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2.

«Me encontraba recostado en el sofá con Bill sentado en el reposabrazos de este. Y con una sonrisa platicábamos con bastantes coqueteos de por medio.

Después de todo, el fantasma de Bill, causado por Cupido, había cumplido su promesa, ya que cada vez tenía citas más y más seguidas con él rubio, aunque a pesar de eso aún no podía ser capaz de controlar los nervios que Bill alborotaba en mí, cada vez que nos veíamos, pero eso poco importaba ahora, ya que en esos momentos sólo me importaba pasar tiempo con él.

Ambos veíamos un programa en la televisión, ya que Mabel se encontraba arriba con Candy y Grenda. Y mientras tanto, Bill me contaba un par de anécdotas divertidas y extrañas sobre su dimensión, algunos datos interesantes que sabía gracias a su infinito conocimiento y me lanzaba uno que otro cumplido que sólo provocaba que me sonrojara y riera tontamente junto a él.

—Me alegra poder pasar, aunque sea un rato contigo —solté sin pensar mientras bebía de mi refresco, viendo como tonto los ademanes que hacía el rubio mientras hablaba.

—Lo sé —murmuró antes de acercarse a mí—, es una verdadera pena que no podamos pasar tanto tiempo juntos como desearía.

Mientras decía eso tomó mi mano, y desee con todas mis fuerzas que lo dijera honestamente. Desvíe la mirada para evitar que Bill notará como me sentía, intentando ignorar aquella punzada en mi pecho.

—Por cierto, Bill... —murmuré con curiosidad intentando cambiar de tema—, ¿por qué hoy no traes tu típico traje?

Lo miré nuevamente, una vez que el rubor bajo de mi rostro y le pregunté refiriéndome a la ropa casual que llevaba encima, una sonrisa se extendió en el rostro de Bill.

—Me alegra que lo notarás Pino —me dijo divertido—, pero no hay una gran razón detrás de esto, simplemente me siento cómodo cuando estoy contigo, no necesito mi traje frente a ti.

Bastante rubor subió a mi rostro antes de sentir como se acercaba cada vez más a mí.

Y cuando su rostro se encontró muy cerca del mío me perdí en su mirada, en aquellos ojos exóticos que me hacían sentir frustrado, harto de no poder hacer las cosas que realmente quería hacer con el rubio...

Bill me sonrió antes de besarme y acomodándome como pude correspondí al beso, dejando que la desesperación me consumiera, besándole con toda la pasión que nacía de mi cuerpo, y demonios, los besos del rubio me volvían completamente loco.

Tal vez, ese día por fin pasaría algo más con el demonio.

Logré escuchar como mis planes se destruían con la simple oración que salía de la bocina de la televisión. ¿Noticias de última hora? ¿En Gravity Falls? Debía ser una tontería.

Bill se apartó de mí con una mueca al notar como dejaba de besarlo.

—Parece que me tengo que ir, Pino.

Y sin siquiera darme la oportunidad de reaccionar, el rubio desapareció frente a mis ojos, tal vez no debí pensar antes de tiempo.

Me desperté de golpe viendo como la habitación recuperaba el color, mi hermana entró a la habitación y se sentó junto a sus dos amigas en el suelo frente a mí, en un par de segundos todas se encontraban impidiéndome ver algo del televisor. Al menos quería saber qué es lo que había interrumpido mi cita con el rubio.

Fruncí el ceño al escuchar como hablaban de la tonta fiesta que darían los Noroeste. ¿Era por eso por lo que habían interrumpido mi cita con Bill?

Bueno claro, también había interrumpido mi maratón, pero eso no era lo que realmente me importaba ese día.

[...]

Al poner el mi rostro sobre mi almohada las paredes de mi habitación se tornaron de un color grisáceo y casi por inercia sonreí encontrándome al rubio sentado en mi cama.

Una inerte expresión cubría su rostro mientras me sentaba para quedar junto a él. Sus ojos se clavaron en mí y mi sonrisa desapareció.

—¿Pasó algo? —pregunté dudoso sentándome a su lado.

El demonio desvió la mirada.

—Dímelo tú —me contestó serio.

Fruncí el ceño confundido ante esa respuesta.

—No entiendo Bill.

—Uno pensaría que tenemos algo —murmuró levantándose de la cama.

—Lo tenemos —dije firme, antes de dudar ligeramente—, o al menos eso me gustaría creer.

—No parece —contestó cortante.

—¿De qué hablas? —inquirí verdaderamente confundido.

—¿Qué sientes por la Noroeste?

—¿Por Pacífica? —pregunté, pero no obtuve respuesta—, no siento absolutamente nada, sólo la ayude para que Mabel pudiera entrar a esa tonta fiesta.

—¿Seguro? —me cuestionó.

—Por supuesto —contesté bastante seguro—, ni siquiera me gustan las chicas y si así lo fuera Pacífica estaría muy lejos de interesarme.

—Mmm... —murmuró aún sin mirarme.

—¿Lo dudas? —le pregunté con una mueca.

—No —contestó.

—¿Entonces? —inquirí sintiendo la desesperación dominar mi sistema.

—No me siento satisfecho —respondió sin más, con un tono ligeramente cortante y definitivo.

Suspiré bastante desanimado, algo en aquel comentario me había herido más de lo que me gustaría admitir.

—¿Es siquiera posible? —murmuré tomando mi brazo y apretándolo ligeramente para aguantar las ganas de llorar.

—¿De qué hablas? —me preguntó finalmente mirándome de nuevo.

—A veces no puedo evitar querer un poco de contacto de verdad —respondí por lo bajo—, ¿tienes idea de lo mucho que quiero tocarte, lo mucho que quiero que tú me toques a mí? ¿Sentir tus labios en la realidad y no sólo en este lugar grisáceo? Al final simplemente me despierto y se siente como si nada de esto hubiera sido real.

Bill se acercó a la cama, parándose justo frente a mí y bajando un poco la mirada tomó mi mejilla usando una de sus manos para acariciarla suavemente.

—A mí también me gustaría que esto no se sintiera como un sueño —dijo antes de cerrar los ojos.

Con una débil sonrisa en mi rostro dejé llevarme por aquel contacto frío e irreal, anhelando poder sentir todo eso en la vida real.

—Te prometo que un día no se sentirá así Dipper —susurró mientras me besaba nuevamente.

Y anhelé con todo mi ser poder sentir aquello de verdad.»

[...]

Dipper miraba y escuchaba con toda su atención al rubio con una sonrisa que nadie era capaz de arrebatarle.

Observaba la elegancia con la que Bill tocaba cada pieza en el piano, la manera tan seductora en la el demonio entonaba cada palabra.

Hasta que finalmente el rubio terminó su canción.

—¿Y bien, Pino? —preguntó sacando al chico de su ensoñación mientras veía como se levantaba del piano acercándose a él—, ¿te gustó?

—Asombroso como siempre Bill, es una lástima que acabará tan pronto —el chico hizo un pequeño puchero tal cual niño pequeño.

Escucho al mayor soltar una pequeña risa mientras lo veía fijamente, antes de tomar la barbilla del menor para darle un rápido y cálido beso al castaño, quien no dudó ni un segundo en corresponder aquella acción por parte del rubio.

Dipper adoraba ese sentimiento. Adoraba esa sensación que tenía en la piel cada que Bill lo tocaba. Adoraba cómo el demonio lo hacía sentir, y como había cumplido su promesa, nada de eso se sentía como un sueño ahora, se sentía tan real, cálido y bueno.

Tan bueno.

—Es satisfactorio oír tan buena opinión de ti, Pino —le dijo haciendo sonrojar al chico, mientras una sonrisa orgullosa aparecía en su rostro.

Bill se dispuso a besar de nuevo a Dipper cuando un par de golpes los interrumpieron, irritando un poco a ambos, a uno más que a otro.

—¡Adelante! —exclamó el rubio molesto mientras uno de sus "amigos" entraba a la habitación—, ¿qué quieres? —dijo de mala manera.

—Jefe —dijo el sirviente al entrar—, hay intrusos en la pirámide.

Bill frunció el ceño.

—¿Y para qué los tengo a ustedes cuidándola? Cada día demuestran ser aún más incompetentes de lo que pensé —le regañó antes de dirigirse al humano con una mirada más suave, pero de igual manera algo seria—, quédate aquí mientras resuelvo este estúpido problema.

Dipper sólo atinó a verlo impotente, antes de suspirar frustrado.

—Está bien, Bill —murmuró viendo al demonio abandonar la habitación.

[...]

Bill quiso reír al ver a la familia Pines junto a un par de pueblerinos que realmente no le interesaban ahora reunidos frente a él.

—¡Esto no te va a funcionar Cipher! —le gritó el anciano—, ¡no hay forma que ganes esto!

El rubio sonrió con cinismo mientras veía a los miserables humanos encerrados en una jaula que él mismo había creado.

—Pero Fordsie, yo ya he ganado —le dijo señalando el hecho de que todos se encontraban enjaulados.

Ford frunció el ceño furioso, pero antes de ser capaz de decir algo un grito le interrumpió.

—¡Devuélveme a mi hermano! —la castaña exclamó a todo pulmón.

Una carcajada adornó toda la habitación.

—No es eso lo que dijiste la última vez que se vieron, ¿recuerdas? —se burló el demonio—, ¿cómo era? ¡Ah sí! "¡Entonces lárgate con ese monstruo?" —Bill soltó una carcajada—. Pues, éste monstruo debe darte las gracias.

—Yo... —balbuceo la castaña, sin saber que responder.

—¿En serio crees que Pinetree quiere volver contigo, Shooting Star? —la chica frunció el ceño—, es obvio porque tu tío prefirió escogerlo a él como aprendiz en lugar que a la pequeña niña estúpida.

—¡Dipper jamás haría esto por voluntad propia! —gritó desesperada mientras sus tíos intentaban calmarla—, lo conozco mejor que nadie y él nunca sería capaz de traicionarnos, ¡todo esto es culpa tuya!

—Eso crees, ¿eh? —Bill sonrió divertido—, que hilarante será el observar tu inocente rostro cuando veas la verdad por ti misma.

El rubio llamó a uno de sus sirvientes.

—Trae al chico —ordenó con una repentina seriedad—, rápido... no me gusta perder mi tiempo en estos humanos.

El sirviente asintió varias veces dirigiéndose a la parte más alta de la pirámide dónde el castaño se encontraba. Fue entonces cuando Bill se dirigió a la castaña nuevamente.

—Quieres que Pino vuelva contigo a California, ¿no? —le sonrió cínicamente—, ¿por qué no dejamos que él decida si quiere ir o no?

Mabel quiso ahorcar ahí mismo al rubio mientras le miraba con esa sonrisa tan desagradable de orgullo, como si tuviera esa decisión en la palma de su mano, pero ella sabía que su hermano era incapaz de traicionarla, de seguro Bill lo había estado manipulando y lo mantenía encerrado para que no pudiera escapar con ellos.

—¡Es más! —Gritó emocionado—, para hacer las cosas más interesantes, ¿qué tal si hacemos un pequeño trato?

—¿De qué estás hablando?

—Fácil —respondió el rubio con una sonrisa—, si Pinetree elige irse a California contigo, o siquiera elige aliarse a ustedes... no sólo lo dejaré ir, ¡detendré todo el Weirdmageddon y llevare mi locura a otro lado!

—Pero señor... —le interrumpió uno de sus amigos.

—¡Silencio! —le gritó el demonio quedando completamente rojo.

Luego, le sonrió a Mabel y recupero drásticamente su color normal.

—Pero, si Pinetree elige quedarse conmigo —Bill sonrió cínicamente—, bueno... como recompensa a él, dejaré que él decida qué hacer con ustedes, si tanta fe tienes en que es mi culpa y en que lo conoces mejor que nadie, entonces debes ser también la única que lo "haga entrar en razón", así que, no tienes nada que temer... ¿o sí?

—Yo...

—¿Tenemos un trato o no? —Bill le extendió la mano a la castaña.

—De acuerdo —dijo estrechando la mano con el rubio.

Mabel estaba segura que sólo necesitaba hablar con Dipper y todo este desastre terminaría, y fue por eso por lo que cuando vio a su hermano mellizo aparecer por una de las puertas del costado del trono del demonio, una sonrisa apareció en su rostro, pero el castaño simplemente mantenía su mirada en el rubio que le sonreía desde su lugar, su hermano camino hasta Bill, abrazándolo y la sonrisa de la chica murió al instante dejando en su lugar una mueca.

—¡Dipper! ¡Estás bien! —dijo llamando su atención y el castaño pareció mirarla por primera vez.

—Oh, hola Mabel —dijo un poco sorprendido de verla en una jaula en forma de pirámide—, ¿cómo llegaste hasta aquí?

—Buscamos una manera para usar la Cabaña del Misterio que nos hizo llegar hasta la pirámide —la chica parecía querer continuar, pero fue interrumpida.

—¿De verdad? —preguntó curioso el chico.

—Hicieron un robot con su casa, señor —explicó uno de los amigos de Bill—, pero no duro mucho... señor.

—La barrera del pelo de unicornio no funciono —continuó Mabel—, supongo que el unicornio me mintió en eso también.

Dipper sintió de culpabilidad ante eso, puesto que sabía perfectamente que no era cierto... era él quién había saboteado eso hace mucho tiempo.

—Después de eso los secuaces destruyeron la cabaña y nos tomaron —dijo la castaña.

—Aburrido —dijo el demonio tomando la cintura del castaño—, Pino... hay una importante decisión en tus manos.

—¿En serio? —preguntó sorprendido y algo sonrojado por el tacto de Bill.

—Por supuesto —le dijo con una sonrisa mientras se acercaba a su rostro—, tu aburrida familia cree que quieres volver con ellos, abandonando todo lo que hemos construido juntos, nuestra relación... todo, ¿eso es cierto?

Dipper frunció el ceño viendo a su hermana y a sus tíos, aún molesto con ellos.

¿Insistían en querer separarlo de Bill? Pues podían joderse.

El menor miró al rubio ofendido sin poderse creer la actitud de su familia, así que sonrió antes de darle un largo e intenso beso cargado de pasión al demonio.

—¿Eso contesta su pregunta? —le respondió al separarse y Bill sonrió ampliamente, mientras el menor seguía abrazando al rubio.

Bill besó nuevamente al castaño, con más pasión incluso que el beso anterior.

Los Pines se quedaron unos segundos en shock, Ford fue el primero en reaccionar frunciendo el ceño y apretando los puños.

—¡Aléjate de mi sobrino! —le gritó furioso y Bill rió—, ¿cómo fuiste capaz de lavarle el cerebro de esa manera?

Dipper rodó los ojos irritado al escuchar eso.

—¿Puedes creerlo, Pino? ¡Ellos de verdad creen que te lave el cerebro! —el castaño no pudo evitar hacer una mueca antes de ver al mayor sonreír—, pero que ingenuo eres, te creía más inteligente que esto Fordsie.

La ira aumentaba en el cuerpo de Ford, incapaz de creer lo que sus ojos veían.

—Dipper... ¡esto no es posible! ¡Tú no eres así! —el mencionado le lanzó una mirada seria a su hermana, molesto por dudar de su decisión.

—Que equivocada estás, Mabel dijo finalmente separándose del rubio.

Bill sonrió sádicamente aun tomando de la cintura al menor, orgulloso de que todo estuviera resultando tal cual lo planeó.

—¡Llévenselos! —se dirigió a sus sirvientes—, ya he perdido suficiente tiempo en ellos.

Sin más, el rubio había desaparecido de la habitación, llevándose a Dipper con él.

La sonrisa en el rostro del mayor era de puro orgullo, mientras veía al menor sentado en la orilla de la cama con una expresión un poco preocupada, probablemente por la situación anterior.

—¿Qué harás con ellos? —le preguntó algo inseguro.

—¿Aún te preocupan, Pino? —Bill le cuestionó tomando su rostro con delicadeza.

Dipper lo miró de manera triste.

—Es sólo que... —el castaño suspiró—, estoy molesto con ellos, pero aún los quiero... creo.

—¿Entonces? —inquirió el mayor—, ¿qué quieres hacer con ellos? ¿Planeas irte y unírteles?

El más bajo abrió los ojos a topé.

—¡No! —exclamó con rapidez—, simplemente he visto como torturas a algunas personas... y no quiero que Mabel salga herida de esa manera, ella sólo esta confundida respecto a todo esto... eventualmente entenderá.

Bill cerró los ojos un par de segundos analizado la situación.

—¿Y tus tíos?

—Ellos... me molestan un poco más... ellos nunca aceptaron que yo estuviera a tu lado —en el rostro del mayor se presentó una mueca—, puedes divertirte con ellos... sólo... no mates a Mabel.

—Mmm —el rubio suspiró abriendo los ojos—, como desees Pino, después de todo no me interesa lastimar a Shooting Star.

—Gracias por entender Bill —murmuró el castaño sintiendo las manos del mayor alejarse de su rostro.

Sintió como su cuerpo caía a la cama gracias al impulso que Bill había provocado empujándolo suavemente.

—¿Bill? ¿Estás molesto?

El rubio negó un par de veces subiéndose a la cama, quedando arriba de Dipper.

—Todo lo contrario, Pino... estoy complacido —le susurró en la oreja—, y quiero agradecerte por quedarte conmigo antes que irte con tu familia —Bill besó lentamente su cuello.

El castaño se sonrojó mientras sentía como Bill avanzaba de su cuello hacia su rostro

Sin más, Dipper sintió los labios del rubio rozando los suyos, besándolo suave y delicadamente, sintiendo como cada vez se perdía más en la compañía del demonio.

¿En qué mundo él sería tan estúpido de abandonar a Bill Cipher?

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