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Capítulo 20: It's Nice to Have a Friend Pt. 1

2017

Diciembre

15 años

Se habló muy poco después de lo de Halloween. Quiero decir, literalmente todo mundo se enteró de lo que pasó, pero como todo buen chisme se inventaron más versiones de lo ocurrido. Sam dejó de hablarle a Bryan, éste me pidió una disculpa, la cual no acepté mas sí se la agradecí. 

La semanas pasaron y pronto todo el tema de Bryan había terminado, ahora, otra vez, el gran tema de todos los pasillos en la escuela era el baile de Navidad, típico, al que había aceptado ir con Julie y Dash, él que seguía comportándose raro cuando ella estaba con nosotros. No quería hacer preguntas, pero me podía imaginar que estaba pasando. 

Y con respecto a mi gran salvador... bueno... Sam no dejó de decirle lo feliz que estaba con él por haber ayudado esa noche, y ahora ya no sentía tanto odio hacia él, y podía decir que él tampoco me odiaba tanto como antes. No hablábamos como antes, no, pero ya no era un silencio absoluto; fue bastante grato la verdad, y se siente bien. 

—¡Vamos, vamos! ¡Sigue nevando!—. 

—Corran—. 

—No es como si fuera lluvia, tranquilos—. 

—Pero no podemos dejar que los vestidos se mojen, vamos ya—. 

Como sea, rondaba un martes de diciembre en el frío Colorado, la nieve ya había comenzado a caer hace una semana en la primer nevada del año, y todos nos habíamos preparado para eso. Julie, Dash y yo corríamos de la estación de autobús hasta la casa de Dash en las manos sosteniendo nuestra ropa para el baile, evitando llenarnos más de nieve pues esta era la casa más cercana. 

—Debieron avisar que iba a nevar hoy— dije mientras quitaba la bufanda del cuello —. Casi me resbalo en la acera antes de llegar aquí—. 

—Sí, qué bueno que tu casa es la más cerca, Dash— habló Julie. 

—Avisaron que iba a nevar, sólo que no mucho. Al menos ya tienen sus vestidos y yo mi traje para lo del baile—. 

—Es una gran ventaja— suspiré —. Gracias por obligarme a ir—. 

Dash me abrazó por los hombros —Sé que no te gustan los bailes, pero no iba a dejar que te lo perdieras tan fácil, el baile de Navidad hace un año fue genial y dudo que ahora también—.

—Sí tu lo dices—. 

—Espero que sea mejor que el de mi antigua escuela— dijo Julie —; a nadie le gustó ese baile—. 

—Posiblemente sí, esperemos a ver la otra semana—. 

Un silencio incómodo se formó en el ambiente gracias a Dash, que mi amiga y yo esperábamos a que dijera algo o comentara algo al respecto, sin embargo, él nada más se quedó ahí parado a un costado de mí asintiendo lentamente, sin mirar a Julie, claro, lo que lo hacía todavía mucho más incómodo. 

De nuevo Dashel con la actitud extraña a nuestra amiga, cosa que ella también ya se estaba dando cuenta. Había sido desde Halloween hasta ahora, casi nunca le hablaba, se quedaba callado y obviamente hacía que Julie se incomodara, y todos en realidad. 

—Bueno, acaban de llegar por mí— decía mi amiga tomando de nuevo sus cosas. 

—¿Tan rápido?— inquirí. 

Ella asintió —Les mandé mensaje desde que íbamos a bajar en la parada del autobús para que vinieran por mí—. 

—Oh— hice una mueca triste —. Esperaba a que viéramos una película o algo así, por mi no vienen hasta dentro de unas horas—. 

—No te preocupes, ____, será a la otra— Julie abrió la puerta principal y salió por esta —. Nos vemos mañana—. 

—Adiós, Julie—. 

Tras haberme asegurado de que la chica se hubiera ido, que la puerta estuviera por completo cerrada para que no pudiera escucharnos si es que seguía ahí, tomé a Dash del brazo con un poco de fuerza, recibiendo quejas por su parte, pero no lo escuché, lo único que hice fue arrastrarlo hasta su habitación y cerrar las puerta detrás de nosotros. 

—¡AUCH!— gritó una vez dentro —¿¡Qué te pasa?!—. 

—¿¡Qué te pasa a ti?!— le regresé —¿¡Qué tienes en contra de Julie?!—. 

Me miró como si no importara —No sé de que estás hablando—. 

—Claro que sabes de lo que estoy hablando—. 

—Lo siento, pero no tengo ni idea—. 

—Eres un tonto, Dashel— lo miré mal —. En verdad, eres un tonto y lo peor...— hice una pausa y suspiré —... lo peor es que te conozco, así que, dime por qué eres así con Julie—. 

Como lo había predicho, Dash se quedó callado, sin decir ni una sola palabra, fue a sentarse a su cama y se quedó ahí mirando a la nada durante varios segundos. Lo había descubierto, y yo sabía que se traía algo entre manos, aquí la situación era descubrirlo o que me lo dijera, porque también sabía que eso lo estaba matando. 

Tomé asiento a lado de él y lo abracé por los hombros así como él lo había hecho conmigo; dándole una señal de: "estoy contigo, confía en mí". 

—Me pongo muy nervioso cuando estoy cerca de ella— y ahí estaba —. No sé hablar, no tengo idea de qué decir, me pone muy, muy nervioso—. 

Sonreí levemente —¿Desde cuándo?—. 

—¿Desde cuándo qué?—. 

—Desde cuando te gusta—. 

Mi amigo pasó su vista a la ventana, bajó la cabeza después de varios segundos y encogió los hombros. 

—No lo sé, supongo que desde que la conocimos, pero me di cuenta cuando entramos a décimo—. 

—Lo sabía—. 

—¿En serio?— me preguntó incrédulo —¿Cómo?—. 

—O sea, sabía que tenías algo con ella, por eso no le hablabas, pero no era porque no te agradara— expliqué —. Así que resultó que te gusta—. 

Asintió —Me gusta, y mucho—. 

—Invítala a salir entonces—. 

—¿Qué? No, no podría, estoy casi seguro que ahora me odia por lo que le dije y por como he sido con ella—. 

—Por eso tienes que invitarla este viernes, porque así tienes toda la semana para arreglar tus errores; es decir, no la ignores, habla con ella, y trátala de lo mejor, yo te ayudaré y hablaré con ella también—. 

Dash entrecerró los ojos —¿Cuándo te volviste una experta en esto, ____?—. 

—Veo muchas series de televisión— respondí. 

—Touché— él chasqueó los dedos y me señaló —. Okay, okay, entonces, este viernes—. 

—Este viernes— afirmé. 

—¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿Dónde?—. 

—Hey, hey, hey, tranquilo— lo tomé por los hombros —, yo te voy a ayudar a planear la cita, por el momento tranquilízate—. 

Dash logró tranquilizarse un poco más ahora que ya me haba soltado la sopa, que al parecer le estaba atormentando demasiado guardarse ese secreto para sí mismo; tal vez pensaba que iba a reaccionar mal o que lo regañaría, pero me puse en su lugar, muchos hemos estado ahí, y algunas veces por decir lo que sentimos salimos lastimados, es de ahí donde nace el miedo. 

(...)

Y en un abrir y cerrar de ojos, el viernes había llegado, y justo como estabas escrito desde que Dash me admitió sus sentimientos, él logró invitar a Julie a una cita. Ella no muy convencida no aceptó al inicio, pero al final terminó haciéndolo... sólo espero que piense que no es como amigos nada más... 

Como sea, el viernes llegó y mis amigos estaban listos para irse una vez que terminara la escuela, cosa que así sucedió, sólo que yo no pude irme a la hora de la salida porque tenía reunión en el club del periódico/anuario junto con Dash y llegué a tiempo para cubrir su falta, y porque yo tenía que ir, aún así iba a salir unas dos horas después. 

Estaba sentada en la mesa principal acomodando las fotos que me habían pedido, cuando de la nada volteé a mi derecha a la ventana, y no pude evitar no sonreír. La nieve estaba cayendo de nuevo, ese brillo blanco me llenaba los días... aunque olvidé por completo que ese día iba a caminar a casa porque no tenía forma de llegar, entonces no la amé como debía. 

—Oye, ____— me llamó uno de mis compañeros —. Pregunta Alfred si ya tienes las fotos del partido de basketball de la semana pasada—. 

—Sí, esas ya las tengo— le entregué un sobre amarillo —. Están ordenadas como lo pidió y las que no se utilizaron ya las saqué de ahí—. 

—Perfecto— agarró el pobre de mi mano —; igual me dijo que te dijera que hicieras unas dos o tres fotos más, después puedes irte—. 

Justo cuando empezó a nevar. 

—Bien, gracias—. 

—Nos vemos el otro viernes—. 

Sin más que decir, él chico se fue mientras que yo me quedaba ahí acomodando las últimas fotos que tenía, pensando seriamente en cómo iba a volver a casa en medio de la nevada. 

No podía hablarle a ninguno de mis padres, los dos estaban trabajando, Sam estaría con Thea en el cine, Dash y Julie tampoco disponibles, los papás Norman estaban de viaje en Los Ángeles y no había ni un autobús que saliera ya a esta hora de la escuela.

Mi mejor opción era caminar 20 minutos hasta la estación de autobús más cercana o... caminar a casa... que era la opción más factible, ya que si caminaba a la estación tendría que esperar más tiempo a que llegara el autobús lo que contaría otros 40 minutos, y qué mejor que tomar ese tiempo mejor caminando y llegando antes. Además, la nieve no caía con tanta fuerza. 

Sería el plan número 2. 

Tal y cómo Alfred (el presidente del club) lo pidió, terminé de acomodar las últimas fotos, las mandé al sistema en la computadora, agarré mis cosas, me abrigué lo más que pude, y caminé directo a la salida. Toda la escuela estaba completamente desierta, y lo entendía, nadie quería estar aquí un viernes por la tarde, pero así eran las reuniones de emergencia. 

Me quedé en la puerta principal admirando el panorama de afuera, la nieve caía con tanta lentitud y se veía tan delicada que podía no lastimar a ni una mosca, así que sin más preámbulos, decidí sacar mis guantes para evitar que las manos se me congelaran, lista para salir. 

—Rayos— dije para mí misma —. No puede ser, no, no, no puede ser—. 

Rebuscando entre todas las cosas de mi mochila, logré sacar solamente 1 guante, el otro no aparecía por ningún lado, indicando que lo había perdido y mi mamá me iba a matar por haber perdido siempre eso; no es como si fuera lo más importante del mundo, pero prefería evitar un sermón de: "debes cuidar tus cosas y no perderlas". 

Seguí y seguí por lo menos 5 minutos más, cuando por fin acepté que me sería inútil, no estaba por ningún lado. 

"Ni modo, tendré que quedarme sin manos", pensé. 

De la nada, al momento en el que me levanté del suelo, sentí como una mano me tomaba por el hombro haciendo que yo me sobresaltara en mi propio sitio y mandara una de mis manos a mi pecho. 

—Perdón, no... no quise asustarte—. 

Tragué en seco —Está bien, no pasa nada—. 

—¿Segura?—. 

Asentí —Completamente—. 

Jace quitó su mano de mi hombro y la guardó en una de las bolsas de su chaqueta. Acomodó su mochila en su espalda, y chasqueó la lengua indicando que quería decir algo, o hablar. 

Yo simplemente me mantuve parada casi inmóvil por completo, no teniendo idea de qué decir o qué; aunque si agradezco que desde lo de Halloween su presencia ya no me incomodaba, repito, trataba de odiarlo de nuevo, pero ya no podía hacerlo, por más que quisiera. 

—Entonces— habló rompiendo el silencio —¿Qué haces a esta hora en la escuela, ____?—. 

—Tuve reunión de mi club— contesté —¿Tú qué haces aquí?—. 

—Me castigaron—. 

Alcé mis cejas —Wow—. 

—Sí, traté de defender a un niño de noveno de un idiota de mi grado, terminamos mal y me castigaron— explicó. 

—Al menos trataste de hacer algo bueno—. 

—Y logré hacer algo antes de que él le hiciera algo más—. 

Siempre admiré su forma de darle justicia al mundo; por más tonto que se hubiera vuelto eso nunca se le quitaba, y ahora puedo comprobarlo. 

—¿Vas a tu casa?— me preguntó. 

Suspiré —Sí, voy caminando, nada más que...— guardé silencio antes de decir otra palabra, y otra que no sonara tonta. 

Miré la mano que tenía el guante que encontré y luego la otra que no tenía nada. No le iba a decir que casi me da una crisis existencial por no tener dos guantes, era tonto, muy tonto, e iba a pensar que seguía siendo... como cuando dejó de hablarme, cosa que no era así. 

—Nada— salvado —, bueno, estoy esperando a que la nieve baje un poco—. 

—Si sigues esperando se te va a acabar el sol— dijo él, volteándome a ver. 

—Lo sé— mordí mi labio inferior, era obvio que no lo había contemplado —. Será mejor que empiece a caminar—. 

No iba a dejar que dijera algo más, salí caminando disparada por la acera casi resbalándome por el piso lleno de hielo, pero logré salvarme y no verme ridícula. Ni siquiera dejé que se despidiera, y es que por más que ya no nos odiemos como antes, el cruzar palabras con él seguía siendo extraño. 

—¡Hey, hey, ____, espera!—. 

Cerré los ojos mientras detenía mi paso y rezaba por todos mis adentros que la tierra me tragara. 

—Voy contigo— dijo una vez estando a lado de mí. 

—No, no, en verdad, no es necesario...—. 

—No voy a dejar que digas que no, voy a ir contigo, vamos al mismo rumbo—. 

Fruncí mi ceño confundida —¿Y tú "auto preciado"?—. 

—Oh— hizo una mueca en sus labios —. Lo tiene Xander, vino por el fin de semana y se lo llevó, porque el chocó el suyo y está en el taller—. 

—¿Es en serio?— pregunté e forma divertida —No puedo creer que siga destruyendo sus autos cada vez que viene—. 

—Y lo sigue haciendo— los dos reímos —. Anda, hay que caminar, o se nos va a hacer tarde y no queremos enfermarnos o tu mamá me va a matar porque te enfermaste... de paso la mía—.

Volteé verlo aún con mis cejas arrugadas, mirándolo directamente a los ojos, ninguno quitando la vista del otro. 

Había algo que no me convencía mucho de la repentina actitud que estaba teniendo, como si no nos hubiéramos peleado en marzo, no hablado en todo el año, y que en Halloween todo cambiara de la noche a la mañana, aunque por el otro lado, lo más profundo de mi ser me decía que confiara en él, que no tenía malas intenciones o algo por el estilo, que era el antiguo Jace... 

Mierda, sí lo era.

Si no fuera  porque yo sabía que todos estos años había cambiado, hubiera jurado que se trataba del Jace que era antes mi mejor amigo. Me hacía sentir como en casa y llenaba mi corazón de un calor diferente que odiaba, pero se sentía bien. 

—Es más— habló de nuevo. 

Él se quitó uno de los guantes que traía puestos y me lo entregó. 

—Tú lo necesitas más que yo ahora, no te gusta el frío en tus manos—. 

¿Qué rayos estaba pasando? No tenía ni la menor idea. Este no era el mismo Jace que era ahora, ni siquiera un poco cerca, ¿estaba soñando? Tal vez sí, tal vez era un recuerdo de mi infancia y ahora lo estoy soñando, pero sé perfectamente que esto no es un deja vu, esto no lo he vivido. 

Tomé con cuidado el guante que me había ofrecido, lo puse en la mano que no tenía nada, para después mirarlo a él, y dedicarle una pequeña sonrisa en agradecimiento. 

—¿Listo?— asentí —Bien, vámonos ya, no queremos que haya más nieve si no caminamos ahora—. 

Sin más preámbulos los dos comenzamos a caminar por la fría acera de la calle, con él dando a donde pasaban los autos y yo del otro lado, sumergidos en un silencio para nada incómodo, donde no había necesidad de decir una sola palabra, sólo la compañía era suficiente. 

Claro que a mí no dejó de atormentarme el hecho de su repentino cambio de actitud, de hecho me asustaba mucho, sin embargo, seguí confiando en él y disfrutando de un momento que no sabía que necesitaba. 

—¿Estás segura que estás bien?— me preguntó. 

—¿Por qué lo dices?—. 

—Por lo de Halloween, no te he preguntado si estás bien desde ese día—. 

Alcé mis cejas —Ah, Halloween, sí, estoy bien, de hecho casi no lo pienso, sólo cuando alguien lo menciona—. 

—Ow, perdóname—. 

—No pasa nada, tú me ayudaste, puedes mencionarlo lo que quieras—. 

Sonrió por lo bajo —Aunque si te molesta, prometo no mencionarlo, ni siquiera decirlo—. 

—Está bien—. 

—Entonces— alargó la "s" —¿Qué hacías tan sola en la escuela? Sin Tweedledum o Tweedledee—. 

Solté casi una carcajada por la forma en la que él se refirió a Dash y Julie, que ahora que lo pienso, en verdad sí son Tweedlee y Tweedledum. 

—Están en una cita— respondí, después de casi ahogarme de la risa. 

—¿Como en una cita doble?—. 

Negué —No, los dos, juntos, se gustan y están en una cita—. 

—Wow— exclamó incrédulo —, eso no lo esperaba—. 

—Tampoco yo— suspiré —. Como sea, ¿tú que haces solo en un viernes?—. 

Rodó los ojos —Sam salió con Thea y...— hizo una pausa —... no me apetecía salir con nadie hoy—. 

—El popular Jace Norman no quería salir con nadie, wow, ese sí es nuevo—.

—Creas o no, es algo que me pasa muy seguido—. 

—Ya lo creo—. 

Seguimos caminando los próximos 10 minutos en silencio, con la nieve volviéndose más densa en algunas partes, pero en otras eran sólo pequeños copos que caían lentamente a nuestro alrededor llenando nuestros cabellos de esos copos blancos y parte de nuestros abrigos, el invierno ya había llegado, temprano, pero estaba aquí. 

Al llegar a nuestra calle, después de pasar por la escuela primaria a la que ambos fuimos, detuvimos nuestro paso frente a mi casa pues era el lado de la banqueta en donde estábamos. 

—Aquí es— sacudí mi cabeza de un lado a otro —. Es obvio que sabes eso... quiero decir... sí, conoces mi casa—. 

—A la perfección— rió de forma burlona —, bueno, te dejo, ____, voy a cruzar a mi casa—. 

—Gracias— arrugué mis labios —, gracias por... por acompañarme—. 

—No, no hay porqué, veníamos al mismo lado—. 

—Sí, así es— di un suspiro pesado —. Okay, nos vemos luego, Norman—. 

—Te veo luego, Fitz—. 

Caminé hasta la puerta de mi casa, una vez ahí, me giré a su dirección para verlo mejor, él también ya había llegado y casualmente me miraba desde su puerta. Alcé una mano despidiéndome, a lo que me respondió de la misma forma, y sin decir más, entré a mi casa cerrando la puerta en mi espalda, me recargué en llena y volví a suspirar profundamente. 

Una tarde muy extraña, una salida de la escuela fuera de lo común, no obstante, no voy a mentir cuando digo que no me gustó. Me encantó, y al parecer a mi corazón igual por como iba su ritmo... eso era lo que a mí no me gustaba. 

(...)

A la mañana siguiente, abrí los ojos de golpe gracias a los gritos de mi mamá peleando con Sam al otro lado de la puerta. Rodeé los ojos con fastidio y gruñí para después cubrirme con mis cobijas de nuevo y evitar no escucharlos a los dos. 

Pero para mi buena suerte, los gritos no cesaron, incluso fue peor, los escuchaba ahora retumbando en mi oído. Habían abierto la puerta de mi habitación y trajeron su discusión hasta mí. 

—... ¡No me importa! ¡NO VA A IR! ¡Dejaste a tu hermana en la escuela, no va— le gritaba mi mamá a Sam —____, despierta, levántate, tenemos que irnos—. 

—¿A dónde vamos?— pregunté confundida, todavía adormilada. 

—A la casa de Vail con los Norman, alista tus cosas, nos vamos en unas horas— contestó. 

Me senté mejor en la cama —Wow, wow, ¿qué?—. 

—____, Nana y Scott llegaron hoy de Los Ángeles en la mañana, Xander está aquí y Glory viene para acá, hicieron el plan de que fuéramos a la casa de Vail, así que apúrate—. 

Mi mamá salió de mi habitación cerrando la puerta detrás de ella, de la que casualmente apareció mi hermano segundos después, como si estuviera escapando de ella; ¿Quién no lo haría? Traía su humor de la mañana. 

—Papá me dijo que te dijera que para ir a Vail te vas a ir con nosotros— dijo de la nada. 

Lo miré desconcertada —¿Entiendes que me voy despertando?—. 

—Sí... argh... okay... a ver, para cuando vayamos a Vail, dentro de un par de horas, papá pidió que tú te fueras con Jace y conmigo en su Jeep—. 

—Ah— mordí el interior de mi mejilla —. Sí, sí, está bien, sé que él quiere irse con Scott y Xander, así que está bien—. 

—Gracias por ceder— tomó la perilla de la puerta para salir —. Jace llegará dentro de unas horas, tiene que hacer unas cosas y luego tiene que ir a la escuela por su Jeep—. 

—¿Por qué tiene que ir a la escuela por su Jeep?— le pregunté extrañada. 

Sam soltó una carcajada —Él idiota lo dejó en el estacionamiento de ahí ayer en la tarde, se quedó ahí toda la noche, qué tonto— mi hermano siguió riéndose —. Okay, alístate, que ya nos vamos, casi—. 

—De acuerdo—.

 Jace había llevado su Jeep a la escuela, no lo tenía Xander, dijo que lo tenía él, y por eso caminó conmigo a la escuela... pero... qué... ¿Por qué me dijo algo como eso? Fácilmente se pudo ahorrar todo el camino lleno de nieve y llegar más temprano a la escuela; qué extraño. 



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