CAPÍTULO 19
Paula despierta y con sus manos intenta sentir a Rogelio, pero él ya no estaba en la cama. A diferencia de otras veces en que se entristecía de no verlo junto a ella, está consciente de que durmió más de la cuenta y seguramente era muy tarde.
AP: (sobando su vientre), Hay hijito, sí seguimos así, no voy a poder consentir a tú papá como lo prometí anoche.
Se levanta para bañarse y arreglarse. Cuando está lista baja y como no ve a nadie en el comedor se dirige a la cocina, en donde está su esposo preparando unos huevos, Margarito el jugo y Mary trataba de decorar un platón de fruta con la crema batida, pero estaba regándola por toda la mesa, así que se acerca para ayudarla.
AP: Mi nena, sí lo haces de ese modo, nos quedaremos sin crema en la fruta.
R: ¡Hasta que se despierta señora Montero!, ya pasan de las diez de la mañana, ¡cómo que se le está haciendo costumbre levantarse a esta hora!
AP: Tú hijo es quién me hace querer dormir todo el día. Yo pienso que de bebé eras igual de flojo.
Margarito: Tu cuerpo trata de mantenerse descansado antes del nacimiento porque ya después no vas a poder dormir bien.
Rogelio y Paula se le quedan viendo con cara de asombro.
Margarito: (¿?), ¿Qué pasa?
R: ¡Margaro!, ¿de dónde sacas tanta información?, ¡no me digas que en la escuela les dan clases de eso!
Margarito: El doctor de mi mamá te dio unos folletos que explican todas esas cosas, ¿no los has leído?
AP: ¡Ves!, Margarito sí se involucra en mi embarazo.
R: ¡Yo estoy al pendiente!, solo que me da un poco de flojera leer esos temas tan complicados.
Paula no le responde y se limita a decorar el platón de fruta, pero con una cara bastante seria. Margarito se le acerca a su papá y le habla bajito.
Margarito: También dice que hay mujeres que resienten mucho la falta de interés de la pareja en esta etapa.
R: ¡Pero si siempre la estoy consintiendo y hago todo lo que me pide!
Margarito: Creo que necesitas hacer más, pero de eso ya no sé, porque en los folletitos no lo explican a fondo, (suspira), ¡Qué bueno que me faltan años para tener estos problemas con las mujeres!
R: Pos entonces te recomiendo que lo pienses bien antes de echarte tremenda responsabilidad encima.
AP: ¿De qué responsabilidad hablas?
Paula estaba detrás de ellos esperando la respuesta de su marido. Para evitar que se moleste, Rogelio la abraza y le da un beso.
R: Le decía a mi chamaco, que voy a intentar instruirme más, para que pueda cuidarte como te mereces.
AP: (le sonríe), Rogelio, tu ya me cuidas mucho, solo que estas hormonas me desequilibran demasiado. Por eso venía a disculparme.
Rogelio la besa con ternura y coloca su frente en la suya.
R: No te disculpes, tú necesitas de todo mi apoyo, (jala a su hijo junto a ellos), y el de Margaro, ¿verdad mijo?
Margarito: (¿?), ¿Y de mí por qué?
R: Porque los hombres cuidamos de las mujeres, y tú ya estás en edad de cuidar de tu madre, ¿o acaso no quieres?
Margarito mira a Paula que estaba conmovida.
Margarito: ¡Está bien!, Yo te ayudo cuidando de mi hermana mientras tú cuidas de mi mamá, ¿Estás de acuerdo Paula?
AP: ¡Claro que sí mi amor!, tú te encargarás única y exclusivamente de Mary, para que tu papá no tenga pretextos de no atenderme como es debido.
Paula le da un beso en la mejilla al jovencito y se va con su hija a preparar la mesa. Margarito le pasa a su papá unos platos para que sirva el desayuno.
R: ¡Qué hábil me saliste!, sabes bien que es más complicado cuidar de tu madre.
Margarito: (sonriente), ¡Aprendí del mejor!
El jovencito lleva las cosas al comedor, sin permitirle a su padre responderle.
R: ¡Caray!, está creciendo muy aprisa, cuando menos me lo espere va a decirme que se casa.
Rogelio va con los platos que faltan a la mesa y se sienta junto a su esposa e hija. Paula miraba todo el lugar.
R: ¿Qué sucede Paula?
AP: ¿Sabes en dónde están Dany y Alejandro?
R: No. Cuando me levanté no vi a nadie, pero Margaro me dijo que Alejandro no vino a dormir.
Margarito: Mi tía Daniela si vino porque anoche abrió la puerta del cuarto donde estaba con Mary, luego oí que se metió a su recámara y de ahí ya no supe más.
Paula y Rogelio se quedaron viendo un instante tratando de adivinar lo que pudo haber sucedido.
AP: Voy con Dany, ustedes pueden ir comiendo porque no creo que bajemos pronto.
Rogelio y Margarito asienten y Paula se apresura a llegar con su amiga. Por la preocupación, se metió al cuarto sin tocar. Dany no se encontraba en su cama, así que se da la vuelta para irse cuando su amiga sale del baño.
Dany: ¿Te pasa algo Ana Paula?
AP: ¡Dany, qué alivio!, por un momento pensé que te habías ido del D. F.
Dany: (¿?), ¿por qué me tendría que ir?
AP: ¡No lo sé!, Quizás por lo que pasó anoche.
Dany se sonríe y se sienta en la cama. Paula estaba desconcertada por su actitud, porque Alejandro no llegó en toda la noche y eso significaba que no les fue bien en la cena.
AP: Dany, ¿Estás enterada de que Alejandro no vino a dormir?
Dany: Sí.
AP: ¡Y lo dices tan tranquila!
Dany: (se levanta para salir), ¿Vienes?, es que necesito hablar con Rogelio de algo importante.
AP: ¿Acaso no me piensas responder?
Dany le agarra la mano para que bajen al comedor. Una vez ahí la suelta sentándose al lado de Margarito. Toma uno de los platos, se sirve el jugo y comienza a comer como si nada pasara. Rogelio mira a Paula con cara de interrogación a lo que ésta levanta los hombros en señal de que no sabía lo que sucedía. Como parece que Dany no estaba dispuesta a decir una sola palabra, la familia Montero desayuna y platican de las actividades que harían en el día. Margarito le recuerda a su papá del paseo a Chapultepec que le prometió. Rogelio accede, pero con la condición de que se apure para que regresen temprano. El muchacho en unión con su hermanita, devoran su comida. Al terminar Paula le pide a Margarito que lleve a la niña a lavarse los dientes y preparar una pequeña maleta. Él la obedece y se va con su hermana. Paula espera hasta que sus hijos se vayan para preguntarle de nuevo a su amiga lo que dejaron pendiente.
AP: Dany, ¿ahora sí nos vas a decir que pasó anoche?
Dany: (roja), Pues, Alejandro me habló sobre una imagen que ve de nosotros con niños a nuestro lado y me pidió una oportunidad de averiguar si esa imagen puede hacerse realidad.
R: (golpeando su cabeza), ¡Es un idiota!, le advertí que no fuera tan directo.
Dany: ¿Le advertiste?, ¿entonces tú sabías lo que me iba a decir?
AP: (nerviosa), ¡No te enojes Dany!, Rogelio solo quiere ayudarlos.
Dany: Pero si no estoy enojada. Solo me sorprendió lo que dijo Rogelio.
R: Alejandro necesitaba la ayuda de alguien con experiencias amorosas.
AP: (sarcástica), Y como sabes Dany, Rogelio es un maestro en romances, no por nada es coqueto con cualquier mujer que se le pone enfrente. Así que por tú bien, decide aceptar a Alejandro lo más pronto que puedas o sino mi marido lo va a sonsacar para que busque con quién consolarse.
R: Paula no es el momento de decir esas cosas. Ahora lo que importa es saber ¿Qué pasó con Alejandro?
Dany bajo la vista porque no quería verlos a los ojos.
AP: Dany, ¿qué le contestaste a Alejandro?
Dany: No pude contestarle nada porque me beso y debido al miedo, me fui corriendo dejándolo en el salón.
R: ¿Por qué siempre reaccionan así?, ¿no hubiera sido mejor decirle que lo ibas a pensar?
AP: ¿Y por qué los hombres tienen que ser tan ansiosos?, también él pudo controlarse para no incomodarla de esa manera.
Dany: ¡Oigan no se peleen!, Los dos tienen razón. Yo no debí reaccionar de esa forma porque en realidad me gustó que lo hiciera, e incluso se lo agradezco, con el beso me di cuenta de muchas cosas que me urge decirle. Por eso necesitaba hablar contigo Rogelio.
R: ¿Conmigo?
Dany: Sí. Éste departamento no es el único que Alejandro tienen ¿verdad?
R: (nervioso), No. ¿Pero qué tanto te dijo sobre el otro?
Dany: Solo que es pequeño y que estaba cerca de aquí. Al principio pensé que me mintió cuando nos trajiste a este lugar, pero ahora que recuerdo sus pláticas, mencionó que un tiempo vivió en un departamento que le vendió un amigo a un precio barato porque estaban remodelando éste. Así que me imagino que aún lo conserva por cualquier emergencia.
R: Estás en lo correcto. El edificio se encuentra a dos cuadras de aquí. No es lujoso como éste, pero los departamentos son amplios. Si quieres de camino te dejamos ahí para que hables con él.
Dany: Muchas gracias Rogelio. De verdad nunca me imagine que me ayudarías tanto.
R: (toma la mano de Paula y la besa), Tú me ayudaste hace tiempo a convencer a ésta testaruda de darme una oportunidad. Por eso siempre te viviré agradecido. Aunque la verdad, con Alejandro vas a obtener más a un hijo que a un hombre.
AP: ¡Hay Rogelio!, ¡Tan bien que ibas!, pero así te amo.
Los dos se besan como siempre lo hacen (sin importar que los vean), Dany se siente contenta porque está convencida que pronto se verá igual que ellos (rogaba porque fuera de ese modo). Los hermanos bajan más que listos para ir de paseo. Dany ayuda a Paula a preparar el almuerzo que llevarían. Y en cuanto está listo se van en la camioneta, (Rogelio previamente llamó a Pancho para que fuera).
El auto se estaciona a dos cuadras frente un edificio de ocho pisos. Rogelio, Paula y Dany entran al lugar que a pesar de no tener todos los lujos que el otro, no dejaba de ser para gente de dinero. Rogelio acompaña a Dany hasta la puerta del departamento y le da una llave que traía en su pantalón. Como estaba muy nerviosa, se quedó con ella hasta calmarla.
Con un poco de miedo Dany abre la puerta y con la mirada busca a Alejandro. Recorre el lugar; la sala, la cocina, el cuarto, pero no había indicios de que hubiera estado ahí hasta que ve tirado a un lado de la cama el saco que usara en la cena. Algo le decía que no regresaría al otro departamento y que tal vez salió a buscar que comer. Por eso decide quedarse hasta que vuelva. Se dirige a la cocina para prepararle un delicioso platillo.
En la planta baja:
Paula se encontraba en el lobby viendo unos cuadros de Picasso, cuando un hombre se le acercó. Era casi de la estatura y edad de Rogelio, vestía formal, de cabello castaño claro, ojos azules (cubiertos por unos lentes oscuros).
Hombre: Buenas tardes señorita, ¿puedo ayudarla?
AP: (¿?), No gracias. Estoy esperando a mi esposo.
Paula se voltea a mirar el cuadro, pero el hombre se coloca enfrente de ella y sin más le toma su mano para besársela.
AP: (molesta), ¡Óigame!, ¿cómo se atreve a faltarme al respeto?
Hombre: Señorita, soy un hombre que ha sido educado para tratar con todo el respeto que se merece a una mujer tan hermosa como usted.
AP: ¡Vaya a tratar con respeto a su abuela!
Paula intenta irse pero el hombre la detiene del brazo. El elevador se abre y de él sale Rogelio justo en el momento en que Paula forcejeaba con el sujeto. Como no puede caminar más deprisa, le grita para que la suelte. El hombre lo hace y Paula corre al lado de su esposo. Rogelio se acerca poco a poco con su mandíbula tensa por toda la ira que estaba conteniendo. Cuando le iba a decir todas las groserías que tenía en la cabeza. El hombre se quita los lentes.
Hombre: ¡Rogelio Montero Baez!
R: (¿?), ¿Cómo sabe quién soy?, ¿acaso lo conozco?
Hombre: Fuimos al mismo instituto, y peleamos por algunos contratos, aunque a ti la suerte siempre te favoreció en ese sentido, (lo mira de abajo hacia arriba), lo malo que en otros no te fue muy bien.
R: ¡No te recuerdo!, ¿Quién demonios eres y qué le estabas haciendo a mi mujer?
Hombre: Soy uno de tus rivales en los negocios, me llamo Carlos Castillo.
Rogelio hace un sondeo metal y en efecto lo conocía. Pero como no era alguien que le quitara el sueño debido a su baja competencia. Fue relegándolo en un lugar lejano de sus recuerdos.
R: ¡Sí! ya te recordé. Pero eso no explica el hecho de que molestaras a mi esposa.
Carlos: No la estaba molestando. Tú mejor que nadie sabe que un caballero saluda a una dama con un beso en la mano. Pues eso hice y al parecer no le agrado.
R: ¿Y cómo querías que reaccionara, si un imbécil se le acerca para besar su mano sin siquiera conocerlo?
Carlos: Tan brusco como siempre. Rogelio, no quiero discutir contigo, por eso ¿me permites disculparme con tu esposa?, así aprovechas para presentarme y que no se quede con la idea de que solo deseaba molestarla.
Rogelio lo medita un poco. No era su gusto presentarle al tipejo ese, pero en el mundo de los negocios, no convenía echarse encima más enemistades ("no hay enemigo pequeño"), y sobre todo tenía que dejarle en claro que Paula tenía quién viera por ella.
R: Ta bueno, pero más te vale que nunca vuelvas a intentar propasarte con mi esposa, porque ambos sabemos de la estrategia que utilizas para impresionar a una mujer.
Carlos: (sonríe sínicamente), Es obvio que lo sabes, porque es una de las cosas que usabas mucho, pero no te inquietes, no se lo voy a decir.
R: No tendría por qué inquietarme, en ese tiempo no estaba comprometido con nadie.
Rogelio se da la vuelta y ambos se acercan a Paula.
R: Paula, te presento a Carlos Castillo, un antiguo conocido. Me pidió que lo presentara para ofrecerte disculpas, Carlos ella es la...
Carlos: (sin dejar que termine), Paula, te pido que me perdones, no era mi intención molestarte, Rogelio sabe bien que es una forma de demostrar cortesía ante una dama.
AP: No se preocupe, (sujeta del brazo a Rogelio), nosotros tenemos que irnos, con permiso y adiós.
Rogelio le pide a Paula que se adelante al auto mientras trata un asunto con Carlos. Ella se va no muy convencida de dejarlo solo con un hombre que le causó mala espina.
R: No te reclamé delante de mi mujer para no incomodarla, pero te voy a exigir que cuando la veas, la hables de usted.
Carlos: ¡Como digas Rogelio!, ¿pero no crees que eso es un poco inseguro de tu parte?
Rogelio se acerca más a él, con una expresión furiosa.
R: Solo me aseguro de dejarte en claro que no voy a permitirte ninguna falta de respeto más. Recuerda que no me gusta que me reten y es lo que has estado haciendo desde que me viste.
Carlos: Es una mala percepción de tu parte. Pero para tu tranquilidad, te aseguro que no voy a faltarle a tu mujer.
R: Más te vale.
Rogelio sale para reunirse con su familia. Carlos hace una llamada para solicitar que sigan al matrimonio. Era verdad que al principio solo quería jugar un poco con Paula cuando la vio sola. Pero al saber que era la esposa de un rival que le ha quitado muchos de los contratos a la mala, (según él), se le ocurrió humillarlo utilizando a su mujer. Y tenía que aprovechar el tiempo que estuvieran en el D. F. para fastidiarlo todo lo que pudiera.
Bosque de Chapultepec
La familia Montero estaba recorriendo el extenso bosque para dirigirse al Museo de Historia. A Paula le preocupaba que el camino fuera demasiado largo para Rogelio, pero él la tranquilizó diciéndole que el ejercicio sería de gran ayuda para acostumbrar a sus piernas a caminar tramos más grandes, (aunque realmente se estaba cansando). Al pasar por el lago, Margarito recuerda que ya lo había visto en la visita que hicieron cuando su papá les dio la noticia de que sí le otorgaron el préstamo. Mary iba sujeta de la mano de su mamá mirando a la gente paseando en unas lanchas y comenzó a señalarlas para que sus papás la subieran en una.
R: Lo siento Mary, pero no creo que sea buena idea.
AP: ¿Pero por qué no Rogelio?
R: Porque aún no puedo moverme con agilidad y no me gustaría pasar por otro susto de nuevo.
AP: ¿Sigues recordando ese incidente?, ¡ahora que me acuerdo!, cuando me llevaste a nuestra segunda luna de miel, me dijiste que ibas a cumplir con todas las cosas que me prometiste en la primera y eso incluía que me llevaras a pasear en el bote, ¡algo que jamás cumpliste!
R: Pos sí, pero no por eso tiene que ser hoy. Así que niñas ¡vámonos, que se nos hace tarde!
AP: ¿Niñas?, soy tu mujer, no tu hija.
Margarito y Mary veían a sus padres comportándose como dos niños, así que mejor se sentaron a la orilla del lago a esperar que terminaran con su pequeña discusión.
R: Paula, te amo con toda el alma, pero no por eso voy a cumplirte todos los caprichos, además, estás esperando un chamaco y no es recomendable que te expongas a que te pase algo.
AP: Nuestro hijo es muy fuerte, igual que su padre y se emociona con dar un paseo por el lago.
Paula abraza a su esposo y comienza a besar su rostro y acariciar su cuello.
R: No seas así Paula, no me provoques ahora.
AP: Te dejo en paz, si llevas a tu familia a pasear en la lancha.
R: (separándola), Ta bueno, pero te pones el chaleco salvavidas.
AP: (contenta), ¡Por supuesto mi amor!
Paula le hace señas a Margarito para que vaya a comprar los boletos. Todos se suben a la lancha y Rogelio toma los remos llevándolos a recorrer el lago, (cuidando de no alejarse demasiado de la orilla). Desde lejos un hombre fornido y de traje oscuro los observa, informando todo lo que ve, por medio de un celular.
Después de un rato de alimentar a los patos del lago. Bajan de la lancha para continuar con su larga caminata rumbo a su destino principal, (haciendo escala para comer su almuerzo).
El museo era un castillo muy grande y majestuoso que inclusive Paula quedó impresionada por su arquitectura entre neoclásica y barroca. Conforme veían todo, Rogelio le explicaba a sus hijos la historia del lugar y los lujos con los que vivían los emperadores durante el siglo XVIII & XIX. Margarito prestaba mucha atención a lo que su papá platicaba, Mary no tanta por ser un tema un poco pesado para su edad y Paula no dejaba de mirar a su esposo con una cara de admiración por todas las cosas que sabía. Cuando terminaron de recorrerlo por completo, Rogelio les pidió descansar un poco en una de las terrazas porque sus piernas ya no aguantaban tanta actividad. Paula y Margarito se colocaron al lado de él y Mary como buena privilegiada se sentó en sus piernas.
Paula estaba recargada en su hombro viendo a ningún lugar en especial, mientras pensaba en que la vida realmente le había dado una familia maravillosa y al mejor hombre que pudiera haber deseado.
AP: Rogelio, no sabes lo feliz que me encuentro en este momento.
R: ¡mm!, (Paula levanta su cara y ve que Rogelio se quedó dormido nuevamente)
Margarito: ¿Será que se le está pegando tu sueño?
AP: No creo. Más bien pienso que este viaje ha sido demasiado para él, (preocupada), pero ¿por qué no me dice que se siente tan cansado?, Margarito ¿podrías cargar a tu hermana?
Margarito carga a Mary, y Paula recarga la cabeza de Rogelio sobre su pecho para que esté más cómodo. Pasan algunos minutos y él abre los ojos, sintiéndose mal por no evitar que su familia lo viera tan cansado.
R: (poniéndose de pie), Perdóname Paula, pero con eso del embarazo me viene un sueño que ni te imaginas.
AP: ¡Mentiroso!, pero no vamos a discutir eso ahora, mejor regresemos a que te duermas un rato, (lo agarra del brazo), yo voy a ayudarte a caminar para que no sientas más cansancio por el esfuerzo de usar las muletas.
R: ¡Cómo crees que voy a caminar contigo agarrándome como si fuera un inútil!
AP: No lo veas de ese modo, ¡más bien!, velo como una caminata de dos enamorados que no pueden vivir sin sentirse a cada instante.
R: (sonriéndole), Viéndolo de esa manera.
La familia Montero hace el mismo recorrido para volver a la camioneta. Todo el camino de regreso al departamento, Rogelio se la paso durmiendo abrazado por su esposa. Mary lo hacía en las piernas de su hermano. Al llegar, lo primero que hicieron fue ir al restaurante que estaba unos pisos arriba del PentHouse. Con el hambre que tenían, los dos hermanos terminaron pronto y les pidieron a sus padres permiso para ir a los juegos. Su mamá accedió pero envió a Pancho con ellos. Rogelio se retiró un momento de la mesa y Paula tomaba su vaso con agua, sin percatarse que un hombre se dirigía hacia ella.
Carlos: ¿Rogelio no está contigo Paula?
AP: Señora Montero, y mi esposo no tarda en volver.
Carlos: ¿Me permites sentarme?, es que me enteré que tienes un Rancho muy productivo y estoy interesado en hacer negocios contigo.
AP: Por el momento yo no estoy al frente del Rancho sino mi esposo, así que si quieres hacer algún trato, será mejor que lo veas directamente con él.
Carlos se sienta sin haber recibido el permiso y pide una piña colada.
Carlos: Tú eres la dueña, además, no creo que te quite demasiado tiempo si hablamos sobre algunos puntos de lo que necesito.
AP: (fastidiada), Mándame tus requerimientos y mi asistente evaluará si es posible llegar a un acuerdo con tu empresa.
Carlos: Se te nota que no estás interesada en que hagamos negocios. Entonces cambiemos de tema. ¿Qué estabas haciendo en ese Complejo departamental?
AP: Es algo personal.
Carlos: ¡Que mujer tan moderna eres!
AP: ¿Por qué lo dices?
Carlos: Porque aceptaste ir al departamento de soltero que usaba Rogelio hace unos años, pocas mujeres casadas conocen los lugares, en donde sus maridos tuvieron aventuras.
AP: (¿?), ¿Cómo dices?
Carlos: Que ese edificio es el lugar que tu marido utilizaba cuando tenía novia informal. ¡Claro que eso fue hace tanto tiempo que ya no debe importarte!, ¿no?
Paula no estaba preparada para lo que le estaban diciendo. Si bien era cierto que por lógica humana, la mayoría de los hombres tenían sus aventuras antes de casarse. A ella le resultaba difícil imaginar que Rogelio hubiera tenido esas experiencias con varias mujeres y lo que más le dolía era que no tuviera la delicadeza de evitar que conociera ese lugar. Carlos la veía pálida y en otro mundo. Le parecía increíble que reaccionara de ese modo por un hombre que aún caminado con muletas, no dejaba de ser un lisiado. De lejos ve a Rogelio e inmediatamente toma la mano de Paula, que debido a su sorpresa no la retira.
R: (serio), ¿Qué estás haciendo aquí?
Carlos: Buenas tardes Rogelio, vine por un asunto de negocios.
R: Pues déjame decirte que no estoy interesado en hacer algún negocio con tu empresa, por eso lo más prudente es que te marches.
Carlos se levanta para irse cuando Paula finalmente habla.
AP: Señor Castillo, por favor, siéntese para que hablemos del negocio que quiere hacer con mi Rancho.
Rogelio la mira sin comprender su cambio de actitud, porque hace unas horas, ella misma quería mantenerse alejada de ese sujeto.
R: Paula, la empresa de Carlos es competencia directa de la Hacienda del Fuerte, por eso no es recomendable que mesclemos nuestros negocios.
AP: Tú lo dijiste Rogelio, ¡es tú competencia!, no la mía. Volviendo a lo que le decía señor Castillo, ¿podría indicarme lo que necesita su empresa?
Carlos: Por supuesto Paula.
R: (furioso), ¿Paula?
AP: Sí Rogelio, yo le permití que me llame por mi nombre. Si vamos a ser socios, lo mejor es tenernos confianza, ¿te molesta?
R: ¿Tengo motivos para molestarme Ana Paula?, es tu nombre, haz lo que quieras con él.
Paula estaba segura que Rogelio explotaba de coraje, ya que nunca la llamaba Ana Paula, una parte de su cordura le decía dejar ese juego que lo más probable fuera que terminara muy mal, pero su orgullo se encontraba herido y necesitaba desquitarse.
AP: ¡Me alegro!, entonces sigamos con lo que estábamos señor Castillo. Rogelio, si gustas puedes quedarte o irte con Margarito y Mary.
Rogelio no dice nada, solo se sienta a escuchar la plática. Por dentro estaba que reventaba, porque Paula le hablaba al idiota de su rival de una forma tan solícita que no soportaba. La conversación duró bastante, y en algunas ocasiones Carlos hacía bromas de muy poca gracia, en las que Paula se reía a pesar de que le parecían terriblemente tontas. En ningún momento volteó a ver a Rogelio porque podía sentir su fuerte mirada sobre ella y sabía que si lo veía no podría continuar sentada ahí. El problema es que realmente no soportaba al hombre con el que hablaba y comenzó a sentir muchísimas nauseas. Era tan grande su malestar que se disculpó únicamente con Carlos, porque iba al tocador.
R: Ahora me vas a decir, ¿qué demonios pretendes con todas estas estupideces?
Carlos: ¿De qué me hablas Rogelio?, tú mejor que nadie sabe que desde hace mucho tiempo quería que aceptaras un negocio entre la Hacienda y mí empresa, solo que nunca quisiste. Pero el Rancho de tu esposa es igual de importante que el Fuerte y el trato le conviene mucho más a Paula que a ninguno de nosotros.
R: Llevamos años de no saludarnos en las exposiciones ganaderas, ni siquiera te recordaba porque si hubieras tenido interés en algún negocio, no habrías pasado a formar parte de las personas sin importancia para mí.
Carlos: Yo a ti si te recuerdo. Más cuando pierdo un negocio por tu Hacienda. Pero puedes estar tranquilo, nunca trataría de interponerme entre tu esposa y tú.
R: (Sínicamente), Tú no me inquietas en lo más mínimo, pero lo poco que recuerdo de ti, es que siempre tiendes a acomodar a tu favor lo que conoces de los demás. Solo que no te recomiendo que me hartes, porque todavía no sabes con quién te estás metiendo.
Carlos: ¿Es una amenaza Rogelio?
R: Tómalo como quieras.
Una parte de Carlos estaba confundida, según lo que su empleado le dijo cuando los estuvo siguiendo. Fue que Rogelio se comportaba muy amable con todo el mundo. Eso le hizo pensar que el Rogelio Montero que se alejó hace unos años de las personas, para encerrarse en su Hacienda convertido en un hombre brusco y sin compasión, finalmente desapareció al casarse. Pero la forma en que le hablaba y lo miraba era completamente opuesta al carácter de un hombre bueno. Por eso decidió retirarse, aunque no sin antes dar un último golpe al orgullo de su rival.
Paula regresa con un semblante bastante pálido por todo el malestar del embarazo. Rogelio esta vez no quiso mirarla, por eso no se fijó en lo mal que se debía estar sintiendo. Carlos lo nota y aprovecha la situación.
Carlos: Paula, ¿te gusta bailar?
AP: ¡Hay sí, me fascina!
Carlos: ¿Entonces me acompañarían a un lugar donde podemos bailar?, ¡no tienes idea de lo agradable que se pone el ambiente!
Paula se olvidó por un momento del enojo que tenía y le tomó la mano a Rogelio.
AP: ¿Vamos Rogelio?, ¡no sabes cuánto me gustaría que fuéramos los dos!
R: (si mirarla, se suelta de su mano), Pues en eso no creo poder complacerte. ¿Recuerdas que todavía no me muevo con libertad Ana Paula?
Paula quería morirse en ese momento. De todas las cosas que podía decirle a Rogelio esa era justamente la que estaba prohibida, pues aunque su esposo ya caminaba, faltaba mucho para que lo hiciera de forma normal. Pero ella lo dijo ilusionada de tener un momento hermoso con el hombre que ama, por eso en cuanto oyó la petición de ir, se imaginó que bailaba con él.
AP: Rogelio, perdóna...
R: No te preocupes, ya será para la próxima.
Carlos: (riéndose internamente), Bueno Paula, Rogelio, yo me tengo que ir, espero que podamos salir juntos antes de que regresen a la Hacienda.
Ninguno le contesta, por eso se retira sin insistir, pero muy contento de haber fastidiado lo suficiente a su rival de negocios.
Ambos regresan al departamento sin decirse una sola palabra. Pancho se encontraba con los niños viendo un programa en la televisión. Rogelio subió a la recámara para tratar de descansar sus piernas que en verdad lo estaban matando por el dolor. Paula entra poco después y al mirarlo dormido se coloca a su lado. Recordaba lo que Carlos le dijo sobre el lugar al que su esposo llevaba a sus novias en turno. Aunque era algo que ya no debía afectarle porque ahora era únicamente suyo, su estado no le permitía hacer entrar en razón a su orgullo que se veía afectado desde un mes atrás, en el que dejó de tener intimidad con Rogelio. Cuando él comenzó a caminar, la buscaba únicamente para dormir abrazados, (Sí la besaba, la consentía en todo y le prometía que estarían juntos, pero hasta ahí). De ser diferente su situación, no le habría lastimado tanto lo que supo esa tarde. Al pensarlo un poco más, se decide a intentar comprobar que estaba equivocada. Se acerca a Rogelio y comienza a besarlo por toda su cara hasta llegar a su punto débil. Él al sentir el placentero gesto se despierta, y le corresponde con mucha urgencia de estar con ella. Pero cuando trata de desabrocharle la blusa, ésta se retira.
AP: Amor, ¿me dejarías ir a cambiarme de ropa?
R: Pero Paula, así estás bien, (le sonríe), Además, tú sabes que te la voy a quitar.
AP: Es que me sentiría más cómoda con otra cosa, (le da un beso corto), por favor Rogelio, espérame un momento.
R: (suspira), ¡Esta bien!
AP: Gracias.
Paula se levanta, pero antes de que entre al baño, su celular comienza a sonar.
AP: ¡Bueno!, Dany ¿en dónde estás?
Dany: Aquí abajo Ana, por favor, ¿podrías venir con Rogelio?
AP: En un momento bajamos.
R: ¿Pasa algo?
AP: No lo sé, Dany solo me pidió que la viéramos en el lobby.
Rogelio y Paula bajan con Dany. Estaba sola y en apariencia se veía bien.
AP: Dany, ¿dónde está Alejandro?
Dany: Lo esperé toda la mañana y como nunca llegó, me regresé para saber si ya estaba aquí.
R: Él chamaco no ha venido. Pero creo que sé en donde anda.
Dany: ¿De veras Rogelio?, ¡por favor llévame con él!
R: Lo mejor es que solamente vaya yo. Después podrás hablar todo lo que quieras con él.
Dany: Pero es que...
AP: Dany, deja que Rogelio se encargue de traerlo.
Dany: Esta bien, pero avísame si algo pasa.
R: No te preocupes Daniela. Paula, cuando subas al departamento, dile a Pancho que venga porque vamos a salir.
Paula y Dany regresan al departamento. Poco después Pancho baja para llevar a Rogelio al sitio donde piensa que está Alejandro. El auto se estaciona en un pequeño bar, Rogelio entra y en la barra ve sentado a quien buscaba con una copa llena de vino y junto a ésta una botella.
R: ¿Otra vez tomando para darte valor?
Alejandro no voltea porque continúa viendo su copa. Rogelio se sienta en la silla de al lado. Pide al encargado que le traiga una botella junto con una copa de la misma bebida que la de él y comienza a tomársela. Alejandro se sorprende porque se supone que el del estado de ánimo decaído no es Rogelio.
Alejandro: ¿Qué haces Rogelio?, pensé que venías a intentar subirme el ánimo, pero tú te ves igual que yo.
R: Es que un imbécil me puso de muy mal humor.
Alejandro: ¡Oye, no tienes que ofenderme!, a ti no te hice nada.
R: (se ríe), No hablaba de ti, aunque sí tienes la culpa de que me haya topado con ese idiota.
Alejandro: ¡Explícate mejor quieres!
R: Daniela quiso ir al departamento que te vendí hace unos meses. Yo lo hice, pero se me ocurrió ir con Paula, y ahí estaba un tal Carlos. El muy infeliz me recuerda por unas cuantas juergas que compartimos cuando estaba en la preparatoria, aparte de que no olvida que le gane unos contratos a su empresa.
Alejandro: ¿Dices que Dany me buscó en el otro departamento?
R: Sí. Estaba muy ansiosa de verte, dijo que necesitaba hablarte de algo de lo que se dio cuenta ayer.
Los dos le dan un trago a sus copas.
Alejandro: (triste), Seguramente para decirme que solo me quiere como un amigo.
R: (alterado), ¿Cómo es posible que Paula se atreviera a permitirle que le hablara por su nombre, sí apenas lo conoció hoy?
Alejandro: ¡No te imaginas lo que besar a Dany me hizo sentir! Pero ahora me arrepiento porque me va a ser más difícil olvidarla.
R: Y no conforme con todo el coraje acumulado que tenía, Paula de nuevo me impide estar con ella sino se cambia de ropa, ¿desde cuándo carambas le importa la ropa?
Así continúan con su plática personal por dos horas. Como ve que su patrón no sale, Pancho entra a buscarlo y lo encuentra con Alejandro, con unas copitas encima y cantando canciones de desamor.
Pancho: (pone una mano en su hombro), ¡Patrón!, se nos está haciendo tarde, ¡mejor vámonos o la patrona se va a preocupar!
R: ¡Perate otro ratito hombre!, no ves que están buenas las canciones.
Alejandro: Sí Pancho, siéntate a tomarte una copita de vino, está muy rico.
Pancho: Pero ya es muy tarde y la patrona y la seño Daniela están solas en el departamento, por eso tenemos que regresarnos.
R: No seas aguafiestas, además, ¿quién te paga?
Pancho: Usted patrón.
R: Entonces obedece y siéntate.
Pancho: Patrón, ¡acuérdese que la patrona esta de encargo y no se tiene que andar preocupando!
R: Con eso de que me evita, le estaría haciendo un favor de no llegar.
Pancho: Licenciado, la seño Daniela, lo quiere ver, por eso ayúdeme a llevarme al patrón al carro.
Alejandro: Si lo que me quiere decir es que la perdone por no poder corresponderme, ¿para qué la veo?, mejor le ahorro el mal momento.
Pancho intentaba por todos los medios convencer al menos a uno. Pero con la botella que se tomaron estaba muy difícil que los hiciera entrar en razón.
Mientras tanto, en el departamento:
Paula acostó a sus hijos. Ambos estaban muy cansados de la caminata y las horas de juego, (sumadas a las de andar viendo tanta televisión, cuando ninguno lo hacía en la Hacienda). Una vez que los dos se quedaron dormidos, baja a la mesa con Dany.
Dany: Ya se tardó mucho Rogelio, ni siquiera ha llamado para decirnos si ya encontró a Alejandro.
AP: Tienes razón, esto me está preocupando mucho. Sobre todo porque Rogelio se fue molesto conmigo.
Dany: ¿Se enojaron?, no me di cuenta, aunque sí se me hizo extraño la seriedad que tenía. Pero no creí que estuviera molesto.
Paula comienza a llorar, haciendo que Dany se levante para abrazarla.
Dany: ¿Qué te pasa Ana Paula?
AP: Es que a Rogelio ya no le gusto.
Dany: ¿Por qué dices eso amiga?, si Rogelio te adora.
AP: Lo que sucede es que ya no hemos tenido intimidad desde hace un mes. Lo más seguro es que ya no le atraiga por mi embarazo.
Dany: Ana Paula, no es que sea muy fijada, pero yo he visto a Rogelio muy dispuesto a olvidarse de que hay gente cuando se están besando, (se pone roja), sobre todo por cómo te devora sin ningún pudor.
AP: Una cosa es que me bese y otra cuando estamos en eso.
Dany: ¿Puedes ser más específica?
AP: Cuando siento la necesidad de estar con mi marido, lo beso para iniciar con lo propio. Al principio me responde muy bien, pero cuando salgo del baño lo encuentro dormido o atendiendo sus documentos.
Dany: ¿Vas al baño a qué?
AP: A cambiarme de ropa.
Dany: ¿Y lo haces antes o después de incitarlo?
AP: ¿Eso es importante?
Dany: Mucho más de lo que crees amiga, (se acerca más), ¿no me digas que lo haces después?
AP: (apenada), Sí.
Dany: ¡Hay amiga!, con razón.
AP: Bueno, pero eso no es todo, ¿sabes de lo que me enteré cuando fuimos al departamento a buscar a Alejandro?
Dany: ¿De qué te enteraste?
AP: Que antes de ser de Alejandro, fue el departamento de soltero de Rogelio, (se levanta bruscamente), ¿cómo se atrevió a llevarme a ese sitio?
Dany: Porque tal vez no pasó lo que tú crees.
Al parecer su vida estaba rodeada de karmas, ¿porque siempre volvía a cometer el error de juzgar antes de preguntar? Empezaba a recordar el sentimiento de repulsión que le inspiró el tal Carlos en cuanto lo vio. Pero cuando le dijo todas esas estupideces de su marido, se olvidó de ellas, para darle paso a la duda y el desquite.
AP: ¡Dany, hice algo muy feo con Rogelio!
Dany: (se pone de pie junto a ella), Pues arréglalo, Rogelio te va a entender. Ojalá que Alejandro también me entienda a mí.
AP: Perdón Dany, tú ya tienes bastante con la preocupación de Alejandro, y aún así me estás aconsejando.
Dany: Pues mientras no aprendas a confiar más en tu esposo, tendré que servirte de consciencia. Aunque yo tampoco te hice mucho caso con respecto a Alejandro. Si hubiera aceptado que lo quería más que un amigo, tal vez ahora estaría con él, en lugar de estar aquí con los nervios a flor de piel.
Las dos amigas se sientan y se abrazan tratando de confortarse. De pronto empiezan a golpear la puerta con insistencia. Paula se levanta para preguntar quién era. Pancho le pide que abra rápido, ella lo hace, pero se asusta porque trae a Rogelio agarrado de su hombro inconsciente.
AP: ¡Por Dios Pancho!, ¿Qué sucedió?
Pancho: No se preocupe patrona. El patrón solo está dormido por tantos tragos, pero por favor ¡déjeme llevarlo al cuarto porque pesa mucho!
Paula se hace a un lado para permitirle entrar. Enseguida Pancho sube hasta el cuarto y lo pone en la cama. Después baja para ir por Alejandro, (a él lo deja en el cuarto de Dany) ella se pone igual que Paula al ver al hombre que quiere muy desalineado.
AP: ¿Por qué se pusieron así Pancho?
Pancho: No sé patrona, cuando entré a buscar al patrón ya estaban muy tomados. Lo increíble es que solamente tomaron una botella de licor cada uno. Del Licenciado no me sorprende porque con el rompope se emborracha, pero el patrón se avienta unos tequilas y no le hacen nada.
AP: Gracias Pancho, ya puedes irte a descansar. Mañana vienes a las doce, voy a requerir que me lleves a unos lugares.
Pancho: Sí patrona, con permiso.
Paula voltea a tranquilizar a Dany, pero ya no estaba. Espera un tiempo para subir, porque se siente culpable por lo sucedido.
Dany se encontraba de pie mirando a Alejandro. Era la primera vez que lo veía con el cabello revuelto y la camisa de fuera, (pero piensa que así se ve muy atractivo). Se acerca aún dudosa de lo que deseaba hacer, pero un extraño valor inunda su alma. Toma asiento muy despacio en la cama y tratando de no moverlo se arrastra hasta llegar al lado de él. Dando un último vistazo, coloca su cabeza en su hombro, mientras poco a poco cierra sus ojos.
Por otro lado, Paula finalmente se decide a entrar a la recámara. Inmediatamente de que ve a su esposo se recuesta a su lado derramando lágrimas en su rostro, que al caer lo despiertan. Rogelio la mira y con su mano retira el líquido de sus ojos.
R: Paula, ¿Por qué estás llorando?
AP: Porque siempre me comporto como la más tonta de las mujeres.
R: (sonríe), No eres tonta, sólo que tu carácter es muy explosivo, pero aún así te amo.
AP: No seas copión, eso lo dije primero, (se pone seria), Rogelio, me podrías decir, ¿por qué cuando me voy a cambiar de ropa al baño, tú te duermes o haces otra cosa y ya no me insistes para que estemos juntos?
R: Porque no quiero incomodarte.
AP: ¿Incomodarme?
R: Sí, porque tú ya no quieres que te vea, pero no comprendo ¿por qué?, solo sé que no me gusta obligarte a nada que no quieras hacer y me imagino que por eso te escondes en el baño.
AP: Amor, no es porque no quiera que estemos juntos, es porque me da pena que me mires con mi vientre crecido.
Rogelio ya no podía mantener sus ojos abiertos, pero antes de ceder al cansancio, le da un pequeño beso.
R: Pues mi mayor dicha sería que me permitas verte así, porque ahí es donde guardas a mi cuarto tesoro, aparte de que me enloquecerías más de lo que ya lo haces.
Finalmente Rogelio se duerme, dejando a Paula con un sentimiento de dicha por las hermosas palabras que le dijo.
AP: Rogelio, ¡tú eres mi más grande tesoro!, y te juro que ahora seré yo la que te lo va a demostrar.
Paula besa los labios de Rogelio con pasión y deseo. Y pasa la mayor parte de la noche viéndolo dormir mientras hace planes de lo que haría por la mañana y el resto del día para compensarlo por todas las cosas maravillosas que le ha dado, además corregir los errores que cometió por unos celos sin motivo.
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