13.
Bill había estado demasiado tenso con todo respecto al tema de la ecuación, ya estaba hartó de ese insaciable dolor de cabeza que le provocaban sus inútiles sirvientes. El estrés de ver sus planes detenidos por una estúpida barrera mágica no hacía más que volverlo loco.
Y es por esa misma razón que no pensó realmente lo que hacía cuando le gritó de aquella manera al castaño.
El menor desvió la mirada sintiendo como el "Mason" se repetía sin parar en su cabeza. Y no sólo era el hecho de que le había llamado por su verdadero nombre y no por su apodo... sino que la manera en la que se lo había gritado había roto algo dentro de él.
Un gran nudo se creó dentro de su pecho mientras con sus manos apretaba las sábanas en un intento de que las ganas de llorar se fueran. De reojo pudo ver como el color rojo del cabello Bill desaparecía.
—Hey... —intentó hablar el mayor, arrepintiéndose inmediatamente de lo que había hecho.
Olvidando incluso porque se sentía tan enojado, al ver la expresión en el rostro del castaño.
Dipper negó varias veces con la cabeza antes de hincarse sobre la cama para ver al rubio y sonreírle débilmente.
—Está bien... —murmuró el castaño tomando la mejilla del demonio—, todo esto de la barrera te está frustrando, lo entiendo.
Esta vez fue Bill quien desvió la mirada, sintiéndose totalmente avergonzado de haberle hablado así al menor.
—Haré todo lo que éste en mis manos para ayudarte con la ecuación —agregó acariciándole con delicadeza la mejilla—, para que dejes de preocuparte por eso y podamos volver a divertirnos.
—Gracias... —murmuró con una sonrisa forzada apartando la mano del menor.
[...]
En esos momentos casi no podía respirar, el llanto seguía brotando de mis ojos y no sabía cómo parar, las palabras que había dicho Ford me habían afectado más de lo que en algún punto pensé que podrían hacerlo.
No estaba mal, ¿o sí?
Yo sólo quería amar... sin importar si fuera un hombre.
¿Qué tan malo realmente podría ser eso?
Y entendía que mi tío se hubiera criado en otra época, pero no tenía porque ser tan hiriente.
O tal vez me dolía tanto porque venía de alguien que admiraba... admiré, porque con la manera en la que pensaba no podía seguir llamándolo héroe.
Era extremadamente inteligente, pero al mismo tiempo, mi tío era un completo idiota.
El dolor en mi pecho era horrible, enterarse que mi familia despreciaba algo que no podía evitar, algo que no pediste... era un sentimiento de sufrimiento puro.
Las punzadas eran cada vez más fuertes y el aire era cada vez era más y más difícil de pasar a mis pulmones, sentía como no podía respirar, así que me senté contra la puerta del cuarto y simplemente cerré sus ojos queriendo desaparecer.
Tal vez sí a él le gustarán las mujeres su familia lo querría más, tal vez así Stan no preferiría a Mabel, Mabel no preferiría estar con sus amigas que con él, tal vez su héroe lo vería como alguien normal.
Tal vez su familia podría quererlo si fuera normal.
—¿Pino? —una seria voz me sacó de mis pensamientos.
Levanté rápidamente la cabeza limpiándome lo más rápido que pude las lágrimas, no quería que Bill me viera así.
—Hey, está bien —me murmuró deteniendo con delicadeza mi mano.
El rubio se encontraba hincado frente a mí, con una mirada de preocupación grabada en su rostro, lentamente quitó mi mano de mi mejilla y en su lugar paso su pulgar, limpiando las lágrimas por mí.
Sentí mis mejillas sonrojarse por la cercanía del demonio, quien deposito un suave beso en mi mejilla, no pude evitar ser esclavo de mis impulsos y me lance a los brazos del mayor, llorando fuertemente.
—Está bien —repitió el demonio—, aquí estoy.
El castaño ocultó su rostro en el pecho del mayor, sintiendo los brazos dudosos de Bill alrededor suyo.
—¿Quién te hizo esto? —me preguntó pero no obtuvo respuesta—, déjame ayudarte y habla conmigo Pino.
No pude evitar separarme de él, sólo para encontrarme el rostro de Bill a pocos centímetros, un puchero se formó en mis labios.
—¿Estoy mal? —pregunté con la voz entrecortada.
Bill me miró confundido sin entender la pregunta.
—¿Estoy mal por quererte? —solté.
—Tú nunca podrías estar mal —me dijo el mayor—, simplemente la gente no te entiende, al menos no como yo lo hago Pino.
Lo miré fijamente.
—¿No piensas que estoy mal? —cuestioné dudoso.
—¿Mal? —Bill me sonrió cálidamente—, estás bastante lejos de estar mal, Pino... eres el humano más interesante y maravilloso que he conocido en los millones de años que he vivido.
No pude evitar sonrojarme fuertemente al escuchar aquello, y una pequeña sonrisa tímida apareció en mi rostro, de repente me sentí mucho mejor.
—Estoy tan enamorado de ti, Bill —solté sin pensar—, digo... y-yo... eh.
Bill me besó brevemente, para después sonreírme de nueva cuenta.
—Me siento de la misma forma Pino —me contestó—, es por eso que me molesta tanto que sufras por el hecho de que nadie sea capaz de apreciarte y amarte tanto como yo lo hago.
Oculté la cabeza en su pecho, abrazándolo nuevamente.
—Ellos jamás entenderán lo nuestro —murmuré suavemente.
—¿Eso importa, Pino? —preguntó pasando su brazo por mi espalda—, estamos hechos para estar juntos, si ellos no lo entienden, no es nuestro problema, lo único que importa es que nos entendamos él uno al otro.
Una sonrisa apareció en mi rostro.
Bill tenía razón, tal vez nadie podría entender cómo me sentía y tal vez nunca lo harían, pero él sí, Bill me entendía, y eso era todo lo que necesitaba para ser feliz.
[...]
Bill entró a la habitación encontrándose al castaño durmiendo sobre la cama rodeado de un montón de libros.
Frustrado miró el esfuerzo del menor... había un montón de notas al rededor suyo y un par de ojeras acompañaban aquellos ojos castaños.
Bill no podía entender como había pasado todo el día buscando entre libros por él. Suspiró cansando, cansado de no poder entender ese deseo que el humano le hacía sentir.
Con un chasquido todos los libros regresaron a su lugar de origen dejando lugar para que el menor pudiera acostarse decentemente, el rubio se dedicó entonces a acomodar al chico en la cama.
Dipper abrió los ojos confundido al sentir ese suave agarré acostarlo en la cama, y mirando de reojo alcanzó a ver al demonio sentarse en la cama junto a él.
—Yo... lame-, lamento lo de hace rato, Pino —dijo con delicadeza y el mencionado sonrió viéndolo adormilado.
—No importa Bill —murmuró suavemente—, sólo me importa que tú te sientas bien.
El mayor frunció el ceño confundido ante esa respuesta.
—¿Por qué? —preguntó.
—Todo esto lo de la barrera te genera estrés... y yo sólo quiero ayudarte a que te sientas mejor.
—¿Por qué? —cuestionó nuevamente.
Una pequeña y tímida risa se escapó de la garganta del castaño.
—¿Qué no es obvio? —preguntó con diversión viendo al mayor recostando su cabeza en las piernas del rubio—, al fin nos falta poco para tener nuestra propia realidad Bill.
Dipper miró hacía al frente observando a su novio con una sonrisa.
—Yo haré lo que sea necesario para poder tenerla —continúo el castaño—, no importa cuál sea el costo... y lo haré para poder estar contigo.
Bill miró al menor en sus piernas sin saber que decir, por primera vez se sentía inseguro y confundido respecto a algo.
Él no sabía que era ese extraño sentimiento de calidez que en esos momentos dominaba su pecho... sólo sabía que aquel humano era el causante de aquella sensación que parecía no querer desaparecer.
Y para su propia fortuna, él tampoco quería que lo hiciera.
¡Holaaaa!
¿Cómo están? ¿Qué les pareció el capítulo? Ya casi acabamos este fanfic y estamos súper emocionadas por empezar a subir el otro fanfic.
Esperamos que les haya gustado mucho el capítulo y que se me cuiden.❤️
Ahora si nos disculpan, iremos a sufrir porque al rato esterilizan a nuestra gatita. ¡Besos!
Atte. Tania y Karla.
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