Capítulo 18: right where you left me
Brent Valley, Colorado
11 años
2013
PRIMER PUNTO DE QUIEBRE
El tonto baile que hacen por el concurso de talentos era de lo único que se hablaba en toda la escuela, la secundaria se volvía loca por aquella tarde en la que se supone varias personas se presentarían mostrando sus "talentos", lo que llamaban talentos, otros se inscribían por inscribirse y fingir que cantaban o hacer un tonto juego de cartas o presumir que tenían muchos años en gimnasia.
Claro, yo no tenía ningún talento de verdad, lo máximo que sabía hacer era hacer enojar a mi madre por la forma en la que comía helado descontroladamente por la tarde, y cómo Sam me hacía enojar y yo me enojaba con él, ese era mi único talento.
Pero obviamente algunas veces los talentos eran los menos importantes, lo importante en este caso era el baile o, mejor dicho, la fiesta que se hacía después de el espectáculo, ahí si no faltaba nadie, y para ser personas de entre 11 y 13 años, muchos creerían que no les emocionaba eso, bueno, era lo contrario.
A todos lados que iba se hablaba de eso y me estaba cansando, ni siquiera mi casillero podía tener un momento en silencio, como lo era ahora. Mientras que yo trataba de sacar mis libros para la siguiente clase, había dos niñas de un año arriba que yo hablando sobre eso, siendo en verdad molestas.
–Pero no sé si podamos llevar acompañante–.
–Sería mejor que lo encontráramos ahí–.
–¿Y qué pasa si nadie nos invita a bailar? No quiero quedarme como una tonta–.
>>Nada, no pasaría nada<< pensé para mí misma.
No entendía por qué se preocupaban por cosas así, no era como si fueran a quedarse solas para siempre y eso las iba a marcar de por vida. Una vez en la preparatoria, todo cambiaría, incluso ellas mismas, y este baile para todos quedaría como un recuerdo vago y quizás divertido; para los que irían, para mí, daba igual.
Seguí caminando por los pasillos de la secundaria tratando de ignorar todos los comentarios en general del tonto baile, para seguir con mi vida y más que nada, esperar a que Jace saliera de clases, porque conmigo estando en sexto y él en octavo, él tenía más clases, más ahora que iba a entrar a la preparatoria.
¡JA! Iba a entrar a la preparatoria y se llenaría de ineptos sin cerebro, y él se convertiría en uno y a mi me daría mucha risa.
Hablando del rey de Roma. Del salón a un costado de donde estaba, todos los alumnos de octavo comenzaron a salir, riendo y jugando con las palabras, y al último por su puesto, él rubio de 13 años cansado de la vida.
–Muchas gracias por esperar, necesitaba salir urgente de historia, es una materia que no me deja dormir bien–.
Lo miré con una expresión nula –¿No te deja dormir bien la clase? ¿A qué se supone que vienes a la escuela?–.
–A lo mismo que tú, ____, a dormir– reímos –, ¿Qué hacías de todas formas?–.
–Argh, escuchaba a varias niñas preocupadas por el tonto baile que va después del concurso de talentos. "Preocupadas porque no tienen citas"– imité su voz chillona burlándome –. Como si fuera el fin del mundo–.
–Dices eso porque no tienes una cita al baile– dijo en forma burlándose de mí –y porque no tienes un talento que presentar–.
Bufé –Lo dice el que tiene muchos talentos–.
–Uh... yo sí tengo un talento, de hecho tengo varios, que no tengas la decencia de saberlos al ser mi mejor amiga me parte el corazón–.
–¡Es porque no tienes ninguno, Jace!– le grité divertida –Te conozco desde hace 4 años y sé que no tienes ni uno solo–.
–No me conoces tan bien entonces–.
Pasé una mano por mi pecho fingiendo estar un tanto ofendida por lo que acababa de escuchar. Lo conocía tan bien que sabía que estaba molestándome con ese asunto para simplemente hacerme enojar.
–Anda, di por lo menos uno que tengas ¡Uno!–.
–Soy perfectamente en hábil, en el arte de...– hizo una pausa y me miró de forma divertida –... hacerte enojar y molestarte–.
Rodeé los ojos –Eso no me sirve de mucho. No es como si pudieras subirte a ese escenario y hacerme enojar por 5 minutos–.
–Perfectamente capaz de hacerlo, pero no quiero hacerlo por que sé que no sería divertido para ti– touché –. Además, sabes que a todos aquí les da igual el concurso, lo que importa es el baile horas después–.
–Una completa tontería– afirmé.
–¡Si tu tuvieras una cita al baile dirías lo contrario!– me volvió a gritar –¡Y para que dejes de quejarte...!–.
Jace paró su paso en seco por un momento, me tomó del brazo conmigo ya estando demasiado fastidiada. Me hizo mirarlo directamente a los ojos, y sonrió como si estuviera a punto de soltarse a carcajadas, lo que causó que yo rodara mucho más los ojos, y quisiera zafarme de su agarre.
–¿Qué?– le pregunté.
–Ven conmigo a la fiesta– contestó, como si fuera lo más normal del mundo.
Abrí mis ojos sorprendida esperando a que dijera que era una broma, una de muy mal gusto, pero simplemente se quedó ahí viéndome, dándome a entender que no era ni una broma.
–Ven conmigo y con Sam al concurso, igual tus padres estarán aquí, y los míos, y luego podemos venir al baile, tú y yo, porque Sam va a llevar a una chica de preparatoria, y no tengo una cita, y para que dejes de sentir tu odio a los bailes, ven conmigo–.
Entrecerré los ojos no muy convencida –¿Cómo sé que no es una broma de muy mal gusto?–.
–Porque eres mi amiga, no te mentiría nunca y qué genial sería que vinieras conmigo a tu primer baile; yo hubiera querido ir contigo a mi primer baile–.
–Tenía 9 años, era imposible– le dije.
–De hecho un poco– admitió –, ¡pero no me cambies el tema! ¡Vamos, ____! ¡Ven conmigo, por favor!–.
Miré a Jace durante varios segundos demasiado insegura de su propuesta.
No me lo tomen a mal, en realidad no me molestaba ir al baile con él o su propuesta, era más el hecho de que tenía que aguantar a todas las miradas de las chicas odiándome porque iba con Jace Norman. Si durante todos los días era de vez en cuando, ahora en un solo lugar por lo menos dos horas jamás me la acabaría.
Contando los días siguientes y siguientes.
Aunque realmente no entendía el por qué que me odiaban, quiero decir, sí, todo mundo quería estar con Jace y Sam por alguna razón, pero tampoco es para odiarme por estar con ellos. Tengo 11 años, no es la gran cosa.
–No lo sé– contesté rompiendo el silencio –. No quiero que tus fans me vean feo toda la noche–.
–¡Argh! ¿¡En serio ese es el problema?! Nos puede dar por completo igual lo que hagan, no es como si importa la verdad–.
–A mi me importa, tu porque ya te vas a la preparatoria–.
–Escucha, si fuera importante hubiera aceptado ir con la chica que me invitó, pero no lo hice porque la verdad quería ir contigo, porque es el último de la secundaria y quiero que sea tu primero conmigo–.
–Muy considerado– dije sarcásticamente.
–Anda, ____, por favor, por favor, por favor–.
Una respuesta tan simple, que mi cabeza decidía hacer tan difícil. Cosa que tenía frente a mí y que podía dar, pero algo muy dentro de mí decía que le dijera que no, aunque fuera mi mejor amigo y lo quisiera mucho... y no podía dejar que me hiciera mal lo que dijeran todos... y no debería importarme...
¡ARGH!... ojalá tenga razón.
–Okay– acepté –, okay, sí, está bien, no hay problema–.
Jace sonrió de una manera como si hubiera ganado la misma lotería, (algo que no era necesaria, o sea no la necesitaba), y empezó a mover mi hombro de un lado a otro.
–¡Oye, oye, oye!– le grité quejándome –¡Me vas a arrancar el brazo!–.
–Lo siento, me emociona que vengas– dijo mientras dejaba de lado mi brazo.
–Sí, sí, sí– hice un ademán para restarle importancia –, no te emociones tanto–.
–Trataré. Okay, el plan es: Sam, tú y tu mamá vendrán con mi mamá y conmigo, luego para cuando Sam salga, van a llegar mi papá, tú papá, Glory y Xander–.
Asentí –No suena mal–.
–Es porque yo hice el plan– se señaló orgulloso de sí mismo –. Para el baile después, sólo vamos a estar Sam, Xander, tú y yo–.
Lo miré extrañada –¿Por qué Xander?–.
–Porque mi papá lo atrapó tratando de escaparse, así que lo castigó haciéndolo nuestro chaperón–.
–¡JA!– solté una carcajada –¡Qué buena forma de castigarlo!–.
–Lo sé– siguió mi risa –. En fin, ese es el plan; ya estando en el baile, Sam se va a ir con su cita, y tú y yo nos vamos a quedar juntos, ¿Qué dices?–.
¿En qué me había metido? Crucé mis brazos y traté de verlo con una expresión indiferente, aunque la verdad me emocionaba, no voy a mentir, sin embargo, debía de fingir que me daba igual porque me hice del rogar. Una vez vi que Glory lo usó con uno de los chicos que sale, y funcionó.
–Me gusta–.
–Perfecto– alzó dos pulgares.
(...)
Día del Baile
El tan esperado día había llegado, más rápido que cualquier persona de ambas familias lo hubieran esperado, pues por alguna razón, todos, en verdad, todos, estaban demasiado emocionados porque yo fuera a mi primer baile.
Y qué mejor que ir con una persona que conocían a la perfección, es decir: Jace. Por un momento creí que a mi padre no le gustaría la idea, pero cuando dijo que prefería que fuera él a cualquier otro niño tonto que quisiera acercarse a mí, sabía que iba a tener ningún sermón o algo por el estilo.
Lo que era bueno para mí, así no debía aguantarlo.
La mejor parte era que a todos se les hacía normal que fuéramos él y yo, si durante todo el día la pasamos juntos, cada día de la semana, iba a ser como cualquier otro. Pero claramente Glory y Xander trataron de sacar el lado romántico a esto... Scott los regañó diciendo que yo era una niña, lo cual era verdad, y que Jace era mayor para mí a esta edad... y también era verdad.
Sin contar que él rubio y yo terminamos "vomitando" todo el camino hasta la escuela. Que por un instante, al menos para mí, era más real que ficticio.
–¡Y para que siguiente y último acto!... ¡Pero no menos importante!– anunciaba la Maestra de ceremonias del concurso –¡Sam Fitzgerald con su...!– la mujer frunció el ceño confundida y volvió a leer el papel, para asegurarse de que estuviera bien lo que fuera a decir –... ¿Caja de las risas?... ¡Un aplauso!–.
El auditorio se llenó de aplausos y varios vitoreos de chicas que se morían por mi hermano, celebrándolo y gritándole lo increíble que era; por supuesto que yo no le veía nada de increíble a una "caja de las risas".
–¿Qué es una caja de las risas?– le pregunté a Jace susurrando, que estaba a lado de mí.
–Es un talento que muchas personas desean–.
–¿Qué tiene de talentos una caja de las risas?–.
–¿Qué es lo más importante en la vida de las personas?– miré a mi alrededor esperando a que diera respuesta, de una pregunta que claramente no sabía –¡Risas, ____, risas!–.
Bufé –No es un talento, Jace, la caja de risas no es un talento–.
–¡Lo dices porque...!–.
>>Ummmm... a ese rubio y a la niña a lado de él en la fila 6, estoy a punto de presentarme así que... tengan respeto a su hermano... ¡Gracias!<<.
Sentí el calor subir a mis mejillas luego de que Sam terminó de exponernos a Jace y a mí, ahora gracias a él todas las miradas estaban sobre nosotros, sin excepción. Como era de esperarse, varias chicas de grados arriba empezaron a cuchichear entre ellas, otras dirigiéndome miradas de odio porque era costumbre y otras viendo a Jace como un "sueño".
–¿Por qué te miran como si fueran a matarte?– me preguntó Glory acercándose más a mí –Son muy jóvenes para pensar en eso–.
–Es lo que yo me pregunto todos los días, descuida, después de un rato te acostumbras–.
–Es por mi hermano, ¿verdad?–.
–Sip– asentí –, siempre es por tu hermano–.
–No es como si fueras algo amoroso de él–.
–Por eso mismo no tiene sentido, pero me odian–.
–Te odian porque envidian que tú estés siempre con él y él no esté con ellas– dijo ella a mi oído, mientras que las risas estallaban gracias a Sam –. Es envidia, ____, deberías estar orgullosa–.
Me giré un poco para quedar frente a ella –¿Cómo es que sabes todo esto?–.
–Soy 8 años mayor que tú y estoy en Yale, lo entiendo y yo ya pasé por eso. Confía en mí y siéntete orgullosa–.
Regresé a mi posición original sin prestar ni un momento atención al show de mi hermano, al mismo tiempo que aquella palabra resonó en mi cabeza todo el tiempo.
"Envidia", sentimiento que sale cuando una persona quiere tener lo que el otro posee... huh... al menos había puesto atención a la clase de vocabulario en cuarto año para saber lo que significaba, algo que me causó mucho orgullo la verdad.
El show terminó y yo solo recuerdo aplaudir porque tenía que aplaudir, salí de mi trance de estudiar la palabra "envidia" con cada uno de los escenarios que me hicieron sentir odiada y creo que en verdad Glory tenía una buena razón para ir a Yale. Muy inteligente.
(...)
Las horas pasaron, tan rápido como no esperaba, y de un momento a otro ya estaba bajando del auto de Xander en frente de la escuela. Con un lindo peinado que Glory me hizo, zapatos que me lastimaban los pies y usando el vestido que mi mamá fue a comprar para hacerlo especial y que dijo que combinaría con Jace; no entendí a lo que se refería, pero decidí no discutir con ella.
–Los veo en esta puerta en dos horas, solamente dos horas– nos decía Xander –, yo voy a estar en el baile también, pero si no están aquí para esa hora van a tener que caminar a casa, ¿Entendido?–.
–¿Por qué no mejor eres el hermano divertido de siempre?– inquirió Jace.
Xander gruñó fastidiado –Porque papá quiere que sea "responsable", y yo no quiero estar en un baile de secundaria–.
–Bien, bien, ya entendimos, odias tu vida ahora– lo calmó Sam –. Mi cita está adentro, yo me voy, los veo en dos horas–.
–¡Dos horas!– volvió a gritar Xander –Ahora vayan a divertirse los dos, tu más ____, mi mamá me pidió y amenazó para que te divirtieras, es tu primer baile–.
–Tómalo como un hecho–.
En realidad estaba muy emocionada, no voy a mentir, a un nivel que venir al baile con mi mejor amigo no lo hacía tan mal.
–¡Y tú!– señaló a Jace –¡Cuídala y asegúrate de que se divierta!–.
–¡Pero si ya nos estamos divirtiendo!–.
–Ya, entren, no puedo más contigo–.
Ahora ya le creía a Jace cuando decía que su talento era enojar a las personas y fastidiarlas con solamente hablar, un talento que muy pocas personas poseían, además, no era como si se sintiera mal por eso, de hecho le encantaba y mientras más enojados quedaran era su satisfacción de reírse.
Jamás comprendí muy bien eso, pero así era la situación.
Mi amigo y yo entramos al baile, con mi emoción subiendo cada vez más y más que casi me consumía. Era todo muy bonito para ser el baile de una escuela secundaria, que a comparación de los de preparatoria, todo era muy diferente, además de que lo hicieron con tema de "circo", por todo eso de los talentos y así que hubo antes.
Me sentía feliz, muy feliz, que por nada del mundo me arrepentía por haber aceptado la invitación. No me imagino como hubiera sido si no.
Nos adentramos más al lugar hasta que llegamos a un sitio más tranquilo y una de las gradas, donde nos sentamos y pude seguir admirando todo; ya todo lo demás, las miradas de odio, había dejado de importarme.
–¿Qué tal?– me preguntó Jace.
–Es muy cool– admití, sin quitar mi cara de sorpresa –. Gracias por obligarme a venir–.
–Sabía que te iba a gustar– y vaya que me conocía bien. –Te ves muy bien, por cierto–.
Bajé la mirada a mi vestido –Oh, sí– pasé un mechón por mi oreja avergonzada –... um... gracias–.
–Me gusta, combina con...– se detuvo por un momentos y me miró de arriba abajo –¿Tus ojos?–.
Reí –No digas eso, por favor–.
–Sí, lo siento– apartó su mirada de mí –, no sé porqué lo dije, fue raro–.
–Está bien–.
Nuestro lugar se llenó de un silencio incómodo que no había tenido antes con él, un silencio nuevo donde ninguno de los dos hablaba porque no sabía que decir, y un silencio que honestamente no tenía ni idea de cómo romper pues no existían bromas para hacerlo o algo así.
Sin contar el hecho de que las manos empezaban a sudarme, a sentir una sensación extraña en el estómago que quería hacerme vomitar; cosas que nunca me habían pasado estando con él. Era horrible, en verdad lo odiaba mucho.
Jace se levantó de su lugar, dejándome por completo confundida, no teniendo idea si yo debía levantarme o no, o si tenía que quedarme sentada, si se iba a ir y seguirlo o quedarme aquí.
–Entonces– dijo estrechándome la mano –, le prometí a toda tu familia... y a la mía, que iba a hacer que te divirtieras, así que... ¿Quieres bailar a esta canción de hace miles de años?–.
–¿Bailar?– ahora yo pregunté, un tanto insegura –No lo sé–.
–Me refiero a saltar y gritar y divertirte, nadie aquí baila, ni siquiera yo–.
–Jace Norman...–.
–____, es divertido, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos–.
Como la vez que me pidió venir, Jace movía mi brazo de un lado a otro terminando con mi paciencia y si no paraba pronto, con un fuerte dolor de brazo, y ese sentimiento misterioso que le tenía desapareció y apareció el de odio.
–¡Okay!– exclamé fastidiada –¡No fastidies!–.
–¡Es mi especialidad!–.
–Estaba empezando a quererte–.
–Ya me querías de todas formas–.
–¿Quieres bailar sí o no?–.
–¡A saltar!–.
Jace y yo llegamos justo a tiempo a una canción que mis padres y los suyos escuchaban siempre que tenían una cena importante, lo que nos dio el suficiente tiempo para saber que sería divertido y que valdría la pena; de la nada, él y yo ya saltábamos en medio de la pista de la baile como si fuéramos unos completos tontos... que hacía de eso lo mejor.
Así pasaron varias canciones, algunas lentas, donde nos burlamos de los que bailaban en pareja, otras más rápidas, de Disney, del momento, etc. Pasamos a comer queso y jugo, luego más dulces, que así de rápido se nos había ido una hora en el baile y yo nunca me había divertido tanto.
Era genial estar con él, aunque de vez en cuando aparecía ese sentimiento cuando estábamos en las gradas, pero decidí ignorarlo, entendí que no valía la pena y que era mi imaginación, si no le preguntaría a Glory después.
–¡Hey! Tengo que ir por agua– me gritó Jace en medio de otra canción –¿Estás bien si te dejo aquí?–.
–Sí– contesté –, no hay problema, sólo no te tardes–.
–Te prometo que no–.
Y así, me quedé sola.
No fue tan malo como las personas lo pintan, de hecho estuvo genial, bailaba como si nadie pudiera verme y las miradas de odio dejaron de ser importantes; era yo, mi mejor amigo y el momento.
Pasaron varios minutos y Jace no había regresado, no había ni una sola señal de él por ningún lado, las canciones pasaban y yo seguía ahí, justo donde me había dejado, parada, sin saber exactamente qué hacer. Extrañada salí de la pista baile para ir a buscarlo porque en serio se me hacía raro no verlo por ningún lado, prometió volver, y él jamás rompe una promesa.
Lo busqué en las gradas, en la mesa de dulces y hasta por debajo de las mesas, pero no había ni un simple rastro de él, es como si la tierra se lo hubiera tragado y no me gustaba nada ese sentimiento.
De la nada, en medio de la búsqueda, cuando pasaba por la mesa de los quesos, entre todo el ruido escuché su risa, acompañada de una segunda risa que no conocía, pero que sabía que provenía de una chica. Me giré con cuidado de que no me vieran, sin embargo, en cuánto vi la escena, sentí como el corazón se me detenía por un momento, no sabía por qué, pero en verdad era terrible.
Jace Norman, reía con una chica, la abrazaba y bailaba con ella, le hacía bromas y no dejaba de verla, como si ella hubiera venido con él al baile, y yo... y como si yo me hubiera desvanecido.
(...)
Pobre rayis.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro