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Capítulo 13: Only The Young

P.O.V____

Brent Valley, Colorado
2011
9 años

Sentía como mi pecho se movía demasiado rápido de adelante para atrás, las manos, frente, espalda, me sudaban, incluso podía sentir toda mi cabeza me sudaba también, parecía como si las piernas se me estuvieran rompiendo, mis rodillas rechinaban, y un dolor en mi garganta empezaba a hacerse demasiado presente, sentía que esta se me quemaba. 

La cara me ardía, y me costaba abrir los ojos por el tanto sol que había. 

Para ser un día común de primavera, el sol ya estaba ardiendo a todo lo que daba, aunque era muy obvio, Brent Valley estaba en una colina, pero la distancia de 4 horas que había de distancia con Utah, más el desierto de ese lugar, hacía que los días calurosos se volvieran infernales. 

Me paré cerca de una resbaladilla para tomar un poco de aire, y estaba realmente odiando haber ignorado a mi mamá cuando me dijo que trajera agua. 

–Todavía no termina el rally ____– dijo una voz detrás de mí –tenemos que terminar de encontrar esos objetos, no podemos dejar que ganen los del cuarto grado–. 

Volteé a ver a la persona que me había hablado –yo ya me morí, sigue buscando tú–. 

–No puedes morir, debemos de encontrar todo, somos la única pareja en el salón que ha encontrado más de cinco objetos– tomó mi mano –ven vamos, te daré de mi agua–. 

El rally anual de Bonneville Elementary School, donde todos los deportistas de la clase podían lucir su perfecta condición física, mientras que los flojos como yo, moríamos lentamente. Era un juego de encontrar miles de objetos en el parque que estaba a lado de la escuela, se formaban parejas en el grupo y al final debíamos de juntar todo lo que habíamos encontrado. 

Competíamos con el grupo de dos años mayor que nosotros, es decir, estábamos compitiendo contra el grupo de Sam y el de Jace, exacto, tercer grado, contra quinto grado. Al final el grado que encontrara las cosas primero, y en el menor tiempo, ganaba, claro si no se encontraba un objeto especial que nadie sabía lo que era. 

–Zoey, deja de jalarme mi brazo, me lo vas a arrancar, me puedo parar yo sola–.

Me había tocado con una niña llamada Zoey Reynolds, jugaba basketball, y para tener 9 años igual que yo, estaba demasiado alta, y era demasiado, demasiado competitiva. 

–Vamos, ____, quiero ganarle a los de cuarto–. 

–Yo también quiero ganarles–. 

–Entonces párate–. 

–Pero me duelen las piernas, me hiciste correr por todo el parque sin descansar nada, necesito descansar Zoey–. 

Soltó mi brazo –cuando encontremos todo  puedes descansar, ahora tenemos que ganar– hice cara de cachorro –no soy la Srita. Johnson para que hagas esa cara– nuestra maestra –piensa que cuando ganemos puedes presumirle a tu hermano y a tu amigo Ricky que ganaste, y que los pequeños somos más poderosos–. 

Esa era una muy buena idea, agitar en la cara de Jace y Sam que había ganado y ellos no, molestarlos por varios años, iba a ser algo de lo que quería acordarme para siempre. Así que, con la poca energía que tenía, me levanté del suelo, miré a Zoey feliz, ella me dio su botella de agua y después de darle varios tragos, seguimos corriendo. 

Habíamos llegado a un lugar al que nunca había ido, era como una colina hasta el final del parque, probablemente no habría nada por acá pero no se perdía nada buscando. 

Estaba agachada entre el pasto buscando abajo de una bancas, cuando vi una cosa brillante abajo de una piedra. Levanté esta con cuidado, para deslumbrarme con lo que sea que estuviera abajo de la piedra.

–¡Zoey! ¡Zoey!– grité –¡creo que encontré algo!–. 

Llegó corriendo –¿qué es?–. 

–Creo que es un... no sé pero brilla mucho– saqué la cosa –es de vidrió–. 

Era una especie de diamante, tenía varios puntas, y hasta abajo tenía una parte plana que traía una clase de papel que cubría un mensaje abajo de este. 

–Dice algo abajo– miré a Zoey confundida mientras quitaba el papel –"3er. Grado. Ganador"–.

Abrí mi boca sorprendida por lo que acaba de encontrar, y la chica a lado de mí tenía la misma mirada que yo, impactada y sin poder creer lo que habíamos encontrado. Empezamos a gritar, a brincar, festejar sin parar ¡habíamos encontrado el objeto especial! ¡Lo que nos haría ganar! ¡Con lo que siempre iba a molestar a Sam y a Jace! 

Zoey me tomó de la mano y corrimos lo más rápido que pudimos, recorrimos todo el parque por  tercera vez, y la verdad, ya no me importaba mi dolor o mi falta de aire, solo quería llegar al centro del patio de la escuela y ganar, solo quería eso. 

Corrimos, corrimos, y corrimos, hasta que por fin, después de unos minutos, llegamos a la puerta de la escuela, donde ahí nos encontramos con Jace y con otra niña, que al parecer eran equipo, él traía algo en la mano que al parecer no quería soltar por nada en el mundo. 

–Hola, ____– saludó él sonriendo –¿vienes a entregar tus objetos?–. 

–Hola Jace– le respondí de la misma forma –sí, ya tenemos bastantes, queremos ganar–. 

Bajó su mirada a mi mano –¿qué tienes ahí?–. 

–Nada– puse mi mano atrás de mí –¿tú que tienes ahí?–.

–Nada–. 

Nos quedamos en un momento incómodo durante unos segundos, sabía que tenía el mismo diamante que yo en la mano que estaba tratando de ocultar, así como él sabía que tenía lo mismo en mi mano, habíamos sido mejores amigos por dos años ya, y nos conocíamos mejor que nada. 

Tras estar sin movernos y sin que nadie dijera algo, abrí la puerta de la escuela y rápidamente comencé a correr por el pasillo con el diamante en mi mano, seguida por Jace. 

Aunque él fuera más rápido que yo por solo ser más alto, se podía decir que tenía cierta ventaja al inicio por haber corrido primero, pero llegó un momento en el que me había alzando y sinceramente no encontraba la manera de llegar más rápido. 

Íbamos corriendo en el pasillo, faltaba solo un poco para llegar al patio, nunca había corrido tan rápido en toda mi vida, cuando de la nada, una pareja de cuarto grado salió de uno de los salones tapando el camino de Jace, haciendo que mi camino al patio, quedara libre por completo. 

... 

–¡Yo gané! ¡Yo gané! ¡Tú perdiste! ¡Yo gané! ¡Tu perdiste! ¡Siiiiii!–. 

Habíamos ganado, había ganado, por primera vez en dos años, le había ganado a Jace en algo, eso incluía a mi hermano, el hijo perfecto había perdido su rally en el quinto grado, y ¿quién ganó? ¡YO! Como lo había dicho, se lo estaba presumiendo a Jace en la cara, y lo haría con Sam, pero como ya no se juntaba con nosotros, lo haría más tarde antes de dormir. 

Jace me miró mal –deja de ser presumida–. 

–No te estoy presumiendo, solo estoy feliz porque gané y tu no–. 

Estábamos en la sala viendo la televisión, se había estrenado la nueva película de Phineas y Ferb, y Jace y yo no habíamos dejado de verla desde que salió, creo que se había convertido en nuestra favorita, toda la película era muy divertida, era igual que la serie, y más por el beso que se dieron Isabela y Phineas, era tan lindo y muy tierno. 

Mi mamá decía que me había vuelto más "sensible", más "niña", yo no entendía porqué, pero bueno. 

–Me estás presumiendo– Jace se paró del sillón –y ahora te voy a enseñar que yo soy más rápido que tú, y que yo debí ganar– corrió al patio –¡a qué no me atrapas!–. 

–¡Jace Lee Norman!–. 

Me levanté del sillón lo más rápido que pude, y seguí a Jace corriendo, que ya estaba a fuera en el patio corriendo como un loco, él ya tenía 11 años, pero aún así seguía jugando como si tuviera 6 años, eso es lo que dice Scott de él, su papá. 

Jace corría en círculos, tratando de confundirme, porque cuando trataba de atraparlo, se hacía a un lado o se tiraba en el suelo esquivándome, siempre me desesperaba cuando jugábamos así. 

–¡Ya! ¡No corras así!– le grité. 

–¡Atrápame y dejo de correr así!–.

Solté un gruñido para después seguir persiguiendo a Jace por todo el patio, se estaba aprovechando que estaba cansada eso era. 

Un minuto había pasado, y ya estaba más cansada que antes, Jace se había subido a la casa del árbol y me gritaba que lo alcanzara desde allá arriba, hice una mueca con mi boca, y de mala gana empecé a subir la escalera que llegaba a la casita. 

Cuando llegué, encontré a mi amigo recargando en el barandal, sonriendo victorioso, y moviendo su mano saludándome. 

–No es divertido– dije cruzando mis brazos –no es divertido–. 

–Pero te gané ahora yo– caminó hasta mí –así que yo ganó–. 

–Eres más grande que yo, no es justo–. 

–Es justo ____– volvió a sonreír –¡gané!–. 

–¡No!– grité –¡le tienes miedo a las alturas! Aquí es alto, así que como tienes miedo, no has ganado–. 

Más que verdad, Jace le tenía mucho miedo a las alturas, bueno, le tenía, hace un año todavía no se podía subir aquí, pero gracias a la ayuda de mi papá lo fue superando, ahora se la pasa acá arriba, como ahorita. 

Me miró confundido –ya no le tengo miedo desde hace un año–.

–Bueno...– miré mis pies –si tienes razón–. 

Jace empezó a hacer su baile de victoria, era tan molesto cuando hacía eso; no podía dejarlo ganar, si lo dejaba ganar, serían más veces él, menos yo, tenía que pensar una forma de hacer que yo ganara... ¡y había una! 

–No ganas, no has ganado deja de bailar–. 

Alzó sus cejas –¿por qué no he ganado según tú?–. 

Mordí el interior de mi cachete y moví mi cabeza de lado a lado, pensando en la gran idea que se acababa de ocurrir. 

–Porque no has cumplido el reto– respondí. 

–¿Qué reto?–. 

 –Te reto...– me balanceé de lado a lado –te reto a que me des un beso–. 

Justo como lo había planeado, Jace abrió sus ojos sorprendido, no hablaba de un beso como el de Phineas e Isabela, pensaba uno en la mejilla, como normal, pero si él pensaba que era uno como en la película, estaba bien. No me había dado cuenta que me haba vuelto inteligente. 

–¿Cómo la película?– asentí con mi cabeza baja –¿un beso en los labios?–. 

–Si no lo haces yo gano–. 

Volteó a ver al suelo, y caminó más a donde yo estaba, aún moviéndose de un lado a otro nervioso, yo también lo estaba la verdad. 

–Te doy un beso y gano yo, por siempre–. 

–Si quieres ganar, sí–. 

Jace se acercó un poco más a mí, levantó sus ojos y miró directo a los míos, se fue acercando poco a poco con sus labios levantados, haciendo la forma que haces cuando vas a darle un beso a alguien. Cada vez estaba más cerca, y cada vez más caminaba para atrás, hasta que en un momento me dejé de mover, ya tenía a Jace demasiado cerca de mi cara. 

Metí mis labios mordiéndolos, él tenía los ojos cerrados, si estaba dispuesto a hacerlo, cuando vi que lo tenía más cerca, empujé su hombro y lo hice a un lado, para después salir corriendo de ahí riéndome, bajando las escaleras de la casa del árbol, evitando un beso en los labios con mi amigo. 








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