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O4; Desaparecer.



DESAPARECER


Sohyun se encontraba caminando junto a Sooah, Soojin y Jugyeong, al fin se había acabado el horario de clases, por lo que estaba aliviada de que Han Seojun no se hubiera acercado, al igual que Haejin.

Por primera vez Sohyun podía decir que había tenido una buena mañana, jamás se hubiera imaginado que iba a tener amigas. Miraba a cada una quienes reían mientras conversaban, y ella estaba perdida en sus pensamientos con una sonrisa en su rostro sin poder creérselo, sintiendo su corazón brincar de la emoción.
Pero esa fue borrada al escuchar su nombre salir de una voz masculina, que provocó que se estremeciera y quisiera salir corriendo.

— ¡Kim Sohyun! —grita Seojun, que estaba a unos pocos metros acercándose.

— Oh, mierda —murmura y comienza a caminar en la dirección contraria.

— ¿Qué sucede? —pregunta Jugyeong, siguiendo sus pasos apurados.

— Debo irme —voltea a verla por un momento.

— ¡Oye! —vuelve a gritar apresurando su paso.

— ¡Nos vemos luego! —se despide Sohyun, y empieza a correr.

— Maldición —murmura dándose por vencido.

Volteó a ver las amigas de Sohyun, quienes lo miraban atentamente con curiosidad y volvió a donde se encontraba su moto estacionada mientras soltaba un suspiro de frustración.














En cuanto llegó a su casa comenzó a usar su celular donde vio que Sooah había creado un grupo de las cuatro, eso provocó que una sonrisa apareciera en su rostro, por lo que su hermano comenzó a molestarla.
Se escribió unos minutos con ellas y luego le habló a Jugyeong preguntándole si podía acompañarla al centro comercial, a lo que al aceptar suspiró aliviada.

— ¿A dónde irás? —pregunta su hermano curioso.

— Una amiga me acompañará a comprar algo...

— ¿Cómo se llama tu novio? —pregunta burlón por lo que ella le golpea el brazo.

— Saldré con una amiga —remarca la última palabra.

— Amiga —ríe—. También saldré, papá probablemente vuelva pronto, acuérdate de volver temprano...

— Ya lo sé —suspira para luego salir.

Por momentos su Kim Sunkyun parecía ser mayor que ella, y por otros volvía a ser inmaduro, pero aún así tenían buena relación. Aunque este tenía una mejor relación con su padre y jamás era capaz de enfrentarlo por más que viera lo que le sucedía a su hermana, pues el miedo lo cegaba y no era capaz de reaccionar, aún así ella lo adoraba.

En cuanto Jugyeong y Sohyun se encontraron comenzaron a hablar sin parar mientras elegían alguna camisa que les gustase, y modelaban cuando se probaban ropa provocando la risa de la otra.

— ¿Y paraquién  es este regalo? —pregunta curiosa su amiga con una sonrisa entregándole uno de los vasos con café.

— No es algo que yo quiera regalar —hace una mueca—. ¿Has visto al chico nuevo?

— Sí, todos hablan de él —responde obvia.

— Bien, lo conocí antes por derramar mi batido en su camisa favorita, así que decidí comprarle ésto para que no siga odiándome —hace una mueca mientras Jugyeong sonríe al darse cuenta que tenían algo en común.

— Oye, tranquila —apoya su mano en su hombro—. Suho me odia también por haber manchado su chaqueta —ríen.

Sohyun iba a cruzar la calle, pero Jugyeong la tomó rápidamente del brazo al ver que una moto se acercaba rápidamente, lo que hizo que soltara un chillido y más cuando frenó frente a ella.
En cuanto este se sacó el casco, Sohyun lo miró sorprendida pero aún así su molestia era mayor.

— ¡¿Qué pasa contigo?!

— ¿Qué pasa contigo? —mira el semáforo—. Está en verde, tú no podías cruzar —sonríe.

— Oh, de t-todas maneras...—titubea avergonzada— siempre que andas en esta cosa mi vida peligra —mira la moto.

— Mañana quiero mi casco de regreso —advierte y antes de irse le dedica una mirada a su amiga provocando que se intimide.

Sohyun sentía como los latidos de su corazón se habían acelerado, no podía creerse aquel encuentro.
Mientras trataba de procesar lo que pasó, Jugyeong comenzó a llenarla de preguntas, pues luego de escuchar a Sooah hablar de tal forma de Han Seojun, tenía demasiada curiosidad.




















Al otro día antes de entrar Jugyeong se acercó a Sohyun, ambas nerviosas y con una bolsa en sus manos.

— Bien, tú le das eso a Suho y yo ésto a Haejin, y adiós problemas —habla convencida y su amiga asiente aún nerviosa.

Caminaron hacia el salón y Jugyeong se acercó lentamente con torpeza a Suho, que estaba sentado perdido en sus pensamientos.

— Hey, Sohyun —habla Sooah—. ¿Hoy nos contarás lo que sucede entre tú y el chico nuevo? —sonríe inocente.

— No sucede nada...

Volteó a ver a Jugyeong, que ya se encontraba saliendo del salón pero en eso chocó contra Han Seojun.
Sohyun sentía como un escalofrío recorría su espalda al haber olvidado el casco, por lo que salió rapidamente por la otra puerta al verlo distraído en la castaña.

Esperó unos segundos a Jugyeong quien salía lamentándose.

— ¿Qué sucedió? —pregunta preocupada.

— Nada, sólo que soy una estúpida —lloríquea.

— Y yo —suspira—. He olvidado el casco de Han Seojun —dice temerosa, provocando que Jugyeong la miré entre sorprendida y asustada.

— Oh, Dios, te matará —la toma de los brazos.

— ¡Kim Sohyun! —dice una voz masculina provocando que ambas se sobresalten, pero al voltear y encontrarse con Haejin se tranquilizan un poco.

— Aquí está tu camisa —le entrega la bolsa.

— Vaya, has cumplido —murmura sorprendido.

— Vamos —Jugyeong toma su brazo y comienzan a caminar rápidamente hacia el lado contrario.

— ¡Oye! —grita luego de unos segundos Haejin, pero siguen su camino.

No podía dejar de pensar en el casco que se había olvidado, y en que quizás aquel llamado de Haejin podía significar que no era la misma, por lo que seguía en las garras de ambos.
Eso la hacía querer desaparecer y detestarse por haber deseado ser alguien que notaran, quería volver el tiempo atrás a cuando pasaba por desapercibida y no tenía más problemas en el instituto que no fuese estudiar para los exámenes. Ahora sólo se dedicaba a escapar de dos chicos eran los más atractivos de Saebom, por culpa de sus estupideces al ser tan torpe.

Debía solucionar sus problemas rápidamente si no quería seguir escapando de ellos, quería recuperar la tranquilidad en aquel lugar, porque ya tenía más que suficiente.

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