Capítulo 2: dorothea *o
P.O.V____
Brent Valley, Colorado
2017
15 de Febrero
Media hora había pasado, iba a la mitad de lo que yo creía eran hojas que jamás tendrían fin, era como si mágicamente cada vez que pasaba la página más preguntas aparecían, diciendo exactamente lo mismo que la pasada, juraba que lo que había estudiado en la noche había sido una completa pérdida de tiempo, me sentía bloqueada.
–10 minutos– anunció el profesor.
Los nervios comenzaban a consumirme, iba a reprobar este examen si no lograba contestar estas preguntas a tiempo y correctamente. Pasaba la página, otra página, la página siguiente, recorría todo mi cerebro tratando de recordar algo de lo que venía, pero en vano.
Volteé a ver a Dash, y para mi no tan grande sorpresa tenía la misma mirada que yo, miré su examen de reojo y no había contestado más que las primeras 10 preguntas, las únicas que lograría tener bien.
–5 minutos–.
El tiempo volaba, y no se en que momento fue en el que contesté todo lo que me parecía correcto sin poder analizarlo, mi mano y mi cerebro trabajan en equipo ellos mismos sin tomarme en cuenta, hasta que el profesor anunció que se había acabado el tiempo.
Me levanté de mi lugar con las manos un poco temblorosas, guardé mis cosas en la mochila, la puse sobre mi espalda, y tomé el examen en mis manos para poder llevarlo al escritorio del profesor.
–Espero mucho de ti, ____– dijo este –por cierto, feliz cumpleaños–.
A lo que yo respondí mostrando una media sonrisa en mi rostro.
Salí del salón de química tratando de recapacitar lo que había sucedido hace solo 10 minutos, quedándome estática a la mitad de pasillo con los alumnos pasando sin darse cuenta de que estaba ahí.
–¿Esa fue una estrategia para dejarnos sin estabilidad emocional?– preguntó Dash detrás de mí con un hilo de voz .
–Sí, creo que sí– le contesté –estudié toda la noche no sé que pasó–.
–Nervios– siguió este –eso fue lo que pasó, vas a salir bien, mientras que yo voy a repetir mi año–.
–Eso espero, y no digas eso–.
Dio una risa nerviosa –ya cállate, vamos a la siguiente clase–.
Tomamos nuestro camino al salón de Historia Nacional, donde era necesario cruzar todos los casilleros donde estaban los alumnos del grado de Sam, los junior, el onceavo grado, los que ya llevaban los suficientes años en el edificio para poder salir de la escuela, tener periodos libres, entre otras cosas. Para decir verdad, no era muy fan de este pasillo, todos siempre nos miraban raro o se burlaban de nosotros.
Fondo de la cadena alimenticia.
Dash y yo caminábamos por el pasillo muy cautelosamente, sin llamar la atención, con la mirada baja, a paso apresurado ignorando a los juniors que estaban ahí, cuando de repente una voz conocida llamó mi nombre.
–¡Hey! ¡____!– paré en seco y rodeé los ojos –¿ya recordaste qué hoy es tu cumpleaños?–.
Sam.
Me giré lentamente hacia mi hermano, apreté la mandíbula y sostuve mi mochila con un agarre firme. Quería matarlo en ese mismo instante, sin embargo, en mi intento de verme firme ante mis actos, mis ojos se dirigieron a la persona con la que él estaba. Cerré los ojos para después darme la vuelta y seguir con mi camino a la clase de Historia a lado de Dash.
La única persona que no quería ver el día de hoy, a la que no le había dirigido la palabra en casi dos años, la persona que había sido mi primer y único amigo cuando me mudé a Colorado.
Jace Norman...
¡No! ¡No me iba a adentrar en el pasado! No ahora, no nunca de nuevo.
En fin, seguí caminando jalando a Dash de la playera, literalmente y nos conducimos hasta uno de los patios de la escuela para poder respirar aire fresco. La verdad no sabía si Dash quería ir ahí, pero yo así, así que no tenía mucha opción.
–¿Por qué lo hiciste?– preguntó zafándose de mi agarre.
–No quería hacer el ridículo frente a los de onceavo– respondí, mientras me sentaba sobre una banca que daba a la pista de carreras –. Además, no es como si tu quisieras estar ahí también–.
–Bueno...– titubeó un poco y asintió –sí, tienes razón, no me emociona para nada y luego ser la burla de ellos lo que resta del semestre–.
–¿Lo ves?– lo miré obvia –Ahora, ya que estamos afuera podemos hacer más cosas divertidas–.
–____, literalmente no hay nada divertido qué hacer aquí, más que perder el tiempo que estamos haciendo perfectamente bien–.
Me levanté de la banca, caminé directo al pasto, y me acosté sobre este con las mano detrás de mi cuello teniendo todo el panorama al cielo casi claro de Colorado. A pesar de estar en invierno podíamos usar solo una sudadera para estar fuera, teníamos suerte de que no estuviera nevando justo ahora y es que aunque no lo crean las personas aquí estábamos acostumbrados a no recibir el frío de una mala manera.
Lo decía por las chicas de grados arriba que se querían sentir superiores y notadas por los chicos. Vi a varias con faldas y vestidos hoy como si fuera pleno verano o primavera, sin embargo, no me consternada. Si ellas querían morir de frío y enfermarse por llamar la atención adelante.
–Te faltaba visión querido amigo– suspiré con una sonrisa –, lo mejor que podemos hacer ahora es perder todo el tiempo del mundo después de esa destrucción de cerebro que nos hicieron–.
–No debería ser legal, ¿Sabes?– se acostó a lado de mí –¡Está frío el pasto!–.
–Claro que no, el pasto está demasiado seco como para que esté frío–.
–Eres muy rara, ____–.
Di un bufido –lo que me faltaba, todo mundo cree que soy rara porque me olvidé hoy de mi cumpleaños y ahora tú también–.
–Es que eso si es algo divertido– dijo entre risas –, no conozco a nadie en el mundo a quien se le olvide su propio cumpleaños–.
–Bueno ahora lo haces, siéntete afortunado–.
–Siempre me he sentido afortunado–.
Hice una mueca –no empieces a ponerte cursi aquí–.
–¡Pero eres mi mejor amiga!– se excusó –¡Y es tu cumpleaños!–.
–Que sea mi cumpleaños ni significa que debas ponerte cursi–.
–Lo tengo que hacer por obligación–.
Dadas terminadas esas palabras, Dash y yo estallamos divertidos en risas, ¿La razón? No había una necesaria, nuestra amistad era tan pura en ese sentido que era genial compartir y reír de repente de la nada. Una amistad que pregunté cómo no llegó a mí antes, si era todo lo que necesitaba.
–Hablando de cumpleaños– dijo Dash dejando de reír –¿Crees que te felicite hoy?–.
Hice une mueca –¿Quién?–.
–No te hagas la que no sabes–.
–No me hago la que no sé– rodeé los ojos –. No lo sé, quiero decir, no tiene por qué hacerlo–.
–Siempre lo hace cuando es tu cumpleaños–.
–Dejó de hacerlo hace mucho tiempo, Dash, no creo que lo haga ahora, y si lo hace, no irá a mayores, quiero decir, es una felicitación solamente, ¿No?–.
Escuché como Dash suspiró en desaprobación.
–Si tu lo dices, tampoco digo que le vuelvas a hablar como si nada, sólo digo que...–.
–Dash– solté firme –por favor, ya–.
–Lo siento, lo siento–.
En ese momento, la puerta la otro lado de donde estábamos se abrió de par en par, dejando ver al grupo de idiotas de mi hermano que antes vimos en el pasillo, entre ellos "él". Riendo como siempre al ser los dichosos reyes de la escuela, junto con un grupo de chicas revoloteando.
Que patético.
Alcé mi cabeza del pasto para poder observarlos con más detenimiento y asegurarme de que mi hermano no hiciera alguna tontería, cuando de repente, mientras lo fulminaba a Sam con la mirada, volví a encontrarme con él mirándome directamente.
Su sonrisa se borró al momento de verme, claro que el contacto visual no duró por mucho tiempo cuando desvió la mirada y siguió riéndose con los demás. Yo simplemente me volví a acostar en el pasto y froté mi frente con una de mis manos.
–¿Sabes algo, Dash? Me da igual que me felicite o no, no lo vale de todas formas, no después... no después...–.
–¿De lo que pasó?– preguntó mi amigo completando mi oración.
Asentí –sí, de lo que pasó–.
Un recuerdo no muy grato.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro