4. Un viaje fugaz.
Hola mis bonitos lectores~ como les comenté, este arco es muy suavecito y el capítulo de hoy igual da cuenta de cómo eso poco a poco se va reflejando en Ash y ayudandolo a sacarlo de su cabeza, hoy tenemos más interacción con la pandilla (lo quiera Ash o no) y ya mañana tenemos fiesta.
Mil gracias por leer.
«Hola, Eiji. ¿Recuerdas cuándo me dijiste que querías conocer a más personas reales? Bueno, resulta que mi mejor amigo me invitó a una fiesta y podría ser bueno para ti ir».
Ash borra las palabras del teclado de su celular.
Maldice entre dientes, sus dedos tamborilean bajo las diminutas teclas táctiles procrastinando como si esperara que sus yemas supieran qué presionar por arte de magia, eso no es propio de Ash, detesta involucrarse en los asuntos que no le incumben, lo evita con sus amigos, con su familia e inclusive si es posible consigo mismo, vaya, es un evitador patológico, está seguro de que es un trastorno mental pero no desea pensar en su nulo bienestar ahora ni tampoco en Eiji, aunque no es como si su cerebro le diera muchas opciones, no, un minuto estaba vagando en las fotos que Shorter subió y al otro está en el perfil de Instagram del Fly boy (menudo nombre de usuario, por cierto).
Invitarlo a una fiesta.
Puede hacerlo.
Podría pedírselo en persona aprovechando que viven juntos no obstante el hecho de tener que decir algo tan patético en voz alta hace que quiera vomitar.
—Es solo un mensaje. —Se anima a sí mismo—. ¿Qué es lo más terrible que puede pasar al enviarlo?
Qué te odie y no te quiera volver a hablar jamás, grita la intrusión.
—¡Ugh!
Ash se tira contra su cama, alza sus brazos hacia el techo sin dejar de ver su chat vacío, pero si aceptó su solicitud de seguirse deben estar bien las cosas, se anima, puede hacerlo.
«Hola, Eiji...».
Ash borra otra vez el mensaje.
Tipea. Borra. Tipea. Borra. Tipea. Borra. Tipea. Borra. Tipea. Borra. Tipea. Borra. Tipea. Borra. Tipea...
«Estoy volviéndome loco ya que se supone que necesitas una pareja para ser "normal" siendo franco lo último que quiero es una novia, sin embargo, me prometí a mí mismo intentarlo y acá estamos, la cosa es que soy un cobarde y no iré sin un amigo y no sé, tú te ves como un chico bueno y me agradas más de lo que esperaba, pienso que me sentiría a gusto yendo contigo, mi cerebro se calla un rato a tu lado y eso es agradable, por favor, acompáñame».
—Como si le fuera a mandar eso.
Lo borra y tira el celular al otro lado de la cama.
Las relaciones sociales son demasiado complicadas y la mayor parte del tiempo se pregunta si podría vivir en una montaña siendo un ermitaño sin nadie que venga a perturbarlo, es decir, aunque los dos autores que más ama (Hemingway y Salinger) habitaron en familias se sabía abiertamente lo infelices que eran por dicho estilo de vida, supone que si hubo un suicidio fue por algo.
—La aplicación. —Dice para sí mismo—. Ha pasado un tiempo ya.
He estado libre de autolesiones durante: 18 días, 47 minutos y 9 segundos. No puede creerlo todavía.
Sin contar la primera semana escolar no ha tenido necesidad de mutilarse, de hecho, batió un récord en su propio contador porque Eiji es tan desastroso que no le deja tiempo para pensar en cercenarse el cuerpo y eh acá el dilema con la invitación.
Quiere hacer las cosas bien con Eiji.
Le agrada.
—No sé por qué le das tantas vueltas. —Por supuesto, Shorter presta atención cuando sí le conviene.
—Porque nunca he invitado a alguien y no quiero que sea raro. —El chino alza una ceja, están tirados en el pasto con sus bebidas en lata y sus emparedados de máquina porque el único rato para aportar a la vida del otro es su hora de almuerzo—. No somos ni amigos y él se puede sentir forzado, es raro.
—Solo es raro si tú lo haces raro.
—Shorter.
—¡Mira! ¡Te muestro cómo! —Antes de que pueda reaccionar le ha quitado su celular para escribirle apasionadamente un mensaje a su compañero de cuarto—. Voilà.
—Si escribiste una idiotez voy a matarte. —Amenaza.
—Adelante, júzgalo tú mismo. —Entonces clava sus jades en el chat de Instagram deseando que aún esté intacta su dignidad, empieza a leer:
«Hola, Eiji...» okey, partió decente.
«En Chinatown darán una fiesta que será colosal y te quería ofrecer la chance de ser mi wingman en esta búsqueda de pollitas, quizás ninguno de los dos regrese al cuarto si tenemos suerte, las asiáticas están locas por los fetiches y soy un experto, nos vemos el domingo *wink, wink*. Posdata: soy Ash».
Ash tira el teléfono al pasto, sus pupilas se han desorbitado, su mandíbula está tiritando, sus pies se han crispado dentro de sus converse, mira a Shorter con una mirada tan asesina que lo hace cubrirse la yugular con sus dos palmas anticipando la masacre que se vendrá.
—Ash. —Lo intenta calmar—. No cometas una locura, te prometo que el mensaje será un gran éxito.
—Te mataré. —Reafirma—. ¿Pollitas? ¿Asiáticas con fetiches? ¡Quieres que Eiji me odie!
—Yo no veo lo malo. —El chino se encoge de hombros.
—Por supuesto que no lo ves. —Ash sufre—. Debí preguntárselo en persona.
—Ah, mira, ya vio el mensaje. —Sus jades saltan a su celular para comprobar que efectivamente hay tickets de confirmación en el mensaje, Eiji ni siquiera tipea o se molesta en responder algo, de hecho le clava un gordo y jugoso visto—. Quizás te responda en persona.
—Quizás me reporte al comité de acoso escolar.
—Es una posibilidad. —Shorter acomoda sus brazos detrás de su nuca antes de tirarse al pasto, pese a la furia burbujeando dentro de la cabeza del lince hace lo mismo, no tiene fuerza para luchar ahora que Eiji debe creerlo un idiota—. La vida es un riesgo que estoy dispuesto a correr a diferencia de la clase de chicos que se quedan encerrados en la biblioteca esperando que la vida pase sin que tengan que vivirla.
—¿Acaso es una indirecta, Wong?
—Tómala como quieras.
—¿Las cosas siempre son tan fáciles para ti?
—¿En qué sentido? —Shorter está mirando directamente hacia el sol y no le molesta, asume que es práctico andar con anteojos oscuros y se pregunta si debería probarlo—. ¿Ash? —Lo incita a explicar.
—En el sexo y las citas, para ti ir de fiesta no es gran cosa.
—Me gusta el sexo, es verdad. —Dice con descaro—. Se siente bien y por eso lo hago, eso no implica que sea bueno con las citas, no creo que el sexo y el amor estén tan relacionados.
Oh.
La sociedad peca de idealizar el sexo/amor como si fuera la única ruta para la felicidad y compadecen a quienes encuentran otras maneras de llenarse a sí mismos, Ash ha tratado y en verdad ha anhelado sentirse cómodo con los toques de otras personas y sin embargo, siempre le dejan un sabor a codicia impregnado a la lengua como cuajada podrida, no sabe si es por sus miradas o el tipo de toques que le dan casi como si se tratara de un objeto, más, eso lo ha hecho poner un alto, incluso lo hizo dentro del mundo del modelaje en donde lo pasaban cosificando.
Ash no sabe nada de sexo ni de amor y odia hablar explícitamente de esto, aun así, se siente confiado con Shorter, no es que tenga muchos amigos o sepa exactamente qué son pero sí sabe que este tipo fue la primera persona con quién pudo quedarse sentado en silencio sin estar incómodo, ni tener la necesidad de ser entretenido ni carismático porque Shorter disfruta genuinamente de su compañía.
—¿No se supone que son cosas que debes ansiar en una relación? Tú has tenido como veinte novias.
—Ninguna ha sido mi novia. —Confiesa—. Y no solo han sido chicas, he salido con chicos y con gente que no se identifica con ningún género.
—Oh. —Cierto, a veces se le olvida que su mejor amigo no discrimina en ese aspecto, más, no puede culparse, a veces Shorter tiene una manera estereotípicamente heterosexual de actuar—. Cierto, te gusta el resto del espectro en general.
—Exactamente. —Espeta—. Pero ¿sabes? Las relaciones me dan terror, siento que son serias, nunca elijo acostarme con alguien que me guste de verdad por eso, me da susto engancharme con alguien.
—Eso no tiene sentido.
—Lo tiene. —Se defiende—. Por ejemplo, hay alguien que me gusta en estos momentos pero sé que si tengo alguna clase de interacción más íntima seré yo quien acabe perdiendo.
—¿Cómo sabes que tú acabarás perdiendo?
—Porque cuando estar con la otra persona se convierte en la sensación más feliz del mundo aquí ya perdiste y si te quedas en esa felicidad corres riesgo a que te rompan el corazón también.
—¿Alguna vez te han roto el corazón?
—No.
—¿Entonces?
—No necesitan rompérmelo para saber que dolerá ¿no? —Shorter le da una sonrisa de comemierda.
—Sí. —Ash enfoca su mirada al cielo—. Debe ser verdad.
ೃ࿐♡
Deja caer la cara contra la mesa, su celular está a su lado con la pantalla desbloqueada y su Instagram abierto específicamente en el chat de Eiji, han pasado días y no ha podido preguntarle en parte dado que Ash es un cobarde y ha evitado volver de noche al cuarto y justo cuando Eiji está, ¡ops!, él decidió que sería grandioso empezar a ser un buen alumno y mantener una asistencia perfecta, odia que las cosas se sientan así porque hablar con Eiji es fácil e incluso divertido, sin embargo, sus jades se clavan en la pantalla brillante como si fuera el extremo opuesto de su imán.
Eiji está conectado.
Sigue en visto.
¿Por qué las relaciones interpersonales son tan difíciles? Pero bueno, para Ash vivir ya es muy duro.
—Boss? —Definitivamente no lo ayuda a cambiar de opinión y hacer prueba de realidad que lo estén arrastrando a esta situación sin sentido—. ¿Qué hacemos?
—No soy su jefe. —Gruñe por ¿quinta? ¿octava vez? Ya perdió la cuenta.
—Lo eres, ganaste por votación.
—No recuerdo haberme postulado.
—Nadie quería ser jefe de la fraternidad y tú no estabas, deberías sentirte honrado. —Vaya pretexto de mierda—. Además, todos estuvimos de acuerdo, eres feroz.
—¡Sí! —El sujeto colmilludo (¿Bones?) salta enfrente, están en el sótano de los dormitorios, no tenía ni la más mínima intención de venir acá, no obstante, no lo dejaban en paz y francamente ellos están haciendo que se sienta como Gru con sus Minions—. Dejaste la universidad de niños ricos para venir.
—¿Cómo saben eso? —Se crispa sobre la mesa, sentándose derecho.
—No todos los días alguien se cambia de modelaje a letras. —Alex le explica—. Además, estabas en el equipo de béisbol de tu otra facultad ¿no?
—Sí.
—¿Frederick Arthur te suena? —De pronto, que sea tan famoso tiene sentido.
—Mierda. —Masculla entre dientes—. Fuimos rivales durante todo un año. —Y Ash siempre le ganó.
—Arthur apesta como perdedor, cuando se enteró de que estarías en la misma universidad comenzó a hacerte famoso por acá, eras su rival en el béisbol.
—Ese bastardo. —Masculla entre dientes—. ¿Cómo no me di cuenta antes? —Porque ha evitado las reuniones del club deportivo en dónde él mismo se anotó, claro.
—Arthur es el jefe de otra residencia, estamos en guerra.
—¿Lo deben hacer sonar tan dramático?
—Todos los que habitamos en los dormitorios nos entregamos plenamente a nuestro jefe. —Gracias a lo dicho no puede evitar escanear la habitación para percatarse de algo.
—Eiji no está.
—¿Eiji? —Bones ladea la cabeza, todos lo rodean como si fuera su rey y estuvieran esperando captar alguna orden—. ¿Quién es ese? —Ash ríe como si fuera el plot de una mala película donde descubre que Eiji nunca existió y solo fue producto de su imaginación.
—Mi compañero de cuarto.
—¡Ah! —De repente, los ojos de Bones se iluminan—. El Fly boy.
—Su nombre de Instagram. —Infiere.
—¡Y su apodo! Eiji es muy famoso en la universidad ¿sabías que casi queda en los juegos Olímpicos?
Alto. Alto. Alto.
¿Juegos Olímpicos? Eso no tiene sentido dado que el Eiji del que está hablando es suave, introvertido y no mataría ni siquiera a una mosca, siendo honesto no se lo imagina realizando ningún deporte ya que siempre tiene esa imagen hogareña de suéteres mullidos y pájaros feos, se debe estar refiriendo a otra persona con el mismo nombre que habita en la residencia.
—Lo siento, Bones es muy fanático del Fly boy. —Alex abraza por la espalda al nombrado—. Pero él está exento de las reuniones por lo pesados que son sus entrenamientos, viene cuando puede y sino lo entendemos, es buena gente, siempre nos prepara té o chocolate caliente.
—Okey, eso suena como al Eiji que conozco. —Piensa en voz alta—. Pero ¿qué deporte hace? Nunca lo he visto.
—Puedes irlo a observar a la cancha, debe estar en práctica todavía y el viaje es fugaz.
—¿Qué?
—Puedes irlo a mirar practicar, es un espacio abierto, nosotros hemos ido antes. —¿Cómo es posible que estos extraños lo conozcan más que su propio compañero de cuarto?
—¿Ir? —Por alguna razón la simple idea lo coloca ansioso—. No hemos hablado durante un tiempo.
—¡El jefe se metió en problemas!
—¡No! —Grita rojo, muy rojo—. ¡Y no soy su jefe!
—Podríamos decirte a dónde está Eiji si aceptas serlo. —Bones tararea con las manos apoyadas ante su jardinera, balanceándose una y otra vez bajo sus mugrosas zapatillas—. Jefe. —El aludido lo mata con la mirada porque no le gusta sentirse acorralado, en teoría podría esperarlo en su cuarto y dejar de huir como un cobarde, no obstante...
—Tengo algo de curiosidad por verlo. —Dice para sí mismo—. Está bien.
Y se condena.
ೃ࿐♡
Pues resulta que el viaje era literalmente fugaz, las canchas deportivas se asoman incluso del edificio de su dormitorio sin embargo estaba demasiado ocupado odiando al mundo y a sí mismo como para notarlo.
Si bien, la universidad privada tenía un prestigio mucho mayor debido a la clase de personas que las facultades albergaban esta es mucho más grande, las canchas impresionan del tamaño de un estadio y hay tantos equipos haciendo cosas en paralelo que teme que será imposible encontrar a Eiji dentro de este mar de gente, Alex le explicó que era en la más grande, esa que tuviera un palo arriba (¿acaso es un código o qué diablos significa?) Ash se tira en el pasto rendido, no sabe por qué le molesta, no es cercano a Eiji y no tienen un vínculo importante y aun así... tensa sus puños encima de sus rodillas.
Le duele el pecho y le duele mucho.
Probablemente sea por el hecho de que no quiere vivir un año en guerra fría con su compañero pero en el fondo, sabe que va más allá y odia ser consciente.
—¡El Fly boy va a saltar! —Ash levanta la cabeza apenas entiende el apodo, Bones llamó así a Eiji, su Instagram tiene ese alias, es obvio, debe ser él.
Hay gritos y aplausos retumbando en la cancha de enfrente.
Hay todo un alboroto alrededor de Eiji.
Ash le clava la mirada, nunca lo ha visto con la ropa deportiva y es una sorpresa descubrir que debajo de los suéteres mullidos y los pantalones bolsudos se esconde una silueta torneada con piernas muy definidas, brazos firmes y una espalda ancha, queda boquiabierto y se inclina hacia la reja, ni siquiera es lo más llamativo de la imagen, sino el tubo de fibra de vidrio que está sosteniendo y de pronto la imagen de Eiji siendo un saltador de pértiga brota en su mente y no encaja. No. Es demasiado tímido.
—¡Estoy listo! —Pero Eiji grita y...
Sucede en un segundo.
Eiji toma aire por la boca, tensa los párpados, cuando los vuelve a abrir no está más ese retraimiento que tanto lo caracteriza, sus ojos arden con una fiereza que nunca antes ha vislumbrado y le electriza el cuerpo incluso a la distancia, sus cejas se tensan dando cuenta de su concentración y hasta cambia su lenguaje corporal, es una persona completamente distinta, no, es una crisálida que se rompió, un capullo floreciendo, es intenso, violento y aun así, hermoso.
Eiji empieza a correr por la pista y Ash pierde el aire, porque en estos momentos la gracia en su trote es tal que impresiona estar levitando sobre la pista. Ni siquiera se da cuenta, pero se para y contiene el aliento, escucha a su corazón en cada eco de las suelas del nipón contra el pasto. Tap. Tap. Tap.
Eiji clava la pértiga en el piso y la vida de Ash cambia para siempre.
Ocurre en un abrir y cerrar de ojos.
Deslumbrante. Extraordinario. Arrebatador.
Eiji está volando igual que un fénix renacido, es la imagen más libre que ha vislumbrado, se mantiene grabada allí en lo más profundo de su corazón para la eternidad, es hermoso, Eiji pasa a pertenecerle a los cielos, se queda suspendido, la tierra deja de girar, los gritos se enmudecen, los otros dejan de moverse y el tiempo les regala un segundo extra en dónde los ojos más brillantes del mundo repletos de un universo que desconoce y quiere conocer, se enlazan a sus jades, Eiji impresiona exaltado tras verlo ahí, más, le sonríe y aunque el atleta cae en la colchoneta Ash siente que se cayó de cara contra el piso.
—¿Qué es...? —Se aprieta el pecho, está respirando demasiado rápido y saltado, le asusta en cierta medida.
—¿Ash? —Eiji abandona su entrenamiento para confirmar que sea real y la sensación de sobresalto se dispara. Tap. Tap. Tap—. ¿Qué haces acá?
—Perdón por ese mensaje en Instagram, no quise incomodarte.
—¿Fuiste tú? —El moreno luce genuinamente sorprendido—. Pensé que alguien se estaba haciendo pasar por ti, no sonaste como tú.
—Entiendo a qué te refieres. —Chasquea la lengua—. Fue culpa de Shorter.
—¡Ah! ¡Y te dejé en el visto! Por eso me has estado evitando, lo siento. —No sabe qué le sorprende más: el hecho de que Eiji se incline con los ojos apretados o que haya notado que lo estaba evitando.
—Ve a la fiesta conmigo, ese es el favor que quiero a cambio por enseñarte. —Recuerda el trato por las tutorías y lo usa a su favor—. ¿Puedes? —Las mejillas del moreno están rojas cuando se alza otra vez, Ash culpa al calor.
—Puedo. —Musita nervioso—. iré a la fiesta contigo.
Apenas Eiji dice eso Ash siente que cae de cara por segunda vez contra el piso.
Mañana se nos viene heavy el tema de la sexualidad de Ash, porque a fin de cuentas asume que es hetero porque es lo que se supone que debe ser ¿verdad? (más considerando el transfondo de Cape Cod) pero de acá se viene un viaje largo, así que agarrense y nos vemos en la fiesta.
See ya~
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