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♡ 

Fue muy notorio cuando todo empezó a cambiar.

Era un lunes, si mal no recuerdo.

La maleta llena de libros y alguna que otra merienda para distraerme empezaban a pesar en mi hombro.

Había caminado varias calles para poder llegar al tren, pude haber tomado un taxi, lo sé, o quizás pedirle a alguien que me llevara a la escuela, pero no, era el único transporte en el cual podía relajarme, pensar, quizás escribir un poco mientras miraba a la ventana, semanas antes descubrí que era la mejor manera de dejar fluir mis pensamientos y emociones negativas mirando a la ventana, mirando el tiempo pasar... Suena aburrido, sí, mi mejor amiga Lisa me lo ha dicho muchas veces, pero ella no ve, piensa o siente como yo, aún así la quiero.

Estaba en la fila de pasajeros, mi estomago rugía por el hambre, suelo desayunar en la universidad o antes de entrar al tren, a veces no lo lograba por que el maldito tiempo no ayudaba.

Cuando por fin logré subirme, fui hasta uno de los vagones del fondo, mi parada era lejana, mientras tanto podría escribir o dibujar un rato, quizá adelantar el proyecto de ciencias para la semana próxima. La paz reinó todo mi ser al sentarme por fin, suspiré y me coloqué mis preciados audífonos, ''talking  to the moon- Bruno Mars'' empezó a sonar repentinamente y sonreí, era una canción que amaba de verdad y me inspiraba a dibujar. Saqué mi cuaderno de la mochila, con mi cabeza llena de ideas borrosas y rápidas que aceleraban mi corazón.

Con lápiz en mano, dejé que todos esos sentimientos de preocupación dejaran mi cuerpo, yendo a parar en mi muñeca, que se empezó a sincronizar con  mis pensamientos, dejando que el lápiz recorriera la hoja como quisiera, a su antojo, como si ya supiera que hacer; No dejé de ver mi dibujo en proceso, hasta que escuché una hermosa y suave risa que llegó de golpe a mi corazón, haciendo que la música que reproducían mis audífonos sobrará, por que la verdadera armonía estaba en aquella vocecita. 

Mi mano se había detenido, y mis ideas se fueron completamente, me quedé ahí, observando la hoja mientras mi cuerpo deseaba volver a escuchar esa melodiosa risa. Detuve la canción con un botón de los propios auriculares, y ahí sentí la presencia de alguien al frente mío.

Levanté la vista con algo de vergüenza, pero valió totalmente la pena.

-No Jennie... Te dije que mañana es la exposición, no hoy...

Me quedé observándola, en verdad había quedado en shook.

Una preciosa chica, un ángel caído del cielo, la gente no merecía ver aquél hermoso rostro que ahora estaba posado frente a mí; Unos hermosos labios color fresa brillantes, una limpia y blanquecina piel que contrastaba perfectamente con su hermoso cabello rubio, que caía como cascadas llenas de vida y color en sus hombros, sus ojos... No sé por cuanto tiempo me quedé observando esos hermosos orbes castaños bajo esas largas pestañas,  sin darme cuenta, ella había posado su mirada en mí... 

Me sentí tonta cuando reaccioné, volviendo mi vista a la ventana, sentía mis mejillas y orejas colorarse intensamente, sintiendo su mirada.

Dios mío, el ángel me miraba.

Tragué con fuerza, la vergüenza se apoderó de mis ojos, haciendo que estos empezaran a humedecerse.

Gracias al cielo que el tren había frenado, justo en mi parada, en el momento indicado.

Me levanté rápidamente sin dirigirle palabra o mirada alguna.

Todo el día estuve mirando a la nada, sin dejar de pensar en aquella hermosa chica sin nombre, que seguramente jamás volviese a ver...

Si la suerte estaba de mi lado, tal vez podría, solo un poco... Verla de nuevo.



Y quizás mi lado negativo estaba en lo correcto, pasaron unos días y no la volví a ver.

Ayer me compraron un cuaderno nuevo, lo llevé en mi mochila por si se me ocurría que hacer con él, y fue la mejor idea que pude haber tenido.

Había cerrado mis ojos, recostando mi cabeza en la ventana, mis auriculares reproducían ''cant help falling in love -Elvys Presley'', una canción tan hermosa como aquel ángel  que no había vuelto a ver. Pensé más de una vez que estaba alucinando por el hecho de que me sentía muy sola, y quizás la presión de Lisa por conseguir pareja llevó a mi mente a confundir todo, y solamente... Dejarme perdidamente enamorada de una chica que solo pude ver una vez, solo una, y ya sentía como mi estomago se revolvía y mi corazón se aceleraba por los escenarios que mi mente creaba con tantas ansias.

Sonreí, aún con los ojos cerrados pero sin haber conciliado el sueño, abrí mis ojos.

Sentí una extraña presión en mi pecho, un nudo en mi estomago, nervios, sentí vergüenza, felicidad, añoranza... Todo eso por la hermosa chica al frente mío, de nuevo...

Miraba a la ventana, sumida en sus pensamientos... Oh, Dios, se veía tan hermosa así, haciendo nada.

Una idea iluminó mi cabeza.

Lentamente, con el corazón en la boca, saqué de mi mochila el cuaderno nuevo.

Lo repasé como si hubiera algo interesante escrito en las vacías hojas, para disimular.

Ahora se reproducía ''when youre smiling -Louis Armstrong'' y me sonrojé a sentir que esa canción describía perfectamente a la chica ángel.

Cuando no podía decir las cosas, siempre las escribía.

Desde pequeña ha sido así.

Y esta no sería una excepción. 

Miré por encima del cuaderno, la chica seguía observando la ventana y un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Primero la miraba, luego escribía un poco pensando en las palabras adecuadas, como si ella lo fuera a ver, a veces sentía que me miraba cuando yo no lo hacía, y presentía con toda la vergüenza en mis mejillas, que ella sabía que pensaba y sentía.

Me controlé por no mirarla.

Había llegado mi parada, guardé todo con afán y salí del tren.

De nuevo, sin poder decirle nada.



Definitivamente su belleza sobrepasaba todo lo humano, era demasiado para este mundo.

Solo respiraba y yo quería decirle todo lo que siento.

Pero era vergonzoso, era muy penoso y en mi cabeza sonaba tonto.

La había visto unas pocas veces, después de empezar a escribir sobre ella, me sorprendí al notar que ahora... Entraba todas las mañanas. De lunes a viernes. 

Hoy había decidido vestirme bien, una falda color marrón, un suéter beige, una boina del mismo color y zapatos negros. Me peiné y me coloqué un perfume con olor a vainilla, mi favorito, casi nunca lo usaba. Esa mañana me vi al espejo entristecida, en estos momentos deseaba ser un poco más bonita, para que me notara. Ella es perfecta, la perfección en forma humana, y no me cansaría de pensarlo hasta poder decírselo.

Me subí al tren ansiosa, faltaban dos paradas para que aquél ángel subiera, pero ocurrió algo que no planeé.

Llegaba con una amiga, agarradas del brazo, y en ese momento me sentía pequeña. Me había arreglado para ser notada y al parecer su amiga tenía toda la atención que yo anhelaba.

-Entonces te digo Rosie, que mañana tienes que llegar bonita.- espera, ¿Qué?- y no hay escusas-le dio un beso en la mejilla.

Bueno... Era mucho para procesar.

En primera, su amiga la trata muy... Cercanamente, que idiota fui, ¿ya tendrá pareja? Pero ese pensamiento se desvaneció cuando surgió la oportunidad de que Rosé (Así se llamaba el ángel) con su hermosa y melodiosa voz recalcó que no vestiría de alguna forma, aún que fueran mejores amigas.

Mejores amigas...

Un peso dejó mi cuerpo, respiré con menos preocupación.

Cuando llegué a mi parada me levanté rápidamente, sentí miradas clavadas en mi espada, y temí que las risas y carcajadas que escuchaba de su parte,  fueran para mí.



Era un miércoles, el peor día de la semana.

O bueno, no tanto.

La escuelo sí que jodía todo, me ponía mal y aguantaba el llanto mientras mis profesores arruinaban la vida de todos sin rencor. 

Hoy me había vuelto a arreglar, (De hecho, desde que me di cuenta que Rosé entraba al tren dos paradas después que yo, empecé a arreglarme todos los días).

Hoy había pensando mucho en si debía hablarle o no, en verdad que sí... Pero sentía un dolor en mi pecho, que estrujaba mi valentía y aguaba mis ojos, mi respiración faltaba y por eso entraba en pánico.

Había pasado una vez, que intenté decir algo. La miré mucho tiempo, después de unos minutos me devolvió la mirada, suspiró... Y volvió a mirar la ventana... Llené mis pulmones de aire con dificultad, me sentía pequeña, avergonzada y muy tonta al pensar que quizá podría despertar un interés en ella si... Si me arreglaba, pero en esos momentos solo quería morir de vergüenza.



Jueves.

Era muy raro que despertara antes de la alarma, sentía ansias.

O es jueves, mañana viernes y el fin de las clases por esta semana, quizás... Podría intentar invitarla... ¿A una cita el sábado? 

Negué completamente con la mejillas sonrojadas.

Fui hasta el cuarto de mis padres, estaban dormidos, lo cual es raro por que siempre están despiertos antes que yo.

-Mamá, ¿Estás bien?-le pregunté acariciándole la mejilla.

-Si mi amor, te amo... Tienes que ir a clase-dijo adormilada con una pequeña sonrisa.

-Papá, ya me voy-le susurré, el solo gruñó en señal de que escuchó, solo reí bajito y fui a la habitación de mi hermanito, hoy quería abrazarlos y decirles que los amaba, un peso en el pecho me gritaba que lo hiciera.

-Pequeño dormilón-le dije suavecito.

-Noona... ¿No estás enojada conmigo?-dice aún adormecido, intentado abrir los ojos para mirarme con tristeza.

-¿Por qué lo estaría?-pregunté confundida.

-Por no haber llegado... A tiempo.-Sus ojitos se aguaron, pero tomé sus mejillas en mis manos.

-¿Otra pesadilla?- reí, un besito en su frente le di.

-Se sentía muy real Noona...

-Mejor espérame, ¿sí? Llegaré en la tarde y no arrunchamos a ver pelis.

-Pero...

-Shhh, nada de peros, pequeño... Tengo que ir a la escuela.

-No vayas hoy...-Me abrazó con fuerza, no estaba entendiendo nada... Y me empecé a sentir mal.

Jin siempre era cariñoso, era mi mellizo y nos queremos mucho... Pero... Sentía algo en mi estomago, y me arrepentí de no levantarme más temprano a comer algo.

-Se me irá el tren, Jinnie ... Tengo que ir.

Me soltó lentamente, en este momento parecía un niño de diez años, aún teniendo dieciocho.

Otro beso en su cabellera y agarré todas mis cosas.

Cerré la puerta silenciosamente.


Al llegar a la puerta del tren, y hacer la fila matutina, un niño se acercó, de unos nueve o diez años.

-Hola pequeño-me agaché a su altura.

-¿Has visto a mi mamá?-Preguntó, sus ojos estaban rojos de tanto llorar y la palidez de su piel me hicieron preocupar.

-Si quieres te puedes quedar conmigo mientras la encontramos, ¿Va?-levanté mi palma y el la chocó más animado.

Su madre llegó diez minutos después, agradeciéndome y subiendo antes que yo.

Fui a mi lugar habitual, al final. Esperando a la chica que me traía tan loca.

Hoy me sentía más relajada, quizá mi valentía volvió a mi cuerpo y por fin pudiera dirigirle unas palabras.

Mientras pensaba en como hacer aquello... Sentí que me miraban, oh Dios, es ella.

Me volteé lentamente, asombrándome su posición.

Estaba sentada en el filo de la silla, sus manos apoyadas en los pantalones beige, del mismo color que mi falda, su cabeza descansaba en la palma de sus manos.

Mirándome. 

Un escalofrió me recorrió la espalda.

Los nervios se apoderaron de mi cuerpo, y sin pensarlo dos veces solo pude pronunciar...

-R-Rosé...

Suspiró.

¿En qué tanto piensas, Rosé?

-¿Cómo te llamas?- Oh Dios, su voz... De nuevo... Estaba dirigida para mí.

-K-Kim J-Jisoo...

-Yo aún no te conozco y ya te echaba de menos cada mañana rechazo el directo y elijo este tren.-me susurró muy cerca de la oreja, me estremecí al sentir su aliento.

¿Por qué no elegir el directo? Es más sencillo...

Reaccioné, tarde, pero lo hice.

La miré a los ojos esperanzada, feliz, nerviosa.

Tragué con fuerza.

Su mano se apoyó en la mía, para luego lentamente unirlas.

Mi corazón se aceleró, sentí las lágrimas venir.

Se levantó y se volvió a sentar a mi lado, me tomó suavemente de la mejilla, haciendo lo tan esperado.

Sus suaves labios conectaron con los míos, algo que había soñado muchas veces, pero no de esa forma, al abrir mis ojos todo estaba oscuro.

Un túnel...

Apoyamos nuestras frentes, sonriendo, besó de nuevo mis belfos profundamente.

-Te quiero, Kim Jisoo.

-Yo a tí, Rosé.

Suspiré profundamente, antes de cerrar mis ojos, y sin darme cuenta...

Le había regalado el último soplo de mi corazón...


♡ 

''El corto tiempo en que nos conocimos, nos vimos y sentimos, no me  evitará que te ame para siempre,  Roseanne Park.''

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Si fuera más guapa y un poco más lista
Si fuera especial, si fuera de revista
Tendría el valor de cruzar el vagón
Y preguntarte: ¿Quién eres?


Te sientas en frente y ni te imaginas
Que llevo, por ti, mi falda más bonita
Y al verte lanzar un bostezo al cristal
Se inundan mis pupilas.


De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñita
Y me pongo a temblar


Y así pasan los días, de lunes a viernes
Como las golondrinas del poema de Bécquer
De estación a estación, en frente tú y yo
Va y viene el silencio


De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñita
Y me pongo a temblar


Y entonces ocurre, despiertan mis labios
Pronuncian tu nombre tartamudeando
Supongo que piensas: qué chica más tonta
Y me quiero morir


Pero el tiempo se para y te acercas diciendo
"Yo aún no te conozco y ya te echaba de menos
Cada mañana rechazo el directo
Y elijo este tren"


Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado
Un día especial este once de marzo
Me tomas la mano, llegamos a un túnel
Que apaga la luz


Te encuentro la cara, gracias a mis manos
Me vuelvo valiente y te beso en los labios
Dices que me quieres y yo te regalo
El último soplo de mi corazón


La Oreja de Van Gogh -Jueves.


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