados, pero ambos se quedan de piedra al ver a Vanesa. Ella estaba afianzada al brazo de Ricardo, (que cargaba a su hija), e iba vestida con pantalón y blusa larga bastante holgada de color marrón, que evidenciaba su crecido vientre.
R: (voz baja), Dime que tu hermana sólo subió de peso.
AP: ...
R: ¿Me oíste Paula?
Sus invitados al notar la sorpresa en la pareja, comienzan a caminar hacia ellos. Entre más se acercaban, Paula menos podía dar crédito a lo que veía.
R: Paula, si continúas en esa actitud, van a pensar cosas que no son.
AP: (¿?), ¿Cómo?
Vanesa: Buenas tardes Paula, Rogelio.
Ricardo: ¡Muy buenas tardes!, por lo que veo aún no salen de la impresión.
R: ¡Buenas!... y no es para menos. Nunca nos hubiéramos imaginado semejante acontecimiento.
Vanesa: Estaba segura que así reaccionarían al momento de verme, (se acerca a Paula), ¿y tú no dices nada... hermana?
AP: ¿Qué puedo decirte?
Vanesa: Un "¡felicidades!"... estaría perfecto.
AP: ¡Felicidades Vanesa!
R: ¿Y cuántos meses tienes?
Vanesa: Acabo de entrar al quinto mes, (acaricia su vientre), y con las ansias que tenía de saber que es, me adelanté el ultrasonido.
Vanesa saca de su bolsa un sobre doblado y de él una foto que le muestra a Rogelio, (Paula seguía en shock).
Vanesa: Será niño... ¡no tienen idea de cuánto deseaba que fuera varón!... me encantaría ver a un pequeño Ricardito corriendo por la casa.
Ricardo: Vane dice que como no tengo ninguna foto de niño, ésta es una buena oportunidad de verme en esa etapa, (se aproxima a Rogelio), ¿cómo va a verme en mi hijo?, ¡las mujeres son muy raras!
R: Yo tampoco entiendo cómo es que nos comparan con un bebé... pero siendo honestos, mi chamaco Federico se parece a Paula.
Ricardo: (mirando a su hija), Pues Valeria se parece a mí y no a Vane... que se me hace que mi hijo se va a parecer a su madre. Ni modo, ya será para la próxima.
Vanesa: ¿Qué tanto hablas con Ricardo, Rogelio?
R: (¿?), ¿Yo?... él es quién me está hablando.
Ricardo: ¡Oigan!, no es por ser mal invitado pero, ¿Cómo cuanto tiempo nos vamos a quedar aquí parados?
R: Disculpen, (jala levemente a Paula), entremos a la casa.
Todos se dirigen a la sala y toman asiento. Poco después Juanita les deja unos vasos con agua de frutas.
Vanesa: Hace un momento me pareció escuchar que uno de mis sobrinos se llama Federico.
AP: Así es Vanesa. Tengo que pedirte perdón por no consultar la decisión contigo... ese nombre era de nuestro padre y supongo que tu deseo es ponérselo a tu bebé.
Vanesa: No hay problema Paula, mi bebé se llamará como su papá... Ricardo Archer Galván, (sonriente), ¿se oye bonito verdad?
AP: ¡Claro!, es tu primer hijo varón y son las reglas.
Vanesa: Y aunque no fuera una regla, yo soñaba con nombrarlo de esa forma.
Los esposos veían a sus mujeres platicando, (sin incluirlos en la conversación), y como ambos estaban incómodos, Rogelio le hace una seña a Ricardo para que lo siga.
R: Bueno... si nos permiten voy a llevar a Ricardo al cuarto de Mary para que Valeria juegue con ella, con permiso.
Ricardo: Al rato venimos mis hermosas damiselas.
Vanesa: Ricardo, ¿me puedes pasar los dulces que están en la maleta de Valeria?
Ricardo saca un paquete y se lo entrega a Vanesa.
Ricardo: No te excedas con los dulces, en el camino te acabaste dos bolsas y es mucha azúcar.
Vanesa: ¡Está bien!, prometo no acabarme la bolsa.
Los dos hombres, (y Valeria), se van hacia el cuarto de Mary. Ambas niñas se dieron un afectuoso saludo y sin esperar indicaciones por parte de sus padres, se ponen a jugar con unas muñecas. Rogelio lleva a Ricardo para que conozca a los gemelos.
Ricardo se emocionó al ver a los pequeños y se dedicó a hacerles muecas. Rogelio no perdía ningún detalle de su comportamiento, y por eso se dio cuenta que se estaba sobre esforzando para sacar del rostro de sus hijos una sonrisa. Luego de unos minutos, prefirió mecerlos consiguiendo que se durmieran y como tardarían en despertarse, Rogelio le dijo que mejor salieran del cuarto.
R: Espero que no te moleste mi comentario, pero noté a Vanesa un poco extraña... como que está más alegre que de costumbre.
Ricardo: Son las hormonas, ya sabes que cuando están embarazadas se ponen muy sentimentales.
R: ¡Pues tienes suerte!... cuando Paula estaba embarazada, era completamente opuesta a Vanesa.
Ricardo: ¡No te creas!, a mí parecer es peor cuando son más dulces... he consumido mucha energía en tan sólo unas horas de venida aquí.
R: ¡Ya se me hacía raro verte tan decaído!, ¡con razón te urgía sentarte!
Ricardo: ¡Lo que me urge es dormir todo el día!
R: Si gustas puedo mostrarte tu cuarto para que descanses mientras Vanesa y Paula platican.
Ricardo: Antes de eso quiero preguntarte, ¿vas a tener fiesta?... es que cuando entramos, vimos a tus peones llevando unas mesas al patio trasero.
R: Mañana es el cumpleaños de mi hija Mary.
Ricardo: ¿En serio?, de haberlo sabido traía el regalo perfecto para la pequeñita, (medita), aunque aún hay tiempo.
R: Aún hay tiempo, ¿de qué?
Ricardo se encamina hacia la salida de la casa, (seguido por Rogelio). De su coche saca unas maletas que deja en el piso y luego se sube.
R: ¿A dónde vas?
Ricardo: Por el regalo de mi sobrina, regreso en unas horas. Por favor, cuida de Vane y de Valeria... ¡ah! ¿Y si no es mucho abusar?, ¡te encargo el equipaje!
Ricardo arranca su coche y rápidamente los peones abren el portón para que salga.
R: ¡Este tipo tiene zafado un tornillo!, ¡Dios quiera que no sea hereditario!
Rogelio entra de nuevo a la casa, (con las maletas), pero como no quería ir a escuchar conversaciones de mujeres, prefirió continuar con los preparativos de la fiesta de su hija.
Ciudad de México – Penthouse de Alejandro:
El viaje fue muy corto para fortuna de la pareja. La ida hacia el complejo habitacional sí se les hizo un poco largo debido a que Alejandro decidió no llevar su coche, (demasiados trámites), y tuvieron que pedir un taxi. Antes de entrar al penthouse se detuvieron un momento para besarse. Gracias a la confianza que adquieran con el tiempo, las muestras de cariño iban en aumento y ya no era vergonzoso que los viera la gente.
Alma escuchó ruidos y de inmediato abre la puerta, haciendo que se separen.
Alma: ¡Licenciado!, ¡mil disculpas por semejante torpeza!
Alejandro: (entrando), ¡No te preocupes Alma!
Dany: ¡Hola Alma!, (la abraza), ¡hace tanto tiempo que quería verla!... no sabe lo agradecida que estoy con usted por todo su apoyo.
Alma: (¿?), ¿Apoyo?... ¿habla del "fuego que ven primero los de afuera"?
Dany: ¡Sí!
Alejandro: ¿De qué hablan?
Dany: De nada importante, (le da un beso corto), ¡mi vida!
Alma: ¿Mi vida?, lo oigo y no lo creo.
Alejandro: Bueno, me van a disculpar pero tengo algo importante que hacer, (besa las manos de su novia), no quiero que pienses que no me interesa estar contigo, por eso te pido que te pongas más bella de lo que ya eres porque voy a llevarte a sitio muy especial para los dos.
Dany: ¿Un sitio especial?
Alejandro: No comas ansias... cuando te llame, vas junto con Alma y entenderás de lo que hablo.
Dany: Esperaré lo más paciente que pueda tu llamada.
Alejandro: Alma por favor, me la cuida mucho... ¡es lo más preciado que tengo!
Alma: Pierda cuidado Licenciado, la cuidaré como la niña de mis ojos.
Alejandro suelta las manos de su novia y sale del penthouse. Por alguna extraña razón Dany se sentía muy contenta y más llena de ilusiones que nunca.
Recámara del matrimonio Montero:
Paula llevó a Vanesa a conocer a sus sobrinos justo cuando lloraban de hambre. La mamá se apresura a darles de comer y luego de batallar con el pequeño Rogelio, ambas se dedican a arrullarlos mientras conversaban sobre el cumpleaños de Mary.
Vanesa: ¡Cuatro años!, ¡es increíble cómo pasa el tiempo!
AP: Sí... el tiempo se ha realmente rápido. Aún siento como si recién me hubiera casado... será porque cuando estamos enamoradas, difícilmente notamos el paso de los años.
Vanesa: Eso es cierto... cuando me casé con Esteban, todo era lento y monótono que parecían un martirio los días que compartíamos. Pero el tiempo que tengo con Ricardo, se me ha ido tan aprisa porque él hace agradable cada momento de vida.
AP: Vanesa, ¿te puedo hacer una pregunta muy íntima, sin que te enojes?
Vanesa: Pregunta lo que quieras... en este momento nada puede hacerme enojar.
AP: ¿En verdad estás enamorada de Ricardo?
Vanesa: ¡De verdad lo amo Paula!, tú me conoces... o al menos conoces lo malo de mí y por eso sabes que si no fuera de esa forma, ya lo habría dejado. La prueba más grande de lo que te digo es Valeria y este pequeño que viene en camino.
AP: Vanesa, el que hayas tenido una hija y esperes otro bebé, no necesariamente quiere decir que lo ames.
Vanesa: En mi caso es la mejor prueba que podría ponerte de ejemplo... ahora yo te pregunto, ¿puedo aclararte el por qué, sin que te molestes?
AP: Por supuesto... te prometo que no me voy a molestar.
Vanesa: Bien... pues ni siquiera cuando estaba obsesionada con Rogelio, desee tener un hijo suyo... mucho menos lo deseaba de Esteban o del miserable de Bruno. Pero al comenzar la relación con Ricardo, ese anhelo de mujer apareció sin que yo lo buscara... Paula, te lo digo sinceramente, es la primera vez en mi vida que realmente me siento feliz.
AP: Ese es un buen argumento, además, independientemente de lo sensible que te encuentras por el embarazo, has cambiado mucho... tanto que ya no eres ni la sombra de la Vanesa que conocí.
Vanesa: Paula, ¿tú todavía me guardas rencor?
AP: ¡Claro que no Vanesa!, pero aún nos falta convivir más para que podamos entablar una relación afectiva.
Vanesa: Ese no será problema porque he venido para tener a mi bebé aquí en Tuxtla.
AP: ¿Dices que en Tuxtla?, ¿pero qué piensa tu esposo de esa decisión?
Vanesa: Ricardo fue quien me convenció. Creo que tiene pensado establecerse aquí.
AP: ¿Va a dejar su vida en Estados Unidos?, ¿Qué no se supone que es dueño de un Hipódromo?
Vanesa: ¿Dueño?... por supuesto que no... te dije que Ricardo administraba un Hipódromo, más nunca especifiqué que fuera el dueño.
AP: Sí él no es dueño, entonces ¿quién es?
Vanesa: No sé su nombre, Ricardo es demasiado reservado con el asunto del Hipódromo. Lo único que me dijo es que era de un antiguo amigo, (mira su reloj), ya es hora de que Valeria tome su merienda, ¿me ayudas con Federico?
AP: (¿?), ¡Sí!
Paula acuesta al pequeño Rogelio en la cuna para ir a cargar a Federico. Vanesa se pone de pie y le pide nuevamente al bebé y hace lo mismo que su hermana. Luego ambas salen de la recámara en busca de las niñas.
En el despacho:
Rogelio se entretenía revisando unos papeles, (ya había terminado de alistar lo de la fiesta). El teléfono suena y sin mucho ánimo lo contesta.
R: ¡Bueno!
Laura: ¡Buenas tardes Rogelio!
R: ¡Laura!, ¡qué alivio!, ¿cómo han estado?, ¡ya hasta pensaba que nunca volverían a llamar!
Laura: Hay un convenio entre ustedes y la Compañía Smith, así que es poco probable que dejemos de tener contacto.
R: Sabes bien que no me refería a eso... Aún no me respondes, ¿cómo han estado?
Laura: Yo estoy bien... de Jennifer no te sé decir porque hace varias semanas que no la veo.
R: ¿No me digas que ya se enteró de la boda de Edward?
Laura: ¿El señor Sanders se casó?... esto cada vez se complica más.
R: Si tú no lo sabías mucho menos ella... entonces, ¿a dónde pudo irse y por qué?
Laura: El por qué ya lo conoces, y a dónde, ¡te juro que no lo sé!, pero para nuestra tranquilidad he de decirte que Henry la ayudó.
R: ¿Quién es Henry?
Laura: Su hermano mayor.
R: Bueno, si tiene el apoyo de su hermano no hay de qué preocuparnos. Me imagino que es un muchacho responsable y sobre todo debe quererla mucho.
Laura: Henry no es un muchacho... es mayor que tú y el señor Sanders... ¡Y la adora!, por eso lo mejor para tu socio es que no se lo encuentre.
R: Si le parte la cara sería poco ¿no crees?
Laura: Supongo... pero no te llamo para hablar de ellos, sino de la convención de ganaderos. Acaban de dar fecha y será en dos meses. Me imagino que ya estás enterado de las peticiones que hicieron los ingleses, con respecto a cómo deben ser presentados los animales.
R: (busca unos documentos), ¡Sí!, en este momento tengo en mis manos los requerimientos.
Laura: Entonces únicamente me resta decirte que la semana que viene, es importante que me mandes todos los documentos que te pedimos. El ganado será embarcado un mes antes del evento, así que también necesito que envíes a una persona de confianza a supervisar que lleguen con bien... no te preocupes, uno de nuestros empleados irá con él.
R: Yo te envío puntual lo que pides, lo que me faltaría es ver a quién mando como supervisor... te confirmo en el transcurso de la semana.
Laura: Muy bien, eso sería todo Rogelio. Cualquier duda que tengas me llamas, ¡hasta pronto!
R: ¡Hasta pronto Laura!, (cuelga)
María: (toca), ¿puedo pasar Rogelio?
R: Sí nana.
María: Ya está la comida, Valeria, Mary y Margarito ya comieron, sólo faltan Paula, Vanesa y tú.
R: ¿Y el tal Ricardo no ha llegado?
María: ¿A poco salió?
R: (golpea su frente), se me pasó avisarle a Vanesa que su marido se fue a quién sabe dónde, bueno, se lo diré cuando estemos en el comedor... vamos a comer María.
Rogelio se levanta y sale junto con María rumbo al comedor. Después de un largo interrogatorio por parte de Vanesa sobre el paradero de su esposo, los cuatro se sientan a comer. Vanesa se dedicó a platicarles la dicha que sintió al enterarse que sería madre nuevamente, luego de su regreso de la playa de Cancún.
Ciudad de México – Penthouse de Alejandro.
Dany se pasó toda la tarde alistándose. Alma le hizo entrega de un hermoso vestido color blanco con detalles de margaritas en los tirantes y tacones color perla, el cabello lo recogió con un moño para poder colocarse un tocado de diminutas flores tipo cristal. A pesar de estar nerviosa, la sensación de alegría se hacía mayor conforme se acercaba la noche. Alma también se arregló porque sabía que esa cena sería fundamental en la vida de la persona que quería como si fuera su hijo.
El teléfono suena y Dany corre a contestarlo.
Dany: ¡Alejandro!
Alejandro: ¡Hola Dany!... como prometí, llamo para decirte que te estoy esperando.
Dany: ¿Y dónde estás?
Alejandro: Alma ya sabe, ella te traerá conmigo... cuento los minutos para verte, por favor no tardes.
Alejandro cuelga y Dany voltea a mirar a Alma.
Alma: Ya es hora de que la lleve con su novio, (la toma del brazo), ¡vamos!
Las dos bajan hasta el estacionamiento para abordar el auto de Alma. Todo el camino Dany no dejó de preguntarle hacia dónde iban, pero la señora sólo sonreía. Minutos más tarde se detienen frente a la Torre Latino.
Dany: ¿Aquí se encuentra Alejandro?
Alma: Le dijo que la vería en el lugar que es especial para los dos.
Dany: ¡Sí es muy especial!... en este sitio le confesé mis sentimientos.
Alma: (sale del auto), no deje esperando a su novio... el pobre debe estar impaciente por verla.
Dany baja del coche con un nerviosismo que no le permitía moverse como quería. La caminata hasta el elevador y luego por el pasillo que las conduciría a la cafetería, le parecieron interminables. Al momento de entrar unos músicos empezaron a tocar un vals. En una de las mesas centrales, estaba Alejandro vestido con un traje negro, blusa blanca y corbata azul rey.
Él la miraba embelesado y eso la desarmó por completo. Su cuerpo parecía moverse por sí solo, se soltó del brazo de Alma y se dirigió hacia su novio como si un imán la atrajera. Cuanto está lo suficientemente cerca, él termina con el espacio faltante y con su mano acaricia el rostro de ángel más dulce que jamás haya visto.
Alejandro: Siempre me has parecido una mujer bella, pero hoy estás mucho más que hermosa.
Dany: ¿En... ¿en serio?
Alejandro: Por supuesto.
Alejandro toma su mano para conducirla a la mesa, (Alma se adelantó a sentarse mientras estaban mirándose). Un mesero se acerca y les pregunta lo que deseaban pedir.
Dany: Es que no tengo nada de hambre, si quieres puedes pedir por mí Alejandro.
Alejandro: (al mesero), por el momento no deseamos nada de comer, lo que si le voy a pedir es una botella de champaña por favor.
Mesero: En seguida señor.
Repentinamente los novios se quedaron callados, Alma los miraba con una sonrisa porque parecían dos niños apenados.
Alma: Licenciado, ¿quiere que me quede?
Alejandro: ¿Por qué no habrías de quedarte Alma?
Alma: Pienso que si me quedo, usted se sentirá incómodo con lo que planeo con tanto esmero.
Dany: ¿Qué planeaste Alejandro?
Alejandro: Yo... pues yo quería pedirte...
Dany: ¿Qué quieres pedirme?
Alejandro: ¿Qué si quieres bailar?
Dany: (decepcionada), ¡Ah!, ¡eso querías!, (se levanta), ¡claro que quiero bailar!
Dany se adelanta mientras Alma le da una mirada de reproche a Alejandro.
Alma: ¡Como le gusta tirar oportunidades!
Alejandro: ¡No es fácil!, cada que la miro mi mente se cierra.
Alma: Entonces no la mire.
Alejandro: ¿Cómo que no la mire?
Alma: Si el problema para decirle lo que quiere es ese... ¡pues no la mire!, mejor siéntala Licenciado.
Alejandro: ¿Sentirla?... Alma, usted dice cosas sin sentido.
Alejandro se va con su novia, coloca sus manos en su cintura y Dany lo hace alrededor de su cuello. La melodía se escuchaba de lo más bella, pero ninguno podía concentrarse en ella debido a sus propias inseguridades.
Alejandro: Todos tienen razón... soy un niño.
Dany: ¿Un niño?, ¿por qué dices eso?
Alejandro: Soy abogado penalista, mis casos son complicados, he ido a cortes con mucha gente alrededor y jamás me he puesto nervioso cuando hablo frente al jurado... sin embargo a ti no soy capaz de decirte lo que siento... (Suspira), tenía varios días planeando ésta velada, incluso me dediqué a estudiar las palabras exactas que diría cuando estuviéramos juntos. Pero ahora, cada que intento decírtelas, mi garganta se traba y no me deja emitir absolutamente nada.
Dany: No te presiones Alejandro. Si no te es posible decírmelo, tal vez es porque no estás completamente seguro de querer hacerlo.
Alejandro cierra los ojos y coloca su mentón en el hombro de Dany.
Alejandro: Estoy seguro de lo que siento, y es por eso que me reprocho el hacerte sentir mal.
Dany: Mi amor, mejor cambiamos de tema... ya habrá otro momento para que me digas todo lo que quieras y...
Alejandro: ¡Te amo!, y quiero que estemos juntos para siempre.
Dany: ...
Alejandro se incorpora para tomar su rostro y besarla, sin embargo de lo nerviosa que estaba, Dany apenas y podía corresponderle, (él termina el beso).
Alejandro: Ya presentía que no era buena idea decir semejantes tonterías,... lo lamento Dany...
Dany: ¡Espera!, aclárame algo... ¿acabas de decir que me amas?... y cuando dijiste que, "querías que estuviéramos juntos para siempre", te referías a ¿casarnos? O ¿sólo a vivir juntos?
Alejandro saca de su saco una cajita de terciopelo negro. La abre y dentro de ella se encuentra un anillo de compromiso.
Alejandro: ¿Esto lo aclara?
Dany extiende su mano para tomar el anillo, (la piedra era de rubí con el contorno de oro), y sin poder evitarlo, las lágrimas salen cubriendo rápidamente su cara.
Alejandro: Dany, entiendo que es muy poco tiempo el que llevamos de conocernos y quizás tus sentimientos hacia mí no son tan grandes como para aceptar ser mi esposa, pero...
Dany: ¡Sí acepto!, (se pone el anillo), no te imaginas cuanto llevo esperando éste momento.
Dany se lanza a los brazos de su ahora prometido y sin importar que los empleados del lugar y Alma los observaban, lo besa dejando liberadas las ansias que guardaba en su interior. Él por su parte no podía sentirse más dichoso, y corresponde al gesto de su futura esposa de igual forma.
Desde la mesa, Alma miraba la escena con lágrimas en los ojos. Después de mucho batallar para que Alejandro dejara de ser un hombre solitario, finalmente podía sentirse tranquila, pues la mujer que eligió como esposa, era un ángel dulce y fuerte a la vez, que le daría la felicidad que nunca conoció.
El hermoso momento se extendió toda la noche, y aún cuando tuvieron que retirarse de la Torre por cuestiones de horario, llevaron su alegría hasta el penthouse, (Alma prefirió irse a su casa para darles privacidad). Pero aquello Alma imaginó, no fue justamente lo que hicieron, ya que todo el tiempo se la pasaron haciendo planes para cuando llegara el día más importante de sus vidas.
Hacienda del Fuerte:
Ricardo estuvo fuera de la Hacienda casi todo el día, (no llegó a comer, ni a cenar). Rogelio, Paula y Vanesa platicaban en la terraza, (los papás cargaban a sus bebés). Mientras más horas pasaban, la inquietud por la ausencia de Ricardo crecía en Vanesa. Cuando refrescó, María y Juanita llevaron a los gemelos de vuelta a su cuna y se quedaron con ellos para que el matrimonio pudiera calmar a Vanesa.
Vanesa: Ya oscureció y aún no viene.
R: ¡Tranquilízate Vanesa!, seguro que no tarda en llegar.
AP: A lo mejor se entretuvo recorriendo San Gabriel.
Vanesa: Él sólo ha venido una vez y no conoce muy bien el camino, (se pone de pie), ¡voy a buscarlo!
AP: ¿Vas a buscarlo?, ¡espera Vanesa...
Vanesa da unos pasos pero en ese instante llega Ricardo.
Ricardo: ¡Hola!, perdón Vane... como no cargué la batería del celular, no pude llamarte y...
Vanesa lo abraza y se pone a llorar.
Ricardo: (acaricia su cabello), ¡Ya Vane!, no es para que te pongas a llorar.
AP: (seria), El embarazo nos sensibiliza demasiado... ¿pero qué se le puede pedir a los hombres?, ¡nunca van a comprenderlo!
Ricardo: ¡Sí la comprendo!, por eso le traje sus dulces favoritos, (de su pantalón saca un paquete), mira Vane, ahora te los compré de chocolate.
Vanesa: Gracias por el detalle, pero no vuelvas a irte sin decirme a dónde vas.
Ricardo: ¡Como digas!, (mira al matrimonio), disculpen por el rato tan difícil que debieron pasar, y les agradezco que cuidaran de mi familia.
R: No tienes nada que agradecer, Vanesa es la hermana de Paula y como miembro de la familia, cuidaremos de ella y de su hija.
Ricardo: Es bueno saberlo.
AP: Vanesa, ¿por qué no te vas a descansar?, en tu estado, haber venido desde Estados Unidos debió agotarte.
Vanesa: Sí... Ricardo, vamos a dormir.
Ricardo: ¡Encantado!... otro poco y tendría que pedirle a Rogelio que me cargue porque ya no puedo sentir el cuerpo.
R: ¡Ni loco te cargaba!
Ricardo: ¡No seas malo con tu concuño!, (hace puchero), ¡yo que ya te estoy queriendo como mi sí fueras mi hermano!
R: (¿?), ¿Qué?
Vanesa: Deja de hacer bromas... cuando las comienzas no puedes parar y yo ya tengo sueño.
Ricardo: ¡Perdón!... vamos por Valeria.
AP: Los acompañamos, además, Valeria y Mary compartirán cuarto... ¿les parece bien, o le asignamos otra habitación?
Vanesa: ¡Está muy bien Paula!, Valeria no ha podido convivir con ninguna niña de su edad y sé que se pondrá contenta al saber que va a quedarse con su prima.
AP: ¡Qué bueno!... entonces vamos.
Los cuatro entran a la casa. Una vez que Vanesa le cambio de ropa a Valeria y ambas parejas de padres les dieron las buenas noches a sus hijas, el matrimonio Archer se instaló en su cuarto y a los pocos minutos ya se encontraban durmiendo.
Recámara del matrimonio Montero.
R: (recostado en el sillón), últimamente termino el día tirado aquí.
AP: Es obvio, no hemos dejado de tener problemas y eso quita fuerzas.
R: Los problemas no son nuestros, ¡pero cómo nos afectan!
AP: Será porque estamos demasiado ligados a la gente que los tiene.
R: ¡A lo mejor!... nada más que ya se está volviendo un peso difícil de soportar.
AP: "No hay mal que dure cien años", en algún momento volveremos a estar tranquilos.
R: ¡Eso espero!
AP: Amor, ¿Pudiste hablar con Ricardo?
R: No... el muy ladino se me escapó, según él porque iría por el regalo de Mary, ¡y mira!, llegó sin nada... ¿y tú conseguiste información con Vanesa?
AP: No mucha... ¡es más!, con lo que dijo me dejó peor que antes.
R: ¿Qué te dijo?
AP: Algo que te contaré mañana, (se sienta a su lado y lo abraza), lo que sí te diré, es que deseo de corazón que todo lo pasó entre Edward y Ricardo, sea sólo un malentendido... los sentimientos de Vanesa hacía su esposo son tan fuertes como los míos por ti, y pude confirmarlo con lo que pasó en la terraza.
R: ¿Lo dices por lo angustiada que estaba por él?... Amor, ¡son las dichosas hormonas!... recuerda que tú también llorabas por todo durante el embarazo.
AP: Si no lo amara, no se pondría así... las hormonas nos hacen más sensibles en cuanto a lo que ya llevamos dentro.
R: ¿Por eso te preocupaste al verla embarazada?
AP: Cuando la vi esta tarde, sólo pensaba en lo terrible que sería para ella que su esposo le estuviera mintiendo... ya tenía a Valeria, pero ahora viene en camino otro hijo... dos seres inocentes en medio de la incertidumbre.
R: (besa su frente), Ojalá que al final las cosas se aclaren por el bien de todos.
AP: Voy a rezar por que así sea.
R: Con tanto ajetreo pensé que me estaría muriendo de sueño, pero no más no puedo cerrar los ojos.
AP: (se levanta), te voy a traer un vaso con leche y de paso me tomo uno, yo tampoco tengo sueño.
La noche para el matrimonio Montero fue una de las más pesadas, porque padecieron de insomnio. Inclusive pudieron apreciar los movimientos de los gemelos y las caras que ponían mientras dormían. Al otro día amanecieron con ojeras que tuvieron que rebajar con un remedio casero de María. Pero aún con todo y eso, los dos padres estaban más que listos para festejar a la princesa de la Hacienda del Fuerte.
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