CAPÍTULO 13
Era la segunda vez que despertaba antes que Rogelio, y como pocas veces, se estaba dando el lujo de observar cada rasgo de su rostro y de su cuerpo. Veía como su pecho subía y bajaba por la respiración que en ese momento se encontraba tranquila, a diferencia de las ocasiones en que se amaban. Mientras lo miraba, evocaba recuerdos de lo vivido anoche; tenía que admitir que lo que más le agradaba de su esposo, era cuando se descontrolaba por ella, dejándose llevar por toda la pasión y la necesidad que aún no creía ser causante de provocarle; también le encantaban las palabras que susurraba en su oído que la hacían saber cuánto significaba para él.
Si bien es cierto que desde que se entregó a Rogelio se sintió una mujer plena. Ahora su ser estaba completamente unido al suyo en todas las formas posibles en que dos personas puedan pertenecerse, por eso sabía que nunca sería feliz si él no estuviera a su lado. Con ese pensamiento, se abraza más fuerte a su cuerpo tratando de olvidar semejante idea. Rogelio siente la fuerza con la que lo sujeta y se despierta.
R: (acariciándole sus brazos), Paula mi amor, ¿no pasaste buena noche?
AP: ¡Como se te ocurre decirme eso Rogelio!, (Sonriéndole), todas las noches que compartimos son hermosas, pero ésta fue distinta porque me sentí completamente tuya. Y a ti más mío que nunca.
R: (él corresponde a su sonrisa y se acomoda en la almohada), Sí, lo pude sentir, ¡porque vaya que me lo demostraste!, si no me crees, solo hay que mirar los rasguños de mi espalda, (se gira para que los vea), hasta ahora me comienzan a arder.
Paula ligeramente apenada, coloca su mano en uno de los rasguños.
AP: ¡perdón amor, te juro que no lo hice a propósito!
R: (se voltea para abrazarla), No tienes de qué disculparte Paula. Esto significa que en verdad te sentiste tan feliz como yo, (baja su cara para darle un beso corto y se incorpora para poder alcanzar su silla), Señora Montero, vamos a levantarnos porque el tiempo apremia.
AP: Rogelio, ¡por favor no te vayas aún!, quisiera que estuviéramos un poco más aquí recostados, (acercándose), además, no creo que pueda existir algo de mayor importancia que este momento, ¿o sí señor Montero?
Paula comienza a dar pequeños besos por toda su cara. Esa táctica es la que más le fascinaba usar en Rogelio, porque sabía que no podía fallar, aunque él tenía otro plan más interesante de donde compartir ese momento y no pensaba ceder, por eso se empezó a retirar para finalmente abandonar la cama, con todo y el riesgo de que su mujer lo malinterpretara.
R: Perdóname de nuevo amor, pero te aseguro que a donde te voy a llevar, será un sitio en el que podemos continuar con esto.
AP: ¿Pero qué lugar puede ser mejor que este?, aquí hemos pasado los momentos más bellos, por eso no quisiera irme todavía.
R: Te comprendo Paula, pero tenemos otro sitio donde hemos estado depositando todas las cosas más importantes para nosotros. En ese lugar dejé algo desde hace más de dos años que había querido darte antes de nuestra boda y por diversas razones no pude hacerlo.
AP: ¿Qué es, Rogelio?
R: Cuando vayamos lo verás.
Paula accede y se levanta para arreglarse, al igual que Rogelio (con lo del jacuzzi no sintieron que fuera necesario volver a bañarse). Unos minutos después, tocan a la puerta y Paula que se terminó primero de vestir, le abre a Pancho.
AP: ¡Pancho, que temprano llegaste!, me imagino que Rogelio te pidió estar aquí a primera hora.
Pancho: En realidad patrona, no me dijo que viniera tan temprano, pero es que hoy en la mañana estaba dándole una lavada a la camioneta cuando un celular comenzó a sonar y me di cuenta que era el del patrón.
AP: Pero Pancho, solo tenías que haber tomado el mensaje y más tarde que vinieras se lo dabas a Rogelio.
Pancho: ¡Eso hice!, pero es que era del Banco de Tuxtla, no entendí bien, pero parece que hay un problema con una cuenta y les urge hablar con el patrón.
Rogelio venía saliendo de la habitación cuando escuchó lo que Pancho estaba diciendo.
R: ¿Cómo que hay un problema con una cuenta?, ¿con cuál de todas?
Pancho: No me dijeron porque no pueden dar información a cualquiera, por eso le piden que vaya personalmente.
R: ¡Me lleva!, y justo cuando estamos tomándonos unos días.
AP: No te preocupes Rogelio, aún podemos continuar con lo que habíamos planeado, recuerda que íbamos a ir a Tuxtla de todas formas.
R: Tienes razón, ¡vámonos entonces!
Paula y Rogelio se encaminan a Tuxtla. Mientras en el reclusorio varonil, Alejandro se encuentra esperando a que Bruno llegue al área de visitas.
Bruno: ¡Hasta que te dignaste aparecer!, espero por tu bien, que hayas traído lo que te pedí.
Alejandro saca de su portafolio unos documentos y de otro le muestra dinero.
Bruno: (leyendo los papeles), ¡Increíble!, de verdad que has trabajado bien.
Alejandro: Como puedes ver, todo el capital del Rancho se encuentra depositado en un Banco de Italia, y éste dinero es para que puedan sacarte por la madrugada, porque no falta mucho en que el Banco notifique a Rogelio de ese movimiento.
Bruno: Ya lo sé, mañana mismo me largo, ahora dime, ¿conseguiste fastidiar a Rogelio con su hermosa mujercita?
Alejandro: Lo intenté, pero ella no se prestaba, y según tú le gustan los hombres dulces y amables, además de idiotas.
Bruno: Pues así era Gustavo, pensé que si te comportabas igual caería rendida a tus pies. Pero parece que le atraen más los lisiados.
Alejandro: (saca un papel del saco), ¡Toma!, esta es la dirección de la casa que está a un lado de la carretera de Tuxtla. Cuando te saquen, dirígete allá mientras se hace la finta de que te están buscando, también te deje más dinero, los boletos de avión y las identificaciones que pediste.
Bruno: Muy bien, pues ahora sí te dejo, voy a preparar mis cosas para irme mañana por la madrugada. (Se recarga en la silla), Lo único que voy a lamentar es no haberme desquitado del lisiado infeliz de Rogelio, pero siempre hay formas, (se ríe), le tengo otro regalo con una persona muy querida para él y que está en unas condiciones más terribles que las mías.
Alejandro: (preocupado), ¿De quién hablas?
Bruno: De su hermana. No sabes las veces que he tenido que pagar para que la maten, pero lo loca la ha ayudado a mantenerse viva, solo que hoy si se le acabó su suerte.
Alejandro: ¡Quieres decir que!, ¿ya mandaste a alguien para lastimarla?
Bruno: ¡Tú qué crees!, ahora que su psiquiatra está fuera de combate, la pobre está muy sola, ese tipo ¡vaya que si era un estorbo!, lo malo es que no se ha muerto todavía.
Alejandro: (se levanta), Ya debo irme, pero antes necesito que me des los papeles para exonerar a mi tío, yo ya cumplí con todos tus encargos.
Bruno saca un folder de su pantalón y se lo da a Alejandro.
Bruno: Tus servicios están pagados abogadito, aunque no te mereces tanto, porque te puse en charola de plata a una mujer guapa, y no pudiste conquistarla, ¿qué tendrá ese maldito inválido, que la trae así?, ¡ah, se me olvidaba que ella es una pobre mártir sacrificada!
Alejandro: ¿No será más bien, porque lo ama?, de no ser así no estaría a su lado, se le ve en su rostro que es muy feliz con él.
Bruno: (furioso), ¡Entonces vamos a quitarle su felicidad!, lo que más le dolería a Rogelio es verla sufrir, pero yo no lo quiero vivo, así que él se tiene que morir para que su linda mujer se quede tan sola como siempre debió estar.
Alejandro: ¡Realmente tú eres el loco!
Alejandro sale lo más rápido que puede de ese sitio. Afuera en un coche jetta negro, lo espera Laura.
Alejandro: (subiendo al coche), ¡Vámonos!, ya no quiero estar en este maldito lugar.
Laura arranca y por un momento no le pide que le cuente nada al menos hasta estar lo suficientemente lejos del Reclusorio. A unos cuantos metros para llegar al Hotel, se detiene.
Laura: ¿Te creyó todo?
Alejandro: Sí. Por ahora le es imposible verificar que los documentos que le di son falsos. Lo malo es que el dinero que le dejé si es real y es mucho, ¿de dónde sacaste tantos billetes?
Laura: Hay un poder que otra persona manejaba, y que me asignó para que yo pudiera disponer del dinero de la cuenta bancaria.
Alejandro: Pues deberían usarlo para su protección. Pero, ¿cómo ha tenido tanto dinero, en las condiciones en que se encuentra?
Laura: Es una herencia que le dieron, desafortunadamente eso fue lo último que tenía.
Alejandro: Por cierto. Hay cosas que me dijo Bruno que me dejaron preocupado y es que mandó matar a la hermana de Rogelio.
Laura: No le prestes atención a sus amenazas, ¿te dijo algo más?
Alejandro: Que va a quitarle a Paula su felicidad, ósea Rogelio, parece que le duele que al final se enamorara de verdad de él, y como no lo quiere vivo, prefiere desquitarse de ella.
Laura: Mientras Rogelio y Paula estén fuera del alcance de Bruno, no hay de qué preocuparse. De cualquier forma nos quedaremos hasta que vuelva a la cárcel, (viendo la hora), vamos al Hotel, Jennifer ya debe haber regresado de dejar las cosas en la casa.
Por la tarde la camioneta donde vienen Paula y Rogelio llega a Tuxtla, inmediatamente él se dirige al Banco para atender el asunto de la cuenta (Paula se queda en la camioneta a esperarlo). Cuando sale se le nota preocupado y le pide a Pancho llevarlo al reclusorio femenil. Aunque quería saber lo que pasaba, Paula decidió no presionarlo con preguntas incómodas, por eso todo el camino se mantuvo únicamente tomándole su mano. Al entrar al Reclusorio y preguntar por el psiquiatra Mendoza, no le supieron dar respuesta de donde estaba o si su hermana se encontraba bien. Finalmente Paula decidió ayudar a su esposo pidiendo ver a su tía. Los guardias fueron a llamarla, poco después Rosaura sale y abraza a su sobrina.
Rosaura: ¡Hija!, que bueno verte, aunque me sorprendes, no se ha cumplido el mes para que vuelvas a visitarme, (mirando a Rogelio), también me da gusto que usted haya venido, Don Rogelio.
AP: Tía es que hay algo importante que Rogelio tiene que preguntarte.
Rosaura: ¿Y que es?
R: Rosaura, ¿usted sabrá si mi hermana se encuentra bien?, es que no se me permite verla por su situación.
Rosaura toma asiento y por un momento no contesta. Rogelio se comenzaba a desesperar, pero cuando iba a volver hacer la pregunta, ella decide hablar.
Rosaura: Por hoy está bien, pero sin ese doctor cuidándola no siento que dure mucho.
R: ¿Por qué lo dice así?, ¿Dónde está el doctor Mendoza?
Rosaura: Supuestamente tuvo un accidente hace más de una semana, casi poco después de haberle enviado la última carta. En cuanto los guardias se enteraron, comenzaron a enviar a Cynthia a una celda comunitaria por las noches. Ese psiquiatra no lo permitía porque hay veces que ella se encuentra tan ausente de lo que pasa a su alrededor, que ya la han tratado de matar en cinco ocasiones.
AP: Tía, ¿a qué te refieres con supuestamente?
Rosaura: Hay un guardia que siempre está peleándose con él, al grado que han llegado a los golpes, y no me sorprendería que ese accidente lo provocaran.
Rogelio estaba peor con eso, prácticamente entendía porque la cuenta de su hermana estaba sin nada, lo más probable era que le exigieran una fuerte suma al psiquiatra para su protección y al ya no poder pagarle por falta de dinero le mandaran un aviso con ese accidente. Rosaura lo veía muy mal y se dirige hasta quedar de frente a él.
Rosaura: Don Rogelio, hay una mujer guardia que le permitirá ver a Cynthia, y no le cobrará nada.
R: ¿dónde la encuentro?
Rosaura: Vaya y pregunte por Nancy, no hay necesidad de darle un apellido, (le señala a la mujer parada en una de las puertas), porque es ella. Dígale que viene departe del doctor Mendoza, con eso lo llevará con su hermana.
Rogelio da la vuelta y sin ver a Paula se dirige con esa mujer. Rosaura se sienta de nuevo frente a su sobrina, aunque por el momento prefirió no decir nada, y eso Paula lo entendió como que había algo más que su tía no quiso decirle a Rogelio. Solo esperaba que no fuera malo.
La custodia conduce a Rogelio a un área aislada. Al llegar a una puerta metálica, le abre. Él entra y ve que es en verdad un sitio grande pero con poco aseo, y escasa luz. Busca a Cynthia y la ve sentada en una cama de celda, abrazando sus piernas encogidas, mirando a la nada. Le agradece a la mujer y le pide lo deje un momento a solas con ella.
R: (acercándose lentamente), Cynthia, ¿puedes oírme?, necesito que me digas si te encuentras bien.
Ella no le responde, él se anima a acercarse más y le toma una de sus manos.
R: Hermana, desde hace mucho que no te veo, pero te juro que no es porque no te quiera, el psiquiatra Mendoza no lo veía prudente por tu estado. (Acaricia su rostro cubierto por la pañoleta), No te preocupes, ahora mismo me encargo de que nada te pase, recuerda que siempre voy a velar por tu bienestar.
Rogelio continúa hablando con su hermana, pero le parecía que estaba con una piedra. No había ninguna reacción de su parte, ni siquiera pestañeaba, y aunque hubiera deseado quedarse más tiempo con ella, la custodia entro y le pidió que se retirara porque pronto vendrían a dar un rondín y no sería bueno que lo encontraran en el cuarto.
R: (besa su mano), Cynthia, me tengo que ir, pero te juro que voy a volver. Sé muy fuerte y recuerda que te quiero.
Todavía no la soltaba cuando ella aprieta su mano y se gira a mirarlo.
Cynthia: (le extiende un sobre blanco), léela hasta que hayas regresado a la Hacienda pero por favor no lo abras antes, y ¡Adiós Rogelio!
Él lo toma sin comprender como era posible que le hablara de forma normal, si hace un momento parecía encontrarse en otro mundo. Quiso preguntarle pero ella volvió a la posición en la que estaba y la custodia agarra el mango de la silla para sacarlo de ahí. En cuanto sale, las lágrimas que Cynthia estuvo conteniendo comienzan a rodar por su cara.
En la sala de visitas Paula trataba en vano de saber que escondía su tía, pero ella desviaba la conversación con cualquier otra cosa. En eso Rosaura ve salir a Rogelio y antes de que llegue con ellas, se levanta para abrazar a su sobrina.
Rosaura: (susurra en su oído), No lo vayas a dejar solo, porque va a necesitarte mucho más de lo que te imaginas.
AP: ¿A qué te refieres tía?
R: Paula, ¿podrías ir con Pancho?, necesito tratar unos asuntos con personas no muy gratas y preferiría que no te vieran conmigo.
AP: (hincándose frente a él), Pero Rogelio, no me gustaría que fueras solo, esa gente me da miedo.
R: No te preocupes, ya antes he tratado con ellos y tú mejor que nadie sabe que tienen un precio que por fortuna puedo pagarles.
Paula asiente y él se va para hablar con unos guardias. Rosaura entra de nuevo al área que le corresponde de una manera muy rápida para evitar cualquier pregunta de parte de su sobrina.
Al salir del Reclusorio, tiene de otra vez esa sensación que oprimía su pecho desde la mañana cuando tuvo ese pensamiento sobre su esposo. Rogelio salió después de unos minutos, pero a pesar de haber pagado la cuota que le pidieron, algo en la actitud de su hermana le causaba un temor que no comprendía, era casi como si ya nunca fuera a volver a verla. A lo lejos cerca de la camioneta, ve a su esposa que no dejaba de mirarlo y para no angustiarla decide intentar sonreírle.
El camino al Hotel fue silencioso, Paula estaba recargada en su hombro con su mano unida a la de él. Cuando llegaron, cenaron un poco porque prefirieron irse a descansar. Se recostaron abrazados; durante la madrugada, Paula comienza a moverse de manera inquieta. Estaba teniendo un sueño donde Bruno se reía de ella diciéndole que su destino sería quedarse sin lo que más amaba por ser la causante de que sus planes fracasaran y por no amarlo. Se levanta muy exaltada, sudando y con lágrimas en sus ojos, mira a Rogelio que aún dormía, vuelve acomodarse junto a él abrazándolo pero sin poder conciliar el sueño, cuando lo había logrado solo pudo dormir dos horas, pues Rogelio se levantó a las ocho para regresar a la Hacienda (quería verificar unas cosas con Alejandro). Casi a punto de irse, la camioneta no arrancaba, Pancho trató de arreglarla pero él no era mecánico, así que Rogelio lo mandó a un taller para que la dejara en reparación, ordenándole no regresar hasta que no se la entregaran. Por su parte él solicitó los servicios de una agencia de coches en renta, pidiendo también un chofer, porque aunque Paula sabía manejar, prefería que no se expusiera a hacerlo en carretera.
Unas horas antes de las ocho, Bruno ayudado por unos guardias, escapa del Reclusorio. La cantidad que pagó por que lo dejaran salir, fue enorme, pero valía la pena, ya que entre el acuerdo estaba incluido un auto y un arma. Dos horas más tarde, cuando estaba por irse, observa a lo lejos a Rogelio siendo ayudado a subir al auto que rentara. En seguida ve Paula más bella que nunca con todo y el atuendo de gran empresaria ganadera que usaba. La mira entrar al coche y ve como le da un beso al hombre que más odiaba en la vida. Eso lo pone más que furioso, porque aún yéndose lejos, ellos seguirían siendo felices, como él nunca lo sería. Así que decide seguirlos y en una oportunidad deshacerse de su enemigo.
Paula al principio del viaje platicaba con Rogelio, pero ese presentimiento que la agobiaba, comenzaba a ser más fuerte.
R: Paula, Paula (pasa su mano cerca de su cara).
AP: Rogelio, por favor, regresemos al Hotel.
R: (¿?), Pero amor, ya estamos en carretera, a más tardar llegaremos a la Hacienda en la tarde.
AP: (se abraza a él), Por favor amor, podemos esperar otro día más, no hay prisa.
R: (frotando sus brazos), Paula, ¿qué tienes?, te siento muy nerviosa.
Paula lo besa con mucha desesperación. Sabía que ese no era el momento, pero necesitaba convencerlo de volver. Tan grande era su temor, que nuevamente las lágrimas aparecieron en sus ojos, que al contacto con los labios de Rogelio, éste termina el beso muy preocupado por su comportamiento.
R: ¿Qué te sucede Paula?, ¿por qué esas lágrimas, amor?
AP: Rogelio es que anoche tuve un sueño, y era sobre...
Antes de que Paula pudiera terminar, sintieron un empujón en el coche, Rogelio voltea y ve a la última persona que esperaba encontrarse en su vida. Bruno comienza a hacer señas de que mirara enfrente, él lo hace y ve como están cerca de una curva y debajo un barranco. Paula ya entendía a qué se refería su sueño, por eso abrazo a su esposo con todas las fuerzas que tenía. El chofer trataba de volver a la carretera porque prácticamente se encontraban rozando peligrosamente las vallas de protección, pero al momento de llegar a la curva, Bruno dio un empujón tan fuerte, que el coche rompió las vallas y se precipitó por el barranco golpeando fuertemente una roca que provocó que se volteara, y continuó resbalando hasta que topo con el tronco de un árbol permitiendo al coche detenerse por completo.
Rogelio comenzó a abrir los ojos, y a pesar de la sangre que comenzaba a resbalar por su frente, se enderezó para ver si Paula se encontraba bien. Ella estaba encima de él y parecía que afortunadamente solo se había desmayado, porque no se veían signos de sangre en alguna parte de su cuerpo. Esto gracias a que él la protegió, recibiendo todo el impacto cuando el coche se volteo. Comenzó a hablarle al chofer, pero lamentablemente pudo notar que éste no corrió con la misma suerte que ellos. Así que como podía trataba de arrastrarse para salir del coche, pues no sabía si del tanque estaba escurriendo gasolina, de pronto pudo ver unos zapatos y luego oyó la voz del ser más despreciable que jamás haya conocido.
Bruno: (agachándose), ¡Mira como terminaste Rogelio!, ahora es cuando más desearías poder caminar ¿verdad?, porque si pudieras, ya habrías sacado a tu hermosa esposa de ahí, pero como nunca lo hiciste, ella va a tener que irse contigo al otro mundo.
R: Miserable infeliz, ¿cómo demonios estás libre?
Bruno: Pues es gracias a tu dinero. Pero creo que eso ahora no te debe importar, y aunque me encantaría hacerte compañía hasta que este coche explote, tengo que continuar con mi nueva vida que he de disfrutar gracias a ti.
R: ¿Cómo que explote, idiota?
Bruno: Es que el tanque está tirando gasolina y como no me gusta que sufran las personas esperando su final, te voy a dar una mano encendiendo la llamita de un cerillo, que no creo que tarde mucho en llegar al tanque.
R: ¡Eres un maldito!, pero te juro que no te vas a salir con la tuya.
Bruno: (se ríe), Rogelio, creo que no estás en posición de amenazarme, las cosas cambiaron, ahora eres tú el que se encuentra sometido y todo por culpa de una mujer, (se levanta), ¡Hasta nunca, Rogelio!
Bruno busca el camino de la gasolina y tira el cerillo, en cuanto ve que se prende se va del lugar. Rogelio estaba desesperado moviendo a Paula para que se despertara, pero la impresión debió ser muy grande, porque continuaba inconsciente. De nuevo comienza a arrastrarse hasta que por fin pudo salir unos centímetros del coche junto con ella, pero ve como las llamas están por llegar al tanque, y se recrimina por ser un inútil, porque aunque salieron, sabe bien que la explosión los alcanzaría. Cuando estaba por rendirse recuerda que Jennifer le dijo que era él quién se negaba a caminar, así que haciendo uso de todas sus fuerzas logra ponerse de rodillas y solo rogaba para que sus piernas lo sostuvieran lo suficiente para mantenerse de pie. Era tan grande su deseo de salvar a Paula que con todo y el peso de ella pudo levantarse para dar los pasos que lo alejarían del coche. Aunque por momentos se caía, volvía a ponerse de pie. Al estar a unos metros el auto explota y por la fuerza en que lo hiciera, él se tira al piso cubriendo a Paula. Cuando está completamente seguro que ella estaba bien, cierra los ojos quedando incosiente.
En la carretera el jetta negro se dirige a la casa donde va Bruno.
Laura: ¡Viste!, eso fue una explosión.
Alejandro: Me imagino que alguien tuvo un accidente, en esta parte de la carretera es común. Pero ¡Ojalá!, que haya sido el maldito de Bruno.
Estaban por pasar sin voltear cuando Laura observa que casi al principio del barranco, se encuentran dos personas y se inquieta porque una le parece que es Rogelio, por eso se detiene y le pide a Alejandro que se cerciore. Él baja hasta ellos y le indica que en efecto eran Rogelio y Paula. En seguida de ellos, llegan varios policías a los que estaban guiando para ir a detener a Bruno. Una de las unidades pide una ambulancia para llevarlos al Hospital de Tuxtla. Laura le llama a Jennifer y le dice que vaya lo más pronto que pueda a acompañarlos y que también le avise a María, porque ellos no podían dejar que Bruno se les escapara.
Unas horas más tarde el auto de Bruno entra en un paraje lleno de pasto crecido que apenas lo dejaba ver el camino. Se adentra hasta el fondo y ve una casa de concreto de solo un cuarto, en obra negra. En ese lugar es donde estaría hasta que Alejandro le comunicara que el peligro había pasado. Al entrar y encender la luz, se asusta por la persona que estaba sentada en la única silla de toda la casa.
Cynthia: (Vestida completamente de negro con pantalón y chamarra), No sabes cuánto tiempo esperé volver a verte.
Bruno: (sorprendido), ¡Cynthia!, ¿cómo es que estás aquí?
Cynthia: De la misma forma en que tú lo estás. Pagando mucho dinero, pero en mi caso no es para escapar, sino para vengarme de lo que me hiciste.
Cynthia se levanta, se quita la pañoleta y los guantes, dejando ver las quemaduras que tenía por el incendio en el despacho de la Hacienda.
Bruno: ¡Yo no fui Cynthia!, Rogelio te encerró, te lo juro. Jamás te hubiera traicionado, tu sabes que ese maldito nunca te ha querido.
Cynthia: No te esfuerces por tratar convencerme. Rogelio siempre me quiso, pero nunca me permití verlo porque era una egoísta a la que solo le interesaba su propio bienestar. Solo voy a lamentar el no poder decirle en persona cuanto me arrepiento de haberlo traicionado.
Cynthia camina hasta una ventana pequeña para ver hacia afuera. En eso Bruno aprovecha para sacar el arma que tenía guardada y le apunta.
Bruno: No te preocupes por eso, porque te vas a ir junto con él al infierno que les corresponde a los Montero, aunque es una pena que no te pueda llevar al barranco donde lo dejé.
Cynthia: (voltea enojada), ¿Qué quieres decir?, por tu bien espero que no te hayas atrevido a hacerle algo a Rogelio.
Bruno: (se ríe), ¡Esto sí que no me lo creo!, Tú demostrando amor hacia él, Cynthia, pero si fuiste la primera en desear acabarlo, ¿acaso ya se te olvidó todo lo que le hiciste?
Cynthia: (acercándose), No lo olvido, pero ahora mi mente se encuentra libre para poder ver las cosas como en aquél entonces no quise verlas. Yo nunca he odiado a Rogelio, solo que no soporté cuando tuvo ese maldito accidente que acabó con nosotros como hermanos y que me enclaustró en mi propia casa, para que años después viniera alguien que consiguió lo que yo nunca pude; regresarlo a como era antes.
Bruno: Eso significa que nunca le has importado, pero como no tengo tiempo de hablar con una loca, te deseo un agradable viaje al lugar donde Rogelio y tú puedan ser los hermanos que no fueron en esta vida.
Bruno acciona el arma, pero ésta no dispara una sola bala.
Cynthia: Es una pena que no seas lo suficientemente inteligente para darte cuenta que no tenía balas. Así como los documentos que traes contigo, son falsos.
Bruno: ¿Cómo dices?, eso no puede ser, tienen el sello del Banco Italiano.
Cynthia: "El dinero compra muchas cosas en la cárcel", esta frase se la dije a una persona que me estuvo ayudando a buscar la forma de acorralarte, (vuelve a sentarse en la silla), ahora no me acuerdo de las demás cosas que le dije, pero creo que si Rogelio viera todo lo que una loca como yo pudo hacer con tan poca fortuna que me dio, estaría muy orgulloso de mi.
Bruno: ¿Tú mandaste a las personas que estaban detrás de Alejandro?
Cynthia: ¡Sí, fui yo!, y también compré a tu amigo el tuerto para que me dijera lo que planeabas hacerle a Rogelio, o más bien, a Paula, porque el Rancho la Negra es de ella. ¡Claro!, todo esto por medio de mi amiga Laura, si la recuerdas ¿verdad?, que benéfico que Vanesa le haya contado lo que me pasó, porque vino a verme. Cuando le platiqué que me estaban tratando de matar, se ofreció a ayudarme. Solo que yo le dije que únicamente haría que se te transfiriera a un penal de mayor seguridad y un poco más peligroso que el de Tuxtla, aunque mis verdaderos planes para ti son otros.
Bruno: No creas que puedes asustarme, ¿qué puede hacer una loca desarmada contra mí?, (se acerca a ella), ¡nada Cynthia! Y he de decirte que tu plan para librar a tu hermano de esto no te funcionó, porque ahora debe estar igual de quemado que tú junto con Paula, solo que él ya está muerto.
Cynthia al oírlo se descontrola, lo toma del cuello y comienza a presionar para asfixiarlo. A pesar de que Bruno es hombre, la fuerza que ella ejercía era mayor debido a su desequilibrio emocional. Pero de repente lo suelta, éste se arrastra para alejarse de ella, sabe que un enfermo mental es mucho más peligroso que nada y no se arriesgaría a darle oportunidad de volver a acercarse.
Cynthia: No creas que vine aquí sin nada, estoy enferma, pero no soy idiota.
Se acerca a la ventana de nuevo y la abre, al agacharse toma unos botes de gasolina y un arma. Bruno se siente cada vez más temeroso, pues quiera o no aceptarlo, la tranquilidad con la que la veía no era normal y eso solo significaba que actuaba por inercia, y cualquier cosa que fuera hacer realmente sería fatal para él. Más se altero al verla esparcir la gasolina por toda la casa. Cuando terminó se acerca de nuevo para hablarle.
Cynthia: Si no te hubieras atrevido a intentar matar a mi psiquiatra, tal vez nunca habría pensado en hacer todo esto, porque, ¿Sabes a qué vine realmente?
Bruno: (levantándose del piso), Escúchame Cynthia, aún podemos solucionar las cosas, si me permites puedo asegurarte que haré hasta lo imposible por llevarte con Rogelio, ¿acaso no quieres verlo?
Cynthia: Si ya está muerto, entonces muy pronto lo voy a ver.
Bruno: (aterrado), ¿Qué quieres decir con eso?, No estarás pensando en...
Ella no lo toma en cuenta y saca lo último que llevaba, (un encendedor), lo prende y lo arroja al piso. Él trata de huir, pero Cynthia le dispara en la espalda haciendo que caiga al piso.
Bruno: (retorciendo de dolor), ¡Por favor Cynthia!, con mi muerte no se arregla nada.
Cynthia: ¿Quién te dijo que quiero que te mueras?, lo que quiero es que vivas muchos años como Rogelio vivió y como yo vivo ahora. (Riéndose), ¡Bueno!, eso si la policía llega antes de que te consumas en las llamas de tu propio infierno.
El fuego se extiende por toda la casa, afuera los gritos de Bruno es lo único que escuchan los policías, que inmediatamente llaman a los bomberos mientras algunos tratan de entrar, pero el incendio era demasiado grande. Laura sale de su coche muy desconcertada, porque eso no era lo que había hablado con Cynthia.
Bruno fue rescatado con vida, aunque tenía muchas quemaduras en la mayor parte del cuerpo. Aproximadamente una hora tardó en consumirse el fuego, Laura se acerca para saber si había alguien más, pero los bomberos le informan que solamente encontraron a Bruno, aunque no descartaban que pudiera haber otra persona bajo los escombros. Ella rogaba a Dios que Cynthia no estuviera ahí, porque sino jamás se perdonaría el haberla ayudado a encontrar la muerte.
En el Hospital de Tuxtla
Jennifer tenía rato de haber llegado, y aunque preguntaba por Rogelio y Paula, los médicos no le decían nada porque no era familiar, poco después llegan María y Ernesto, (utilizaron el helicóptero para estar ahí lo más pronto posible).
María: (alterada), ¡señorita Smith!, ¿Cómo está mi niño y Paula?
Jennifer: No lo sé María, ese medicucho no quiere darme información porque dice que no soy de la familia.
Ernesto: Entonces déjenme ir a preguntar, señorita Smith por favor tranquilice a María.
Jennifer: Ok Doc., pero no se tarde, que ya me comenzó a preocupar no saber nada.
Ernesto se dirige con el doctor encargado de Paula y Rogelio, estuvieron un momento conversando y luego el otro médico se retira.
María: Ernesto, ¿qué te dijo el médico?
Ernesto: No se preocupe María, los dos están bien. Aunque Rogelio tiene golpes en la mayor parte del cuerpo, ninguno es de consideración, solo un brazo se encuentra con algunos cortes. Sobre Ana, me dicen que únicamente sufrió un desmayo que de seguro fue por la impresión del momento y que todavía la mantiene inconsciente, ellos piensan que Rogelio debió protegerla con su cuerpo, por eso es quién se encuentra un poco más lastimado.
María: (suspira aliviada), Hay Ernesto, ¡qué susto me metieron!, ¿pero saben a qué se debió que el coche se saliera de la carretera?
Ernesto y María miran a Jennifer, que no sabía si decirles la verdad o esperar a que Laura llegara. Para su fortuna no tuvo que hacerlo, porque unos policías iban para tomar la declaración de Rogelio y Paula, pues sabían que Bruno fue quien trató de matarlos, según lo que Laura y Alejandro les habían informado. Sin embargo el médico encargado de ellos, no les permitió verlos.
En uno de los cuartos, Paula comenzaba a despertarse, llamaba insistentemente a Rogelio, y empieza a alterarse porque todo lo que pasó se le viene a la mente como un flashazo. Mira a todos lados buscando a su esposo y sin importarle la aguja de su mano se la arranca para salir del cuarto. En la sala de espera solamente se encuentra María, ya que Jennifer y Ernesto habían ido por café. En eso escucha a Paula gritando el nombre de Rogelio y se levanta para tranquilizarla.
María: Paula, cálmate, ya lo malo pasó hija.
AP: (llorando), No María, Bruno quiere matarlo, y tú sabes que yo no soportaría que algo malo le pasara.
Ernesto y Jennifer regresaron y ven a María luchando por calmar a Paula.
Ernesto: (tomándola de los hombros), Ana, ¡por Dios!, mira tu mano, está sangrando, cómo se te ocurrió quitarte así la aguja.
AP: Suéltame Ernesto, tengo que ir a ver a Rogelio, (se deja caer al piso), por favor llévame con él.
El médico se acerca con algunos enfermeros y la regresan el cuarto donde vuelve a colocarle el suero donde le pone un tranquilizante, y sale a hablar con Ernesto.
Médico: Dormirá toda la noche, por el momento no siento que sea buena idea que vea a su esposo, porque lo más probable es que se altere de nuevo, ya mañana estará más calmada y su mente le permitirá asimilar mejor las cosas que sucedieron hoy.
Ernesto: Es entendible que personas que sufrieron una situación como la que ella pasó, se pongan así, ¿pero doctor, a este grado?
Médico: ¡Bueno doctor!, quizás sea más susceptible que los demás, usted sabe que no todos tenemos las mismas reacciones, por ahora solo debemos preocuparnos porque se calme, mañana la doy de alta pues no tiene absolutamente nada, con permiso.
Ernesto: Pase doctor.
Delegación de Tuxtla:
Laura y Alejandro finalmente terminan de hacer su declaración. Con todo lo que pudieron entregar como pruebas sobre las amenazas de Bruno, por el caso del tío de Alejandro, además de su huída del Reclusorio, se determinaría el traslado a otro centro de mayor seguridad, aunque lo evaluarían un poco más, pues por el disparo que le dieron en la espalda, quedo paralítico y con quemaduras muy graves. Lo que si no pudieron (o no quisieron) explicar fue justamente sobre esa bala, debido a que el incendio acabó con todo, estaban investigando si encontraban algo o alguien que pudiera haberlo provocado. Al retirarse Laura le pide a Alejandro que la acompañe al Reclusorio femenil para saber si Cynthia estaba bien, pero una de las guardias le dijo que no sabía nada de ella. Con la inquietud se van al Hospital.
En la entrada se topan con Dany, (que llegó en coche), y van juntos a reunirse con los demás, pero como eran muchos el doctor les pidió que solo se quedaran dos personas, siendo Alejandro y Dany los elegidos por Jennifer, argumentando que la pobre de María ya no era una jovencita para andarse desvelando, por lo que un poco incómodos ambos aceptan.
Casi de mañana, Paula vuelve a despertarse y aunque sigue inquieta por no ver a Rogelio, prefiere no poner sobre aviso a los médicos, así que se levanta quitándose de nuevo la aguja y sale lo más discreta posible para buscarlo. Se le ocurre ir al cuarto más cercano y para su buena suerte lo encuentra ahí dormido, pero al verlo con su brazo derecho totalmente vendado al igual que su cabeza, comienza a llorar.
AP: (abrazándolo), Rogelio, amor, ¡por favor!, abre tus ojos y dime que estás bien.
R: (despertándose), Paula, que alivio que te encuentres bien.
AP: Te lo debo a ti, porque pude sentir como me protegiste cuando el coche se volteo, pero de ahí ya no supe más.
R: La impresión y el miedo provocaron que perdieras el conocimiento, aunque en ese momento pensé que te habías lastimado.
Paula empieza a besar su frente cubierta por la venda, mientras sus lágrimas mojaban el rostro de Rogelio.
R: Pero Paula, ¿por qué lloras?, los dos estamos bien, (sonríe), bueno, tal vez yo un poco magullado, pero lo importante es que nada malo nos sucedió.
AP: Preferiría mil veces ser yo quién esté así, a soportar verte herido Rogelio.
Rogelio le toma su mano pero siente que está húmeda, al mirarla ve el rasguño que le hiciera la aguja al momento de quitársela y del cual salía un poco de sangre.
R: Paula, ¿por qué viniste, si me imagino que estabas en cama?
AP: Necesitaba saber que estabas bien, no soportaba no verte, (aumenta sus sollozos), tenía miedo que Bruno te lastimara, no tienes idea de lo que sentí en ese momento en que pensé que te perdería.
R: ¡Tranquila Paula!, tú eres una mujer muy fuerte. Desde hace mucho que no te veía ponerte así.
AP: Lo siento, lo que menos quiero es alterarte.
R: Está bien, solo prométeme que vas a tratar de calmarte ¿sí?
Paula se recuesta en la cama y Rogelio se mueve para que ella esté más cómoda. En ese momento entra el médico.
Médico: Señora Montero, ¡de nuevo se quitó el suero!, solo espero que esta vez no se haya lastimando.
R: (mirando a Paula), ¿de nuevo?,
Ella no le contesta.
Médico: Anoche hizo lo mismo, aunque estaba en un estado de nervios mucho mayor, pero como veo que se encuentra más tranquila, ya puede dejar el Hospital. Y en cuanto a usted señor Montero, tendrá que quedarse al menos hoy para hacerle unos estudios por el golpe en la cabeza.
R: Pos si no hay de otra. Doctor antes de que se vaya, ¿podría decirme quienes vinieron a vernos?
Médico: El doctor Ernesto, una señora que me parece se llama María, un hombre de traje, tres señoritas de la cuál una de ellas es algo especial, porque me dijo todas las groserías que pudo en inglés, y creo que nada más.
R: Gracias, mi esposa solo se cambia y desocupa el cuarto.
Médico: Muy bien señor Montero, espero a la señora para darle su alta.
El médico sale y Rogelio le pide a Paula que vaya a buscar a Alejandro porque era necesario saber qué pasó con Bruno o en su caso, qué harían con él.
Más tarde, Alejandro entra al cuarto junto con Laura para hablarle de los verdaderos motivos que hicieron a ambos ir a la Hacienda. Mientras Laura le contaba lo que planeo Cynthia, Rogelio no dejaba de sentirse preocupado, y un poco incrédulo de que en medio de su enfermedad, haya podido hacer todo eso. Cuando les preguntó si se encontraba bien, Laura solo le pidió disculpas, pues no sabían nada de ella, y temía que no haya podido salir del incendio. Esto último le removió lo último que su hermana le dijera, por eso pidió que le dieran el sobre que estaba en su camisa y que lo dejaran solo. Cuando salieron del cuarto Rogelio abrió el sobre y comenzó a leer la carta.
Querido Rogelio:
Esta es la primera y última carta que te escribo, me hubiera encantado haberlo hecho antes, pero no me atrevía a aceptar que yo misma provoqué mi desgracia, por eso te culpaba y te maldecía, porque en mi mundo, tú eras el único culpable de nuestra separación. Sin embargo en este tiempo pude darme cuenta, que no te apoyé lo suficiente cuando sucedió tu accidente. Permití que te hundieras en tu dolor, y con eso yo me hundí en el mío. Pero no quiero hablarte de ese pasado, lo que en verdad quiero que sepas, es que en serio lamento todo lo que te hice a ti y a mi madre. ¡Sí!, ¡mi madre!, a ella también le debo una disculpa por como la traté. Recuerdo que cuando éramos niños, siempre estuvo junto a nosotros, y en ese entonces la quería más que a la mujer que supuestamente me dio la vida.
Lamentablemente nada podemos hacer para regresar el tiempo y cambiar aquello que se hizo mal. Aunque sí puedo asegurarme de que nada se interponga en tu felicidad y la de tu esposa (que aunque quiera, todavía no me agrada, pero sí te ama, con eso me basta). También siento mucho el haber usado todo el dinero que me asignaste para protección, pero creo que tendrá un buen uso al final de cuentas. Con esta última cosa que haré como la loca que todos temen, estoy segura que nunca volveré a ver la luz del sol, porque tú sabes que no me dejarán salir de aquí ni con todo tu dinero (eso si me encuentro viva). Por eso te voy a pedir, que en caso de que así sea, nunca más regreses, no quiero continuar recordando lo que fue y lo que no podrá ser.
Finalmente soy la mujer que tanto esperaste, ahora puedo valerme por misma y está demostrado que no necesito de protección, porque en todo este tiempo nunca usé el dinero para eso. Por último, solo me resta pedirte que seas muy feliz, que mi madre sea dichosa y a mi hija, ¡Tú hija!, no le menciones nunca quién fue su madre, Paula es la más indicada para ostentar ese título.
Adiós Rogelio, ¡para siempre!
De tu hermana que te quiere.
Cynthia
Al terminar de leer la carta, todo el sentimiento acumulado en su corazón se libera. Estaba seguro que eso era lo que le transmitió su hermana al momento de oprimir su mano, una despedida que aceptaría por ella y por él, para que sus vidas continúen sin recordar todo lo malo que pasaron, y esperando algún día en otra vida, volver a encontrarse y ser los hermanos que no fueron en esta.
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