CAPÍTULO 24
Paula durmió aproximadamente media hora. Estaba un poco incómoda por la posición en la que se encontraba recostado Rogelio, así que se levanta tratando de no despertarlo. Al dar la vuelta para ir a buscar una cobija, se asusta porque María se aparece de repente detrás de ella.
AP: ¡María!, ¿cuánto llevas ahí?
María: Lo suficiente para ver como no dejabas de moverte buscando que Rogelio cambiara de posición.
AP: (se soba el cuello), es que no me acomodé bien, pero al parecer mi esposo no prestó atención a la insistencia de cambiar de posición.
María: ¡Con tres años y aún no sabes que cuando Rogelio se duerme no hay quién lo despierte!
AP: Estoy al tanto. Solo que eso sucede cuando tenemos noches de...
María: (grita), ¡Paula, a mí no me cuentes esas cosas!
Con el grito, Rogelio abre los ojos. Escucha las voces de María y su esposa hablando de él y prefiere disimular que dormía.
AP: No tiene nada de malo María. De todos modos sabes que nunca me expresaría como lo hace Rogelio. Únicamente iba a decirte, que es cuando tenemos noches de cansancio por el trabajo.
María: Perdóname lo mal pensada.
María la toma del brazo y la conduce al sillón de enfrente para sentarse.
María: Cambiando de tema, ¿qué fue lo que te hizo desmayarte ayer?, Consuelo dijo que sucedió después de ver un mensaje en tu celular.
AP: Sí María. Alguien me mandó una foto de Rogelio besándose con otra mujer, (enojada), y te juro que de no haber sido por el desmayo, me hubiera ido inmediatamente a Santa Catalina para exigirle a Rogelio una explicación y de paso desgreñar a la mujerzuela que se atrevió a besarlo.
María: Entonces, ¿se pelearon?
AP: Aún no. Mientras estaba dormida, soñaba con lo ocurrido en el D. F. por eso decidí esperar a que Rogelio me dé una explicación. No quiero cometer otro error y menos cuando nos encontramos en una etapa tan bella. ¡Pero eso sí María, por el bien de Rogelio, más le vale que no me salga con una tontería porque esta vez no lo perdono!
María: Estoy segura que tiene una buena explicación. Y me alegra que ya no reacciones impulsivamente. ¡Estás madurando Paula!
AP: Me está costando mucho, (toma sus manos), pero te prometo que intentaré controlar mi carácter.
María: Y tus celos, porque, ¡cómo eres celosa!
AP: (mirando a Rogelio), ¡poseo a un hombre maravilloso!, por eso debo cuidar que ninguna lagartona intente quitármelo.
María: (suspira), Y yo que creía que estabas madurando. Mi niño sólo tiene ojos para ti, eso ya deberías saberlo.
AP: ¡Y por su bien espero que siga teniéndolos únicamente en mí!, (se pone de pie), creo que ya hablamos suficiente, si me disculpas María, voy por una cobija porque parece que Rogelio continuará perdido en el mundo de los sueños un rato más.
María: ¡Ve hija!, yo voy a preparar el desayuno.
Paula se retira a la recámara. María está por irse a la cocina cuando Rogelio abre los ojos.
R: ¡María por favor quédate un momento!
María: ¡Hijo ya despertaste!
R: Sí Nana. El sillón no es el lugar más cómodo para dormir.
María: Paula acaba de ir a traer una cobija para cubrirte con ella. Pensábamos que durarías más tiempo dormido.
R: En realidad me desperté hace rato y escuche lo que hablaban. María, ¿cómo estuvo eso de que Paula se desmayó?
María: (nerviosa), si oíste que se desmayó ¿por qué me preguntas?, ya sabes que fue por una foto donde apareces besándote con otra mujer.
R: Eso lo oí, lo que no me quedó claro fue, ¿qué tan delicada se puso?
María: Según el médico solo fue la impresión. No te preocupes Rogelio, mi nieto está perfectamente.
R: ¿Y sabe quién le mandó la foto?
María: Solo hablamos lo que oíste. No sé quién pudo hacer algo tan horrendo.
R: Yo sí, y me las va a pagar, (se levanta).
María: ¿Qué vas a hacer Rogelio?
R: Por el momento nada. Primero quiero aclarar los malentendidos con Paula. Luego asegurarme de que ella y mi chamaco estén bien. Lo que haga después dependerá de los dos puntos anteriores.
Rogelio da la vuelta para ir a su recámara, pero vuelve a mirar a María con una expresión seria en su rostro.
R: María, no se te vaya ocurrir decirle a Paula algo de esto.
María: ¡Hijo por favor, no hay necesidad de buscar venganza! Comprendo cómo te sientes, pero recuerda que si te pasa algo, Paula no podría soportarlo.
R: Así como yo no soportaría que le pasara algo a ella. Además, ese imbécil ya me colmó la paciencia, yo no lo busque a él, pero si se esforzó en encontrarme, le voy a dar lo que pide.
Rogelio se va dejando a María muy preocupada. Pero aunque no quería aceptarlo, sabía que el sujeto estaba excediéndose con las cosas que hacía y de no detenerlo, podría ocasionar una tragedia.
En la recámara:
Paula había sacado del closet la cobija. Antes de salir tuvo que regresar con Mary que despertó por el ruido del mueble al abrirse. Rogelio entra a su recámara y observa a su esposa meciendo a su princesa como él lo hacía siempre. Al mirarla más detenidamente, la ve un poco pálida. Esto hizo que la ira que trataba de controlar creciera mucho más. Paula se siente observada y al levantar la vista, se encuentra con un Rogelio bastante serio. Esto la inquieta y deja a la niña nuevamente en la cama para acercarse a su esposo.
AP: ¡¿Y ese milagro señor Montero?!, siempre duermes por varias horas cuando estás cansado.
Rogelio no responde, lo único que hace es mirarla. Paula al ver que no pensaba contestarle, pone una cara casi igual de seria y cruzando sus brazos comienza a actuar enojada.
AP: ¡Bien!, ya que has recuperado tu fuerza, y aprovechando que Mary se durmió otra vez, ahora sí dime, ¿quién era la mujerzuela que se atrevió a besarte?, o mejor dicho, ¿a quién estabas besando?
R: No la conozco. Simplemente se acercó y me beso, de la misma forma que te pasó a ti.
AP: (sorprendida), ¿de qué hablas?, ¿será posible que...
Rogelio se dirige a la cómoda, saca un cargador, prende su teléfono y le pide que se aproxime, cuando lo hace le extiende el aparato. Paula mira lo que su esposo le muestra encontrándose con una foto de ella y Carlos. La imagen no reflejaba lo que en realidad sucedió y eso comenzó a provocarle malestar debido la impotencia que sentía por la trampa que le prepararon. De pronto su coraje se convirtió en temor a que su esposo hubiera malinterpretado las cosas.
AP: ¡Tú no pensarás que soy capaz de hacerte algo así!, ¿verdad que no lo crees?
Rogelio al ver sus ojos llorosos y su rostro expectante a su respuesta, se siente mal consigo mismo por alterar de esa manera a la mujer que más ama. Era evidente la trampa que les pusieron. Intenta abrazarla para calmarla, pero Paula se retira si darse cuenta de lo que su esposo trataba de hacer.
AP: ¡Yo jamás podría besar a otro hombre porque te amo!, ¡y menos lo haría con un ser tan repugnante como ese tipo!
R: Paula, no necesitas explicarme nada. Si te enseñé la foto fue solamente para que te dieras cuenta de lo que ese imbécil intentó hacer con nosotros.
Él vuelve a acercarse para finalmente poder abrazarla. Ella al sentir el contacto se aferra lo más que puede.
AP: ¿Entonces no conoces a esa mujer?
R: ¡Claro que no Paula!, y así como tú dijiste ¡yo jamás besaría a otra mujer, porque te amo!
AP: (sonriente), eso es todo lo que quería escuchar.
Los dos se besan con dulzura y deseo, pero antes de hacerlo más demandante se detienen.
R: ¡Cómo me gustaría estar contigo!, pero Mary está usando la cama. Además, necesitamos ir a la clínica.
AP: ¿A la clínica?, ¿y a qué?
R: Quiero que el ginecólogo te revise. Con tres meses ya no deberías tener desmayos.
AP: ¿María te platico?
R: No. Lo escuché de tu boca. Ustedes no saben hablar bajito cuando hay alguien durmiendo.
AP: ¡Nuestro hijo y yo estamos bien Rogelio!, no le veo la necesidad de molestar al doctor por un desmayo.
R: Solamente el médico lo puede asegurar.
AP: Pero Rogelio...
R: Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión. Así que mientras te arreglas, yo voy a tu antiguo cuarto a bañarme.
Rogelio toma su toalla y una muda de ropa. Se acerca a la cama para darle un beso a su hija y hace lo mismo con Paula. Antes de que su mujer volviera a quejarse, sale de la recámara. A Paula no le queda más remedio que obedecer a su esposo porque de que se le metía una idea en la cabeza, nada se la quitaba. En eso los dos continuaban siendo iguales.
En el comedor ya se encontraban Ernesto, Mercedes, Gerardo, Margarito, y María, esperando a que se les unieran el matrimonio Montero y la menor de sus hijos. Para hacer tiempo, María les platicaba que Rogelio llegó antes de las cinco de la mañana y los motivos por lo que Paula se había desmayado.
Ernesto: ¿Y cómo amaneció Ana Paula?
María: Mejor de lo que pensábamos, aunque un poco pálida.
Mercedes: Eso puede deberse a que se durmió sin ingerir alimento y la presión se le bajó.
María: ¿Quiere decir que Paula está mal?
Ernesto: No María, solo es una reacción del desmayo. Pero conociendo a Rogelio, no va a estar tranquilo hasta que el ginecólogo se lo diga.
Mercedes: A mí me parece muy bien que cuide de Ana.
Ernesto: Yo no digo lo contrario, pero Rogelio es quién está más preocupado en este embarazo, Ana está muy tranquila.
R: (entra al comedor), ¡Buenos días!, ¡Ernesto!, ¿finalmente decidiste visitarme después de varios meses de no pararte en la Hacienda?
Ernesto: ¡Buenos días Rogelio!, llegamos desde anoche. Con lo del desmayo de Ana, María nos pidió que nos quedáramos.
R: Entonces estoy en deuda con ustedes.
Mercedes: Somos amigos Rogelio, no hay nada que debas agradecer.
Paula y Mary llegan justo cuando Juanita les estaba sirviendo el desayuno. Todos se apresuraban a comer, pues Ernesto y Mercedes tenían que irse a la clínica. Rogelio es el primero en terminar y enseguida se va al despacho para hacer una llamada urgente.
Estados Unidos
Compañía Smith Brown:
En una oficina amplia y elegante, Laura se encontraba dando el último vistazo a los documentos que le enviara Rogelio. De pronto el teléfono comienza a sonar.
Laura: Hello!
R: ¿Laura?
Laura: ¡Rogelio!, ¡qué gusto escucharte de nuevo!, ayer te estuve marcando pero nunca entró la llamada.
R: Como no he puesto una antena, sigo teniendo problemas con la comunicación. Espero que en unos días pueda resolverlo.
Laura: No te preocupes y mejor dime, ¿cómo han estado?
R: ¡Muy bien gracias a Dios!, ¿y ustedes?
Laura: ¡Fine!, digo, bien, la costumbre de hablar en inglés. Ahora mismo Jennifer debe estar en junta con el empresario del que me enviaste información.
R: ¿Jennifer?, pensé que eras tú la que se encargaba de esas gestiones.
Laura: Yo me encargo de esas cosas, pero este cliente es increíblemente difícil. Nunca me recibiría porque únicamente soy una empleada.
R: ¿Tan complicado es?, entonces, ¿cómo el imbécil de Carlos Castillo lo contactó?
Laura: Es que aún no lo ha hecho. Al parecer tiene una amiga que es amante del dueño.
R: ¡Con razón!, pero eso quiere decir que no tengo oportunidad de ganarle la partida.
Laura: Justamente por ese motivo, Jennifer decidió ir a verlo en persona como la hija del dueño de nuestra empresa. Así es más probable que la reciba y lo convenza.
R: Pero la otra es la amante, contra eso no creo que pueda luchar.
Laura: El empresario maneja varios sectores, entre ellos, negocios como alimentos procesados, y la leche en polvo. También está interesado en la renta de sementales para su ganado. Todo eso tú lo posees, cosa que el señor Castillo no. La amante podrá hacer que lo considere, pero Jennifer le presentará argumentos comprobables de la superioridad de la Hacienda del Fuerte.
R: Si tú piensas que lo conseguirá, solo me queda confiar en la capacidad de las dos.
Laura: Puedo jurarte que obtendrá la cita para que te reciba.
R: ¿Y es necesario que vaya?
Laura: Para que acepte firmar el contrato, únicamente lo hará si vienes a verlo en persona.
R: Lo que pasa es que Paula está de encargo y no me gustaría dejarla sola ni un día.
Laura: ¿Ana Paula está embarazada?, ¡sabía que sus síntomas eran por eso! Con razón Jennifer dice que en unos meses iremos a una fiesta en San Gabriel.
R: ¿Ella ya lo sabía?
Laura: Jennifer debió imaginarse que Ana Paula estaba esperando un hijo por su cambio de actitud, sobre todo después de que yo comenté mis apreciaciones.
R: Bueno, si ya lo sabe entonces podrá convencer al empresario para que no me exija ir a Estados Unidos.
Laura: No lo sé. Es una persona con un carácter mucho más horrible que el que Cynthia me platicó de ti. De lo que sí estamos cien por ciento seguras, es que no acepta hacer ningún trato si no ve en persona a su futuro socio. Rogelio, comprendo tu sentir, pero solo serán dos días. Estados Unidos no está del otro lado del mundo.
R: Es cierto, además, ¡ese maldito no me va a ganar!, ¡le voy a quitar este negocio!
Laura: ¿De qué hablas?
R: Por el momento no puedo explicarte, pero en cuanto Jennifer consiga la cita y vaya para Estados Unidos, te prometo contarte todo.
Laura: Muy bien. Entonces en eso quedamos. Cuando Jennifer regrese te llamamos para informarte como le fue.
R: Gracias Laura, continuas ayudándome aunque no estés aquí.
Laura: Eres socio de la compañía, tu beneficio es nuestro también. De conseguir cerrar el trato, la Hacienda del Fuerte, el Rancho la Negra y la compañía Smith, tendrán asegurado el mercado internacional por varios años. Sin mencionar que el prestigio de las tres se acrecentará como no tienes idea.
R: Aunque no estoy peleando ese contrato por fama, me alegra saber los beneficios que podemos obtener. Nuevamente te doy las gracias Laura, estamos en contacto.
Laura: De nada Rogelio. Te llamo más tarde.
Rogelio cuelga y se queda pensando en el motivo por el que Carlos no dejaba de molestarlo. Paula entra para avisarle que está lista.
AP: Rogelio, ¿quieres que nos vayamos a la clínica junto con Ernesto y Mercedes?
R: No, y perdóname, pero necesito hablar con Hugo y Consuelo para ver como quedaron con lo de proyecto de división de labores.
AP: Eso lo discutimos ayer. Pero si te urge, podemos verlo de nuevo para explicarte nuestra idea y más tarde nos vamos a la clínica. ¿Estás de acuerdo?
R: Por supuesto amor.
AP: Entonces voy a avisarles a Hugo y Consuelo que vengan al despacho.
R: Está bien.
Paula va por los encargados de la administración, para plantearle a su esposo el acuerdo al que llegaron el día anterior.
En una pensión de Santa Catalina. Carlos discutía con uno de sus escoltas.
Carlos: ¿Es lo mejor que pudiste hacerle?
Escolta: ¡Lo lamento señor!, pero usted no me dijo que lo quería totalmente fuera de su camino.
Carlos: El abogado de Rogelio tiene mucha gente influyente en el D. F. por eso no estoy seguro si se atrevió a investigarme. Tú sabes que ahora estoy interesado en un negocio con los Estados Unidos y no me conviene que Rogelio meta su cuchara en esto.
Escolta: ¡A lo mejor si se murió!, clarito vi como se golpeo con el volante de su carro.
Carlos: ¡Pero no te fijaste si en realidad estaba muerto!
Escolta: Puedo ir a averiguar a la clínica del pueblo.
Mujer: (dirigiéndose a Carlos), No está muerto. Cuando fui para hacer lo que me pediste, Rogelio Montero no se veía afectado en lo más mínimo. De haberse muerto su abogado, no estaría tan tranquilo.
Escolta: Entonces, ¿voy a deshacerme de él?
Mujer: No creo que sea conveniente. Si alguien te vio en el lugar del accidente, no solo te expones tú, sino también a nosotros.
Carlos: Estefanía tiene razón. Dejemos al abogado donde está, además, mañana van a tratar de conseguirme una cita con el empresario de Estados Unidos. Rogelio depende de su abogado para todo tipo de trámites, así que mientras esté en la clínica, no tendrán la oportunidad de hablar con mi futuro socio, (se ríe), una vez consiga hacerme del contrato, la Hacienda del Fuerte será parte del recuerdo.
Escolta: ¿Y nos vamos a regresar a la capital o nos quedamos aquí?
Carlos: Nos quedamos hasta que me confirmen la cita.
Estefanía: Lo malo es que el empresario es terrible. Dicen que ve a cualquier persona como inferior, y tu amiguita será su amante, pero no tiene clase.
Carlos: No hay nadie que le pueda ofrecer algo mejor de lo que yo tengo. Y ahora que lo dices, ni Rogelio podría obtener la cita. El abogado con todo y sus contactos, tampoco tiene clase. Mi amiga por lo menos le hace el favor al empresario.
Estefanía: Si sabías todo eso, ¿por qué te empeñaste en fastidiar a Rogelio Montero?
Carlos: De no haberlo encontrado casado con una mujer tan hermosa. Ni me hubiera tomado la molestia. Pero esa mujer me cautivo en cuanto la vi, y lo que me da más rabia, es que se le nota lo dominada que está por ese maldito inválido.
Estefanía: ¡Enamorada! dirás, y aun con las muletas, se ve muy atractivo. Hasta yo me casaba con él si me lo pide.
Carlos: Por tu bien, no vuelvas a hacerme una broma como esa. Mejor me voy a dormir. Cuando despierte tendré una buena noticia que voy a restregarle a Rogelio. La superioridad de los Montero se acabará el día de mañana.
Carlos se va a otro cuarto con una sonrisa burlona por las cosas que imaginaba que haría en cuanto consiguiera el contrato. Estefanía y el escolta solo se quedaron mirándose porque si fallaban los planes, no querían imaginarse cómo reaccionaría su jefe.
Clínica de Santa Catalina.
Alejandro se estaba desesperando porque no aún no querían darlo de alta. Apenas y le permitieron hacer una llamada a la ciudad de México para investigar el número de placa del coche que le provocó el accidente. Y aunque Dany no se despegaba de su lado, no aliviaba el dolor en los riñones por tanto tiempo de estar acostado. Cuando su novia sale por un vaso con agua, aprovecha para ponerse de pie. Comienza a dar vueltas por el cuarto tratando de que a su cuerpo se le quite el hormigueo. Lo que no contaba es que Dany no tardaría demasiado en volver.
Dany: (alterada), ¡Alejandro!, ¿por qué te levantaste?
Alejandro: Ya no aguantaba la cama. No tienes idea de lo mucho que me duele el cuerpo y no es por el choque.
Dany: Comprendo que estés fastidiado por no poder levantarte, pero el médico me dijo que ese golpe en la frente puede provocarte mareos.
Alejandro: Hablando del golpe, ¿te dijeron por qué tengo una cosida muy grande?, se supone que solo me pegué en el volante.
Dany: Te tuvieron que abrir un poco más para hacer que la sangre saliera y no se coagulara. De haberte dejado así, sería peligroso porque se forman tumores en el cerebro.
Alejandro: ¿Es por eso que no me han dado de alta?
Dany: Exactamente. Esto ya es considerado operación, y se supone que deberías guardar reposo.
Alejandro: ¿Y cuánto tiempo me van a dejar aquí?
Dany: El suficiente para que te recuperes por completo.
Alejandro: ¿Y cómo van a saber si ya estoy bien?
Dany: Si te lo digo vas a fingir con tal de irte de aquí. Por eso por tu bien, será mejor que te resignes a que no saldrás antes de dos días.
Alejandro: ¡Pero tengo mucho trabajo con Rogelio!, Recuerda que debemos conseguir unos contratos.
Dany: Ya lo sé, pero no hay nada que puedas hacer. Rogelio ya está enterado, así que no te sigas preocupando.
Alejandro: ¿Al menos me pueden quitar esta cosa que tengo en el brazo?
Dany: Esa tardará más tiempo. Aproximadamente dos semanas porque el hueso del hombro se salió de su lugar.
Alejandro: ¿Qué?
Dany: (con unas cuantas lágrimas en su cara), Tienes suerte de estar con vida Alejandro.
Alejandro: Solo fue un pequeño golpe.
Dany: ¡No fue pequeño!, Estuviste a punto de romperte el cuello, por eso tienes ese collarín que tampoco se te va a quitar en estos días.
Dany ya no aguantó y se puso a llorar con más fuerza. Alejandro estaba sorprendido porque no tenía idea de lo grave que fue el accidente. Quién haya sido la persona que lo hizo, lo que buscaba era matarlo. Al mirar a Dany con lágrimas se acerca para intentar consolarla.
Alejandro: ¡Cálmate Dany!, yo estaré bien, pero no podré recuperarme si te veo triste.
Dany: No sabes lo que sentí cuando me dijo el doctor todo lo que tuviste. Si bien es cierto que el accidente no fue aparatoso, con los estudios que te hicieron por la tarde se dieron cuenta que el dolor de cabeza se debía a un coagulo que se te estaba formando, por eso te abrieron para drenar la sangre, también observaron una contusión en el cuello que por fortuna no fue traumatismo cervical en el área de la columba, porque de haber sido así, hubieras muerto o en el mejor de los casos quedarías inválido.
Alejandro: ¿Me quieres animar o asustar?
Dany: ¿Perdón?
Alejandro: Es que con lo que me platicas ya me pusiste nervioso y me está doliendo todo el cuerpo.
Dany: Lo siento Alejandro. Es que así les hablo a los pacientes.
Alejandro: ¿Incluyes las lágrimas?
Dany: (sonríe), ¡Por supuesto que no!, (acaricia su cara), tú eres la persona más importante para mí. Por eso no soporto verte en este lugar y con todas esas cosas que tienes puestas.
Alejandro: Pues si quieres que me reponga muy rápido qué te parece si me consientes mucho.
Dany: Mientras no me hagas peticiones similares a las que Rogelio le hace a Ana Paula todo está bien.
Alejandro: Recuerda que Rogelio camina otra vez. Si Ana Paula consiguió eso con todo lo que él le pedía, creo que yo saldría muy rápido de aquí, con lo que tú me des a mí.
Dany: Ni lo sueñes. Ellos son muy diferentes a nosotros. Así que mejor hazte a la idea de que estarás aquí por mucho tiempo.
Dany da la media vuelta para salir del cuarto.
Dany: (lo mira), Es urgente que te aleje de Rogelio. Mientras estés en este lugar, ve buscando trabajo en otro lado.
Alejandro: ¡Él me paga muy bien!
Dany: (un poco roja), pero nunca podrá darte lo que yo.
Dany sale del cuarto con el corazón agitado por lo que acababa de decirle. Alejandro se desconcertó, pero inmediatamente comenzó a evaluar lo que le convenía; un buen sueldo o su más grande necesidad como hombre.
Hacienda del Fuerte.
Después de aprobar todo lo que Paula comentó sobre el plan estratégico para el negocio con el empresario estadounidense. Rogelio les platicó la forma en que se manejaba su probable socio.
Hugo: ¡Pues entonces sí la tenemos difícil patrón!
Consuelo: No te creas Hugo. Aunque no conviví demasiado con la señorita Ramírez y la señorita Smith, se ve que son personas de mucha categoría, sobre todo la señorita Smith, con eso de que es rubia, de ojos azules, y se viste de una manera muy elegante.
AP: (sarcástica), ¿No querrás decir que muy corta de ropa?
Consuelo: Solo un poco en su falda. Pero eso no le quita que se vea elegante.
R: Es cierto Consuelo, Jennifer es la única que puede conseguir esa cita. ¿Qué hombre podría resistirse a una mujer bonita?
AP: ¡Espero que tú!
R: ¡Claro!, es que todavía no terminaba Paula.
Hugo: No solo es bonita patrón. También es muy lista, la mayor parte de los trámites del contrato con la Hacienda, fueron hechos por ella. Así que tenemos una esperanza porque es bonita e inteligente.
Consuelo: (molesta), ¡Cómo yo, ¿verdad Hugo?!
Hugo: Sí Consuelo, igual que tú.
R: Ya está bueno de tanta plática. Mi esposa y yo nos tenemos que ir a la clínica, Hugo cualquier cosa me llamas enseguida.
Hugo: Sí patrón.
AP: Consuelo por favor, ve al Rancho para que empiecen a juntar las cantidades que vamos a apartar en caso de que se concrete el negocio con ese hombre de Estados Unidos.
Consuelo: Como diga patrona.
R: ¿Nos vamos Paula?
AP: Adelántate, en un momento te alcanzo.
R: ¡Como digas!
Rogelio sale con Hugo del despacho. Paula se queda pensando en las cosas que dijeron durante la junta.
Consuelo: ¿Le pasa algo patrona?
AP: Según María, ¡yo estaba cambiando!, Pero al oír el nombre de Jennifer y la manera en que Rogelio hablaba de ella, me sentí muy mal.
Consuelo: La comprendo, Hugo también se impresionó con ella. Nada más que es solo eso patrona, los dos reconocen el trabajo de la señorita Smith, más cuando se va a ir a enfrentar con un hombre que dicen es un ogro mucho peor de lo que era el patrón.
AP: Estoy consciente, pero no deja de ser incómodo. Aunque creo que voy a pedirle a mi santo que la ayude, porque si ese hombre es como lo describen, seguramente la está pasando muy mal.
Consuelo: O los dos, recuerde que la señorita no es dejada. Su carácter se parece al suyo, con la diferencia que ella es tan directa que ofende sin querer.
AP: Eso es lo que más odiaba en ella, pero si consigue la cita, le perdono los malos momentos que me hizo pasar cuando estuvo en la Hacienda.
Consuelo: Mejor no hubiera prometido nada. Yo estoy convencida de que sí la consigue.
AP: Y eso haría muy feliz a Rogelio, por eso quiero que lo haga.
R: (desde el marco de la puerta), Paula, Pancho nos espera para irnos a la clínica.
AP: ¿Cuánto llevas ahí?
R: Apenas llegué, ¿por qué?
AP: Por nada, (medita), Rogelio, ¿dijiste que Pancho nos está esperando?, ¿no sé supone que yo soy quién conduce?
R: Esta vez quiero que Pancho nos deje en la clínica. Con el desmayo que tuviste no siento que sea buena idea que manejes.
AP: Rogelio, desde que estoy embarazada no has dejado de limitarme en todo.
R: No lo hago con el afán de ofenderte, solo me preocupo por ti.
AP: (triste), Lo sé.
R: Te espero en la camioneta, no te tardes.
Consuelo: ¿Y ahora que le pasa patrona?
AP: Nada Consuelo. Haz lo que te pedí, nos vemos mañana en el Rancho.
Rogelio se encontraba en la camioneta. Al voltear hacia la entrada ve a Paula un poco triste y eso le preocupa. Por el momento prefiere no decir nada hasta que ella se anime a contarle lo que le sucedía.
En la clínica de San Gabriel, el doctor revisó a Paula y la encontró en perfectas condiciones, aunque un poco deprimida. Así que solicita hablar a solas con Rogelio.
R: ¿Hay algo mal con el embarazo de mi esposa doctor?
Médico: Creo que ya son muchas veces que le digo que su embarazo va bien. Su salud está perfectamente, pero su ánimo no tanto señor Montero. De ayer a hoy, la veo más desanimada.
R: ¡Bueno!, yo le dije que mi mujer tiende a ponerse muy nerviosa cuando está embarazada.
Médico: Ernesto me platico que la señora Montero perdió un bebé hace tres años siete meses por una mordedura de víbora. También me dijo que un tiempo atrás, estaba anémica, y muy nerviosa por situaciones que vivió.
R: ¡Ya ve!, por eso le digo que esto no es nuevo.
Médico: ¡Ese es el problema señor Montero!, usted no quiere entender que no estamos hablando del otro embarazo.
R: ¿Qué quiere decir doctor?
Médico: Desde que estoy atendiendo a su esposa, ni una sola vez he notado que haya un problema con su embarazo. La he visto bien de salud, animada, feliz. Todo lo contrario de usted.
R: (molesto), ¡Yo estoy muy feliz doctor!, cualquiera que se atreva a negarlo es porque es ciego.
Médico: "Preocupado" sería la descripción. Es como si pensara que su esposa está reviviendo el embarazo anterior y no es así señor Montero.
R: ¡Claro que no!, ¿de dónde saca eso?
Médico: Señor Montero, si continúa sobre protegiendo a su esposa lo único que va a conseguir es justamente lo que no quiere que pase, aparte de que no disfruta esta etapa porque le da prioridad a su miedo.
R: ¿Y qué quiere que haga entonces?
Médico: Deje que su esposa decida que puede y no puede hacer. Solo ella sabe lo que le hace daño. Usted solo limítese a apoyarla. De ese modo le aseguro que podrán vivir plenamente el embarazo.
R: Paula siempre ha sido muy frágil doctor, por eso tengo miedo de que le pase algo malo.
Médico: Su esposa es mucho más fuerte de lo que se imagina. Dele su voto de confianza y ella le demostrará que estoy en lo cierto.
R: (suspira), Está bien, voy a tratar de no excederme con la sobre protección.
Médico: Es lo mejor para el estado de ánimo de su esposa.
El doctor da por terminada la plática. Rogelio sale para encontrarse con su esposa. La encuentra sentada con un semblante triste que lo hace pensar que realmente está exagerando con ella. Aunque ese pensamiento no dura mucho pues Paula se levanta con una sonrisa y lo toma del brazo para regresar a la Hacienda.
En un hotel de Santa Catalina.
Carlos estaba sentado en la cama viendo detenidamente su celular. Finalmente recibe la llamada que tanto esperaba. Conforme le explicaban, su cara mostraba una ira y odio que asustaría a cualquiera. Al terminar de hablar, avienta el aparato haciendo que se rompa al golpearse en la pared.
Después de eso pasan dos días. Al amanecer, Alejandro sale de la clínica, (aunque por orden del médico debía guardar reposo e ir a revisión cada dos días por el golpe de la frente). Marcial se quedó todo ese tiempo como se lo indicara Rogelio para llevarlos de regreso a San Gabriel. Antes de subir al coche, recibe una llamada sobre la persona que le provocó el accidente. Esto lo hace decidir terminar de una vez con ese problema por su bien y el de sus amigos.
En San Gabriel:
Por un extraño motivo, ni Laura ni Jennifer se habían comunicado con Rogelio para darle razón sobre la cita con el empresario estadounidense. Eso le hacía pensar que no pudieron lograr nada y que lo mejor sería olvidar ese negocio.
En un intento de quitar de la mente de su padre la derrota. Margarito le pidió a Rogelio que lo recogiera en la escuela para que de ahí se fueran a comer a la fonda de Macaria y Ulises. Como el doctor le recomendó dejar de ser tan sobre protector con Paula, Rogelio le permitía que fuera al Rancho cada tercer día, y justamente esa ocasión, le tocaba presentarse a trabajar, por lo que no podría acompañarlos.
Pasado el medio día Rogelio esperaba sentado en el parque a que llegara la hora de recoger a su hijo (Pancho regreso a la Hacienda). Estaba leyendo un periódico cuando se paran enfrente de él dos sujetos. Al mirarlos, ve a Carlos junto a un hombre realmente grande y muy fornido.
R: ¿Qué demonios quieres?, Debiste aprovechar que no te busqué cuando te atreviste a molestar a mi mujer con una foto, ¡pero aquí estás desafiándome de nuevo!, ¿no me digas que ya te gustó que te parta la cara?,
Carlos: No creas que vas a poder conmigo en esta ocasión Rogelio Montero.
R: Ya vi que no estás solo. ¿Tan cobarde eres que necesitas ayuda para golpear a un lisiado?
Carlos: Él solo intervendrá si es necesario.
R: No tengo tiempo como para perderlo con un debilucho como tú.
Rogelio se levanta para ir por su hijo, pero Carlos patea una muleta haciendo que Rogelio se desbalancee.
R: ¡Recoge la muleta imbécil!
Carlos: Sin esa muleta no eres un hombre completo Rogelio. Me puedes decir, ¿Cómo aceptaste que te achacaran un hijo que no es tuyo?
R: ¿Qué dices imbécil?
Carlos: No me dirás que en verdad le cumples a tu mujer si no puedes moverte sin usar las muletas. La vez que nos peleamos, buscabas la forma de mantenerme en el piso porque en realidad no caminas con libertad.
Rogelio arroja a un lado la otra muleta y camina hacia Carlos con una cara llena de ira.
Carlos: (asustado), ¡Estás fingiendo!, ¿la pregunta es por qué?
Él no responde solo se acerca y con gran agilidad se abalanza sobre el otro para comenzar a pegarle en los mismos lugares en donde tenía los otros golpes. Carlos trataba de quitárselo de encima pero entre más lo empujaba Rogelio aumentaba la fuerza en sus puños.
De pronto Carlos le grita a su escolta para que lo ayude. Éste enseguida se acerca y toma a Rogelio de la cintura. A pesar de ser más grande y fornido le cuesta mucho trabajo someterlo, pues Rogelio comienza a golpear su estómago con el codo provocando que lo suelte un segundo, lamentablemente no el suficiente para escaparse de un golpe en la cara que lo aturde, dándole oportunidad al escolta de propinarle otros más.
Un poco lastimado del pómulo, Rogelio logra responder a los golpes del otro tipo. La pelea no parecía muy justa porque uno era el doble del otro en altura y musculatura. Pero eso no impedía que Rogelio mantuviera las cosas parejas.
Al ver a su rival absorto en la pelea, Carlos se levanta y saca una navaja. Con una orden de inmovilizarlo el escolta toma del cuello a Rogelio permitiéndole a su jefe acercarse hasta ellos.
Carlos: ¡No te imaginas el odio que te he tenido siempre Montero!, Y se hubiera quedado en eso, de no ser porque tu esposa me gustó. Lo malo es que la muy estúpida me humilló delante de personas importantes, diciendo que eres exitoso y amado. ¡Imagínate!, ¡tú!, ¡un inválido, siendo mejor que un hombre completo!
R: (sonriendo), ¿En verdad eres un hombre completo?, si lo fueras ya tendrías a una mujer a tu lado, porque ser completo no es que puedas caminar, pero no voy a molestarme en explicarte a lo que me refiero.
Carlos: (furioso), ¡Voy a quitarte esa estúpida sonrisa de la cara!, ¡y una vez que te mueras, tu mujer será para mí!
Paula había ido por Margarito a la escuela. Quiso darse un tiempo para compartirlo con los dos hombres más importantes de su vida. Pero al llegar solo encontró a su hijo afuera de la escuela esperando a su papá. El jovencito le explicó que no lo vio en ningún momento, por lo que ella le pide ir a buscarlo. Cuando pasan por el parque de San Gabriel, Paula escucha la voz de Carlos y al voltear hacia el lugar de donde proviene, ve con horror como Carlos está por clavarle la navaja a Rogelio. Ella empieza a gritar con todas las fuerzas que tiene y trata de ir con su esposo pero Margarito la detiene.
Al escuchar la voz de Paula, Rogelio hace un último esfuerzo por zafarse del escolta provocando un roce entre la navaja y su costado, así como que el arma se clavara totalmente en el empleado. Con todo y la impresión de cometer un grave error, Carlos trata de golpear nuevamente a Rogelio, que aún lastimado se defiende mejor que su rival. Por tanta rabia que sentía, Rogelio se desquitó de cada uno de los golpes y trampas que recibiera de Carlos. Y lo hubiera terminado matando de no ser porque una patrulla llegó a impedirlo. La gente del pueblo había ido lo más rápido que pudo a auxiliar a Paula. Los policías cargaban a un Carlos muy mal herido e intentaron llevarse a Rogelio pero las personas no los dejaban.
La camioneta del Rancho la Negra se estaciona detrás de las patrullas y de ella desciende Alejandro que explica a los policías que Rogelio era víctima del mismo sujeto que intentó matarlo. Para confirmarlo les enseña un acta que levantara cuando estuvieron en la Delegación del D. F. y otra por intento de homicidio de Santa Catalina expedida en la mañana de ese día, en contra de Carlos Castillo.
Los policías aceptan el acta y se llevan únicamente a Carlos. Mientras que Marcial ayuda a su patrón a subir a la camioneta para ir a la clínica.
Luego de más de tres horas de permanecer dormido. Rogelio abre los ojos y se encuentra acostado en una de las camas de la clínica. Ernesto está revisando que la herida ya no sangre.
Ernesto: ¿No te cansas de meterte en problemas?
R: En esta ocasión yo no provoqué nada. Incluso pasé por alto lo de las malditas fotos.
Ernesto: ¿Las leyes se hicieron por algo, no te parece?, de haber denunciado a ese tipo, el comandante no le hubiera permitido entrar al pueblo.
R: ¿Me vas a regañar?, o ¿vas a revisar si ya me puedo ir de aquí?
Ernesto: No te voy a dejar salir de aquí por lo menos hasta mañana.
Rogelio trata de levantarse pero el dolor del costado hace que se acueste de nuevo.
Ernesto: También tienes una costilla rota.
R: Tengo que estar con mi familia, sobre todo con Paula que debe sentirse mal por culpa mía.
Ernesto: Ana fue a traerte un analgésico para el dolor. La has subestimado mucho Rogelio, desde que te trajeron aquí, no se ha despegado ni un momento de tu lado. Solo te dejó una hora porque tuvo que ir a la Delegación, aunque después de eso volvió un poco molesta y diciendo que eres un idiota, por eso te recomiendo que intentes contentarla.
R: ¿Y por qué molesta?, ¡yo soy al que quisieron matar!
Ernesto: Rogelio, ¿le comentaste a Ana Paula sobre los contratos que conseguiste?
R: Se supone que el Rancho cooperó para que los consiguiera. ¡Lástima que no se me hizo tener el más importante!
Ernesto: No te salgas por la tangente. Ana Paula fue a rendir su declaración y ahí se enteró que esos contratos los estaba intentando conseguir el tal Carlos y como se los quitaste, decidió vengarse.
R: ¡Qué importa eso!, de todas formas su odio hacia mí es tan grande que lo hubiera intentado igual.
Ernesto: Pero contribuiste a que ese odio se acrecentara. Rogelio, como tu amigo es mi deber decirte cuando haces estupideces y ésta fue una reverenda estupidez. No solo tú te arriesgaste, también a tu esposa e hijos y el que la llevo un poco más fue Alejandro. El accidente pudo costarle la vida.
R: Pensaba que se trataba de un simple rival de negocios. Jamás creí que fuera asesino.
Ernesto: Tal vez tengas razón. Aunque eso no quita que también actuaras por venganza.
R: Ernesto, ¿de verdad Paula está bien?
Ernesto: Mejor que tú sí está. ¿Por qué te cuesta tanto aceptar que el pasado es solo eso?
R: Porque...
Paula entra al cuarto antes de que Rogelio pudiera decirle a Ernesto lo que le preguntó.
AP: (seria), Ya traje la pastilla Ernesto, ¿te la dejo?
Ernesto: Sí Ana. Muchas gracias.
Paula le entrega la pastilla y se da la vuelta para salir.
R: ¡Espera Paula!, por favor necesitamos hablar.
Ernesto: Entonces Ana, te dejo la pastilla para que tú se la des. Regreso más tarde.
Ernesto sale y Paula se dirige al buró que estaba al lado de la cama. De una jarra, sirve un poco de agua en un vaso y se lo ofrece a Rogelio que lo agarra sin quitarle la mirada de encima a su esposa.
R: De todas las estupideces que cometí, ¿cuál es la que te tiene así?
AP: ¿Tú cuál crees?
R: Paula, lamento mucho no haberte dicho sobre los contratos, pensé que Consuelo te platicó que quería quitárselos a un imbécil que se atrevió a lastimarte.
AP: Veo que no puedes comprender los verdaderos motivos para estar molesta.
R: ¿No era por eso?
AP: Me enojó el que no lo dijeras, pero no es para tanto. Estos son negocios y competimos limpiamente. Si hubieras hecho trampa, quizás sí sería un motivo para decepcionarme.
R: Entonces, ¿qué te hizo enojar?
AP: ¿Enserio piensas que estoy enojada?
R: Eso me demuestras con tu actitud.
AP: Estoy triste.
R: No lo pareces, más bien te veo furiosa.
AP: Me encuentro enojada, pero no contigo, sino conmigo.
R: Paula, tú no tuviste la culpa de haberle gustado a un imbécil como Carlos. Así que por favor, recupera tu sonrisa.
AP: Tampoco es por ese idiota asqueroso. Es porque tú me ves como una mujer frágil que no puede ser confiable ni siquiera para contarme las cosas que te pasan o lo que en verdad quieres.
R: ¿Qué?, Paula, yo no pienso eso.
AP: ¡Ah no!, ¿acaso no piensas que soy tan delicada que cualquier problema puede hacerme daño?
R: Solo he dicho que tiendes a ponerte nerviosa durante el embarazo, por eso trato de no darte motivos de preocupación.
AP: ¿De cuál embarazo hablas?, ¿De este o el otro?
R: ¡Del que sea Paula!, lo único que quiero es verte bien.
AP: Con todas las cosas que han pasado en estos días, en ninguno he sentido temor a perder a mi bebé, ¿y sabes por qué?
R: No.
AP: Porque cuando siento que me faltan las fuerzas o estoy triste, (se toca el vientre), es gracias a él que puedo reponerme. No sé cómo explicarme, pero me da una fortaleza enorme. Esto ya te lo he dicho muchas veces, pero parece que no quieres entenderlo.
R: Lo entiendo Paula, pero también quisiera que tú me comprendieras.
AP: Hoy cuando vi que te querían matar, lo único que quería era protegerte. Margarito me detuvo, pero fue este pequeño que está en mí, lo que me dio la confianza de que todo saldría bien.
Paula se recuesta en la cama, Rogelio se hace a un lado para que se acomode mejor.
AP: Lo que en verdad me pone mal, es la falta de confianza que me tienes.
R: (acaricia su cabello), lo siento mucho Paula. Sabes que soy el idiota más grande del mundo, además de primerizo en embarazos. Por eso no sé cómo debo tratarte, así que te pido que me enseñes.
AP: Yo tampoco sé mucho sobre el tema. Pero lo que sí puedo decirte es me harías inmensamente dichosa si dejas de especular sobre mi estado de salud. Recuerda que el embarazo no es una enfermedad.
R: ¡Como ordene señora Montero!, solo te pido que no me quites la felicidad que me da consentirte.
AP: Por supuesto que esa no te la voy a quitar porque me conviene tenerte como un manso corderito.
R: ¡Caramba!, por comentarios como esos, la gente está dejando de tenerme respeto.
AP: (seductoramente), A mí me atraes mucho más cuando eres tierno y comprensivo.
R: ¿De veras?, pos entonces ya sé como dominarla señora Montero.
Ambos comienzan con los besos y caricias. Rogelio desabrocha la blusa de su esposa para proporcionar caricias más placenteras. Todo iba bien hasta que Paula abraza a su marido haciendo que se éste se queje.
R: ¡Maldita costilla!, últimamente he tenido el santo de cabeza.
Paula se levanta y se abrocha la blusa.
AP: ¡Es una lástima!, hubiera sido mi primera experiencia en una clínica.
R: ¿Ya te vas?
AP: Sí porque Margarito está afuera esperando noticias de su papá. En cuanto te vea, me lo llevo a la Hacienda, Mary necesita que al menos su madre esté con ella.
R: ¡No puedes volver a hacerme esto Paula!, No te das cuenta de que estoy muy motivado.
AP: Ya lo vi. Solo que no se le puede poner seguro a la puerta y no quisiera tener la mala suerte de que entren y nos vean así.
R: (le sonríe), ¡Yo no soy penoso!
AP: Yo aún tengo un poco de pudor, (se acerca y le da un beso corto), si quieres continuar, vas a tener que recuperarte lo más rápido posible. Hasta que no te den de alta, estaremos en abstinencia.
Paula va a la puerta y desde ahí le vuelve a sonreír.
AP: Nos vemos mañana señor Montero, que pase buenas noches.
R: Si me doy un baño de agua fría, quizás.
AP: Entonces será una larga noche para ti.
Paula cierra la puerta. Rogelio se queda tratando de calmarse y para conseguirlo cierra los ojos intentando idear la nueva sorpresa que le preparará a su esposa para celebrar su aniversario.
Conforme recordaba el pasado, se da cuenta que en verdad ninguno era igual que en aquel entonces y eso le alegraba porque significaba que el amor que se tenían era real y eterno.
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