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14; Miserable.



❝MISERABLE❞

Los días pasaban y así como el rumor comenzó a crecer sobre Seojun y Sohyun, desapareció rápidamente siendo reemplazado nuevamente por Jugyeong y él. Este esos días comenzó a demostrar el interés que sentía hacia Jugyeong, para así desaparecer la tensión que se había formado con su mejor amigo, aunque esta sólo demostrara lo mucho que le desagradaba provocando que los amigos se burlaran.

También en esos días había mantenido algo de distancia de Sohyun, pues ninguno quería que volviera a suceder algo igual, pues las cosas con Haejin se pondrían incómodas y Seojun quería evitar tener problemas con él. Ya que estuvo cerca de tenerlos cuando el pelinegro le devolvió la moto que había dejado estacionada en la casa de Sohyun.
Se vio algo molesto cuando hablaron acerca de eso y le pidió que no lo volviera a hacer lo cual aceptó, pues ninguno tenía intención de discutir con el otro, siempre solían entenderse.

Jugyeong se encontraba algo desanimada por sus calificaciones por lo que su mejor amiga además de decirle palabras de aliento, se ofreció a pagarle un café para levantar su ánimo, pero se llevó una gran sorpresa cuando le pidió que la acompañara a ver a Gowoon, la hermana de Seojun.

Estaban pasando una tarde tranquila, conversaron animadamente mientras Jugyeong le enseñaba a Gowoon a maquillarse. Sohyun le pidió que también la maquillara aunque ella sabía un poco sobre eso, le gustaba ver a su amiga emocionada hablando sobre lo que más le gustaba hacer, y no le venía mal aprender un poco más.
Al verse en el espejo quedó sorprendida, realmente admiraba a su mejor amiga, hacía un trabajo estupendo.

Cuando llegó el turno de maquillar a Gowoon, se sentó a un lado de Jugyeong la cual le enseñaba, hasta que escucharon una voz masculina cantar.

La pelinegra volteó desconcertada encontrándose a Seojun en bata tirando agua sobre su cabello para luego comenzar a saltar sobre un pie mientras cantaba. Este al voltear dejó a la vista su cuerpo casi desnudo si no fuese porque llevaba puesto una bata azul y unos boxer de leopardo.
Rápidamente tapó los ojos de su mejor amiga que parecía estar en shock.

Seojun al verlas quedó completamente paralizado, no podía moverse mientras sentía sus mejillas hervir al encontrarse con aquellos ojos cafés.

— ¿Estabas en casa? —pregunta Gowoon—. Ponte algo de ropa cuando estés en casa —reprocha.

Bajó la mirada a su boxer y tragó saliva mientras pensaba qué decir al respecto. Miró nuevamente a su hermana y luego a Sohyun a la cual su mejor amiga también tapó sus ojos por lo que se sintió agradecido.

— No —contesta sorprendiéndolas.

Siguió el camino hacia su habitación bailando, pero en cuanto entró corrió hacia su cama soltando un grito al sentirse completamente humillado.

— ¡No vimos nada! —alza la voz Jugyeong, pero Sohyun comenzó a reír contagiando a las demás.

— Eso le pasa por no escucharme —dice molesta.

— Mi hermano pequeño también es así —comenta Jugyeong—. ¿Y el tuyo? —mira a su mejor amiga.

— Pues...—piensa— tengo suerte, no lo es —sonríe fingidamente.

Deseaba más que nada que su hermano pudiera ser un adolescente normal que disfrutaba y podía recorrer la casa con tranquilidad mientras bailaba y cantaba, pero tanto ella como él, temían recorrer su casa y encontrarse con su padre. El lugar donde deseaban nunca volver era allí, lo cual provocaba que su corazón diese un vuelco, pues debería ser su lugar seguro, su refugio, donde sabían que podían llegar y tener el apoyo de su padre para lo que sea que necesitaban, pero llegar allí les aterrorizaba de gran manera.

— ¿Podemos cambiar de hermanos? —insiste Jugyeong, haciendo puchero.

— No lo creo —ríe.

— Gowoon, ¿conoces a mi hermano?
—frunce el ceño—. Va a tu grado, se llama Lim Juyoung.

— No. Debe estar en una clase diferente —asegura—. Sólo conozco a su hermano, Sunkyun.

— No vale la pena conocerlo. Sólo finge que no existe —suplica haciendo reír a sus amigas.

— Por cierto, nunca te he preguntado cómo es allí —habla curiosa la pelinegra.

— Es el más tranquilo de los chicos —asiente—. Pero aún así no hablamos.

Jugyeong tuvo que irse antes por pedido de su mamá, mientras que Gowoon y Sohyun tomaron un té conversando animadamente.
Pues, ella había ido tiempo atrás alguna que otra vez a su casa junto a su madre, habían conversado un poco esas veces y se le había hecho una chica muy tierna y agradable.


















Una vez que terminaron el té y de conversar la pelinegra se dirigió hacia la salida, soltando un pequeño suspiro al darse cuenta que debía volver a su casa.

— Ve con cuidado —la saluda con una sonrisa.

— Nos vemos mañana —mueve su mano en forma de saludo antes de salir.

Revisó su celular esperando alguna respuesta de su hermano ya que no quería caminar sola, pero este parecía haberla ignorado por completo por lo que soltó un suspiro de frustración.
Algo indignada comenzó a caminar, pero al escuchar unos pasos detrás de ella volteó rápidamente encontrándose con Seojun, lo cuál la sorprendió de cierta manera.

— ¿Qué haces? —frunce el ceño.

— ¿Yo? Nada —contesta no muy convencido.

— Pues, vuelve adentro.

— ¿Caminarás sola?

— Mi hermano no contesta mis mensajes —hace una mueca.

— Entonces, vamos —desvía la vista sintiéndose algo nervioso—. Te acompañaré.

— No es necesario...

— Vamos —comienza a caminar.

Iban silenciosamente mientras la pelinegra jugaba con sus anillos y miraba la calle sintiendo por momentos la mirada de Seojun, este tragó en seco pensando algo que podría llegar a decir para iniciar una conversación.

— ¿Cómo vas con tus calificaciones?  —cierra sus ojos sintiéndose un idiota por no haber sido más creativo.

— Bien...—responde algo extrañada por su comportamiento.

— Gracias por hacer que Haej8n me entregara mi moto.

— ¡Tú seguiste insistiendo con la llave de tu moto y hasta la estacionaste en mi casa! —alza la voz indignada.

— Bien, quizás...no estuvo bien —murmura.

— Espera, ¿Han Seojun está dándome la razón en algo? —pregunta sorprendida.

— Ya, olvida lo que dije...

— ¡Acabas de darme la razón! —tironea de su brazo emocionada—. Espera, ¿qué planeas?

— ¿De qué hablas? —frunce el ceño.

— Acabas darme la razón —lo mira tratando de adivinar sus pensamientos haciendo que desvíe la vista porque había logrado intimidarlo.

— Oye, no planeo nada —murmura metiendo las manos en los bolsillos ee su pantalón.

— No te creo —se pone frente a él—. Mira, tú llegas a hacer algo que me haga enojar y le diré a todos cómo es tu ropa interior —sonríe maliciosa.

Este al escuchar su amenaza la miró sorprendido sin poder creerse que fuese capaz de actuar de esa manera, pues para él tenía un rostro muy tierno, pero acababa de confirmar que podía ser muy buena enemiga.

— No serías capaz —enfrenta su mirada.

— ¿Quieres apostar? —alza una ceja.

— Te olvidas que yo tengo una fotografía tuya —sonríe burlón—. Y tú sólo palabras, por lo que ahora mismo puedo compartirla —enseña su celular.

— ¡Seojun! —alza la voz comenzando a seguirlo ya que comenzó a correr—. ¡Ven aquí!

— ¡A que no puedes atraparme, Sohyun! —ríe.

Siguieron corriendo unas cuadras y cuando quisieron notarlo ya habían llegado a su casa, pues no había una gran distancia entre las casas de ambos. Seojun le prometió que no la compartiría y luego volvió a su casa con una sonrisa en su rostro, sintiéndose satisfecho.















Mientras tanto Sohyun suplicaba en su mente que su padre no estuviese en su casa, aunque había llegado más temprano de lo esperado quizás no recibiría algún insulto o golpe.
Al no escuchar nada en absoluto soltó un suspiro de aliviado pero al ver un cuerpo masculino recostado en el sillón se acercó.

—  ¿Sunkyun? —se sienta a un lado algo preocupada.

Este levantó un poco su rostro dejando ver sus mejillas húmedas por sus lágrimas y un corte en su labio inferior, lo que la sorprendió por completo.

— Sunkyun, ¿quién te ha hecho ésto?
—trata de tocar su rostro pero este se aparta rápidamente.

— ¿Tú quién crees? —baja la mirada limpiando sus lágrimas.

— Pero...

— De todos modos se fue —suspira—. Quizás vuelva mañana, no lo sé —pasa los dedos por su cabello tirando de este— ¡Odio esta maldita familia! —su voz se rompe.

— No digas eso —apoya su mano en su hombro.

— Mamá ni siquiera sabe lo que pasa aquí y casi no nos ve —solloza—. ¡Y papá es un maldito borracho...!

— Ven aquí —dice con un hilo de voz y trata de abrazarlo pero este se aleja levantándose.

— ¡Y tú ni siquiera estuviste aquí para mí cuando te necesitaba! —sube las escaleras rápidamente.

Aquellas palabras habían logrado herirla, detestaba ver a su hermano de aquella manera y se detestaba por no haber estado para él como su hermana mayor. Se sentía miserable al no poder hacer nada, siempre lo había protegido aunque su padre nunca había sido capaz de golpearlo, pero también quería proteger a su madre porque sabía cuanto le destrozaría saber lo que su marido hacía. Ya tenía suficiente con las discusiones en la madrugada que algunas veces no la dejaban dormir.

Se encontraba asustada, si su padre se había atrevido a golpear a su hermano por primera vez, ¿lo volvería a hacer como lo hacía con ella? Esa pregunta no salía de su cabeza, comenzaba a atormentarla y cuando tocó sus mejillas pudo darse cuenta de que había comenzado a llorar del temor que se estaba instalando en su pecho.

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