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11; Celos.



CELOS

Sohyun estaba aliviada de que su madre le haya dado permiso para salir, a pesar de que no le había agradado que fuese a una cita con un chico que no conoce. Se preocupaba demasiado por sus hijos, pero aún así decidió darle permiso.

Había tardado demasiado alistándose aunque no sería algo formal quería lucir espléndida.
Haejin había insistido en pasar por ella, pero se había negado rotundamente, pues tenía demasiado nervios por lo que prefería caminar para despejar un poco su cabeza y que sus nervios disminuyeran.

En el camino estuvo hablando por mensajes con Jugyeong, la cual estaba también nerviosa por su cita a ciegas.
Hablar con ella fue de gran ayuda para la pelinegra, pero al llegar a la cafetería y verlo parado a un lado de su auto sonriéndole, causó un cosquilleo en su estómago.

— Vaya, que puntual —dice sorprendida.

— Sólo para lo que me interesa —admite como si eso no provocara aún más nervios para Sohyun.

— ¿Te parece si pido dos cafés para llevar y vamos a caminar? —frunce el ceño.

— Me parece bien —sonríe a medias apretando su celular entre sus manos.

Luego de que pidieran los cafés y ella pagara como habían quedado, se dirigieron hacia al parque donde caminaron un buen rato mientras conversaban, hasta que la pelinegra quiso sentarse en uno de los bancos.
Observaba a las personas pasar y también los árboles que rodeaban el parque, hasta que se dio cuenta que él la miraba con una sonrisa en su rostro. Pues, se le hacía demasiado tierno el hecho de que no fuese capaz de mirarlo por más de dos segundos.

— ¿Qué? ¿Tengo algo en el rostro? —pregunta asustada tocando su rostro con la otra mano.

— No. Tranquila —ríe tomando su mano por lo que lo mira avergonzada.

— E-es un lindo parque...—titubea nerviosa tratando de ignorar que siguiera tomando su mano—, los árboles, las personas que vienen aquí...

Haejin no pudo soportarlo más y soltó una carcajada por lo que volteó a verlo confundida. No sabía ocultar sus nervios y eso la hacía hablar demasiado y de cosas sin sentido, lo que causaba que él riera.
Aún así le gustaba saber lo que le provocaba porque eso podía significar que sentían lo mismo.

— ¿Ahora de qué te ríes? —enfrenta su mirada por lo que deja de reír, pero no borra su gran sonrisa.

— De ti...

Al escuchar eso se sintió molesta, pues no entendía porque se reía de ella y eso hacía que sus inseguridades comenzaran a aparecer.

— Eres muy tierna, Sohyun —asiente.

— No entiendo...

— Cuéntame más sobre ti —se acerca más y la mira atentamente.

— Pues, no sé qué decir —murmura pensativa—. No soy buena para hablar de mí.

— ¿Tienes hermanos? —pregunta curioso y ella asiente—. ¿Se llevan bien?

— Tengo un hermano menor —responde—. Es algo idiota pero nos llevamos bien —sonríe—. ¿Y tú?

— Soy hijo único —hace una mueca—. Me hubiese gustado tener un hermano o una hermana —admite—. Por eso suelo molestar a la hermana de Seojun. Nos queremos como hermanos —sonríe.

Así pasaron el tiempo conociéndose un poco más, se hicieron algunas preguntas y aún así eso despertó aún más la curiosidad del uno por el otro.
Hablaron de cosas triviales como también bromearon, ella no dejaba de sonreír al estar con él y eso lo disfrutaba, pues la ayudaba a olvidar sus problemas y por primera vez sentirse más como una adolescente normal, la cual comenzaba a fijarse en algún chico, a experimentar.

— Bien, creo que es hora de irnos —se levanta.

La pelinegra hizo una mueca pues aún no quería dejar de hablar, pero sabía que ya estaba anocheciendo y lo mejor era volver. Su madre seguramente se encontraba en casa y eso la ponía contenta. El día anterior su padre había llegado tarde, por lo que había disfrutado las horas con con y esperaba que pasara de nuevo. Pues, con la presencia de su padre todo se arruinaría, y no quería ver a su madre angustiada porque seguía sin cambiar.

En cuanto se levantó del banco, Haejin se puso a un lado, tomó el valor y entrelazó sus dedos de una manera lenta, como si dudara de como iba a reaccionar.
Ambos se miraban fijamente por momentos y por otros también sus manos mientras trataban de controlar sus nervios.

— Vamos —habla Sohyun, apretando un poco el agarre por lo que él sonríe aliviado comenzando a caminar.

La llevó hasta donde ella le dijo y una vez en su casa llamó a su mejor amiga, ambas estaban realmente emocionadas por como fue su día.
Se preguntaban qué debían hacer, se daban consejos, se lamentaban por cómo habían actuado en ciertos momentos y reían.
















Se encontraba desayunando junto a su madre, estaba muy feliz de poder pasar más tiempo junto a ella. Hablaban de cosas triviales y reían por sus ocurrencias.
En la noche cuando se fueron a dormir había escuchado a su padre llegar y los gritos, habían discutido por un buen rato. Sabía que su madre no se encontraba tan bien como intentaba fingir para no preocuparla, pero de todas maneras no quería angustiarla aún más hablando sobre eso.

— ¿Cómo te fue en tu cita? —pregunta curiosa.

— No fue una cita —dice no muy convencida, pues no sabía que había sido.

— Seojun dijo que lo era —le recuerda.

— Lo hizo para molestarme...

— No lo creo. Él es un buen chico —asegura.

— Pues, no lo creo...

— Cuando Mihyang sufría después de un transplante de riñón se encargó de ella. Consiguió un empleo a tiempo parcial para pagar la matrícula y los gastos de manutención —explica—. Incluso pagó parte de las facturas del hospital de su madre.

— ¿En serio? —pregunta sorprendida.

— Sería genial si no montara esa moto
—dice pensativa—. Es demasiado peligroso que ande en eso y su madre se preocupa demasiado —suspira—. En realidad, su esposo murió en un accidente de tráfico.

— Siempre me he preguntado qué le pasó a su esposo —admite y su madre la mira sorprendida

— ¡No vayas a decir nada de lo que dije!  —ruega—. Siempre termino abriendo mi boca —se lamenta—. Actúa como si no hubiese dicho nada.

Aún así ella pensó por un minutos acerca de lo que había dicho su madre. No entendía porqué utilizaba aquella faceta de chico malo cuando con su madre cambiaba totalmente, y porqué nunca escuchaba cuando le reprochaban por montar la moto.

Una vez en el instituto comenzó a caminar hacia la entrada algo emocionada por volver a ver a Haejin, aunque a la misma vez el pensar en volver a verlo causaba un cosquilleo en su estómago.
En eso una moto que pasó por su lado la sacó de sus pensamientos y al ver a Seojun bajándose una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro.
Rápidamente decidió sacarle fotos que luego le mostraría a su madre, para que este se arrepintiera.

— ¿Qué estás haciendo? —pregunta molesto.

— Tu madre me dijo que le avisara cuando te viera manejando la motocicleta —responde mientras el castaño se acerca a ella.

Intentó tomar su celular pero ella lo alejó con su otra mano por lo que la mira indignado:— Dios, no me puedo creer ésto.

— Es por eso que no deberías manejar cuando te dicen que no lo hagas.

— ¿Eres de la mafia de mi madre? —se pone frente a ella.

— Te refieres a algo así como espía, ¿cierto? —ríe.

— Es lo mismo. ¿No son las dos malas? —al recordar las fotos donde sale comiendo sonrió sacando su celular de la chaqueta para enseñarle la foto, por lo que la sonrisa de la pelinegra se borra rápidamente—. Yo también tengo una, ¿recuerdas?

Esta miró aquella foto asustada dándose cuenta que su juego había salido mal.

— Bórrala cuando lo pido amablemente —le advierte acercando un poco sus rostro para luego comenzar a caminar nuevamente hacia el Instituto.

— ¡Oye! —eleva la voz, molesta—. ¡Han Seojun!

Corrió para tomarlo del brazo pero este también comenzó a correr mientras ella gritaba que borrara aquella foto vergonzosa.
Los demás se hacían a un lado mientras ellos subían rápidamente las escaleras, pues era una escena bastante graciosa para todos y aunque no quisieran admitirlo para ellos también.

Lo que no sabían era que a unos metros se encontraba viéndolos Haejin. Este no entendía qué sucedía entre ellos  y desde cuándo se llevaban de esa forma. Pues, sabía que su amigo no se llevaba así con ninguna chica, por lo que verlo de esa forma con la pelinegra provocó que comenzara a sentir celos.

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