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CAPÍTULO 16

Paula se encontraba con sus ojos cerrados, sentada debajo de un pequeño árbol plantado a un lado de la casa. Revivía el instante del día anterior en que supo que esperaba un hijo del hombre que ama. Al principio tenía miedo de que su esposo pensara cosas que no son debido a su condición, por eso antes de darle la noticia, le reiteró que él era el único en su vida. Pero Rogelio no solo no la cuestionó, sino que le regalo lágrimas de felicidad y además le dio la sorpresa de que su esfuerzo de tantos años finalmente daba frutos.

Rogelio sale de la casa para unirse con ella. Se acerca con todo el sigilo que la silla le permite, pero Paula parecía envuelta en las nubes porque aún con el leve sonido de las ruedas deslizándose por el pasto, no hizo el más mínimo intento de abrir los ojos, únicamente sonreía. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se levantó para sentarse a su lado ayudándose del tronco del árbol, aunque no contó que tenía que sentarse sin caer de golpe (cosa que no logró), porque una parte de su cuerpo recibió todo su peso y empujo un poco a su esposa.

AP: ¡Rogelio!, ¿estás bien?

R: (Él se sobaba donde se sienta), Discúlpame Paula, se me olvidaba que además de levantarme, también necesito doblar las rodillas para volver a sentarme.

AP: (casi al borde de la risa), ¿Quieres que te ayude?

R: En otro momento te diría que encantado, pero no es muy buena idea porque pueden vernos las personas que pasen por aquí.

Paula lo abraza y se acomoda en sus piernas.

AP: Solo verían lo felices que somos. Yo a eso no le veo nada de malo.

De pronto Rogelio se puso un poco serio, cosa que hizo que Paula se inquietara.

AP: ¿Qué sucede amor?

R: (coloca su cabeza en su pecho), Ayer quise decirte tantas cosas, pero fue tan grande la sorpresa que aún ésta mañana no fui capaz de retomarlas. Por fortuna el baño que me di me permitió aclarar mis pensamientos.

AP: (¿?) ¿Cuáles son esas cosas que no me dijiste?

R: (pone su mano en su vientre), Es que, no te agradecí por darme esta alegría.

AP: Ambos tenemos que agradecernos, pero más debemos agradecer a Dios por enviarnos a este bebé o bebita.

R: (sonriéndole), Tienes razón.

AP: Y ¿Cuáles son las otras cosas?

R: Pos algo que sabes muy bien porque te lo digo todo el tiempo, "Te amo".

AP: Yo te amo mucho más, (se acerca para besarlo).

Antes de poder hacerlo, Pancho llega hasta ellos.

Pancho: ¡Patrón!, perdón por la interrupción, pero como ayer no me dijo a qué hora pasara por ustedes, vine tempranito para cualquier cosa que se le pudiera ofrecer.

R: (hablando bajo), Creo que nuestro destino es que siempre nos interrumpan.

AP: No te preocupes Pancho, por ahora solo necesitamos regresar al Hotel.

Pancho: Muy bien patrona, entonces ayudo al patrón a subir a la camioneta.

AP: Sí, por favor, (se levanta), Rogelio, voy a traer la otra camioneta que está en la parte de atrás.

R: ¡Espérate Paula! Ahora que lo pienso, ¿cómo llegaste hasta Tuxtla, si se supone que no manejas en carretera?

Pancho mira a Paula y viceversa, dándole a Rogelio la respuesta que necesitaba.

R: (mirando a Pancho), ¿Ese fue tu asunto personal?, ¿desde cuándo pasas por alto mis órdenes?, Marcial es quién trabaja con mi esposa y tú conmigo.

Pancho: Perdón patrón, pero usted nos dijo a todos, que la última palabra en cuestiones ajenas al trabajo de la Hacienda, sería de la patrona.

AP: No lo regañes Rogelio, él solo me ayudó para que viniera a hacerme los estudios que necesitaba y confirmar la hermosa noticia que te di. Aparte de que también quería reunirme contigo.

R: Pero Paula, llegaste muy rápido, así que no creo que Pancho fuera por ti hasta la Hacienda, lo más probable es que vinieras sola más de la mitad del camino. ¡No ves que te pudo suceder algo!

AP: (se hinca para tocar su cara), pero afortunadamente nada pasó, Pancho solo cumplía las ordenes que le di cuando saliste de la Hacienda, (cambiando de actitud), además si alguien tiene la culpa de todo, ese eres tú.

R: ¿Yo?

AP: Sí, quedaste de marcarme cada tres horas y como nunca lo hiciste decidí alcanzarte, ahora no te quejes de tus irresponsabilidades, (vuelve a levantarse), ¡Pancho, lleva al señor Montero a la camioneta!

Paula va por el vehículo con el que llegó a Tuxtla, mientras Pancho ayudaba a Rogelio a subir al otro.

Pancho: Perdón de nuevo patrón, pero es que la patrona últimamente está de mal humor y si me negaba a lo que me pidió me iba a ir peor que con usted.

R: Ya no te disculpes hombre, y de una vez te aviso, lo que la señora te pida me lo informas primero a mí, solo que le dices que sí para que no se enoje, porque de aquí a unos largos meses, estará un poco sensible a todo y por tu bien y el mío será mejor no llevarle la contra.

Pancho: ¿Meses?, ¿Y por qué tanto patrón?, ¿No me diga que...

R: No preguntes, mejor apúrate que Paula ya salió y así como anda no va a esperarnos.

Pancho corre para subir a la camioneta y acelera porque Paula le llevaba ventaja.

Hotel de Tuxtla

Ernesto y Laura estaban algo preocupados pues desde la tarde del día anterior, no sabían nada del matrimonio Montero. Ernesto les platicó las razones por las que Paula fue a Tuxtla y por la forma en que la vio, él se imaginaba que tal vez no fueron buenas noticias. Laura estaba triste porque entendía lo que era tener la ilusión de ser madre, y suponía que en el caso de Paula, por la condición de Rogelio, debía anhelarlo más que cualquier cosa. Por su parte Jennifer no decía nada, solo tomaba su café mientras pensaba que está vez sí se había equivocado.

Laura: Ernesto, nos gustaría quedarnos hasta saber que están bien, pero surgieron problemas en la empresa que nos obligan a regresar a E. U. Por favor en cuanto sepas algo, mándame un mensaje.

Ernesto: No te preocupes Laura, te entiendo. Cuando sepa que están bien, les aviso.

Jennifer: Please Doc., en caso de que se haya equivocado en su apreciación, dígale a Ana que no se le olvide de enviarme un mail para confirmarme como madrina.

Ernesto: Yo le digo señorita Smith. Sé que no vale mucho lo Yo que pueda decirles, pero les agradezco a las dos todo lo que hicieron por ellos. Espero que regresen algún día.

Laura: No hay nada que agradecer Ernesto, para eso son los amigos.

Jennifer: ¡Lástima que Rogelio no tiene hermanos!, sino le pedía que me pagara el favor con uno, (abraza a Ernesto), Bye Doc. ¡Suerte con el inmaduro de Rogelio y con la sensible de Ana!

Ernesto: Gracias, porque creo que sí la voy a necesitar.

Laura y Jennifer se van al aeropuerto para abordar el vuelo hacia México y de ahí a E. U. Poco después de que se fueran, las camionetas llegan al Hotel. Paula baja rápido y se sube en la que venía su esposo.

AP: Rogelio, perdóname por la escena de hace rato, te juró que no fue mi intención hablarte así. Bueno, quizás un poco, pero me excedí.

R: (la abraza), No te preocupes Paula, ya sabíamos que esto pasaría, aunque no creía que fuera tan seguido, (riendo), hasta el pobre de Pancho te tiene miedo.

Paula lo acaricia y le da pequeños besos.

AP: Entonces te voy a compensar cada vez que me den los cambios de humor.

R: Sí de este modo me lo compensas, entonces enójate siempre.

Pancho: (abriendo la puerta), Patrón, ¿le ayudo a bajar?

AP: (separándose), Pancho, ¿por qué nunca esperas a que te llamen?

R: Paula, tú me dijiste que no lo regañe, él solo cumple con su trabajo.

AP: Lo lamento Rogelio. Pancho perdóname.

Pancho: No hay por qué patrona.

Después de bajar, los dos se van a buscar a Ernesto, mientras Pancho dejaba las camionetas en el estacionamiento. Como aún era temprano fueron primero al comedor, pero Ernesto estaba en el Lobby.

Ernesto: (aliviado), Rogelio, Ana, me tenían preocupado. Ana, ¿estás bien?

AP: (abrazando a Rogelio), jamás en mi vida he estado mejor Ernesto, ¿verdad Rogelio?

R: Así es Ernesto, porque ayer fue el mejor día de nuestras vidas.

Ernesto: ¿Entonces, ustedes van a...

R & AP: (emocionados), ¡Ser papás!

Ernesto: ¿De verdad?, felicidades a los dos.

Ernesto abraza a Paula y a Rogelio le da un apretón de mano.

Ernesto: ¡En serio, qué gusto me da!, sé lo mucho que ambos añoraban un hijo.

AP: Bueno, nosotros ya tenemos dos hijos a quienes adoramos. Pero eso no impide que esté feliz por éste regalo que me dio Rogelio.

R: Paula, el regalo me lo diste tú a mí.

Ambos vuelven a besarse con mucho amor, aunque el beso estaba tardando más de lo normal.

Ernesto: (carraspeando), ¡Oigan!, ¿sí se acuerdan que estoy aquí, verdad?

R: (terminando el beso), Discúlpanos Ernesto, pero comprenderás que estamos muy contentos.

Ernesto: Lo sé Rogelio, solo era una broma.

R: Por cierto, ¿dónde están Laura y Jennifer?

Ernesto: Ayer recibieron una llamada del padre de la señorita Smith pidiéndoles volver cuanto antes. Al parecer surgieron problemas con un socio de ellas y se fueron al aeropuerto hace unos minutos.

R: ¡Qué mal!, esperaba poder despedirlas y agradecerles por toda su ayuda.

AP: (molesta), Me imagino lo triste que te sientes, me adelanto al cuarto. Nos vemos Ernesto.

Paula va hacia la recepción a pedir un juego de llaves de la habitación donde se hospeda Rogelio. Él y Ernesto solo la miran y esperan hasta que se va para dirigirse a la sala del Hotel.

Ernesto: Qué cambios tan bruscos tiene, estaba enterado de que se ponían así, pero afortunadamente a mí nunca se me presentó este inconveniente.

R: Dichoso tú. Y pensar que apenas tiene un mes.

Ernesto: Lo raro es su actitud, parece que es una copia tuya pero ella si es muy hermosa.

R: ¡Qué te pasa!, si soy galán, (orgulloso), Pero no es de sorprenderse, este chamaco es un Montero, y tiene el carácter de la familia, por eso me imagino que se lo transmite a Paula.

Ernesto: Sí, eso debe ser. Rogelio, quizás es muy tonto de mi parte preguntarte esto, pero me intriga que no me cuestiones el que puedas ser padre, si nunca me dejaste darte los resultados de los estudios de fertilidad.

R: Ernesto, no soy tonto, ¿Para qué tomarte la molestia de buscarme en la Hacienda e insistir en que viera los resultados, si no salieron favorables?, de haber sido diferente estoy seguro que te hubieras escondido unos días para no verme.

Ernesto: ¡Qué bien me conoces!, y ya que estamos entrados en eso, ¿cuál fue la verdadera razón, por la qué no quisiste ir al consultorio el día que te llamé?

R: Ya no le veo el caso a seguir ocultándolo. En realidad sí fui, pero no entré porque escuché tu plática con Mercedes.

Ernesto: (nervioso), ¿Qué plática Rogelio?

R: ¡No te hagas que bien que la recuerdas!, pero si quieres que refresque tu memoria. Recuerdo que era de que Paula me aceptó porque ya nunca sería madre por el aborto que tuvo, que yo era un monstruo que jamás la dejaría libre y por eso ella se resigno a estar conmigo, entre otras cosas.

Ernesto: Rogelio, no tenía idea que nos escuchaste, ¡pero entonces!, ¿porqué no me reclamaste o entraste a desmentirnos?

R: Desmentirla, porque fue Mercedes quién dijo todo eso.

Ernesto: ¡Como sea!, dos años ocho meses has mantenido silencio. Para un hombre como tú supongo que no fue fácil vivir con eso.

R: Pos no. Pero poco a poco la vida me mostró que solo eran palabras dichas por una persona que sufrió la pérdida de un ser querido debido a una venganza ajena a él.

Ernesto: Aún así, te conozco y sé que no fue sencillo darte cuenta de lo mucho que siempre te ha amado Ana Paula.

R: En aquél entonces, Paula me comenzó a querer poco antes de lo que pasó con su hijo. Eso es lo que ahora entiendo, por eso ya no te preocupes, todas mis dudas se disiparon, así que mejor cambiamos de tema, porque ese ya me aburrió.

Ernesto: ¡Estás raro!, el carácter de Ana Paula lo tienes tú y el tuyo lo tiene Ana Paula.

R: ¡Caramba!, te dije que cambiaras de tema, no que me criticaras.

Ernesto: No te critico, te estoy dando una observación.

R: ¿Sabes?, mejor voy a pedir algo de comer para Paula y de paso para mí. Nos vemos en una hora porque nos regresamos a la Hacienda a darles la noticia a todos.

Ernesto: (sonriendo), Anda Rogelio, pero recuerda que no exageres con la comida o cuando estés con los ejercicios no podrás mover ni un solo músculo.

R: ¡Que chistoso me saliste!, Ta bueno trataré.

Rogelio va a solicitar servicio a cuarto, después se va con Paula. Antes de entrar a la habitación toma aire, pues no sabía cómo lo recibiría. Al abrir la puerta la ve acostada durmiendo, se acerca a mirar cada una de sus facciones y se preguntaba ¿cómo se vería con un abultado vientre?, aunque él sabía que estaría aún más hermosa. Enseguida tocan a la puerta, él la abre y les indica que dejen la comida en la mesa. Cuando se retiran, se anima a intentar despertarla.

R: Paula, amor. Despierta que es hora de que comas un poco.

AP: (abriendo los ojos), mm, no quiero nada Rogelio, lo que ahora quiero es dormir.

R: Paula, recuerda que no solo comes tú, sino también nuestro hijo.

AP: ¡Está bien!, pero luego no te quejes que se ensucie la camioneta.

R: Lo bueno es que yo no la limpio.

Paula le sonríe y se levanta para sentarse en la mesa. Rogelio le da un plato de pollo asado con muchas verduras, una gelatina y un jugo de naranja, mientras que los de él son dos distintos, uno de filete de carne con papas y el otro de pescado con ensalada, sin contar con el entremés de antojitos, y un jugo de zanahoria.

AP: ¿Y todo eso, es lo que vas a comer?

R: Pos si, como tú no tienes hambre, yo me sacrificaré a comer por los tres.

AP: Amor, no es que no quiera comer, pero tú sabes que ahora no puedo con los ascos que me dan, pero espero seas considerado y me ofrezcas un poco.

R: (le toma la mano y la besa), Justamente pedí todo esto para compartirlo contigo, ¡Claro que cuando no quieras, yo me lo termino!

Él se acerca a ella y con los tenedores parte la carne para dársela a Paula poco a poco.

AP: (riéndose), No soy una niña Rogelio, puedo comer sola.

R: No te lo doy como a una niña, velo como un estimulante para que disfrutes de la comida, te apuesto que así no te dan nauseas.

AP: (comiendo lo ofrecido), Está bien. Pero si te equivocas vas a lamentarlo.

R: Y si no ya veré como me cobro tan magnífica idea.

Rogelio continúa dándole de comer a Paula. Entre pláticas y juegos, sin darse cuenta se termina casi los dos platillos de él. Aunque le advierte que aún no se salva porque tal vez más tarde comience de nuevo con los malestares. Cuando terminan, bajan para irse a la Hacienda. Como ahora eran dos camionetas, Ernesto tuvo que manejar la otra porque Paula se quedó con Rogelio para poder dormir cobijada por su esposo. Se encontraba recostada a lo largo del asiento trasero con la cabeza recargada en las piernas de su marido. Él por su parte, le daba caricias en el cabello para mantenerla tranquila, gracias a eso, todo el camino estuvo sin presentar mareo o nauseas. Después de unas largas horas, llegan a la Hacienda casi antes de que se oculte el sol. Rogelio batalló mucho para que Paula despertara.

AP: ¿Por qué siempre me despiertan cuando estoy soñando con todas las cosas buenas que hemos pasado?

R: Porque ya llegamos señora Montero, y ahora necesito que se baje de la camioneta o si gustas te dejo aquí.

AP: (se levanta al instante), ¿Ya llegamos?, ¡Rogelio qué emoción!, me urge darle la noticia a todos, (le da un beso fugaz), te espero adentro.

R: ¡Paula, no me dejes aquí!

Pancho: Patrón, ¿ahora sí lo ayudo?

R: Tú como que no le atinas, cuando debes venir te retrasas y cuando no, llegas en segundos.

Pancho se disculpa muchas veces, pero Rogelio le dice que mejor se apure o van a entrar ya cuando todos se hayan dormido.

María está en la sala platicando con Dany, cuando sin más Paula abraza a María con mucha fuerza.

María: (recuperando el aire), ¡Paula!, gracias a Dios estás bien. No sabes cómo estaba preocupada por ti.

Dany: Es verdad amiga, justamente estábamos diciendo que mañana en la mañana Alejandro y yo íbamos a salir para Tuxtla a cerciorarnos que todo estuviera bien.

AP: Pero si le dije a Pancho que les llamara cuando llegáramos a Tuxtla, ¿acaso no lo hizo?

María: Sí lo hizo, pero eso no quita que estuviéramos angustiadas por culpa de esos cambios de actitud que estás teniendo.

AP: (sonriente), Pues en cuanto Rogelio entre, sabrás por qué me comporto así, (mira a todos lados), Por cierto, ¿dónde están Margarito y Mary?

Dany: Mercedes trajo a Gerardo y los tres están jugando en el cuarto de Margarito.

AP: ¿Mercedes también está aquí?

María: No. Únicamente dejó a Gerardo y se regresó a la clínica. Dijo que más tarde venía por él.

AP: Bueno, entonces más tarde Rogelio y yo buscamos a nuestros hijos para darles está gran noticia.

Dany: ¿Qué noticia?

AP: Una que creo que te imaginas. Pero esperemos a que venga Rogelio.

R: (llega hasta ella), Pos ya estoy aquí, pero Paula ¿no crees que debamos esperar un poco para decirles?

AP: No, porque me urge gritarlo al mundo entero, (mirando a los presentes), pero creo que faltan personas, voy por ellos.

Paula sale deprisa. María y Dany, estaban inquietas por saber el por qué del extraño comportamiento de la señora Montero.

María: ¿Qué es lo que quiere decirnos hijo?

R: No comas ansias Nana, además, si te adelanto la sorpresa seguro me mata.

Paula regresa con Hugo, Consuelo, y Marcial.

AP: Ahora sí estamos todos.

Dany: ¡Hay amiga!, por favor ya termina con esta incertidumbre, ¿qué es lo que quieres decirnos?

Paula se acerca a Rogelio con una amplia sonrisa. Toma sus manos y sin dejar de mirarlo les da la buena nueva.

AP: (emocionada), Es que estoy esperando un hijo de Rogelio.

La mayoría no podía creerlo, pero al ver los rostros llenos de felicidad de Paula y Rogelio, comenzaron a aplaudir y externarles sus buenos deseos. Consuelo y Dany estaban casi saltando junto con Paula, María lloraba de emoción, mientras que Hugo y Marcial felicitaban a Rogelio.

Dany: ¡Amiga, te felicito!, ¡estaba segura que era por eso!

Ambas se abrazan y no pueden evitar llorar de alegría, María se acerca para felicitar a Rogelio.

María: (depositando besos en su frente), ¡Hijo!, ¡Qué enorme alegría nos están dando!, mira a Paula, está que no cabe de felicidad.

R: (igual de sonriente que su esposa), Pues si ella está así, ¿cómo crees que estoy yo?, Nana voy a volver a ser padre, pero ahora podré ver a mi chamaco desde que está dentro de la mujer que amo.

María: Eso es lo que me da más gusto. Finalmente sabrás lo que es cuidar no solo de tu hijo en esta etapa, sino también de tu esposa, aunque te advierto que no va a ser tan sencillo como parece, (de repente cambia su semblante), Rogelio, sé que no es una buena pregunta en un momento tan especial, pero ¿cómo crees que Margarito tome la noticia?

R: ¡Pos bien! ¿Por qué habría de tomarla a mal?

María: Porque él es tu primogénito y todo este tiempo siempre ha estado contigo, pero ahora tú vas a dividirte en tres. Con Mary no siento que haya problema debido a que está muy chica como para entenderlo.

R: Confío que mi chamaco se comportará como un Montero y comprenderá que esto no significa que mi amor se divida. Aunque lo mejor es salir de dudas de una vez.

Rogelio se acerca a Paula y le pide que vayan a darle la noticia a Margarito y Mary. En el trayecto al cuarto de su hijo, ella también le externó su inquietud sobre la posible reacción del mayor de sus hijos (esto hizo que Rogelio se pusiera aún más nervioso). Al entrar observan a Margarito enseñándoles a armar una figura con piezas didácticas a Mary y Gerardo.

Margarito: (volteando a verlos), Papás, ¡Hasta que regresaron!, mi abuelita y la tía Daniela estaban con una cara de preocupación desde que mi mamá se fue a buscarte papá.

Paula se acerca y le da un beso a su hijo. Enseguida Mary se levanta para que a ella también le de uno.

AP: (cargando a Mary), Hijo, te pido una disculpa por mi comportamiento hacia ti y tu hermana.

Margarito: No hay problema, estoy consciente de algunos problemas de los adultos, por eso me dediqué a cuidar a Mary mientras regresaban. Pero creía que estarían de vuelta hasta mañana por la noche, ¿por qué llegaron antes?

R: Porque hay algo importante que tenemos que decirte hijo.

Margarito: ¿Y qué es?

Rogelio le extiende la mano a Margarito para que se acerque. Paula le pide a Rogelio que cargue a la niña y se ofrece a ser quién le dé la noticia a su hijo.

AP: Margarito, sé que Mary aún no va a comprender lo que voy a decir, pero tú sí. Por eso deseo con el alma que esto te ponga igual de feliz que a tu papá y a mí.

Margarito: Todo lo que los ponga contentos a ustedes, sé que a mí también.

Paula se toca el vientre mientras comenzaba a derramar lágrimas y para darse valor mira a Rogelio.

AP: ¡Es que vamos a darte un hermanito amor!

Margarito: (¿?), ¿Un qué?

R: Un hermano o hermana, lo que Dios quiera Margaro, (él no contestaba), hijo, ¿qué piensas?

Margarito estaba en las mismas que su papá cuando se enteró (aunque por otros motivos), cosa que los ponía nerviosos, pues no estaban seguros que su hijo tomara a bien esta noticia. Los segundos pasaban y la tensión continuaba hasta que Margarito corrió para abrazar a su madre.

Margarito: ¡Qué bueno! llevo años esperando que me digan eso y nada, lo malo es que voy a estar muy grande para cuando él o ella pueda jugar.

Rogelio se aproxima a su hijo.

R: Margaro, la edad no te ha impedido velar por el bienestar de Mary, y mucho menos evita que juegues con ella y con Gerardo, por eso estoy seguro que cuando llegue tu otro hermano, harás lo propio como el mayor de mis chamacos y mi más grande orgullo.

Margarito abraza a su papá, Paula se les une invitando a Mary a hacer lo mismo, solo que por su edad no comprendía. Gerardo los miraba ajeno a lo que pasaba.

AP: (besando la cabeza de Margaro), ¿Qué les parece si jugamos entre todos?, porque el pequeño Gerardo solo nos está mirando y no es justo que ignoremos a un niño.

R: Ta bueno, por mi no hay problema.

Margarito: Tampoco de mi parte, pero hay una cosa que quisiera hablar de hombre a hombre con mi papá, ¿sino es molestia mamá?

AP: Claro que no es molestia, yo por lo mientras, juego con los niños.

Paula y Mary regresan con Gerardo. Rogelio lleva a su hijo a la recámara que era de Paula.

R: ¿Y de qué me quieres hablar hijo?

Margarito: (se sienta en el baúl), Pues que de verdad me alegra que nos den otro hermano, aunque me preocupa un poco mi mamá.

R: ¿Por qué te preocupa?

Margarito: Es que la he notado extraña, a veces está de buenas, otras se enoja, o como ayer que estuvo llorando.

R: Hijo, tu madre está pasando por una etapa difícil dentro del maravilloso momento en el que se encuentra y nosotros como los hombres encargados de esta familia, nos toca apoyarla mucho más que nunca. Estoy consciente que no debería pedírtelo a ti porque aunque ya estás en la adolescencia, son cosas que solo me corresponden a mí, pero sé que has madurado mucho durante este tiempo y entiendes lo quiero decirte.

Margarito: (sonriente), ¡Con que era por eso!, pensaba que de nuevo le habías hecho algo como en el pasado. En la escuela nos explicaron unas cosas de esas a las que te refieres. Así que no te preocupes, voy a apoyarla en todo lo que pueda.

Margarito se levanta y le pone una mano en el hombro a su padre.

Margarito: Solo que creo que tú no la vas a pasar muy bien, así que mucha suerte papá.

Margarito corre de regreso con Paula y los niños.

R: (preocupado), ¡Caramba!, ¿será tan pesado como me lo pintan?, hasta mi chamaco me compadece.

Rogelio sale para unirse con su familia. Durante algunas horas de juego, Paula se disculpa porque el viaje la debilitó (además de sentirse mareada), Rogelio se ofrece a acompañarla, pero ella le dice que no tardará mucho y que mientras regresa, continúe jugando con los niños.

En la entrada de la casa, de una camioneta pick up blanca desciende Mercedes que venía para recoger a su hijo. Se dirigía al cuarto cuando escucha la voz de Ernesto (que platicaba con Pancho, Hugo y Marcial). Se desvía a la sala y él se levanta para saludarla. Estaba sorprendida de verlo ahí, porque supuestamente estaría tres días fuera de San Gabriel, pero él le explica que regresaron por un asunto muy importante para Ana y Rogelio, aunque no le dio más detalles porque quería que la misma Ana Paula le informara, por eso le pide que vaya con ella para que pueda darle todo su apoyo como amigas que son.

Paula entra a su cuarto y ve que están Dany y Consuelo esperándola.

Consuelo: (la abraza), ¡Patrona!, quiero decirle que estoy muy contenta por usted y el patrón. Los dos han sido muy buenos con Hugo y conmigo, que se merecen toda esta dicha más que nadie.

AP: Muchas gracias Consuelo, no sabes lo emocionada que me siento por esta bonita noticia.

Dany: Pues no es para menos amiga. Debes estar muy contenta porque ese bebé es como si te devolvieran al angelito que se fue.

Mercedes iba a tocar pero la puerta estaba entreabierta, sin embargo al escuchar lo que Dany acaba de decir, prefiere escuchar con atención lo que Paula le contestaría, y de esa forma entender de lo que hablaban.

AP: No es el mismo Dany. Este bebé es del hombre a quien en verdad he amado siempre, y por eso estoy segura que su esencia será la misma que la de su padre.

Dany: (apenada), Perdón Ana Paula, no fue mi intención incomodarte.

AP: No me incomodaste Dany. Es más, me ayudaste a responderme lo que me preguntaba desde el momento en que presentía que estaba embarazada.

Consuelo: ¿Y qué es lo que se preguntaba patrona?

AP: ¿Si era una mala mujer?, porque aunque fue bonita la primera vez que sentí un ser dentro de mí, (se toca el vientre), este bebé me da una alegría que no pude sentir en aquél momento. Así que me puse a meditar, y me di cuenta que eso se debió a que yo no amaba a Gustavo como creía. Tardé un poco pero me di cuenta que como me decían, lo idealice y lo que se supone era amor, era cariño, por eso me daba miedo que Rogelio se enterara porque ya lo amaba y no quería irme de su lado.

Dany: ¿Entonces tú lo amaste desde mucho antes de lo que supuestamente decías?

AP: (sonriendo), Sí. E incluso puedo decirte ahora que estoy segura que siempre he amado a Rogelio.

Consuelo: Pues sí se le nota patrona. Solo un ciego no vería el verdadero amor que se tienen los dos.

Dany: Como una vez te dije, ¡Qué bonito!, lo de ustedes parece una poesía.

Paula se levanta y toca el dije que le regalara Rogelio.

AP: Aún no sé porque Rogelio no me dio este bonito símbolo de nuestro amor el día de la boda, pero cada vez que lo veo me transmite sus sentimientos, así como espero que cuando él vea el suyo, pueda sentir los míos.

Mercedes se retira porque sentía que estaban menospreciando a su hermano en todos los sentidos. Decide mejor pasar por su hijo para irse. Pero de la misma forma que con Paula, se detiene cuando escucha que Rogelio estaba con los niños. Se asomo y lo ve jugando con su hijo de una forma tan paternal como nunca había visto al duro y prepotente Rogelio Montero. Juanita la ve parada y se acerca.

Juanita: Señora Mercedes, la cena está servida.

Mercedes: (sin prestarle atención), ¡Ese hombre!, ahora resulta que le salió lo paternal con hijos que no son suyos.

Juanita: Pues el patrón siempre está jugando con los tres niños. Pero nunca lo hace cuando usted está aquí porque dice que se puede molestar.

Mercedes: ¿Molestar?, y según tú patrón ¿de qué me puedo molestar?

Juanita: No sé. Pero una vez le dijo a Hugo que con eso de que usted piensa que es un monstruo prefiere no incomodarla con su presencia, por eso se encierra en su despacho mientras usted está en la casa.

Mercedes: ¿Él dijo Monstruo?

Juanita: Eso mero seño.

Mercedes se quedó quieta recordando el momento en que dijo esa misma palabra al referirse a Rogelio, y sabía que nunca lo había hecho en su casa o la Hacienda. Juanita al verla pensativa prefirió dejarla sola.

Mercedes: ¿Será posible que me escuchara aquella vez?, no creo, de ser así, me hubiera reclamando.

De pronto Margarito sale del cuarto cargando a Mary, mientras Rogelio traía a Gerardo.

R: (sobresaltado), ¡Mercedes!, perdón, no sabía que estabas aquí. Gerardo ve con tu mamá.

Gerardo enseguida estiró sus brazos para que su mamá lo cargara.

R: Bueno, pos yo los dejo, tengo muchos pendientes que atender, con permiso Mercedes, te quedas en tu casa.

Mercedes: Rogelio, Juanita vino para avisar que la cena está servida, me imagino que ésta vez si nos acompañas ¿verdad?

R: Es que comí algo en el camino, y por ahora no tengo hambre.

Mercedes: Debo ser insoportable, porque casualmente cuando yo vengo tú nunca cenas.

R: No es eso. Recuerda que cuando vinieron las socias de la Hacienda, estuve presente.

Mercedes: Tú lo dijiste, porque estaban tus socias.

R: Mira, tienes razón. Es una falta de respeto que no esté con mis invitados. Margaro, acompaña a Mercedes al comedor, mientras voy por Paula.

Margarito: Sí papá, ¿vamos tía?

Rogelio no tuvo que ir hasta el cuarto, porque Paula, Dany y Consuelo iban a bajar al comedor. La cena transcurrió de forma normal. Mercedes no perdía detalle del comportamiento tanto de Paula como el de Rogelio. Se veían muy contentos y se procuraban incluso en los alimentos, él le daba de comer como lo hiciera en el Hotel y ella no dejaba de acariciar su mano. Con esas imágenes entendía las palabras de Consuelo, "solo un ciego no vería el verdadero amor que se tienen", y ella había sido ciega durante mucho tiempo.

Al término de la cena, los malestares de Paula le impidieron continuar la convivencia con sus amigos. Rogelio se disculpó con todos, porque iría a cuidar de su esposa. Por eso los demás optaron retirarse para que los patrones de la Hacienda estuvieran tranquilos.

En la mañana del siguiente día, Paula le pidió a Rogelio ir a la clínica a ver al ginecólogo y coordinar los días de las citas para el cuidado del embarazo. Estuvieron un tiempo largo hablando con el Doctor, porque era una persona que le gustaba dar una amplia cátedra de responsabilidades que se adquieren cuando se va a ser padres. Cuando pensaban que había terminado, pidió ahora hablar únicamente con Rogelio, Paula no quería irse sin él, pero el Doctor le advirtió que tardaría un poco, por eso su esposo le dijo que no se preocupara y que se fuera con Pancho a la Hacienda, y que le pidiera a Marcial pasar más tarde a recogerlo. Con un poco de resistencia salió del consultorio, pero decide hacer tiempo platicando con Ernesto y Mercedes.

Consultorio de Ernesto:

Los dos estaban platicando sobre el embarazo de Paula. Él al principio no quería hablar del tema, por las razones que su mujer expresara hace años. Pero aceptó porque no atacaba a Rogelio de la misma manera de antes. Y mayúscula fue su sorpresa porque le dijo que se encontraba arrepentida por como lo había estado tratando, ya que Juanita le contó unas cosas que nunca se pudo imaginar respecto a él.

Mercedes: Lo que aún no entiendo, es ¿cómo supo que yo pensaba que era un monstruo?

Ernesto: Porque nos escuchó el día que le pedí venir para entregarle los resultados de los estudios de fertilidad.

Mercedes: ¿Estás seguro?, pero nunca nos reclamó nada.

Ernesto: Porque no es el ser monstruoso que siempre creíste Mercedes. Pero lo que provocamos con eso, fue que tuviera dudas con respecto a lo que Ana Paula sentía por él.

Mercedes: ¿Por lo que dije sobre el motivo para aceptarlo?, (exaltada), Ernesto, en verdad yo pensaba que fue porque ella sentía que nunca volvería a tener un hijo, y tontamente creí que como amaba a mi hermano, no quería negarle el ser padre y se conformó con Rogelio.

Ernesto: Te entiendo Mercedes. Pero espero que también comprendas lo que pudimos ocasionar por hacer comentarios sin fundamentos. Porque con todo y los años de tener un matrimonio envidiable, Rogelio vivía atormentado por esa duda que sembráramos en él.

La puerta del consultorio se abre de golpe mostrando a una Paula realmente molesta, como nunca antes la habían visto.

AP: (dirigiéndose a Mercedes), ¿Cómo pudiste decir tanta estupidez?, ¿acaso no te bastó con todo lo que viste que hice para estar junto a Rogelio?, aún con eso, estuviste a punto de arruinarme la vida.

Mercedes: ¡Ana!, te juro que cuando dije todas esas tonterías, me encontraba deprimida por la muerte de mi hermano y pensaba que era culpa de Rogelio.

AP: (llorando de rabia), ¡No se justifica Mercedes!, por eso el día de la boda Rogelio actuaba extraño, (mira el dije que tenía en su mano), ahora entiendo porque no me lo dio aquella vez. Seguramente pensaba que sería tonto de su parte entregar este corazón a quién no le correspondía de la misma manera.

Ernesto: Ana, entiendo cómo te sientes, pero recuerda que estás esperando un hijo y no es conveniente que te alteres.

AP: Y solo por eso me voy, pero eso si te advierto Mercedes, no quiero volver a verte en la Hacienda por lo que me reste de vida.

Paula sale corriendo del consultorio. Mercedes trató de ir tras ella, pero Ernesto le pidió no hacerlo para que no se altere más de lo que ya estaba.

Después de casi dos horas, Rogelio sale de hablar con el ginecólogo. Fue bastante tedioso, aunque educativo, porque le recomendó involucrarse en todo lo pudiera en el embarazo de su esposa. Le dio algunos folletos de lugares donde podía llevarla para hacer ejercicio, prepararla para cuando llegara el día del parto, entre otras actividades que ambos padres hacían juntos.

Al salir de la clínica se extraña de ver la camioneta con Pancho arriba. Se suponía que él llevaría a su esposa de regreso a la Hacienda y se quedaría allá porque había pendientes urgentes que tenía que atender con Hugo. Por eso le pidió a Paula que le mandara a Marcial. Se acerca y le toca el vidrio (estaba dormido).

Pancho: ¡Patrón!, dispénseme, pero como se tardó mucho me agarró el sueño.

R: (¿?), ¿Me tardé?, Pancho ¿puedes decirme dónde está Paula?

Pancho: La vi salir corriendo hace como dos horas. Trate de que me dijera a dónde iba, pero solo me contestó que no me moviera de aquí hasta que usted viniera.

Rogelio por alguna razón desconocida empezaba a sentir mucha angustia, y tomando su celular comenzó a tratar de comunicarse con Paula. Fueron varios intentos en los que en ninguno le contestó, cuando estaba por colgar en el último intento, escucha la voz temblorosa de su esposa.

AP: Amor, por favor ven al parque de San Gabriel, no te tardes.

R: Pero Paula, ¿sucedió algo malo?

AP: Solo ven por favor.

Paula cuelga y Rogelio apresura a Pancho para ir cuanto antes al lugar donde lo esperaba su esposa. El parque de San Gabriel no estaba muy lejos (así como tampoco era grade), por eso llegaron en minutos. Desde lejos la ve sentada en una banca. A pesar de que físicamente no se veía lastimada, al levantar su rostro observa que estuvo llorando bastante tiempo.

R: (acaricia su rostro), ¿De nuevo llorando? El ginecólogo me dijo que para evitar que te pongas así, necesitas enfocar tu tiempo en cosas más relajadas, por eso desde mañana te sugiero que te quedes en la Hacienda o si te complace más ir de ayudante a la clínica hazlo, que por los pendientes no te apures, entre Hugo, Consuelo y yo, los vamos a ver.

AP: (mostrando el dije), Rogelio, tú me dijiste que este regalo me lo querías dar el día de la boda, ¿entonces qué fue lo que te hizo no dármelo?

R: Pos, se me pasó y preferí esperar un momento muy importante para hacerlo. Como este, que es la venida de nuestro hijo.

AP: Suponía que no me lo dirías. Entonces voy a reformular la pregunta, ¿Cuánto crees que te amo?

R: Eso es algo que sólo tú puedes decirme. Pero según lo dijeras una vez, me amas más que a tú vida, (sonríe), solo que esa frase es únicamente mía señora Montero, usted la tomó prestada.

Paula sin decir nada se levanta para ir a sentarse en las piernas de Rogelio y lo besa, pero de la forma en que lo hace cuando están en la intimidad (desesperada y acariciándolo por todo el pecho). Las personas que pasaban por ahí los veían con asombro, porque el gran Rogelio Montero y su esposa no eran de exhibirse en público de esa manera, incluso los consideraban una pareja respetuosa. Pero ese grado de deseo que mostraban era algo impensable. Rogelio trataba de calmarla, pero entre más lo hacía más aumentaba la fuerza del beso y las caricias. Finalmente se detuvo, pero más por la falta de aire que por otra cosa.

AP: (hablando en voz alta), Aún no sabes lo mucho que te amo, pero si antes me desvivía por demostrártelo, ahora lo haré con todas las fuerzas que tengo, por eso quiero que todos lo sepan "TE AMO MÁS QUE A MI VIDA AHORA Y POR SIEMPRE".

R: (apenado), ¡Paula!, no es necesario que grites, no ves que van a pensar que estás desvariando.

AP: No me importa, necesito que lo entiendas y que nunca más en tu vida vuelvas a pensar que estoy contigo porque no me quedaba de otra.

R: ¡Debí imaginarme que Ernesto iría con el chisme!, Paula, eso fue hace mucho, además yo sé que no estás conmigo por eso, lo supe la noche en que te lleve a las lagunas a tener nuestra segunda luna de miel.

AP: De todas formas, quiero confirmártelo con mis palabras, con mis besos y caricias.

R: Sí pero, no crees que hubiera sido mejor que lo hicieras a solas. De esta manera me siento incómodo. Toda la gente no deja de mirarnos.

AP: (riéndose), Yo creo que te miran solo a ti, porque tienes toda la camisa desabrochada.

Rogelio voltea a verse y en efecto toda la camisa está abierta, lo malo es que unos botones se rompieron, por lo que la tiene que agarrar para que no se abra. Paula se levanta y empuja la silla para regresar a la camioneta. Las personas inmediatamente de que los vieron acercarse a ellos, huyeron lo más rápido que podían, pues aún con esa escena, la reputación del Rogelio furioso era imborrable. Ya rumbo a la Hacienda, Rogelio comienza a cuestionar a Paula sobre cómo se enteró de las dudas que tenía.

AP: Cuando fui al consultorio, escuche a Mercedes y Ernesto platicar justamente de la forma en que tú los oíste hace tiempo, por eso no quiero volver a verla nunca.

Rogelio toma su mano y la besa con ternura.

R: Tú no eres rencorosa Paula, y si me perdonaste mis errores a mí, mucho más debes perdonar este. No quiero que te amargues como yo lo hice una vez, además no es bueno transmitirle rencor a nuestro chamaco, por eso ahora mismo regresamos a la clínica para que arregles el malentendido con la esposa de Ernesto.

AP: ¿De cuándo acá sabes esos temas?

R: Es que el ginecólogo se dedicó a darme un tutorial de lo que se le transmite a los bebés de parte de ambos padres. Aunque la madre es quién aporta más. Por ese motivo, yo puedo odiar a Mercedes por los dos, ¿te parece?

AP: ¡Tú no la odias!, de haberlo hecho, no fueras tan considerado con ella.

R: Pos tienes razón, en parte le agradezco lo que dijo, porque de ese modo, supe lo valioso que soy para ti.

AP: ¡Qué modesto!, dices valioso en lugar de importante.

R: Es que uno tiene que darse su lugar.

Ambos se abrazan todo el camino hasta llegar a la clínica.

Mercedes se encontraba llorando porque perdió una buena amistad solo por sus tontos comentarios. Ernesto trataba de calmarla, hasta que ve a Paula acercándose. Ella le pide que las deje solas. Mercedes pensaba que iría a seguir reclamándole, pero Paula le dijo que olvidaran el asunto, porque si su esposo que era el afectado no estaba molesto, no había motivo para que ella continuara con algo que sucedió hace mucho y que en parte sirvió para reafirmar los sentimientos que se tienen. Las dos estaban consientes que no sería fácil volver a tratarse como antes, pero al menos lo intentarían. Afuera Rogelio y Ernesto platicaban.

Ernesto: Sigues sorprendiéndome con tu actitud. Nunca creí que traerías a Paula para que perdone a Mercedes.

R: Pos aprovecha que tengo este carácter, porque en cuanto se me quite este síntoma que me dijo el Doctor, voy a desquitarme contigo por las burradas de tu esposa.

Ernesto: Entonces voy preparando los papeles de un viaje a Hawái, para que te hagas cargo de los viáticos, antes de que se quite lo bueno.

Los dos se ríen porque a pesar de lo ocurrido en el pasado, finalmente pueden poner fin a lo que quedara pendiente hace dos años ocho meses.

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