I.chapter one
── I──
«Home, the place where you feel peace»
Tomó con fuerza su maleta mientras miraba la habitación en la cual estaba. Aquella habitación que la había acompañado en su estancia allí por dos años. Talah suspiró y cerró puerta, intentando que las lágrimas no cayeran, ya estaba cansada de llorar y tragó el nudo de su garganta al recordar que, por casi seis meses, aquella habitación había presenciado su duelo día y noche. Por más que llorara y dejara que su tristeza se escapara por sus lágrimas, la muerte no estaría dispuesta a devolverle a su hermana y abuelos.
Bajó las escaleras con lentitud, no estaba aún de buen humor. Debería de estarlo, volvería a su pueblo natal. Extrañaba sus cosas en la reserva y extrañaba los bosques. Los conocía como la palma de su mano y tendría que estar emocionada de recorrerlos luego de aquellos largos meses alejada. Pero no se sentía así.
Su prima le regaló una suave sonrisa, como si le dijera que la entendía. La pérdida de su familia aún seguía latente, y no era tan fácil de superar.
Antes de subirse al auto, un coche de color celeste se detuvo cerca suyo y de este bajaron dos muchachos y dos chicas. El más alto se acercó hacia ella y la abrazó con fuerza, Talah cerró sus ojos y se aferró a él tanto como podía.
── Como me gustaría encontrar la forma de que te quedaras, Taly... – murmuró el muchacho contra su cabello.
── Nos volveremos a ver Scott – consoló ella separándose de él y le sonrió – no podrán deshacerse de mi tan fácilmente.
Un muchacho pálido y de muchos lunares se acercó hacia ella y la abrazó.
── Cuídate, ¿vale? Te necesitamos viva por si otro altercado sobrenatural ocurre por aquí – le dijo y ella rio.
── No es mi culpa que Beacon Hills sea un maldito faro de lo sobrenatural, Stiles – bromeó y las risas no tardaron en escucharse. Sintió como las dos chicas apartaban al muchacho con fuerza y la abrazaban. Rachell y Emma soltaron unas cuantas lagrimas al igual que ella, ambas habían sido un gran pilar en su vida emocional tras la muerte de sus familiares.
── Prometí no llorar... ¡Mierda! ¡Que sensible que soy! – se apenó Emma limpiándose el rostro. Su nariz estaba tan roja como un tomate al igual que sus mejillas.
── Prométenos que te cuidarás de los problemas... – pidió Rachell. Talah no dudó en asentir con una mueca.
── Lo intentaré – se bastó con decir y las tres se unieron en aquel abrazo que necesitaban. Una bocina se escuchó y se giraron para ver que su prima Lauren la miraba con pena, debía de irse antes de que perdiera su vuelo.
Scott se acercó hacia Emma y la abrazó por los hombros.
── Nos veremos pronto – le dijo. Talah asintió antes de tomar su mochila una vez más y correr hacia el auto.
Su prima arrancó el coche y ella no dejó de saludar a sus amigos hasta que tomaron una curva, perdiéndolos de vista. La morena suspiró entristecida y miró sus manos.
── Lamento esto, Taly... pero tú abuela te necesita... – le dijo la mujer. La muchacha le sonrió en un intento de tranquilízala.
── No te preocupes tía, lo entiendo – murmuró. Apoyo su cabeza en el vidrio del auto y se dedicó a admirar los árboles de California por última vez – supongo que siempre debes volver a tus raíces.
Lauren sonrió al escucharla, y era verdad.
La abuela de Talah estaba muy delicada de salud, era una mujer muy amable y bondadosa. La cuidó desde que era una bebé ya que ella había perdido a sus padres en un accidente automovilístico. Solo eran ella, su hermana y su tía. Sus abuelos maternos estaban destrozados ante la partida prematura de su hija, por lo que se mudaron junto a su hermana mayor hacia California, detestaban todo lo que le recordaran a su difunta hija.
No tardaron mucho en llegar al aeropuerto de Redding, el viento soplaba con fuerza haciendo que sus rizos taparan su vista. Lauren la ayudó a bajar su maleta y se despidió de ella con un gran abrazo.
── ¿Algún día volveré? – preguntó. La mujer le sonrió y acomodó un mechón de su cabello.
── Siempre que lo necesites, mi casa tendrá las puertas abiertas para ti – respondió ella.
Talah asintió y se tragó el nudo en su garganta, se prometió no llorar y no lo haría. Se agachó hasta quedar a la altura del gran vientre de su prima.
── Cuida a tu madre pequeño saltamontes – le dijo, Lauren rio al sentir una patada del bebe.
── Supongo que es su manera de decir que te quiere – murmuró ella tomando su mano y posándola en donde el bebe pateó.
Talah sonrió al sentir un leve movimiento bajo la palma de su mano. Con un último abrazo se despidió de su prima y se encaminó hacia el aeropuerto sin voltearse en ningún momento, porque si lo hacía ella sabía que se largaría a llorar.
La fila para su vuelo era corta, muy poca gente quería irse a vivir en el norte de Washington, en donde el clima era muy pesado y casi nunca había sol. Ella lo amaba, y también lo extrañaba. Extrañaba el bosque y lo que era su hogar.
Una vez que la azafata confirmó su boleto, caminó por el largo camino de metal y madera que unía la gran sala principal del aeropuerto con el avión. Al llegar a su asiento, puso su maleta en su compartimiento y se sentó junto a la ventana.
Aunque en parte estuviese emocionada por volver a su hogar, no podía sentirse culpable por dejar a sus amigos. Ellos habían sido su soporte cuando la muerte de sus familiares se anunció, ellos habían sido aquellos que evitaban que ella cayese en ese pozo depresivo una y otra vez.
Nunca olvidaría a Emma y a Rachell, dos chicas que le levantaron los ánimos y le sacaban una sonrisa cada vez que lo necesitaba. Jamás olvidaría a Scott y Stiles, quienes le mostraron que estar triste no está mal, al contrario, es una reacción normal ante la perdida. Pero ellos también habían sido aquel faro que la guiaba lejos de la tormenta, lejos de aquella tormentosa depresión.
Una pregunta pasó rápidamente por su cabeza ¿Beacon Hills estaría seguro? pero al instante en que lo pensó a respuesta llegó a su mente. Beacon Hills estaba a salvo. Tenían a un Alpha verdadero siendo el líder de una manada muy diversa. Desde hombres lobo hasta banshees, kitsunes y mujeres coyote, de semidioses hasta ángeles. Beacon Hills estaba a salvo.
Cuando la voz del piloto anunció que estaban a punto de despegar, Talah tomó sus audífonos y la música de Linkin Park inundo sus sentidos.
ˏˋ ☾ ˎˊ
Al llegar al aeropuerto de Seattle el clima soleado la sorprendió un poco, no era muy habitual ver el sol por allí. Arrastró su maleta y se acercó hacia un hombre con bigote que llevaba un cartel con su nombre, traía puesto una camisa a cuadrillé de color gris junto a unos jeans claros y holgados, miraba hacia todos lados con algo de incomodidad y sonrió recordando que Charlie Swan era algo impaciente.
── ¿Qué tal Sheriff? – saludó apenas llegó. El hombre le sonrió y la abrazó de lado.
── Por dios Taly ¡Mira que grande estás! Estás hecha toda una señorita – dijo y ella rodó los ojos. Él tomó su maleta y caminaron hacia el estacionamiento – ¿Cómo estuvo mi mejor detective?
── Oh, ya sabes, intentando que ningún criminal llegue a querer robar algún banco... Aunque si fuese así, llegaron muy tarde, el único banco "importante" que había en Beacon Hills ya se lo robaron – respondió haciendo que el hombre soltara una carcajada.
── Diles que vengan a Forks, necesitamos un poco de acción por aquí – bromeó.
El viaje había sido tranquilo, Charlie era un hombre que le gustaba bastante el silencio. Muy pocas veces hablaron y la música de la radio era lo único que se escuchaba.
Los árboles de Forks empezaron poco a poco a aparecer, admiró con nostalgia el bosque mientras los recuerdos de ella junto a algunos amigos de la infancia paseaban con felicidad por aquellos bosques. Desde que era muy pequeña había tenido la facilidad de poder orientarse, sabía cómo volver hacia su hogar cuando empezaba a anochecer y su madre la llamaba.
Desde que era pequeña no solo había sido buena para ubicarse, sino para oír bien. Algo que desconcertaba un poco a la gente al enterarse que podía escuchar lo que alguien susurraba a menos de un metro de ella. Pero para Talah había sido normal.
Charlie se estacionó junto a un pequeño Volkswagen beetle de color beige en el estacionamiento de su casa, Talah sonrió con emoción al ver como una señora de avanzada edad y con cabello blanco y trenzado salía a recibirla.
── ¡Ha vuelto! ¡Mi pequeña nietita ha vuelto! – exclamó con alegría su abuela con un marcado acento mexicano.
── Hola abuelita – murmuró dándole un fuerte abrazo. La mujer la abrazó con más fuerza y se separó para posar sus manos en sus mejillas.
── Pero mira que grande estás... ¡Charlie! mihijo, ¿Cómo ha estado el viaje? – preguntó ella haciendo pasar a ambos por la casa.
── Tranquilo, supongo – dijo el hombre dándole una leve sonrisa.
Cuando los tres pasaron hacia la sala de estar, Talah no pudo evitar sentirse nostálgica. Todo estaba como lo había recordado.
La sala estaba pegada a la cocina, la televisión aún estaba junto a un gran tapiz Quileute de una pareja de enamorados -eran sus abuelos, había sido un regalo de bodas-, las grandes ventanas dejaban que la luz del atardecer brillara en la casa y la cocina tenía aquella vibra hogareña, había hojas de maíz en la mesa, con una olla llena de una masa anaranjada y bastante pollo en un gran plato hondo.
Su estómago rugió cuando el olor a la salsa llegó a su nariz.
── Deja tus cosas en tu cuarto mihija y ven a ayudarme a terminar los tamales – le dijo su abuela, ella no dudó ni un segundo en obedecerla y corrió rápidamente hacia su habitación.
Sonrió cuando vio su antigua habitación, su cama estaba perfectamente tendida y con frazadas marrones, su escritorio estaba pulcramente limpio al igual que la pequeña biblioteca con todos sus libros de fantasía y ficción. Dejó su maleta junto al armario y contempló la hermosa vista que le brindaba la ventana. El sol se escondía detrás de los altos arboles del bosque, dejando que el atardecer pintara el cielo con sus tonos anaranjados.
Dejó su chaqueta en la silla del escritorio antes de ir hacia la cocina en donde estaba su abuela y Charlie haciendo tamales.
Charlie Swan era una persona muy especial para la familia Bathon, había sido el mejor amigo de su padre desde que eran niños y también fue nombrado como su padrino cuando ella nació. Cuando sus padres Daniel y Eluney murieron, él había sido el encargado de cuidar a Talah junto a su abuela.
Era un hombre fiel a su familia, protector y dispuesto a darlo todo con solo ver a su ahijada con una sonrisa.
Charlie Swan tenía una hija, pero Talah solo la había visto una vez y fue a sus tres años, lo único que sabía de ella era que se llamaba Isabella.
Cuando los tres terminaron de preparar los tamales, su abuela los llevó para que se cocinasen en la olla y Talah se levantó para irse hacia su habitación, excusándose de que quería acomodar su maleta.
Apenas cerró su puerta, lo primero que tomó fue su laptop y lo prendió. Abrió el Skype y en menos de cinco segundos el rostro de Emma apareció en la pantalla.
«── Pero miren quien se ha dignado en llamar – fue lo primero que dijo la morocha.
── Cállate, que apenas me ha dado tiempo para ir al baño – dijo tomando las camisetas dobladas de su maleta y las guardó en uno de los cajones.
«── ¡Oye! escúchame... ¡No me lo vas a creer! ¡Pero Derek ha llorado cuando te fuiste! – exclamó con emoción.
── ¡Debes estar bromeando! – gritó dejando sus pantalones en la cama y corrió hasta sentarse en la silla frente a su computadora.
«── ¡Es verdad! Tú prima Lauren tuvo que consolarlo, le dijo que algún día lo llevaría a visitarte en Forks. Supongo que sintió la tristeza de Derek, ya sabes, por el tema de la impronta y la marca y bla bla bla...
── Aguarda un segundo... ¡¿Cuándo Derek marcó a mi prima?! – espetó Talah con los ojos abiertos del asombro.
«── Venga, Taly. Era demasiado obvio – dijo Emma haciendo un gesto con su mano y restándole importancia – Lauren llegó una vez para pedirle un favor a Scott y ambos nos dimos cuenta, apestaba a Derek ¿Acaso no te diste cuenta?
── Bueno, digamos que no tengo poderes de coyote y de lobo como tú y tu novio – dijo irónicamente y rodó sus ojos. A veces Emma se podía olvidar de que ella era solo una simple humana.
«── ¡Hola Taly! – escuchó la tierna voz de alguien más en la llamada.
── ¡Hola Scotty! Ya ando extrañando a todos – saludó haciendo un puchero.
«── Bueno, siempre podemos tener estas llamadas Taly, me prometiste no perder la comunicación – le recordó el muchacho y ella sonrió haciendo una cruz sobre su pecho, en el lugar en donde estaba su corazón.
── Venga McCall. Un Bathon nunca rompe una promesa – respondió haciendo que la pareja se riera.
Talah pasó toda la llamada junto a Scott y Emma en su habitación, guardaba su ropa en su armario y cajones mientras escuchaba como Stiles tuvo que llevar a Rachell a tomar un helado para calmar la tristeza tras su partida de Beacon Hills. Rompió a carcajadas cuando ambos le contaron que Deaton, el druida de la manada, tuvo que darle un sedante a Derek porque no paraba de estar ansioso y preguntar si ella había llegado sana y salva. A pesar de que Lauren lo tranquilizaba diciendo que la abuelita la llamaría una vez que hubiese llegado, eso no lo calmaba y terminó sedado y acostado en el sillón de la sala.
Incluso tenían una foto y no dudaron en mostrársela.
Su abuelita, al ver que no iría a comer por estar en la llamada, le llevó un plato con algunos tamales y un vaso de zumo de naranja.
Talah disfrutó la primera noche desde su llegada a Forks, estaba feliz de volver a su hogar a pesar de tener que dejar a sus amigos en California.
¡Hola Hola amores! ¿Cómo andan? Que felicidad poder traer por fin el primer capitulo LOVER :D Espero que les haya gustado muchísimo el comienzo de esta historia <3
Como habrán notado, es verdad, esta historia está conectado con la serie Teen Wolf, por lo que habrán personajes de esa serie que aparecerá de vez en cuando en la historia.
Ahora, hablando sobre las actualizaciones, esta historia se estará actualizando cada miércoles de por medio (una semana si y una semana no).
Ya sin nada más que decir recuerden que los quiero mucho ¡Y no se olviden de comentar y votar! Ayuda muchísimo y me incentiva a continuar con esta historia. Manténganse las manos limpias 24/7 🙌 y sigan cuidándose
RiderStilinski ──23/02/2022
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