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CAPÍTULO 21

Encontrarse en los brazos de la persona amada, es la dicha más grande que una mujer puede sentir y Paula la sentía en su máximo esplendor.

La noche que pasaron fue una de las mejores (aunque ya no podía especificar alguna, porque todas eran maravillosas), quizás lo percibía así, por la falta que le hiciera su esposo en días anteriores. Pero lo más increíble es que a pesar de estar casi la mayor parte de la noche amándose, no se encontraba cansada. A diferencia de Rogelio que aún cuando no dejaba de besarlo, él permanecía profundamente dormido. Como sus intentos por hacer que despertara no estaban dando los resultados deseados, decide preparar algo de comer porque su marido iba a necesitar recuperar energía. Así que se levanta y de una bolsa saca una bata que comprara junto con el vestido.

Una hora después regresa con la esperanza de verlo despierto, pero él continuaba igual. Deja las cosas que le cocinó en el buro, y vuelve a la cama para retomar los besos.

R: (sin abrir los ojos), Paula, por favor déjame dormir otro poco, en serio estoy muerto.

AP: Pues que poco aguanta señor Montero, creía que era muy fuerte.

R: ¡Claro que soy fuerte!, lo que sucede es que yo hago la mayor parte y por eso mis energías se agotaron.

Paula se acerca a su rostro proporcionándole más besos, mientras le susurraba al oído.

AP: ¡Y lo haces divino!, por eso te preparé un rico almuerzo que estoy segura te servirá para recuperarte.

Rogelio la toma en sus brazos, motivado por las caricias y palabras que le daba su esposa. Ambos se besan con mucha pasión, que da pie a otra nueva entrega. Después de revivir tan hermoso momento se abrazan sin dejar de demostrarse su amor.

AP: (sonriente), Rogelio, ¿ya te había dicho lo feliz que soy?

R: Creo que no lo suficiente.

AP: ¡Entonces mejor te lo demuestro otra vez!

Paula comienza de nuevo con el juego, Rogelio la sigue y en el momento que toma su mano para besarla, se fija que tenía un moretón.

R: ¿Qué te pasó en la muñeca?

AP: (retirando su mano), ¡Nada amor!, ¿por qué lo preguntas?

Rogelio se sienta y la hace que lo deje ver su mano. Al apretar ligeramente ella muestra una mueca de dolor.

R: ¿Esto es "nada" Paula?

AP: ¡Bueno, sí me pasó algo! Lo que sucedió es que cuando estaba preparando el pastel, me golpee la mano con la puerta del horno, pero no fue nada grave. Ni siquiera me acordaba de eso porque no me dolía.

R: Esto no parece un golpe, más bien es como si alguien te hubiera apretado, se ven marcas de dedos.

AP: (aún más nerviosa), ¡Por supuesto que no es eso Rogelio!, ¿acaso piensas que te estoy mintiendo?

R: Espero que sea cierto lo que dices, porque no voy a permitir que se atrevan a lastimar a los seres que más amo y si alguien te hizo eso...

AP: (comenzando a llorar), ¡Te aseguro que solo me pegue con la puerta del horno!, ¿es que acaso no confías en mí?

R: (la abraza), ¡No llores Paula!, sí tú dices que fue con eso, yo te creo. Pero por favor, tranquilízate.

Paula corresponde a su abrazo. Rogelio acariciaba su cabello y espalda tratando de serenarla, pero en su mente no se le quitaba la idea de que no estaba siendo sincera en lo sucedido, y aunque por el momento le daría por su lado, después se encargaría de averiguar lo que pasó. Él le toma su mentón para hacer que lo mire y con una sonrisa consoladora, le da un pequeño beso que termina disipando todo el temor de su esposa.

R: Dejemos ese tema, ¡¿Qué tal si comemos lo que preparaste?!, (sonriendo), es que ya se me acabaron las reservas de energía y recuerda que debemos ir con nuestros dos chamacos.

AP: ¡Perdón amor!, se me olvido que a eso venía, deja te doy el plato.

Paula se levanta y medio se abrocha su bata. Revisa la comida que ya se encontraba fría, cuando iba a ir a calentarla de nuevo, Rogelio le pide que se la dé así, ella se sienta otra vez en la cama y comienzan a comer. Para alejar por completo el mal momento que pasaron, Paula se dedica a contarle lo que Dany planeara para declarársele a Alejandro. Su esposo no podía dejar de reírse, pues conociendo a su abogado, lo más probable es que malinterpretara a la pobre de Daniela y tardaría mucho en que le cayera el veinte de las verdaderas intenciones que tenía.

AP: No seas así Rogelio, no creo que Alejandro sea tan distraído como para imaginarse otra cosa.

R: Entonces, ¿qué tal si apostamos?, Alejandro será muy buen abogado, pero es torpe en eso.

AP: Acepto la apuesta.

R: ¿No vas a preguntarme que estamos apostando?

AP: No hace falta, porque yo voy a ganar.

R: Ta bueno, nada más que luego no te quejes de lo que te pida.

AP: Ni tú de lo que yo te pida.

R: (la vuelve a abrazar), ¡Oye!, que tal si me das un adelanto y nos damos un buen baño los dos juntitos.

AP: ¡mm!, deja veo si me conviene.

R: Pues tú te lo pierdes.

Antes de que se levante, Paula le toma el brazo y con una sonrisa le da su aprobación. Así, los dos se dirigen al baño para ayudarse mutuamente en su aseo.

En un Hotel al sur de la ciudad.

Alejandro se encontraba acostado en un sillón viendo hacia la cama donde Dany dormía. No podía evitar reírse al recordar la equivocación que cometiera la noche anterior, pensando que ella quería algo más íntimo.

Cuando le habló de estar juntos, lo primero que se le vino a la cabeza, fue que finalmente podrían ser uno. Sin embargo la bella Daniela parecía ser demasiado inocente o muy pudorosa, porque sus verdaderos planes estaban muy alejados de los suyos.

A lo que se refería, era que irían primero a una iglesia a despedirse de su pasado para iniciar su camino junto a él. Después lo llevó a una obra de teatro de un cuento al que no le prestó mucha atención. No porque fuera aburrido, sino por la felicidad combinada con los nervios por tenerla tomada de la mano, (deseo que tenía desde el instante en que la vio). Al terminar la función ya no les dio tiempo de ir al último sitio que Dany tenía preparado, pues era muy tarde, por lo que decidieron buscar un lugar donde pasar la noche. De esta forma es que terminaron en un hotel de paso. Como ella pidió solamente una habitación, creyó que en realidad no se había equivocado en lo que pensara antes; más cuando le dijo que intentaría ponerse cómoda con lo poco que traía mientras se dirigía al baño. Eso lo hizo apresurarse a sacarse de encima su saco y corbata, para esperarla sentado en la cama. Al salir, Dany estaba vestida igual. Pasó por su lado y de un mueble sacó unas cobijas ofreciéndoselas al momento de mostrarle el sillón en donde terminó por dormir durante toda la noche, (algo incómodo por lo duro del mueble). El dolor de cabeza pasó a segundo plano, dejando ahora un dolor en su espalda.

Alejandro: (suspira), Dany tiene que aprender a tratarme mejor. Si Rogelio se entera de esto, apuesto que no dejaría de burlarse de mí.

Dany se despierta y lo primero que hace es pararse de la cama para ir junto a Alejandro.

Dany: (contenta), ¡Buenos días Alejandro!, ¿Cómo pasaste la noche?

Alejandro se levanta tratando de no mostrar el dolor que tenía en el cuerpo, y con la mejor de sus sonrisas se acerca para abrazarla.

Alejandro: ¡Feliz!, y muy agradecido por las atenciones que tuviste conmigo ayer. Aunque...

Dany: (¿?), ¿Aunque qué?

Alejandro: El deber del hombre es pagar todo durante las citas. Y ayer tú corriste con los gastos.

Dany: (riéndose), ¡No exageres Alejandro!, yo decidí llevarte al teatro, por eso reservé antes. En la cafetería, si no pagaba la cuenta, nunca hubieras dejado de fingir interés en la comida con tal de no escucharme, y por último, este hotel lo pagaste tú, por eso pedí solo un cuarto, para que no gastaras mucho.

Alejandro: De todas maneras no es correcto, (mira al piso), Dany, espero que no pienses que quiero huir de la conversación, pero, ¿podemos ir a desayunar?

Dany: ¿Me vas a hacer lo mismo de ayer?, creo que convives mucho con Rogelio. Paula me ha dicho que eso de fingir hambre, es una de sus tretas para escapar de una plática importante.

Alejandro: ¡No estoy fingiendo!, En verdad me muero de hambre, porque únicamente me comí lo que me diste ayer en la mañana.

Dany: ¿Estás hablando enserio?

Alejandro: Sí.

Dany: (apenada), ¡Hay Alejandro!, ¡perdón!, ya tienes casi veinticuatro horas sin comer, ¡pero qué tonta soy!, es que pensé que solo lo hacías para que no te hablara de mis sentimientos.

Alejandro: En parte era por eso. Pero no te sientas mal, yo no te dije nada, así que es culpa mía.

Sin decir más, Dany jala a Alejandro para salir a buscar algo de comer.

Entraron al primer lugar de comida que vieron. Dany fue quién decidió lo que comerían, Alejandro solo la veía escogiendo muchas cosas del menú. Ella se limitó a comer un plato de fruta y un jugo. A él le tocó terminarse el resto, y por fin en esta ocasión, pudo pagar la cuenta porque Dany le permitió hacerlo debido al costo tan elevado. Luego se fueron al lugar que quedó pendiente el día anterior. Y como no tenían ningún transporte, utilizaron el metro, micro y cuanto medio existente pudieran para llegar al objetivo de Dany.

Finalmente y después de mucho caminar, llegan a una casa de color blanco mediana. Dany toca y le abre un vendedor de bienes raíces que enseguida de reconocerla, les dio el paso. La casa contaba con un patio y un espacio para coche, por dentro era amplia, aunque solo tenía la sala y la cocina integral, porque a lo demás le faltaban los muebles.

Alejandro: ¿Y ésta casa, para quién es Dany?

Dany: Para mí. Tomé la decisión de quedarme en el D. F. Aún no la compro porque quería mostrártela primero, ¿qué te parece?

Alejandro: Es muy bonita, pero, tú tienes tu vida en San Gabriel. Eres enfermera y amas ese lugar ¿no es cierto?

Dany: ¡Bueno sí!, pero no soy indispensable, hay más enfermeras que pueden ayudar. Yo solo quiero que no nos separemos ahora que decidimos darnos una oportunidad. Ésta ciudad es en donde tienes todo lo que siempre quisiste y estoy segura de que no querrás volver a vivir en un pueblo que tiene muy pocas cosas interesantes, (se acerca a él), por eso yo me quedo contigo.

Alejandro: Pero estás renunciando a lo que más te gusta y eso no está bien.

Dany: Aquí puedo buscar un trabajo o mejor estudio algo más importante. Me imagino que en el círculo social al que perteneces, no verán con buenos ojos que tengas por novia a una enfermera.

Alejandro: A mí eso no me interesa. Te dije el día que te pedí una oportunidad, que son los sentimientos los que yo valoro. No la ropa, clase social o profesión.

Dany: Lo sé, pero eso no quita que los demás menosprecien una carrera que no tiene prestigio. No quisiera que hablaran mal de ti.

Alejandro: Pues es una lástima para el vendedor de esta casa, porque yo pensaba volver a San Gabriel junto contigo. Así que vas a tener que deshacer el trato.

Dany: ¿Vas a regresar a un pueblo donde no tienes suficientes ingresos?

Alejandro: Es un lugar tranquilo. Y no es necesario que mis clientes sean de San Gabriel, aún tengo clientes aquí, por eso vendré cuando haya un caso que atender; también me haré fama en los pueblos vecinos, incluso puedo ofrecer mis servicios en Santa Catalina. Y si eso no es suficiente, siempre puedo pedir un aumento de sueldo a Rogelio, no por nada le llevo todos sus asuntos importantes.

Dany: Alejandro, no quisiera que por mí renunciaras a las comodidades a las que estás acostumbrado.

Alejandro la besa para borrar toda la inseguridad que tiene.

Alejandro: Ya me cansé de vivir en un sitio que solo me da una vida superficial. Solo quiero encontrar la felicidad que por años me negué y esa solo la puedo tener a tu lado.

Dany abraza a Alejandro y sin más le demuestra su alegría colmándolo de besos. Una vez de terminar de ponerse de acuerdo. Se van de regreso al departamento para prepararse a volver a Tuxtla y de ahí a San Gabriel.

En el edificio del departamento de Alejandro.

Un taxi se estaciona enfrente, y de él descienden Paula y Rogelio. Desde un auto negro, un hombre observa a la pareja.

El matrimonio parecía venir de su luna de miel, pues no paraban de darse muestras de amor. Escena que enfurecía más al sujeto del coche. Al entrar al edificio Paula se adelanta porque Rogelio iría a comprar un postre para sus hijos a manera de compensación por dejarlos solos.

Mientras esperaba en el restaurante a que le dieran lo solicitado. El tipo se le acerca.

Carlos: Buenos días Rogelio, ¿cómo amaneciste hoy?

R: ¿Tú qué haces aquí?, no creo que tengas algún departamento en este lugar. ¡Hasta parece que estás siguiéndome!

Carlos: Tienes razón, no lo tengo y tampoco es por lo que piensas, recuerda que Paula y yo estamos en pláticas para una sociedad, solo que no vine por eso.

Rogelio lo observa detenidamente, y se fija en una venda que tenía en la cabeza.

R: ¿Qué le pasó a tu cabeza?

Carlos: Ayer me pegué al salir del auto.

R: Bueno, lo que te pase no es asunto mío, y aunque no me agrada verte, me ahorraste la visita a tu empresa.

Carlos: (tenso), Sí y ¿por qué?

R: Estoy enterado que le comentaste algunas cosas desagradables sobre mí a Paula, así que quiero que me las repitas. Eso si te atreves a sostener lo que le hayas dicho.

Carlos: ¡Vamos Rogelio!, no le dije nada que no fuera cierto. Además, solamente le pregunté si sabía que el complejo departamental en donde los encontré, fue el lugar que usabas cuando eras soltero.

R: ¿Usaba para qué infeliz?

Por el tono Carlos se dio cuenta que no sería conveniente continuar con eso, y como parecía que Paula no le contó sobre lo sucedido en la cafetería, se levanta para retirarse antes de que su rival le sacara la información a él.

Carlos: Solo que lo usaste cuando había reuniones de ganaderos en esta ciudad, ¡nada del otro mundo!, (mira su reloj), perdón pero me tengo que ir, es que tengo una junta, te veo luego.

R: ¡Espera!

Rogelio se levanta para quedar frente a Carlos.

R: No pienses que por estas muletas no puedo defender a mi familia. Además, mi apellido es de mayor peso que el tuyo, no me hagas tener que usarlo para hundirte.

Carlos: (nervioso), No tienes porque decírmelo Rogelio, sé que tienes mucha influencia y con solo pedirlo, la asociación me retiraría el apoyo, pero te aseguro que únicamente le dije eso.

R: Por última vez te repito que espero que me digas la verdad. Porque a la próxima ya no va a ser amenaza.

Carlos: Te lo juro. Es todo lo que dije.

R: Y otra cosa, mi esposa no se encuentra al frente del Rancho por ahora. Así que olvídate del trato del que hablaron.

Carlos: Entiendo. ¿Ya puedo irme?

R: ¡Lárgate!, y no quiero verte por aquí otra vez.

Carlos sale furioso del edificio por no poder desquitarse. Aunque pudiera ganarle en una pelea, (por la limitación de Rogelio), en la cuestión de negocios, las llevaba de perder. Lo bueno es que Paula no dijo nada, y eso significaba dos cosas; que no quería provocar una golpiza que no ganaría su esposo o que le agradaban las emociones fuertes. Esto último le provocó una sonrisa, pues la mujer le gustaba mucho, y aún con el embarazo (que casi no se le notaba), no dejaba de ser tentadora y una buena revancha contra el presuntuoso de su rival.

Pancho llega al edificio y ve a Carlos muy sonriente al lado del que seguramente era su auto. En un instante Carlos se mete al coche y se va dejando a Pancho pensando si su patrón ya estaría enterado de lo ocurrido en la cafetería.

En el departamento.

Paula le platicaba a Margarito que se reconcilió con su papá.

Margarito: Me alegra, porque tienen mucho de no pelearse. A mí me gusta verlos tan enamorados como siempre.

Paula le da un beso en la mejilla.

AP: Todo fue gracias a la ayuda que me diste ayer. Estoy tan orgullosa de ti por la madurez que me demuestras. Ya no eres ni la sombra del Margarito que conocí cuando llegue a la Hacienda.

Margarito: (sonriente), Es que mi papá me ha dicho que nuestro deber es velar por ustedes que son más frágiles, por eso yo debo ser fuerte.

AP: ¿Sigue con las mismas ideas machistas?, me imagino que piensa que no podemos valernos por nuestra cuenta.

Margarito: No se refiere a eso. Lo que quiere decir es que como hombres, no debemos permitir que nada, ni nadie las lastime.

AP: (lo abraza), ¡Ese Rogelio!, yo también quiero que siempre estén bien y que nadie se atreva a hacerles daño. No soportaría que por mí culpa, lastimaran a lo que más amo.

Mary se acerca a abrazarla, porque ve en el rostro de su mamá unas lágrimas. Paula las limpia y corresponde al gesto de la niña.

Rogelio entra y llama a sus hijos para que coman lo que les había traído. Mientras los tres están con su postre, Paula se va a la cocina a darle las gracias a Alma por quedarse toda la noche.

Alma: No tiene que agradecerme nada señora Montero. Esos niños son un amor, la pequeña es muy tranquila, además, su hijo es quién no se despegó de ella, incluso la arropó a la hora de dormir.

AP: Eso es porque mi esposo le dijo que siempre estuviera al pendiente de que su hermana esté bien. Me imagino que no quiere que se repita su historia con mi cuñada.

Alma frota su brazo en señal de confortamiento, pero al ver el moretón en su muñeca la toma con fuerza.

Alma: ¿Esto quién se lo hizo?

AP: (zafándose), Me pegue con el horno.

Alma: (sarcástica), ¡No me diga!, y ¿usted piensa que yo me voy a creer eso?, mi marido también llegó a lastimarme de este modo.

AP: ¡Rogelio no me lo hizo!, fue un idiota a quién prefiero no recordar, porque de pensarlo me dan nauseas.

Alma: ¿Y ya se lo dijo a su marido?

AP: (tensa), ¡No!, y por lo que más quiera, no se lo vaya a decir. Rogelio es muy impulsivo y sé que lo primero que va a hacer, es ir a golpear a ese idiota.

Alma: ¿Y no cree que se lo merece?, usted está embarazada, y si el tipo se atrevió a hacerle esto en su estado, puede intentar algo mucho peor.

AP: Rogelio no está en condiciones de pelearse, y aunque estuviera, no soportaría que le hagan algo por mis tonterías, así que por lo que más quiera, ¡prométame que no se lo va a contar!

Alma: (suspira), Si piensa que es lo mejor, entonces yo no le digo nada. Pero medítelo, porque si se entera por otro lado. Todo lo que hizo ayer por arreglar el problema que tuvieron, se vendría abajo.

AP: Hoy mismo nos regresamos a Tuxtla, así que ya no dará tiempo a que lo sepa.

Paula voltea a mirar a Rogelio jugando con su hija, y al hacerlo acaricia su vientre.

Alma: Lo quiere mucho ¿verdad?

AP: No lo quiero, lo amo. Por eso deseo que nada malo le pase, (le habla bajito), y créame, sino fuera porque usa muletas, apuesto a que le gana al tipo asqueroso.

Alma: Y yo apuesto a que le gana con todo y las muletas.

Las dos mujeres se ríen porque ambas se imaginaron la escena. Minutos después los ausentes regresan al departamento. Inmediatamente Paula se lleva a Dany y Mary, supuestamente a preparar todo para su regreso a Tuxtla, (aunque era más por curiosidad que por otra cosa). Los tres hombres se quedan en la sala haciendo lo mismo que harían ellas.

En la recámara, las amigas se cuentan todo con lujo de detalle. Mary solo las veía reírse y en ocasiones saltar de emoción.

Dany: Me da gusto que pudieras reconciliarte con Rogelio.

AP: A mí más Dany. Y lo mejor es que volví a tenerlo solo para mí. Lo único que lamento es que perdí una apuesta con él.

Dany: ¿Qué apostaste?

AP: Aposte a que Alejandro no era tan mal pensado como él.

Dany: ¿Te atreviste a apostar a costa mía?

AP: No lo digas de ese modo. Únicamente le dije que no creía que Alejandro malinterpreta las cosas que le preparaste. Solo los estaba defendiendo.

Dany: (intrigada), ¿Y según Rogelio que pensó?

AP: Dany, no seas tan inocente, ¿no se te hizo raro que Alejandro estuviera sentado en la cama sin saco y sin corbata?

Dany: Sí, por eso le di las cobijas para que durmiera en el sillón. Aunque creo que no pasó buena noche, porque se la pasó moviéndose todo el tiempo.

AP: ¡Y tú muy al pendiente!, ¡con razón son la pareja perfecta!

Dany: Igual tú y Rogelio. Los dos tienen el mismo carácter explosivo.

Paula se sienta al lado de Mary para ponerle una cobija, porque se estaba quedando dormida.

AP: Ni me lo recuerdes, justamente por eso me urge que nos vayamos cuanto antes a Tuxtla, (le muestra su muñeca), se me puso peor que ayer y Rogelio lo vio.

Dany: ¡Hay amiga!, no sé qué decirte. Una parte de mi razón, me dice que le cuentes y la otra que te ayude a irnos.

AP: Y será mejor hacerle caso a la segunda.

Dany mueve la cabeza a manera de aprobación y ayuda a su amiga a preparar todo para salir lo más pronto posible.

En la sala, Alejandro le platica a Rogelio como se le declararon y la metida de pata que estuvo a punto de cometer cuando Dany le dijo aquellas palabras que lo descontrolaran. Como era de esperarse, el otro no pudo aguantar su risa. Margarito como todo adolescente tampoco pudo contenerla, haciendo que Alejandro se quedara callado hasta que ellos dejaran de reírse.

R: Perdónanos Alejandro, pero es que lo cuentas de una forma que provoca risa.

Alejandro: Solo porque me ayudaste voy a pasar por alto esto. Y mejor dime a ¿qué hora nos vamos al aeropuerto para regresar a Tuxtla?

R: ¿Vas a venir con nosotros?, pensé que te quedarías aquí porque es el lugar donde tienes más ingresos.

Alejandro: No quiero alejar a Dany de lo que le gusta. Ser enfermera es su profesión y sería egoísta de mi parte atarla a una vida como la de aquí. Por eso me voy a vivir a San Gabriel, aunque no me retiro por completo de mi trabajo en el D. F.

R: Si es lo que consideras mejor, te apoyo.

Alma: Licenciado, disculpe la intromisión, pero ¿qué pasará conmigo?, Como se va a San Gabriel, eso quiere decir que ya no necesitará mis servicios porque va a desocupar el departamento.

Alejandro: Por ahora no voy a venderlo, por eso no te preocupes, seguirás viniendo como siempre. En cuanto decida lo que voy a hacer, ya veremos.

Alma: Bueno, pues entonces me voy, le deseo mucha suerte con la señorita Daniela, (mira a Rogelio), señor Montero, gracias por ayudar al Licenciado a ser más abierto con sus sentimientos, y a la señora Paula, cuídela bien, hay personas malas que pueden querer lastimarla más.

R: (¿?), ¿A qué se refiere Alma?

Alma: A nada importante, solo es un decir.

Margarito: Adiós Alma y gracias.

Alma abraza al jovencito y se va dejando a Rogelio intrigado por lo que le dijera, al grado de no atender a las personas que estaban a su lado.

Alejandro: ¿Te pasa algo Rogelio?

Margarito: ¿Papá?

R: ¿Qué dicen?

Alejandro: Margarito, ¿podrías ir a ver si ya están listas tu mamá y Dany?

Margarito: ¡Claro!

Cuando Margarito se va, Alejandro vuelve a preguntar.

Alejandro: ¿Por qué de repente te pusiste distante?

R: Luego te digo, ahora voy a hablar con Pancho.

Rogelio sale del departamento. Alejandro no puede con la curiosidad y lo sigue. Pancho estaba terminando de lavar el coche que rentaron, (para matar el tiempo mientras esperaba a sus patrones).

R: ¡Pancho!

Pancho: ¿Sí patrón?

R: Ayer acompañaste a Paula a todos lados ¿verdad?

Pancho: Sí, fueron al centro comercial, luego a recorrer tiendas de varios artículos y a una cafetería. De ahí me pidió que la dejara en el departamento a donde los lleve anoche, y a la seño Daniela la dejé en la Torre Latino.

R: ¿Y en qué lugar se encontraron a Carlos?

Pancho: En la cafetería.

R: El lugar donde se lastimó la muñeca.

Pancho: Sí patrón.

R: (enojado), ¡Ósea que sí fue ese maldito!

Pancho se dio cuenta que había caído en una trampa de su patrón. Se asustó más al ver que tensaba los músculos de la cara, por eso estaba seguro que lo que haría no sería nada bueno.

R: (lo jala con fuerza), ¡Ahora mismo me vas a decir ¿qué pasó?!

Pancho: No lo sé bien patrón, yo estaba esperando a la señora en el auto. Me di cuenta hasta que regresaron porque la patrona no dejaba de sobarse la mano y la seño Daniela buscaba una crema para desinflamar. Fue en ese momento que supe que un tal Carlos la lastimó porque ella le dijo sus verdades, por fortuna parece que consiguió hacer que la dejara estrellándole un vaso en la cabeza.

R: ¿Y por qué demonios no me lo contaste enseguida?

Alejandro: ¡Rogelio, no te pongas así, tal vez Ana Paula le pidió que no te lo contara!

Pancho: La patrona no quería que se arruinara la sorpresa que le estuvo preparando.

Rogelio lo suelta y aunque trataba de calmarse no lo conseguía.

R: ¡Ya veré luego que hago contigo!, ahora llévame al lugar que te voy a decir.

Alejandro: Rogelio, lo más prudente es que vayas a levantar una denuncia.

Rogelio no le hace caso. Pero antes de que el coche arranque, Alejandro se sube para ir con él.

En el departamento.

Margarito y Dany bajan las bolsas y las maletas. Paula baja al último con Mary.

AP: ¿En dónde está Rogelio?

Dany: No sé. Cuando bajamos ya no estaban. A lo mejor fueron a comprar algo para el camino.

Margarito: Yo creo que salieron a tomar aire, porque mi papá estaba algo preocupado por unas cosas que Alma dijera antes de irse.

AP: ¿Qué cosas?

Margarito: Que te cuidara porque hay personas que pueden lastimarte más.

AP: (asustada), Por favor que no sea lo que estoy pensando.

Dany: Cálmate Ana Paula, si Rogelio se hubiera enterado lo que te hizo ese hombre, ya te lo habría dicho.

Margarito: ¿Qué te hizo ese tipo?, (la mira fijándose bien en la mano que Paula no dejaba de tocarse)

Margarito: Si eso fue lo que te hizo, espero que mi papá le dé su merecido.

AP: No digas eso Margarito, ¡que no entiendes que pueden hacerle algo a Rogelio!, Aunque camine, todavía no puede moverse con agilidad.

Margarito: Te aseguro que mi papá encontrará la forma de hacer que se arrepienta.

Dany: Margarito, lleva a tu hermana a que juegue un ratito mientras Ana Paula y yo localizamos a tu papá.

Margarito se va con la niña. Dejando a Paula más preocupada por las palabras que le dijera.

AP: No me gusta que piense esas cosas.

Dany: Margarito ya no es un niño y sabe que lo que te pasó no tiene forma de justificarse. Además él confía en su padre más que tú.

AP: (alterada), ¿Entonces debo sentarme aquí a esperar a que regrese Rogelio todo golpeado?

Dany: Todavía no estás segura de que esté enterado. Mejor vamos a sentarnos y te apuesto que en unos minutos estarán de vuelta para que salgamos al aeropuerto.

Paula sentía en su pecho que su esposo ya sabía lo que pasó en la cafetería. Pero por el bienestar del hijo que esperaba, prefirió intentar calmarse.

En una empresa mediana.

Carlos estaba revisando unos contratos que ofrecería a una compañía extranjera, cuando irrumpe a su oficina la última persona que esperaba ver, seguido por el chofer de éste, un hombre que no reconocía, y su secretaria.

Secretaria: Lo siento señor, pero no pude evitar que entraran.

Carlos: No hay cuidado. Retírate.

La secretaria sale y cierra la puerta.

Carlos: ¿Rogelio, qué te trae por aquí?, ¿ya reconsideraste el negocio?

R: Reconsideré muchas cosas, entre ellas, permitirte seguir operando en la asociación.

Carlos: ¿No te entiendo Rogelio?, No hay motivo alguno para que yo deje mi negocio.

Rogelio se sienta frente a Carlos.

R: ¿Qué piensas que suceda en el momento que informe los motivos por los que ya no deseo que estés dentro?

Carlos: (nervioso), ¿Cuáles motivos?

R: Lo que pasó ayer en la cafetería.

Carlos: En verdad Rogelio, no sé de qué me hablas.

Rogelio se levanta y le entrega las muletas a Pancho. Alejandro intenta convencerlo por última vez de que no haga nada.

Carlos: Pensaba que sin esas muletas no te podías mover.

R: ¡Pues ya ves que sí!

Carlos: (poniéndose de pie), Lástima que no lo hagas con destreza.

R: No necesito hacer más movimiento que éste.

Cuando Rogelio está lo suficientemente cerca de Carlos le propina un puñetazo que lo tira al piso. Debido al golpe no puede reaccionar rápido para evitar que su rival se ponga al nivel para seguir golpeando su cara. Al momento de ver que Carlos comenzaba a sangrar de la boca y nariz, Rogelio se detiene.

R: Esto no me va a dejar tranquilo por lo que le hiciste a mi mujer, me lo voy a cobrar con todo lo que pueda para que recuerdes siempre que nunca debiste lastimarla.

Carlos: Solo fue un simple apretón, no era nada grave.

Con toda la furia que tenía combinada con la adrenalina, se levanta haciendo que Carlos se pare también.

R: ¡Maltrataste a una mujer embarazada imbécil!

Carlos: ¡Yo no lo sabía!, de haber estado enterado, nunca la hubiera molestado, ¡te lo juro!

Alejandro sostiene los brazos de Rogelio para evitar que vuelva a golpearlo.

Alejandro: ¡Vámonos Rogelio!, ya te desquitaste.

R: Es poco lo que le hice en comparación con lo que se merece. Pero tienes razón, ahora sí acepto levantar la denuncia.

Alejandro lo suelta para que Rogelio pueda tomar sus muletas. Pero en el instante de darse la vuelta, Carlos se le abalanza provocando que los dos caigan al suelo en donde comienzan a pegarse. Aún cuando Rogelio no se movía mucho, lograba mantener en el suelo a Carlos mientras le daba golpes con toda la ira que tenía. Alejandro y Pancho trataban de ayudarlo, pero él los detenía porque en verdad no era necesario.

Carlos sentía como si tuviera lastimadas las costillas y una parte de la cara estaba sin sensación por tanto golpe, su ojo no se podía mantener abierto y de la ceja le escurría sangre. Eso lo estaba poniendo furioso, porque un hombre con las limitaciones de Rogelio, le estaba dando golpes más fuertes. Como pudo se levantó para alcanzar algo que usar contra él. Apenas y agarró un abre cartas, cuando Rogelio lo jaló de las piernas haciendo que volviera a caerse. En un momento de distracción pudo cortar el brazo de Rogelio, aunque lo que consiguió con eso, fue que se enojara más y con toda su fuerza le diera el último golpe dejándolo noqueado.

Al verlo inconsciente, Rogelio trata de ponerse en pie. Pancho lo ayuda y Alejandro revisa a Carlos para cerciorarse de que solo estuviera desmayado. La secretaria entra y al ver a su jefe tirado en el piso llama a la policía, que se lleva a todos a la delegación.

En el departamento.

Paula comenzaba a sentirse más angustiada. Dany le dijo que fuera a descansar un rato en lo que ella se comunicaba con Alejandro. Intentó dormir pero al pensar que algo malo le pasara a su esposo hizo inevitable que salieran las lágrimas. Mary que estaba con ella, al verla así, la abraza de la cintura queriendo consolarla.

AP: Gracias Mary, pero solo estaré tranquila en cuanto tu papá esté aquí.

Ambas se abrazan con más fuerza.

Abajo, Dany no dejaba de llamar a Alejandro. Finalmente él le contesta.

Dany: Alejandro, ¿dónde están?

Alejandro: En la Delegación.

Dany: ¿En la Delegación?, ¿y qué están haciendo ahí?

Alejandro: Creo que ya te imaginas la razón, por eso me la ahorro, solo te informo que nos vamos a tardar porque el muy idiota de Carlos está diciendo que Rogelio lo agredió sin motivo alguno y necesito probar que eso no es verdad.

Dany: Alejandro, Ana Paula tiene testigos y qué mejor prueba que su mano.

Alejandro: Ya le dije eso a Rogelio, pero es tan necio que no quiere que venga. Por eso no le digas nada, y trata de inventarle algo que la deje tranquila.

Dany: ¿Cómo qué?

Alejandro: Pues que nos fuimos a ver un cliente que llamo para solicitar un negocio y que regresaremos en la madrugada porque nos invitó a cenar.

Dany: ¿Acaso piensas que Ana Paula es tonta?

Alejandro: No, pero comprende a Rogelio. En parte tiene razón. Emociones de este tipo, le hacen daño en su estado. Tú como enfermera lo sabes mejor que nadie.

Dany: Lo lamento Alejandro, tienes toda la razón. Voy a calmarla, pero por favor no dejes de avisarme cualquier cosa.

Alejandro: No te preocupes, será tardado, pero te aseguro que lo voy a sacar de aquí. Dany, una cosa más, ¿recuerdas el nombre del gerente de la cafetería o me puedes describir como era?

Dany: No sé su nombre, pero es como de cuarenta años, calvo y robusto. Si vas a buscarlo ahora es más probable que lo encuentres.

Alejandro: Gracias Dany, nos vemos más tarde.

Dany cuelga e intenta pensar en la forma más apropiada de hablar con su amiga. Pero al dar la vuelta la ve detrás con una expresión indescifrable, porque ni lloraba, ni se veía enojada o preocupada. La observa dirigirse a la puerta con su bolsa. Antes de que saliera, Dany la detiene.

Dany: Ana Paula, ¿a dónde crees que vas?

AP: Algo me decía que Rogelio se enteró de todo. Sabía que esto pasaría, por eso no le dije nada y ya ves, termino haciendo una estupidez.

Dany: Defenderte de un hombre como ese, yo no lo llamaría estupidez.

AP: ¡Lo es si se arriesga!

Dany: Amiga, Alejandro está tratando de que salga lo más pronto posible sin que haya necesidad de que estés ahí. Por favor, por tu bebé, confía en que todo saldrá bien.

AP: (alterada), ¿Por qué todos piensan que me pondré mal?, ¿Cuándo entenderán que este embarazo no se comparará nunca con el otro?, mi hijo es igual de fuerte que su padre.

Dany intenta decir otra cosa, pero su amiga se va dejándola entre la espada y la pared, pues no puede ir con ella porque los niños se quedarían solos. Así que regresa adentro para hablarle de nuevo a Alejandro, pero éste ya no le responde.

En la Delegación.

El médico evaluó los golpes de ambos, dejando asentado que Carlos fue el que más lastimado estaba. Alejandro llegó con el gerente y algunos empleados de la cafetería, para que rindieran su declaración, y por buena suerte estos habían interpuesto un acta de hechos especificando lo sucedido la tarde del día anterior. Por último Alejandro argumentó que Rogelio estaba en proceso de rehabilitación y que la mayor ventaja la tuvo Carlos, que al no poder con su rival intentó clavarle el objeto hiriendo levemente su brazo. Finalmente el alegato de Carlos fue desechado, permitiendo a Rogelio salir sin ningún problema.

Cuando estaban por subir al coche para regresar al departamento, Paula baja de un taxi. Al instante de verle el brazo vendado a Rogelio, se apresura a abrazarlo.

AP: (llorando), Rogelio, ¿quién te hizo esto?

R: ¿Qué haces aquí Paula?

AP: Tú respóndeme primero.

Alejandro: Rogelio, Ana Paula, lo mejor es que platiquen mientras volvemos al departamento.

Los dos obedecen y suben al coche. Durante el trayecto, Paula no dejaba de preguntarle a Rogelio si estaba bien. Él a cada minuto le confirmaba que sí.

R: Paula, ¡En serio estoy bien!, además, todavía no me respondes lo que te pregunté, ¿qué haces aquí?

AP: ¿Cómo que qué?, vine a sacarte de ese lugar.

Alejandro: Perdón que me meta Ana Paula, pero le dije a Dany, que no era necesario que vinieras. No es por ser presumido, pero recuerda que soy uno de los mejores abogados del D. F.

AP: ¿Y eso qué?, Mi deber es estar con mi esposo, independientemente de lo buen abogado que seas.

R: ¡Paula, no seas grosera!, Alejandro me ayudó para que el imbécil de Carlos se quedara encerrado hasta mañana. Y ahora que lo pienso, ¡yo estoy molesto contigo por no decirme nada de lo que te hizo!

AP: Es que tenía miedo por ti.

R: ¡Pensaste que me ganaría un hombre debilucho como ese!, y sabes ¿por qué?, porque sientes que soy un inútil.

AP: ¡Claro que no!, pero aún con toda tu fuerza, te hirió, (comienza a llorar de nuevo), no tienes idea del miedo que sentí al pensar que algo pudiera pasarte.

Como las lágrimas de Paula se intensificaban, Rogelio no pudo mantener su actitud molesta y con toda la delicadeza las quita de su cara mientras la abraza.

R: ¡Ya Paula!, te entiendo porque yo me sentí igual. ¿Pero te digo una cosa?

AP: ¿Qué?

R: Hace mucho tiempo que no golpeaba a alguien. ¡Debes estar muy orgullosa, porque tienes un esposo que aparte de guapo es muy fuerte!

AP: ¡Presumido!

Los dos se besan para disipar los malos momentos que pasaran en la capital. Dejando en su mente únicamente la maravillosa noche que tuvieron.

R: Me debes una apuesta y quiero que antes de irnos me la pagues.

AP: Si es lo que creo, estaré muy feliz de hacerlo.

Alejandro: Ustedes no tienen respeto por las personas que están escuchándolos, ¿verdad?

Ninguno le responde porque siguen besándose.

Pancho: Mejor déjelos Licenciado, solo va a perder su tiempo.

Alejandro: ¡Ya lo sé!, pero puedes apurarte a llegar, no quiero seguir viendo esto porque es incómodo, (suspira), ¿algún día Dany me tratará así?

Pancho: Pues yo lo dudo, la seño Daniela se moriría de pena de que la vieran hacer eso.

Al matrimonio Montero no le preocupaba en lo más mínimo las voces que oían a su alrededor, para ellos lo más importante, era estar juntos queriéndose cada día más, mientras ven a sus hijos crecer y esperar con toda la paciencia del mundo, al pequeño que Paula llevaba en su vientre.

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