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Capítulo 10: this is me trying

P.O.V____

Brent Valley, Colorado
2017
15 años

La semana de exámenes había pasado demasiado rápido, y para mi gran sorpresa había pasado química, incluso cuando dejé la mitad del examen lleno de cosas sin sentido, pasé Ciencias Sociales y el viernes, es decir hoy, tuve examen de Geografía, en general, la semana salió bien, excepto por la parte en la que el jueves me tuve que quedar en la escuela por el castigo, y junto con Levi tuvimos que limpiar las mesas de la cafetería, pero de ahí en fuera todo bien.

En fin, hoy era viernes, ya era la hora de la salida y toda la escuela estaba vuelta loca por el baile de San Valentín de mañana, el "Sweethearts Dance", un evento ridículo para celebrar el amor en Brentwood Hills High, al que obviamente Dash y yo no asistiríamos por nada en el mundo.

–¿Entonces no vendremos mañana?– preguntó Dash recargándose en al casillero de a lado del mío –¿ni quiera tú y yo? ¿Cómo amigos?–.

–No creo que sea una opción–.

–____ es nuestro primer baile de San Valentín en la preparatoria, no es algo que puedas poder vivir de nuevo–.

Hice una mueca con mi boca –tenemos otros tres años para ir–.

–¿Por qué eres tan amargada?– me preguntó.

Cerré la puerta de mi casillero –¿por qué eres tan insistente?–.

–Mira, no tienes ni por qué preocuparte en conseguir una cita, iremos juntos como los buenos mejores amigos que hemos sido por los últimos dos años– alzó los brazos –y me la debes, porque tampoco quisiste ir al de bienvenida–.

Touché.

–Fuiste al de Invierno– me crucé de brazos.

–¡Sin ti!–.

No me mal entiendan, no me gustaban los bailes que hacía la escuela, pero no era porque era una amargada sin vida social y porque tenía solo un amigo, bueno en parte, pero además de eso, se me hacía muy cliché todo eso de buscar un vestido, que te inviten, bailar, y todo eso, no me simpatizaba en lo absoluto.

Además, tuve una experiencia no muy placentera con un baile de esos hace algunos años. 

–Dash– mordí mi labio –si quieres ir tú, ve, en serio, no tienes que ir conmigo, puedes invitar a esa chica linda que se te queda viendo en Ciencias Sociales–.

–Quiero ir contigo– abrí mis ojos sorprendida –como amigos es obvio, divertirnos un rato, bailar, me la debes en todos los sentidos–. 

–No– contesté firme –no, en serio Dash, sabes lo que pienso sobre eso, lo siento–. 

–____– me miró con los ojos entristecidos, mientras que yo seguía negando con la cabeza –bien, de acuerdo, está bien ¿qué haremos entonces?–. 

Encogí mis hombros –tú podrías venir al baile, yo veré películas en mi habitación–. 

–Sabes, solo porque tú ya sabes quien te olvidó en el sexto grado no significa que...– lo fulminé con la mirada –bien lo siento–. 

–No importa, ya fue hace mucho–. 

–Pero sigues lastimada– dijo entre dientes.. 

–Te escuché y nope– comenzamos a caminar a la salida –en verdad ya no, me da igual ahora–. 

Se río –bien, eh, si tu lo dices, genial ¿qué haremos? ¿ver películas de los 80?–. 

Alcé una ceja –es un plan, Sam vendrá al baile, mis papás saldrán con los Norman–. 

–Te veo a las ¿7?– asentí –a las 7 te veo–.

Me despedí de Dash y comencé a caminar por la acera con rumbo a mi casa. Por primera vez después de dos días había logrado salir temprano, y no quedarme en la escuela callada dos horas sin hacer nada o limpiando las mesas de la cafetería, recibiendo las burlas de Sam durante toda la tarde. Así que hoy por fin iría a mi casa, y como es viernes, no haría nada hasta que Dash llegara. 

El camino a mi casa sería más o menos de 15 minutos, al ser las 2:30 PM el aire de la mitad de invierno se sentía increíble, no había mucho sol, hacía ejercicio para mis piernas y si, estaba caminando porque mi hermano se fue sin mí, como solía hacerlo los viernes. 

Estaba doblando la esquina en el parque que estaba cerca de la casa, si estaba cerca pero el parque era inmenso midiendo 1 kilómetro, al menos eso fue lo que me dijo Glory una vez, entonces había que caminar solo un poco más, cruzando los juegos y la escuela primaria a la que fui. 

Iba concentrada, metida en mis pensamientos, cuando de la nada un Jeep Wrangler de montaña color negro, se orilló avanzando lento a mi lado. 

–¿Sam te sigue dejando en la escuela?– rodeé los ojos y aceleré mi paso –eso contesta mi respuesta– aceleró –te podría llevar, quedas a una calle de mi casa, y no tendrías que caminar–. 

–No gracias– contesté sin mirarlo.

–No seas amargada– ¿por qué todos me dicen eso? –solo son dos minutos, ni siquiera tendrías que hablarme–. 

Paré en seco –no– y seguí caminando. 

Jace dejó de insistir, y prosiguió manejando, yéndose de ahí. Lo conocía a la perfección, y asaba que algo tramaba, me estaba hablando de la nada después de 3 años sin siquiera dirigirme una mirada, algo no andaba bien con él, y tendría que usar a mi hermano para averiguarlo. 

... 

–No puedo creer que en serio no quieras ir– Sam se estaba acomodando la corbata –es tu primer baile de San Valentín en la preparatoria–.

–Yo no puedo creer que te tomes más de 1 hora en arreglarte y justo por eso es patético, San Valentín es patético– le contesté.

–No lo es, solo que no has tenido un novio o alguien a quien querer para que lo tomes en serio–.

Di una risa burlona –y no creo encontrarlo en algunos años– no me respondió –¿quién es la desafortunada?–.

Soltó un bufido –no es patético, es entretenimiento que...–.

–Que solo ustedes los populares pueden tener– interrumpí –si, así es, no me cambies el tema, ya dime quien es–.

Mi hermano se quedó en silencio durante unos segundos, soltó su corbata y me volteó a ver, tenía una mirada de ilusión en su rostro, que le duró solo unos momentos, sacudió su cabeza de lado a lado, y regresó a su corbata.

–Thea–.

Di un grito ahogado sorprendido –Sam Fitzgerald ¡te gusta una chica! ¡y no solo quieres jugar con ella! Va a llover–.

–Si, si me gusta– dijo aún luchando con la corbata –te dije que iba en serio, así que deja de burlarte–.

–No me estoy burlando, solo creo que no es algo inusual que te ocurra a ti, ya que bueno eres un fuckboy–.

Sam me fulminó con la mirada por no se que vez durante el día, no le gustaba cuando le decía que era un fuckboy, pero es que era la verdad, él chico siempre hacía lo que los fuckboys hacen, así que no entiendo porque le debe estar molestando.

–Tú ya sabes quien también tiene una cita y es un fuckboy–.

Rodeé los ojos –no es un fuckboy, solo dices que lo es para no sentirte solo–.

–Bueno si, en eso tienes razón– sonreí orgullosa.

En ese momento, el recuerdo de Jace apareciendo hace algunas horas a lado de mí en su jeep apareció en mi cabeza, recordando que tenía que preguntarle a mi hermano que era lo que le estaba pasando.

Me incorporé sentándome bien en mi cama ya que estaba acostada y comencé a jugar con mis manos.

–Hablando de él, de tú ya sabes quien– chasqueé mi lengua –hoy cuando venía camino para aquí, en el parque, se orilló y se ofreció traerme a casa–.

Cuando escuchó mi frase, Sam se giró hacia mí frunciendo el ceño, con una sonrisa burlona en sus labios.

–¿Te ofreció a traerte?– asentí haciendo una mueca –¿por qué?–.

–Eso era lo que quería preguntarte–

Se encogió de hombros –tal vez quiere recuperar el tiempo perdido de todos estos años–.

–No veo el punto– le respondí confundida.

Mi hermano se acercó a mi cama y se sentó en esta a lado de mí, me miró como si se estuviera burlando de mí, para después negar con la cabeza rápidamente, aún, como si se estuviera riendo de mí.

–____, él y tú fueron amigos demasiado cercanos, tanto así que cuando jugábamos los tres, siempre me dejaban fuera– eso era cierto.

–Solo quiero saber que le pasa– alcé mis brazos –de la nada me habla como si nada hubiera pasado–.

–Y nada le está pasando deja de ser terca, si tramara algo me lo hubiera dicho aunque fueras mi hermana, y yo me hubiera dado cuenta– Sam se levantó de mi cama –ustedes dos fueron mejores amigos durante mucho tiempo, por eso te digo, tal vez solo quiere recuperar el tiempo perdido–.

Me iba a costar aceptarlo, pero no voy a negar que mi, a veces estúpido hermano tenía razón, como ahora, solo estoy siendo demasiado paranoica con el tema, y todo eso que dijo Sam.

Aunque por el otro lado, se me seguía haciendo demasiado extraño que después de tres años estuviera así, es decir, hablándome como si nada después de todo lo que pasó, fingiendo estar bien.

–Probablemente tengas razón– acepté cerrando los ojos –pero todavía estoy investigando–.

–Si quieres– encogió sus hombros sin importancia –y si me dice algo sabes que te lo diría enseguida–.

–Lo sé– sonreí de forma inocente –no hagas cosas malas en el baile, no dejes a Thea si la quieres en verdad, no tomes alcohol, no hagas drogas y no llegues tan tarde–.

–Según yo, mamá se había ido a cenar con papá– dijo sarcástico.

Lo miré mal –solo estoy cuidando que no hagas cosas indebidas–.

Mi hermano puso los ojos en blanco –eras más divertida cuando éramos niños–.

Y sin decir más salió de mi habitación.

–Las personas maduran Sam–.

–SI las personas maduran– se detuvo en el marco de mi puerta –pero tú lo hiciste convirtiéndote en una vieja amargada de 80 años–.

Di una sonrisa –yo también te quiero–.

–Si, si, como sea– hizo un ademán con la mano y siguió caminando –¡tú no hagas cosas indebidas con Dash!–.

Abrí mi boca indignada –¡no lo pensaba! ¡Gracias!–.

–¡Amargada!–.

–¡Fuckboy!–.

Las peleas con Sam eran lo mejor ¿lo había dicho? Aunque nos insultáramos lo hacíamos con amor, mis padres lo llamaban amor apache, y digo, está bien, él siempre me insultaba, yo se lo regresaba, así hasta cansarnos, la mejor parte era que ninguno de los dos se ofendía, bueno excepto por una vez hace algunos años, pero alguien más entra aquí teniendo parte de la culpa. 


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