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Malvaviscos

Joe siguió a Maddie, pues le preocupaba su estado y, al alcanzarla, la llevó a una carpa de enfermería cercana, pese a las negativas de ella. Quería quedarse para acompañarla, pero no podía, ya que tenía que volver a su sitio de campamento. Mientras iba de regreso, aprovechó para avisarle a Mia, la amiga de Mad que conocía él, quien le contó a su tía Isabella en donde estaba, antes de ir a verla a la enfermería.

—¿Ya puedo irme? —preguntó Mad con molestia.

—Sí —contestó el enfermero encargado—, no tienes lesiones ni algún síntoma de fatiga que causara que cayeras...

—Ya dije que me tropecé.

—Lo único que me preocupa ahora es que estás sin tus lentes.

—Sí, bueno... de todos modos igual veo. Mi miopía es leve.

—Además —interrumpió Mia—, yo la puedo ayudar si es que no ve muy bien.

—¡Pero si no es grave! Mi único problema ahora sería para leer.

—De todos modos, yo voy contigo.

Mia la tomó del brazo y la obligó a que regresaran caminando así. Una vez que llegaron, su tía Isabella le hizo ir con ella a un lugar apartado, con un ungüento en las manos. Cuando quedaron completamente solas, le pidió que cerrara los ojos y puso sobre sus párpados y en el contorno la pasta que llevaba, la cual hizo ella misma. Posteriormente, esperó un par de minutos y comenzó a limpiarle con un pañuelo desechable.

—Abre los ojos ahora.

Mad le obedeció, confundida por lo que estaba pasando, y dicho estado empeoró cuando se dio cuenta de que ya no veía borroso y que su vista era impecable.

—¿Qué hiciste? —le preguntó asombrada. Una cosa era preparar brebajes para calmar dolores y malestares y otra cosa muy distinta era hacer desaparecer su miopía.

—Algún día te lo explicaré. Por el momento, es nuestro secreto, ¿ok?

—Está bien... ¡pero me debes una gran explicación.

—Mad, no es el momento de hacer show. Además, ¿qué hacías en el campamento de otro club? Ya me contaron todo

—Eh...

—Mad, en los últimos meses has estado bastante mal. No debes andar sola, mucho menos sin avisar a dónde vas.

—¡Pero solo había ido a mi antiguo club!

—¡No importa, entiende que no estás bien! ¿Qué pasaría si vas caminando sola y te da un ataque de pánico? Porque claramente lo de anoche fue eso. Lo único que me interesa es tu bienestar y para ello no puedo dejar que estés sola. Por favor, no vuelvas a hacerlo.

Mad aceptó de mala gana la petición de su tía, aunque no estaba muy segura de cumplirla. Debía encontrar la forma de poder averiguar en qué andaba Joe, porque la duda la carcomía y no quería repetir su experiencia, y para esto su mejor opción era Spencer.

—Espera —dijo Spencer al escuchar su petición—, ¿acaso quieres que espíe a Joe?

—¿Qué? ¡No! Solo quiero saber en qué anda.

—¿Estás celosa y por eso me pides ayuda?

—¡No, Spens, no estoy celosa!

—Ajá sí. ¿Sabes? No recordaba que fueras así conmigo, veo que has cambiado bastante...

—Spencer, ya basta. No estoy celosa, es solo que quiero saber en qué anda, nada más.

—En nada. Tú tranquila, ¿ya? Mira que los celos son muy dañinos...

—Y dale con lo mismo —murmuró.

—Maddie, escucha: la clave en las relaciones es la confianza, por eso es que Mia y yo estamos juntos, sin importar la distancia.

—No me des sermones, ¿ok? No tienes derecho a hacerlo, imbécil. Solo te estaba preguntando algo sencillo porque yo ahora no puedo ir a conversar con él.

—Como sea, Madame —la llamó Spencer, por lo cual ella solo pensó en esa palabra, sin escuchar lo que le siguió diciendo—. Solo no te inventes dramas por Joe, porque él solo tiene ojos para ti.

—Espera, ¿me llamaste "Madame"?

—Sí, ¿por?

—Oh... es que así solías llamarme. No sé, fue raro.

—Solo es una palabra completamente normal.

—Sí, es solo que... olvídalo, ¿ya?

—¿Qué? ¿Acaso ahora te da nostalgia lo nuestro?

—¡No! ¡Y mejor ya vete! ¡No te quiero ver!

—¿Qué pasa? -preguntó Mia extrañada, llegando por el escándalo que se estaba armando.

—Hola, ma chérie —la saludó Spencer y se le acercó para darle un beso fugaz en los labios.

Mad abrió ligeramente la boca, queriendo decir que los iba a dejar solos, pero las palabras no salieron, quedaron encerradas en su garganta, la cual tenía hecha un nudo.

—Bueno... yo mejor me voy, más tarde nos vemos —le dijo Spencer a su novia.

—Sí, dale —le contestó sonriendo.

Se despidieron con un beso y luego él le hizo un gesto de despedida a Mad. Mia se quedó mirándolo mientras se iba y luego volvió a ver a su amiga.

—¿No es maravilloso? —le preguntó a Mad.

—No... o sea, claro, como tú digas. ¿No crees que tú y él van un poco rápido? Se conocieron hace muy poco.

—Quizás, pero creo que lo nuestro es amor verdadero... ya sabes, como lo ponen en las películas. Bueno, voy a ver cómo están las niñas de la unidad, y tú deberías hacer lo mismo. Recuerda que vinimos a trabajar, no a hacer solo vida social.

Mia fue a donde estaban las niñas, dejando pensativa a Maddie, quien siguió en el mismo lugar. Al verla ahí, Alyson se le acercó.

—Como en las películas... —susurró, recordando lo que ella pensaba antes.

—¿Estás bien?

—¿Ah? ¡Sí! ¿Por?

—Últimamente estás más rara de lo que acostumbras. Es como si anduvieras en otro planeta.

—Este año ha sido extraño, pero nada más. Todo está bien.

—¿Segura?

Mad asintió con la cabeza, sin ánimos de seguir hablando. Alyson le creyó sin más, le regaló una cálida sonrisa y la abrazó. Hacía meses que no pasaban tiempo juntas sin terminar peleando o que sintieran incomodidad, por lo que la confianza entre ambas había disminuido significativamente, mas no se había roto. Todavía se podía salvar esa amistad... y ese era el propósito de Alyson para el campamento, puesto que jamás en su vida había sido compatible para la vida al aire libre. Primero estaba Meredith Blake y luego estaba ella, Alyson Madriz, pero el fin justificaba los medios y ella estaba dispuesta a hacer sacrificios por su amiga.

—¿Te parece si después del almuerzo vamos al río? —le ofreció Alyson.

—Sí, suena bien —contestó sin la energía que solía caracterizarla.

La mañana transcurrió para ellos entre competencias físicas y de habilidades de campamento, mientras que otros Estados tenían otro tipo de actividades, por lo que irían rotando los días. Así, era casi imposible poder encontrarse con Joe de manera casual, solo tenía como esperanza el río.

Convenció a su tía de que la dejara ir con Alyson a nadar un rato, lo cual accedió con gusto, pero llamó a otros chicos para que las acompañaran. Así, se animaron a ir su primo Anthony, Ethan y Valerie, con la promesa de que el grupo permanecería junto en todo momento.

Las chicas se metieron rápidamente al agua, pero Anthony se sentó a un par de metros de la orilla y Ethan se quedó tirando piedras al río desde la orilla, tratando de hacer que estas dieran pequeños saltos antes de hundirse.

Las chicas vieron interrumpida su conversación cuando Valerie sintió de repente un golpe fuerte en el brazo. Alzó la mirada enojada y vio a Ethan en la orilla con cara de susto. Se había equivocado en la trayectoria de la piedra, puesto que la lanzó mal.

—¡Perdón!

—¡Ven acá, esqueleto!

Valerie salió rápidamente del río y fue a perseguir al chico escuálido, quien seguía pidiéndole perdón. Maddie y Alison se aproximaron un poco a la orilla para seguir a Valerie y calmarla, hasta que Maddie sintió el golpe de una piedra en uno de sus glúteos.

—¡Hey! —gritó enojada, sin saber de dónde venía el proyectil.

—¡Lo siento, princesa! —escuchó que le gritaron, reconociendo de inmediato quién era—. Es que no me resistí.

La risa del chico fue lo siguiente que se escuchó. Maddie volteó y vio a Joe a unos metros de ella, quien seguía riendo y le hacía señas para que se aproximara a él, lo cual hizo y Alyson prefirió quedarse cerca de la orilla, observando con curiosidad.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué fue eso?

—Nada... solo quería llamar tu atención de una forma más divertida —respondió, para luego ir cortando cada vez más la distancia con ella—. Además, sabes que tampoco es algo que no haría contigo de forma normal.

—¡Eres un...!

Mad no pudo seguir hablando porque se resbaló al tratar de retroceder un paso de Joe. Cayó al agua de espaldas, sumergiéndose inevitablemente. Él la levantó rápido, tirando de uno de sus brazos, provocando así que quedara pegada al cuerpo de él.

—¿Estás bien?

Ella solo atinó a asentir con la cabeza. Joe le sonrió y aproximó su cara a la de ella para besarla, aprovechando la distancia. Mad comenzó a dejarse llevar también, pero puso su mano sobre el rostro de él y se alejó un poco.

—Ya deja de hacer eso.

—¿Qué cosa?

—¡Eso! Ya sabes... Me haces sentir como una tonta. Se supone que solo somos amigos, pero ahora trataste de besarme en un lugar bastante público... Más allá están mis amigas y mi primo y... ¡Agh! ¡Me frustras mucho!

—¿Por qué? No te entiendo.

—Porque... porque... ¡agh!

Mad comenzó a alejarse más de él y se fue hacia la orilla.

—¡Sin caerse esta vez! —le gritó Joe para molestarla.

Dicho y hecho, Mad se resbaló estando a punto de salir del agua y se cayó de frente, raspando su rodilla. Joe la miró preocupado, pero no fue hacia ella, pues sabía que no lo quería cerca, aunque no entendía el porqué. Alyson y Valerie se le acercaron rápidamente y la ayudaron a levantarse. Al principio no percibieron la herida en su pierna, hasta que llegaron al campamento y Mia les preguntó horrorizada lo que había ocurrido al ver la sangre. Mad se puso un parche en la herida y siguió como si nada, solo que pidió que nadie le contara a su tía.

***

Cuando llegó la noche, estaban absolutamente agotados. Sin embargo, varios chicos del campamento, todos de entre 15 y 30 años, se prepararon para una fogata que hicieron en un punto céntrico. Esa fogata era una tradición de los campamentos, puesto que, en cada noche posterior al día de llegada, hacían un gran círculo alrededor de la fogata y jugaban como si hubieran dormido todo el día y que al siguiente no tuvieran que levantarse a las seis de la mañana.

—¿Vas a ir a la fogata? —le preguntó Alyson a Mad.

—No lo sé...

—Por mi parte —se entrometió Valerie—, yo no iré. Solo son un montón de ociosos a los que les urge una cita con una chica.

—Pero podría ser divertido. Quién sabe, tal vez conozcamos a chicos interesantes, aunque tal vez nunca más los veamos en la vida...

—¡Alyson! ¡Por eso mismo es que no voy a ir! Solo va a ser una instancia para encuentros casuales y... ugh, ese no es el plan de Dios.

Valerie se adelantó, dejando atrás a sus amigas y siguió caminando hasta llegar a su carpa.

—Aly, no le hagas caso. No es tu culpa si ella se cree la Virgen María —bromeó Maddie con y ambas rieron—. Anda para la recreación, yo me siento un poco cansada y mi tía me va a regañar de nuevo si voy.

—Pero no quiero ir sola.

—Aly, no vas a estar totalmente sola. Solo ve a pasarla bien y ya. No importa si conoces a alguien y pasa algo, simplemente debes pasarla bien.

—¡Gracias, Mad!

Alyson la abrazó y luego fue hacia la fogata, mientras que Mad siguió caminando en sentido contrario. Al ver llegar a Alyson, Joe pudo reconocerla fácilmente como una de las amigas de Mad.

—¡Hey, niña! —le gritó Joe para llamar su atención mientras le hacía señas para que se acercara.

Alyson fue hacia él dudosa, sin poder imaginar por qué la llamaba. Después de todo, rogaba que no se acordará de la vez en que se conocieron debido a su comportamiento tan hostigante hacia él.

—¿Qué pasa? —le preguntó Aly.

—¿Sabes si va a venir Mad?

—No va a venir... Dijo que se sentía agotada.

—Tal vez debas dejarlo para mañana —le susurró Spencer a Joe.

—No. Si me la quiero jugar por ella tiene que ser hoy. Mañana es viernes, por lo que no va a haber fogata hasta el sábado en la noche. Y, como si fuera poco, te recuerdo que anda dando vueltas el turco.

—¿Y qué vas a hacer entonces?

—Pues...

—Joe, no soy de los que suelen decir esto, pero ahora uno de los dos debe actuar como Chris: no te metas en problemas. No hagas alguna locura.

Joe ignoró a su amigo y se fue sin decirle algo. Caminó en dirección al sector de camping de la delegación de San Diego sin parar de buscarla. Cerró sus ojos con fuerza, colocó una de sus manos frente a su cara, movió los dedos ligeramente y luego tocó su frente.

Tal y como temía: Mad no estaba en el sector de las carpas. Sin abrir los ojos, se volteó en distintas direcciones, hasta que pudo percibir una gran concentración de magia y dedujo que debía provenir de ella.

***

Mad salió del baño tras cepillarse los dientes y comenzó a caminar hacia las carpas, hasta que de repente alguien le tapó los ojos y la aprisionó por detrás. Ante eso, se asustó y reaccionó, golpeando fuertemente con su codo al chico que la tenía pegada a su cuerpo y le pisó el pie, por lo que se liberó en cuanto este la soltó para quejarse del dolor.

—¿Joe? —Lo reconoció cuando escuchó su voz y volteó.

—Quería sorprenderte. Ya sabes, hacer algo tierno, pero nunca creí que harías eso.

Claro, hizo lo que muchos hacen: abrazarla por detrás y cubrir sus ojos para que adivinara quién era, solo que no alcanzó a hacer la pregunta antes de que ella lo golpeara.

—¡Perdón! —se disculpó y se acercó a él—. Me asusté... no es algo que suele pasar. Pensé que... no lo sé, me pasaron muchas cosas por la cabeza.

—Ya no importa. ¿No vas a venir a la fogata?

—No, es que... me siento cansada y quiero ir a dormir.

—Ni siquiera tengo que leer tu mente para saber que estás mintiendo.

—Joe, en serio, no me siento bien. No tengo ánimos para ir.

—Y justamente por eso es que quiero que vengas: va a ser muy divertido y podrás relajarte. Esa es la gracia de la recreación.

—Bueno, pero primero quiero que me respondas algo.

—Ok, tira tu pregunta.

—¿Quién era la chica a la que estabas abrazando en la mañana?

—¿Ah?

—Era una mujer como de tu edad. La estabas abrazando en el desayuno...

—¿Te refieres a mi tía?

—Esa chica... ¿era tu tía?

—Sí, es que...

—Eres el colmo —lo interrumpió y comenzó a irse, pero él la detuvo al tomarla de la mano.

—¡Te digo la verdad! Es la hermana menor de mi mamá y es mayor que yo solo por tres años. No sería la primera persona que se lleva por poco con algún tío. De seguro hay ejemplos en tu familia.

—Bueno, el hijo de mi primo mayor nació un año antes que mi prima Mathilda, y dos años después nació la hija de Amelie.

—¿Amelie? ¿Tu prima sexy? ¡Sí la recuerdo! Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que la vi y...

Joe dejó de hablar en cuanto vio que Maddie ponía un gesto de enfado.

—Y evidentemente es de familia, porque tú también eres muy sexy, ya sabes que...

—Joe, cállate. Es increíble cómo es que cada vez que tratas de arreglar algo, te hundes más.

—Sí lo sé, es un don. Pero bueno, volviendo a lo otro, Rebecca, mi tía, es como una prima más para nosotros. Casi nunca la trato de tía, solo para explicarlo, como en este caso. Además, es muy agradable, le vas a encantar.

—Si es tu tía, ¿por qué no estaba en tu cumpleaños?

—Estaba ocupada con un posgrado y su trabajo. Si no me crees, acompáñame para ir a preguntarle a mis hermanos.

—No pienso perder mi tiempo con algo así.

—Ok, pero entonces no desconfíes de mí. Los celos son malos.

—¡Mira quién habla!

—Solo ven a la fogata, ¿ok? Te prometo que vas a pasarlo bien. Solo olvida que existen las demás personas y disfruta del momento, de nosotros dos ahí.

Algo le decía que debía confiar plenamente en él y seguirlo, por lo que, decidió tomar el riesgo de creerle a Joe e ir con él a la recreación. A pesar de todo, era incómodo para ella cuando varios lo saludaban y a ella solo la ignoraban, aunque caminara del brazo con él. Intentaba hacer caso a lo que le había dicho Joe de olvidarse del resto, pero era difícil evitar sentirse mal con esa situación.

—¿Estás bien? —le preguntó preocupado.

—Sí, es solo que es raro que conozcas a tantas personas y... no lo sé. Es raro ir caminando con alguien y que a cada rato lo saluden, ignorándome por completo y que ni siquiera tú te des cuenta de que voy a tu lado.

—Descuida, solo es un tramo. Además, ni siquiera conozco a la mayoría de las personas que me saludan.

Mad se apegó más al brazo de Joe, apoyando también su cabeza en la de él, lo cual sorprendió al chico y, a la vez, provocó una sonrisa instantánea en su rostro. Así, llegaron caminando juntos a la fogata y Violet se les acercó. Saludó a Mad y luego la adolescente se fue a donde estaba Ethan y Alyson, los únicos de su club que fueron a la recreación.

—Parece que te adelantaste un poco —le susurró Violet a su hermano.

—No. Después te explico.

—Está bien. Igual, ya todo está listo y todos saben el plan.

—Perfecto. —Sonrió.

Los juegos comenzaron. Era imposible no contagiarse con la buena onda y la diversión del momento. Ella no podía parar de reír y gritar al son de los cantos de ronda, hasta que llegó el esperado "1 y 20". Nunca le había gustado ese juego, por lo que intentó apartarse del montón, hasta que se topó con Spencer hablando con una chica, manteniendo una corta distancia y con una expresión en el rostro que Mad conocía bastante bien.

—¡Eres tan divertido! —gritó la chica con la que conversaba.

—Espero que su novia piense así después de esto —interrumpió Mad.

La chica miró confundida a ambos y Spencer no supo qué decir.

—Me presento —prosiguió la adolescente—: soy la exnovia de este chico y una amiga de su novia actual. Ella es bastante temperamental, así que no creo que le guste saber que él esté coqueteando con otras chicas...

—Maddie, no ahora —le pidió Spencer avergonzado—. No es el momento.

—Mira, el momento será cuando sea si implica a una de mis amigas. No voy a dejar que le hagas la misma mierda que a mí, ¿ok?

La chica, al comprender la situación, se alejó sin decir otra palabra. Ella no tenía idea de que Spencer estaba en una relación, ni tenía ganas de meterse en un drama como ese.

—Solo quiero preguntar ¿por qué le haces esto a Mia? ¡Ella es mucho más de lo que tú deberías tener! Voy a ir a decirle ahora mismo.

—Ok, ahora píntame como el exnovio malvado. Ok, soy un desgraciado y por eso te quieres vengar de mí, arruinando la relación de tu amiga. Dale, hazlo.

—¿Sabes qué es lo más loco de esto? Que te había extrañado por un momento, pensando en esa idealización que había hecho de ti cuando salíamos, pero ahora recuerdo cada parte horrible de ti, y no quiero que Mia pase por todo eso. No quiero que la humilles fingiendo que eres el novio perfecto cuando te haces el lindo con otras mujeres a su espalda.

Ella se volteó y comenzó a caminar en dirección al campamento. Spencer, que sabía los planes de Joe, fue tras Mad para evitar que todo se arruinara, además de que tuvo un momento de reflexión gracias a lo que su ex le había dicho. Tocó su hombro para hacer que se detuviera, a lo cual ella respondió volteando para verlo.

—Sí he sido un completo idiota —dijo, sorprendiéndola—. Quizás tuve que haber dicho esto mucho antes, pero no le tomé el peso hasta que me diste ese vómito verbal de realidad. Lo arruiné contigo... y aunque quizás me arrepienta de decir esto, creo que nunca te dejaré de amar realmente. Solo quiero que seas feliz, o al menos más de lo que pudiste ser conmigo, con alguien que no te haga sufrir tanto como yo lo hice. Perdón.

Mad estaba estupefacta. No podía creer lo que estaba escuchando, puesto que sonaba salido de alguna película o serie, de esas que su hermana veía mientras ella leía. No tenía idea sobre qué debía decir.

—No quiero arruinar otra vez las cosas. Lo hice contigo y estoy a punto de volver a hacerlo, solo que con otra persona... Quizás sea la única persona con la que pueda sentir algo tan intenso otra vez, como una segunda oportunidad del destino o de lo que sea que exista. No quiero tirar esta oportunidad por la borda.

—Entonces... ¿piensas que por decir todo esto me dará pena por ti y no le diré a Mia sobre lo que pasó?

—Sí, bueno... esa es la cuestión: no quiero que tú lo digas, porque yo quiero hacerlo. A mí me corresponde.

Mad lo siguió viendo boquiabierta. Al principio, no supo muy bien cómo responder a eso, pero luego supo que tenía razón y aceptó. Él hablaría con Mia al día siguiente, excluyendo a Mad de esa incómoda situación. Posteriormente volvieron a la fogata, puesto que él la convenció de aquello.

El juego alrededor de la fogata iba bastante avanzado. Las parejas ya estaban conformadas y habían chicos corriendo de un lado a otro, desesperados porque estaba por acabar la canción y tendrían que cumplir con un reto si quedaban solos. En eso, alguien jaló de mano de Mad en cuanto llegó a la ronda. Alzó la vista y pudo reconocer a Joe, pese a la escasa iluminación y al juego de sombras que otorgaba la fogata. Una vez que acabó, él se quedó parado a un lado de la fogata, al centro de la ronda, sin soltar la mano de ella. Nadie más estaba en el centro, solo ellos.

—¿Por qué nos quedamos aquí? —le preguntó confundida.

—Hay una razón bastante potente para hacerlo. Seguramente creías que todo, hasta este momento, es un juego normal de campamento, pero es más que eso. Mads, tú no eres una chica normal, ¿lo sabes? No eres alguien usual... eres especial y necesitaba hacer algo diferente para ti. Durante todo este tiempo, he pensado en cuál sería esa forma y creo que esta era la respuesta. Ambos estamos aquí, en un momento casi mágico.

Tras decir eso, sacó una rosa que llevaba guardada en su chaqueta. Esta vez, no era una negra, pero eso no le quitaba lo espectacular al detalle.

—Hubo dos fallos. Del primero, nunca te enteraste y el segundo fue bastante tonto, así que, espero que la tercera sí sea la vencida. Por alguna razón, esos tenían que fallar para que pudiéramos estar acá, porque yo... quiero pedirte algo especial, que sé que ambos queremos, pero faltaba el momento perfecto. Princesa, ¿quieres ser mi novia?

Ella lo miró asombrada, cambiando su mueca por una amplia sonrisa. Ni siquiera había recibido la rosa, solo estaba ahí, inmóvil, sin poder creer realmente lo que pasaba. Sin decir una sola palabra, ella dio un salto, se sostuvo de la nuca de Joe y lo besó. Él no esperaba esa reacción, solo esperaba un "sí", mas evidentemente aquello era mucho mejor, por lo que, le correspondió el beso y rodeó su cintura con sus brazos, para después alzarla y dar una vuelta, besándola otra vez cuando la bajó.

Fuera de la complicidad que mantenían como pareja, había un fotógrafo aficionado, de unos veinte años, que capturó el romántico momento con su cámara, junto con otros sucesos típicos de los campamentos. Logró sacar tres fotos: una de cuando Joe la alzó, otra del segundo beso que se dieron y una última que rara vez capta el lente: cuando la burbuja de la pareja se revienta, provocando que aterricen en la realidad. Ese momento en el que el beso se acaba y se ven ligeramente separados, para luego mirar a su alrededor y volver a comportarse como personas normales.

Al acabar los juegos, la fogata seguía encendida. No quedaban más de veinte personas ahí, puesto que, quien se quedara debía asegurarse de que el fuego se extinguiera por completo. Entre esas personas, todavía estaban Mad y Joe, disfrutando del momento juntos, claro está. En eso, ella recordó que tenía una bolsa de malvaviscos en su mochila, por lo que fue corriendo a buscarla, sin avisarle al resto. Joe corrió tras ella para seguirla, manteniendo cierta distancia para evitar que se malinterpretaran sus acciones. Una vez que fue de regreso con la bolsa en sus manos, él decidió caminar a su lado.

—No puedo creer que en serio te arriesgaste a sufrir una crisis asmática solo por malvaviscos.

—Mira, casi nunca puedo hacer esto y no pienso desperdiciar esta oportunidad, ¿ok?

Joe simplemente soltó una leve risa, tomó su mano y le sonrió. Siguieron caminando hasta llegar, sin soltarse.

Los malvaviscos eran suficientes para las personas que estaban ahí, por lo que cada uno insertó la punta de un palo en el dulce y los pusieron al fuego que estaba casi en las brasas. Se sentaron alrededor, cerca de un chico que llevaba una guitarra, la cual Joe se la pidió y el chico se la prestó. Comenzó a tocar, mientras Mad cantaba al son de la música. Acomodó su cabeza sobre el hombro de él, de cierta forma que no le dificultara a él para tocar, ni a ella al cantar.

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