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25. Una mañana lluviosa.

Hi~ Contra todo pronostico este capítulo estuvo antes que la otra mitad del os de Halloween porque mi organización es un desastre~ pero justo este capítulo antela otro arco que se viene bien fuerte y ya es el conflicto final, así que atentos, acá se viene otra referencia a los artes de BF, espero que les guste.

Gracias por leer~

Es una mañana malditamente calurosa en la que cae lluvia, la dualidad tan propia de la primavera le da risa, debió haberlo esperado sin duda pero no, salió sin siquiera una chaqueta queriendo presumir sus nuevas habilidades en la patineta con su polera manga corta, sus jeans más claros, unas zapatillas que le robó a Shorter y por supuesto un inmenso logo con un arcoíris que dice «happy» Max le regaló una tonelada de estas camisetas para motivarlo o alguna mierda así, la cosa es que son tan horrendas que nunca deberían haber visto la luz del día ¿el problema?

—Realmente has aprendido a patinar, increíble.

—¿Estás impresionado, onii-chan?

—Claro que sí. —La respuesta de Eiji es tan sincera que se le atora el corazón en la garganta nervioso.

El problema es que Eiji se robó una de esas estúpidas poleras, la suya es azul y posee pegadas mangas que desentonan y alternan colores (es decir, naranja y celeste fosforescente), viste pantalones cortos blancos que dejan a la vista sus torneadas piernas y usa unas zapatillas que le pidió prestadas a Wong ya que el bastardo tiene un grandioso gusto para el calzado, la idea de usar prendas de novios resultó demasiado tentadora para desaprovecharla, así que sí, de repente es un niño feliz en su patineta por las calles de Nueva York.

—¿No hace demasiado frío para ir por helado? —Eiji lo cuestiona poniendo el tema de la lluvia sobre la mesa—. Podemos dejarlo para otro día.

—Está chubasqueando, no es la gran cosa. —Ash insiste—. Las calles todavía no están resbalosas, el sol pega fuerte y probablemente pronto dejará de llover.

—Sí. —Eiji es terco—. Supongo que tienes razón. —Va en su propio scooter blanco, el que se debería ver normal y no obstante, en honor a su horrible caricatura preferida le escribió con pintura en spray un "Nori Nori" como si fuera la marca.

—Además, no quiero que esto arruine nuestra primera cita oficial como novios, hoy es muy especial.

—¿E-Es una cita? —Sus mejillas enrojecen con tal violencia que le roban una sonrisa tonta, es bonito.

—Claro que es una cita. —Tararea con simpleza—. Nos vestimos a juego para comer algo rico afuera.

—Sí, pero nuestras citas usualmente son en la biblioteca.

—Ahora me estás llamando mal novio. —Hace un puchero en busca de consuelo.

—Tal vez. —Pero Eiji es una pequeña mierda—. No nos haría mal hacer cosas divertidas para parejas.

—Me estás llamando aburrido.

—Si te queda el saco.

—¡Tú! —Y Ash siempre muerde los anzuelos que le tira, su cerebro no funciona si se trata de Eiji, es como si sus neuronas entraran en corto circuito y dejara de haber sinapsis, ¡puff! su lucidez se vuelve una plasta rosada, brillante y gay que no sabe hacer más que balbucear—. ¡Me las pagarás!

—¡Alcánzame si puedes con esa patineta! —Eiji es un tramposo que se impulsa en su scooter y toma la delantera.

—¡Vuelve acá! —Ash es un mal perdedor—. ¡No seas tramposo! ¡Te voy a alcanzar!

—¡Suerte mordiendo el polvo!

Así que corretean bajo la lluvia como dos tontos enamorados.

Las calles no demoran en aclarar, están en la parte más turística y playera de Nueva York, le recuerda a cómo Max tendía a describir L.A cuando era "un rompecorazones soltero" (Ash no le cree ni mierda por supuesto) todavía ni siquiera es mediodía, sin embargo, Eiji no dejaba de hablarle acerca de este nuevo carro de helados que había mirado en Instagram y eh acá el resultado, debe admitir que pese a haberse desorganizado por esta cita improvisada está disfrutando salir en su skate, se imagina que si hubiera tenido una adolescencia normal se parecería a esto.

—No puedo creer que pidieras uno de tres sabores. —Ash lo reprocha viendo la monstruosidad que su amado solicitó, cada bola de helado es más colorida y chillona que la anterior—. Además, que le pusieran nombres tan extraños no ayudó.

—¿Lo dices por el sabor a pitufo o el de minions?

—¡Ambos! —Gimotea, han aparcado en un área verde que a estas horas impresiona intacta, le gusta este oasis en medio de la ciudad, teme que se acostumbró demasiado al ajetreo que se sufre gracias a las clases, las residencias y el club del orgullo al que se acabó uniendo de muy mala gana, ja, supone que no fue tan desatinado de parte de Max regalarle camisetas con arcoíris—. ¿No te da pena acabar devorando a los chicos así?

—¡Ash! Los chicos de la pandilla no son tus minions.

—Claro que lo son. —Se mofa—. Además, podrías haberte pedido sabores menos estereotípicos, es como si fuera a Japón a pedir matcha. —Eiji le saca la lengua, ofendido—. Solo ve el mío, es perfecto.

—Frutilla. —Están tumbados en el pasto para poderse comer en paz el helado—. Vaya, qué creativo.

—La frutilla es un clásico.

—Los clásicos son aburridos. —Tararea—. Igual que tus novelas, así que te sienta de maravilla.

—¡Bastardo! —Chista enfocándose en su helado—. Este tiene chispas de chocolate. —Dice ansiando de forma inconsciente validación por sus gustos, ¿qué le importa la opinión de un inculto? Cree que mucho para haberse levantado a las seis de la mañana y venir a comer helado lloviendo—. Está bien, no me lo tomaré personal considerando que tienes la madurez de un crío.

—Lo dice quién viste una polera feliz.

—¡Max me la eligió! —Se defiende—. Además, en verdad parece estarse esforzando después de esa sesión con la psicóloga.

—¿Crees que fue buena idea?

—No sé. —Suspira mordiendo su bola de helado, quedando con los dientes congelados y la cara aún mojada por la tenue llovizna—. Jim se está quedando con Griff y el viejo y todavía no se han matado.

—No me has comentado de cómo estuviste esos días en Cape Cod ¿me quieres contar cómo fueron?

—Horribles. —Estira las piernas en el pasto, la hierba le hace cosquillas y si le presta mucha atención al suelo es capaz de distinguir cada gota de rocío en su propia entropía—. Es enfermizo cuando dejas de ser una persona y de repente eres una especie de trofeo para los demás.

—¿Un trofeo? —Eiji lo mira con esos ojos de ciervo que lo deslumbraron desde el primer salto.

—Un trofeo. —Sabe que debe explicarlo más—. Sé que no es con maldad pero por ejemplo, Griff se siente demasiado orgulloso de que yo vaya a la universidad, Jim igual incluso sino lo refiere, entonces cuando estaba atrapado con Golzine nunca se me pasó por la cabeza abandonar mi facultad, hacerlo implicaría decepcionar a Griff sobre todo y eso parecía mucho más terrible que el acoso.

—Ash.

—O Shorter por ejemplo, él espera que tengamos cierta amistad y parece orgulloso de ella pero veo la desesperación escrita en su cara cuando le llego con un tema demasiado duro, lo veo cuestionarse si en verdad somos tan amigos sino sabe qué decir, Max espera un hijo pero no quiere los problemas que este acarrea, los chicos necesitan un líder al que obedecer en el anonimato, es doble vinculante.

—¿Doble vinculante? —Ladea la cabeza y el jockey que lleva le aplasta el fleco, es adorable inclusive en este tipo de conversaciones.

—Lo he visto en terapia. —Le explica—. Cuando las personas hacen algo y dicen otra cosa, te ruegan que seas honesto con tus problemas pero una vez abres esa puerta no te perdonan por no ser capaz de fingir que las cosas están bien y que no estás enfermo.

—Oh. —Eiji se encoge en el pasto—. Me pasó.

—¿Puedo saberlo? —Ash ni siquiera va en la mitad de su helado y ni hablar del de Eiji, es más llovizna que saborizante a estas alturas.

—Mis padres siempre me alentaron a ser honesto con ellos pero no tuvieron la mejor reacción sobre mi orientación sexual, habrían sido más felices en una mentira, lo sé, eso me trajo tanto sufrimiento.

—Por eso estabas tan asustado al contarme. —Asiente—. Eiji.

—Fue lindo que reaccionaras así ¿sabes? —Eiji esconde una sonrisa tras la torre de helado, los dedos le tiemblan alrededor del barquillo y Ash tiene la sensación de que en cualquier momento se le caerá hacia el pasto—. Me hiciste sentir normal.

—Al carajo con la normalidad. —Se arranca esa espina—. Creo que la gente "normal" vive vidas muy aburridas.

—Ash.

—Me alegra que seamos anormales para habernos enamorado.

—Alto, ¿me estás llamando anormal?

—No quería que sonara así. —Carajo, la jodió, ya puede ver a Eiji parándose y estampándole la torre de helado en la cabeza ya que es un patán que en lugar de acogerlo en un instante de suma fragilidad le dice que es un raro y que son una pareja sin pies ni cabeza, ¡bravo!—. Yo no quise que...no expresé bien a lo que quería llegar, no quiero decir que seas anormal, es decir, lo eres porque vamos, ¿a qué ser humano cuerdo se le ocurriría vestir tus pájaros horrendos? Además, te gusta la comida apestosa y tienes hábitos de viejo, un grotesco gusto literario, eres terco y me sacas de quicio.

—¿Gracias? —Ash suelta el helado y de alguna forma siente que empeoró mil veces más la situación.

—No solo eres raro malo, eres raro bueno como cuando acunas piedras, haces nidos, te haces amigo de las amas de casa que vienen por acá, actúas como una esposa pero te puedo decir onii-chan, será mejor que guarde silencio ¿no es así?

—Por favor, lo estás haciendo sonar aún peor. —Sin embargo, Eiji se lo toma con humor, lo desglosa por cómo la boca le tiembla conteniendo una carcajada grosera.

—¡Ah! ¡Estás disfrutando la tortura!

—¡Ash, no! —Gimotea—. ¡Mi helado! —Pero ya es tarde, el lince ya se le ha tirado encima atacando.

—¿No disfrutabas tanto molestándome? Deberías prepararte para el castigo.

—A-Ash.

El nombrado no puede seguir hablando al percatarse de lo cerca que están, Eiji yace recostado sobre el pasto con su cabello de tinta derramado entre el forraje, las gotas de rocío besándole las pestañas, deslizándose por su piel y haciéndola ver aún más perlada, su corazón se atasca, puede saborear los helados azucarados que Eiji estaba catando antes de que se cayeran, sus narices se están acariciando con timidez, sus ojos brillan repletos de anhelo y miedo, Ash desliza su pulgar hacia el mentón de su novio, lo eleva provocando que esos deslumbrantes ojos cafés miren su boca antes de tragar ansioso como si se estuviera conteniendo para besarlo.

—Eiji. —Entonces le susurra con la voz aterciopelada en una octava—. Me estás mirando como si tú estuvieras esperando algo.

—Lo siento. —Musita en trance, no rompen el contacto visual, no pueden, se encuentran enredados el uno al otro—. Es que eres muy hermoso.

—Oh. —El comentario hace que sus mejillas se pongan rojas—. En verdad eres increíble. —Entonces dice sin estarle prestando verdadera atención a lo que están charlando.

—¿Lo soy? —Asiente, la tensión es tangible en el aire, la llovizna cesa progresivamente, la hierba le hace cosquillas y todavía se siente mojada.

—Lo eres. —Balbucee hipnotizado—. Muero por besarte ¿sabes? Y realmente me estoy conteniendo pero es malditamente imposible hacerlo si me miras con tanto anhelo.

—Ash. —Eiji alza una palma hacia su cara, le acomoda un mechón detrás de la oreja con una sonrisa repleta de un dulzor deliciosamente decadente, antes de inclinarse y susurrarle justo encima de sus labios—. Yo también estoy conteniéndome para no besarte.

Es todo.

Ash estrecha sus labios contra los de Eiji en una satisfacción mortífera, entierra sus dedos entre esos mechones esponjosos por la lluvia y enrollados a las flores para acercarse aún más, sus piernas yacen enredadas y duelen ante la fricción, el jockey que Eiji vestía se cae mientras ambos se aferran al otro como si el mundo estuviera a punto de acabarse, es dulce, caliente y placentero, puede escuchar los ecos de su corazón retumbando en su cabeza y expandiéndose hacia cada uno de sus músculos para que de repente quemen, sus movimientos se vuelven invasivos, cuela sus manos en la camisa de Eiji y lo escucha arrojar un suspiro malditamente sensual cuando lo hace, el nipón se agarra tembloroso a su espalda, aprieta la camiseta y se siente bien, más bien de lo que jamás ha encarnado, teme que se ha vuelto un adicto a esto y es un problema, no está siendo suficiente contentarse solo con besos.

—Abre un poco más la boca. —Le pide con una voz sedosa que hace que las piernas de Eiji tiriten al son de la brisa.

—Ash.

—Quiero besarte con mi lengua.

Eiji se tapa la boca totalmente ruborizado por el descaro de sus palabras y francamente le resulta lo más adorable del universo que aún le apenen esta clase de gestos considerando la naturaleza de su relación. Ash se inclina, dándole chance para retroceder o apartarlo, pronto, las palmas de Eiji yacen tirándolo del cuello de su polera para una segunda ronda de besos.

Y estos besos, joder.

No quiere que se acaben nunca, Ash puede sentir en sus palmas el corazón de Eiji mientras su lengua explora esos rincones prohibidos en su boca, se siente mejor de lo que es capaz de describir, concibe cómo la estática los embriaga y se acumula, los suspiros se amortiguan ante sus labios, es un infierno encarnado, es una sensación abrumadora el poder tener el cuerpo de Eiji a su merced, saber que ya tiene la chance de hacer lo que quiera y que eso le encantará. Es delicioso. Intoxicante. Tan obsceno.

—A-Ash. —Únicamente se separan ante la falta de aire, el nombrado sonríe satisfecho al ver un hilo brillante deslizándose por la comisura de sus labios, el cliché que no puede faltar entre adolescentes: un hilo de saliva.

—¿Estuvo bien? —Le pregunta reincorporándose poco a poco a la realidad, deslizando su pulgar por la comisura de sus labios para limpiarlo.

—Estuvo muy bien. —Dice aún apenado—. Fue intenso.

—Fue muy intenso. —Ríe saliendo de encima, tirándose a su lado en el pasto, los helados son pozas azucaradas a estas alturas, sin embargo, no es importante, el tema nunca fue probarlos, sino escapar juntos en una cita—. Lo siento si fue demasiado, nunca he querido tocar tanto a alguien pero contigo las cosas son diferentes y quiero conocer ese lado tuyo.

—Nunca nadie me ha visto así. —Susurra extendiéndole la palma para que se entrelacen encima del pasto, todavía está chispeando y poco a poco se ha nublado—. Es intimidante, me asusta pensar en la idea de tener sexo.

—Oh. —Traga duro, no esperaba que fuera tan directo—. Yo tampoco tengo experiencia en el área.

—Me da miedo que no te guste lo que veas. —Entonces le muestra una parte sumamente vulnerable de sus inseguridades, Ash nunca va a entender cómo alguien tan extraordinario como Eiji se vea con semejante distorsión, no es simplón, ni aburrido, ni común. Es deslumbrante, como fulgor de girasol.

—Está bien que te de miedo. —Lo valida—. Yo también tengo miedo.

—¿Qué?

—Tengo miedo. —Repite conmovido—. De verdad.

—Pero tú eres precioso. —Eiji se lo dice con una ingenuidad que le encoge el corazón—. Perdón. —No lo suelta, más se tapa la boca en un intento por ordenar sus pensamientos—. No lo dije deseando ser invalidante o algo similar, lo dije porque eres...

—¿Soy? —Sus ojos cafés lo recorren de arriba hacia abajo y eso lo hace sentir totalmente desnudo.

—Wow. —Dice embobado—. Eres wow.

—También me da miedo que me mires, no solo por las autolesiones. —Empieza explicándole con la voz de un niño, no la de un adulto—. Cuando tengo ropa soy una persona o eso finjo mientras la uso.

—Ash.

—Pero sin ella quedo expuesto realmente cómo soy, todos los años de podredumbre están escritos en mi piel, son una manifestación de lo jodido que estoy de cabeza, es mi pasado grabado de manera eterna por más que intente avanzar y me da mucho terror la idea de que al verme, te des cuenta de que soy mucho qué tomar y te vayas. —Esa es la cosa—. Y estaría bien si te fueras, lo entendería sin resentirte ni nada, es esperable que te espantes.

—No me espantaré. —Claro que el terco lo contradice.

—No puedes saberlo hasta verlo. —Hasta verme.

—Puedo saberlo.

—Eiji.

—Nada de lo que me muestres cambiará la manera en que te veo. —Eiji se mantiene firme y aprieta su mano con la misma firmeza de sus ojos para reforzarlo, es la determinación que lo quema cuando salta, es la chispa que lo mantiene brillando en el cielo incluso sino tiene alas, es el pétalo que anhela el sol y no necesita espinas, es ahí donde radica su fuerza: esa honestidad gentil—. Porque tu pasado no es quién eres, eres mucho más que un cúmulo de lo que te sucedió.

—Mis cortes...

—Ni tu pasado, ni tus cortes, ni tus heridas, ni tus dolencias, ni tus tristezas son quién eres. —Chista.

—¿Entonces qué soy?

—Eres Aslan. —Que use su verdadero nombre le da una significancia que no puede asimilar—. Aslan Jade Callenreese, nacido al amanecer y con una vida tan hermosa como el jade bajo el alba que está esperándolo.

—En verdad eres cursi. —Chista—. Pero podría decir lo mismo de ti, sin importar lo que me muestres seguirás siendo lo más hermoso que he visto en toda mi vida.

—Cursi tú. —Ríe con sus mejillas rojas—. Supongo que no lo sabremos con certeza hasta que ocurra.

—¿Tú quieres que pase? —Eiji asiente mirándolo a los ojos con un deje de culpa—. Yo también ansío que pase más adelante.

—Bien. —Sonríe deslizándose aún más hacia él—. Es lindo poder hablar contigo.

—Así deberían ser las relaciones ¿no?

—Sí. —Eiji le acaricia una mejilla—. Pero me siento afortunado de que estas cosas me pasen contigo.

—Yo también. —Cierra los ojos y se siente genuinamente agradecido de la vida—. Te amo, en verdad lo hago.

ೃ࿐♡

La lluvia azota con fuerza a Nueva York, en parte por esto escogieron volver a la universidad, en parte ya que le prometieron tanto a Sing como a Shorter presenciar su primera competencia de boxeo, Ash todavía no tiene el coraje para confrontar a la pandilla, no solo falló en los juegos de residencias sino que tuvo el descaro de desaparecerse por semanas yéndose de "vacaciones" a Cape Cod, vaya patán.

Creyó que estaría lo suficientemente preparado para verlos cara a cara hoy, no obstante aún necesita espacio para procesarlo, por ende, dejó a Eiji en las gradas con la excusa de querer una de las bebidas energizantes gratis que patrocinan el evento, no hay nadie en ese rincón, no es backstage, ni siquiera están los baños cerca y esa es una gran señal, se profesa a salvo dentro del torbellino de testosterona acumulado en el gimnasio bajo tierra, Ash odia lo decadente que es ese lugar, se ve como esas típicas películas de boxeadores y saborea el cliché.

—Lynx. —Un escalofrío recorre su cuerpo de pies a cabeza apenas distingue esa voz—. ¿No deberías estar sentado con los demás?

—Esa debería ser mi línea. —Ash se pone defensivo enfrente de Yut-Lung, dejó estacionado su skate detrás de la universidad junto al monopatín de Eiji y tiene fe de que al volver no se los hayan robado.

—Yo vine a darle ánimo a Shorter. —Es cortante—. Estaba en los camarines. —Y acá cae en la cuenta de lo desarreglado que se mira el más joven.

—Ugh. —Una mueca de asco no tarda en surgir—. Ni siquiera tienen decencia.

—No sé qué diablos te estás imaginando, pero yo sí soy capaz de controlarme cuando hay niños aun si esos niños miden dos metros. —Chasquea acomodando sus manos en su cadera, acercándose con un histrionismo digno de una novela turca—. No cómo otros adolescentes calenturientos.

—Yo no...

—Tu polera de niño feliz está llena de helado. —Lo corta—. Sé lo que tú y Eiji son.

—Bueno, sí. —Ash se encoge de hombro tratando de mostrarse seguro con el tema—. Es decir estoy en el club del orgullo por algo ¿verdad? —Yut-Lung alza una ceja y cruza sus brazos encima del pecho aún reticente—. Soy demisexual.

—No pareces convencido.

—Es que aún...aún se siente raro decirlo. —De repente, Yut-Lung suaviza su mirada y se ve diferente.

—Está bien que te tome tiempo sentirte cómodo con la etiqueta. —Que sea tan empático incita que sospeche de motivos escondidos—. A mí me tomó tiempo.

—¿A ti? —Bufa—. Por favor, eres literalmente el capitán del club del orgullo.

—No vengo de un ambiente dónde los arcoíris sean válidos. —Aunque trata de sonar imponente en conjunto a un golpe al estampado de su camiseta, no funciona, la vulnerabilidad en sus ojos es obvia.

—Lo siento. —Así que piensa que debe decirlo—. Estoy tratando de dejar de asumir que todos saben lo que son desde el inicio.

—Oh. —Yut-Lung frunce el ceño—. ¿Qué diablos con ese insight?

—Estoy trabajando en mí. —Chista irritado por la forma tan despectiva en que le devolvió su mérito.

—Trabajando en ti. —Su mirada baja a su muñeca—. ¿Terapia?

—Sí. —Ash se la agarra por inercia.

—Ser parte de la comunidad es un factor de vulnerabilidad para el espectro de los trastornos, no es tan raro que suceda, está bien. —Ash ve a través de sus intenciones, está intentando normalizar algo que no es normal para que no se sienta avergonzado por lo que es, ¿de dónde viene esa benevolencia luego de ser un idiota? Pero tal vez, Yut-Lung no es un chico malo, sino incomprendido.

—Estoy trabajando en ello. —Musita—. Seguramente Shorter te dijo algo de lo que está sucediendo.

—No. —Es seco—. ¿Por qué me contaría? Respeto lo que pasa en relación a su amistad, lo entiendo, tienen sus secretos, puede sorprenderte lo que te diré, pero no soy un novio tóxico que pasa celando y controlando a sus parejas, se llama amor propio.

—No quise decir eso. —Mentira, le hizo jaque mate con su primera impresión.

—No vale la pena amarrar a alguien que no te quiere lo suficiente para estar ahí, es algo que todavía estoy aprendiendo, pero lo intento. —El chino le sonríe con complicidad—. Supongo que ambos nos metimos en procesos jodidos de autosanación siendo unos autodestructivos sin remedio.

—¿Eh? —Ash le sigue el juego—. Entonces somos compañeros de terapia.

Besties de trastornos mentales. —Voltea esa jugada—. A Shorter le deben atraer los trastornados.

—Supongo que sí.

—No puedo esperar a contarles a Eiji y a Sing esto, amarán saber que somos igual de inestables.

—¡Ah! —Entorna los ojos en blanco—. ¿Qué pasó con eso del respeto a la confidencialidad?

—Sí, yo respeto la confidencialidad entre Shorter y sus amigos, eso no significa que yo no les contaré todo a mis propios amigos y para tu desgracia Eiji me adora.

—Eiji no te...

—Sí, me ama tanto. —Canturrea el bastardo—. Es mi onii-chan.

—Ahora estás pidiéndome a gritos que te golpee en la cara, víbora.

—Adelante. —Lo desafía—. Estoy seguro de que Eiji amará ver cómo su novio tóxico golpea al pobre, indefenso y frágil de su mejor amigo. —Ash lo mata con la mirada entrecerrada hasta que ve que es una broma y que de hecho, el bastardo tiene sentido del humor, uno retorcido y malicioso pero está ahí, sí existe—. Para Shorter es importante que hayas venido.

—¿Eh?

—Gracias por apoyarlo en esto. —Le dice con apenas un hilo de voz—. Puede no ser el hombre más verbalmente expresivo que exista, pero te aprecia como no te lo imaginas, Ash. —"Ash" no "Lynx".

—A ti también. —Las palabras se atoran en la garganta como si fueran una pelota de cabello—. Yue.

—Asqueroso. —Chista—. Tendremos que trabajar en eso.

ೃ࿐♡

Todavía no se atreve a subir a la galería con el público, desearía poder hablar con Shorter para bajarse las ideas intrusivas de la cabeza, más, le advirtieron que los competidores se estaban alistando y que por ningún motivo podía molestarlos, por ende, se ha escondido cerca del ring para procrastinar solo y en paz, ignora los mensajes de Instagram y WhatsApp, sabe que los grupos que tiene con la pandilla saltarán apenas lo haga, por ende, prefiere divagar en la aplicación, no se va ni a su contador ni a su diario mural con sus motivaciones, no, esta vez se mete al segmento enfocado en el día de hoy.

«¿Me comprometo a estar sobrio por hoy?»

Ash hace clic en el botón que valida dicho compromiso lo que da pie a una serie de citas sobre poder mantener la constancia, la motivación y el viaje del héroe, francamente a Ash le dan cringe, más, por estas etapas de su proceso ha aprendido a incluso quererlas, son reconfortantes como esas pantuflas viejas y roñosas que tiene en casa y que pese a su textura desagradable le indican que finalmente se puede permitir un descanso.

He estado libre de autolesiones durante:

13 días, 10 minutos y 58 segundos.

Le duele ver lo mucho que ha retrocedido en comparación a su récord anterior, existen noches duras en las que se cuestiona si vale la pena mantenerse libre de cortes, es decir, duda algún día llegar otra vez al contador que tenía y eso se siente malditamente desesperanzador en época de crisis.

Baja a uno de los múltiples ejercicios que tiene la aplicación, aprieta uno al azar: la autocomprensión.

Piensa en un momento en el que sentiste un dolor emocional extremo debido a tu adicción.

¿Cómo puedes utilizar ese recuerdo como herramienta para la autocomprensión, la compasión y el crecimiento, en lugar de culparte a ti mismo?

Sus dedos bailotean sobre el teclado, no divaga mucho, es simple saber qué momentos fueron estos.

"Cuándo mis seres amados me vieron cortarme, nunca olvidaré cómo sus ojos... me dolió de manera en que nunca nada me había dolido, no quiero volver a sentir eso jamás. Supongo que me ayuda en el sentido de que por eso finalmente estoy en el tratamiento correcto".

—Lynx. —Arthur es esta vez quién lo interrumpe, sus ojos se posan en su camiseta y ¿qué problemas tiene la gente con los logos felices de arcoíris?

—Frederick.

—Arthur. —Chista—. Odio que me llamen por mi primer nombre.

—Cómo si me importara.

—Sí, bueno. —El pandillero tiene una bebida energizante en la mano, probablemente se lo topó por mera coincidencia—. Apestaste en el juego de béisbol. —Las defensas no dudan en alzarse sedientas de sangre, no permitirá que este hijo de puta se deleite con su debilidad y venga a restregarle sal en sus heridas—. Así que la victoria no cuenta, no quiero ganarte solo porque apestaste ese día.

—¿Qué?

—Me debes la revancha aún. —Brama—. Pero hasta ese entonces... estamos en el mismo equipo.

—Ah. —Ash no sabe cómo responder a eso—. Supongo que sí.

—Deberías irte a las gradas, los chinos ya van a subir.

Arthur se da vueltas y Aslan se sorprende de cómo la recuperación es una mierda la mayor parte del tiempo, pero la otra parte le permite ver realmente la vida como es sin su velo de negativismo.

Ve su reflejo por las baldosas al costado del ring y se pregunta si algún día podrá mirarse así también.

Los otros capítulos definitivamente son el cierre y ponen a prueba todo lo que ha tocado en el fic, yo cacho que los subiré a diario otra vez, así que muchas gracias por apañar tanto y darme tantos animos y cuerda para seguir escribiendo historias en este fandom chiquito pero bonito.

See ya~

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