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15.

Dipper miraba con desprecio la habitación en la que se encontraban.

Era oscura y algo pequeña, al menos lo era comparada con el tamaño de su habitación. Algo en ella le causaba incomodidad, tal vez porque le recordaba toda la vergüenza y dolor que llegó a sentir ahí.

—Ha pasado un largo tiempo desde que estuve aquí por última vez —soltó con sorna el rubio.

Estaban en la oficina de Ford, aquella que estaba entre la tienda de regalos y la zona del portal, donde había encriptado una parte de sus pensamientos de Dipper.

—¿En serio? preguntó el chico.

—Solía divertirme con Ford aquí —comentó Bill acercándose a la estantería.

Dipper hizo una mueca ante ese comentario.

—No te preocupes Pino, Ford y yo jamás tuvimos esa clase de relación, ni de cerca —Bill le dijo riendo ante su reacción—, tal vez por eso está algo resentido, nunca le preste ni la mitad de atención que a ti.

—Tal vez —contestó el castaño aun algo irritado.

—Siempre ha sido divertido hacer a un erudito quedar paranoico —le dijo con una sonrisa burlona—, no hay necesidad de ponerse celoso, sabes que eres el único saco de carne que quiero, tú eres especial.

—Eres de lo peor —respondió, sabiendo que era inútil enojarse, Bill era el único que podía decir cosas así y seguir sonando lindo ante el castaño.

Dipper analizo con cuidado la habitación, no se veía tan distinta de como la recordaba, tal vez algo polvosa, pero las cosas seguían estando como antes, perfectamente organizadas en unas partes y en un desastre en otras, dependiendo que tan paranoico hubiera estado Ford la ultima vez que las toco.

El chico miró a Bill, quién con un chasquido elimino todo el polvo de la habitación.

—No quiero que te de alergia o algo —el demonio le sonrió antes de continuar—, así que, Pino, ¿en dónde crees que pueda estar?

—Probablemente en uno de los estantes de ahí —señaló Dipper hacia el fondo de la habitación—, Ford es bastante organizado, no dudaría que tenga el nombre grabado o algo así.

—Supongo que tendremos que buscar —dijo antes de comenzar a revisar el estante con rapidez.

No llevaban mucho tiempo buscando cuando Dipper notó un libro en la estantería que tenía enfrente, era diferente a los demás, más grande y de cierta manera más... intrigante.

El castaño lo tomó y leyó el tomo:

—La ley natural de magnetismo de rarezas de Gravity Falls —susurró.

Bill se acercó al chico y vio el libro en sus manos, Dipper ya había encontrado la ecuación.

El demonio no pudo resistirse y se lanzó a los labios del castaño con una pasión impresionante, el chico correspondió con entusiasmo el beso, que a cada segundo subía de intensidad, Bill tiró todas las cosas que estaban sobre el escritorio de Ford y subió al castaño a ella, para seguir besándolo.

Dipper sin dudarlo subió sus piernas a los costados del demonio mientras este continuaba besándolo. El chico sentía sus labios arder, su lengua cosquilleaba al tiempo que se encontraba con la de Bill, la cual rápidamente se deslizo por su cuello, buscando un espacio para dejar una nueva marca.

Dipper soltó un gemido al sentir los dientes del demonio sobre su piel.

Había hecho eso montones de veces y aun así lograba erizar cada centímetro de la piel del castaño como la primera vez.

El humano comenzó a quitarle la prenda superior a Bill, y el demonio se deshizo rápidamente de la camisa del castaño. El rubio rápidamente comenzó a besar lentamente el pecho del otro, haciendo que el chico gimiera por lo bajo, especialmente cuando lamió uno de los puntos sensibles de Dipper.

El menor apoyo sus manos en el escritorio vacío, permitiéndose disfrutar de la sensación de la lengua de Bill alrededor de su pezón. Se quedó quieto por un momento permitiéndose disfrutar de la sensación que le provocaba el demonio frente a él, pero no pudo evitar mover una de sus manos para agarrar un mechón dorado de Bill y luego todo su cabello, manteniendo el equilibrio con su codo que estaba reposado sobre la mesa.

Bill se detuvo y sonrió ante la expresión en el rostro de Dipper: necesidad.

—Ten paciencia, mi pequeño Pino —dijo el rubio seductoramente.

Dipper sintió que la sangre le corría por la cara y asintió.

Bill continuó lamiendo, esta vez bajando con cada segundo que pasaba hasta llegar a la ingle del castaño, besó la parte de su cadera que quedaba descubierta, provocando que el menor se erizara otra vez, luego mordió ligeramente el hueso que le sobresalía a su pareja y sonrío de nuevo, tenía que molestarlo un poco antes de continuar.

—Te mereces un pequeño premio, ¿no crees? —dijo el demonio subiendo para quedar frente a frente al castaño.

—¿Uhm? —Preguntó Dipper, anhelando el toque del otro.

—Sí Pinetree, mereces un premio... has sido un buen chico —Bill desabrocho el pantalón de Dipper, mientras comenzaba a besar nuevamente el cuello del chico—, te quedaste conmigo —el demonio bajo el pantalón del castaño con ayuda de sus poderes mientras mordía lentamente el lóbulo de la oreja del castaño—, traicionaste a tu familia para quedarte a mi lado —continuó mientras acariciaba lentamente al menor, desde su cintura hasta las piernas descubiertas del chico, susurrando en su oído—, me ayudaste a deshacerme de tu hermana —el rubio se separó del chico para regresar a su entrepierna—, y encontraste la respuesta a la ecuación —dijo antes de morderle el interior del muslo.

Dipper dejó escapar un gemido de sus labios: "Bill"

El mencionado recostó al chico en el escritorio con un leve empujón en el pecho y comenzó a lamer y a morder cada vez un poco más cerca de la ingle de Dipper, finalmente Bill le quito la última prenda de ropa que le quedaba.

—Y te quedaste a mi lado en cada oportunidad que tuviste, mi amor —susurró el demonio en la punta de su miembro—, te mereces el mundo, Pino, pero por ahora... —Bill hizo una pausa que Dipper sintió eterna—, creo que... podrías considerar esto como un adelanto.

El demonio sonrió ampliamente.

Bill puso todo en su boca provocando que el otro soltará un gemido, lamiendo de abajo hacia arriba, mordiendo suavemente la punta, el rubio succionó con fuerza provocando que Dipper estaba disfrutara cada acción con todo su ser, tenía las manos envueltas en el cabello del rubio, tratando de dirigir el ritmo del demonio, pero se rindió mientras Bill continuaba, permitiéndose disfrutar y dejar de pensar.

El demonio lamía, succionaba y mordía estratégicamente para hacer sentir placer a su pareja, quien había soltado el cabello del rubio para aferrarse a la orilla de la mesa con fuerza, no sólo las acciones de Bill lo estaban volviendo loco, sino todo el contexto en sí...

Bill Cipher estaba haciéndole todo lo que quería con él en la oficina de su estúpido tío homofóbico.

El castaño sabía que Ford moriría si se enterara de eso, probablemente se encargaría de contárselo antes de darle su final.

El menor dejó escapar fuertes gemidos de placer mientras el demonio continuaba con su labor, Bill estaba complacido, adoraba ponerlo así, ya que sabía que era el único que podía, era algo extraño para él, pero él oír y mirar a Dipper de esa manera, realmente lo ponía en ambiente.

El castaño soltó un fuerte gemido y Bill supo que era hora de detenerse, no quería llegar a eso... todavía.

El demonio se detuvo y Dipper se sintió raro ante la ausencia del otro.

—¿Qu-? —preguntó agitado el castaño.

—Lo siento —le respondió con algo de cinismo—, pero todavía no es momento.

—Pensé que esto era una recompensa —replicó demandante.

—Una recompensa compartida, Pino —aclaró el rubio con rapidez—, además de que te dije que seas paciente, la paciencia lo es todo, ¿lo has oído?

Dipper rodo los ojos mientras se incorporaba, seguía sentado en el escritorio.

—Deja de ser un imbécil —dijo con una sonrisa mientras deslizaba una de sus manos a la espalda del rubio y la otra a su cuello.

Bill sonrió ante el tacto del castaño y se deshizo de su propia ropa en un abrir y cerrar de ojos.

—Pudiste haber hecho eso conmigo.

—Sí, pero me gusta molestarte, lo sabes.

—¿Incluso cuando estoy siendo recompensado?

—Especialmente entonces.

El castaño junto a sus labios con los del rubio.

Su boca ardía por el toque, se sentía caliente y necesitado del demonio frente a él y Bill lo sabía. Le devolvió el beso, con la misma necesidad que tenía el chico.

Su beso era húmedo e intenso, Dipper podía sentir cada centímetro de la boca de Bill en la suya. Acercó al demonio lo más cerca que pudo.

Estaban tan de humor para un poco de diversión.

—Quiero mi recompensa completa, Bill —Dipper besó la línea de la mandíbula de Bill abriéndose paso a través de su oreja, lamió lentamente y continuó—, y lo quiero ahora —demandó.

El demonio mordió su cuello como respuesta.

—Parece que mi Pino se volvió exigente.

—Tú me malcriaste, Bill.

El rubio sonrió ante la respuesta del chico.

—Creo que te convertí en un monstruo.

—Tal vez lo hiciste —Dipper mordió el cuello de Bill, con fuerza.

—Entonces, supongo que no tengo opción, Pinetree.

Dipper dejó una marca en el cuello del rubio.

Bill agarró el trasero de Dipper, mientras que este envolvió nuevamente sus piernas alrededor de la cintura del demonio, dándole acceso completo.

El demonio quería seguir molestando al menor, pero la necesidad en la cara de Dipper era su debilidad y él realmente quería que se sintiera satisfecho, por lo que mientras dirigía su boca para encontrarse con la del otro, movió su cintura hacia adelante, sintiendo el interior del castaño.

Dipper dejó escapar un gemido en voz alta, disfrutando de la sensación familiar de Bill dentro de él.

Bill se estremeció ante el gemido del chico, sintiéndose complacido de ser él, él que lo ponía así. Comenzó a moverse al principio lentamente, mientras continuaban besándose apasionadamente.

Sus labios se separaron cuando Dipper movió su cabeza para apoyarla en el hombro de Bill, mordiéndolo y abrazándolo con fuerza.

—Más rápido —susurró Dipper al oído de Bill.

—Como desees —exclamo el demonio agitado.

Bill aumentó el ritmo de sus movimientos y agarrando al castaño por las caderas para poder dirigirlo mejor y acercándolo a él, esta acción hizo que Dipper gritara de placer.

Bill había tocado su dulce punto en su último golpe.

El demonio movió sus caderas dentro y fuera de Dipper, haciendo que el castaño se estremeciera con la acción.

Respiraciones agitada y fuertes gemidos era lo único que se podía oír en la habitación.

Lo habían hecho muchas veces antes, la manera en la que sus cuerpos se juntaban era tan familiar y tan diferente desde la primera vez, y no sólo porque ahora el tacto era real, sino porque se conocían, sabían exactamente qué hacer para provocar y deleitar al otro, y aun así no se cansaban de eso, al contrario, la experiencia era aún más gratificante.

¿Cómo podía un demonio hacer que alguien sienta el paraíso?

O más irónico aún...

¿Cómo podía un demonio sentir el paraíso?

Sólo ellos dos sabían la respuesta.

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