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Capítulo 1: Fifteen

P.O.V____

Brent Valley, Colorado
2017
15 de Febrero
7:20AM 

Me desperté por el sonido estruendoso de mi alarma que indicaba la hora de ir a la escuela, me senté en mi cama, tallé mis ojos y miré a mi alrededor tratando de descifrar mi existencia en el planeta, ya que estos últimos días no sabía en que mundo existía, los exámenes de mitad de periodo me estaban matando en todas sus formas y sentidos, y si debemos hablar con toda la sinceridad del mundo, ni siquiera sabía que día era hoy. 

Caminé hasta mi clóset para sacar la ropa que usaría hoy, después de tomar una ducha para compensar las horas que no dormí estudiando. Tomé unos jeans, una playera, calcetas y mi par de tenis que usaba casi a diario. 

Tras haber tomado las cosas, abrí la puerta de mi habitación para ir hacia el baño, decidida a pasar lo que yo hubiera considerado como una buena mañana debajo del agua, y lo hubiera hecho si no hubiera sido por los gritos que me hicieron sobresaltar en mi propio al momento en el que abrí la puerta. 

"¡Feliz cumpleaños!". 

Mi familia. 

El sobresalto me hizo saltar un poco todo lo que traía en las manos, quedando con el impacto que recibí al escuchar el "¡Feliz cumpleaños!". Caí en la cuenta de que acababa de olvidar mi propio cumpleaños, miré el calendario que estaba sobre la pared, "Miércoles, 15 de febrero", sí eso tenía mucho sentido. 

–Hace 15 años llegaste a nuestra vida, ____– mi madre me dio un abrazo –feliz cumpleaños cariño–. 

Sentía que el aire me faltaba al momento de tenerla en mis brazos. Me abrazaba con tanta fuerza que juraba en cualquier momento me explotaría por la mitad.  

–Gracias mamá– contesté tratando de sonreír. 

Ella me devolvió el gesto mientras me tomaba de las mejillas y las apretaba, solía hacer eso siempre desde que tengo memoria cada año el día de mi cumpleaños, era algo de familia. Ella se hizo a un lado para poder dejar pasar a mi padre. 

–La pequeña ____ ya tiene 15– dijo este dándome otro abrazo –te prohibo crecer desde hoy–.

–Sí, no prometo nada–. 

–Deja de ser una aguafiestas es tu cumpleaños– revolvió mi cabello. 

No respondí, simplemente me quedé ahí parada esperando a que hermano se acercara hasta mí y me diera una clase de sus "regalos" sorpresa. Esperé la crema batida en mi cara, el agua sobre mi cabeza, la sorpresa de poner insectos en mi cabello, sin embargo, a la espera de los segundos me di cuenta de que nada de eso estaba por ocurrir. 

Abrí los ojos un poco preocupada y con el miedo de que algo fuera a pasar, no obstante, lo único que encontré fue a mi hermano observándome con una mirada divertida y negando lentamente con la cabeza. 

–Lo olvidaste ¿cierto?– asentí –no me sorprende, ven aquí–. 

Sam me dio el último abrazo que me daría mi familia este día, bueno al menos a esta hora de la mañana. 

Él era solo dos años mayor que yo, y era la clase de hijo que todo padre norteamericano deseaba, él hijo prodigio perfecto; jugaba baseball, tenía buenas notas, amable, respetuoso, era de los más aclamados por las chicas a la escuela a la que íbamos, tenía cinco grupos de amigos, había sido candidato para ser presidente estudiantil, etc.

Mientras que yo luchaba por mis calificaciones, me quedaba sin aire en la clase de gimnasia, tenía solo tres amigos, las personas sabían quien era por solo ser hermana de Sam, patético. A pesar de eso, me sentía feliz por él, la mudanza le había resultado para él. 

–Es el colmo ____, olvidar tu propio cumpleaños– dijo mientras me soltaba. 

–Que cosas ¿no lo crees?– respondí –de acuerdo, ummm, no los quiero correr pero tengo escuela, más bien tenemos– miré a mi hermano –y antes de que vinieran planeaba bañarme así que...–. 

Mis padres asintieron y se fueron de mi cuarto, no sin antes darme un beso en la mejilla cada uno y un último deseo de feliz cumpleaños, en cuanto a Sam, se quedó parado en el marco de mi puerta con los brazos cruzados y una sonrisa burlona en su rostro, viendo como recogía lo que había tirado en el suelo. 

–¿Se te ofrece algo más?– le pregunté. 

–Nah– contestó sin importancia –estoy tratando de descifrar como es que olvidaste tu propio cumpleaños–. 

Rodeé los ojos –ya olvídalo ¿sí? Es sólo un día más–. 

–¡Ja!– soltó un bufido –un día más en el cumples un año más de mi vida, si estuviéramos en Latinoamérica tendrías una "quinceañera"–.

–Sí bueno, no lo estamos, ahora si me permites tengo una ducha que tomar porque tenemos que ir a la escuela–. 

Sin más que decir, volví a hacer mi camino hacia el baño, ignorando las risas de Sam detrás de mí. Rodeé los ojos fastidiada y antes de poder cerrar la puerta del baño, el grito de mi hermano molestándome volvió a sonar en mis oídos. 

"¡No olvides como se cierran las llaves del agua!". 

Que ironía, pero que podáis decir, así de tonto, molesto, incoherente era mi hermano y lo quería bastante aún con sus cosas sin sentido, él había estado apoyándome desde que llegamos a California, me ayudó en muchas cosas, en todo ese sentido cuando no podía adaptarme y extrañaba Miami, Sam estuvo a mi lado todo ese tiempo. 

Al igual que él. 

... 

Salí del autobús con una expresión de fastidio sobre mi cara, aún con el sabor de la pasta dental en mi boca, que estaba mezclado con el sabor de batido de fresa que tomé antes de salir de casa, era algo asqueroso, pero todo fue gracias a Sam, que hizo que se me hiciera tarde.

Caminaba por el patio de la escuela con destino a la puerta principal de ésta, con los audífonos inalámbricos en mis oídos, observando en el patio lo que se veía todos los días en Brentwood Hills High School.

Personas a mi alrededor corriendo por todos lados actuando como si las clases no comenzaran en tan solo 10 minutos, riendo, gritando, platicando, las personas populares que creían que las reglas no aplicaban para ellos, incluyendo a Sam en esta lista, que se encontraba con el equipo de baseball riendo y admirando a las chicas que pasaban por ahí.

Idiotas.

–¡Feliz cumpleaños!– gritó alguien detrás de mí mientras me abrazaba por la espalda –quinceañera–.

–No empieces, Dash– contesté a la persona de forma apenada –ni siquiera me acordé que era hoy–.

–Eso es el colmo– soltó una carcajada.

Fruncí mi labios –sí, no es algo gracioso, pero no lo considero algo del fin del mundo, ni siquiera voy a celebrar–.

Me miró con los ojos entrecerrados –eres la persona más extraña que conozco–.

Dash Higgins, un chico dos semanas mayor que yo, amante de la tecnología y los deportes aunque no lo admitiera en voz alta, carismático, con chicas detrás de él aun cuando él es demasiado ciego para observarlo.

Él y yo nos convertimos en amigos desde que tuvimos la misma clase de álgebra en el séptimo grado, el primer amigo que logré hacer en Brent Valley sin ayuda de nadie, ninguno de los dos sabía como dividir una ecuación, y los tiempos extra con la profesora durante semanas fueron los culpables de armarme una amistad con un chico tan peculiar.

–Al menos logré memorizar todos los bencenos– le contradije –siento que me va a explotar el cerebro–.

–No seas exagerada– volvió a reír –es una estupidez, son cosas que jamás usaremos–.

–Pero que ahora usarás para pasar y no quedarte como un freshman por otro año, ya es suficiente con estar al fondo de la cadena alimenticia–.

Él chico chasqueó los dedos dándome la razón. Y era cierto, ser los más pequeños en un edificio lleno de gorilas y princesas más grandes no estaba demasiado a nuestro favor, incluyendo que cualquier cosa que hiciéramos para ellos era una tontería, incluyendo existir.

El peor año para un estudiante sería siempre el noveno grado, el primer año de preparatoria, y ahora entiendo el porqué.

Como sea, llegamos al salón de química donde tomaríamos el examen que para la mala suerte era a primera hora. Nos sentamos en la banca que nos asignaron, éramos parejas de laboratorio, minutos después llegó el profesor con su cara amargada de todos los días, que según él imponía, pero más que eso causaba las burlas dentro y fuera de la clase.

Extendió los exámenes a las personas de en frente para que los fueran pasando hacia atrás, momentos después, el pedazo de papel llegó a mis manos con las preguntas haciendo que erizaran mi cuerpo. Esto se pondrá interesante. 





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