XIII - Fuego Valyrio
Habían pasado unas semanas, los cuervos llegaban y todos esperaban expectantes noticias de Invernalia, el Muro o de Rocadragón. Lo que fuera. Mayleen pensaba a menudo en la carta que remitió a Jon, la misma de la que nunca obtuvo respuesta. Quería pensar que estaban de expedición antes de que alguien le había matado o que había desaparecido. Todos querían saber qué era de Invernalia, las últimas noticias hablaban de unos pocos hombres del Hierro defendiendo los muros infranqueables. Theon estaba rodeado de otros centenares de norteños dirigidos por Rodrick Cassel, castellano de Invernalia en ausencia de Robb y Catelyn. Eso era todo.
Lord Tywin comenzaba a moverse y con él, los murmullos contra la causa del Joven Lobo. Mucha gente empezaba a perder su respeto y pasaron de llamarle “El Rey en el Norte” a “El Rey que perdió el Norte”. En cierto modo, May sentía lástima por él; era un simple chico de diecisiete años que tuvo que madurar antes de tiempo por rescatar a su padre en un intento fallido. Sólo le quedaba ganar la guerra. No podía permitirse la derrota.
—Lady Mayleen, ¿os encontráis bien? Parecéis ausente.
—Sí, maestre —susurró la joven cosiendo la herida de un cadáver a modo de práctica—. Tan solo pensaba en ciertas cosas que han ocurrido. ¿Tenéis correo de Myrcella? Dijo que me escribiría siempre que pudiera y…
—Esas cartas las tiene vuestro tío. No sabía que…—. La princesa le interrumpió y se marchó dando zancadas, dejando la sutura sin acabar a pesar de estar prácticamente perfecta. Llegó a la Torre de la Mano, donde la puerta del despacho de Tyrion estaba entreabierta. Pasó sin preguntar.
En el interior había una gran mesa rectangular de madera desgastada, encima numerosos pergaminos y libros de a saber qué contenido y una de las dos sillas estaba ocupada por el Lannister que buscaba. Tyrion estaba tan absorto en los pergaminos que analizaba que no se percató de la presencia de su sobrina.
—¡Dadme mi correspondencia! ¡No teníais derecho a robar mis cartas!
—Buenos días, sobrina. También me alegro de veros—. Mayleen bajó la mirada al trozo de papel que leía, pero su tío fue astuto y con disimulo tapó toda referencia a aquello que buscaba. May sólo tuvo tiempo de ver un pequeño mapa ininteligible. No supo identificar su contenido.
—Sólo necesito mis cartas y me iré. Nada de cotillear, nada de preguntas y nada de bromas —tendió la mano para recoger lo que buscaba—, ahora mismo.
—¡Vamos, dadle a la princesa lo que necesita! De esa forma no os molestará más.— Oh no, no podía ser él. Otra vez no.
—Largáos de aquí. Tengo una charla con mi tío, ser Bronn—. Mayleen lo dijo enfadada, pero el caballero lo tomó como un rol en el que no podían ser pillados.
—No recibo órdenes vuestras, sólo del que me paga—. En ese momento, la rubia dejó de mirar a Tyrion para lanzar una mirada asesina al mercenario. Ambos hombres estaban acabando con su paciencia en segundos. Bronn no bajó sus ojos en ningún instante.
—Vaya, es cosa mía o noto cierta tensión sexual entre vosotros—. Tyrion estaba de broma, bajo ninguna circunstancia se le pasaría por la cabeza que su pequeña sobrina fuese capaz de persuadir a un hombre prometiendo una noche de pasión. Sin embargo, fue necesario.
—Largáos ya, o diré a Cersei que os encargáis de llevar putas a Joffrey en secreto, ¿qué diría de semejante hazaña? —dirió una mirada al lord comandante— Un capa dorada que piensa en mil formas de hacerle el amor a una zorra ha persuadido a la Mano del Rey para mandar a esas prostitutas a su lindo hijo. La decepción y castigo serán bastante grandes.
—¿Cómo sabéis eso?
—¡Vamos! Ros es la puta más solicitada. Es hermosa y… la he visto en un par de ocasiones por los pasillos del castillo —se trataba de una verdad a medias, la había visto, pero toda la información se la daba Bronn. Cumplía muy bien con su trabajo—, es más, sé de la existencia de Shae y con ella os puedo hacer más daño, tío.
—Mayleen, no entiendes nada de…
—¡Entiendo mucho más de lo que todos creen! Nadie me toma enserio, pero llegará el día que desaparezca de este lugar y seré alguien más. Cuando ese día llegue, el Reino temblará ante mí—. Enfurecida salió de la habitación. No se dio cuenta, pero en su mano tenía un par de cartas. Una era de Myrcella, de hacía tres semanas, en ella hablaba de lo bonito que era todo, lo caballeroso que era Trystane Martell y lo agradable que era el clima. May se alegraba mucho por su hermana, sabía que se fue de Desembarco asustada y triste, aunque sus palabras en aquel pergamino sonaban feliz y, a decir verdad, Mayleen quería lo mejor para ella.
La segunda carta llegaba del Norte, era bastante antigua, la remitía Samwell Tarly que se disculpaba de la tardanza de la respuesta. Explicó el motivo de la tardanza y porqué no era Jon quien la escribía. Por lo visto, se separaron y Jon acabó con el legendario Qhorin Mediamano, el terror de los Salvajes. La chica dejó de tener interés en el pergamino en pocos segundos, el tal Sam no le importaba lo más mínimo, si Jon fuera el que hubo escrito la carta, May estaba segura de que la carta trasmitiría otro… sentimiento. Repulsión, tal vez.
Fue en busca de su madre, necesitaba saber más cosas de la futura batalla del Aguasnegras.
—Hola madre, venía a preguntaros algo… Sé lo que se nos viene encima y no puedo negar que siento algo de pánico—. Fingiendo miedo en la voz se sentó junto a ella.
—Oh Mayleen querida, nosotras, Sansa y otras estúpidas de la corte estaremos seguras. También llamaré a Ilyn Payne para que se quede en el peor de los casos.
—¿Estaremos en una especie de mazmorra o algo?
—Dentro de la Fortaleza, en el Torreón de Maegor—. Cersei miró a los ojos de su hija tan penetrante que May pensaba que sólo de esa forma le sacaría la verdad.
—¿Joffrey dirigirá el… ataque? No quiero ofenderos madre, pero no tiene madera de guerrero—. La pequeña Lannister empezaba a jugar con fuego al meterse demasiado en profundidad.
—Él querrá, le mandaremos con los arqueros. Sandor abrirá la batalla cuando lleguen a tierra—. El semblante de Cersei estaba encriptado totalmente y por tanto su hija la imitó.
—Creí que sería una batalla naval.
—No tenemos claro lo que va a suceder. De cualquier forma, estaremos bien—. May asintió, se levantó de la silla y pretendió salir de la sala—. ¿Por qué preguntáis todo esto?
Aún estando de espaldas, Mayleen sonrió y respondió:
—Vine con otra intención. Algo sobre Joffrey relacionado con unas rameras que le hacen compañía, pero no sé en qué momento la conversación se torció tanto.
—¿Quién?—. Cersei se puso rígida y su hija se volvió a mirarla.
—Tyrion. ¿Queréis hacer que pare? Amenazadle de la forma que tan solo su hermana sabe, ¿habéis observado a las rameras? Encontrad a la adecuada y le tendréis atrapado—. Mayleen quiso escabullirse, pero fue llamada de nuevo.
—¿Cuál?
En esta ocasión fue la propia regente quien se levantó de su asiento y se acercó a la otra mujer. Los labios de May se acercaron al oído de su madre y susurraron un nombre.
Ya sabía dónde se esconderían las damas el día de la batalla, tan solo le quedaba descubrir qué quería decir Cersei cuando se refería a la batalla en tierra. Estaba claro que la flota de Stannis era mucho más fuerte que la de Joffrey, es decir, contaba con la ayuda de ser Davos Seaworth, un renombrado traficante de baja cuna y gran amigo del pirata Salladhor Saan. Si la batalla tenía lugar en el mar, el asaltante ganaría.
Mientras la joven buscaba respuestas, fue a investigar salidas alejadas tanto de la entrada a la ciudad como de ala en la que se hospederían las mujeres. Tenía que tener en cuenta el volumen de un caballo para su huida ya que por suerte, todo Guardia o espada estarían reunidas en un punto concreto y alejado.
Tanteó las puertas oxidadas de los jardines. Algunas estaban débiles y con un pequeño esfuerzo podrían abrirse. De todas esas salidas, la mayoría daban paso a un abrupto y muy pedregoso camino. Quizás fácil para bajar una persona o un perro, aunque no un caballo y Mayleen no quería que Chase cayera y se rompiera una pata. Y de repente lo recordó:
—Visitamos a su Sapiencia Hallyn—. Susurró pensando en la palabras que le dijo el mercenario un tiempo atrás.
Ya lo sabía, Tyrion tenía pensado hacer volar por los aires todos los barcos de Stannis con Fuego Valyrio.
Quedan 4 capítulos! Pronto vais a evidenciar una conversación vital para Mayleen con lord Varys... algo que podría causar su destrucción o su perdición.
Por cierto, al finalizar este libro me vais a odiar, así que os pido perdón por adelantado.
Os quiero!
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