3.
Bill apenas escuchaba lo que su sirviente le decía y lo poco que hacía era con desinterés.
Debido a que su atención se encontraba puesta sobre el castaño, quien estaba sentado en su regazo, como de costumbre, mientras se dedicaba a darle de comer mientras que el demonio le susurraba un par de cosas en su oído.
El menor soltó una pequeña risa con las mejillas bastantes rojas por las cosas que Bill le decía, sin contar que las lentas y suaves caricias que el rubio les entregaba a sus piernas no hacían nada más que aumentar su sonrojo y su libido a cada instante.
—Señor... ¿puede prestarnos un poco más de atención? —el mencionado frunció el ceño—, usted ni siquiera come.
Bill no pudo evitar encogerse de hombros mientras Dipper reía un poco más fuerte.
—¡Bill! Tenemos asuntos más importantes que atender, no necesitamos perder el tiempo viendo cómo te apareas con el humano —interrumpió Pyronica.
—El humano tiene un nombre —contestó irritado—, aparte, ¿qué asunto consideras que es más importante como para que puedas interrumpir mi almuerzo con Pino?
Pyronica no pudo evitar molestarse al escuchar esa respuesta.
—Queremos expandir esto —le respondió sin miedo—, así que mi recomendación es que dejes a ese estúpido humano y empieces a hacer lo que necesitas hacer para que nos podamos largar de este lugar. Ya perdimos todo el día de anteayer por la estúpida tradición mortal esa.
Bill frunció el ceño al escuchar como llamó al chico a su lado.
—Pino, ¿puedes moverte un momento? Por favor —dijo el rubio con un tono amable.
Dipper asintió, bajándose del regazo de Bill y sentándose en la silla que tenía al lado.
Bill se levantó de su lugar y todos pudieron ver como su cabello cambiaba de color a un rojo intenso.
—¿Quién te crees tú para decirme que hacer? —exclamó furioso—, ¡yo decidiré cuando es momento de expandirse! No alguien tan inútil como tú.
Pyronica parecía querer decir algo cuando fue interrumpida por los poderes de Bill que la hicieron levitar y cortándole la respiración.
—Discúlpate con Pino, no quiero que te vuelvas a referir de una manera despectiva a él —dijo mientras oprimía más la fuerza en el cuello de Pyronica, y ella asintió como pudo—, ¡nadie le faltará al respeto! ¿Quedó claro?
—Sí, señor —contestaron los monstruos.
—No te escucho —le dijo Bill dirigiéndose a la figura en el piso.
—Lo siento, Sr. Pines —habló atragantándose, Dipper simplemente asintió sonrojado.
—Ahora los quiero fuera de mi vista —dijo el rubio con el cabello aún más rojo—, ¡a todos! Rápido.
Todos los sirvientes y amigos del rubio desaparecieron temerosos.
Dipper se mantuvo ahí, viendo al demonio sentarse nuevamente y relajarse antes de voltearlo a ver con una sonrisa.
—Lamento que hayas tenido que verme así de nuevo —se disculpó el rubio—, suelen ser unos imbéciles la mayor parte del tiempo.
El castaño negó varias veces con la cabeza antes de corresponder su sonrisa, retomando su viejo lugar mientras comenzaba a acariciar el cabello del demonio, que volvía a su color amarillo.
—Te ves realmente lindo cuando te enojas —le comentó riendo tontamente.
—Me alegra escuchar eso... —contestó Bill—, por favor, continúa con lo que hacías
Dipper besó rápidamente al rubio antes de volver a su vieja actividad.
«Ya estaba harto de escuchar a Mabel hablar y hablar sobre lo perfecta que era su relación con Gabe, es por eso que, ahora me encontraba dibujando de lo único que se me venía a la cabeza recientemente.
—Y te digo —me decía mi hermana—, estuvimos todo el día juntos, tomados de las manos... algo que veo difícil que puedas hacer, tu pareja definitivamente sufrirá mucho eso... debido a tus manos sudorosas, aunque probablemente nunca sepas como es eso.
No pude evitar fruncir el entrecejo al escuchar aquello, a Bill no le importaba nada de eso, le daba igual si mis manos sudaban o no, cuando estábamos juntos sólo nos poníamos a disfrutar de la compañía del otro.
—Fue tan romántico —dijo con ensoñación.
Lo que me llevaba al tema de como sentía que me estaba volviendo loco, sintiéndome cada vez más y más desesperado por ver a Bill, a tal punto de que empezaba a verlo por todos lados, lo veía en el reflejo del agua y del espejo, caminando por el pueblo y como sombras en el bosque, cuando decía que lo veía por todos lados era porque realmente lo hacía.
Y aunque no lo tomaba como algo malo, verlo por todos lados sin ser él realmente sólo me creaba más deseos por tenerlo cerca. Una ansiedad que me consumía poco a poco y que sólo se calmaba cuando soñaba y el cuarto perdía su color, cuando Bill tomaba mis labios como suyos, cuando me hacía reír y luego yo lo hacía reír a él, cuando disfrutábamos plenamente de la compañía del otro.
Demonios... necesitaba a Bill.
—¿Me estás escuchando? —me preguntó molesta la chica—, te estoy hablando de algo serio.
—Saber que pasó en tu cita con Gabe no es algo serio Mabel —contesté de mala manera.
La castaña frunció el ceño ante mi respuesta.
—¿Qué estás haciendo? —me preguntó demandante intentando ver lo que dibujaba.
—No te importa —respondí, intentando esconder mi libreta—, ahora si me disculpas, agradecería que fueras a tu habitación, quiero estar un rato solo.
Mabel logró escabullirse y me quitó la libreta en un movimiento rápido, antes de reír fuertemente al ver lo que dibujaba, haciéndome sentir mal por ello.
—¿Sigues con esto? —preguntó burlona—, ¿si sabes que Bill sólo te está usando?
Le arrebate furioso la libreta. No era asunto suyo.
—¿Tu qué vas a saber sobre eso, Mabel? —le pregunté molesto.
—Uh, lo suficiente para no dejarme engañar por Bill —dijo con una sonrisa de autosuficiencia—, duh.
—Vete Mabel —advertí.
—No, primero escúchame, es decir —dijo divertida—, sé que sólo te gusta Bill porque es tu premio de consolación ya que yo siempre me quedó con los mejores chicos, como Gabe, por ejemplo.
—¡Qué te vayas! —le grité, no quería escuchar nada de eso.
—¡Que no! ¡Escúchame primero! —exclamó la castaña—, no es mi culpa ser la melliza que se llevó los buenos genes, la que los chicos siempre prefieren, ya sabes, por no ser tan rara y anormal como tú, pero hey, no por eso tienes que conformarte con un demonio que sólo te está usando, tal vez un día alguien más te haga caso.
—¡Gabe te está engañando! —contesté frustrado—, sólo sigue contigo porque quiere acostarse contigo, pero en realidad está viendo a otras mil chicas igual de ingenuas que tú, así que tú no puedes venir a hablarme sobre si alguien me está usando o no, en especial hablar sobre alguien que no conoces, ni que está interesado en hacerlo por lo estresante que puedes llegar a ser.
Mabel abrió los ojos a tope antes de sentir los ojos llenos de lágrimas.
—¡Estás mintiendo! —me dijo intentando respirar.
—Eso es lo que quisieras —contesté cansado de ella, mientras rodaba los ojos.
—¡Estás mintiéndome! —gritó antes de bajar las escaleras corriendo.
Al menos había conseguido que me dejará en paz.
Solté un suspiró mientras recogía mi libreta con los montones de bocetos que tenía de Bill.
—¡Dipper! —escuché la voz de mi tío desde abajo—, ¡¿qué te dije sobre hacer llorar a tu hermana de nuevo?!
Al escuchar aquello no pude evitar aporrear la puerta de mi "habitación", antes de lanzarme a la cama frustrado, ahogando con mi almohada el grito de ira que nació de mí. Y cerrando mis ojos con fuerza deseé estar en la Mindscape con Bill.
No era mi culpa que Mabel fuera así.»
El menor de los Pines llevaba a ambos cachorros en sus brazos, uno en cada brazo y un pedazo de pastel flotando tras de él.
Logró ver a su hermana a la distancia y sin dudarlo traspaso la barrera de energía que impedía únicamente a Mabel salir, él era libre de entrar y salir cuando quisiera.
La habitación estaba muy bien decorada, muy al estilo de Mabel. Tenía todas las comodidades para ser feliz, pero su rostro sólo representaba la pura molestia.
La castaña miró dudosa a su hermano cuando éste llegó ante ella, alrededor de ella había un montón de dibujos de odio hacia a Bill, pero Dipper decidió ignorarlos.
—¿Qué quieres? —preguntó desinteresada.
—Te traje pastel por nuestro cumpleaños, sé que fue antes de que llegarás y eso... pero estaba esperando a que estuvieras más tranquila —le contestó Dipper antes de sentarse frente a ella—, también quería presentarte a Shaitaan y a Devadaar.
—Ajá —murmuró de igual manera—, déjame adivinar, ¿Bill te dio los tigres?
—¡Así es! —contestó emocionado dejando caminar a los tigres por la habitación de la chica—, el de la mancha negra en el ojo es Shaitaan y el más tranquilo es Devadaar.
—¡Genial! —respondió con falsa emoción—, entonces si no te mata Bill, al final lo harán los tigres por él.
Al escuchar esto Dipper frunció el ceño, ¿su hermana planeaba seguir con eso?
—Si realmente Bill quisiera matarme ya lo hubiera hecho —dijo molesto.
—Dipper... —respondió igual de molesta—, él es un maldito demonio que se la ha pasado manipulándote por meses.
—¡Eso no es cierto! —gritó furioso—, ni siquiera lo conoces.
—¿Y tú sí? —cuestionó la castaña molesta—, te has dejado cegar por su estúpido cuerpo.
—¡Claro que no! —contestó Dipper—, a diferencia de ti, yo me di la oportunidad de conocerlo.
—¡Querrás decir que te diste la oportunidad de que te lavará el cerebro!
Antes de que pudiera responderle algo el castaño. Uno de los tigres le gruñó a la chica.
—Genial... otro defensor del demonio, ¿también a ti te lavó es cerebro? —preguntó burlona hablándole al animal.
Dipper se levantó molesto.
—Basta —le dijo el castaño.
—¡Sólo quieres que me calle porque sabes que es cierto! ¡Sabes que no te quiere y nunca lo hará! ¡Sabes que sólo te está usando, pero temes que nadie más "te quiera" y por eso dejas que te use! ¡Pero eres un tonto! ¡Es la primera vez que estoy de acuerdo con Ford, sí eres una vergüenza para la familia!
—No tengo ni idea de por qué decidí traerte pastel si no te lo mereces —le dijo irritado—, no eres más que una malagradecida. Bill y yo te hemos dado todo y tú no has hecho más que quejarte.
—Lo único que me dieron ustedes dos es infelicidad —respondió seria mirando el piso.
El menor apartó la mirada.
—En serio te odio Mabel —le dijo con lágrimas acumulándose en sus ojos.
Eso fue lo último que logró escuchar de su hermano antes de que éste desapareciera con ambos tigres.
La castaña miró el pastel antes de soltar un grito de pura frustración lanzando el pastel por los aires.
Bill Cipher iba a caer, eso se lo prometía a sí misma.
[...]
El demonio entró a la habitación como de costumbre notando algo que llamó demasiado su atención.
El castaño se encontraba sollozando mientras ambos de los cachorros le hacían compañía en la cama.
—¿Pino? —preguntó el demonio acercándose al menor.
El mencionado se sorprendió e intentó limpiarse las lágrimas con rapidez.
—¿Qué pasó? —le preguntó de nueva cuenta sentándose en la cama frente a él.
—No es nada —contestó apartando la mirada.
Bill frunció el ceño tomando de la barbilla al castaño para obligarlo a verlo.
—¿Acaso Mabel te hizo algo?
—Yo... es que... —Dipper bajó la mirada—, ella insiste en que tú... bueno, ya sabes.
Un par de lágrimas cayeron por su rostro.
—¿Y tú le crees? —le cuestionó.
—¡Por supuesto que no! —respondió el menor—, pero ella es mi hermana... y me duele que no acepte que esté contigo... y me dijo que soy una vergüenza para la familia... pero ya no importa, ya pasó...
En esos momentos Bill no pudo evitar pensar en dolorosas maneras de torturar a la melliza de Dipper.
Al ver al menor ocultar su rostro entre sus manos, las maldiciones en la mente del rubio desaparecieron. Y en un intento de calmar al castaño pasó sus brazos alrededor de él.
—Pino... ellos ya no son tu familia —le dijo el rubio en un tono calmado—, dejaron de serlo desde el primer instante en que te hicieron sentir mal.
Dipper no pudo evitar sorprenderse al sentir ese nuevo contacto con el mayor... sin poder evitarlo, los sentimientos se apoderaron de su cuerpo, llevándolo a un mar de lágrimas, acompañando el consuelo que le daba el demonio.
—Leí que a los humanos les ayudan los abrazos... —continúo Bill—, dime, ¿te está ayudando, Pino?
Dipper ocultó su rostro en el pecho del mayor, abrazándolo con más fuerza.
—Escúchame bien, no la necesitamos a ella, ni a nadie, Pino —le dijo Bill—, cuando hicimos el trato dije que estaríamos juntos los dos, los demás no son relevantes aquí, ni los monstruos que eran mis amigos ni tu familia, sólo importamos tú y yo Dipper... sólo tú y yo.
Con cada palabra que decía el demonio Dipper sólo podía pensar en lo muy equivocada que estaba su hermana.
El abrazo que le otorgaba el rubio sólo lograba compartirle calidez, una calidez que nunca nadie fue capaz de darle.
Es por eso por lo que el menor dejó que ese sentimiento lo dominará de nuevo. Nadie le quitaría esa cálida sensación.
No mientras él estuviera con Bill.
Adivinen quien volvió al infierno... así es, esta pendeja.
Adiós año sabático... hola tareas.
Bueno, les queremos un buen bbs, aunque la cuenta este medio muerta ahorita, pero y saben que es porque andamos trabajando en otros fics para ustedes, recuerden que este es un mini-fic que nos sirve de colchon. (Tal vez por eso no lo pelan -crying-)
PERO no olviden... ¡KICK! Ellos son el endgame.
Atte. Tanias y Kalita.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro