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𝟎𝟎𝟑

C O N R A D 

Caminaba con la rubia a mi lado, los demás campistas nos observaban y continuaba en lo suyo.

—No corras tan rápido, Steve —pidió Taylor al menor que se encontraba a metros de distancia.

—Está bien, Tay —dijo el castaño para bajar la velocidad.

Al llegar junto al niño tomé nuestras armas, Stevie y Tay usaban el arco siempre y yo usaba mi tridente, pero hoy decidí usar una espada.

—Ten, solecito —exclamé extendiéndole su arco.

—Gracias, Connie.

Mi hermanito corrió hasta estar junto a la rubia e iniciaron a disparar, la rubia era muy buena, cada flecha daba en el blanco, pero Steve no se quedaba atrás, sus flechas eran certeras.

—¡Con más fuerza! —escuché a mi tía Clarisse gritarles a los campistas.

—Ella los convertirá en grandes guerreros —dijo Tay posándose a mi lado.

—Sí —respondí —, ella ama batallar tanto como a los campistas. 

Cuando Taylor llegó tuve miedo de que mi tía se sintiera mal o la tratara de manera ruda, pero ella no lo hizo. Ella trataba con rudeza y cariño a todos, incluso a los hijos del que fue su pareja, nunca entenderé cómo mis tíos no se daban cuenta de que estaban destinados a estar juntos.

—En guardia —exclamó la rubia tomando una espada y apuntándome.

Reí y ataqué.

Ella era buena con la espada, pero no tanto como el arco, así que luche sin olvidar en ser cuidadoso. No quería lastimarla. Luego de un rato de entrenamiento nos dejamos caer en el césped.

—Estoy muriendo —dije recostando mi cabeza en su hombro.

—Yo también —respondió apoyando su cabeza en la mía.

Mi mano serpenteó en el pasto hasta llegar a la suya, con nerviosismo y un pequeño temblor me armé de valor y tomé su mano. Taylor no la soltó y le dio un pequeño apretón. 

Sonreí.

—Ahí voy —avisó Stevie dejándose caer sobre ambos haciéndonos reír.

Hicimos un espacio para que se recostara entre nosotros sin soltar nuestras manos, se sentía como el cielo.

—Arriba, familia feliz —exclamó mi tía Clarisse —. La noche está a nada de caer, deben ir a asearse para ir a comer.

—Está bien —respondí poniéndome de pie y ayudando a los otros dos.

—Nos vemos en la cena —se despidió la rubia dejando un beso en mi mejilla y la del menor.

Tomé la pequeña mano de Stevie.

—Vamos, campeón.

Luego de asearnos salimos en compañía de mis demás hermanos rumbo al comedor. Todos estaban en sus mesas correspondientes, las reglas prohibían que nos mezcláramos, pero eso no era válido en la mesa de los hijos de Lynette. Todos eran recibidos si deseaba unirse, nunca nade sería rechazado.

—¿Puedo? —preguntó Nadia, una hija de Hecate.

—Por supuesto —respondí moviéndome para que se sentara a mi lado.

—Es una noche hermosa, ¿verdad? 

Asentí viendo a la rubia a lo lejos reír con sus hermanos.

—Perfecta para un paseo —volvió a hablar.

—Es cierto —respondí con una sonrisa al tener una idea —. Eres una genio Nadia.

—Gracias.

Me acerqué al plato de Steve y serví un poco más en este.

—Hola —saludó Taylor apareciendo. 

Sin poder evitarlo, la felicidad se apoderó de mí.

—Hola, linda —respondió Nadia sonriendo para luego ponerse de pie y ofrecerle su asiento —. Adiós a todos.

—Es una linda noche, ¿quieres dar un paseo conmigo luego de comer? —le dije a la rubia a mi lado —. Hay algo que quiero contarte.

—Por supuesto —aceptó feliz.

¡Hola, corazones! Esos tres son una familia feliz, muero. Clarisse nunca trataría mal a los hijos de Apolo, a pesar de ser los hijos de quien ama, ella ama a los campistas e incluso puedo decir que ve a cada hijo de Apolo como aquello que no pudo tener y que debe cuidar. Pobre Nadia, ella quería una cita con Conrad, pero él solo tiene ojos para Tay y Nadia lo sabe, por eso es tan linda y se marcha dándole a mi solecito el lugar que le corresponde. Espero les haya gustado, nos leemos luego.

 Con amor,

Ivy.



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