Capítulo 7: Eyes Open
P.O.V____
Brent Valley, Colorado
15 de febrero
2017
7:38PM
Tenía muchas dudas en mi cabeza, muchas dudas de lo que estaba estudiando y no comprendía nada, por ejemplo:
¿Quién mierda era Kant? ¿Y quién le dijo que estaba bien lo que decía?
Estaba estudiando varias personas importantes con lo que llevaba a la materia. Así como René Descartes, y temas que iban de la mano, que el racionalismo, la revolución industrial y sus ideales, cosas que estudiaba y me sonaban exactamente igual, todo era lo mismo para mí en diversas formas.
Después de todo el tiempo que estuve estudiando me di por vencida, retuve la mayor parte de la información, pero la verdad no entendía nada. Y aunque la materia fuera más de relleno para juntar los puntos que me faltaban del trimestre pasado, la verdad sentía que la confianza me llenaba porque el profesor hacía el examen sencillo.
Cerré el libro de golpe y me recosté en el respaldo de la silla cansada, ya no estudiaría más, mi cerebro iba a explotar; miré el libro durante unos segundos y pensé en mi examen de hoy, luego de nuevo en lo que el profesor dijo sobre el nuevo examen... a quien engaño, sí iba a estudiar.
Volví a abrir el libro rápidamente, y como si no hubiera tenido una pequeña recaída, seguí estudiando.
Estuve así durante unos 20 minutos, y aunque haya sido poco tiempo, me sentía más segura que antes, solo era cuestión de leer y comprender, ya no me sonaba exactamente igual. No entendí que había pasado.
Estaba leyendo, concentrada en los propios temas, cuando de repente la puerta de mi habitación se abrió de la nada.
–¿Qué tal cumpleañera?– era mi papá, me dio un beso en la frente.
–Hola– respondí saliendo de lo que leía.
–¿Qué haces?– preguntó.
–Estudiando–.
Mi papá tomó mi libro sin previo aviso y comenzó a leer lo que yo estaba haciendo, y como era de esperarse, su mirada cambió a una de "no tengo idea de que es esto", la misma que tenía hace 20 minutos.
–No entiendo porque te enseñan esto, ni siquiera vas a estudiar algo de esto, ¿o sí?–.
Encogí mis hombros –ni siquiera sé que quiero estudiar aún–.
–Todavía eres muy joven, ya no crezcas, no me dejes– reí –pero no vine a decirte eso– dejó el libro donde estaba –vamos a cenar–.
–¿Mamá cocinó?– fruncí el ceño confundida.
–Uf, no por Dios no– papá hizo una mueca de miedo –iremos a The Garage,tú lugar favorito de cuando eras niña, feliz cumpleaños–.
Sí, mi madre no tenía pinta de ser buena cocinera, siempre en Día de Gracias, Navidad, o alguna cena importante mandamos a hacer la comida, y de diario ordenábamos algo de algún restaurante o mi papá cocinaba, que no era el más fan pero todas formas lo hacía, así que cuando mamá iba a cocinar, el fin del mundo podía estar cerca.
Incluso podía decir que Sam cocinaba mejor que mamá, y yo, bueno, por un incidente que tuve con él menor de los Norman hace 5 años ya no dejaban que me acercara a la cocina. Un tanto exagerados si querían mi opinión.
–¿The Garage?– pregunté desconcertada e insegura –¿Por qué ese lugar?.
–Te encantaba ese lugar cuando eras pequeña– respondió palmeando mi espalda –cuando íbamos te ponías a jugar en los juegos como loca con Jace, hasta él dueño les hizo un menú especial a los dos–.
Cerré los ojos agobiada, de nuevo, llené mi mente con los pensamientos básicos de: "No iba a entrar en el pasado, no tengo porque entrar en el pasado". Un poco más calmada abrí los ojos mientras fulminaba a mi padre disimuladamente con la mirada.
Los adultos no sabían de lo que pasó, ni tampoco sus hermanos y Sam tenía solo una ligera idea, todos ellos pensaban que solo crecimos y ya, y eso era mucho mejor a que supieran la verdad. No me la acabarían nunca.
–Papá, eso fue hace 7 años–.
–¿Y? Vamos , no voy a aceptar un no– me tomó de un brazo y me obligó a pararme de la silla –ahora cámbiate, ponte algo decente, limpia tu cara, péinate para que te veas menos muerta y baja, tu mamá nos verá ahí–.
Sonreí falsamente –gracias por el cumplido papá– dije sarcástica.
–Te amo–.
–Yo no– otra vez una broma. Adoraba a mi papá.
Salió de mi cuarto no sin antes pararse en el marco de la puerta y mirarme directamente.
–Si te niegas te castigo dos días– alcé mis brazos en el aire en confusión a eso –así que es tu decisión, y tu libertad contra negarte en tu cumpleaños–.
–¡Pero eso no es justo!– me quejé –¿Por qué no le dices eso a Sam cuando no quiere hacer algo?–.
–Es tu hermano, tu mamá siempre lidia con él–.
Ladeé mi cabeza y asentí. Bastante justo.
–¡Ah! y los Norman irán con nosotros, Nana se muere por verte hoy, aunque claro irán por separado. Se muere por verte–.
Y sin más que decir, se fue de mi cuarto dejándome parada, ahí, indefensa, con las noticias recientes rebotando en mi cabeza. "Nana", "Norman", "Se mueren por verte", "Cena".
Mi corazón comenzó a latir a mil por hora, no era porque lo vería otra vez hoy, eso me daba totalmente igual, lo vi hace unas horas en la escuela. Era más porque él había estado conmigo hoy, hoy, en detención y conociéndolo iba a echar a perder mi gloriosa mentira de hoy, solo por su beneficio.
Quería pensar que no era capaz, pero claro que lo era.
...
–No entiendo porque vamos a The Garage, pudimos haber ido al Olive Garden o a comer Thai o incluso Hawaiana, pero The Garage, ¿en serio? A ____ ya no le gusta ir ahí–.
–Eso es cierto– añadí al hecho de mi hermano.
Íbamos en camino al famoso restaurante, no era nada elegante, para nada, pero era una de las franquicias más grandes de costillas, barbeque, hamburguesas, hot dogs, papas fritas, incluso sushi en Colorado, más grande que el otro, King Buffett. Solo que ese lugar lo usábamos más cuando no teníamos donde comer y no era nada especial.
Solamente íbamos pocas veces ahí, no era nuestro estilo.
El punto era de que, íbamos en el auto de papá, él iba manejando, yo iba en la parte de atrás y Sam iba de copiloto, sin parar de quejarse sobre a donde iríamos, decía cosas cómo: "pero no me gusta ese lugar" o "sí me gusta, pero pudimos ir a otro lado" o "qué necesidad de invitar a los Norman, estoy con Jace todo el día", "no me gusta el Garaje, no me gusta... bueno sí".
A veces, solo a veces, pienso si en serio el había nacido primero que yo, solo a veces. Pero técnicamente era imposible por la diferencia de edades; y me llamaba a mí inmadura en la vida, si tan solo él se escuchara.
–Era eso o comer la comida de mamá– sentencié mirando mi teléfono.
Sam se quedó en silencio analizando lo que acababa de decir.
–The Garage, de hecho me encanta ese restaurante, lo comería todos los días–.
–Buena decisión– siguió mi padre –solo no le digan a su madre que dijimos eso–.
–Nope– contestamos mi hermano y yo al mismo tiempo.
Lo que restó del camino Sam no volvió a abrir la boca, para quejarse claro, solo platicaba con mi papá del próximo juego de los Jazz y si ya habían comprado los boletos para el partido, cosas de ellos. En cambio yo, miraba mi teléfono con ninguna noticia ni nada, solo pasaba la pantalla, era algo irónico que yo tuviera un teléfono, nunca me llegaba nada ni hablaba con nadie, siempre estaba en silencio aburrido, no tenía nada de... retiro lo dicho.
Mi teléfono sonó de la nada, indicando que alguien me estaba llamando: Dash.
–¿Hola?–.
–____, ¿dónde estás?–.
–En el carro de mi padre ¿por qué?–.
Suspiró –nada, solo iba a tu casa, ya sabes a pasar el rato con la chica del cumpleaños–.
Sonreí de lado –pues me gustaría estar ahí, en lugar de a donde voy–.
–¿A dónde vas?–.
–The Garage– no respondió, su silencio lo decía todo –exacto–.
–Puedo ir si quieres, nada más tengo que pedirle permiso a mi mamá–.
–No, no te preocupes, solamente vamos a cenar y ya, se pasará rápido, espero–.
–Bueno, supongo que no vas solo con tu familia ¿verdad?–.
–Supones bien– miré por la ventana –la segunda familia se une, ellos también van, aunque no tengo idea sobre si él va a ir, pero si lo fuera, realmente no importa–.
–No le hagas caso, ignóralo–.
Alcé mis cejas –eso llevo haciendo por mucho tiempo– sin darme cuenta ya habíamos llegado –ya llegamos, te marco cuando regrese a mi casa–.
–Okay, nos vemos cumpleañera, y no olvides que si te dice algo o te hace algo me digas, no puedo hacer nada, pero te puedo escuchar y quejarte todo lo que quieras–.
Volví a sonreír –Gracias, nos vemos Dash–.
Colgamos. Si había alguien quien yo no merecía, era Dash, quiero decir, llevaba poco tiempo conociéndolo pero ha estado ahí más que cualquier persona, claro antes de que pasara eso, mi único amigo, y como mi madre dijo: era mejor tener 1 real a 50 falsos.
–Uhhhhh, Dash– cantó Sam haciéndome burla –cuando ibas a decirnos que son novios–.
–Sam– regañó mi padre.
Rodeé los ojos –porque no lo somos genio–.
–Tus sonrisas eran otra cosa– idiota.
–Es mi amigo– moví mis cejas de arriba a abajo –no lo entenderías–.
Bajé del auto dejando a Sam con la palabra en la boca y con mi padre riéndose de lo que había dicho, amaba cuando él entendía mis referencias o cuando dejaba mudo a Sam, era buena haciendo eso.
Llegué a la puerta del restaurante, tomé la manija para poder abrirla, y al momento de hacerlo me encontré con mi madre sentada en la recepción, con otra señora que estaba a espaldas, impidiéndome que viera quien era, pero tenía el cabello largo y castaño, okay creo saber quien es.
–¡____!– mamá se paró del sillón en el que estaba y corrió a abrazarme –¡feliz cumpleaños otra vez!–.
El aire comenzaba a faltarme –no res... piro mamá– me soltó del abrazo, como si no me hubiera visto en la mañana –gracias–.
Me dedicó una sonrisa para después quitarse del camino, dejando pasar a la señora que estaba con ella hace unos segundos, igual, me abrazó dejándome casi sin aire.
–Muchas muchas felicidades, ____, no puedo creer que ya cumplas 15 años, la pequeña de todas ha crecido, ya estás enorme–.
Ileana, "Nana", Lee Norman, la señora esposa de Scott Norman, madre de Glory, Xander y... ya saben quien, Jace Norman; esa mujer era como mi segunda madre, antes cuando iba mucho a su casa siempre me cuidaba como si fuera su propia hija y debo de decir que a comparación des hijo menor, sí le tenía demasiado afecto.
–Hola Nana– dije sonriendo –muchas gracias–.
Abrió la boca para poder decirme algo, cuando de repente fue interrumpida por la voz de alguien.
–Mamá, dice Xander que llega el fin de semana y planea quedarse hasta el lunes–.
Jace Norman.
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