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10.

Bill se encontraba en su trono con Dipper quien estaba sentando en sus piernas, besando animadamente su cuello, pero por algún extraño motivo el demonio no lo disfrutaba como de costumbre, su cuerpo se encontraba tenso, mientras sentía en su ser crecer más el estrés y la molestia.

El rubio podía ver como a su alrededor todos bebían y bailaban, disfrutando de la fiesta, pero algo no andaba bien para Bill.

La paranoia lo mataba, podía sentir como todos lo miraban a él y al castaño, incluso si cuando buscaba con la mirada no encontraba quién lo viera con envidia sabía que había alguien, sabía que todos querían estar en su lugar, querían tener a Pino en sus piernas y disfrutar de él, y eso no le gustaba en absoluto.

Querían separarlo del menor y Bill lo sabía, pero no lo permitiría, Dipper era suyo y sólo de él... no podía permitir que alguien aparte de él disfrutará de su compañía.

Apretó con más fuerza el cuerpo del menor contra él suyo, desesperado por su cercanía.

El menor mientras tanto jugaba con la entrepierna del rubio sobre su pantalón, en un intento de aumentar la excitación del demonio, pero al notar que Bill no estaba reaccionando como de costumbre y sólo lo apretó con fuerza contra de él, se detuvo.

—Bill... —murmuró el castaño mirándolo fijamente—, ¿todo está bien?
El mencionado lo miró confundido, viendo aquellos ojos castaños clavados en él.

—Estás tenso y... no pareces estar disfrutando nada de esto —un puchero apareció en los labios del menor—, ¿no te gusta?

Un nudo se formó en el estómago del demonio, sintiéndose mal por alimentar la inseguridad de Dipper.

—No es eso Pino —contestó algo desanimado—, es sólo que...

El mayor se detuvo antes de que un suspiro escapara de sus labios mientras cerraba los ojos, notando como uno de sus "amigos" los miraba.

—Quiero irme de aquí —contestó serio, el castaño se estremeció—, quiero que nos vayamos a la habitación.

—Oh... —dijo algo sorprendido—, ¿entonces por qué no nos vamos?

Fue entonces cuando Bill los teletransportó directamente a la habitación.

[...]

Bill miraba en silencio la fogata que tenían con una copa en las manos paseando frente a ella, mientras Dipper se dedicaba a acariciar a Shaitaan y Deevadar quienes se encontraban durmiendo junto a él en la cama.

—¿Planeas contarme lo que tienes? —le preguntó el castaño tras haber pasado varios minutos sin recibir una explicación del mayor.

El rubio miró al menor en ese momento.

—No es nada —murmuró acercándose a él—, no tienes de qué preocuparte.

Dipper frunció el ceño.

—Te conozco, Bill —le dijo con una mueca—, ¿qué tienes?

El mencionado no dijo nada y sé paró frente a él en la cama.

—Respóndeme —continúo hincándose y poniéndose a la altura de su pareja frente a él—, Bill... ¿no confías en mí?

El demonio frunció el ceño sin deseos de contestar, sintiendo la mirada del menor sobre él.

—¿Bill? —preguntó nuevamente.

—Es raro —soltó después de un rato, incapaz de mantener a Dipper así.

—¿Qué es raro?

—No soporto la idea de alguien más mirándote —murmuró desvíando la mirada—... no quiero que nadie más te hable, que nadie más este cerca de ti, nadie más que yo, quiero ser lo único en que pienses, el único que puede tenerte... pero no quiero que pienses que te controlo.

Dipper lo miró enternecido, ante sus palabras.

—Es frustrante —agregó rompiendo la copa con las manos.

—¡Bill! —exclamó sorprendido—, ¿estás bien?

El rubio lo miró antes de que el lugar se limpiará por sí sólo, mientras el castaño revisaba las manos del mayor.

—Sí —contestó suavemente—, no te preocupes.

Dipper suspiró soltando sus manos.

—Sobre lo que me dijiste —continúo el menor abrazando al demonio—, Bill... soy tuyo, no importa que pase, no importa que hagas, no importa el precio, yo sólo quiero estar contigo.

Bill acomodo su rostro en el cuello del menor, sintiendo el característico aroma del chico invadir sus fosas nasales, queriendo acercarlo más a él lo tomo de la cintura.

—Y quiero que todo él mundo sepa eso... —añadió el castaño—, y jamás podría creer que tú me controlas o que me haces daño... me haces sentir completo, me hacer sentir bien, me haces sentir que estoy en casa, me llenas de calidez, tú eres todo lo que necesito Bill.

La sonrisa en el rostro del mayor aumento.

—Y tú eres todo lo que yo necesito, Pino —susurró antes de ir por los labios de Dipper.

[...]

«Vi a Soos caer de la camioneta, la cual estaba preparando para nuestro largo viaje por todas las demás trampas de turistas que competían con las de mi tíos.

—¿Qué dices amigo, vienes? —me preguntó Soos.

—Me tomé la molestia de empacar tus cosas —me dijo Mabel, tomando decisiones sin mi consentimiento como siempre—, hasta esa caja que tenías guardada bajo tu cama.

Al escuchar esto el pánico domino mi sistema.

—¿Hiciste qué? —pregunté alterado—, dame eso Mabel.

Mabel se encogió de hombros dispuesta a darme la caja, antes de que la caja se le resbalara de las manos, dejando ver un montón de garabatos tirados y una nota en el piso, pero lo más destacable fue que todos, absolutamente todos los garabatos eran acerca del demonio, incluso la nota era acerca del mismo.

Mabel se sorprendió al ver todo esto.

—¿Qué... qué es eso? —preguntó desconfiada.

—Em... nada —dije rápidamente recogiendo todos esos garabatos que tenía sobre el rubio—, sólo algunas viejas cosas... sobre Bill.

Mi hermana soltó un suspiro cansada.

—¿Bill? —preguntó Soos.

—Soos... ¿podrías dejarnos solos? Hay algo importante que debemos discutir —el mencionado se encogió de hombros alejándose mientras Mabel regresaba su vista a mí enojada.

—Creí que ya habías superado todo eso Dipper —me dijo mi hermana con molestia tatuada en su voz—, ya sabes que nada bueno saldrá de eso, Bill no te conviene.

—Sí, sí... ya sé —murmuré cansado del mismo discurso aburrido de siempre, ¿cómo sabía ella que era lo que me convenía?

¿Cómo esperaba que superará a Bill por arte de magia?

—Una palabra Dipper: Supéralo —me dijo Mabel.

No pude evitar mirar los garabatos que había hecho sobre el demonio, ¿quién mandaba a Bill Cipher ser tan... ugh, perfecto?

—¿Quieres que te deje solo? —preguntó por primera vez la chica.

—Por favor.

La vi alejarse antes de sentirme miserable... no quería dejar ir todo lo que tenía con Bill. No lo haría, es decir, nadie podría entenderme como él lo hacía, nadie podría quererme como el rubio, nunca nadie me haría sentir lo que Bill... pero...

Un suspiró escapó de mis labios, quería llorar, ¿por qué estar juntos era tan imposible? ¿Por qué era tan malo quererlo? ¿Por qué querer estar con él y no poder me hacía sentir tan miserable?

Apreté frustrado los dibujos que tenía del rubio... ¿por qué todo era tan difícil?

Vi el folleto sobre los lugares turísticos a los que irían, iríamos ahora, porque definitivamente me obligaría a ir... ojalá Bill pudiera ir conmigo a todos esos lugares.

Me detuve de golpe, debía dejar de pensar en el rubio.

Pensar en él y en lo mucho que me gustaría sentirlo en el mundo real no iba a hacer que pasará.

—Ya nos vamos Dipper, y quiero ver tu trasero aquí o bajaré por ti —le gritó mi hermana.

—Ya voy —contesté.

—Te juro que nos divertiremos muchísimo —me dijo en el instante que entré a la camioneta.

—Seguro —murmuré inseguro.

Mabel me miró molesta.

—¿Sigues pensando en Bill? ¡Olvídate de él! —me dijo con desdén—, es un traidor, un tonto y un sinfín de cosas más...

Fruncí el ceño, queriendo responder a eso, pero no... Mabel debía creer que ya había superado al demonio.

—Lo sé —le sonreí forzadamente.

—¡Ya sé que te hará sentir mejor! —dijo con una sonrisa—, te enseñaré todo lo que sé para que conozcas un chico de verdad, podremos aprovechar este viaje para que conozcas a alguien que no te deje como... es más, ya ni lo mencionaré.

Abrí mis ojos sorprendido.

—¿Qué me dices?

—Yo... —dudé.

—Oh, vamos —Mabel hizo un puchero—, ¿por mí?

Suspiré cansado.

—Supongo que está bien.

—¡Genial!

[...]

Llegué terriblemente cansado del viaje con mi tío y no pude evitar lanzarme a la cama con todo el cansancio del mundo.

Logré notar como todo mi alrededor perdió drásticamente todo el color, mordí mi labio con algo de miedo en esos momentos, antes de notar al demonio recoger algunos papeles para ser exactos, sus garabatos junto con la nota que había escrito para él.

—Puedo explicar eso —dije rápidamente.

Bill simplemente suspiró sin voltear, sólo podía ver su espalda desde donde me encontraba.

—Fue interesante buscarte todo el día de ayer sólo para enterarme de que estuviste coqueteando con otros chicos —dijo sin más—, creí que ya habíamos hablado una vez acerca de esto.

No pude evitar bajar la mirada al escuchar aquello, sintiéndome culpable.

—Ellos se me acercaron, yo...

—Lo sé, tu hermana se encargó de prácticamente prostituirte a tus espaldas, pero lo que realmente me sorprendió es que les coquetearás de vuelta —dijo mientras uno de los garabatos que sostenía se prendía en fuego.

—Mabel insiste en que debo superarte y todo esto —murmuré mirando el papel ligeramente herido—, yo sólo intentaba fingir para que no siguiera insistiendo en eso, aunque si soy totalmente honesto, sí me deje llevar en una parte, pero me es imposible pensar en alguien que no seas tú.

Bill soltó risa que no logré comprender.

Bajé la mirada sin saber que decir.

—Me hiciste prometerte mi compañía, te juré y demostré mi lealtad... pero tú, ja —el rubio soltó una risa cargada de ironía—, ¿tú lo has hecho?

No respondí, no sabía que, después de todo, lo único que podía hacer era mantener mi cabeza baja.

Noté como el rubio se dio la vuelta con velocidad.

—Mírame Mason —me llamó por primera vez por mi verdadero nombre, sorprendiéndome, noté que estaba más cerca cada segundo—, hazlo.

Obedecí viendo sus ojos cambiar ligeramente de color a rojo.

—¿Lo hiciste? —me preguntó nuevamente.

Negué suavemente, sin ser capaz de hablar.

—¡Claro que no! —contestó irritado—, yo podré tener un montón de advertencias en tu tonto diario, pero jamás he hecho algo para lastimarte... he estado ahí para ti cada vez que lo necesitaste, he dado todo por ti, he hecho todo por ti y tú simplemente... ¡ugh!

Bill me dio la espalda y logre ver como su cabello quedaba completamente rojo.

—¿Me traicionarás tú a mí? Si tu familia decide atacarme, ¿con quién te irás? ¿Con ellos o conmigo? ¿A quién escogerás? ¿De qué lado estarás? —murmuró más débilmente—, A pesar de que yo dejo todo para estar contigo... ¡decides hacerle caso a las personas que te han hecho sentir miserable por meses! ¡Decides abandonarme por ellos! ¡Decides confiar en ellos!

No supe que contestar... un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas, no podía creer lo que había hecho, había hecho sentir mal al único que siempre estuvo ahí para mí, que siempre estuvo a mi lado... era el peor.

El rubio respiró profundamente antes de girarse para verme, y al voltearse noté algo que me preocupo más que toda su ira, estaba triste.

Bill estaba decepcionado.

—Tu familia jamás podrá aceptarnos y lo sabes, jamás podrá aceptarte como eres, pero yo sí, yo siempre te he aceptado y apoyado, ¿y aún dudas sobre sí irte conmigo o con ellos? —el rubio me miró desde su posición—. ¿Si tienes la oportunidad los escogerás a ellos? ¿No? ¿Me dejarás?

—No... —contesté finalmente con la voz rota.

Bill se detuvo unos segundos esperando que continuará. Mordí mi labio inferior y apreté las sábanas bajó de mí.

—Lo siento tanto —murmuré con la voz temblorosa—, soy el peor, soy lo peor.

Las lágrimas no se detenían pero no me importaba, necesitaba hacer saber lo muy arrepentido que estaba.

—Perdóname por favor —continúe, abrazándolo y sorprendiéndolo—, tú me has dado todo y yo sólo he sido un imbécil egoísta... haré lo que sea para que me perdones, pero por favor no me dejes.

Lo miré con ojos suplicantes, pero el mayor seguía con los brazos a los costados.

—Te necesito... lamento ser un idiota, por ser tan ingenuo y pensar que podría encontrar a alguien que me hiciera sentir lo que tú... ya entendí que es imposible.

Bill bajó los brazos, cambiando su postura a una más relajada viéndome con más tranquilidad.

—Estoy tan arrepentido y y-yo... —mi voz se quebró por el dolor—, yo en serio espero que puedas perdonarme.

El rubio suspiró algo frustrado, finalmente pasando sus brazos a mí alrededor.

—Te detesto —murmuró.

Sin darme tiempo para reaccionar el mayor se encontraba presionando sus labios contra los míos, tomando con una de sus manos una de mis mejillas con una suavidad increíble.

Desesperado correspondí el beso, convirtiéndolo en un beso de bastante intensidad, Bill me beso de la misma manera y me tranquilicé.

Me separé brevemente de él y lo miré por unos segundos antes de tomar sus mejillas, está vez besándolo de nuevo, sin importarme realmente nada, lo haría sentir mejor, cueste lo que cueste.

[...]

Ambos nos encontramos frente al otro en la cama, mi cuerpo se encontraba lleno de mordidas que el rubio había dejado por todo mi cuerpo, me sentía tan bien, estaba con Bill... tenía todo lo que necesitaba en esos momentos.

—¿Hiciste algo con alguno de ellos? —me interrogo con seriedad, con su rostro viéndome fijamente—, ¿alguno te tocó?

—No... por supuesto que no —contesté con simpleza viéndolo sentarse en la cama—, no dejaría que nadie más que tú lo hiciera.

El mayor suspiró suavemente quedándose frente a mí, cerrando los ojos.

Me sentí nuevamente mal, ¿Bill aún seguía molesto conmigo?

—¿Bill?

—Nunca contestaste mi pregunta —murmuró serio.

—¿Uh? —pregunté confundido.

—Si tu familia decide atacarme, ¿con quién te irás? ¿Me atacarías como ellos o permanecerías a mi lado? —me preguntó con un tono de voz calmado.

—Tu siempre serás mi prioridad —afirmé sin duda alguna—, te daré todo de mí si me dejas estar contigo, me quedaré contigo sin importar qué, haré lo que sea para demostrarte que eres todo para mí.

Le dije sentándome de igual forma.

Y cuando dirigió su mirada a mi abrió los ojos y tomé su mejilla acariciándola suavemente.

—¿Harías lo que sea?

—Sí... lo que sea —le contesté con seguridad—, todo lo que necesites será tuyo.

—Perfecto —me dijo con una sonrisa.

Y sin decir una palabra más, Bill me había besado una vez más, y hubiera sido una total mentira decir que yo no le correspondí, pero nuevamente se separó de mí, viéndome más serio de lo habitual.

—Aléjate de tu familia —murmuró después de unos segundos de silencio—, aléjate de todos.

—¿De qué habl-?

Antes de que siquiera pudiera continuar hablando sus labios se encontraban acaparando los míos de una manera dominante, mientras tomaba mi mejilla con delicadeza.

—Ellos sólo te hacen daño —me dijo cuando nos separamos—, no los necesitas, no los necesitamos, nos tenemos el uno al otro.

Lo miré intentando recuperar mi respiración, escuchando atentamente lo que me decía.

—Sí lo haces, muy pronto podremos tener nuestra propia realidad, Pino —continúo una vez que se separó de mí—, seremos sólo nosotros juntos, disfrutando él uno del otro.

Se mantenía ahí mirándome fijamente en la oscuridad mientras mantenía su mano en mi mejilla, levantando mi cabeza un poco.

—Una realidad en donde todo esto se sienta mucho más real y cálido —me dijo con seriedad—, solos los dos, sin que tengas que soñar con esto, sin que nada de esto se sienta como un sueño lejano... ¿no quieres eso?

Y perdido entre su mirada y sus dulces palabras no pude hacer más que sonreír, dejandome llevar las caricias que dejaba con suavidad en mi mejilla.

—Es lo que más quiero —respondí con seguridad antes de verlo sonreír.

Nuevamente pegó sus labios a los míos, acariciando lentamente mi pierna con su otra mano llevándome al paraíso, hasta que pronto dejé de pensar en cualquier otra cosa que no fuera Bill y en las falsas, pero placenteras caricias que compartíamos...

Al separarse de mí, el demonio aún mantenía su mirada seria puesta en mí, mientras un color carmesí pintaba mis mejillas.

—Eres mío, Pino, sólo mío —me dijo en un susurro—, entiéndelo de una vez.

Sonreí atontado viendo al mayor.

—Entendido.

Fue lo único que atiné a responder antes de sentir nuevamente los labios del demonio sobre los míos, dominando por completo cada una de mis sensaciones y sentimientos.

¿Qué mal podría hacerme Bill, si me hacía sentir tan bien?

[...]

Bill miró al castaño, mientras dormía y quisó ver que era lo que soñaba. Una punzada de culpabilidad lo invadió al ver que más que sueño era un recuerdo lejano.

Él recordaba a la perfección ese momento, Dipper en ese entonces le parecía más una pertenencia, un juguete que era de su propiedad; en cambio ahora... era distinto, seguía queriendo que Dipper fuera sólo suyo, pero ahora no quería manipularlo para que lo hiciera, quería que él lo quisiera por su cuenta.

Un sirviente tocó la puerta, y Bill la abrió con un chasquido, permitiendo que entrara. Lo primero que notó fue el nerviosismo del monstruo, especialmente al notar al humano durmiendo a un lado del demonio, pero desvió la mirada rapidamente, no quería que Bill se enojará.

—Señor, la hermana de... del humano quiere disculparse con él.

Bill se sorprendió, pero decidió que debía ver a donde los llevaría eso.

[...]

Dipper respiró un par de veces intentando calmarse.

—¿Estás seguro de esto? —le preguntó Bill algo inquieto.

—Sí, yo puedo —le contestó antes de sonreírle.

El menor se encontraba en las piernas del demonio como de costumbre bastante nervioso, esperando que llegará el sirviente con la hermana de Dipper... después de todo Mabel había dicho que quería disculparse, y el menor no sabía que esperar de eso.

Bill le sonrió devuelta en un intento de tranquilizarlo un poco más.

—¿Puedes? —el castañó le dijo dudoso—, ya sabes, ¿hacerme más pequeño? Para que pueda hablar bien con ella.

Preguntó dado que normalmente cuando se encontraban sentados en el trono de Bill aumentaban su tamaño.

—Claro, Pino —le contestó con una sonrisa.

El demonio chasqueó sus dedos al notar a su sirviente llegar con la hermana de Dipper, y el menor apareció frente a ella con su estatura normal.

Mabel miró a su hermano, ignorando por completo a Bill sentando en su trono.

—¡Dipper! —exclamó con algo de emoción, antes de detenerse—, yo... —la castaña tragó con fuerza—. No sé que decir... sólo que lo siento tanto —la chica empezó bajando la mirada—, fui una estúpida... una idiota.

Su voz se quebró mientras levantaba la mirada, dejando a luz sus ojos lágrimosos.

—Jamás noté que te estaba haciendo daño... jamás debí haberme creído superior a ti —continúo con los labios temblorosos.

—Mabel... —murmuró Dipper sin saber que decir.

—Y yo entendí que... realmente nunca fui una buena hermana contigo —añadió aun sollozando—, y es por eso que quiero cambiar eso... Bill abrió mis ojos, con algo que me dijo.

Dipper se sorprendió al escuchar aquello, pero prefirió no decir nada, Bill frunció el ceño desde su trono, ¿qué planeaba la mocosa ahora?

—Lamento haber juzgado tu relación con Bill... siendo él la única persona que estuvo contigo cuando y-yo fui una maldita —dijo la castaña—, de verdad... lo siento tanto.

Un par de lágrimas cayeron por las mejillas del castaño.

—¿Podrías darme otra oportunidad? Me gustaría demostrarte que puedo ser una buena hermana para ti —le preguntó haciendo un pequeño puchero.

Pero no obtuvo respuesta del castaño hasta que sintió sus brazos alrededor de ella.

—Eso era todo lo que necesitaba escuchar de ti —le dijo mientras lloraba suavemente.

A lo lejos Mabel alcanzó a ver a Bill viéndola fijamente con una expresión de molestia y sólo pudo sonreír abrazando de vuelta a su hermano.


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-Xolotito el gatito bonito, (¿es esto una pista?)

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