CAPÍTULO 35
Después de la inesperada partida de Laura y Jennifer, el matrimonio regresó con los gemelos para darles su baño. Como era costumbre, Rogelio sostenía al bebé mientras Paula enjuagaba a su hijo, y esa rutina se repetía con el otro pequeño. Durante el baño y la hora de comida de los bebés, Paula no dijo ni una sola palabra. Rogelio le preguntó varias veces el motivo de su comportamiento, sin embargo ella sólo contestaba que las emociones del paseo le habían quitado energía. En cuanto los bebés se duermen, Paula se mete a la cama y le pide a su esposo que la disculpe pues no bajaría a cenar. Él quería quedarse a su lado pero Edward era su invitado y el deber de anfitrión lo obligaba a cenar en el comedor, (a Paula no le agradó la idea, pues todavía tenía ganas de cachetear a su compadre por insensible).
La cena fue muy corta ya que únicamente bajaron Margarito, Mary y María. Edward no cenó ni volvió a salir de su cuarto en toda la noche.
Al día siguiente.
Rogelio es el primero en despertar y como tenía trabajo pendiente, sale del cuarto con mucho sigilo, (Paula continuaba dormida). Antes de irse con Hugo, le pide a María que le avise a su esposa que estaría de vuelta por la tarde.
Después de que se va, Paula despierta y al no verlo en la cama, se apresura a arreglarse para buscarlo, (primero le encarga a Juanita cuidar de los gemelos), como no lo encontró por ningún lado va con María y ésta le da el mensaje que le dejó.
María: ¿Qué tienes Paula?, parece como si te urgiera hablar con Rogelio.
AP: No lo parece María, ¡me urge hablar con él!... María, ¿ha visto a Edward?
María: ¿Edward?... ¿te refieres al señor Sanders?, no lo he visto Paula... creo que se levantó temprano y salió de la casa junto con Margarito.
AP: En verdad es un insensible, poco le importó que Jennifer se fuera.
María: (¿?), ¿De qué hablas Paula?
AP: Luego le cuento María, ahora necesito hacer una llamada.
Paula se dirige al despacho para llamar a Laura pero no le responde. Rogelio entra justo en el momento en que intentaba dejar un mensaje y por los nervios cuelga el teléfono.
AP: ¡Rogelio!, ¿qué haces aquí?
R: Vine por unas especificaciones para el embarque del producto del señor Sanders... Paula, ¿por qué colgaste?
AP: Es porque... me equivoqué de número y me contestó otra persona.
R: ¿En serio?
AP: Es en serio Rogelio, ¿no crees lo que te digo?
R: No es que no te crea, pero te estás comportando muy rara desde que Laura y Jennifer se fueron... Paula, te conozco y sé que algo te inquieta, ¿Qué es amor?, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
Paula siente que el tiempo prometido a Jennifer se había cumplido y decide contarle, pero como no estaba segura de la reacción de su esposo, se acerca para tomar sus manos.
AP: Perdón Rogelio... ayer cometí una tontería.
R: No creo que sea tan grave como para que te pongas así, (sonríe), ¡Haber dime!, ¿qué tontería cometiste?
AP: ¿Recuerdas que te dije que buscaría una forma de que Jen y Edward aclararan el mal entendido que tenían?
R: (celoso), ¿Edward?
AP: ¡Rogelio por favor!, no es el momento de ponerte celoso. Le pedí que nos tuteáramos porque somos compadres y en eso también entras tú.
R: ¡Perdón Paula!, continúa con lo que ibas a decirme.
AP: Bueno pues... tuve la tonta idea de que si le hablaba a Edward sobre los sentimientos de Jen, los mal entendidos se acabaría y tal vez pudieran darse una oportunidad, pero el insensible reaccionó mal y terminó por ofender a Jen.
R: (molesto), ¿Cómo que la ofendió?
AP: Dijo que nunca se enamoraría de una cualquiera, y por mala suerte Jen lo escuchó. Después de eso ella se puso muy mal y prefirió irse.
R: ¡Sabía que me estaban ocultando algo!, (suspira), Paula, necesito que me cuentes todo lo que hablaste con Edward.
AP: Claro amor.
Ambos toman asiento en uno de los sillones. Rogelio se mantuvo callado y sin demostrar ningún tipo de emoción mientras su esposa le platicaba lo que habló con Edward y Jen.
AP: Y eso fue lo que pasó, (furiosa), ¿Verdad que es un insensible?
R: ........
AP: ¡Rogelio!
R: ¡Mande!
AP: ¡Te acabo de decir lo que el insensible de Edward hizo con Jen y tú no dices nada!
R: Estaba pensando en que ya no voy seguir soportando esta situación, ni Jennifer ni Edward quieren aclarar nuestras dudas, ¡así que es hora de exigir respuestas!
AP: ¿Exigirlas?
R: Sí... ¡Y ahora mismo lo voy a hacer!
Rogelio sale del despacho en busca de Edward, Paula se apresura a seguirlo pero luego piensa que lo mejor es dejar que él se haga cargo, además lo conocía lo suficiente para saber que ya no iba a comportarse como el hombre violento de antes.
Establo de la Hacienda:
Rogelio fue directo al establo... aunque no conocía bien a su compadre, algo le decía que estaría ahí.
Edward estuvo dándole lecciones a Margarito hasta que llegó la hora de que se fuera a la escuela. Como no tenía ganas de ver a nadie se quedó sentado en un montículo de paja observando los caballos.
R: ¡Buenos días Edward!... ¿no te molesta que te hable de tú verdad?
Edward: ¡Buenos días Rogelio!... no me molesta, ahora somos compadres y es lo común.
R: ¡Ta bueno!
Rogelio se sienta a un lado de él fijando su mirada hacia lo que veía Edward.
R: Voy a ir directo al grano Edward... Paula me contó lo que sucedió ayer entre Jennifer y tú.
Edward: Con todo respeto Rogelio, ese asunto únicamente nos concierne a nosotros.
R: ¡Te equivocas!, sí el problema fuera nada más de ustedes te juro que no me metía, pero hay un sujeto que aparece constantemente en sus relatos y que por casualidad es mi concuño... Edward, necesito que me digas que tuvo que ver Ricardo en su separación porque si no lo haces mi cuñada la puede pasar muy mal.
Edward: Yo nunca he dicho que nos separaron.
R: ¡Le dijiste a Paula que él te habló mal de Jennifer!
Edward: Los rumores de coqueta los oí en otro lugar, sobre Ricardo sólo le dije que es como las serpientes que envenenan el alma, pero no afirmé que fuera porque me hablara mal de ella.
R: (desesperado), ¡Entonces dime!, ¿qué demonios te hizo para que lo odies tanto?
Edward: A él no lo odio, simplemente dejé de tenerle confianza desde el momento en que se unió con el más grande estafador que he conocido.
R: ¡Se más específico!, ¿o prefieres que busque a Jennifer para preguntarle?
Edward: Vas a perder tu tiempo, ella no sabe nada.
R: (molesto), ¡Me lleva!... ¡nunca había conocido a un sujeto tan cerrado!, pero como no quiero tener cerca a otro traidor, ahora mismo salgo a Estados Unidos para pedirle a Jennifer que me ayude a aclarar las cosas con Ricardo... A lo mejor él sí me dice lo que tú prefieres callarte.
Rogelio se levanta para regresar a la casa, pero Edward le pide un momento.
Edward: Antes de contarte lo que pides, quiero que me expliques, ¿a qué te referías con eso de "no querer cerca a otro traidor"?
R: Bruno Rey alguna vez fue mi amigo, luego mi abogado, pero su odio y envidia lo llevó a planear la forma de quitarme todo lo que poseo y para conseguirlo trató de usar a mi mujer.
Edward: Eso quiere decir que vivimos un caso similar... Está bien, te voy a decir cuál fue mi error, y digo mío porque nadie me separó de Jennifer... fui yo quien decidió alejarse.
R: ¿Cómo es eso?
Edward: ¿Qué pensarías de un hombre adulto enamorado de una muchacha quince años menor que él?... dudo que su familia o la misma sociedad lo vieran con buenos ojos.
R: Yo no lo veo mal porque resulta que más o menos son los años que le llevo a mi mujer.
Edward: Vas a cumplir cuatro años de casado, eso significa que Ana Paula andaba por los veinticinco al momento de casarse contigo... Jennifer apenas iba a cumplir dieciocho cuando me di cuenta de lo que sentía por ella.
R: Disculpa lo que voy a decirte, pero te viste muy idiota alejándote justamente cuando Jennifer iba a cumplir dieciocho años, a esa edad la sociedad o su familia pasan a segundo plano.
Edward: Ella tenía derecho a vivir la vida tal y como yo la viví antes de los treinta. Quería que conociera más gente, que se divirtiera, que fuera feliz... Si al pasar el tiempo la admiración que me tenía cambiaba por un sentimiento de amor, entonces no habría prejuicios que me impidieran pedirle matrimonio.
R: En ese tiempo ella también se enamoró de ti, aunque no se dio cuenta hasta después de que te fuiste.
Edward: Alguna vez llegué a pensar que sí sentía algo por mí, pero luego deseché la idea porque una muchacha de esa edad no sabe diferenciar entre una ilusión y el amor... Antes de irme del país, fui al Hipódromo a pedirle a Ricardo que le dijera que me iba de Estados Unidos con mi prometida... Él no quería hacerlo, pero yo sabía que si le decía eso cualquier sentimiento que pudo tener hacía mí se borraría más rápido. Desafortunadamente el destino me hizo quedarme porque ese fue el día que sufrió el accidente.
R: ¿Entonces fuiste tú quién quiso que ella lo supiera?, (molesto), ¿por qué?
Edward: Para darle una buena escusa de mi partida.
R: (se levanta), ¡Esto no es posible!, ¡Entonces tú eres el ...
Edward: (¿?), ¿Yo qué?
R: Nada... ¿Qué sucedió después de su accidente?
Edward: Como le dije a tu esposa, después supe que Ricardo y ella no eran parientes. En el hospital conocí a sus padres y a sus cuatro hermanos, todos muy amables.
R: ¿Cuatro hermanos?, ¡caramba!, Jennifer no me ha contado que tiene tantos... bueno, eso me lo platicas más tarde, ahora mi duda es; ¡si te llevaste bien con su familia!, ¿por qué no te quedaste a su lado para apoyarla?
Edward: Porque Ricardo comenzó a portarse extraño conmigo y no me dejó verla... Aunque nunca se le ve enojado, aquella vez estaba molesto y hasta el día de hoy desconozco el motivo.
R: Si es por lo que me imagino entonces el tipo no es malo.
Edward: Pues te recomiendo que me dejes terminar para que des tu veredicto.
R: ¡Ta bueno!, ¿qué más?
Edward: Ricardo me pidió que la dejara en paz, me dijo algunas cosas que poco a poco fui comprendiendo y aceptando como ciertas.
R: ¿Qué pudo decirte como para hacer que te rindieras tan fácilmente?
Edward: Decía que en la vida hay dos tipos de amor; uno que se confunde con cariño pero que te da bienestar y alegría... el otro al que llamó verdadero, te da eso más una gran felicidad, aunque para conseguir el último a veces se deben hacer sacrificios... Luego me preguntó si yo estaba dispuesto a permitir que ella se sacrificara por un amor que tal vez no era el verdadero... Lo pensé un momento y me di cuenta que tenía razón porque en mi caso, siendo un hombre adulto mis sentimientos estaban más definidos, pero en el caso de Jennifer no, así que dejé de insistir.
R: Dejaste de insistir pero la cuidabas desde lejos... ese fue un sacrificio muy grande de tu parte.
Edward: Para mí nunca fue un sacrificio, además su hermano mayor me pidió que no la abandonara... Él me mantenía informado de su estado de salud y de su ánimo, es por eso que a pesar de no estar a su lado sabía de su dolor y trataba de ayudarla... Le conseguí a los mejores médicos de Estados Unidos pero jamás aceptó verlos, al cumplir la mayoría de edad quiso vivir sola, se alejó de su familia y de sus amigos, a partir de ese momento su padre le asignó el cuidado de su hija a la persona más indicada para ayudarla... La Licenciada Ramírez también había pasado por una depresión después de perder a su familia y por eso no tuvo problema en acercársele porque le dio confianza... El problema fue que la depresión de Jennifer empeoraba día a día y ni con su apoyo pudo salir. Cuando eso sucedió, Ricardo y mi amigo me dieron una idea de la cual me voy a arrepentir por el resto de mi vida.
R: ¡No me digas que se les ocurrió mandar a tu amigo para darle una ilusión!, ¿fue eso lo que hiciste?
Edward: El plan se limitaba a que fuera un simple amigo. Nunca me imaginé que lo llegaría a amar hasta el punto de querer casarse con él, (sarcástico), ¡y pensar que pagué porque se quedara con ella!
R: ¿Le pagaste?
Edward: Ese fue el acuerdo al que llegamos, ese tipo nunca fue bueno para trabajar... Pocos meses después de casarse, el miserable vino a decirme que ya no podía soportar la condición de Jennifer y quería divorciarse, pero la ley establece que el qué pide el divorcio es el que paga, así que me exigió hacerme cargo de ese pequeño gasto y también pidió un incentivo por el tiempo que estuvo con ella... Con ese trámite pensé que todo lo referente a ese maldito se había terminado. Sin embargo un día me llamo para citarme a unos metros de la Hacienda de Ricardo... según él porque necesitaba hablar de algo urgente. Cuando llegué se puso a decirme lo mucho que me detestaba y que si no quería que le contara a Jennifer sobre el acuerdo que hicimos, le tenía que firmar la sucesión de bienes del Hipódromo, a lo que obviamente me negué... En el momento que iba a volver a mi auto escuché la voz de Ricardo... voltee y al hacerlo sentí un fuerte golpe en el ojo que me hizo caer al piso... Estaba aturdido, apenas y lograba oír lo que esos miserables discutían, lo último que vio mi ojo derecho fue a Ricardo y el otro maldito peleando por quitarse una piedra de las manos, luego de eso ya no supe más porque perdí el conocimiento... Al despertar ya no tenía un ojo y el otro quedo dañado por culpa del coagulo que se formo con el golpe.
R: (sorprendido), ¡Así fue como sucedió lo de tus ojos!, ¿entonces Ricardo estaba de acuerdo con el otro tipo para quitarte el Hipódromo?
Edward: Mi ex mejor amigo desapareció para siempre, y nunca supe qué tanta participación tuvo Ricardo en el chantaje, pero él fue quién me llevó al Hospital. El tiempo que estuve internado me visitó en cuatro ocasiones... insistía en que tenía que decirme algo de suma importancia pero jamás lo recibí.
R: Hubiera sido mejor que lo escucharas... (Alterado), ¡es que aún no puedo creer que ese tipo sea un maldito traidor!
Edward: ¡Lo es!, y no tardé mucho en comprobarlo... Como no me gusta deber favores envié a mi abogado a ofrecerle el Hipódromo. El muy convenenciero lo aceptó sin preguntar nada porque el precio que le di era una burla para lo que realmente valía.
R: ¡Lo premiaste en lugar de denunciarlo!, ¿Por qué motivo?
Edward: Dirás que soy estúpido, pero es imposible que lo odie. Ricardo tiene un carácter muy peculiar, jamás lo ves molesto, nunca discute y hablar con él es como hablar con un amigo. Por eso dije que es como una serpiente... te envenena con sutileza y para cuando te das cuenta ya es muy tarde... de no haber sido por sus consejos yo no hubiera aceptado dejarle el camino libre al otro maldito, pero tengo que admitir que la culpa es mía por confiar en ellos.
R: ¡Pos sí!, el concepto de estúpido te quedó corto.... Aunque... no sé, pero presiento que en el fondo dudas que Ricardo te haya traicionado, porque independientemente de lo mentiroso que pueda ser, prácticamente te salvó la vida.
Edward: (se toca la cabeza), Estoy confundido, desde el momento que enviaste a Jennifer a mi oficina se han removido los recuerdos que me esforcé en olvidar después de que salí del Hospital.
R: Ricardo me dijo que el mundo está lleno de casualidades y comienzo a pensar que tiene mucha razón, la prueba de eso somos nosotros. Ese tipo es mi concuño y debo decir que cuando vi a Vanesa con él, se notaba que era feliz... Para tranquilidad de mi mujer y mía necesito asegurarme que no estamos emparentando con una verdadera serpiente y quizás lo que descubramos de él, pueda devolverte la paz que perdiste.
Edward: Investígalo por tu familia, porque para mí dejó de ser importante saber que sucedió. Ayer le dije a Jennifer que el problema no es nuestro pasado sino el presente.
R: ¡Hombre!, ¡que dramático!, el que seas un mujeriego y que se te haya pasado la mano con el calificativo que le diste no quiere decir que no te vaya a perdonar.
Edward: Su perdón es irrelevante en estos momentos porque ya no es posible que tengamos una relación... me voy a casar dentro de un mes.
R: ¿Te casas?, ¡¿No se supone que eres un mujeriego y esos no se casan con nadie?!
Edward: No te voy a decir que soy un santo, pero el calificativo que me dieron tampoco era correcto... salía con mujeres a los eventos porque no puedo ver bien y no iba a ir del brazo de un hombre... Florida es donde me hago los estudios para saber que tanto avanza mi problema y por ende también llevo una acompañante... Las personas siempre inventan cosas y no es mi gusto estar aclarando cada chisme que sacan.
R: (sarcástico), ¿Y qué tanto amas a la mujer con la que ahora sí te comprometiste?
Edward: Ésta mujer es casi de mi edad y creo que podrá asimilar con más facilidad el momento cuando ya no pueda ver con mi ojo izquierdo.
R: No te pregunté si era capaz de apoyarte cuando te quedes totalmente ciego, mi pregunta fue ¿qué tanto amor le tienes?
Edward: (sonríe), ¡Ricardo es un hombre sabio después de todo!... le tengo un gran cariño y según entendí, ese sentimiento me dará alegría.
R: ¿Y ya olvidaste el amor que le tenías a Jennifer?
Edward: (se pone de pie), cometí muchos errores en el pasado... ¿No te parece que ya la lastime lo suficiente?... un amor que está forjado sobre el dolor no tiene futuro, porque el que sufrió más, llevará una cicatriz eterna en el fondo de su alma... No quiero que cada vez que me vea, recuerde las cosas que hice... por eso lo mejor para ella es que le permita encontrar la felicidad que antes le negué por egoísta.
R: ¿Lo dices por las decisiones que tomaste?, (serio), comprendo lo que dices, aunque siempre traté de justificarme.
Edward: (¿?), ¿Justificarte?
R: (se levanta), yo tenía que haber pensado en eso también, pero fui egoísta hasta el último momento y aún lo sigo siendo. Necesité verme reflejado en tu espejo para entender la magnitud de mis errores, (comienza a caminar), debo regresar al trabajo, tu pedido estará listo en la tarde.
Rogelio se va dejando a Edward preocupado por su repentino cambio de actitud. Después de unos minutos él también se va, (al pueblo).
Hotel de Tuxtla:
Alejandro y Dany llegaron a Tuxtla por la madrugada. Habían rentado una sola habitación y en cuanto Alejandro se acostó en la cama se quedó dormido, (Dany durmió en el trayecto). A pesar de no ser la primera vez que dormía junto a su novio, en esta ocasión estaba nerviosa y no pudo conciliar el sueño hasta casi una hora antes de que amaneciera... aunque el gusto le duró poco pues Alejandro la despertó para ir a desayunar al restaurante del hotel, (se sentaron en una mesa que daba a un balcón).
Alejandro: No pasaste buena noche.
Dany: ¿Cómo te diste cuenta si te mantuviste a kilómetros de mi?, (nerviosa), ¡lo siento eso se escuchó mal!... quise decir, ¡si me estabas dando la espalda!
Alejandro: Es que no dejabas de moverte, (sonríe), ¿no fue buena idea que compartiéramos cuarto verdad?
Dany: Ya me he quedado a dormir en tu casa y por eso me pareció bien ahorrarnos una renta... además ese no fue el motivo.
Alejandro: ¿No?, ¿y entonces cuál fue?
Dany: Nada importante... mejor dime, ¿a qué hora tienes que pasar por el documento?
Alejandro: No tengo horario... sólo necesito ir al juzgado y pedir una copia de la sentencia.
Dany: ¡Mmm!, ¿Y ya sabes cuánto tiempo va a estar preso el tal Carlos?
Alejandro: El infeliz habría salido libre hoy mismo, pero afortunadamente el cargo por intento de homicidio lo tendrá encerrado por lo menos dieciocho años.
Dany: ¿Afortunadamente?... ¡Alejandro!, ¿estás consciente que ese delito lo cometió en tú contra?
Alejandro: Estoy consciente.
Dany: ¿Y lo dices así?... ¡es que no te das cuenta que estuviste a punto de perder la vida!, (toma su mano), ¡no te imaginas el miedo que tuve de perderte!
Alejandro: (quita su mano), creo que sí me lo imagino... ya perdiste al amor de tu vida y revivir una situación de muerte con tu novio actual hubiera sido traumático para ti.
Dany: (¿?), ¿El amor de mi vida?... Alejandro ¿tú aún piensas que...
Laura: Buenos días muchachos.
Alejandro y Dany voltean un poco sorprendidos de ver a Laura, pero más se sorprenden cuando ven a Jennifer, (Pancho había regresado a la Hacienda). La mujer que estaba a un lado de Laura era completamente diferente a la que conocían, (había perdido su habitual sonrisa, tenía puesta la misma ropa del día anterior y sus ojos se veían hinchados). Alejandro se apresura a pedirles que se sienten y llama al mesero para que tome su orden, (un café negro).
Alejandro: Disculparán la pregunta pero... ¿qué hacen aquí?, se supone que ustedes se irían dentro de una semana.
Laura: Tuvimos un inconveniente que nos obliga a regresar antes de lo planeado.
Dany: ¿Cuál inconveniente?
El celular de Alejandro comienza a sonar.
Alejandro: (se levanta), es del bufete que está en el D. F.... con permiso, vuelvo enseguida.
Mientras Alejandro se dirigía afuera del restaurante, Dany lo miraba con melancolía.
Laura: ¿Te sucede algo Dany?
Dany: ¿Por qué lo preguntas?
Laura: Por nada en especial... ideas mías.
De pronto Jennifer se disculpa con ellas y se retira a su cuarto. Tanto Laura como Dany la siguieron con la vista hasta que salió del lugar.
Dany: ¿Qué tiene Jennifer?, desde que la conozco siempre está muy sonriente y haciendo bromas. Pero hoy se ve triste.
Laura: Supongo que no tiene nada de malo contártelo, de todas formas Ana Paula lo iba a hacer.
Dany: Entonces es algo grave porque incluso lo sabe Ana Paula.
Laura: Más que grave es triste.
Laura se pone a contarle lo que pasó con Edward... Dany estaba sin palabras por la situación de Jennifer y no pudo evitar sentir pena por ella.
En el lobby – Alejandro hablaba por celular con Alma.
Alejandro: ¡Alma, ya te dije que no me voy a casar en lo que resta de este año!... si fuera por mí lo hacía hoy mismo, pero siento que Dany estaría presionada a aceptarme y lo que menos quiero es atarla a un matrimonio que quizás no quiere.... sí Alma, haré lo que pueda y te prometo que cuando deje arreglado un caso que tengo en Santa Catalina regreso al D. F. y me quedo por allá un mes entero... ¡yo también!.. ¡Cuídate mucho!... ¡gracias!... ¡hasta luego!
Alejandro da la vuelta para regresar al restaurante, pero al hacerlo se topa con Jennifer.
Jennifer: ¿Por qué a los hombres les gusta desperdiciar el tiempo en dudas absurdas?
Alejandro: ¿Perdón?
Jennifer: ¿Acaso piensas esperar quince años para pedirle que se case contigo?
Alejandro: ¡Claro que no!, sólo unos meses... o un año más, (alterado), ¡la verdad no sé!... lo mejor es dejar que el tiempo acomode las cosas.
Jennifer: El tiempo no te va ayudar, lo que vas a hacer es tirar a la basura tus mejores años, (comienza a llorar), pero como ya estoy harta de hablar con inmaduros ¡me voy!
Alejandro: ¡Espera Jennifer!, ¿Qué es lo que te tiene así?
Jennifer: (grita), ¡Me tiene así un hombre tan stupid como tú!
La gente que estaba alrededor voltea a mirarlos, Jennifer se va a su cuarto y Alejandro se queda mucho más confundido que antes.
En el restaurante Laura y Dany seguían conversando.
Dany: Es increíble todo lo que me contaste, con razón está tan deprimida.
Laura: Sí, pero confió que no tarde mucho en arreglarse su situación... Bueno Dany, yo ya te conté lo que le sucede a Jennifer, ahora te toca a ti decirme que es lo que te pasó hace rato.
Dany: Lo que sucede es que mi novio piensa que me preocupa su bienestar solamente porque no quiero revivir la muerte de Miguel, (suspira), nada de lo que hago es suficiente para demostrarle que lo amo más de lo que él a mí.
Laura: Y lo seguirá pensando hasta que no le digas que tu amor por Miguel se acercaba más al cariño.
Dany: Decirle eso no cambiará nada. He llegado a la conclusión de que Alejandro me ve únicamente como una compañera temporal y no como la mujer con la que desea compartir su vida... Por eso tomé la decisión de estar a su lado sin esperar nada más de él.
Laura: ¿Por qué les gusta complicarse tanto la existencia?, tienen en sus manos la solución pero prefieren esperar a que las cosas se den por sí solas.
Alejandro: Perdonen la tardanza, (se sienta), es que primero llamaron los del bufete para pedirme una cita... al parecer tienen un caso especial que van a ofrecerme. Luego de colgar llamó Alma, (toma la mano de su novia), te manda saludos.
Dany: ¡Qué linda!... Alma es una señora muy amable y me gustaría visitarla. Cuando vayas a ir al D. F. me avisas para acompañarte.
Alejandro: Lo tomaré en cuenta, (mira su reloj), ya son casi las diez... Quisiera irme de una vez a la delegación para después aprovechar el poco tiempo que tenemos en visitar algunos lugares de Tuxtla.
Dany: Pensé que nos quedaríamos unos días.
Alejandro: Era mi intención, pero la audiencia que tenía programada se cambió para mañana. Después de que te deje en San Gabriel, me voy a Santa Catalina.
Dany: (desilusionada), ¡está bien!
Laura: Eso quiere decir que ya no los vamos a ver más tarde, nuestro vuelo sale a las once. ¡Es más!, ya debemos irnos rumbo el aeropuerto.
Alejandro: Siendo así las acompañamos, (da un sorbo a su café), nada más me termino el postre y nos vamos.
Laura: Dany, espero que no sea molestia pero, ¿podrías ir con Jennifer y avisarle que baje las cosas porque es hora de irnos?
Dany: (se levanta), no es ninguna molestia, ahora voy, con permiso.
Dany camina a prisa para ir con Jennifer, Alejandro comía lo más rápido que podía y Laura no le quitaba la vista de encima haciendo que él la mire también.
Alejandro: ¿Pasa algo Laura?
Laura: Cuando Bruno te amenazó para que le dieras los documentos del Rancho la Negra también te dijo que destruyeras el matrimonio de Ana Paula y Rogelio... sin embargo no quisiste hacerlo. Como abogado eres hábil en estrategias... pensar en una para provocar a Rogelio hubiera sido muy sencillo, además Ana Paula es una mujer muy hermosa y supongo que en un momento llegó a gustarte.
Alejandro: Tú lo acabas de decir, es una mujer muy hermosa y a cualquier hombre le gusta.
Laura: Pero no es tu tipo ¿no?
Alejandro: Bueno, el que no sea mi tipo no significa que no me caiga bien.
Laura: Te agrada como amiga, pero tu ideal es una mujer dulce como Dany, ¿verdad?
Alejandro: (sonríe), ¡Sí!, tengo suerte de haberla encontrado.
Laura: ¡Qué pena que por inseguro la vayas a perder!
Alejandro: (¿?), ¿Perderla?
Laura: Miguel ya no va a volver, y si tu miedo a no significar lo mismo que él en su corazón, te impide decirle que la amas, entonces Dany terminará por irse y otro más audaz se la va a quedar sin importarle que lo amen menos... ¿Por qué no la dejas de una vez?, no la hagas perder su tiempo, ella puede encontrar un hombre que sí quiera hacerla feliz y que no anteponga su trabajo por encima suyo.
Alejandro: (voz alta), ¡No puedo hacerlo porque en verdad la amo!
Laura: (sonríe), ¡Ves como sí puedes decir esa palabra!, para la próxima dísela a Dany.
Laura se levanta y sale del restaurante. Alejandro piensa que con ésta eran dos veces que lo dejaban sin palabras y muy confundido.
Jennifer y Dany esperaban en el lobby. La imagen de Jennifer era demasiado lastimera para Dany que sintió la necesidad de animarla. Con un poco de inseguridad se sienta a un lado de ella y coloca una mano en su hombro.
Dany: Te recomiendo que te pongas unos pepinos en los ojos, si los dejas así te va a tardar mucho la hinchazón y se te pueden hacer bolsas.
Jennifer: (le da una media sonrisa), eres la primer persona que me da un consejo de belleza en lugar de palabras de lástima, ¡Thank you!
Dany: Lo que pasa es que eres un modelo a seguir en la apariencia. Tienes mucha elegancia y aunque eres bajita toda la ropa te hace ver bonita.
Jennifer: Es una pena que no sea lo suficientemente bonita para un hombre en especial.
Dany: ¡Hay Jennifer perdóname!, no fue mi intención hacer que recuerdes cosas malas.
Jennifer: Ya son las diez... ayer nos íbamos a ir a Estados Unidos, pero insistí en quedarme hasta hoy porque aunque le dije que no tenía esperanza, la realidad es que sí esperaba que viniera, (se ríe), ¡Qué patética soy!
Laura: ¿Ya estás lista?
Jennifer: Sí... terminemos con este martirio, (se adelanta al coche).
Dany: Se ve que lo ama bastante.
Laura: Quince años negando lo que sentía y cuando lo acepta el hombre que ama le destruye su ilusión. Ojalá que el señor Sanders no se tarde otros quince años en arreglar lo que hizo.
Dany: En el remoto caso de que el señor Sanders le pidiera perdón, ¿Crees que Jennifer lo perdone?
Laura: Te sorprenderías de lo que es capaz de perdonar, (medita), bueno, a quién nunca va a perdonar es a su ex marido por haberla maltratado durante su matrimonio.
Dany: ¿Cómo puede haber gente tan cruel con los discapacitados?
Laura: Gracias a Dios no todos son así.
Alejandro llega con ellas y de inmediato se van al aeropuerto. La despedida fue rápida porque a Jennifer le urgía irse.
En cuanto el avión despega, la pareja se va rumbo a la delegación... Al salir de ahí... Alejandro llevo a su novia a visitar varios lugares recreativos de Tuxtla, fueron al museo de historia, pasearon por el parque, (dónde se entretuvieron platicando de sueños sobre el futuro)... Dany estaba muy contenta pues la actitud de su novio era mucho más alegre, y además le daba demostraciones de cariño en lugares públicos, (algo que casi no hace). Antes de regresar a San Gabriel, pasaron a la plaza de Tuxtla a comer... En cuanto les asignaron la mesa, Alejandro se desapareció por más de diez minutos porque fue a comprar un hermoso arreglo de rosas con margaritas blancas... Los minutos se fueron tan rápido que no se dieron cuenta de lo tarde que se les había hecho... pero como no podían quedarse más tiempo, salieron esa misma tarde al pueblo, (llegando en la noche)... Como había dicho... en cuanto deja a su novia Alejandro se va a Santa Catalina, sin embargo le promete volver en cuanto termine la audiencia porque no había nada más importante para él que estar con ella... Aunque le preocupaba que se fuera sólo, (y sin descansar), no podía evitar el sentimiento de felicidad por las cosas que platicaron durante el paseo, ya que le dio la impresión que Alejandro también deseaba lo mismo que ella.
Hacienda del Fuerte – Recámara del matrimonio Montero:
Paula y Mary estaban colocando en un álbum las fotografías familiares que se tomaron a lo largo de casi cuatro años. Cada que la princesa le pasaba una foto, Paula se remontaba hasta ese momento. Algunas veces se ponía a llorar cuando le contaba a su hija la historia de la fotografía. María entra a la recámara a buscarlas pues la hora de la comida había pasado y ninguna de las dos bajo.
María: ¿Qué tanto haces Paula?, nadie quiso comer el día de hoy... Margarito llego corriendo a dejar su mochila para irse a buscar no sé qué cosa, el señor Sanders tampoco ha venido a la casa desde la mañana, y Rogelio no llegó porque está supervisando que el pedido esté como lo pidieron los socios de Inglaterra.
AP: Discúlpanos María, como los gemelos necesitan leche materna acordé con Rogelio que me quedaría en la casa. Pero estaba aburrida y en consecuencia Mary también, así que se me ocurrió hacer un álbum familiar para mi tía Rosaura.
María: ¿Para Rosaura?, ¡Ah!... ¿lo haces porque no falta mucho para que salga libre?
AP: Todavía le quedan cuatro meses, pero como presiento que no va a querer venir a la Hacienda, le voy a mostrar que formé una familia maravillosa a pesar de todo... Quiero que se convenza de que ni Rogelio ni yo le reprochamos nada.
María: (toma una foto), ¡Quién lo diría!, Rogelio y tú pasaron por tantas cosas... ambos sufrieron mucho, pero aún con el dolor de haber perdido a personas queridas, pudieron encontrar la forma de ser felices.
AP: No se trató de encontrar la forma... es el amor que nos tenemos lo que nos hace felices, (sonríe), ¡Rogelio es el mejor esposo que pude desear! y como un regalo extra tengo a nuestros cuatro hijos.
María: Cada que hablas de Rogelio se te ilumina el rostro... mi niño dudaba que algún día hablaras de él con tanto fervor, pero sí te escuchara se pondría más contento de lo que ya es.
AP: Por eso siempre le digo cuanto lo amo, ¡me encanta verlo sonreír!
María: (mueve sus manos), ¡Ya estuvo bueno de tanta plática!, si no me apuro no hay cena y con eso de que nadie comió, segurito van a llegar con hambre... ¡espero que sí bajes!
AP: Claro que sí María.
María: Ahorita que me acuerdo, Mary no comió, ¿quieres que me la lleve a que coma algo?
AP: Gracias María, pero quiero llevarla yo.... nada más acomodo ésta página y bajamos para que coma mientras sus hermanos siguen dormidos.
María asiente y sale de la recámara. Al terminar de bajar las escaleras se encuentra con Rogelio que se dirigía con Paula.
R: (serio), ¡Buenas tardes nana!
María: (¿?), ¿Qué te pasa Rogelio?
R: (¿?), ¿Qué me pasa de qué?
María: ¡No sé por eso te pregunto!, ¡traes una cara y además estás muy serio!
R: (exhala), Supongo que necesito sacar esto que traigo desde la mañana y que no me dejó de dar vueltas en la cabeza.
María: (¿?), ¿Te pasó algo malo?
R: Mas que pasarme algo, me siento como un miserable egoísta, (la agarra del brazo), pero mejor vamos a otro lado para que te cuente.
Rogelio conduce a María hasta la sala para platicarle lo que habló con Edward. Cuando llegó a lo último que le dijo su socio, se puso aún más serio y frotaba su sien por el dolor de cabeza que tenía.
Paula y Mary habían terminado de hacer el álbum, pero al pasar cerca de la sala, la niña oye la voz de su papá y hace que su mamá la lleve allá.
María: ¿Qué tiene que ver lo que te dijo el señor Sanders con tu estado de ánimo?
R: ¿No te diste cuenta nana?, Edward me dio a entender que no va a luchar por Jennifer porque no quiere que cuando lo mire recuerde lo mucho que sufrió por su culpa.
María: ¡Pero si él no le hizo nada!, el ex marido fue quién la humilló, no él.
R: Él pagó mucho dinero para que fuera con ella, estuvo de acuerdo con el matrimonio, se hizo cargo de su divorcio y le dio un incentivo al tipejo por el sacrificio de casarse con una inválida... en realidad lo que único que provocó fue que Jennifer padeciera seis meses de humillaciones, (alterado), ¿a eso le llamas no haberle hecho nada?
María: Pues... pintado de esa forma, sí tuvo parte de culpa. Nada más que aún no veo que tiene que ver todo lo que me dices con lo que te pasa.
R: ¿Qué te imaginas que ve Paula en mí?
María: ¡Qué más va a ver!, pues ve a un esposo que adora, el padre más amoroso y tierno del mundo y un hombre que trabaja duro para darle lo mejor a su familia.
R: Y tal vez recuerda que por mi culpa su hermano estuvo preso y que desde ese momento su vida fue un infierno.
María: (se levanta), ¡Hay no Rogelio!, ¡no me digas que volviste a dudar de su amor por ti!
R: No María... no dudo que me ame, pero de no haberme casado con ella su tía no estaría presa, su hermano y Gustavo estarían vivos al igual que su bebé.
María: Tú sólo cometiste un error y Paula te perdonó porque te ama por sobre todas las cosas... además, lo del encierro de Miguel era inevitable, eso se lo puedes preguntar a Alejandro.
R: ¡Ya lo sé!, pero si el pasado pudiera cambiarse, yo cambiaría el instante en que la traje de vuelta a la Hacienda... lo mejor para ella hubiera sido que se quedara con Gustavo.
María: ¡No estás hablando en serio!, desear cambiar el pasado significa que te arrepientes de tu presente y para Paula sería horrible oírte decir eso porque pensaría que no eres feliz a su lado.
R: Perdón nana, tienes razón. No debí decirlo, yo amo a mi familia y soy muy feliz con Paula, sólo que pensé que su vida sería mejor tal y cómo estaba destinada.
María: ¡Cómo estaba destinada!, ¿o sea que su destino no era estar contigo?
R: Yo cambie su destino... si lo analizas, nosotros no debíamos estar juntos... Pero eso ya no importa, ahora tengo que esforzarme para que nunca vuelva a estar triste, (nuevamente soba su sien), disculpa María, me voy a dormir, tengo un méndigo dolor de cabeza que ni con las pastillas que me mandó Ernesto se me quita.
Rogelio se va hacia su recámara y María a la cocina. Al entrar ve a Paula llorando en los brazos de Mary.
María: No tengo que preguntarte para saber qué es lo que te pasa... Oíste lo que me dijo Rogelio, ¿verdad?
AP: ¡No tienes idea de cuánto me odio María!, nunca medí las consecuencias de mis actos... cada palabra, cada mirada de reproche y cada golpe que le di a Rogelio lo lastimaron muchísimo.
María: Era natural que reaccionaras de esa manera cuando sentías que Rogelio hizo algo malo. Tal vez te equivocaste, pero nadie te culpa y mucho menos él.
AP: Ese es el problema, mis errores fueron justificados por todos, ¡pero los de él no!
María: (la abraza), ¡hija!, sí escuchaste hasta el final, Rogelio dijo que ama a su familia y que ha sido muy feliz a tu lado, (limpia sus lágrimas), por eso, no tienes que llorar por cosas que no tuvieron razón de ser.
AP: ¿Le puedo pedir un favor María?
María: El que quieras Paula.
AP: Necesito que se quede con los gemelos por el día de hoy... quiero arreglar las cosas con Rogelio.
María: Sabes que yo encantada de quedarme con mis nietos, pero no entiendo, ¿qué quieres arreglar si no se pelearon?
AP: De alguna manera tiene que entender que el pasado es lo que menos me importa, (le da un beso a Mary), ¿quieres ayudarme a preparar el pastel favorito de tu papá?
La niña acepta y las dos se ponen a preparar el postre. Cuando está listo, Paula lo coloca en una charola junto a la comida de los dos, (como adorno usa unos lirios que trajo del paseo). Con ayuda de María sube todo a la recámara en dónde Rogelio seguía dormido. Era tan profundo el sueño que tenía, que no se dio cuenta que su esposa le puso un ramo de lirios amarillos en su mano.
Mientras despertaba, Paula se pone un camisón de seda color blanco con un escote en V, que permitía apreciar el hermoso collar con el dije de corazón que le dio su esposo. Luego se sentó a un lado de la cama a esperar que abriera los ojos, pero los minutos seguían corriendo y Rogelio parecía no tener la intención de despertarse.
Cansada de la situación, le pasa uno de los lirios alrededor de los labios consiguiendo que se mueva lo suficiente para darle un beso y aunque lo tomó por sorpresa, Rogelio no tarda en corresponder al gesto de su mujer con la misma intensidad. Lentamente ella se acomoda encima de él y profundiza el beso, cuando el aire escasea ambos se separan con un poco de resistencia.
R: No quiero que pienses que me quejo de tan bonita forma de despertarme pero, ¿a qué debo el beso?, que yo sepa todavía falta para nuestro aniversario.
AP: ¿Acaso necesitamos que sea nuestro aniversario para consentirnos?, eres mi esposo y cualquier momento es bueno para disfrutarte.
R: Ya nos disfrutamos ayer, (la abraza), aunque si quieres continuar por mí está perfecto.
Rogelio vuelve a retomar el beso, (el cual es más demandante que el anterior). Las emociones que empiezan a sentir, los hace prodigarse caricias por todas partes y hubieran aumentado de no ser porque él se detiene.
AP: ¿Ocurre algo amor?
R: Sabes que con tan solo un beso tuyo me vuelvo loco, pero nuestros chamacos están aquí y ¡como que no sería bueno espantarlos!
AP: (riéndose), ¡qué exagerado!, ni que fuéramos escandalosos, pero para tú tranquilidad le pedí a María que por esta noche los cuide en su cuarto.
Paula se levanta por la charola y regresa para ponerla en la cama. Rogelio ve el delicioso pastel de chocolate y trata de tomar un poco con el dedo pero al fijar mejor la vista, se da cuenta que tiene escrito "Para el amor de mi vida... Te amo Rogelio" con crema batida.
R: ¡Gracias!
AP: Soy yo la que te agradece por todo el amor que nos das a nuestros hijos y a mí, (besa su mano), cuando te veo sonreír yo también sonrío... por favor Rogelio, sonríe siempre para mí.
Rogelio alza la otra mano para tomar la de su esposa, pero al hacerlo siente un pétalo... al voltear hacia la almohada, encuentra unos lirios deshojados por el movimiento que hizo al despertar.
AP: Estabas profundamente dormido y por eso no notaste los lirios que puse en tu mano.
R: (Toma uno que casi estaba completo), ¡perdón Paula!, debí deshojarlos sin querer.
Paula deja el pastel en el buró para poder abrazar a su esposo.
AP: No tienes por qué pedirme perdón... cada error que llegamos a cometer, por muy grave que haya sido, fue una experiencia de vida para ambos. De cada uno aprendimos y es lo que hizo fuerte nuestro amor.
R: Tal vez, pero hay errores que provocamos por egoísmo y esos son los que lo debilitan.
AP: No necesariamente, depende de cómo lo quieras percibir. En mi caso el amor que siento por ti se hizo mucho más fuerte... aunque tal vez mis errores debilitaron el amor que tenías por mí.
R: (la abraza más), ¡Ni siquiera lo pienses!, ¡te puedo jurar que el amor que te tengo es tan fuerte que ni muerto dejaría de amarte!
AP: ¡Si es tan fuerte como dices!, ¿entonces por qué te arrepientes de estar conmigo?
R: ¿Arrepentirme de estar contigo?, yo no...
AP: Le dijiste a María que si pudieras cambiar el pasado dejarías que me quedara con Gustavo... Rogelio, ¿en verdad es lo que deseas?
R: Lo dije porque a mi lado sólo tuviste pérdida tras pérdida... Yo me aferré a lo que el destino no quería para nosotros, y en consecuencia te hice daño.
AP: ¿Y quién te asegura que nuestro destino no era estar juntos?, (toma su cara), ¿no te has puesto a pensar que si tuvimos tantos problemas fue porque me negaba a aceptar lo que sentía por ti?... Rogelio, tú me gustaste desde que te vi, aunque las peleas que teníamos me hicieron aferrarme a la idea que de que nunca podría amarte... ¡amor!, estoy segura que nuestro destino era conocernos, (le da un beso corto), y ahora sé que "nací para amarte y únicamente seré feliz si te tengo conmigo... a tu lado pude entender que el amor no es perfecto sino verdadero, por eso le doy gracias a Dios por permitirme conocerte y regalarme está felicidad tan inmensa que siento cada vez que estamos juntos".
R: (conmovido), discúlpame por la estupidez que dije hace rato... tú sabes cuánto te amo y que lo que me hace ser un mejor ser humano es éste sentimiento tan bonito que despiertas en mí... pero a veces...
AP: (lo calla con un beso), por favor Rogelio no digas nada... en este momento sólo quiero amarte por completo.
Como si de una orden se tratara, Rogelio le concede a su mujer el deseo que tenía. Ambos se dejan llevar por sus sentimientos, porque más allá de la pasión que despertaban las caricias mutuas... se encontraba el anhelo de tocar su alma con tan sólo un beso o un susurro de amor... La entrega que más disfrutaban, es la que se daban con dulzura, ya que uno procuraba al otro hasta en el más mínimo detalle... Para Paula era importante desaparecer de la mente de Rogelio la culpa con la que lo obligó a vivir durante tanto tiempo, por eso se entregó a él como si fuera la primera vez... Él por su parte esparció los pétalos del lirio por toda la cama y el cuerpo de su mujer... el dulce aroma de la flor combinado con el de ella lo terminó por transportar hasta el paraíso en dónde se mantuvieron durante toda la noche.
Al salir los primeros rayos del sol, Paula abre los ojos. Aún estaba abrazada al cuerpo de su esposo y su cabeza se encontraba sobre la mejor almohada que pudiera tener, (el pecho de Rogelio). Con cuidado se incorpora y se queda un momento viéndolo dormir. Después de un rato se anima a despertarlo con un beso.
R: (abre los ojos), ¡Buenos días amor!
AP: ¡Buenos días Rogelio!, ¿qué tal pasaste la noche?
R: ¡De maravilla!, no sé qué pasa pero cuando estoy contigo cualquier dolor o cansancio desaparecen.
AP: (alza la voz), ¡Es cierto!, ¡pero qué tonta!
R: (¿?), ¿Qué sucede Paula?
AP: (acaricia su cabeza), ayer te dolía mucho la cabeza, ¿verdad?
R: ¡Pos un poco!, pero qué mejor medicina que tus besos.
Rogelio acerca su rostro para darle un beso pero Paula se levanta de la cama y se pone rápidamente el camisón.
R: ¿A dónde vas Paula?
AP: ¿Comiste?
R: ...
AP: ¡Rogelio!
R: ¡Sí comí!
Paula verifica que la comida aún esté en condiciones y al notar que sí, regresa a la cama con la bandeja para dársela a Rogelio. Después del desayuno ambos van a buscar a sus hijos al cuarto de María.
Mientras Paula le daba de comer a Federico, Rogelio jugaba con Rafael, (usaba una sonaja), Mary se une al juego y de rato se escuchan las risas de los tres porque el pequeño Rogelio había podido quitarle a su papá la sonaja. Paula miraba la escena en silencio... en su mente se decía que esos momentos eran los que habían cerrado completamente las heridas del pasado en ella... pero debía trabajar para que lo mismo sucediera con las de Rogelio.
Juanita llega corriendo para hablar con Rogelio.
Juanita: ¡Patrón!, la señorita Consuelo le habla por teléfono... parece que hay un problema con el último pedido del señor Sanders.
R: ¿Cómo que hay un problema?, ¡ya terminamos de prepararlo!
Juanita: Es que parece que tuvieron problemas con el embarque y no recuerdo que más.
R: (se toca la cabeza), cuando no es una cosa es otra.
AP: Amor, ve con Consuelo a checar que problema es el que tienen y yo me encargo de solicitar el embarque a otra agencia.
R: (le da un beso), ¡Ta bueno! Nos vemos más tarde.
Rogelio y Juanita salen del cuarto. Paula termina de darle de comer a los gemelos y en cuanto se duermen, baja con Mary a encargarla con María mientras ella hace las llamadas necesarias para que la mercancía se embarque a Estados Unidos.
Después de medio día, todo queda listo... Edward finalmente se aparece por la Hacienda, (Paula estaba esperándolo para hablar con él).
AP: ¡Qué milagro verte por aquí Edward!, hasta llegué a pensar que ya te habías ido por la vergüenza.
Edward: ¡Buenas tardes Ana Paula!, y no me fui porque tenía un asunto que atender, ¿sí te lo dije verdad?
AP: ¿Y se puede saber qué asunto era?
Edward: Por supuesto que sí. Pero antes quisiera esperar a que Rogelio regrese. Estoy seguro que lo que van a ver los hará sentirse orgullosos, (hace una reverencia), sí me disculpas, los espero cerca del corral.
Edward vuelve a irse y Paula se va al despacho a llamar al Rancho para preguntar por Rogelio, (Consuelo le dice que su patrón ya iba en camino a la Hacienda). Para cuando llega, ya estaba María, Mary, Paula y Juanita esperándolo afuera de la casa.
R: ¡Caramba!, nunca me imaginé que me extrañaran tanto como para esperarme aquí afuera.
AP: ¡Claro que te extrañábamos!, pero no es por eso que estamos aquí. El insensible quiere mostrarnos algo y dijo que lo viéramos en el corral.
R: ¿El insensible?, ¿hablas de Edward?
AP: ¿De quién más?
Juanita: A mí también me invito, (sonrojada), aparte de guapo es muy caballeroso.
R: ¿Guapo?, (ofendido), ¿Y yo qué soy Juanita?
AP: (lo abraza), ¡Tú eres un hombre guapo, atractivo, tierno, amoroso, trabajador, y un largo etc.!
R: Soy tu esposo, ¡es lógico que me digas eso!
AP: ¡Y prefiero ser la única que te lo diga!, porque cuando Jen o cualquier otra mujer te lo dice, me dan ganas de jalarles el cabello.
María: Muchachitos, ¿cuánto tiempo van a seguir hablando de eso?, ya estamos todos y tenemos que ir a ver que nos quiere enseñar el señor Sanders.
R: ¡Ta bueno!, ¡vamos con el idiota ése!
Paula sonríe por la cara de ofendido que tenía su esposo y para calmarlo lo abraza durante el camino al corral, (dónde Edward ya se encontraba a lado de un caballo).
R: ¡Así que el grandioso jinete Bolingbroke nos va a dar una cátedra de velocidad!
Edward: (sonríe), de habernos conocido un año antes, sí lo hubiera hecho, pero en este momento sería peligroso.
AP: Si no vas a correr, ¿por qué trajiste al caballo?
Edward: Yo no puedo correr, pero un integrante de los Montero sí lo va a montar.
R: ¿Y para qué quieres verme correr?, ya sé que soy bueno, pero convertirme en jinete de carreras no me llama la atención.
Margarito: (detrás de ellos), Yo soy el que va a montarlo papá.
Todos voltean a verlo con sorpresa.
AP: (alterada), ¡No Margarito!, ¡tú no aprendiste lo suficiente como para arriesgarte a correr!
Margarito: Mi papá me enseñó todo lo necesario para montar y el señor Sanders me ayudó a llevarlo a la práctica, además, no voy a correr, sólo voy a trotar.
Margarito se acerca a su padre y lo mira esperando algún reproche por no consultarlo a él en lugar de a un extraño.
Margarito: Perdóname papá... quise darles la sorpresa y pensé en aprender por mi cuenta, pero el señor Sanders me dijo que podía ser peligroso si lo hacía solo.
R: ¡Chamaco!, no tienes que sentirte mal por haber recibido ayuda de otra persona, lo importante es que hayas aprendido lo suficiente para nuestra tranquilidad... los instructores americanos son caros, pero a ti te enseñó uno inglés y además lo hizo gratis, (ambos se ríen).
Unos peones se aproximan con los caballos de Rogelio y Paula.
Margarito: Quisiera que me acompañaran a dar una vuelta, ¿se puede?
R: (lo abraza), ¡Claro que se puede Margaro!, nada nos haría más feliz, (mira a Paula), ¿verdad amor?
AP: Así es Margarito, vamos a compartir tu primera cabalgata por los alrededores de la Hacienda.
Edward: Rogelio, yo únicamente lo enseñé a mantenerse tranquilo para no asustar a su caballo. Lo de enseñarle a cabalgar es tu responsabilidad.
R: (sarcástico), ¡Sí ibas a hacer un favor debiste hacerlo completo!
Edward: No cuento con más días para hacerlo, además tú eres el padre y qué mejor enseñanza que el arte familiar.
Rogelio le da una palmada en la espalda y luego va con su hijo y esposa para montar a sus respectivos caballos. Con una indicación de Rogelio comienzan a trotar... Primero dieron unas vueltas alrededor del corral, después aumentan la velocidad para cabalgar y en un abrir y cerrar de ojos se alejan de la mirada de sus espectadores, (que regresan a la casa).
Margarito estaba que no cabía de la felicidad por tener a sus padres en lo que era su primera vez cabalgando. Su padre se mantenía al pendiente de cada movimiento que su hijo hacía y también le daba recomendaciones para dar vuelta cuando pasaban cerca de algún obstáculo. Paula iba un poco atrás porque quería darles espacio como padre e hijo, aunque los dos se alinearon con ella para compartir el momento como la familia que eran. Luego de recorrer casi toda la Hacienda, se detienen en un claro a descansar, (sin bajar del caballo).
Margarito: (contento), ¿Cómo lo estoy haciendo papá?
R: La verdad me tienes impresionado, cabalgaste como si fueras profesional y eso que según Edward sólo te dijo cómo agarrar las riendas.
Margarito: Me dijo que así entrenaba a sus alumnos para competir. En realidad sus clases eran más que nada de concentración.
AP: Y qué bueno que se encargó de enseñarte como estar concentrado porque eso es fundamental para los jinetes.
Margarito: Sí... a mi tío Ernesto y a mí nos platicó del accidente de una de sus alumnas. La pobrecita se cayó en una carrera de caballos y él dice que fue por desconcentrarse, (pensativo), oye papá ¿te puedo hacer una pregunta?
R: La que quieras mijo.
Margarito: ¿Cómo fue que quedaste paralítico?, todos dicen que fue por un accidente, pero nadie sabe decirme cómo sucedió.
Rogelio y Paula se miran entre sí con un poco de nerviosismo y por varios segundos ninguno dice nada.
Margarito: ¿Pasa algo?, ¿a poco no puedes contármelo?
AP: No es que tu papá no pueda Margarito, pero ya no es importante que lo sepas. Gracias a Dios Rogelio se recuperó y ahora puede compartir contigo esto que tanto le gusta.
R: Así es chamaco, para qué revivimos el pasado. Mejor pensemos en todas las cosas que vamos a hacer de ahora en adelante, ¿qué dices?
Margarito: (serio), Entiendo... por el momento no me puedes decir nada, pero ¿me prometes que lo harás algún día?
AP: Margarito, no hay necesidad de...
R: Espera Paula, Margaro comprende que no es tiempo de hacerlo y por eso voy a darle mi palabra de que cuando lo considere prudente se lo voy a decir.
Margarito: (sonríe), ¡Gracias papá!, ahora vamos a seguir cabalgando ¿sí?
Margarito le da la orden a su caballo para retomar el paseo, Paula ve que Rogelio se quedó pensativo y se acerque a él.
AP: ¿Por qué prometiste eso Rogelio?, tú me dijiste que Margarito no debe enterarse porque se culparía.
R: Ahora que le entró la duda va investigar y en algún momento lo puede llegar a saber... no quisiera que mi chamaco se enterara por otras personas. Cuando sea lo suficiente maduro para entenderlo, voy a contárselo sin ningún temor porque sé que podrá con eso.
AP: (acaricia su rostro), Tienes razón, y yo te prometo estar ahí para apoyarlos.
R: ¡Gracias amor!
AP: Bueno, ahora vamos a intentar alcanzar al futuro campeón de carreras de caballos.
R: ¡Nombre!, ¿cómo qué futuro campeón?
AP: Nuestro hijo nos lleva demasiada ventaja y eso que apenas es su primer paseo.
R: ¡Pues observe al maestro señora Montero!, ese chamaco tiene mucho que aprender todavía.
Rogelio da un ligero golpe con el fuete y se aleja de Paula a gran velocidad... Por lo rápido que iba, decidió no intentar alcanzarlo porque aún le faltaba controlar a la perfección a su caballo y no quería volver a asustar a su esposo, así que se va por un atajo que Rogelio le enseñó cuando fueron al paseo. Mentalmente se hace la promesa de pedirle a Jen que la entrene para que algún día pueda correr junto a ellos y disfrutar del viento en su rostro, en lugar de temerle.
Margarito se dirigió hacia el corral. Pensaba que sería el primero en llegar pero Rogelio lo alcanza y además se da el lujo de rebasarlo y ganar, (aunque lo peor fue que Paula también le gano). Una vez que dejaron a los caballos en el establo regresan a la casa. Antes de llegar, ven desde lejos el auto de Edward con su chofer adentro. Cuando están por entrar Edward sale acompañado de María y Mary.
R: ¡Como que creo, que no te quedas a comer!
Edward: Lo lamento pero tengo asuntos que atender.
R: Margaro, despídete de tu nuevo tío y luego te llevas a tu hermana con tus hermanos.
Margarito: ¡Sí papá!, hasta luego tío Edward, para cuando vuelva podrá ver mi mejoría porque mi papá dijo que me terminará de enseñar lo que falta.
Edward: Espero que aún pueda verlo para cuando regrese, aunque no será en poco tiempo.
Margarito: ¿Se va a tardar en regresar?
AP: Margarito no le preguntes tantas cosas. Edward sabrá cuando será el mejor momento para regresar.
Margarito se disculpa y después se va con su hermana.
Edward: Bien, es hora de partir. Me hubiera gustado invitarlos a Estados Unidos para el próximo mes, pero comprendo que no sería correcto hacerlo.
R: ¡Y qué bueno que te queda claro!, no me gusta presenciar estupideces.
AP: ¡Rogelio por favor!
Edward: No te preocupes Ana Paula... En verdad lamento los problemas que les ocasioné, nunca fue mi intención que se vieran involucrados.
AP: Edward, yo no soy quién para decirte lo que debes o no debes hacer, pero sí me gustaría que pensaras muy bien el paso que vas a dar... aún puedes solucionar las cosas con Jen... de ti depende que sus heridas se curen o se queden abiertas por el resto de su vida. Además sé que ella te va a perdonar todo lo que hiciste, ¡te lo puedo jurar!
Edward: Ya he dado mis razones para dejar todo como está, algún día te darás cuenta que fue lo mejor para ella.
R: ¡Oye Edward!, me puedes contestar ¿qué es lo último que quisieras ver antes de quedarte en la oscuridad?
Edward: (¿?), ¿Qué?
R: No me lo contestes ahora, nada más piensa muy bien la respuesta.
Edward: Lo haré.
Edward se despide de ambos y sube a su coche que poco tiempo después sale de la Hacienda rumbo a Tuxtla.
El matrimonio vuelve a la casa a pasar tiempo con sus hijos. Una hora más tarde, el teléfono suena y contesta Juanita.
Recámara del matrimonio Montero:
Rogelio, Paula, Margarito y Mary jugaban lotería y los gemelos dormían plácidamente.
Juanita: (entrando): ¡Patrona la llaman!
AP: ¿Quién es Juanita?
Juanita: Su hermana, la señora Vanesa.
AP: ¿Vanesa?
Juanita: Sí patrona.
Antes de contestarle Paula le pide a Margarito que lleve a Mary a comer un postre.
AP: ¡Bueno!
Vanesa: ¡Hola Paula!, ¿Cómo han estado todos?
AP: Bien, gracias a Dios, ¿cómo están Valeria y tú?
Vanesa: Estamos muy bien, (riendo), Ricardo me está pidiendo que te diga que muchas gracias por acordarte de él.
AP: Discúlpame Vanesa, todavía no me acostumbro al hecho de que tienes esposo.
Vanesa: Paula, no es por incomodarte pero te aviso que tengo el altavoz encendido y el pobre de Ricardo te escucha perfectamente.
AP: En serio no lo hice a propósito, dile que me disculpe.
Vanesa: No te disculpes, en realidad te llamábamos para saber qué tuvimos... ¿fue sobrina o sobrino?
AP: Son sobrinos y fueron varones.
Vanesa: ¿Sobrinos?, ¡es increíble!, ¡te felicito!... ¿sabes?, Ricardo tiene una exposición de caballos en el D. F. y me sugirió que terminando pasemos a la Hacienda a conocer a nuestro... digo, nuestros sobrinos, ¿qué te parece?, ¿no es molestia si vamos?
Paula tapa el auricular y le pregunta a Rogelio sí es posible recibirlos a lo que él acepta.
AP: Por supuesto que no es molestia Vanesa, ¿cuándo llegarían?
Vanesa: En mes y medio, pero como a Ricardo no le gusta llegar de improviso me dijo que te avisara desde ahora.
AP: (sarcástica), ¡Qué amable resultó ser!
Vanesa: (¿?), ¿Cómo?
AP: Nada... entonces los estaremos esperando dentro de mes y medio.
Vanesa: Muy bien, nos vemos pronto y me saludas a todos por favor.
Ambas cuelgan. Paula devuelve el teléfono a Juanita, (que se va enseguida), y mira a Rogelio un poco preocupada.
AP: ¿Crees que es buena idea recibirlo?
R: Es el esposo de tu hermana, ni modo de decirle que venga sola, además ésta es una buena oportunidad de averiguar qué clase de persona es.
AP: Y si resulta que es malo, ¿qué vas a hacer?
R: Abrirle los ojos a Vanesa antes de que la deje en la ruina.
AP: ¡Pobre Vanesa!, sería horrible que después de lo que pasó con... bueno, lo que sucedió en el pasado, se venga a enterar que el hombre del que se enamoró y que le dio una hija es un vil estafador.
R: Yo sé que va a ser muy duro, pero ¿no crees que sería peor que se enterara cuando le robe todo?
AP: Es verdad, aunque no quisiera tener que decirle algo así.
R: (la abraza), no pienses en eso ahora. Mejor vamos a seguir jugando con nuestros chamacos porque desde mañana vuelvo a tener trabajo y no los voy a ver seguido.
AP: Sobre ese tema, quería decirte que siento que es hora de regresar a mi trabajo en el Rancho. Tú te encargaste de todo cuando cumplí seis meses de embarazo y no es justo que continúes cargando solo con tantas obligaciones.
R: Sabes que siempre te apoyaré en lo que desees, y si tu quieres retomar tu trabajo yo no tengo problema en que lo hagas.
AP: ¡Gracias Rogelio!
R: De nada, (la besa)... ¿Eso significa que a mí me va a tocar cuidar a nuestros chamacos durante las mañanas y a ti en las tardes como lo estuvimos haciendo antes?
AP: ¡Exactamente señor Montero!
Paula le da un beso como los que eleva al cielo la cordura de Rogelio.... Como una forma de darse fuerza para el duro trabajo que les espera, se entregan a sus anhelos con únicamente caricias y besos, (pues los gemelos estaban en su cuna). Cada vez que se demostraban su amor de esa forma, todos los problemas dejaban de ser importantes porque estaban seguros que mientras estuvieran juntos podrían afrontarlos sin temor.
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