CAPÍTULO 30
Estados Unidos – Empresa agropecuaria Sanders.
Rogelio, Margarito y Alejandro, llegaron a la Compañía Smith muy temprano, (Jennifer no estaba pero dejó dicho que los vería después). Laura se encargó de llevarlos hasta las instalaciones de una empresa realmente impresionante que contaba con grandes sembradíos, gigantescos graneros, terrenos extensos para el pastoreo y maquinaria. El territorio era tan amplio, que el coche de Laura tardó casi veinte minutos en recorrer el camino que los dejaría en el edificio administrativo.
R: (sorprendido), Laura, ¿de verdad ésta es la empresa del señor Sanders?
Laura: ¡Así es Rogelio!, ¡es enorme ¿no?!
Margarito: La palabra enorme se queda corta, creo que es más o menos del tamaño de las tierras del Fuerte.
Alejandro: Tienes razón Margarito, la diferencia es que en lugar de la Hacienda tiene ése edificio que es parecido a la procesadora de Sinaloa.
Laura: ¿Entonces de qué te sorprendes Rogelio?, si analizamos la cantidad de tus tierras, se podría decir que tienes más que el señor Sanders.
R: Me sorprende porque todo lo tiene en un solo terreno, yo los tengo dispersos y en diferentes estados.
Laura: Sin embargo con todo y este enorme terreno, no se da abasto con las cantidades que tiene que entregar a sus clientes en Europa, por eso necesitaba un socio.
R: Eso es lo que no me queda claro, ¿cómo consiguió tantos contratos en Europa, siendo que yo únicamente tengo dos con empresarios asiáticos?
Laura: ¿Sabes?, ni yo lo sé. El apellido Sanders tiene poco de ser conocido en la industria ganadera, ni la Compañía Smith estaba enterada de él hasta que mandaste esa información.
Alejandro: Es extraño, el contrato menciona a nueve empresas localizadas en Inglaterra y Francia. Y por lo poco que sé de ellas, para que hagan tratos con un empresario extranjero, éste debe contar con un gran prestigio en la rama agropecuaria. Rogelio, ¿estás seguro de firmar el contrato con el señor Sanders?, a mi juicio es sospechosa su repentina aparición en el mercado estadounidense.
Margarito: Papá mejor no aceptes, que tal si es un impostor y quiere perjudicarte, eso lo he visto en las películas.
R: (ríe), ¡Caramba!, ahora resulta que quieren desistir, Laura, ustedes lo investigaron ¿o no?
Laura: En esta ocasión yo no hice esa labor sino Jennifer y según ella es de fiar, aunque no se tardó ni un día en investigarlo. ¡Es más!, lo que me entregó estaba orientado a su reputación de mujeriego y no a sus negocios.
Alejandro: Entonces la señorita Jennifer solo se basó en su vida privada y eso no aclara lo que te digo Rogelio.
R: ¡Ta bueno!, voy a hablar con Jennifer y con el señor Sanders para salir de dudas antes de tomar una decisión.
Margarito y Alejandro se miraban entre sí con un poco de duda, pero prefirieron ya no decirle nada a Rogelio porque no lo harían cambiar de opinión.
Los cuatro entran a las oficinas centrales donde son recibidos por una secretaria vestida muy provocativa, (vestido entallado color negro con minifalda, cabello rizado corto, rubia y de ojos azules), que en cuanto vio a Rogelio y Alejandro les dio una mirada coqueta.
La mujer los condujo hasta una sala color beige con ventanales de cristal, alfombrado, mesa de centro, y un área de cafetería al fondo. Ahí les pidió que esperaran a que el señor Sanders terminara de atender a una persona. Poco después llego Jennifer, iba con un traje sastre con minifalda y sus acostumbrados tacones altos. Al verlos, de inmediato fue a abrazarlos.
Jennifer: ¡Qué guapos están los tres!, Alex, ¡estás divino así de elegante!, supongo que esa linda muchachita ¿Dany verdad?, finalmente te dio el sí.
Alejandro: (¿?), Sí, Dany es mi novia, pero ¿cómo sabes?... ¡Ah, seguro que Rogelio te contó!
Jennifer: Él no me dijo nada, lo supe porque se te notaba que era ella la que te gustaba, (abrazando a Margarito), ¡Hi boy!, cada vez te pareces más a tu papá, ¡lástima que eres muy joven para mí!, si fuera diferente te hacía my boyfriend en lugar de tu papi.
Margarito: (rojo), ¿Qué es boyfiend?
Jennifer: Pues es...
R: Jennifer, no le digas esas cosas a mi chamaco, no vaya a ser que quiera madurar antes de tiempo.
Jennifer suelta a Margarito y casi se cuelga del cuello de Rogelio para susurrarle al oído.
Jennifer: ¡Sorry Rogelio!, no te enceles, sabes que tú eres mi preferido y que de ser soltero, no dudaría en hacerte my boyfriend, (sonríe), Aunque eso se puede arreglar muy fácilmente.
R: (¿?), ¿De qué hablas?
Laura: Jennifer, ¿podemos hablar un momento?
Jennifer: Yes Laura, excuse me boys.
Las dos entran al tocador de damas. Rogelio y Alejandro se quedan un poco desconcertados.
Jennifer: Ok Laura, ¿qué es lo que quieres decirme?
Laura: Jennifer ¿qué te pasa?, sé que siempre te ha gustado molestar a los hombres pero hoy estás peor. Pensé que al menos no lo harías con Rogelio y los demás porque son tus amigos.
Jennifer: No los estoy molestando, solo exalto sus cualidades, eso no es malo.
Laura: Solamente te comportas así con hombres que no tratas, porque te gusta jugar con ellos para demostrarles que no son los únicos que utilizan a las personas. Creí que Rogelio te agradaba y por eso lo ayudaste con Ana Paula, pero tu actitud de hace un momento me dice todo lo contrario.
Jennifer: (seria), Me agrada, pero no entiendo que es lo que te molesta, nada más estoy haciéndoles una broma.
Laura: Te estás comportando como una coqueta y no como si de verdad estuvieras bromeando con ellos, incluso tus abrazos son distintos a lo que yo llamaría respeto.
Jennifer: ¡Yo no soy como tu Laura, no me voy a convertir en un ser sin calor en el cuerpo solo porque perdí a mi marido!
Laura no pudo contestarle por el shock de oír a su amiga decirle eso sabiendo el dolor que aún guardaba por su difunto esposo y su hija. Jennifer estaba consciente del error que cometió, pero no se atrevió a ofrecerle disculpas. Laura sale y se despide de los tres argumentando un pendiente con otro socio. Cuando se va, Jennifer se acerca con ellos. Antes de que pudiera decir algo, la secretaria les indica que pasen a la oficina del señor Sanders. Rogelio les pide a los tres que lo esperen un momento porque necesitaba consultar una duda con su socio.
En una oficina más grande y lujosa que las de la Compañía Smith, estaba Edward con un traje negro, sus lentes oscuros, y los codos recargados en su enorme escritorio. Rogelio entra y toma asiento frente a él.
Edward: Viene solo, creí que traería a su abogado y algún socio de la compañía Smith.
R: Mi abogado y Jennifer esperan afuera. Antes de iniciar con la junta necesitaba hablar con usted a solas.
Edward: ¿Hay algo que quedara pendiente señor Montero?
R: Un par de dudas, y le juro que es importante que me las responda.
Edward: ¡Está bien!, ¿cuáles son esas dudas?
R: Usted no es el único desconfiado en este mundo, yo también lo soy, por eso necesito que sea lo más sincero posible y me diga, ¿quién es realmente Edward Sanders?
Edward: ¿A qué se refiere con quién soy realmente?
R: Suena un poco extraño que un hombre que recién apareció en el mercado ganadero, consiga nueve contratos con empresas europeas sin ninguna dificultad, tampoco se casi nada de usted, excepto que fue el mejor amigo del ex esposo de Jennifer y perdonará mi franqueza Señor Sanders, pero eso no es suficiente para exponer mi reputación haciendo una sociedad con su empresa.
Edward se queda en silencio mientras Rogelio intentaba encontrar algún gesto que le demostrara la falta de sinceridad en él.
R: No le pido detalles de su vida privada, pero estoy seguro que antes de recibirme, investigó todo lo posible sobre mí, ¿o estoy equivocado?
Edward: No se equivoca señor Montero, lo mandé a investigar y déjeme decirle que me da gusto que esté de pie después de casi diez años de permanecer postrado en una silla de ruedas. Allison debe quererlo mucho ya que ambos son afines.
R: Los dos compartimos el dolor de haber quedado inválidos, así como la lucha para volver a estar de pie, por eso nos tenemos un gran afecto y también estoy en deuda con ella.
Edward: ¿En deuda?
R: Así es, pero es un tema que no voy a discutir ahora. No ha respondido mis dudas señor Sanders, ¿quién es usted?, porque no creo que empezara siendo ganadero.
Edward: Es cierto señor Montero, yo no era ganadero, era un jinete en carreras de caballos. A los treinta años dejé las competencias para dedicarme al entrenamiento de nuevos talentos. Tome a mi cargo a dos jóvenes prometedores, Allison y Ricardo... déjeme decirle que ella era la mejor.
R: (¿?), Pero usted dijo que Jennifer es la ex esposa de su mejor amigo y que no lo recordaba, entonces esa teoría me parece incongruente porque ¿cómo no se acuerda de su mentor?
Edward: Allison era una niña de quince años. Antes de que sucediera su accidente, me alejé. Después supe que no quería ver a nadie de su pasado, por eso no intenté buscarla, pero como cayó en depresión, le confié a mi mejor amigo su cuidado y el resto se lo puede imaginar. Para Allison nunca fui importante y la prueba está en que no me recuerda.
R: Todos cambiamos conforme pasan los años, ¿acaso usted es igual que en ese entonces?, y me va a disculpar, pero es ilógico ese supuesto olvido. Supongamos que cambio físicamente, ¿no me diga que también cambio de nombre?
Edward: Físicamente no soy igual, ahora tengo algunas canas y mis facciones son más duras, (se quita los lentes), eso sin contar que mis ojos ya no son los mismos y el nombre...
De pronto Edward se ríe haciendo que Rogelio se moleste.
R: ¿Qué es tan gracioso?
Edward: Es que haciendo memoria, Allison nunca me conoció como Edward Sanders, mi nombre en las competencias era Bolingbroke, así lo mantuve siempre y como le costaba trabajo pronunciarlo con acento británico me decía "El Rey de Inglaterra".
R: ¿Dijo Rey de Inglaterra?
Edward: Sí, pero continuando con lo que me preguntó antes, he de contarle que con el tiempo abandoné todo lo que tuviera que ver con caballos. El Hipódromo de mi familia prácticamente se lo regalé a Ricardo y comencé de cero. Los contratos los obtuve con relativa facilidad, porque soy británico e hijo de un noble, y aunque el negocio de mi padre era distinto a la ganadería, el apellido es más importante para esa gente, (se pone los lentes), ¡Bien, terminé!, me parece que es lo que necesitaba saber sobre mí señor Montero.
R: Más o menos señor Sanders, nada más otra duda. Menciona a un tal Ricardo, me puede decir ¿Ricardo qué?
Edward: Ricardo Archer López, ¿por qué la pregunta?... no me diga que lo conoce.
R: Ese sujeto tenía razón, el mundo está lleno de casualidades, Ricardo es mi concuño.
Edward: Pues le recomiendo enfocar su atención sobre las personas que sí le pueden hacer mucho daño, tiene por concuño a un hombre mentiroso y convenenciero, igual que el otro miserable.
R: Sin ofender, pero me está dejando peor que antes de preguntarle, no lo estoy comprendiendo.
Edward: Señor Montero, creo que es suficiente información, le conté esto para que deje de sentir esa desconfianza que por supuesto entiendo, no por nada es la primera vez que voy a tener un socio a quién le otorgo mi voto de confianza. Pero de una vez le advierto, no soy un hombre que ruega, si son tan grandes las dudas, será mejor que no firmemos nada.
R: Y yo no soporto las amenazas señor Sanders, así que le voy a dar un consejo de empresario. No anteponga su egolatría a los negocios, o va a perder mucho más de lo que piensa.
Rogelio se levanta y se dirige a la puerta. Está por llegar cuando Edward le pide que regrese.
Edward: Tiene carácter señor Montero, uno que aunque intente emular no puedo. ¿Aceptaría hacer de cuenta que no dijimos nada de lo anterior y concretamos el negocio?, solo no podré cumplir con los europeos.
R: Es una pena que sea por eso su petición, pero ni modo. Yo tengo claro que no hay que mezclar lo personal con los negocios y voy a hacer de cuenta que no pasó nada.
Edward: Pues se lo agradezco.
Edward marca a su secretaría y le pide que haga pasar a los demás. Una vez dentro, Rogelio se encarga de presentar a su hijo y a su abogado. Alejandro extendió su mano para saludarlo pero Edward no la tomo. Margarito al ver el comportamiento del socio de su padre, prefiere saludar con un simple "hola". Jennifer apenas le da un "buenos días" con un tono de voz molesto y después toma asiento frente al enorme escritorio del señor Sanders y éste da inicio a la junta.
Rancho la Negra:
Hugo estaba en el despacho cotejando la información financiera del Rancho y de la Hacienda. Lo hacía en ese sitio porque todos los pedidos se surtieron antes de que su patrón saliera a Estados Unidos y Paula le dio días libres para que los aprovechara como mejor le pareciera. Consuelo entra y le da un beso en la frente.
Consuelo: ¿Te falta mucho?
Hugo: Ya casi termino, si quieres ve preparando la camioneta.
Consuelo: Bueno pero no te vayas a demorar. Éstos dos días han sido los más bonitos y quiero que hoy sea igual.
Hugo: Lo será y de verdad hay que aprovecharlo, María llamó para saludar pero como te estabas bañando me dejó encargado que te avise que el patrón regresa en la tarde.
Consuelo: Se tardó bastante en volver, la patrona ha de estar muy contenta por su regreso. A mí me da gusto por ella, lo malo es que se nos acabaron los días en que estamos juntos como marido y mujer.
Hugo: Y retomarlos será imposible. Firmando el contrato con el señor Sanders, se nos viene más trabajo.
Consuelo: Va a ser cansado, pero eso le dará más prestigio a la Hacienda del Fuerte y el Rancho. Si todo sale como pensamos, seguro que el patrón nos da más días.
Hugo: (sonríe), eso me prometió, dijo que nos daba un mes antes de que la patrona de a luz, ¡claro!, siempre y cuando no dejemos pendientes.
Consuelo: Nunca le hemos quedado mal, (se dirige a la puerta), voy a dejar todo listo para que en cuanto termines nos vayamos.
Hugo: Sí.
Consuelo sale de la casa con una pequeña canasta que deja en la parte trasera de la camioneta. De repente escucha el ruido de un motor y al asomarse ve que los peones abren el portón para darle paso a una de las camionetas de la Hacienda. Paula baja, (muy lenta), y de inmediato le da un abrazo a Consuelo.
Consuelo: Patrona, ¿Qué anda haciendo por aquí y para acabarla solita?
AP: Es que estoy aburrida sin Rogelio. Ya sé que tiene mucho trabajo pero cuando está en la Hacienda, al menos puedo robarle un par de minutos para que los comparta con nuestros hijos y conmigo. Ahora nada más recorro los lugares y la verdad no es igual hacerlo sola.
Consuelo: ¿Y se vino sin su princesa?
AP: Por supuesto que no, (abre la puerta de atrás), Mary es muy dormilona, en eso se parece a Rogelio, cada que puede se queda dormido donde sea y así es mi princesa.
Consuelo: El patrón no es dormilón, lo que pasa es que a él se le cargó el embarazo y se me hace que también a Mary.
AP: ¿Tú crees?
Consuelo: Eso dijo mi madrina, ¡pobre del patrón!, con tanto trabajo y aguantarse el sueño debe ser muy feo.
AP: ¡No me digas eso Consuelo!, ahora me voy a sentir mal por él. Se supone que esos síntomas los debo tener yo y en mi caso me siento perfectamente.
Consuelo: No se apachurre patrona, usted no tiene la culpa de que haya sido así.
Consuelo se acerca para acariciar el vientre de Paula.
Consuelo: Oiga patrona, antier le tocó su visita mensual con el ginecólogo, ¿ya sabe que va a ser?
AP: (tensa), Aún no, es que no quise saberlo, mejor que sea una sorpresa. Consuelo, me parece que vas de salida, entonces creo que me voy a San Gabriel a distraerme.
Paula sube a su camioneta y se despide de lejos con la mano. Consuelo le corresponde, aunque en su mente surgió la pregunta de ¿qué le pasaba a su patrona?, porque de pronto la vio nerviosa, pero no tuvo tiempo de buscar explicaciones, pues Hugo sale para que los dos también se vayan del Rancho rumbo a su paseo por el río.
San Gabriel – Fonda de Macaría y Ulises:
Luego de casi huir de Consuelo. Paula decide llevar a Mary al parque para que juegue en los columpios. Le costó trabajo porque realmente el volumen que tenía no le permitía moverse como quisiera, cosa que la niña entendió pues le dijo a su mamá que tenía antojo de un helado y unas fresas con crema. Teniendo en cuenta la petición, le compró el helado y después fueron a la fonda por las fresas. En el momento en que vio a Paula, Macaria se puso a exaltar lo que todo el mundo le decía, (el tamaño del vientre).
Macaria: ¡Hay Paula, te ves tan bonita!, hace dos semanas que no te veo y ahora mira que grande está el nuevo Monterito, por cierto, ¿ya sabes que va a ser?
AP: Pedí que no me lo dijeran. Quiero que sea sorpresa.
Macaria: Espero que sea niña porque se nota que al patrón le encantan las niñas.
AP: ¿Rogelio ha comentado que quiere una niña?
Macaria: No pero basta con ver como se desvive por ti y por Mary. Esa dulzura de niña es su preferida y a mí se me hace que quiere otra porque ya tiene un hijo varón.
Ulises: Macaria, tu voz se escucha hasta la tienda.
Macaria: ¿En serio?, es que no me negarás que la señora Paula está re chula con su embarazo.
Ulises: Es lo que todos decimos en el pueblo, por eso no es necesario que lo grites. Además, ¿no tenías que ir por lo que pidió la patrona?
Macaria: ¡Qué aguafiestas!, (dirigiéndose a Mary), ahorita te traigo las fresas nena.
Macaria entra a la fonda y Ulises saluda a Paula con un movimiento de cabeza luego da la vuelta para ir a la tienda.
AP: ¡Espera Ulises!
Ulises: Dígame patrona.
AP: Rogelio y Alejandro vienen a la fonda a platicar. ¿Tú has oído si mi esposo ha llegado a comentar que quiere una niña?
Ulises: De eso no hablan, lo que sí dice es que ya le urge que nazca su hijo o hija.
Desde la tienda, un cliente grita para que vayan a atenderlo, Ulises se disculpa y va con él. Macaria le deja las fresas a la niña y regresa a sus labores. Paula esperó hasta que su hija terminara de comer para hacerle una visita a Ernesto antes de volver a la Hacienda.
Cafetería de la Clínica de San Gabriel.
Ernesto había tenido guardia la noche anterior y acababa de salir. Mary llega corriendo para que su tío la cargue.
Ernesto: ¡Mary!, ¿qué haces aquí?, ¿no me digas que esos despistados no se fijaron que te les escapaste?
AP: ¿Cuáles despistados?
Ernesto: Sabía que venías con mi sobrina, solo quería ver hasta dónde llega tu tolerancia.
AP: No te arriesgues porque te aviso que Rogelio no ha estado en casi tres días.
Ernesto: Debo suponer que es una amenaza. Estamos conscientes del carácter que tienes cada que ése desconsiderado sale de viaje.
Paula toma asiento y suspira de alivio.
AP: Realmente no aguanto los pies. Ernesto, ¿dónde está Mercedes?, pase al consultorio y recorrí la clínica en busca de ella y de Gerardo pero nunca los vi.
Ernesto: Mercedes y mi hijo se fueron a Tuxtla, mi hija está ahí y también mi suegra.
AP: ¿Y por qué no te fuiste con ellos?
Ernesto: Tenía guardia, pero al rato salgo para allá.
AP: ¿Y por cuantos días estarán ausentes?
Ernesto: Una semana.
AP: Entonces me alegro haber llegado antes de que salgas. Ernesto, ¿has visto cansado a Rogelio en las reuniones que hacen los viernes en la fonda?
Ernesto: Cansado es poco. Luego se va a la pensión a dormir porque casi se anda cayendo de sueño. No debería decir esto porque soy médico, pero tuviste suerte Ana, el pobre de Rogelio llevo la carga de los síntomas y con eso te libraste de todo el malestar.
AP: (pone sus manos en su vientre), esto no me hace sentir mejor, Rogelio nunca se muestra cansado cuando está conmigo, pero todo el mundo me dice que siempre se está durmiendo.
Ernesto: No te preocupes Ana, es normal. Por suerte no está igual de sensible que tú porque ahí sí tendríamos problemas, (ve su reloj), perdón, ya es hora de irme, conociendo a Mercedes me mata si llego tarde.
Ernesto deja a la niña en las piernas de Paula.
AP: (sarcástica), ¡Suerte que Mercedes no está sensible porque de otro modo, no quisiera imaginarme cómo se pondría si eso pasa!
Ernesto: ¡Fantástica tu venganza!, ya me tocará la mía, (le da un beso en la mejilla), Nos vemos luego Ana.
AP: Hasta pronto Ernesto.
Ernesto paga la cuenta y se retira.
AP: ¡Mary, tu mamá está muy mal hoy!, todos están ocupados y yo aburridísima sin tu papá y Margarito.
Paula baja a la niña y se levanta para tomarla de la mano. Las dos regresan a la Hacienda a intentar buscar algo en qué entretenerse.
Reclusorio Femenil de Tuxtla:
Carlos se encontraba en las oficinas del rector del Reclusorio. El día de la audiencia se fijó dentro de una semana y eso le daba poco tiempo para preparar su defensa. Por eso decidió usar el último recurso que le quedaba.
Rector: (entrando), ¿Qué se le ofrece señor?, y dígalo rápido porque no tengo tiempo como para perderlo con visitas.
Carlos: (extiende un bajo de billetes), necesito que me deje ver a una persona.
El rector observa los billetes y discretamente los toma.
Rector: ¿Qué persona?
Carlos: Cynthia Montero Baez.
Rector: (devuelve el dinero), lo lamento pero en eso no puedo ayudarlo.
Carlos: ¿Por qué no?, usted ha dejado a varias personas para que vean a quien le piden, ¿qué problema existe con ella?
Rector: Ella no es el problema, al menos no el grande.
Carlos: ¿Entonces quién?
Una persona entra y el rector guarda silencio para que no sospeche que estaba en pleno negocio.
Rector: ¡Doctor Mendoza!, ¿se le ofrece algo?
Psiquiatra: (mirando a Carlos), solo decirle que voy a comer y que tal vez me retrase porque debo pasar a otro lado.
Rector: No hay problema doctor, tómese el tiempo que necesite.
Psiquiatra: Gracias, con permiso.
Después de que sale, el rector le pide el dinero a Carlos.
Rector: Es su día de suerte, el psiquiatra de la señora Cynthia se va y eso le da tiempo de verla, (se levanta), acompáñeme.
El rector condujo a Carlos hasta un área restringida. Esperaron unos minutos para asegurarse que el psiquiatra se hubiera ido. Cuando pasó el tiempo pertinente continuaron su camino hasta una puerta de metal, en donde lo dejó solo. Por un instante estuvo a punto de desistir pero era importante averiguar si ella es la que le estaba ocasionando tantos problemas. Finalmente abre la puerta encontrándose con un cuarto apenas iluminado. Al fijar su vista, observa a una mujer sentada frente a una mesa escribiendo en una hoja de papel. Camina hasta que solo faltan unos pasos para verla más claramente y lo que ve lo espanta, pues Cynthia ya no usaba la pañoleta ni los guantes que ocultaban las quemaduras.
Cynthia parecía que no estaba consciente que alguien más se encontraba en el cuarto porque nunca despegó la mirada de la hoja en la que escribía. Carlos caminaba de extremo a extremo y constantemente pasaba su mano frente la cara de ella, sin embargo no lo miraba.
Carlos: Mi abogado es un idiota. Estas peor de lo que pensaba mujerzuela, el apellido Montero se manchó por culpa tuya y por eso tu hermano te abandonó en este lugar, (camina hacia la puerta para salir), cuando me libre del problemita que tu idiota hermano y su abogado me provocaron, tal vez cumpla el sueño que Bruno y tú anhelaban.
Cynthia: Depende el sueño que tienes en mente.
Carlos: (voltea asustado), ¿qué dijiste?
Cynthia no levantaba la mirada, pero de sus ropas saca un pedazo de papel con el nombre de Carlos Castillo y lo extiende para que lo tome, él lo hace y se asusta más.
Cynthia: Estaba aburrida hasta que me dieron esto.
Carlos: Todos dicen que no querías a Rogelio, entonces por qué el interés de fingir que haces todo por vengarlo.
Cynthia: No lo hago por él, Rogelio puede defenderse solo. ¡Oye!, te recomiendo que cuides tu mano, los apretones duelen.
Carlos: ¡Ahora resulta que es por ella!, ¿acaso no tienes una acusación de Ana por intento de homicidio en contra suya y que provocó la muerte de su hijo nonato?, ¿cómo puedes planear estupideces en contra de personas que hacen menos de lo que tú?
Cynthia: Tampoco es por ella, es simple entretenimiento.
Carlos: Si es por entretenimiento, entonces te ofrezco la posibilidad de desquitarte de esa mujer, no sé si sabes, pero está embarazada y a mi juicio el hijo no es de tu hermano. Por lo poco que averigüe, Rogelio aún no dejaba la silla cuando le salió con el domingo siete.
Cynthia: ¿Qué plan tienes contra ella?
Carlos: ¿No te parece justo quitarle el hijo que ella te quitó a ti?, la niña que es tuya le dice mamá, y tú estás aquí sola, sin nadie que venga a visitarte, y esa niña crecerá con la idea de que esa mujerzuela es su madre. Cynthia, ella te quitó todo lo que más amabas, merece pagar por eso.
Cynthia deja de escribir y levanta la cara para mirar a Carlos y enseguida comienza a reírse.
Carlos: (nervioso), Creo que te gustó la idea ¿verdad?
Cynthia: Eres un estúpido porque no te informaste bien. Yo soy quien no quiere que vengan a visitarme, también le pedí a Rogelio que mi hija siempre viera a Paula como madre, así que Carlitos, lamento declinar la propuesta, pero con esto te ganaste más de lo que ya había planeado para ti.
Carlos: ¡Tú no estás loca porque hablas normal, eso significa que finges para no salir de ésta área!
Cynthia: Para tu mala suerte no estoy fingiendo, a veces puedo hablar como cualquier persona normal. Y te voy a dar la última recomendación, lárgate de aquí porque mi sentencia es para siempre y nada tengo que perder.
Carlos corre hacia la puerta pero con los nervios no podía abrirla.
Cynthia: Una cosa más Carlitos, si intentas algo en contra de Paula y su hijo, lo que voy a pedir para ti será peor que lo de Bruno.
Finalmente la puerta se abre y Carlos sale corriendo lo más rápido que puede. Unos minutos después el psiquiatra entra al cuarto.
Psiquiatra: Realmente se espantó, ¡que cobarde!
Cynthia: ¿Puedes enviar a alguien para vigilarlo?
Psiquiatra: Sabes que no podré hacerlo por siempre.
Cynthia: Lo sé, pero al menos hasta que entre a la cárcel. Ahí le dejaran claro que lo mejor es olvidarse de los Montero.
Psiquiatra: Ya no tiene quien lo ayude y el abogado de Rogelio lo tiene a unos pasos de la cárcel, no es tan tonto como para arriesgarse a hacerle algo a tu cuñada.
Cynthia: El odio te hace no pensar en si puedes o no, manda que lo vigilen por favor.
Psiquiatra: Ésta bien, (intenta tomar las hojas), ¿terminaste con eso?
Cynthia se levanta con las hojas en la mano y lentamente las rompe, cuando todas están hechas trizas vuelve a sentarse.
Cynthia: Ahora sí termine, ¿cuándo me vas a cambiar este juego?
Psiquiatra: El día que dejes de hablar como si estuvieras en otro mundo, al menos escribiendo lo que sientes regresas a la realidad, (se dirige a la puerta), ya me voy, vengo a verte antes de que te encierren y no te preocupes, se van a asegurar que el señor Castillo se mantenga alejado de San Gabriel.
Cynthia: Dile a Rosaura que venga, estoy aburrida.
Psiquiatra: Muy bien, nos vemos.
Cynthia: Luis, cuídate mucho, no me quiero quedar sola.
Psiquiatra: Trataré.
El psiquiatra se va y Cynthia toma la pluma para continuar escribiendo.
Estados Unidos – Empresa agropecuaria Sanders:
La junta duró aproximadamente cuatro horas porque se analizaron uno por uno los puntos más relevantes del contrato, Margarito permaneció en silencio observando la manera en que su padre, Edward y Alejandro trataban el asunto. Jennifer evitaba mirar a Edward concentrando su atención en anotar lo que se tenía que hacer para dar a conocer a la Hacienda del Fuerte y el Rancho la Negra en la Unión Europea. Cuando terminaron la revisión y se realizó la firma del contrato, ella fue la primera en retirarse sin decir más que un "Bye", Alejandro salió con Margarito mientras Rogelio y Edward se ponían de acuerdo con la entrega de la semana entrante.
R: En cuanto regrese a la Hacienda le podré dar la fecha de entrega de la leche y la cosecha.
Edward: Le deja la información a mi secretaria porque yo salgo en este momento a Florida, únicamente vine para finiquitar el asunto del contrato. De todas formas le doy mi número de celular, (saca una tarjeta de su saco), ahí me puede localizar a cualquier hora.
R: Para tener el problema que tiene disfruta mucho de la vida.
Edward: ¿Perdón?
R: Usted disculpará señor Sanders, pero yo no tengo la culpa que su reputación lo preceda. Hay mucha gente que no tiene empacho en divulgarla y toda esa información la conoce Jennifer.
Edward: De que salgo con muchas mujeres no voy a negarlo, aunque ¿de qué puede sorprenderse la señorita Smith?, más bien la señora Smith. Estoy completamente seguro que lo primero que hizo al conocerlo es ofrecerse como lo hace con todos los hombres.
R: (conteniendo el enojo), no le niego que pensé lo peor la primera vez que la vi, pero empiezo a comprender el motivo de su comportamiento y le puedo jurar que es mil veces más decente que las mujeres con las que sale.
Edward: (sonríe), usted perdonará que le lleve la contra señor Montero. La señora se maneja muy febril con cada hombre que conoce y a eso yo no le llamo decencia.
R: Señor Sanders, tenía planeado decirle algo de lo que me di cuenta con la plática que sostuvimos, sin embargo no lo haré porque es su deber averiguar lo equivocado que está, nada más que no se tarde porque puede que se arrepienta, se lo dice un hombre que ha cometido los peores errores en contra del ser que más quiere y ni con su perdón he podido olvidarlos, (se encamina a la puerta), le marco mañana para las fechas de entrega, hasta otro momento señor Sanders.
Rogelio sale de la oficina dejando a Edward con dudas sobre la supuesta fama de coqueta que tiene Jennifer.
Margarito y Alejandro lo esperaban en el auto de Jennifer, (Mercedes Benz azul).
Margarito: ¿Por qué tarda tanto mi papá?
Alejandro: Se supone que solo le iba a decir para cuando tiene planeado hacerle el envío de la leche y los otros productos.
Margarito: Alejandro, ¿sabes si nos vamos directamente al aeropuerto o tenemos que ir a otro lado?
Alejandro: Hay que regresar a la Compañía Smith por mi coche, luego nos vamos al aeropuerto. Ahí tardaremos un poco en salir porque necesito ver la forma de enviarlo a México y como desconozco este país, no sé cuando me lo llevarán.
Jennifer: Si consigues un vuelo con embarque, el coche se va en el mismo avión que tú, lo único que tienes que hacer al llegar, es esperar unas horas para que te lo entreguen, por lo del papeleo que confirma tu compra.
Alejandro: ¿Entonces así es como Laura llevo el Jetta a Tuxtla?
Jennifer: ¿Qué nunca has viajado?
Alejandro: No, siempre he vivido en el D. F., cuando era joven tenía ganas de conocer el mundo pero después me dedique a trabajar y trabajar.
Jennifer: Little boy, de seguir así tu girlfriend te va a dejar.
Margarito: ¿Little qué? Y que es ¿girlfriend?
Alejandro: Prácticamente me está diciendo niño y la otra se refiere a Dany. ¿Es así como me ven?
Jennifer: Te comportas de forma inmadura, aunque eres muy guapo y eso te salva.
Alejandro: Todos me dicen lo mismo, al menos ahora le agregaron lo guapo.
Rogelio abre la puerta para subir al coche, venía tenso y la forma de cerrar la puerta sobresaltó a su hijo.
Jennifer: ¿Te encuentras bien Rogelio?
R: Sí. Por favor Jennifer, regresemos a la Compañía, ya estuve demasiado tiempo en este lugar y quiero ver al resto de mi familia.
Jennifer no insistió con las preguntas e hizo lo que le pidió, (más porque ella no se encontraba mejor que él).
Cuando llegaron a la Compañía, Jennifer subió a buscar a Laura con el pretexto de traerla para que los despidiera. La encuentra en su oficina revisando unos documentos. Jennifer toma asiento a un lado de su amiga.
Jennifer: Laura, ¡I'm sorry!, no fue mi intención decirte eso. Sé cuanto has sufrido desde que tu familia murió y por eso comprenderé si aún continuas molesta conmigo.
Laura: No estoy molesta Jennifer, estoy preocupada. Eres como mi hermana menor, he visto las depresiones en las que te has hundido y no quisiera verte pasar por eso otra vez.
Jennifer: Yo no me encuentro deprimida Laura, es solo que no tuve un buen día.
Laura: Cuando quieras decirme el motivo de tu mal día, sabes que tendrás todo mi apoyo. Ahora vamos a despedir a Rogelio, Margarito y Alejandro.
Laura se levanta y sale de la oficina, Jennifer la alcanza para darle un abrazo que corresponde afectuosamente. Luego las dos bajan hasta la entrada de la Compañía.
Mientras Laura se despedía de Alejandro y Margarito, Rogelio alejó un poco a Jennifer.
Jennifer: ¿Te imaginas lo que pasaría si Ana viera que no dejas de tomarme del brazo?, Rogelio, aguántate otro poco, no falta mucho para que estés en brazos de tu esposa.
R: Mi forma de actuar cuando me sentía mal, era gritándole a todo el mundo. Deja de aparentar una alegría que no sientes, la única que se engaña eres tú.
Jennifer: (¿?), El embarazo te ha puesto muy imaginativo, no me siento mal ¿de dónde sacas eso?
R: Antes tengo una pregunta ¿cómo se llamaba tu marido?
Jennifer: Ya te dije que no voy a decirte nada de ese hombre, ¿no comprendo el interés que tienes?
R: ¿Su nombre es Ricardo Archer?
Jennifer: Ricardo es esposo de Vanesa Galván y nada tiene que ver con mi ex esposo, bueno, sí lo conoce pero tiene años de no verlo.
R: ¿Por qué no me dijiste que conoces al señor Sanders desde que tenías quince años?
Jennifer: (seria), Mira Rogelio, es un asunto privado en el cuál te voy a pedir que te mantengas al margen. Por nada del mundo se te vaya ocurrir decirle a Edward quién soy.
R: ¡Como quieras!, pero casi no sé nada de él, ¿cómo puedo tenerle confianza?, si ni siquiera estoy seguro que sea un hombre de honor.
Jennifer: Edward será un mujeriego y prepotente pero nunca te jugaría chueco, te juro que es leal, de otro modo jamás te habría expuesto a un negocio fraudulento.
R: Le estás dando toda tu confianza pero no quieres aclarar las cosas, Jennifer, yo te debo mucho y me gustaría ayudarte.
Jennifer: No hice gran cosa Rogelio, solamente te mostré lo que te negabas a ver y no me tomó ni cinco minutos. Esto es diferente, si quieres pagar el favor, entonces prométeme que no intervendrás nunca en mi problema con Edward.
R: Jennifer, no creo que...
Jennifer: Promételo.
R: (suspira), te lo prometo, pero aún hay cosas que no me agradan y entre ellas está el esposo de Vanesa.
Jennifer: Por Ricardo no puedo meter las manos al fuego, él me trajo al hombre que me lastimo. En dado caso ten tus reservas.
R: Eso voy a hacer. Lamento que hayas revivido tu pasado, si necesitas ayuda sabes que cuentas conmigo.
Jennifer: (sonriente), Sí quiero pedirte algo, cuando tu bebé nazca me compras los boletos de avión para que Laura y yo lo conozcamos y dependiendo de la fecha de bautismo, veré si Ana me paga el hospedaje, no estarían mal unas vacaciones.
R: Lo de los boletos dalo por hecho, aunque lo del hospedaje mejor lo manejamos entre nosotros para no incomodar a Paula.
Jennifer: No seas miedoso, Ana no puede negarse.
R: ¡Ta bueno!, ya veré como lo resuelvo.
Alejandro se acerca para decirle que si no partían no alcanzarían el vuelo de la tarde. Rogelio se despide de Jennifer y de Laura. Desde el auto Margarito mueve su mano en señal de despedida. El coche se va rumbo al aeropuerto, (aunque tardan es salir por el papeleo del coche).
En el avión Alejandro le informa que la audiencia estaba programada para la semana siguiente y que forzosamente tenía que rendir declaración, (cosa que lo puso peor de tenso).
Hacienda del Fuerte:
Luego de un día más que aburrido, Paula se encontraba en la terraza mirando fijamente la entrada de la Hacienda. Pasaba una mano por su vientre y con la otra acariciaba el dije de corazón. Al oír el ruido de un coche se emociona porque pensaba que era Rogelio, pero se decepciona pues la que llegó era Dany.
Dany había recibido un mensaje de su novio avisándole de su regreso y que iría directamente a la Hacienda. Al bajar de la camioneta de Ulises, (que iba por asuntos de su negocio), mira hacia la terraza y ve a su amiga, así que va en su búsqueda.
Dany: ¿Ansiosa amiga?
AP: ¿Se me nota?
Dany: Cuando estaba subiendo me encontré a María en las escaleras y me dijo que tenías una hora en la terraza esperando que llegue Rogelio y Margarito. También me pidió que te avise que Mary se despertó y que ambas esperaran abajo.
AP: Creo que también debería bajarme porque con la emoción no voy a medir las ansias y capaz que me echo a correr.
Dany: Aunque quieras no puedes.
AP: Tal vez no, (nerviosa), Dany, llevan justamente una hora de retraso, y no han llamado para decir si vienen demorados ¿Qué tal si les pasó algo?
Dany: Claro que no es eso amiga, Alejandro me mandó un mensaje y dijo que se entretuvieron en Tuxtla por unos trámites de un auto que se compró en Estados Unidos, (exaltada), ojalá que no se ostentoso o algo parecido.
AP: No creo, has sido muy clara en que no te gustan los autos caros y pienso que Alejandro no te llevará la contra.
Dany: ¡Dios te oiga!, (extiende su mano), te ayudo a bajar, a lo mejor ya pronto se aparecen.
Paula toma la mano de su amiga y van a la entrada de la casa, en dónde se les unen María y Mary. Tan solo pasaron unos segundo de haberse puesto ahí, cuando entra el Mustang gris. Dany estaba boquiabierta porque esperaba que el nuevo auto fuera un poco más sencillo, pero éste era todavía más ostentoso.
Margarito es el primero en bajar y corre a los brazos de su madre, (detrás de él venía su padre con una sonrisa inigualable). El niño se retira para ir con su hermana y enseguida Rogelio se apresura a abrazar a su esposa que lo recibe con un beso lleno de pasión dejando a uno que otro observador bastante rojo. Cuando consiguen terminarlo, (aunque no querían), unen sus frentes con una sonrisa en el rostro.
R: Esto es lo que me gusta de salir de viaje y es que cuando vuelvo, tus besos me demuestran lo mucho que me extrañaste y lo que los hace exquisitos es la pasión que tienes.
AP: Tú también me extrañaste, no me llamas seguido pero el beso me indica el deseo que guardaste para mí.
R: (acaricia su vientre), ¿Y cómo está mi chamaco?, tuviste la cita del ultrasonido y eso significa que ya sabes que es, dime Paula, ¿es niño o es niña?
AP: (nerviosa), Es que...
María: Rogelio, Paula no es la única que espera un abrazo, (Mary se acerca).
Rogelio suelta a su esposa y carga a su hija para prodigarle besos por toda la cara. La niña sonreía de felicidad y correspondía con besos iguales a los que le daban.
Alejandro que observaba la escena desde el auto finalmente decide bajar. Dany no quitaba la vista del lugar por donde camina su novio y al momento de que él iba a hablar, ella se lanza a sus brazos para darle un beso mucho más comprometedor que el de sus amigos. Todos estaban acostumbrados a las demostraciones amorosas de los patrones de la Hacienda, pero ver a la dulce Daniela besar con desesperación a su novio, era un acontecimiento que jamás esperaron llegar a presenciar. Incluso Rogelio y Paula sentían un poco de bochorno por la repentina actitud de su amiga. Dany termina el beso pero no soltaba a Alejandro.
Dany: ¡Mi vida, no te imaginas cuanto te extrañé!
Alejandro: (¿?), ¿Mi vida?... Este yo... yo también te extrañé... te extrañé bastante.
Dany: Te siento nervioso, ¿no me digas que es por mí?
Alejandro: (la separa), No, es que... bueno, es que, estoy cansado por el viaje y creo que voy a decirle a Ana Paula que me disculpe pero que tengo que irme.
Dany: (toma su mano), ¡ok, nos vamos si quieres!
Rogelio y Paula se les acercan con una mirada fija que pone peor a Alejandro.
AP: ¿Te sientes mal Alejandro?, estás blanco.
R: El pobre se comió unos tacos que le hicieron daño, ¿verdad Alejandro?
Alejandro: (¿?), ¿Qué?... ¡Ah sí!, perdón Ana Paula, yo creo que mejor me voy a mi casa. Rogelio, mañana vengo para que revisemos el asunto del que te hable.
Dany: No se preocupen, yo lo voy a cuidar todo el día y toda la noche para que mañana esté en perfectas condiciones.
Alejandro: Bueno no creo que sea necesario que me cuides, en cuanto descanse estaré como nuevo.
Dany: Si te cuido te repondrás más rápido que estando solo.
R: ¡Sabes Paula!, como que me siento fuera de lugar, ¿qué te parece si mejor los dejamos y nos vamos a hacer lo que ellos no se atreven?
AP: ¡Rogelio!
R: ¿Pos que no se van a dormir?, Alejandro está enfermo y eso es lo que se hace cuando te sientes así, nada más que se están tardando.
Dany: Bueno, Rogelio, Ana Paula, nos vemos otro día, vamos a seguir la recomendación que nos dieron y sé que será una bonita experiencia.
AP: ¿Bonita experiencia?
Dany se acerca para darle un beso en la mejilla a su amiga y otro a Rogelio. Alejandro solo da una inclinación y antes de que sepa lo que sucedía, su novia lo llevaba de la mano hasta el coche. Los dos suben para después salir de la Hacienda.
María se acerca hasta donde están Rogelio y Paula.
María: ¿Qué le pasaba a Dany?
AP: No sé. Siempre se comporta muy propia, pero ahora...
R: Solo le está agarrando más confianza a la relación. ¡Y me da gusto!, porque ese niño necesita que lo ayuden hasta en eso.
María: Pero Dany no está acostumbrada a manejarse de esa manera Rogelio, no quisiera que se fuerce a comportarse así, solo porque el Licenciado no tiene el valor.
AP: Uno de los dos tiene que dar el primer paso María, sino las cosas nunca van a cambiar.
María: ¡Paula!, ¿tú también?
AP: Dejemos que Dany decida sobre lo que quiere hacer de su relación, ya no es una niña María, (se acerca a su esposo seductoramente), Rogelio, ¿te parece que hagamos lo que mencionaste hace rato?
R: (la abraza), sabes que por mí, ¡más que encantado!
María: Me llevo a mis nietos a ver que les pongo a hacer, mientras ustedes atienden sus pendientes.
Los dos le dan las gracias y suben a su recámara.
Paula se recuesta en la cama, mientras Rogelio entra a darse un baño. Cuando sale lleva puesta su toalla enredada en la cintura, su mujer le pide que se acerque para darle un masaje en la espalda.
AP: Tienes los músculos muy tensos, ¿tuviste problemas con tu socio?
R: (con los ojos cerrados), no se podría decir que fueron problemas, pero sí muchas preguntas que no conseguí que me respondieran. Espero que pueda encontrarlas porque de no hacerlo, será difícil entablar una buena relación con algunas personas.
AP: Lo harás Amor, pero ya no pienses en eso, ahora quiero que te relajes y que únicamente centres tus pensamientos en las caricias que te doy.
R: Si hago lo que me pides me voy a tener que bañar de nuevo.
AP: (ríe), contrólate todo lo que puedas, así como yo lo hago al tenerte de esta forma y no poder aprovecharme.
Rogelio voltea y toma sus manos empujándola con suavidad a la cama, luego se acomoda y se recuesta en su pecho mientras acaricia su vientre.
R: Hace un momento te pregunté si ya sabes que vamos a tener. Amor, ¿es niño o niña?
AP: (acariciando su cabello), ¿tú que quisieras que fuera?
R: Lo que Dios nos mande, lo único que pido es que venga sano.
AP: No quise saberlo, prefiero que nos den la sorpresa, ¿estás de acuerdo conmigo?
R: Claro que sí Paula, no hay nada mejor que recibir ese tipo de sorpresa el día que nace.
Rogelio se levanta y camina hasta su maleta, luego la abre para buscar algo. Paula se desconcertó por su repentina actitud. Finalmente Rogelio encuentra lo que buscaba y vuelve con su esposa para mostrarle un paquete decorado con ositos de moño azul.
AP: ¿De cuándo acá escoges papel de este tipo?
R: Lo que uno hace cuando se está embarazado, (sonríe), porque el embarazo no solo lo tienes tú.
Paula le devuelve la sonrisa y abre el paquete. En él había un mameluco azul cielo y otro blanco, junto a ellos dos sonajas, dos chupones y dos biberones.
AP: (sorprendida), ¿Por qué dos Rogelio?
R: Es que había una oferta y cada mameluco venía con una sonaja, chupón y biberón. La verdad que me convino, de esta forma mi chamaco tendrá más ropa y accesorios de reserva.
De la emoción Paula comenzó a llorar.
R: ¡Esas hormonas realmente están fuertes!
La vuelve a acostar en la cama y se coloca en la posición de antes.
R: ¡Chamaco o chamaca!, calma a tú mami porque desde que la conozco ha llorado mucho y verla así me duele más que a ella.
AP: Rogelio, tienes que aprender a diferenciar las lágrimas. Éstas son únicamente de felicidad.
R: (levanta el rostro para verla), Ni por eso me gusta verte así. Mejor sonríe para demostrarme cuan feliz eres.
Rogelio siente la patada de su hijo y de inmediato suelta la carcajada. Paula nota unas pequeñas lágrimas en los ojos de su marido y las limpia con un dedo.
AP: ¿Tú eres quién me dice que no llore?, cada que tu hijo da una patada te pones sentimental.
R: Lo bueno que faltan pocos meses para que se me quite lo sentimental y regrese a ser el hombre rudo de siempre.
Paula se levanta un poco para que su esposo se acueste en la cama y ella lo hace de lado pero colocando su cabeza en su pecho.
AP: Esos son tus verdaderos sentimientos, y no tienes idea de lo orgullosa que me siento de que no los ocultes.
Rogelio no responde pero con una mano se dedica a acariciar el brazo de su mujer y con la otra su cabello. Tal vez no podían entregar sus cuerpos a la pasión que guardaban en su interior, sin embargo no era necesario porque incluso con esos pequeños gestos se transmitían todo el amor que se tienen y el deseo de mantenerlo vivo sobre cualquier problema o adversidad.
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