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23; Niño inexperto.



NIÑO INEXPERTO

Seojun despertó a causa de los almohadazos que le daba Hae Jin, pues tenía el sueño pesado y si no era porque lo despertaba de esa manera no hubiese escuchado la alarma. Detestaba cuando se quedaba a dormir en su casa, ya que siempre lo despertaba de alguna manera que lo hacía molestar, aunque era la única manera para que hiciera.
Luego de eso comenzaron una pequeña pelea por su enfado y por quien pasaba primero al baño, cosa que divertía a ambos.

Desayunaron mientras conversaban y se molestaban, luego Hae Jin condujo hacia el instituto.

— Es una linda mañana —comenta Haejin, mientras sentía la brisa cálida chocar contra su rostro y despeinar su cabello.

— ¿A qué se debe tu buen humor? —frunce el ceño mientras mira el paisaje.

— A nada —miente estacionando.

Cuanda ambos bajaron del auto y comenzaron a subir las escaleras de la entrada del instituto todas las miradas se dirigieron a ellos. Robaban los suspiros y aceleraban los latidos de la mayoria de las chicas que los veían pasar, al notarlo el ego de ambos aumentaba, aunque a Seojun ya había dejado de importarle.

La mirada de ambos se dirigió a una pelinegra la cual se encontraba hablando y riendo con Sooah, mientras esperaban a Jugyeong.
Llevaba su cabello suelto y lacio esta vez, lo cual a Seojun, le hacía sentir ganas de pasar sus finos dedos por las hebras de su cabello, esta conectó su mirada por un momento con la de él y movio su mano en forma de saludo mientras le sonreía cálidamente.

En ese instante juraba haber sentido como su mundo se paralizaba y todo alrededor de ella brillaba por aquella sonrisa resplandeciente. Pero en cuanto vio como se sonrojaba al ver a Haejin, la sonrisa boba que estaba apareciendo en su rostro se borró.
Miró a su amigo que la miraba embobado, quizás tanto como él, pero la diferencia es que este podía hacerlo sin problemas.
Al ver lo que provocaba en ella volvió a desear ser él.

Haejin siguió su camino tranquilamente mientras este seguía paralizado en el mismo lugar, sin poder dejar de mirarla.

— ¿Vienes? —pregunta provocando que reaccione.

— Luego —titubea algo nervioso de que pudiera notar que no había dejado de mirar a Sohyun.

— Está bien —le resta importancia para seguir su camino.

Tomó aire y llevó la mano a su pecho sintiendo sus latidos acelerados lo cual le molestó.

— ¿Qué me sucede? —murmura frustrado tratando de calmarse.

— ¡Hola! —saluda una voz femenina que lo hace sobresaltar.

Al ver a Sohyun tan radiante quiso sonreír, pues le gustaba verla de aquella manera y que fuese al estar con él.

— ¿Cómo estás hoy? —pregunta curiosa.

— Eso debería preguntarte yo —responde—. ¿Cómo está tu mano?

— Muy bien —la levanta enseñándosela.

— ¿Y tú?

— También estoy más que bien —responde con una sonrisa—. ¿Cómo estás tú?

— Muy bien —acerca su rostro al de ella reflejándose en sus grandes ojos cafés que lo miran timidamente por su cercanía—. Por cierto, no seas tan torpe trabajando o iré a verte nuevamente —
sonríe.

Desordenó su cabello causando que lo mirara molesta y comenzó a caminar mientras reía por su reacción.















Seojun corría nuevamente hacia la cafetería, pero esta vez sin la preocupación de que estuviese herida, simplemente quería verla y pasar el tiempo con ella.
Terminó decepcionado en cuanto llegó y le dijeron que se había marchado.

Sohyun se encontraba en el departamento de Hae Jin, estaba realmente nerviosa ya que era la primera vez que iba.
Miraba a sus alrededores boquiabierta por lo sorprendida que estaba ya que la era lujoso, pues su familia era adinerada.

— ¡Llegó la pizza! —llama su atención emocionado y ella voltea a verlo con una sonrisa—. Ven, siéntate conmigo
—palmea el sillón.

A paso lento por los nervios se dirigió a sentarse a su lado, Haejin había puesto música que por momentos cantaba y Sohyun lo miraba tiernamente.
Este sacó una porción de pizza y la acercó a los labios de la pelinegra que lo miró confundida, pero aún así le dio un mordisco.

— ¿Tú no comerás? —frunce el ceño.

— Claro que sí —le da un mordisco a la misma porción.

— ¡Oye! Esa es mía —finge molestarse.

— Lo sé, pero estamos juntos por lo cual también es mía —dice tiernamente.

— Tienes razón —asiente.

Los nervios habían desaparecido por completo, aunque era la primera vez que estaba así con un chico él la había hecho sentir cómoda y comenzaba a acostumbrarse a ese tipo de cosas que hacían las parejas aunque no lo fuesen aún, lo que tenían también era así de especial. A Haejin por más que le gustaría más que ella aceptara ser su novia, le agradaba lo que tenían y trataba de entenderla aunque no le diese explicaciones.

Mientras comían no podían evitar reír, pues se sentían algo torpes al intentar ser tiernos, pero aún así lo disfrutaban y le gustaba hacerla reír, verla disfrutando del momento a pesar de que fuese torpe. Pero cuando estaba junto a ella se sentía nervioso, sentía que hasta olvidaba cómo se respiraba por más que siempre había coqueteado con chicas, supiera qué palabras decirles y que tuviese experiencia, con Sohyun se volvía un niño inexperto al tratarse del amor.

— ¿Cómo te fue en el trabajo de medio tiempo? —pregunta limpiando sus manos con la servilleta luego de acabar la cuarta porción, y que ella le dijera que ya no podía comer más.

— Mejor que ayer —asegura—. Esta vez no hubo accidentes —rieron.

— Quizás es porque hoy estabas más relajada.

— Eso es seguro.

— Sabes que no es necesario que trabajes, ¿cierto? —frunce el ceño, ella quiso contestar pero fue interrumpida—. Yo puedo ayudarte en lo que sea que necesites...

— No, Haejin —suspira—. No me gustaría que tuvieras que ocuparte de mis gastos.

— Pero a mí si me gustaría ayudarte.

Sohyun sonrió mirándolo tiernamente, lo cual le hizo bajar la mirada, pues toda la seguridad había desaparecido siendo reemplazada por la timidez.

— No me mires así —murmura—. Me pones nervioso.

Al escuchar esas palabras no pudo evitar reír y querer llenar su rostro de besos, pero aún se sentía tímida para hacerlo.

— Eres muy tierno —asiente—. Pero no es necesario que lo hagas, yo puedo.

— Y no lo dudo —dice rápidamente.

— Gracias de todos modos —medio sonríe.

Haejin asintió y algo dudoso pasó su brazo por los hombros de ella con miedo de su reacción, pero al ver su sonrisa sus nervios desaparecieron.

— Eres preciosa —besa su mejilla.

— Ya, no hagas eso —reprocha sonrojada.

— Está bien —suelta una pequeña risa—. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿cierto? —la mira fijamente.

— Lo sé —murmura tímida.

Sonrió acariciando su mejilla y comenzó a acercarse lentamente, sus respiraciones se mezclaron y en cuanto ella sintió sus carnosos y tibios labios sobre los de ella se sintió estremecer.
Este al sentir sus suaves labios que a la misma vez se le hacían electrizante comenzó a querer más, por lo que la recostó lentamente sobre el sillón, mientras pasaba su lengua por su labio inferior pidiéndole permiso.
La pelinegra cedió y al sentir el contacto de sus lenguas se sintió torpe, pero aún así se dejó llevar por el momento, volviendo el dulce beso a uno intenso. Tan intenso que podía sentir desaparecer todo a su alrededor, sólo existían ellos que parecían querer más del otro.

El celular de la pelinegra comenzó a sonar provocando que vuelvan a la realidad y se separen rápidamente.
Sohyun con sus latidos acelerados atendió la llamada de su hermano, mientras Haejin, trataba de controlar su respiración acelerada luego del intenso momento.

— ¿Hola?

¿Donde diablos estás? pregunta Sunkyun—. Papá está aquí y se encuentra muy molesto contigo...

— Oh, Dios —se levanta rápidamente agarrando la mochila que se encuentra en el sillón del frente—. Llego en unos minutos —cuelga.

— ¿Qué sucede? —pregunta mirándola confundido.

— Debo irme —habla temerosa.

— ¿Por qué?

— Haejin, debo volver a casa. Debo volver. Por favor, llévame a casa. Necesito volver...—habla desesperada sintiendo como su corazón iba a salirse en cualquier momento de su pecho.

— Oye, tranquila —toma sus manos mirándola preocupado—. Vamos, te llevaré.

Tomó la llave de su auto que se encontraba en la pequeña mesa de cristal, mirando preocupado a Sohyun, pues podía verla temblar.
Esta se encontraba realmente asustada, los minutos junto a él se le habían pasado demasiado rápido por lo que no se había dado cuenta del horario, y ahora tenía demasiado miedo porque sabía que en cuanto pusiera un pie en esa casa su padre la haría arrepentir de no haber llegado a tiempo.


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