08. Shinkami
Shinso jamas se creyó capaz de amar de esa forma hasta que conoció a su hiperactivo novio.
Antes de Denki sus enamoramientos eran sobre chicos que le atraían de alguna manera pero jamas se atrevía a acercarse. Con Kaminari todo fue diferente porque era... bueno, Kaminari.
Un niño brillante, ruidosos, energético e impredecible que llenaba su vida de buenos momentos y rayos de sol que alumbraban sus días más oscuros.
Y para Denki las cosas no eran muy distintas, pues Hitoshi había significado en su vida un amor que jamás creyó tener.
Libre, sano, completo y brillante.
Hitoshi no lo amaba a medias, le entregaba todo de él y Denki hacía lo mismo con los ojos cerrados y la confianza de que había escogido a la persona correcta.
Con Shinso, había encontrado un amigo, un confidente, un amante y un novio. Era la sombra que le ayudaba a descansar de los tortuosos y agobiantes rayos de sol y la persona que hacía de sus mejores momentos inolvidables.
Y es que ninguno era perfecto, por más que se vieran de esa forma a los ojos de su pareja, la realidad es que seguían siendo humanos y seguían teniendo esa -no tan- pequeña parte que les obligaba a sentirse pequeños y esconderse en una esquina con miedo a salir.
Y ambos lo odiaban.
Odiaban la inseguridad en ellos mismos y en la persona que amaban.
Porque si pudieran hacer que el sol brillase para siempre o que la sombra nunca faltara, lo harían sin dudarlo, solo para asegurarles un bonito día a su pareja.
— ¿Cuál es el mejor pokemon de tierra? —preguntó Hitoshi desde su escritorio mientras Denki sentado en su cama jugaba distraídamente y sin prestar verdadera atención con un cubo Rubik
— ¿Eh?
— ¿Cuál es el mejor pokemon de tierra? —repitió el mayor, viendo como su novio parpadeaba un par de veces intentando entender la pregunta.
— ¿Por que lo preguntas?
— No lo se —se encogi de hombros—ñ Estas muy callado el día de hoy. Ni siquera pareces un Denki
— ¿Que es exactamente "un Denki"?
— Um... algo asi como un roedor rubio con baterias interminables, sonrisa bonita y mala suerte con las escaleras.
— ¿Y yo soy un Denki?
— Justo ahora no mucho.
— Pero cuando subi a tu habitación me cai por las escaleras.
— Pero te falta lo mas importante —se acerco a el y beso su frente—; la sonrisa bonita, amor
El apodo pinto las mejillas del menor. Hitoshi reclamo el espacio vacio a un lado del rubio y se sento sin dejar de mirarlo con preocupación.
— ¿Que te sucede?
— Nada
— Tus ojos están tristes.
— Lo estas imaginando.
— No tengo tanta imaginación.
Denki se encogió de hombros, como si esa respuesta bastara para distraer a Hitoshi del elefante rosa en la habitación.
Obviamente Shinso no se rendiría fácilmente, aún menos sabiendo que había un torbellino de pensamientos agobiando a su pareja.
— Bien, hagamos esto... No me digas lo que te sucede, pero déjame adivinarlo.
— Inténtalo si quieres, pero no acertaras nada porque no me sucede nada.
— Igual lo intentare —se encogió de hombros—. Veamos... ¿Cómo están tus padres?
— Muy bien, llegaran el martes por la noche y volverán a irse el lunes por la mañana.
— Que bien.
— Si, creo que mi papá me comprara un hámster.
Al parecer el problema de Denki no radicaba en sus padres pues el menor ya estaba acostumbrado a que siempre estuvieran de viaje, ademas, quedarse con la casa sola no era algo que le desagradara en absoluto.
— ¿Y tus amigos?
— Todo normal; el otro día Sero se comió un LEGO.
— ¿Está bien? —lo miró aterrorizado por la normalidad en lo que lo decía.
— Lo estará mientras Bakugo no descubra que su LEGO de All Might desapareció.
— Dios, ustedes a veces me dan miedo.
— Gracias.
— Déjame intentar con otro... ¿como van tus notas?
— Como siempre...
— ¿Y la semana de exámenes?
Kaminari no contestó. Shinso supo que había acertado.
— ¿Todo bien con-?
— Debo de volver a casa, le dije a mi madre que le llamaría esta noche —se levantó de la cama y caminó hacia su mochila tirada en una esquina de la habitación.
— Den —lo llamó incorporándose en su lugar y mirándolo preocupado
— Te enviaré un mensaje cuando llegue. Mañana podemos... —su tono de voz disminuí cada vez que su novio se acercaba más a él, cuando Hitoshi estuvo a tan sólo unos centímetros de distancia su voz no era más que un susurro perdido.
— Por favor, Den, dime lo que sucede.
— No sucede nada... todo esta bien .
— ¿Enserio? —lo miró con una ceja levantada y los ojos ahogados en preocupación, en menos de un par de minutos ya tenía al menor aferrado a él con el rostro escondido en su pecho intentando esconder las lágrimas y los sollozos.
— No quiero, Toshi...
— No comprendo, bonito; por favor explícame.
— No quiero volver a la escuela. No quiero que empiece la semana de exámenes. Todos creen que soy un idiota, s-siempre me esfuerzo en estudiar pero las letras no dejan de moverse y no puedo entender nada; no quiero q-quedar otra vez como el más tonto del salón.
— Tranquilo, Den, respira. Eso no pasará, nadie piensa que eres tonto.
— Si lo hacen.
— Bonito, escúchame —pidió, tomándolo de las mejillas y obligándolo a mirarlo. Los ojos cristalinos del menor y su actitud vulnerable le rompieron el corazón—. A tu hiperactivo cerebrito se le da por jugar por las letras y no puedes hacer nada para evitarlo. Eres más que un examen reprobado, tienes un sin fin de virtudes que tú mismo ignoras y aún con tu dislexia haciendo de las suyas eres el niño más inteligente que he conocido en toda mi maldita vida, ¿o acaso olvidas que a los siete años ya sabías hacer conversiones de Watts a Amperios? —eso hizo sonreír al rubio y Shinso se declaró a sí mismo victorioso—. Tu dislexia solo es una cosa más bonita de ti, Den, no te culpes por algo que no puedes controlar; además, en lo personal, no me importa un carajo que en nuestra acta de matrimonio escribas benki en lugar de Denki. Me agrada benki.
Denki sonrió, confundir la d con la b y escribir mal su nombre era un mal chiste entre ellos.
— ¿Te agrada tanto como para casarte con el?
— En está vida y en todas las que vienen, cariño.
— Dios, enserio me quiero casar contigo.
Y aunque ese pequeño momento de inseguridad terminó bien, había otros que no corrían con la misma suerte y terminaban escalando a un nivel más peligroso.
Para Denki era más difícil ayudar a Hitoshi en su bajos momentos porque el chico se refugiaba en sus pensamientos y en el silencio, pero aún así lo acompañaba y le daba su espacio y tiempo para que cuando se encontrara listo, le permitiera ayudarlo a alumbrar un poco el camino de vuelta.
Y Shinso no puede estar más agradecido con su novio por ser la luz silenciosa y brillante que necesita en esos momentos.
Y aunque él no pueda ser tan directo como el hiperactivo rubio, le deja en claro con cada acción, beso y caricia que él también muere por casarse con él.
Ya sea con Denki o benki, desea unir sus vidas y vivir juntos hasta el último de sus días.
Ayudándose en sus peores momentos, gimiendo sus nombres o cayéndose por las escaleras. En cualquier situación pero juntos.
Amándose.
Siendo compañeros, novios y amantes.
Siendo ellos.
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