3O; Oscuridades del amor.
❝OSCURIDADES DEL AMOR❞
Al llegar se encontraron con la madre del castaño, la cual estaba conversando animadamente con su hijo que al ver a ambas mujeres sonrió, mientras su mirada se iluminaba al ver a la pelinegra que le sonrió cálidamente dirigiéndose a abrazar a Mihyang.
― ¿Cómo te encuentras, cariño? ―Yangmi se acerca y acaricia su cabello.
― Estoy más bien. Ya no me duele nada.
― Me alegra verte aquí, Yangmi.
― Vine a traerle algo de comer a tu hijo ―sonríe.
― ¿En serio? ―pregunta ilusionado―. Siento que no como hace meses...
― Acabo de darte de comer ―reprocha su madre.
― Pero la comida de aquí no sabe tan bien ―dice en un murmuro casi inaudible.
Este al escuchar la dulce risa de la pelinegra sonrió sin poder quitarle la mirada de encima, esperando poder estar a solas y hablar con ella, pues sentía que podía leerla con algo de facilidad. Notaba que también quería hablarle, pero no podía con ambas mujeres allí a su lado.
Siguieron conversando animadamente por unos pocos minutos, hasta que ambas mujeres se dieron cuenta que los adolescentes estaban aburridos con su conversación.
― ¿Vamos por un café? ―pregunta Mihyang con una sonrisa de picardía en su rostro, lo que hizo reír a Yangmi, ya que tenía la misma intención de dejarlos solos.
― Me parece muy bien ―entrelaza su brazo con el de ella para comenzar a caminar, mientras conversan animadamente.
Ambos adolescentes agradecieron mentalmente que hiciesen eso, mientras no podían evitar mirarse con una sonrisa.
― ¿Cómo te sientes? ―se sienta frente a él en la camilla.
― Mucho mejor ―ladea la cabeza―. ¿Y tú? ―la mira curioso tratando de poder leer su mirada.
― Yo no fui atropellada por un coche ―ambos ríen.
― Me refiero a sentimentalmente o lo que sea que te suceda ―aclara algo nervioso―. ¿Cómo te sientes?
― ¿Y Suho?
― ¿No has visto a Jugyeong? ―pregunta desconcertado. Agradecía que él no se encontrase en la camilla de al lado, pues no quería que notara sus sentimientos.
― Para nada.
― Seguro estabas perdida en tus pensamientos como siempre.
Seojun miraba cada centímetro de su rostro sin importarle en ese momento si dejaba en evidencia sus sentimientos, pero no podía evitar perderse en ella cada vez que la tenía cerca. Sabía que se encontraba hablándole de cosas triviales, tratando de que desapareciera la tensión que se había creado desde que le había preguntado cómo estaba, pero uería saber cada uno de sus secretos y no solamente los que podía contarle a su mejor amiga, sino todos por más oscuros que fuesen. Quería saber todo sobre ella, hasta la más mínima cosa, deseaba que confiara plenamente y poder ayudarla, porque en su mirada podía notar lo perdida que se encontraba y que necesitaba que alguien la salvara. Él quería ser esa persona que la salvara, antes que perdiera el último trozo de cordura al que se aferraba con fuerza.
― Tienes razón ―lo saca de sus pensamientos―. Te ves mucho mejor hoy.
― ¿Más guapo? ―sonríe arrogante.
― Si quieres decirlo así ―juega con los anillos de sus dedos desviando su mirada.
― ¿Qué sucede? ―se atreve a preguntar―. ¿Sucedió algo con Haejin?
― No creo que sea buena para él ―suspira.
― No digas eso. Tú eres demasiado buena para cualquiera.
― ¿E-En serio lo crees? ―pregunta tímida sintiendo sus mejillas arder.
― Claro. Ahora habla.
― Discutimos. ¿Ha venido a verte?
― Habló con mi madre ―responde encogiéndose de hombros como si le restara importancia―. Vendrá pronto.
― Está molesto porque supe del accidente antes que él y no se lo dije ―hace una mueca―. Pero es que estaba muy preocupada por ti...
― ¿En serio? ―sus ojos no pueden evitar brillar esperanzados al escuchar sus palabras.
― Claro ―sonríe―. Es más. Haré algo ―saca de su pequeña bolsa un fibrón―. Déjame escribirte algo.
Tomó delicadamente su brazo enyesado y comenzó a escibir sin poder evitar sonreír; Espero que te mejores pronto, torpe. Te quiero. Kim Sohyun.
Seojun al leer sonrió sintiendo sus mejillas arder, se sentía ilusionado por lo que comenzaba a detestar a su inocente corazón, pues nunca creyó que se sentiría así por alguien aunque todo había comenzado con la confusión hacia Jugyeong tratando de vengarse de Suho, hasta que se dio cuenta en la sesión de fotos que quien había robado su corazón había sido la pelinegra.
― También te quiero ―dice en un murmuro casi inaudible, pero que Sohyun llegó a escuchar sin poder evitar sonreír―. Y recuerda que eres más que suficiente para alguien, hasta para Haejin.
― Estoy rota, Seojun.
― No eres la única rota, ¿sabes? ―la mira comprensivo―. Creo que todos estamos un poco rotos por dentro, pero unos más que otros.
― Vaya, nunca me habías hablado tanto sobre ti...
― Ya te he dicho que me haces querer decirte hasta mis crímenes ―bromea―. Ahora háblame más sobre porque te encuentras rota.
― Sólo lo dije por decir ―trata de reír.
― Mientes ―nota en su mirada su gran mentira, por lo que decide insistir―. Dime.
― Estoy bien, Seojun.
Este quería saber qué la tenía tan mal y poder ayudarla junto a Yangmi como habían quedado, por lo cual no se daría por vencido tan fácil.
― Puedo leerte.
― Ya, Seojun ―se levanta frustrada.
― ¿Por qué no puedes dejar que te ayudemos? ―la toma del brazo mirándola desesperado.
― Hice mal en venir ―se suelta.
― Sohyun...
― ¡Déjame en paz! ―alza la voz provocando que se sobresalte―. Adiós, Seojun.
La fémina salió de la habitación sintiendo sus latidos acelerados, pues por un momento por su cabeza se había atravesado la idea de decirle cuan rota se encontraba, pero se había asustado. No quería ser descubierta y el que este le dijera que podía leerla la había ahuyentado, por más que siempre había deseado eso.
Haejin caminaba por el pasillo del hospital buscando la habitación de su mejor amigo, pero en eso vio a su novia la cual caminaba rápidamente cabizbaja, lo que le desconcertó.
― ¿Qué haces aquí? ―al escuchar su voz esta lo miró asustada.
― Vine a ver a Seojun.
― ¿Sabes? Creí que habíamos quedado en algo...
― Pero lo que le pasó...
― Viniste en cuanto lo atropelllaron, ya sabes que está bien ―ladea la cabeza―. Creo que ya no es necesario que sepas más de él, yo podría decirte si algo sucede.
La fémina recordó la pequeña discusión que había tenido con ambos anteriormente y sintió una punzada en el pecho, mientras este la miraba desesperado esperando una buena respuesta que le hiciese saber que estaban bien.
― Está bien ―murmura asintiendo.
― Si quieres esperarme unos minutos puedo llevarte a tu casa.
― Vine con mi madre ―se adelanta a decir.
― Esta bien ―dice algo extrañado―. Ve con cuidado. Te amo ―deja un pequeño beso en sus labios.
― Nos vemos ―se apresura a decir para luego seguir su camino.
Haejin se quedó mirándola por un momento sintiéndose mal por no haber recibido una respuesta, pero aunque le doliera sentía que debía acostumbrarse si quería seguir con ella.
Siguió su camino hasta encontrar la habitación y al ver a Suho se sorprendió, para luego mirar a su amigo de forma burlona aunque este parecía estar perdido en sus pensamientos después de la pequeña discusión.
Pues, estaba aterrado ante la idea de ya no escucharle decir su nombre, pensaba en que de todos los crímenes que había cometido en su corta vida ella había sido lo único bueno, como aquel beso que le había robado al creer que había terminado con su mejor amigo.
― ¿Cómo estás? ―se sienta en la silla de al lado.
― Creí que no vendrías a verme ―responde aún sin mirarlo.
― ¿Acaso olvidas que eres como mi hermano? ―apoya la mano en su hombro mirándolo con una sonrisa.
― Pensé que tú lo habías olvidado ―lo mira por un momento, sintiéndose culpable por los pensamientos que había tenido anteriormente acerca de su novia.
― Nunca lo olvidaría.
― Estoy bien.
Comenzaron a conversar animadamente, olvidando por completo la presencia de Suho, el cual rodeaba los ojos al escucharlos reír, sin poder evitar recordar cuando él era quien compartía esas clases de conversaciones con el castaño.
― Vaya, espero que tu brazo sane rápido o no podrás ganarme nunca más en los videojuegos ―ríen.
― Seguiría ganándote aún con mi brazo enyesado.
― Lo dudo mucho ―hace una mueca―. Si ya eres malo de por sí sin el brazo enyesado, imagínate ahora.
El pelinegro volteó hacia el mueble que se encontraba a su costado y rió―: ¿Tan horrible es la comida aquí que te trajeron algo?
― La señora Yangmi me ha traído comida.
― ¿Quién es Yangmi? ―frunce el ceño.
― La mamá de Sohyun, ¿cómo no vas a saber su nombre? ―ríe hasta vio el semblante serio de su amigo―. Espera, ¿no la has conocido?
― Para nada ―responde por lo bajo sorprendiéndolo―. Olvídalo. Debería escribirte algo para animarte a que te mejores pronto. ¿Tienes fibrón? ―toma su brazo enyesado.
― ¡No me gusta!
Quiso sacar su brazo a tiempo, pero al notar como su amigo apretaba la mandíbula, dejando notar lo molesto que se encontraba al leer lo que había escrito la pelinegra, se golpeó mentalmente por no ser lo suficientemente rápido.
Haejin se sentía realmente celoso aunque quisiera evitarlo, pero, ¿cómo no sentirse así si a su mejor amigo le decía te quiero mientras que a él nunca se lo había dicho? ¿Cómo en menos tiempo se había ganado más cariño de su parte, mientras que él sólo recibía limosnas de su amor?
Siempre había evitado el amor, pues todos siempre hablaban de lo lindo que era enamorarse, pero nadie hablaba de la oscuridad que escondía y este lo sabía. Lo sabía porque había visto a su madre destrozada por el abandono de su esposo, la había dejado por otra mujer y este la había escuchado llorar en su habitación, en la ducha, en la cocina, en todas las partes de su antiguo hogar. Nadie hablaba de las inseguridades que generaba enamorarse, de la rabia y los celos, de como rompe corazones inocentes. Pero desde que había conocido a Sohyun, se dio la oportunidad de abrirle las puertas al amor, de correr el riesgo de sentir las oscuridades del amor y ahora que estaba sucediendo quería huir.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué piensan de Haejin?
Espero que les haya gustado, no se olviden de votar y comentar ahora que se viene el drama jujuu
¡Nos leemos pronto!
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