Capítulo 2: Tú, mi bella compañía ᰔ
Minutos más tarde, Jungkook ingresaba a su hogar con el gatito al que se prometió cuidar y sanar. Con cuidado lo dejó sobre uno de los sofás de la sala y al poco tiempo, escuchó cómo Bam se acercaba, pero antes de que el animalito pudiera abalanzarse contra él o el minino, Jungkook lo paró en seco y observó la reacción de su pequeño invitado.
Su pelaje estaba erizado de nuevo y parecía querer salir corriendo, pero por obvias razones eso le resultaba una tarea imposible. A raíz de esto, Jungkook optó por tratar de demostrarle que su mascota no era ningún peligro para él. Bam ya había tratado con gatos ariscos, así que esto sería pan comido para él. Era un perro obediente, por lo que solo le quedaba estar atento a cada una de las indicaciones que su querido dueño pudiera darle para no alarmar a la bola de pelos naranja.
—Bonito, este es Bam—presentó al can que movía la cola de un lado al otro con entusiasmo desde una distancia prudente como para que no sintiera que estaba invadiendo su espacio—. No te hará daño, te lo aseguro. Él solo es muy efusivo cuando conoce a alguien.
No mentía con lo que le decía, pero ansiaba escucharse muy seguro como para que el felino le creyera.
El gato emitió un suave maullido como respuesta.
No se trataba de una queja o un reproche, él ya entendía lo que ciertas contestaciones felinas podían significar, por lo que se permitió soltar a Bam e indicarle con un ademán que se acercara al gato. El dóberman cumplió con la petición de Jungkook, esforzándose en no parecer intimidante ante el animal que se fijaba en hasta cómo respiraba.
Este era un paso importante para el veterinario, pues si lograba que se llevaran bien, el felino no se sentiría incómodo cuando notara que Bam se la pasaba pegado a él tanto en casa como en el refugio. Porque más que su mascota, era su compañero. Con su carisma, Bam se ganó hasta a los animales más desconfiados, por lo que Jungkook podría meter las manos al fuego, mientras afirmaba que esta vez tampoco sería diferente.
El gato olfateó al can por unos segundos que le resultaron eternos al veterinario, pero le supieron a gloria cuando se percató de que el pelaje naranja ya estaba en su estado normal como un indicativo de seguridad. No se sentía amenazado, ni buscaba una vía por la cual escapar o en el peor de los casos, atacarlos a ambos.
Las garras y colmillos de los gatos eran tan filosos como dagas, así que sufrir por cualquiera de ellas, podía llegar a doler como el infierno. Por eso, era mejor ganarse al gato para que no te viera como un posible victimario.
Jungkook sabía que este era un logro, pero todavía faltaba lo más difícil: revisar el estado de las patitas del gato.
Casi todos los felinos detestaban que les tocaran ahí, así que sería una tarea titánica el no ponerlo ansioso, pero esperaba que el felino viera que su intención era la mejor de todas. Tenía que comprobar si era una torcedura o si algún hueso estaba roto, y depende de eso, proceder con el tratamiento más adecuado.
—Bien, ahora que ya sabes que Bam es inofensivo, ¿me permitirías revisarte?
Taehyung maulló otra vez, desconocía como sería la dichosa revisión, pero el chico lindo contaba con su consentimiento. Era feo no conocer su nombre todavía, porque así no tendría que referirse a él de ese modo tan simplista.
Como si le hubiera leído la mente, el joven se dirigió a él con una sonrisa afable, decorando sus facciones.
—Qué tonto he sido, te pido esto y ni siquiera me he presentado—reprochó su actitud y acortó mucho más la distancia con el minino, extendiendo su dedo hacia la nariz de este—. Mi nombre es Jungkook, será un placer para mí ayudarte.
El gato no maulló, pero hizo lo que Jungkook estuvo ansiando en silencio. Movió su cabecita y dejó que le tocara su nariz; una de las pruebas más bonitas de confianza que un felino podría regalarte. Estos animales son tan sensibles, por lo que acariciarlo en esa zona en particular, significa que se siente cómodo y seguro con tu presencia, y que posee una conexión muy especial contigo.
El rescatista se veía llorando de alegría por algo que a muchos les parecería banal; pero para él, quien ha visto a tantos animales maltratados, poniéndose tan nerviosos con el mínimo movimiento que sus amigos o él pudieran hacer, esto significaba haber conseguido su más grande cometido como una persona que busca el bienestar de estos peluditos.
Lo aceptaba, así que se pondría manos a la obra desde ahora.
Con delicadeza y dulzura implícita, Jungkook agarró al gato y lo pegó a su pecho. Dejó un beso en su cabecita, justo entre sus orejas que permanecían levantadas por la atención que le ponía a cada detalle que sucedía en tiempo real en su ambiente, mientras se disponía a ir a la habitación que solía ocupar como consultorio improvisado. En aquel espacio, poseía lo necesario para tratar las cosas más básicas, pero si después de la revisión determinaba que la situación del minino era peor de lo que parecía, iría hasta el refugio para atenderlo.
Ojalá ese no fuera el caso.
Lo colocó sobre la mesa de examen de uso veterinario para comprobar su estado. Bam se había quedado afuera de la habitación, como si estuviese respetando el espacio del nuevo paciente de Jungkook, por lo que el veterinario podría llevar a cabo su trabajo sin temor a que el gato se revelara a último segundo por causa del curioso dóberman.
El gato estaba en su peso ideal, aunque se podría decir que era un poco más pequeño que el promedio, pero Jungkook supuso que quizá era algo genético. En cuanto a su edad, le estimaba casi tres años, y por el estado en el que se hallaba, suponía que no era un minino callejero. Tal vez se escapó recientemente de su hogar y acabó herido durante su travesía.
Sí, ese era el planteamiento más realista que se le ocurría por el momento.
—Estás bien, pero ahora déjame ver qué le sucede a tu patita izquierda, ¿de acuerdo?
Jungkook sonrió con cariño al escuchar un ronroneo, por lo que procedió a palpar la zona con cuidado. Ya se había fijado que la patita derecha solo estaba un poco adolorida, pero la del verdadero problema era la otra y tenía que descartar que se tratara de un hueso roto. Un quejido se hizo presente desde el instante en que lo tocó de forma directa, pero no se detuvo porque debía ser profesional y por más que le lastimara atestiguar el dolor de estos animalitos, debía descubrir cuál era el mal a tratar.
Para su buena suerte, el minino no puso resistencia, pero sus garras abiertas mostraban lo mucho que se estaba conteniendo de clavarlas en el veterinario por las horrorosas sensaciones que lo embargaban. Taehyung contó hasta mil hasta que escuchó un suspiro de Jungkook y acto seguido, se separó para buscar algo.
¿Tan rápido acabó la tortura?
Cuando el felino se relajó, imaginando que eso había sido todo y que pronto el dolor se iría, el humano regresó con algo que no supo identificar entre sus manos.
—Te tengo una buena y mala noticia, bonito—exteriorizó, revisando que la jeringa estuviera en perfecto estado—. No tienes ninguna fractura, así que no tendré que realizarte una cirugía, pero gracias al esfuerzo que has hecho para movilizarte, esa torcedura te tiene inflamada toda la patita.
Taehyung se quedó quieto. ¿Qué rayos significa eso? ¿Cirugía? Se escuchaba doloroso, pero de lo que entendió, ese era el peor de los escenarios y no era lo mismo a lo que se estaba enfrentado.
Jungkook parecía estar analizando la expresión que tenía pintada en su rostro, lo que le parecía extraño, porque jamás pensó que un humano pudiera comportarse de tal modo. Es decir, conocía que su apariencia podía causar ternura en varios de ellos, pero a su salvador parecía importarle demasiado su estado anímico y que le diera su consentimiento.
Era lindo, muy dulce de su parte, a decir verdad.
¿Cómo no confiar en alguien así?
Su experiencia con humanos era nula, sin embargo, todo indicaba que se encontró con alguien espectacular, único entre todos por el cariño y respeto que tenía hacia una especie que varios consideraban como inferior a la suya. Porque sabía que los humanos pensaban así de sí mismos por ser racionales a diferencia de los animales.
—Por Dios, yo sé que no me vas a comprender del todo, mucho menos me vas a contestar, pero te prometo que con esta jeringa te sentirás mil veces mejor—se sinceró, mientras se preparaba para inyectarle un medicamento que influiría en la desinflamación del músculo maltratado—. Sentirás un leve pinchazo—avisó y el gato anaranjado se resignó a lo que sea que fuera a experimentar.
Ya se había prometido dejar su vida en manos de Jungkook.
Efectivamente, Taehyung percibió como la punta filosa de la dichosa jeringa se enterraba en su piel. Su primera reacción fue soltarse a correr, pero la mano del veterinario lo sostenía con firmeza, así que se dejó hacer y cuando menos se lo esperó, la sensación tan punzante se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos.
—Listo, fuiste muy valiente—halagó al felino, acariciando su espalda con lentitud—. Mañana la inflamación será menor y en cuestión de tres días, deberías estar como si nada. Yo te estaré monitoreando y luego de eso, empezaré a buscar un nuevo hogar para ti, bonito.
¿Hogar? ¿Cómo? ¿No se suponía que si lo ayudaba era para quedarse con él?
Taehyung no comprendía, pero no deseaba volver a su comunidad. No lo sentía correcto después de crear un vínculo con esta persona. Los extrañaría, pero no tenía una razón de peso para quedarse ahí. Además, dudaba que alguien fuera en su búsqueda, porque lo más probable es que pensaran que decidió tomar su propio camino o que su destino fue el mismo que sus padres.
No dudada que lo tendrían en sus pensamientos por un tiempo, pero después seguirían como si nada, porque ellos no se encerraban en ese tipo de cosas. La vida continuaba y ellos fluían con esta, eso era lo único que conocían.
¿Acaso él malinterpretó las atenciones de Jungkook? Ahora el dolor lo sentía en el corazón.
No, no podía rendirse tan fácil. No le importaba que cuatro días fueran su límite para encantar a su salvador, porque lo conseguiría. Su familia siempre le inspiró a ser determinado, así que se esforzaría para hacerlo cambiar de opinión sin importar qué.
Esa era su nueva meta.
Y para conseguir su cometido, tenía muy presente que le tocaba usar sus mejores cualidades.
El gato giró un poco la cabeza y puso la mirada más tierna que Jungkook pudo ver alguna vez en un gato. No mentía, esos orbes grises con pupilas dilatadas parecían hipnóticos y la fuerza de querer acceder a cualquier capricho del animal, le estaban dejando desarmado ante el exceso de ternura.
Si no fuera por la patita herida del gato, Jungkook ya estaría abrazándolo cuál peluche de felpa. Ese sentimiento era más fuerte que él, y sabía que cualquier amante de los gatos, podría comprenderlo a la perfección.
—No me pongas esos ojitos, porque soy débil y me darán ganas de adoptarte—confesó, llevando sus caricias hacia la cabeza del minino.
Sí, justo eso era lo que quería.
La manipulación gatuna siempre funcionaba con los humanos de corazón puro.
Su madre le comentó que su hermana logró abandonar a quien se convirtió en su pareja haciendo esto y siendo la gata más mimosa del mundo, porque la mayoría de las personas tenían el concepto de que ningún gato se salvaba de ser huraño.
Esta era el mito más grande difundido sobre ellos, pues cada uno de ellos era diferente, mucho más si se trataba de su persona especial.
Le contestó con un maullido y lo que consiguió fue más comentarios cariñosos por parte del rescatista, quien ahora ya ni recordaba el hambre por el que estuvo pasando gracias al comportamiento mimoso del animal.
Sin embargo, tenía que comer o luego ese descuido le pasaría factura.
Minutos más tarde, Jungkook estaba comiendo su deliciosa cena en el sillón, en compañía de Bam y el gatito al que todavía no nombraba. Los tres veían la película de comedia que se reproducía en la televisión, pero el humano estaba pensando en que cosas podría utilizar para acomodar un espacio para el felino.
Así que después de tener su estómago lleno y contento, Jungkook se fue a su habitación para adecuar un rincón de uso exclusivo para su invitado; tomó unas almohadas y una cobija térmica con las que formó una cama improvisada, colocó una caja de arena totalmente nueva que se suponía debía llevar al refugio y finalmente ubicó unos platos para comida y agua que tenía de reserva en su hogar que originalmente eran para Bam —luego los reemplazaría—con el objetivo de completar su tarea de hacer sentir cómodo al felino.
Estando satisfecho con lo que veía, fue en búsqueda de ambos animales y para su sorpresa, el minino parecía estar muy a gusto en la cama que le brindó, mientras Bam se acostaba en la suya sin querer interrumpir el momento entre su dueño y el gato anaranjado.
—Me hace feliz que te guste, disfrútala mucho. Te será muy útil en lo que te recuperas.
Un ronroneo y unos cuantos cabeceos en su brazo fue lo que se ganó, y no pudo estar más complacido por el agradecimiento ajeno.
—No es nada... ¿Pelusa?
Era el nombre más cliché del mundo, pero no todo el tiempo podría decirle bonito, ¿o sí?
Un maullido que más sonó a protesta, fue lo que llamó la atención de Jungkook, así que, por pura inercia, le preguntó: ¿No te gusta el nombre provisional?
Obvio no, estaba horrible.
Por ahora no podía decirle cuál era su nombre real, pero mientras tanto, prefería que lo llamara con algún apodo lindo.
El gato dejó de restregarse contra él y empezó a mirarlo fijamente. Jungkook por un instante sintió que el animal estaba leyendo su alma.
—¿Acaso prefieres que te siga llamando bonito?
Por favor, sí.
Un fuerte y claro "miau" resonó entre las cuatro paredes y eso fue suficiente para que el veterinario llegara a una conclusión.
—De acuerdo, será como gustes, bonito. Tal parece que eres muy consciente de tu aspecto y estás muy seguro de lo que quieres. ¿Quién soy yo para decirte que no? La respuesta es clara —respondió un tanto divertido por la situación, aquel gatito era cariñoso, pero demandante.
Interesante combinación.
Él se jactaba de ser alguien difícil de manejar, pero no se lo pensó dos veces para cumplirle el capricho al minino atigrado.
Era un caso. Por suerte, nadie más que Bam era testigo de ello o se ruborizaría si alguno de sus amigos le vieran siendo tan complaciente como nunca antes. Aunque en su defensa, jamás trató con un felino con ese tipo de personalidad. Muchos le pusieron caras tiernas, pero ninguna le llegó tanto como la de este gato y eso era sorprendente.
Muy pronto descubriría la realidad tras esa mirada tan cautivadora y especial.
Tras recibir una lamida en la mano, otro gesto de puro cariño en el lenguaje felino, el cual significaba que el animal te ve como suyo, porque aprovecha a dejar pequeñas partículas de olor que cualquier otro perro o gato podrán identificar con facilidad, Jungkook se marchó al baño a darse un baño y ponerse su pijama para dormir luego de un día tan agotador.
El veterinario veía como algo muy normal recibir este tipo de mimo gatuno, pues no era la primera vez que le sucedía— y valía recalcar que era una suerte que Bam no fuera celoso o las cosas podrían ponerse tensas entre dos animales territoriales—, pero para Taehyung era una reafirmación más pesada de lo que estaba sintiendo por el afable humano.
Y ver que no era rechazado, solo alimentaba la ilusión de conseguir su cometido.
Pero, ¿de verdad lo haría?
El tiempo estaba corriendo y no perdonaba a nadie.
Tenía una oportunidad, por lo que no podía permitirse bajar la guardia.
Porque su corazón ya había tomado una decisión y dudaba tanto retractarse de ella.
Con suerte, el destino estaría de su lado, ¿cierto?
🍃
Los siguientes días, a partir de la llegada de Taehyung a la vida de Jungkook, fácilmente podrían describirse como caóticos. Y lo más gracioso del asunto era porque las cosas se salieron de control desde que el veterinario salió de tomar su ducha y encontró al gato acostado en la almohada del lugar que no ocupada en su cama.
En otras circunstancias, Jungkook hubiera agarrado al minino para devolverlo a su sitio, pero no tuvo corazón para hacerlo al verlo profundamente dormido. Así que, después de dejarle unos mimos en su cabeza a Bam, quien también ya estaba en el mundo de los sueños, se acostó en el colchón y se dejó llevar por Morfeo; sin siquiera reflexionar como fue que el gato llegó hasta allí.
Solo el dóberman fue testigo de cómo el gato se transformaba en un hermoso chico, pero nunca alertó a su dueño al ser llenado de mimos por el desconocido.
Mal momento para ser demasiado confiado con todas las personas que le ofrecen cariño, aunque bueno, ese era un rasgo más característico en los canes; sobre todo en los que poseen una personalidad muy extrovertida y amigable en general.
Después de eso, Jungkook se acostumbró a que el minino no quisiera recostarse en su cama, porque cuando hacía el intento de dejarlo ahí, le gruñía y él no quería que se enojara y todo el proceso de ganarse su confianza, se fuera a la basura.
Porque sí, para los gatos no existían medias tintas y si el humano actuaba de maneras que incomodaran al animal, en cuestión de minutos, notaría el cambio de actitud en este.
Muchos los verían como unos caprichosos por naturaleza, pero Jungkook sabía que eran exageradamente honestos con lo que sentían.
De todos modos, lo que más agradecía el veterinario era que el minino lo dejara dormir, porque otro rasgo importante de estos mamíferos eran sus hábitos nocturnos de cacería. Contaban con una visión tan desarrollada que les permitía movilizarse sin problema y realizar travesuras con una facilidad innata al ser incentivados por su intensa curiosidad; por lo que era una bendición que aprovechara esas horas para descansar y no jugar como lo hacía la mayoría.
Al segundo día, el gato anaranjado ya estaba en una mejor condición, así que este empezó a exigir más atención por parte de Jungkook, quien, hasta ese momento, no había tenido que atender ninguna emergencia con ningún otro animal y que seguiría de esa manera hasta que la semana finalizara. Sin embargo, tenía que seguir atendiendo otras cosas en su refugio, optando por ir en compañía del felino y su fiel can.
Por eso, al siguiente día de su encuentro con Jungkook, Taehyung ya tuvo el gusto de conocer a los amigos del susodicho: Yoongi y Jimin, una pareja tan opuesta, pero con una química innegable frente a todos quienes los vieran interactuar. A estos les pareció curioso el apego que Jungkook parecía estar desarrollando con el felino de pelaje atigrado, no obstante, jamás se lo hicieron caer en cuenta, porque tenían fe de que, por primera vez, el chico se permitía abrirle su corazón a otro animal que no fuera su perro.
Ellos conocían lo mucho que su amigo se reprimía para no encariñarse, así que verlo actuar tan despreocupado con aquel minino, les alegraba en demasía.
Tan encantado estaba Jungkook, que Taehyung ya estaba cantando victoria cuando el cuarto día llegó. Los momentos que estuvo compartiendo con su salvador fueron tan mágicos, tanto así que el minino no veía como una posibilidad decirle adiós a esos días preciosos, porque ya se habían grabado en su corazón y mente con tinta indeleble.
Pero al cuarto día, la realidad golpeó a Taehyung como un balde de agua fría.
—Bonito, ya estás curado, así que mañana me contactaré con Hobi hyung para que empiece a buscarte un hogar—informó, tras salir del baño con su cómoda pijama—. Así que será un gusto dormir por última vez contigo.
Maldición, esto no podía estar pasando.
Se negaba.
¿Qué haría ahora?
Acaso debía usar el último recurso, ¿o sería muy peligroso?
No, todavía no se sentía listo.
¿Qué tal si lo juzgaba? ¿Si sentía miedo de él?
O peor aún, ¿qué lo delataba y todo se iba a la basura?
No, estaba siendo demasiado paranoico. Jungkook jamás le haría una canallada de ese tipo, él mismo había sido testigo de lo mucho que amaba a los animales —lo aseguraba por el cariño con el que trataba a Bam y a él— y lo comprometido que estaba con su trabajo, por lo que sería horrible desconfiar de ese modo.
Así que se aferraría a la idea de que el veterinario cambiaría de opinión tras un buen sueño reparador, o estaría perdido para siempre. Y el único consuelo que le quedaría, sería que al menos lo dejaría dormir a su lado en la que parecía ser la última vez.
Cuando la luz solar se coló por una abertura de las cortinas de su habitación, Jungkook acabó por abrir los ojos con un sentimiento gigante de culpabilidad, pues en toda la noche no pudo descansar al pensar en lo raro que sería no tener a su bonito a su lado. Tan rápido se acostumbró a su presencia y a su bella compañía, que a pesar de lo que le había dicho, temía arrepentirse de por vida.
Así que, cuando se decidió a girar y encarar al felino para decirle acerca de su nueva decisión, preparándose para pedirle perdón si lo lastimó con sus palabras, porque era obvio que para el felino sería feo volver a acostumbrarse a alguien más después de haberle mostrado tantos gestos dulces y significativos que indicaban lo mucho que se encariñó con su persona.
Y muy en el fondo, él en serio creía que el gato lo comprendía.
Además, el vínculo con este se sentía tan fuerte por el simple hecho de que fue el primero al que le permitió tantas cosas, le abrió la puerta de su hogar y le dejó ser como quisiera.
Un completo minino mimado, cariñoso, y leal con él.
No podía dejarlo ir.
Hasta Bam estaba encantado con su bonito. Era hermoso verlos tan juntos, ya se querían como si estuvieran juntos desde hace años. Ya había perdido la cuenta de cuantas fotografías les tomó, las cuales irían directamente a su colección más personal dentro de la memoria de su laptop.
No obstante, se quedó paralizado al ver que un hermoso chico dormitaba en el sitio en el que el tierno gato se suponía debía estar.
¿Era una ilusión?
¿Seguía dormido?
No lo sabía, pero estaba anonado.
Sus ojos debían estarle jugando una broma muy pesada, porque se veía demasiado realista.
Era precioso, no tenía palabras para describirlo, pues estaba más allá de su imaginación.
No sabe cuánto tiempo estuvo observándolo, ni tampoco se planteó la razón por la que no gritó por ayuda, pues debería estar jodidamente asustado por el bonito desconocido en su habitación, pero no era para nada el caso y eso ya decía mucho.
Poco a poco, Taehyung abrió los ojos y la primera imagen que tuvo fue la de Jungkook, mirándole embelesado. Bueno, no es como si no le dedicara esas miradas desde que decidió brindarle su confianza, pero en esta ocasión, había algo diferente a lo habitual.
Parecía impresionado.
¿Qué rayos estaba pasando?
Cuando quiso maullar como interrogación, Taehyung se dio cuenta de todo.
El rubor cubrió sus mejillas de pan y no supo que esperar, quería que la tierra se lo tragara y lo escupiera en cualquier lugar lejos de ahí.
Ahora, ¿qué es lo que procedía?
Tal vez saludar sería lo ideal, ¿no?
Aplicaría la de suerte o muerte.
—¿Hola?
Continuará...
Espero les haya gustado este segundo capítulo, porque a partir de aquí, las cosas se vienes más interesantes para nuestros queridos protagonistas.
Cuéntenme que les pareció, por favor.
Nos leemos en el próximo, mis corazones.
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