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~°Wild thoughts°~

YeonGyu
Smut
6.711 palabras

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When I'm with you
all I get is wild thoughts

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Cuando Beomgyu tenía cinco años y a penas empezaba a comprender el complejo y oscuro mundo que lo rodeaba, su casa fue quemada por una horda de humanos enloquecidos y furiosos. Sus padres, dos vampiros pura sangre, murieron en el acto y Beomgyu consiguió escapar después de que su hermana mayor Gaheon se sacrificara distrayendo a los despiadados aldeanos.

Esa traumática noche Beomgyu escapó en dirección al bosque corriendo con todas sus fuerzas, pero sus piernas no dieron para más después de un par de quilómetros y, finalmente, por el shock que no acababa de procesar, se desmayó y lloró en sueños, totalmente solo e indefenso.

Al despertar, con las mejillas repletas de lágrimas secas y el cuerpo magullado, estaba rodeado por una docena de imponentes hombres musculosos con miradas profundas.

Uno de ellos, el que parecía más fuerte, dio una orden:

—Es otro vampiro, llevenselo al líder.

Beomgyu podía recordar la manera brusca en que lo arrastraron a pesar de ser un niño, importándoles poco su linaje y su raza. En ese momento, él supo que los hombres lobo sentían todo menos simpatía por los vampiros, y desafortunadamente por las circunstancias en las que se encontraba, le tocaría obedecerles sin quejas.

Fue ubicado en la casa de Kim Namjoon, el líder de la manada. Era tan grande y espaciosa, tan familiar, que Beomgyu evocó su cálido hogar lleno de lujos. Ese que fue reducido a cenizas por las llamas, como el disolvente corriendo la pintura de un cuadro.

Le asignaron una minúscula habitación llena de polvo sin ventanas, con una pequeña cama que tenía solo una delgada manta, y la iluminación se resumía a una vela sobre un pequeño plato de porcelana sobre un taburete.

El choque visual no fue lo peor, sino lo que le dijo el hombre que lo había llevado hasta allí.

—Desde ahora servirás a nuestra manada.

Un niño no podría comprender el peso de esa declaración a la primera, sobre todo uno como Beomgyu que fue consentido desde su nacimiento.

Le arrojaron un pantalón y una camisa y le ordenaron que se cambiara sus ropas caras por esas, cosa que le tuvieron que repetir a gritos porque se negaba a quitarse los zapatos que su padre le había regalado.

Esas fueron las primeras ordenes, posteriormente, y a medida que creció y se fue acostumbrando, se fueron haciendo más precisas y fáciles de entender. Por esto mismo, también fue más fácil llevarlas a cabo.

"Trapea el suelo"

"Restriega la ropa"

"Llévale esto al amo Yeonjun"

"Recoge el desastre de Sunoo"

La parte más difícil quizás fue aprender a comportarse frente a los hijos del lider: Sunoo, un bebé cuatro años menor que Beomgyu, y Yeonjun, el primogénito y futuro líder de la manada, que era cuatro años mayor que el vampiro.

Con Sunoo Beomgyu podía ser muy amable y cariñoso, puesto que todo el mundo lo era. Lo único con lo que debía tener cuidado era de no dirigirle la palabra al pequeño si su padre estaba presente, porque a Namjoon no le gustaba para nada que un sirviente, que encima era un vampiro, se relacionara con sus hijos.

A pesar de no ser el único criado vampiro, eso no lo hizo sentir mejor. A penas tenía tiempo de relacionarse con sus iguales, porque los hombres lobo los mantenían constantemente trabajando. Ellos odiaban la holgazanería.

Por otro lado estaba Yeonjun, de quien Beomgyu aprendió a huir cuando en una ocasión el chico le gruñó por interponerse en su camino.

Desde el primer encuentro, la primera mirada, el vampiro se sintió doblegado por el apuesto hijo mayor, que exudaba fuerza y poder en sus potentes ojos negros.

—¿Qué me miras? —vociferaba Yeonjun— No me mires ¡desaparece de mi vista!

—P-pero amo, me mandaron a traerle-

—¡Que no quiero verte!

Y Beomgyu desaparecía como un animalito asustado.

Yeonjun siempre andaba con su pétrea expresión, cabello negro azabache y ropa cómoda que pudiera quitarse para transmutar a lobo, dejando sus torneados brazos a la vista. Por supuesto que era inevitable admirarlo por un rato, pero específicamente cuando Beomgyu lo hacía tendía a descargar su enfado retenido con él. Como obviamente Beomgyu no quería eso, sus pies reaccionaban en cuanto se lo topaba.

Las únicas ocasiones en que Yeonjun no lo miró despectivamente fue durante las reuniones con otras manadas. Namjoon siempre le pedía a Beomgyu que ayudara a su hijo a vestirse, porque era bien sabido que todos los vampiros tenían un don especial con todo lo referente al porte y la imagen.

La primera vez que lo vistió fue cuando Yeonjun cumplió los dieciocho. El tembloroso vampiro de catorce años eligió el saco y sus pantalones, callado y tenso por la pesada atmósfera.

Aunque quisiera no tenía permitido dirigirle la palabra, pero resultó que tuvieron su primera conversación formal parados frente al espejo en la habitación de Yeonjun.

—¿Por qué rojo y negro? ¿Esos no son los colores de los vampiros?—preguntó Yeonjun un poco despectivo mientras el menor alisaba la tela en su ancha espalda.

—P-porque... —Beomgyu mordió su labio—. No lo sé, se ven bien, amo, el negro siempre se ve bien.

Yeonjun asintió. Hubo silencio un par de segundos antes de que formulara otra pregunta.

—¿Qué vas a hacer durante la reunión de hoy?

—Servir a los invitados, amo —respondió esforzándose por no tartamudear. Todos sabían que a Yeonjun le irritaba el nerviosismo de las personas, o mejor dicho, la cobardía.

—Mirame a los ojos cuando te hablo.

Beomgyu respondió bajito en vez de cumplir su orden.

—N-no puedo.

—¿No puedes? —la expresión del hombre lobo se volvió sombría.

—L-lo siento amo... —Beomgyu retrocedió un paso y una vena se marcó en la frente de Yeonjun al verlo—. Siempre me...

—¿Qué?

—U-usted me intimida —rebeló finalmente.

Alguien tocó a la puerta antes de que Yeonjun le gruñera y regañara como Beomgyu esperaba. Aunque, Yeonjun en realidad se veía muy afectado por el dato como para actuar de esa manera.

Después de esa conversación Beomgyu se sintió más tranquilo porque Yeonjun no volvió a mirarlo tan duramente, y tampoco se le acercó lo suficiente como para que Beomgyu tuviera que huir. Pasó de ser intimidante a ser totalmente indiferente, según Beomgyu.

El vampiro se sintió mejor, sí, más relajado, pudo bajar sus defensas. Eso si ignoraba la inquietud que sentía cuando servía el desayuno a la familia y Yeonjun actuaba como si fuera invisible.

Dos años después, luego de que Kim Namjoon le diera parte de sus responsabilidades como líder a su hijo mayor, más sirvientes vampiros fueron incluidos en el servicio de la casa, por lo que las responsabilidades disminuyeron para todos, de esa forma Beomgyu conoció a Soobin y Yeji.

El primero era un vampiro pura sangre un año mayor que él y de personalidad introvertida. La segunda era otra pura sangre coqueta y amable de cabello naranja que ya había pasado los cien años, pero seguía destilando la frescura de la juventud.

Con ellos Beomgyu pudo compartir todas sus inseguridades y sus pensamientos. Se hicieron amigos y empezaron a andar juntos casi todo el tiempo, se sentaban en el jardín y charlaban en sus ratos libres, bebiendo un poco de la dosis de sangre que les era repartida para mantenerlos sanos.

—¿Cómo te encontraron a ti? —le preguntó Soobin a Beomgyu en una ocasión.

—Me encontraron en el bosque.

—¿Y tus padres? —Yeji agregó.

—Sé que murieron, al igual que mi hermana, pero a penas les recuerdo.

O más bien no quería recordarlos.

Esa fue la primera vez en todos esos años que Beomgyu mencionó a su familia.

—¿Y nunca has pensado en huir? —preguntó Yeji.

—La verdad no.

Soobin puso una expresión consternada al escucharlo hablar tan secamente.

—¿En serio? ¿no te has puesto a pensar que si no luchas por tu libertad jamás vas a conseguirla?

Beomgyu se encogió de hombros.

—Ahora esto es todo lo que conozco —señaló bebiendo de su sobre de sangre.

—Claro —Soobin se cruzó de brazos— ¿Sabes por qué los lobos prefieren sirvientes vampiros?

—No, ¿Eso cambia algo? —dijo tranquilamente, tanto que exasperó un poco a los otros dos.

Yeji carraspeo y se adelanto a contestar.

—No, pero piensalo. Ellos buscan vampiros porque al ser inmortales prácticamente les serviremos a todas sus generaciones, y mientras más pasemos tiempo con ellos, más leales vamos a ser.

Eso era bastante razonable. Pero ellos no llevaban tanto tiempo allí como él.

—Y también está el hecho de que los hace sentir superiores el oprimirnos —Soobin rodó los ojos—, nosotros dos —señaló a Beomgyu y a si mismo— no habíamos nacido cuando ellos y los humanos fueron esclavos de nuestros bisabuelos, pero queda la historia, y nos culpan.

Beomgyu refunfuñó. Detestaba ponerse a pensar en que estaba pagando por los pecados de sus antepasados. Una opresión en su pecho lo lastimaba profundamente de solo imaginar que el motivo por el que sus padres murieron y se quedó solo era un "ojo por ojo, diente por diente". Un tema de justicia divina.

—Deberíamos volver al trabajo —dijo levantándose del pasto en dirección a la casa.

Cuando miró hacia la entrada trasera se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. No le prestó atención a las marcas de garras en el marco de madera porque se sentía emocionalmente inestable en ese momento.

Lo que nadie se esperó es que en el transcurso de otros dos años Soobin dejaría de comentar cosas sobre huir o sobre su disgusto con los hombres lobo por el simple hecho de que se había enamorado de uno.

Hueningkai, el mejor amigo de Yeonjun, que empezó a visitar la casa del líder de la manada cuando se encaprichó por completo con el lindo sirviente de hoyuelos.

Entonces, de nuevo, Beomgyu ya no tenía con quien desahogarse, ya que Yeji había asumido un papel de encargada de la servidumbre y tenía más responsabilidades.

Él no se sintió mal. O por lo menos no permitió que sus emociones se manifestaran en esos tiempos.

En su cumpleaños número veinte, tanto Soobin como Kai le hicieron un regalo. Consiguieron pedirle a Yeonjun que le diera un día libre, el primero después de quince años de servicio sin descanso.

Beomgyu tuvo que ir a agradecerle personalmente a su señor, por eso, después de pasar el día entero durmiendo en su oscura habitación fue con ropa informal a recibir a Yeonjun cuando este llegó de hacer una excursión al bosque.

—¿Qué haces tu aquí? —preguntó Yeonjun sin mirarlo al entrar y pasando de largo. Beomgyu lo siguió.

Amo, quería darle las gracias por dejarme descansar el día de hoy.

—¿Descansar?

—Sí, me hizo bien dormir por la tarde, de verdad se lo agradezco.

—¿Dormir? —Yeonjun detuvo su andar y se volteó para enfrentarlo— ¿No ibas a celebrar tu cumpleaños junto con Soobin y Kai?

Beomgyu negó con una media sonrisa.

—Ellos lo propusieron, pero preferí quedarme en mi cuarto todo el día.

—En tu cumpleaños —Yeonjun se veía confundido y bastante irritado.

—Soy inmortal amo, tendré cientos de cumpleaños más para celebrar.

Aunque eso era una mentira. Para Beomgyu esa no era una fecha especial, por lo que se limitaría a hacer sus tareas diarias de manera eficiente como regularmente hacía por el resto de la eternidad.

—De esos cientos de cumpleaños ¿cuáles planeas celebrar? —preguntó Yeonjun arqueando una ceja.

Beomgyu sonrió más ampliamente.

—No lo sé amo, quizás sus hijos, o sus nietos, sean los que me den el privilegio de celebrar alguno otra vez.

Beomgyu insinuaba que pasaría mucho tiempo antes de que le apeteciera cambiar su rutina de cumpleaños. Los ojos de Yeonjun chispearon y sus manos se apretaron en puños después de que dijo la palabra "hijos".

—Fuera de mi vista —formuló duramente.

Beomgyu cerró sus ojos y retrocedió inevitablemente asustado, como hace mucho que no lo hacía.

—No quiero verte —dijo Yeonjun controlándose para no empezar a gruñirle de verdad.

Beomgyu desapareció volviendo a encerrarse en su cuarto.

Sunoo, de dieciséis años, había escuchado ese intercambio entre su hermano y el sirviente, se acercó a Yeonjun y se dio cuenta de que este respiraba irregularmente.

—¿Por qué le gritas a Gyu?

Yeonjun le lanzó un mirada afilada.

—¿"Gyu"?

Sunoo asintió abultado sus mejillas.

—¡Sí! Así le decía de pequeño, hace poco lo recordé y he vuelto a llamarle así.

—Te prohíbo que lo hagas.

El menor se rió, pero luego se dio cuenta por la cara seria de su hermano mayor de que iba en serio y abrió su boca indignado.

—¡No puedes prohibirme eso!

Una macabra sonrisa se dibujó en el apuesto rostro de Yeonjun.

—Llamalo así de nuevo y no dejaré que tu noviecito vuelva a visitarnos.

—¡Pero...! No puedes- ¡ash!

La exasperación del menor fue tal que se alejó lo más que pudo de su hermano por una semana entera.

Nadie podría saberlo, pero el más frustrado y enojado por su propio comportamiento alrededor del vampiro era el propio Yeonjun. Solo que prefería guardarse su motivo para si mismo.

Todos los hechos que se desarrollaron esos años de juventud constataban que en la relación de Beomgyu y sus señores no había ningún tipo de lazo afectivo. Él simplemente se grabó en la cabeza como una verdad irrefutable que tanto Namjoon como Yeonjun, y el resto de la manada, a excepción del pequeño Sunoo, solo lo veían a él y al resto de sirvientes como eso; seres que debían cumplir con todas sus exigencias.

En realidad no fue tan malo, Beomgyu se volvió un experto en su trabajo, por lo que nunca más volvieron a gritarle ni quejarse de su desempeño. Las cosas se fueron relajando y volviéndose cotidianas.

Aunque claro, ese era solo su punto de vista.

Él no era capaz de ver que a alguien más le afectó su presencia en la mansión desde el primer momento, y que a esa persona le tomaría años aprender a lidiar con sus desordenados y salvajes instintos para finalmente rebelar un sinfín de sentimientos confusos hacia él.

Esa revelación que pasaría a cambiar para siempre la vida de Beomgyu deberían agradecérsela a Yeji.

En el fin de año en el que Kim Namjoon relegaría su puesto de líder de la manada a su hijo mayor de veintiocho años los empleados de la casa hicieron una apuesta.

"Quien consiga sacarle un par de gotas de sangre a Yeonjun para poner en el pastel de aniversario de la servidumbre obtendrá un favor de cada empleado"

Dicha propuesta fue hecha por la vampiro más tierna que Beomgyu había conocido, Choi Jisoo, la menor de todos en su circulo de conocidos.

Desafortunadamente, Beomgyu no había pensado lo suficientemente rápido en una táctica para conseguir la sangre, y Yeji, en un momento de suerte, recibió a Yeonjun una mañana en la que llegó herido en su forma de lobo. Ella misma curó sus heridas y consiguió un pequeño frasco con el liquido rojo.

Todos los demás lo lamentaron, pero aceptaron la derrota.

La tan esperada noche en la que Yeonjun obtendría el mando, con toda la manada en la gran casa de los Kim, Beomgyu y Yeji se encontraron a solas sirviendo vino en la cocina mientras que los demás atendían a los invitados en el salón.

—El señor Namjoon me pidió personalmente que preparara un entretenimiento para el amo Yeonjun esta noche —mencionó ella con tono ecuánime.

—Oh ¿qué tipo de entretenimiento?

Beomgyu estaba demasiado concentrado en su trabajo como para prevenir lo que estaban a punto de decirle.

—Él dijo que el amo Yeonjun no ha tocado a una mujer lobo jamás, si sabes a lo que me refiero.

Beomgyu vertió vino de más en una de las copas sobre la bandeja y sus dedos se mancharon de purpura. Sus mangas también se salpicaron un poco.

Yeji siguió haciendo su trabajo tranquilamente, hablando con su voz apacible.

—Él quiere que consiga a una mujer para que lo seduzca y así asegurarse de tener un nieto.

Beomgyu dejó la jarra de vidrio a un lado y trató de limpiar sus dedos con una toalla, pero no lo consiguió del todo.

—¡Pero el líder es tan inconsciente! —suspiró ella— me pidió eso esta misma mañana, ¿cómo iba a encargarme de eso y de preparar toda esta reunión al mismo tiempo?

—¿No encontraste a nadie? —preguntó Beomgyu con un tono especialmente inquieto.

—No, quizás solo me ofrezca yo misma —hizo una mueca de asco— me gustan las mujeres, ya sabes, las mujeres vampiro. De hecho me gusta Lia, o Jisoo, como se llame, pero una orden es una orden.

—Pero... —Beomgyu mordió su labio inferior—. ¿No puedes pedirle ese favor a alguien más? He visto a muchas de las empleadas babeando por el amo.

—Ya he gastado todos mis favores —exhaló y luego sonrió— solo me quedan Soobin y tu, y ninguno de ustedes estaría dispuesto a hacer esa locura.

—...

Beomgyu no estaba a punto de rebatir eso último.

Él no estaba revelando todos esos años de contención y suspiros nocturnos, sus cientos de sueños húmedos y los destellos inapropiados de su imaginación para con su amo. No estaba aceptando los pensamientos salvajes que lo invadían cada vez que sentía el miedo, la adrenalina, y la pasión recorriendo sus venas cuando esos ojos rasgados y profundos lo miraban.

O tal vez sí.

Estaba jadeando de solo anticiparlo, y se encontró con que Yeji lo estaba mirando con una ceja alzada, muy sorprendida y satisfecha.

—Vaya... —dijo sonriendo ladina, como un zorro astuto.

—No.

—Sí.

Beomgyu cerró sus ojos y bajando la cabeza negó erráticamente.

—Tu lo quieres —Yeji afirmó—. No. Tu lo deseas.

—Eso es ridículo... El amo me aterra —confesó muy honestamente.

—Pero eso te gusta —alardeo ella— Te gusta que te intimide.

Joder, ¿cómo Yeji podía verlo con tanta claridad y él aún no podía afrontarlo?

—Aunque fuera verdad, si lo quiero eso no importa, él necesita cosas que solo puede darle una mujer lobo.

Yeji fruncio su ceño.

—¿Disculpa? En el caso de que lo digas porque eres hombre, no veo por qué tu no puedas complacerlo si eres muy hermoso. Y si lo dices por el hecho de que eres un vampiro, cariño, eso solo lo hace aún mejor. No hay raza más sexual que la nuestra, eso puedo asegurartelo.

Beomgyu siguió renegando.

—El señor Namjoon te pidió que le buscaras a alguien porque quiere asegurarse lo antes posible de tener nietos y asegurar la manada, no tiene sentido que esté conmigo. ¡Además! El amo Yeonjun no me quiere.

Con un resoplido Yeji le hizo levantar la mirada, lo agitó sosteniéndolo de los hombros.

—Deja de decir pura mierda, esta es tu oportunidad, no me digas que estás desaprovechándola solo porque tienes miedo.

Beomgyu tragó saliva y desvío la mirada.

Dijo en susurros.

—Me ha rechazado toda la vida, ¿por qué esta vez iba a ser diferente?

Y de lo que más tenía miedo es de que lo echara por intentar hacer algo así. Conseguir el valor para salir y ofrecerle todo lo que tenía, pero que él le mirara con desprecio como a un inferior, que lo hiciera sentir tan pequeño e insignificante como cuando tenía cinco años y perdió a su familia, que lo alejara.

Si iba a vivir por toda la eternidad solo, por lo menos lo haría admirandolo a escondidas. No quería ser la burla de muchas docenas de hombres lobo. Tenía un deseo, sí, pero también tenía su innegable orgullo de vampiro.

Yeji notó toda esa aplastante inseguridad a través de sus ojos. Suspiró antes de darle un abrazo y conectar sus miradas con determinación.

—Él no va a rechazarte, Beomgyu, te lo prometo.

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Para Kim Yeonjun el punto de ser un hombre lobo predispuesto a ser un líder, se trataba de control. Desde niño eso es lo que su padre siempre le inculcó: "si no mantienes tus instintos en control no podrás mantener una manada unida"

Yeonjun no comprendió el significado de estas palabras hasta que cierto niño vampiro fue depositado como sirviente en su casa. Un niño frágil y asustadizo que activó en el pequeño hombre lobo un sinfín de emociones difíciles de escribir.

Durante bastante tiempo el azabache evitó encontrarse con él para no tener que lidiar con las cosas que le hacía sentir, pero, eventualmente, supo qué era eso burbujeando en su pecho cada vez que el hermoso vampiro orbitaba a su alrededor.

Lo opuesto al control: Yeonjun sentía que debía protegerlo de todos aunque eso implicara la violencia, y a la vez, quería emplear esa misma violencia para dominarlo y marcarlo como suyo.

No tenía sentido la manera en que su corazón se aceleraba y su cabeza se nublaba cuando lo escuchaba tartamudear, pareciendo de repente un animalito como los que solía cazar en el bosque.

Detestaba que sin importar lo que hiciera, aunque tratara de contenerse para que el chico no viera a la bestia en la que se podía convertir, Beomgyu seguía huyendo de él, demostrando que jamás conseguiría ese control del que su padre le hablaba, con el que obtendría todo lo que en verdad deseaba.

Muy en el fondo, Yeonjun prefería dejar sus responsabilidades para con su manada y emplear su tiempo en cortejar correctamente al vampiro. A su sirviente, maldita sea.

Ellos jamás podrían estar juntos, aunque Beomgyu le quisiera, Yeonjun era consiente de que esa relación solo podría ser real en sus fantasías, y que tarde o temprano él se aparearía con una mujer lobo, tendría muchos hijos, y envejecería cumpliendo su deber.

A veces, en medio de sus noches en vela, se imaginaba a si mismo levantándose y yendo a la alcoba del vampiro, metiéndose en su cama y haciéndolo suyo, susurrándole al oído que quería dejarlo preñado de sus cachorros aunque esto fuera totalmente imposible.

Solo podía gruñirse a si mismo después de masturbarse con la divina idea y tratar de dormir, consciente de que debería lidiar con ello de nuevo la noche siguiente.

Eso hasta que llegó la tan esperada noche en que su padre lo proclamaría como el nuevo líder de la manada.

Su familia y amigos tenían rostros tan contentos, charlaban, reían, bebían y celebraban algo por lo que él se sentía extrañamente indiferente. Simplemente estaba allí, integrándose solo porque eso debía hacer, y mirando de reojo a cada sirviente que pasaba ofreciendo copas de licor y aperitivos frescos.

No era más que una formalidad, Yeonjun estaba seguro de que la verdadera emoción llegaría después, cuando a media noche todos transmutaran a lobo y tuvieran su primera caza con él como líder, que duraría hasta que saliera el sol por la mañana.

Él sabía que su padre tenía otros planes, y que probablemente ya habría una hermosa mujer lobo esperándolo en su nueva cabaña, donde empezaría con su mandato y viviría con su futura familia, llevándose a toda la servidumbre y dejando a su padre envejecer tranquilamente. Su viejo ya le había comentado que quería tener nietos a los que consentir y educar en el arte del liderazgo, pero Yeonjun no hizo más que ignorarlo.

Eso no significaba que algo fuera a cambiar. No podría ignorar esas cuestiones por demasiado tiempo.

Lo que él no sabía es que estaría muy encantado con su sorpresa esa noche.

Sin caer en cuenta se apartó de los de su raza y se encontró a si mismo preguntándole a Soobin, que estaba a cargo del mini bar, qué estaban haciendo los demás vampiros que no estaban a la vista en el salón.

—Los del primer turno celebran el aniversario de la servidumbre en el sótano, mi señor, o están en la cocina.

Yeonjun asintió y se retiró, satisfecho por saber la posible ubicación de Beomgyu, aunque no fuera a utilizarla para nada.

Es cierto que desde otro punto de vista, el hombre lobo debía parecer indiferente ante el vampiro, pero, la realidad era que Yeonjun siempre estaba consciente de él; dónde estaba y cómo se encontraba. A veces conseguía verlo él mismo desde la distancia, incluso escucharlo a escondidas, o conseguía a alguien que supiera del paradero del pequeño sirviente.

Le provocaba cierto dolor de cabeza su nivel de obsesión.

Nuevamente se visualizaba a si mismo en el futuro, persiguiendo al castaño que siempre se mantendría hermoso, anhelando tocarlo aunque fuera solo sutilmente, pero retrocediendo siempre antes de tomar la iniciativa.

Que futuro tan tortuoso le deparaba, siendo una presa de sus propios deseos. Pero eso es lo que conseguía por ser un hombre lobo enamorado de un vampiro.

Si se lo preguntaban a él, cómo fue que eso pasó, no sabría cómo responder. Probablemente desde el primer momento, o quizás fue creciendo en su corazón con el tiempo. Lo cierto era que una parte de él rugía de necesidad y chillaba de tristeza por Beomgyu.

Su pobre consuelo era saber que la lealtad de Beomgyu estaba con su manada, y por eso lo tendría bajo su techo hasta el día de su inminente muerte.

Eso le inquietaba bastante también; envejecer y que Beomgyu lo viera.

Cuando llegó la media noche ni siquiera se molestó en darle un discurso a la manada, simplemente se transformó, fue por su cuenta a cazar un venado y una hora después lo llevó a su nueva cabaña, como su primer obsequio dedicado a su supuesto hogar.

Volvió a transmutar a humano y desnudo dio un portazo para ingresar. No estaba de humor, y lo último que quería era acostarse con una mujer desconocida solo por obligación, pero se dijo que mientras más rápido actuara más rápido cumpliría con el martirio.

Su habitación por supuesto estaría ubicada en el piso superior, por lo que arrastró sus pies hasta allí.

Se le hizo bastante extraño no oler nada del otro lado de la puerta. Normalmente las mujeres lobos tenían un olor característico, menos fuerte que el de un macho, pero no lo suficientemente débil como para no percibirse, como el de los vampiros.

Esa era otra razón por la que a los hombres lobo les servía tener criados vampiros. Ellos no desprendían ningún olor, así que aunque hubieran muchos jamás alterarían su olfato.

Pero Yeonjun no tomó esto en cuenta y simplemente abrió la puerta.

La luz de la habitación estaba apagada, pero la brillante luna que se veía por la ventana iluminaba sutilmente una de las paredes.

Yeonjun captó instantáneamente movimiento. Sobre la cama había alguien respirando irregularmente y con el corazón a mil.

Se acercó con parsimonia y precaución, colocándo una rodilla sobre el colchón. La silueta en la cama se removió y retrocedió hasta golpear con el cabecero, de esta forma chocando con la luz y revelando su rostro ante el nuevo líder.

La sangre de Yeonjun se calentó hasta hervir al ver el delicado y blanquecino rostro de Beomgyu, que llevaba el vestido de una criada mujer.

A-amo, lo siento, y-yo... —se abrazó a si mismo— No se supone que debía descubrirme —y lloró— ¡p-por favor no me eche!

Las fosas nasales de Yeonjun se expandieron sin poder controlar su ritmo cardiaco, desesperado al ver al vampiro vulnerable.

De un jalón lo cargó en sus brazos y lo llevó a la ventana, haciéndolo rodear su cadera con sus piernas y sentándolo sobre el fino marco. Allí podía verlo con más claridad.

Amo... —Beomgyu se sostenía de sus bíceps para mantener el equilibrio.

Yeonjun lo escrutaba. Sus manos ubicadas en los finos muslos estaban tan tensas que sus venas se brotaron hasta llegar a su codo. Mantenía el control.

—Si mi padre se enterara de que estás aquí en lugar de la mujer a la que debo preñar te mataría.

—L-lo siento... —Beomgyu seguía lloriqueando—. Lamento haber c-conspirado...

Yeonjun negó y apretó sus níveos muslos hasta un punto en el que dejaría toda su mano marcada.

—Yo lo mataría primero si intenta hacerte algo, aunque fuera mi padre —declaró, y Beomgyu casi se ahogó con su propia saliva—. Mataría a quien sea que te ponga una mano encima.

A-amo...

—¿Por qué estás aquí? —preguntó con tono demandante.

—Yeji no consiguió a alguien más para usted esta noche —se excusó el vampiro, pero sus deseos estaban a flor de piel y el hombre lobo no le creyó.

—Se honesto, Beomgyu —dijo acariciando su mejilla y luego su afilada quijada—, dime qué haces aquí, vestido así, y temblando para mi.

Un sollozo se le escapó y ya no pudo controlar su llanto silencioso. Sus nervios lo estaban consumiendo, y también ese extraño e inevitable sentimiento de sumisión que lo volvía una masita maleable frente a su amo.

Yo lo quiero —dijo rodeando su cuello con sus brazos con lágrimas cayendo de sus lindos ojos—. Lo quiero tanto que si no me toca siento que moriré.

Solo eso necesitaba Yeonjun para poseerlo por completo.

Con un gruñido se adelantó a besarlo. La potencia fue tal que Beomgyu casi tenía su cuerpo completo fuera de la ventana, pero Yeonjun lo sostuvo como a una pluma y echó su delgado cuello hacia atrás para marcar toda la piel allí hasta dejarla roja.

El cuello del vestido estaba abotonado muy arriba, así que Yeonjun rasgó con sus dientes los primeros botones y siguió su camino chupando hasta sus clavículas. Beomgyu no podía controlar los espasmos, su extrema sensibilidad de vampiro estaba siendo llevada a los limites por un hombre que estaba cansado de esperar, y que no iba a ofrecerle ni un solo segundo de descanso a su cuerpo.

Yeonjun atrajo su parte inferior a la suya y sin dejar de lamer y morder su cuello levantó la falda del vestido y frotó su enorme miembro erecto contra la ropa interior del vampiro, que no era nada más ni nada menos que unas tiras de encaje que poco hacían para ocultar la erección mojada de Beomgyu.

Los vampiros no podían sentir calor, su temperatura era fría por naturaleza, pero siendo tocado por las grandes manos de su amo Beomgyu se sentía caliente al punto de reventar, como si este estuviera marcando su territorio justo debajo de su piel.

Yeonjun lo besó una vez más antes de alzarlo de nuevo en sus brazos y dejarlo en el suelo frente al tocador, le dio la vuelta y encendió la luz a los costados del espejo de este. Beomgyu vio su desastroso reflejo, de cabello revuelto, ojos llorosos y marcas en todos los lugares visibles de su piel.

Mientras el vampiro se escrutaba a si mismo Yeonjun se entretuvo sosteniendo su fina cintura y alzando la parte trasera de la falda, encontrándose con dos nalgas redondas tan blancas y tersas como masa de pan. Las amasó y separó, jugando con el hilo negro de la ropa interior.

Decendió y mordió cada una, sus colmillos de lobo siempre estaban afilados, por lo que quedaron varias lineas de color rojo que le sacaron a Beomgyu un entrecortado gemido.

Amo... —jadeo.

—Deja de llamarme así —Yeonjun gruñó y se levantó para enfrentarlo a través del espejo— ahora no somos amo y sirviente. Eres mío, y quiero que me llames por mi nombre.

Beomgyu se sintió cohibido por la intensa mirada del que siempre había sido solo su amo. La palabra no podía salir de su boca, pero la forzó, siempre dispuesto a cumplir sus ordenes.

—Y-yeonjun... —pronunció bajito.

Las manos del aludido se encajaron en la tela que cubría su espalda.

—Más alto —demandó.

—¡Yeonjun! —gritó, y de un rasgón su espalda fue descubierta.

Yeonjun le sacó la molesta tela y solo dejó la tupida falda que se ajustaba muy bien a su cintura.

—Así me llamarás a partir de ahora —demandó inclinándose para que su pecho rozara con la espalda del vampiro, quien asintió y suspiró ante el contacto piel con piel.

Su pierna fue flexionada por Yeonjun para quedar sobre el tocador, mientras que la otra se mantuvo apoyada en el suelo. Beomgyu colocó sus manos contra el espejo y su espalda curvada, dándole a Yeonjun completo control sobre su parte inferior trasera.

La lengua de un hombre lobo era una buena fuente de saliva. Yeonjun estiró a un lado el hilo de la ropa interior y dio un lametazo desde el perineo hasta arriba de su agujero. Beomgyu gritó y sus manos chirriaron al deslizarse en el espejo. Su cuerpo reaccionaba demasiado fuerte a cualquier estimulo.

Pero Yeonjun solo estaba dando una probada. No planeaba tardarse demasiado preparándolo, esperaba de verdad que la inmortalidad de Beomgyu lo ayudara a soportar lo que estaba por hacer.

Con una mujer lobo no habría que preocuparse, ya que eran muy fuertes y lubricaban por su cuenta. Seria lógico tener consideración con el pequeño vampiro, pero su pene estaba ansioso chorreando pre-semen y ese sería el único lubricante que utilizaría.

Iba a enterrarse duro, y hacerlo chillar su nombre hasta que se quedara sin esa dócil vocecilla.

Algo le decía que Beomgyu quería exactamente lo mismo.

Ambos querían romper la cuerda que llevaban tirando y aflojando mucho tiempo. Yeonjun nunca hizo más que pegarle algún grito, y probablemente, bajo el manto del temor, Beomgyu anhelaba algo más agresivo.

Eran un buen complemento. Ellos no jugaban a roles de dominación y sumisión, ellos vivían los roles.

Yeonjun deslizó su miembro dentro del vampiro sin aviso, enterrando sus dedos en sus caderas. Beomgyu sacó su lengua y jadeo con un cachorro, sintiendo el pinchazo de ardor, pero incluso si lo desgarraban él lo tomaría, su naturaleza de vampiro pura sangre regeneraría el daño instantáneamente.

Con la primera embestida Beomgyu a penas pudo prevenir chocar su cara contra el espejo, y con la segunda usó sus antebrazos de soporte. Él podía ser pequeño y verse frágil, pero era muy flexible y resistente. Yeonjun lo perforó rápido y profundo desde el principio, y se encontró satisfecho al comprobar que su amante era efectivamente su complemento perfecto.

Por los rudos movimientos el tocador golpeaba la pared, y parecía que en cualquier momento se rompería en pedazos. Más por precaución que por comodidad Yeonjun paró y se retiró un momento, jaló a Beomgyu del brazo y lo lanzó de espaldas en la cama. El vampiro abrió sus piernas todo lo que pudo, con sus brazos tendidos hacia arriba, y Yeonjun se situó sobre él sin dejar a penas distancia, lo rodeó abrazándolo fuerte por debajo de su cintura y chupó sus endurecidos pezones hasta dejar la zona hinchada, pasando de ser dos circunferencia rozadas a tener un color violáceo.

—Yeonjun... Entra —se removió espasmódico el vampiro— por favor...

Fue ignorado un instante en el que Yeonjun gruño y dejó más marcas en su abdomen plano. Nuevamente necesitaba marcar su territorio, llenarlo de su saliva y rasguños sutiles de sus dientes. Como hacían los perros con todo lo que les pertenecía.

Beomgyu empezaba a relajarse, disfrutando de toda esa atención cuando Yeonjun volvió a arremeter dentro de él, sacándole un grito que le rasgó la garganta.

Sentía el pene grande y caliente partiéndolo en dos, tan profundo en su vientre y rozando su próstata como a un botón trabado que no dejaba de enviarle oleadas perpetuas de placer. Para Yeonjun su agujero era tan estrecho y flexible que sus movimientos solo podían volverse constantes y enloquecedores, usando a Beomgyu como una palanca para seguir el ritmo.

Por un rato solo se concentraron en eso, hasta que sus miradas nubladas se encontraron y demostraron unas intensas ganas de juntar sus bocas de nuevo.

—Saca tus colmillos —pidió el hombre lobo.

En otro contexto, y sabiendo lo que iban a hacer, el vampiro le habría remarcado el hecho de que podían lastimarse, pero Yeonjun seguramente ya estaba consciente de ello, y en el estado nublado en el que se encontraba Beomgyu a penas podía pensar, solo obedecer.

Sus colmillos se alargaron a voluntad y Yeonjun absorbió encantado cómo la sed de sangre relucio en sus ojos.

—Abre bien la boca, amor —le susurró antes de besarlo.

Como era de esperarse el contacto fue desastroso, sus colmillos chocaron y dejaron algún rasguño en los labios de otro, pero ellos solo siguieron enredando sus lenguas y gimiendo ruidosos, succionando al ritmo de las caderas de Yeonjun chocando contra las rojas y magulladas nalgas de Beomgyu.

Cerca de lo que parecía el clímax sus bocas se separaron dejando correr la saliva por la quijada del castaño.

Yeonjun se alzó con sus antebrazos y gruñó como un animal, lo penetró tan fuerte que el aire ya no entraba en sus pulmones, su pecho se oprimió y lágrimas imparables cayeron sobre el colchón.

Justo en el borde del orgasmo el hombre lobo se inclinó a dejar una marca de apareamiento en su cuello, en la que encajaría sus colmillos hasta perforar la piel, y con una de sus manos sujetó la cabeza del vampiro para que los labios de este estuvieran contra la piel de su cuello también, lo que fue una forma de decirle que lo mordiera.

Beomgyu con gusto lo hizo, chupó la sangre de su amante y se vino con fuerza sobre la falda, sobreestimulado por el delicioso sabor, a la vez que sintió su cuello ser perforado por Yeonjun, y su corrida siendo taponeada en su interior por su nudo, de forma que el liquido espeso y caliente no se salió de su interior.

A penas separaron sus colmillos de la piel del otro volvieron a besarse, saboreando y mezclando la sangre con sus lenguas.

Beomgyu gimió una vez más, entre abriendo sus ojos que se habían cerrado por la intensidad del orgasmo. Sus brazos estaban tan flojos que consiguió pobremente abrazarse a la espalda de Yeonjun, que se relamio los labios por la satisfacción.

—M-me siento tan lleno que creo que podría vomitar tu semen... —dijo con diversión el vampiro, a lo que Yeonjun sonrió.

—No suena mal —exhaló—tengo esta alocada idea de dejarte embarazado.

Fue el turno de Beomgyu para sonreír, porque los ojos de Yeonjun solo mostraban su cruda posesividad.

—No puedes embarazarme, pero puedo cuidar a tus hijos, amo —Yeonjun fruncio el ceño y se dio cuenta de su error—. Digo, Yeonjun.

—No voy a preñar a ninguna mujer, solo te quiero a ti, desde siempre.

Beomgyu habría reaccionado de manera exagerada ante esa confesión de no ser porque su cuerpo estaba prácticamente en coma.

—Si es así, entonces yo tampoco quiero compartir tu semen con nadie —murmuró pestañeando—. Eres mío también.

A Yeonjun le agradaba tanto escuchar eso.

Porque así como quería la entrega absoluta de Beomgyu, él estaba dispuesto a darse en cuerpo y alma por al inmortal.

—De todas formas puedes dirigir la manada por siempre —Beomgyu dijo acariciando la marca que había dejado en el cuello del hombre lobo.

—¿Cómo?

—Un vampiro tiene tres tipos de mordida —explicó—: la mortal, la de alimentación, y la definitiva.

—¿Me has hecho inmortal? —Yeonjun preguntó impactado, ignorando el dolor que sentía donde los colmillos de Beomgyu se encajaron.

—No, pero podría —dijo, revelando ese pequeño secreto que solo compartían los vampiros.

Yeonjun se quedó en silencio un instante y miró de reojo el lugar donde él había marcado a Beomgyu. La cicatriz ya había empezado a regenerarse. Y a pesar de que podía marcarlo todos los días para afirmar que le pertenecía, no se resistió a la idea de marcarlo de por vida, cosa que solo ocurriría si era como Beomgyu.

—¿Sí me muerdes definitivamente, estaremos siempre juntos? —preguntó rozando su mejilla con sus labios.

Beomgyu jadeo.

—Sí.

—Entonces vas a tener que hacerlo —gruñó de nuevo como un animal posesivo—, porque no planeo morirme y dejarte el resto de tu vida solo para que alguien más te tenga.

El nudo se deshinchó de su entrada y Beomgyu lo sintió moverse dentro y fuera con sutileza. Con su miembro medio erecto Yeonjun esparció el liquido entre los muslos del vampiro y de un suave tirón rompió la ropa interior de encaje, le quitó la falda y lo dejó completamente desnudo.

—Eres demasiado delgado como para aguantar tanto —dijo acariciando los bordes de su cuerpo.

—Es cosa de vampiros.

—Me gustaría probar tu resistencia —Yeonjun propuso—. Ver hasta donde puedes llegar.

Beomgyu se relamio los labios y su lívido hizo reapetecer su erección.

—Acepto el reto.

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4/?

¡Feliz San Valentín!
KylerBloods

¡Espero que te haya gustado!

Me pediste algo con vampiros, y ya que la canción se refiere mucho a lo "salvaje" decidí jugar con una dinámica Vampiro/Hombre lobo, en lugar del usual Humano/Vampiro.

No sé que tan bien quedó la parte del smut porque todos sabemos que ese no es mi punto fuerte </3 pero creo que más o menos lo conseguí un poquito...

Tomaré esta oportunidad para recordarte que eres el mejor Yeonjunnista y que es de admirar todo el esfuerzo que le pones tanto a adaptaciones como a historias originales, me hace muy feliz tu cuenta porque tiene todo lo que me gusta y no soy capaz de escribir <3

...esto ya parece una confesión en pleno 14 de Febrero nps JAGSJSHSJS en fin, que me caes re bien y sería bonito amigar uwu

También parece que cada vez los One Shots se van haciendo más largos D: pero no se acostumbren, todo depende de lo que se me ocurra. Tienden a ser más largos cuando me dan más libertad para hacer cosas u.u

Espero que este sea un buen regalo para todos los que estén leyendo esto. Si no tienen pareja así como yo y son más Loser que Lover recuerden que existe 20cm (?

So

Todavía me faltan algunos One Shots, por favor sean pacientes, no quiero entregarles nada con lo que no me sienta satisfecha

Que tengan un lindo día/tarde/noche, les amo <3

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