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dos

Todas las mañanas, en el momento en que su alarma indicaba las seis menos quince, él se ponía de pie, estiraba sus brazos luego de dormir en una extraña posición, luego veía su tenue recámara debido a que la luz se mantenía apagada junto al reciente amanecer que se colaba por las cortinas blancas de la ventana, sentía escalofríos cuando dejaba las encantadoras sábanas en su cama y sus pies tocaban el suelo frío, recibiendo a una ciudad sumamente cruel con un alérgico como lo era su persona, el helado aire lo molestaba cada día en su despertar.

Escuchó desde el primer piso las voces de sus hermanas que charlaban animadamente de algo, ajeno a ellas esperó a que se fueran mientras se alistaba en su habitación, no quería toparse con una tormenta tan temprano.

Cuando estuvo en el baño se dio un tiempo, gozando del agua caliente que caía por su espalda y de su jabón favorito que perfumaba su piel de un delicioso y tierno jazmín, los aromas florales han sido de sus favoritos desde hace tiempo, cuando en el jardín de una de las tantas primarias que tuvo, se quedó encerrado en el invernadero, recordando vagamente que fingía miedo a sus bullys para que lo metieran allí y no en los inodoros como solían hacerlo.

Al salir se colocó su uniforme en completo silencio, más la ropa abrigada que comenzó a usar desde inicios de temporada. Sostuvo el aire en sus pulmones antes de salir y encontrarse con sus dos hermanas mayores dirigiéndose a la puerta, no le dieron los buenos días, ni la mirada, solamente negaron su existencia, una vez más.

Familiarizado con el sentimiento amargo que sus hermanas solían darle, fue a la cocina para buscar algo que prepararse esa mañana, encontrándose en el refrigerador un delicioso pastel de mantequilla bañado en turrón color celeste con unas cuantas fresitas, supuso que no era de nadie pero sólo estaba siendo manipulado por el hambre de esas horas y el antojo, porque una vez más, no había cenado la noche anterior. Comió con tanto gusto y dulzura que olvidó por unos momentos que su progenitor seguía deambulando en la casa a esas horas tan tempranas.

Tenía una pequeña porción en un plato de cerámica, sus ojos brillaron momentáneamente pero antes de que pudiera saborear el último trocito en el tenedor, la imponente presencia de su progenitor estaba al frente suya, viéndolo con desdén, una sonrisa ladina apareció en sus labios al darse cuenta de la situación, y él sólo pudo retener el aire para preparase de lo que sucediera a continuación.

ㅡKamal ¿disfrutas mí pastel, hijo?

Cada uno de sus sentidos comenzaron a ponerse en alerta cuando la rasposa voz de su padre comenzó a envolverlo con su característico acento, sintiendo como el reconocido miedo y la ansiedad comenzaba en su pecho hasta las puntas de sus dedos, el castaño negó lentamente siendo incapaz de levantar la mirada y ver su rostro.

Un gesto que el adulto no pasó de largo, la sumisión del menor era la prueba de su autoridad, aunque más que respeto era terror disfrazado.

El corazón de HueningKai latía fuertemente queriendo escapar de su cuerpo, sentía sus dos manos temblar, apretando entre ellas la tela de los bolsillos de su chaqueta, escuchó el resoplido del adulto, pasando de estar al otro lado de la isla de la cocina a unos cuantos pasos de su persona. Se había movido con tanta tranquilidad con sus zapatos de cuero sonando en la madera del suelo.

No respondió, aunque dijera algo, sus palabras no serían escuchadas por el hombre que las pasaría de largo.

ㅡLa muñeca.ㅡ Sentenció entonces.

HueningKai sostuvo la respiración, tratando de estabilizar sus emociones inquietas. Cerró los ojos, concentrándose en el invernadero de su primaria que visualizó en su mente para no sentir los dedos de su padre marcando su muñeca, castigándolo, contó cada golpe de manera inconsciente, siempre lo hacía desde que era niño.

Solo tenía que contar veinticinco mariposas de diferente color en su columpio improvisado y todo terminaría bien.

Los pasillos de la preparatoria solían estar bastante llenos en las primeras horas, debido a que la puntualidad era uno de sus valores principales de la institución, pero ese día decidió desobedecer y llegar tarde a su primera clase.

Otros correrían mientras piensan excusas creíbles, pero él sólo caminaba a paso lento casi arrastrando sus pies hasta su casillero para sacar sus materiales para la siguiente asignatura y esperar en la cafetería. Ese mañana no tenía la fuerza suficiente como para soportar su clase de álgebra avanzada, se atrevía a compararse con la rama agrietada del árbol situado en el patio trasero, mismo que soportaba a distintos alumnos que se apoyaban en él, siendo bruscos e inconscientes. En cualquier momento caería.

Pasaba por los baños cabizbajo cuando un cuerpo apareció frente a él, bloqueando el camino, frunció el entrecejo antes de intentar pasar por la izquierda pero nuevamente la persona desconocida no lo dejó. Los nervios lo atacaron nuevamente, creyendo que sería una vez más un objeto de algún idiota que quería entretenerse.

¿A cuántas montañas rusas de emociones debía subir ese día?

ㅡHey, camaleón ¿por qué no estás en clases?

Sus ojos se agrandaron levemente, al reconocer la voz. Apretó sus labios, no podía decirle, se arriesgó a simplemente negar con la cabeza, escondiendo sus manos en los bolsillo de su gran chaqueta, escuchó un chasquido y el sujeto se fue, rozando con fuerza intencional su hombro, logrando que perdiera el equilibrio por unos momentos, más no cayó al apoyarse en la pared. De reojo vio como Taehyun se dirigía al segundo piso, al aula en el que se supone debía estar, soltó el aire que había retenido y siguió caminando hasta la cafetería.

Los empleados no estaban, sin embargo la puerta se mantenía abierta. Eligió una de las mesas que estaban cerca de la cocina, dejó su mochila sobre esta, programó su celular y se recostó, reprimiendo las ganas de llorar al sentir el ardor de su muñeca, después de tanto tiempo y tantas reprimendas seguía doliendo, dejó escapar un tembloroso sollozo, sintiendo su nariz congestionada, sumando el frío, estaba seguro que su rostro era un desastre de tonalidad roja, de nuevo.

ㅡEs una gran dicha que haya buena comida y caliente a éstas horas ¿sabías que aquí les hacen el desayuno a los docentes? ¡Y de excelente calidad!

Pudo sentir como alguien se sentaba frente a él, olfateo el aroma de café con leche y una sopa casera de pollo con fideos, su estómago gruñó cuando el mismo aroma a comida caliente pasó por sus fosas nasales, con cuidado salió de su escondite improvisado, encontrándose con quién menos esperaba, por segunda vez.

Choi Yeonjun.

El pelirrojo también tenía un vaso desechable con café, lo bebía mientras mantenía su mirada en él. Sus pequeños y lagrimosos ojos mostraban una gran incógnita, una que sus labios no pudieron formular pero que fueron perfectamente comprensibles para el más alto.

ㅡEs para ti. Te vi moribundo mientras salía de la sala del consejo y supuse que no habías desayunado. Es lo mejor que pude encontrar. Anda, pruébalo.

HueningKai suspiró, tomando entre su mano izquierda la cuchara, probando la sopa, sintiendo el líquido caliente recorrer su interior, calentándolo hasta darle un escalofrío, estaba deleitando como se debía la sopa, la comía con muchas ganas. El chico frente a él lo veía, con su vaso ya vacío pasando entre sus manos, si observaba un poco más de cerca vería una sonrisa ladeada oculta entre el recipiente.

ㅡ¿Y bien, está buena?

ㅡSí, muchas gracias.

ㅡMe gustaría preguntarte la razón de tu estadía en la cafetería y no en el salón, recibiendo clases, pero voy a creer tu excusa.

El menor desvío la mirada a uno de los contenedores cercanos, la persona frente a él podía perfectamente reportarlo con los profesores, más la directora si se daba el lujo, el dilema era decirle o no, darle la excusa o optar por el silencio.

Extrañamente, la presencia de Yeonjun le daba tranquilidad, en ese momento, a pesar de el viernes anterior estando a lunes, su primera interacción no había sido de las mejores aunque su amabilidad estaba presente, seguía teniendo un aura pesada.

Mordió su labio inferior, dejando el plato ya vacío.

ㅡNo tomé el desayuno y tampoco el transporte, supuse que la cafetería sería un buen lugar para evitar un desmayo, debe estar consciente de que la enfermería no es el mejor de los lugares en esta institución.ㅡ La interrogante mirada de Yeonjun pasó a una más blanda, interesada, colocó sus codos sobre la mesa, apoyando su mentón en sus manos.

ㅡSí, es verdad, los medicamentos siempre están vencidos y la enfermera es una desinteresada que solo ofrece aspirinas para la gripe. Ese lugar siempre está disponible para los hormonales. Si supieras cuantos he sacado de allí, te sorprenderíasㅡ Dijo, con gracia, hasta que recordó algo porque sus ojos se extendieron ㅡ ¡Ah, por cierto! No me he presentado como debía, que descortés de mi parte. Choi Yeonjun, estudiante modelo y vicepresidente del consejo estudiantil siempre a tus servicios.ㅡ Estiró una de sus manos, esperando que el menor la estrechara.

El castaño miró por unos momentos su palma, pálida con los falanges rojizos, pensó que también estaba afectado por el frío y aunque estaba dudoso, la sonrisa que el pelirrojo le estaba regalando lo invitaba a confiar, después de unos segundos la aceptó, sintiendo una corriente eléctrica traspasar su cuerpo, al contrario de lo que supuso, era bastante cálida y suave, la suya seguro estaba helada. ㅡKai Kamal Huening.

Tarareó en respuesta ㅡTe conozco, eres el compañero de pupitre de Beomgyu, también un alumno que tiene un promedio bastante bueno y el que pasa desapercibido, no te gusta hacerte notar ¿verdad?

El castaño quiso imitar alguna sonrisa pero era más cercana a una mueca, desvío nuevamente su mirada, a una pequeña oruga que vagaba por la ventana. Yeonjun parecía conocerlo.

ㅡQue curioso.

Al escuchar lo que dijo, alzó la mirada, confundido por lo que escuchó pero al querer ser atrevido y preguntar, la alarma que había dejado programada sonó, avisándole que faltaba poco para su siguiente clase y debía ponerse de pie. Yeonjun lo examinó un momento antes de levantarse y tomar el plato vacío, rodeando la mesa estando a pocos pasos de la cocina.

ㅡNos vemos, Kaiㅡ Le regaló un guiño y finalmente fue a la cocina, HueningKai se desconcertó por unos momentos antes de salir de la cafetería y dirigirse al segundo piso donde su clase de Física lo estaba esperando para atormentar su cabeza.

Al llegar su compañero estaba con su novio, sentado en su regazo, besando con cariño sus labios. Durante un corto tiempo de observación se había dado cuenta de que eran una pareja sumamente sentimental y tranquila que no dudaba en demostrarles a los demás el cariño que se tenían el uno al otro, eran como una sola personalidad explosiva, que cambiaba repentinamente cuando se separaban.

En su tranquila caminata sacó unos caramelos sabor a menta, dejando su mochila a un lado sacando su cuaderno de tapa roja, apuntando la fecha a espera de la entrada de su profesor. En menos de cinco minutos el hombre de tez morena y hombros anchos saludaba al salón, teniendo de nuevo a Beomgyu a su lado, por el rabillo del ojo pudo observar una marca roja que brillaba, un chupón reciente. Avergonzado volvió su mirada al frente.


De nueva cuenta volvía a la cafetería, más temprano que antes porque había "salido al baño", contaba con su bandeja y una mesa, apartada, comúnmente sin nadie, solamente él probando las verduras cocidas y el yogurt de fresa. Escuchaba las animadas charlas de sus compañeros junto a las carcajadas, algunos abucheos o música baja para no molestar.

ㅡNos encontramos de nuevo, camaleóncito.

Antes de poder abrir su yogurt, la presencia de Taehyun se lo impuso, dejando la bandeja. Pronto los otros dos estaban al frente, como el viernes, susurrandose cosas poco entendibles, el mayor de los cuatro llegó minutos después, alzando una ceja con diversión por el nuevo encuentro.

ㅡParece que el destino nos quiere juntos Kai ¿o volvieron a proclamar tu mesa?

ㅡA-algo así.

ㅡ¡Vamos Yeonye! No nos veas así, solo queremos darle compañía a este tierno chicoㅡ Beomgyu había pasado de estar con Soobin a apretar la blanquecina mejilla de HueningKai con fuerza disfrazada de ternura, abultando sus labios, el menor no protestó, más bien sentía cierto pánico por la repentina cercanía y contacto que obtuvo por el atrevimiento de Choi. Llevó sus ojos a la pareja de este para ver alguna molestia, pero solo había una sonrisa bastante sutil, Kang se reía por otro lado.

ㅡNo puede ser, ¿vamos a adoptar a este introvertido acaso? Oh-oh ¡Yo lo saco a pasear!

ㅡNo es un animal como tú, Taehyun, y creo que lo estamos molestando demasiado. Disculpa a estos tontos, no tienen modalidad.ㅡ Dijo, dirigiéndose al castaño que solo negó ㅡ¿Uh?

ㅡN-no me m-molesta.

ㅡEntonces contamos con un nuevo integrante... ¿deberíamos...

ㅡ¡No!

El grito que Yeonjun dejó escapar asustó a los presentes, el rubio lo veía indiferente, desafiandolo con la mirada para que diera sus razones, más no dijo nada, arregló su abrigo y relamio su labio inferior, sentándose en una de las puntas para comenzar a picotear su almuerzo y dirigirle una mirada al menor ㅡDejaremos esto a decisión tuya, no somos especiales y tampoco destacamos, existen ciertas rivalidades, pero somos buenas personas, a excepción del bastado de Kangㅡ El mencionado soltó un simple "me amas, no lo niegues" molestando al pelirrojo.

Beomgyu abultó entre su mano las mejillas del menor, resaltando sus labios, robándole la palabra a Yeonjun que intentaba asesinar con su mirada a su compañero ㅡAhora formas parte de este grupo, solo ten cu- ¡bienvenido! mejor dicho, vamos a cuidarte bien.

Soltandolo fue nuevamente con su pareja.

HueningKai llevó su mirada a cada uno de los presentes, jugando con sus manos debajo de la mesa, el dolor de su muñeca era opacado por el emocionante sentimiento que estar dentro de un grupo le otorgaba. Después de mucho tiempo tendría un amigo, no, cuatro en cuestión y eso le hizo creer que ese año no sería tan malo.

Cuando regresó a su casa, fue a su habitación, imitando la rutina de todos la semana pero a diferencia de días anteriores, era con una sonrisa encantadora. Los adultos mayores que le encargaban mandados lo felicitaban por su empeño, preguntando por sus ánimos tan elevados y él animadamente les decía que había conseguido amigos como los que veía en televisión, en sus programas favoritos de niño cuando simulaba que sus peluches lo eran -aunque seguían siéndolo-.

Para una persona como HueningKai, pertenecer a un grupo que lo considerara su amigo era demasiado, una sensación indescriptible que no todas las personas serían capaces de comprender, porque a diferencia suya, nunca conoció a ciencia cierta lo que la amistad, la unión y compañerismo significaba, veía, por supuesto, en cuentos y miles de libros, oh, él envidiaba tanto a esos personajes ficticios.

A pasos pequeños, podía decir, estaba comenzando a conocer los sentimientos que se le fueron negados en algún momento. Pero ¿no tienen estos su parte oscura, esa que se mantenía a espera de cualquier paso mal dado también? Una capaz de arrastrar a ella hasta la luz más alta.

en caso de cualquier error son libres de remarcarlo ☆ 

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