6. Desayuno en la cama.
Hola mis bonitos lectores, sigo con el seminario, con horas extras y teniendo un desarrollo de personaje muy innecesario, pero esta cosa me da mucho confort, así que acá estamos, el capítulo es muy de transición y fluff, así que espero que les guste.
—Buenos días, Ash.
—¿Eiji?
—Hola.
—Hola.
Tendría que haber sabido que estaba pasando algo extraño el instante en que Eiji Okumura cruzó al cuarto con una bandeja de comida (que extrañamente no olía a pútrido) para dejarla sobre la sábana con una sonrisita tímida que lo hizo sentir raro y una mirada brillante, sí, ha descubierto que los ojos de su compañero son extraordinariamente radiantes, mientras más los mira más seguro está de que debe haber un universo en movimiento dentro de sus pupilas. Deslumbrantes. Lustrosos. Hermosos.
Todavía le cuesta creer que lo acomplejen sus ojos al ser "muy grandes" para ser japoneses (vaya el racismo internalizado) ya que si le preguntan a él dirá que son perfectos, le fascina lo que transmiten y probablemente por eso confía tanto en Eiji, tiene una ingenuidad que es casi tonta y una franqueza infantil que al mismo tiempo, lo atrapa.
—¿Qué es esto? —Ash mira con suspicacia la bandeja, no porque crea correr peligro, pero ha estado lo suficiente con Eiji para saber que cuándo cocina no se puede respirar en la residencia.
—Desayuno en la cama.
—Ah. —Okey, eso capta su atención y lo incita a acomodarse contra el respaldo, gracias a Dios utiliza una camisa y no duerme a torso desnudo como la mayoría del tiempo o podría ver sus cicatrices por doquier y odia esa idea—. Desayuno en la cama.
—Así es. —Eiji tararea sentándose al borde del colchón, está nervioso, lo nota por cómo aprieta bajo sus palmas los bordes de su suéter—. Ash, yo...
—¿Qué quieres? —Ash dispara antes de que Eiji sostenga el arma.
—¿Eh? —Frunce el ceño—. ¿Debo querer algo a cambio para cocinarte?
—Sí.
—Ash. —Lo reprocha—. Te he preparado el desayuno muchas veces.
—Sí, pero tus desayunos siempre se ven como si tuvieran vida propia y apestan a muerto, este hasta se ve apetitoso ¿dónde está la trampa?
—¡Ah! ¡Mi comida no apesta! —Chilla visiblemente ofendido—. Y es buena para tu salud, tienes que incorporar más pescado y verduras a tu dieta o no crecerás.
—Pues a ti no te funcionó mucho si te quedaste enano. —Entonces Eiji lo mata con la mirada y él se atraganta por lo hilarante que luce, debería estar intimidado sin embargo yace al borde de un ataque de risa ya que algo en el contrario le evoca ternura y unas desmesuradas ganas de fastidiarlo—. Eres bajito, sabes que estoy en lo correcto.
—Todavía estoy en crecimiento.
—Claro, eres menor que yo. —Ash medita en voz alta—. Debes tener unos 17 años aun, eres un crío.
—Soy dos años mayor que tú. —Eiji arrastra esas palabras con tal ferocidad que no puede escucharlo con claridad, debe haberse equivocado—. Tengo más de veinte años.
—¿Qué?
—Soy dos años mayor que tú. —Eiji tose.
—No te entiendo.
—¡Dos años! —Gimotea—. ¡Soy mayor que tú!
—Oh. —Ash parpadea. Una. Dos. Tres veces. Mira a un Eiji completamente rojo con sus mejillas con grasa de bebé todavía, su corte de chico bueno, sus pucheros totalmente maduros y de repente está carcajeando con los ojos cerrados y la lengua suelta porque no puede creerlo—. ¡Eres un vejete igual que Max! ¡Eres una momia!
—¡Ash! —El contrario parece quererlo asfixiar con la almohada o tirarle el desayuno a la cara—. ¡Ya!
—¡Es que no puedo creerlo! De seguro me harán un 2x1 en el asilo, con razón te vistes así, aseguraba que eras un anciano por dentro pero lo eres por fuera, eres un anciano en su totalidad, wow, debería llamarte onii-chan en ese caso.
—¡Eso es racista!
—Solo es racista si tú lo haces racista. —Esboza una sonrisa de comemierda—. Onii-chan. —Sin pizca de vergüenza lo canturrea, está disfrutándolo.
—Tú en verdad eres grosero. —Eiji está inflando sus mejillas como protesta, tiene el entrecejo rígido y tan arrugado que se le han enganchado las pestañas—. Me voy a llevar la comida, te preparé todas las cosas que dijiste que te gustaban para mimarte, pero no las mereces.
—¡No! —Gimotea como si se tratara de un niño aferrándose a la bandeja—. Me la comeré, la comida no tiene la culpa de tu edad ¿no es así?
—En verdad eres un bastardo.
—¿Acabas de maldecir?
—Soy mayor que tú ¿no? —Chasquea—. Puedo hacerlo.
—Eres tan infantil.
—Lo dice el mocoso de 20 años.
—¿Acabas de llamarme mocoso?
—Se supone que yo soy el viejo, ¿por qué eres tú el sordo?
El nervio, joder, Eiji realmente no debe tener consciencia de lo peligroso que es, no por nada se ganó el respeto de toda la residencia, más, prefiere no pensarlo y empezar a probar el desayuno antes de que el bastardo cambie de opinión y le quite la comida de la boca, parte ensartando la lechuga, tiene un sabor fresco, crujiente y está aliñada a la perfección, el aguacate es perfecto, no está muy amargo ni muy ácido, es incluso un poco dulce, los camarones a pesar de estar salteados se le derriten siendo un deleite para su paladar, no puede dejar de comer y antes de que se percate ya se ha devorado el tazón entero.
—Serías una grandiosa esposa. —Es todo lo que puede pensar al terminar su bol—. Estaba delicioso.
—Me alegra que te gustara. —Eiji se lo dice con una suavidad que lo pone nervioso, los ojos rasgados y oscuros revolotean por el tazón antes de posarse en los jades y su sonrisa es tan honesta que Aslan siente la necesidad de corresponderle el gesto, lo hace, hay algo en Eiji que lo intriga—. La prepararé más seguido para ti en ese caso, podemos alternarla al natto.
—¿Por qué? —La pregunta le sale del alma.
—Porque somos compañeros. —Ninguno se atreve a usar otra palabra, "amigos" es presuntuoso en quienes ni siquiera pudieron hablar de la charla que tuvieron ebrios—. Por eso.
—Me gustaría corresponderte el gesto. —Confiesa—. Pero apesto cocinando, ¿hay otra cosa en que te pueda ayudar?
—Bueno. —Oh, es poco común esto—. Mi tutor quiere que lo vaya a visitar a fin de mes, es protector y quiere asegurarse de que esté bien, de que esté haciendo amigos y sé que no somos amigos, nunca me atribuiría tanta importancia.
—Eiji.
—Pero Ibe-san me ha apoyado tanto y le prometí que haría las cosas bien en América, por eso quería saber si existía la posibilidad de que al menos por un rato pudieras acompañarme.
—Iré contigo. —No tiene que pedírselo—. Claro que iré.
—¡¿En serio?! —Y Eiji impresiona tan aturdido que no puede evitar preguntarse si alguna vez alguien se molestó en ayudarlo durante las dificultades ya que Eiji siempre ayuda a los demás—. Eso significa mucho para mí, gracias, Ash.
—No es gratis. —Dice el orgullo—. Quiero que me acompañes a visitar a mi hermano el sábado, hice que la pasara muy mal y él se preocupa mucho por mí, así que, sí.
—¿Por qué yo? —Es lo que atormenta a Eiji—. Tienes más amigos, muchos más amigos. —¿Los tiene realmente? Hasta dónde Ash cuenta la lista parte y termina con Shorter, por ende, no aprecia desde dónde viene esa perspectiva.
—Porque me gustas. —Las palabras se pueden malinterpretar—. Como persona, claro, eres un chico bueno. —La clase de chico que Griff adoraría.
—Ah. —La expresión que le devuelve es contrariada.
—¿Dije algo malo?
—¡Al contrario! —Ríe con melancolía y algo indescifrable—. También me gustas como persona, Ash.
ೃ࿐♡
No ha podido dejar de pensar en Eiji.
No entiende el motivo, sin duda Eiji es una persona simple, incluso se ve aburrido a primera instancia bajo su fachada de cortesía y timidez, no es especialmente guapo o talentoso, es alguien normal con esa normalidad que él siempre anheló, no obstante, es incapaz de restarle importancia ¿por qué? si ni siquiera tienen algo en común, probablemente sino hubieran sido asignados compañeros de pieza nunca se hubieran hablado en la vida y aun así algo en Eiji lo deslumbra al punto de no poderlo sacar de su mente.
¿Acaso es por esa ingenua estupidez acerca del mundo que lo rodea?, ¿su ignorancia es algo a temer o admirar?, ¿es algo de lo que debe protegerse?, ¿o es algo que puede recibir en los brazos abiertos?
—¿Crees que a Yue le guste esta piedra?
—¿Qué? —El tema sin duda lo saca de su cabeza.
—¿Crees que a Yue le guste esta piedra? —Shorter repite visiblemente irritado apuntando lo que es una roca (literalmente)—. Porque planeo dársela.
—Ah. —Ash siente que se ha perdido una parte importante de la conversación—. ¿Por qué le quieres dar una piedra? No parece ser algo que él usaría.
—¿Eso qué significa?
—Qué él luce como si hubiera salido de una de esas películas adolescentes como el diablo viste a la moda o chicas pesadas, se ve divo, altivo y creído.
—Ya sé. —Suspira—. Pero debo dársela porque la jodí y me estoy tratando de disculpar.
—Con una piedra.
—Exactamente. —Repite con seguridad, están en Chinatown, Shorter lo citó de emergencia y eh acá un abuso de confianza—. Me estás juzgando.
—No, estoy juzgando tu inteligencia.
—Pensé que tenías 200 de IQ, ¿cómo no entiendes lo que significa? —Gimotea, Ash desvía su mirada hacia la roca porosa y un poco sucia que se encuentra acomodada al centro de la mesa, el dormitorio en las áreas comunes es igual de patético al de Downtown—. Para buscar pareja los pingüinos deben darle la piedra más bonita de toda la isla al otro, es algo así como una propuesta.
—Y tú eres un pingüino. —Se burla sin ocultarlo—. Vaya.
—Hablo en serio. —Shorter se quita los anteojos para fulminarlo con el dramatismo digno de un Lee y Ash se atraganta con la mera idea—. La jodí con Yue en la fiesta, la jodí en serio, ni siquiera...estaba borracho, ni siquiera me gustaban esas personas pero él lo vio y ahora está resentido conmigo.
—¿Por qué? ¿Acaso no es tu compañero de cuarto?
—Es complicado. —De pronto, ata cabos sueltos.
—Él es quien te gusta. —No pregunta—. Por eso estás tan alterado, él te importa.
—Mucho. —Shorter se lamenta—. Me importa mucho, debo confesarte que primero me gustó dado que tiene un cuerpo perfecto, lo vi y quería lograr algo con él, por eso me uní al club del orgullo pero me salió el tiro por la culata ya que conocí lo apasionado y frágil que puede ser, me flechó, maldición, realmente me flechó como nunca me ha ocurrido, qué desastre.
—Te flechó. —Repite con asco.
—¡No puedo explicarlo de otra manera! Me siento muy feliz cuando estoy a su lado, demasiado feliz.
—Así que al rompecorazones le rompieron el corazón. —Se burla y arrepiente al segundo, en verdad Shorter no impresiona estar bromeando con el tema y la imagen de cachorro pateado es tan patética que le punza el corazón—. Lo siento.
—¿Sabías que los pingüinos se suicidan? —Okey definitivamente el amor lo está volviendo delirante.
—Ajá.
—¡Es cierto! —Se defiende estrellando su cara contra la mesa, no lo suficiente para partirse la frente con la piedra, aunque sí para raspársela—. No ocurre con todos, pero los pingüinos son animales de una pareja para toda la vida ¿cómo se llaman?
—Monógamos.
—Eso mismo. —Chasquea—. Algunos pierden su pareja y se apartan de la manada, toman su camino en solitario hacia las fauces de la montaña en dónde saben que no sobrevivirán para morir ahí, varios rescatistas los han devuelto pero siempre es lo mismo, el pingüino viudo se va y se dirige a una vigilia suicida, supongo que el dolor es insoportable, me recuerda a ese leopardo que tanto te gusta dentro del libro depresivo. —Intenta no tomarse personal que haya reducido al autor más admirable a esto.
—Y ahora eres un pingüino suicida. —Concluye.
—¡No! —Shorter gimotea—. No sé, me puse a ver Discovery Channel con él antes de que se enfadara y él me dijo que los pingüinos eran lindos, que amaba la idea de pasar su vida con otra persona entre un vínculo de semejante cariño y fidelidad, entonces pensé, eso es lindo, él es lindo, soy un desastre.
—Lo eres.
—Un caos gay. —Ash suaviza su mirada, apesta consolando a los demás, así que lo máximo que hace es darle palmadas en la espalda mientras le permite desahogarse—. Le pedí que me acompañara en la fiesta, por eso te dije que no podía ir contigo pero él me dijo que no y no sé, no sé nada, lo arruiné.
—Por esto le darás una piedra. —Omite que lo haya cambiado por un culo para enfocarse y conectar con el dolor de su amigo—. Deberías hablarlo con él.
—No quiere hablar conmigo.
—¿Y crees que darle una piedra arreglará algo?
—Imagínate lo desesperado que estoy. —Entonces recuerda el gesto lindo que Eiji tuvo.
—Hazle un desayuno y llévaselo a la cama, eres cocinero ¿no? Omitiendo tus platos típicos creo que tu comida es decente.
—Decente. —Repite como si fuera un insulto—. Aunque Yue se queja bastante de la comida, si tiene el estómago lleno me podría escuchar con más calma.
—¿Ves? Es una grandiosa idea. —Alardea como si hubiera salvado el matrimonio que solo habita en la cabeza de su mejor amigo—. Va a funcionar.
—Tienes razón, es una buena idea.
—Claro que lo es. —Presume—. Es mía.
—Bien. —Shorter se infla el pecho con valor—. Entonces lo haré.
Siendo honestos Ash agradece que Shorter sea su mejor amigo, es extraño que compartan intimidad en relación a cómo se sienten o los traumas que han pasado, Shorter nunca le pidió detalles ni exigió motivos por el cambio de carrera y universidad, ante los ojos de sus conocidos fue irracional el pasar de tener una beca completa en la universidad más prestigiosa y cara de la ciudad a pagar una pública donde puede entrar cualquiera y más encima, cambiando a una carrera poco realista, Shorter infiere que algo horrible pasó antes, dentro de todo, Ash cambió, se volvió más cerrado y arisco, pero poner estos temas sobre la mesa los sobrepasa, por eso es lindo que le hable de esto.
Sí, claro, Shorter se ve seguro de sí mismo.
Imponente. Leal. Invencible.
Pero en el fondo, sabe lo vulnerable que es y lo mucho que se esfuerza para compensar sus defectos.
—Bro. —Retoma el hilo de la conversación, se levanta e impresiona estar pensando algo que ya sabe que no le dirá en voz alta—. ¿Puedes guardarme la piedra por si acaso?
—¿Qué? —La idea no le es atractiva—. No la necesitas.
—Por favor. —Ash mira la inmensa roca que tendrá que cargar hasta su dormitorio y se maldice por no ser capaz de negarse a su mejor amigo, Shorter siempre lo soporta—. Me ayudará a mantener la cordura hasta que hable bien con Yue, te lo suplico, estoy desesperado.
—Bien. —Así que lo mínimo que puede hacer es retribuirle de cierto modo—. La guardaré aun si es una pérdida de tiempo y espacio.
—¡Gracias! —Que se alegre genuinamente lo calma—. Eres un gran amigo.
No pensarías eso si realmente me conocieras.
Porque no me conoces es que todavía somos amigos.
ೃ࿐♡
—¿Sabías que los pingüinos se suicidan sino reciben una piedra?
—¿Qué?
—No. —Gruñe—. Así no era.
Ash frunce el entrecejo mirando la piedra que arrastró literalmente por toda su universidad, no sabe de dónde Shorter pudo encontrar una tan inmensa, fea y rasposa ni mucho menos el por qué alguien pesado como Yut-Lung aceptaría semejante porquería, sin embargo, Shorter es su amigo y prometió que lo ayudaría aunque eso implique hacer el ridículo con Eiji en su propio dormitorio aunque quizás se le haga bonito, como un perro llevándole un juguete de tributo a su amo, sí, Eiji ama los cachorros.
—Entonces... —Sus ojos oscuros repasan esa piedra—. Trajiste un nuevo ¿adorno? Al cuarto y tienes la osadía de criticar mis peluches de Nori Nori.
—No es mía. —Chasquea arrojándose a la cama, rebotando en el proceso—. Shorter es mi bro y me pidió tenerla por si acaso.
—Ah. —Eiji lo mira como si estuviera demente.
—Es por el romance. —Ash se siente demente.
—Ya veo.
—En la fiesta se besuqueó con mucha gente y eso enfadó a Yut-Lung.
—Tiene sentido, a Yue le gusta Shorter.
—Espera, ¿qué? —Entorna los ojos en blanco—. ¿Cómo sabes eso? ¿Cómo se conocen ustedes dos?
—Por el club del orgullo. —Dice encogiéndose de hombros—. Yue es la cabeza.
—¿Vas al club del orgullo?
—¿No estamos hablando de Shorter y de Yue?
—Cierto, ¡cierto! —Sacude la cabeza—. El punto es que, le estoy guardando la piedra porque cuando los pingüinos buscan pareja deben darle una piedra o algo así y por eso la traje para nosotros.
—¿Entonces me estás dando la piedra? ¿Quieres que sea tu pingüino?
—¡Sí! —Alto—. No. —De repente, Ash cree que es una terrible idea haberse dejado influenciar entre el drama amoroso de los chinos porque ahora su cerebro impresiona no funcionar y peor, Eiji parece estar disfrutando de la confusión conteniendo una risa contra el dorso de su palma—. ¿Te diviertes?
—Creo que es adorable que le quiera dar una ofrenda.
—Claro que crees que es adorable. —Ash chasquea—. Eres Eiji, crees que todo es adorable y siempre tiendes a encontrar ese lado.
—No creo que todo sea adorable. —Se defiende sentándose en su cama, quedan frente a frente en extremos opuestos del cuarto—. No creo que tú seas adorable, ni tu Holden, ni tus libros en general.
—Es porque tienes pésimo gusto. —Concluye—. Y yo tengo un gusto aún peor si elegí llevarte a casa con mi familia. —Escala—. Pero quiero que Griff crea que estoy bien, él fue mi mamá y papá durante toda mi vida, tuve un papá biológico si así puede llamarse, pero fue una porquería, no sé, siento que mi hermano solo será libre una vez vea que estoy estable. —Aun si es mentira.
—Tu hermano se escucha como una gran persona. —No hay malicia detrás de esas palabras, es pura sinceridad y eso lo incita a contarle un poco más.
—Lo es. —Confirma orgulloso—. Lo amo mucho, es mi familia.
—Familia... —La cara de Eiji se deforma, más, es tan ínfimo el lapsus que no sabe si ocurrió o si acabó imaginándoselo—. Será un honor conocerlo.
—Sé que apestas mintiendo, pero por favor dile que te agrado.
—No tengo que mentir sobre eso. —Eiji lo confronta y aun así, no logra ponerse a la defensiva—. Ni tampoco tengo que esforzarme para decirlo, es verdad, me agradas mucho, Ash.
—¿A pesar de que te dejé abandonado en la fiesta? —La culpa lo muerde.
—Me debes compensar eso todavía. —Eiji se lo toma con humor—. Pero sí, eres una buena persona.
—Una buena persona. —Repite con tristeza—. ¿Qué diablos es eso?
—Estoy seguro de que tu hermano lo sabe.
—Eiji.
—Estoy seguro de que eventualmente tú lo sabrás, te lo prometo.
Aunque Ash no es la clase de persona que cree en las promesas, le cree y apostaría su propia vida a que será así, hay algo en Eiji...
—La piedra es tuya. —Dice acostándose en la cama, dándole la espalda—. Considéralo como que te estoy proponiendo ser compañeros.
—Ash. —Eiji suaviza su expresión y mira la roca con tanta conmoción que se lo cuestiona—. Gracias.
Quizás, la vida de Eiji no es tan cálida como el propio Eiji.
Y quizás, esa idea le rompe un poquito el corazón.
El capítulo de mañana es demasiado importante para entender a EIji y ver qué onda con la relación de estos dos, el tema de las piedras y los pinguinos es real, se queda con nosotros mucho tiempo, no estaba planeado pero pasó, así que de antemano perdón por mi idiotez, se les quiere caleta.
Nos vemos mañanita~
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