21. Un beso de la buena suerte.
Chan, nos fuimos enseguida a la competencia, creo que poco a poco se puede ir viendo la intimidad entre estos dos y cómo se están acostumbrando a estar en una relación, así que espero que les guste.
—¿Estás seguro de que esta es una buena idea? —Ash aprieta su mano cómo respuesta fundiéndose con la calidez que desprende la palma de Eiji bajo la suya, sus dedos se mantienen entrelazados a la perfección, eso lo hace creer que están hechos para encajar y pertenecerse, es cursi, le da vergüenza.
—Te aseguro que no nos meteremos en problemas. —Entonces le susurra—. Lo prometo, onii-chan.
—Pero...
—¿Acaso no confías en mí? —Lo pregunta en broma.
—Sí confío. —Pero no existe chispa de vacilación en la respuesta del nipón—. Claro que confío en ti si te di hasta mi corazón.
—Entonces vamos. —Balbucea encandilado—. No tiene que ser para siempre.
Aunque sea solo por ahora.
Sin soltarse las manos se escabullen a la bodega deportiva, es el segundo día del evento, es decir, el momento en que finalmente las residencias se enfrentan en una serie de competencias tanto grupal como individual, los dos usan sus respectivos uniformes, representando a Downtown tanto con salto alto como béisbol pero eso no es importante, no ahora, lo único que es relevante es cómo se ocultan entre las polvorientas colchonetas de gomaespuma mientras las paredes de latón los aíslan callando al mundo exterior, permitiendo que solo existan ellos en un segundo robado.
—¿Crees que alguien nos haya visto entrar?
—No. —Asegura—. Relájate.
Eiji se apoya contra la torre de colchonetas, Ash lo toma de la cintura, lo alza y lo sienta para que así queden frente a frente, las piernas del moreno están pendiendo a su alrededor e incluso sino lo mira a la cara sabe que eso le da vergüenza por sus mejillas fuertemente sonrojadas, por cómo se muerde el labio inferior (gesto que se le hace malditamente sexy por cierto) o cómo sus pupilas resplandecen intensamente bajo la oscuridad de la bodega, sus palmas se deslizan en la gomaespuma y se inclinan.
—Ash. —Eiji rompe el trance—. Estás muy cerca.
—Cierto. —Casi puede tocarle la nariz con la suya.
—Hola. —Ríe nervioso entablando contacto visual, acá Ash comprende que esto es lo más cerca que ha estado de otro ser humano, eso le da terror, le da tanto miedo que queda paralizado, no obstante, le es imposible dejarse de acercar, le gusta mirarlo de abajo hacia arriba, lo que es raro considerando lo enano que es su novio—. Te estás acercando aún más, me estás poniendo nervioso.
«Novio».
Es oficial.
—Te estoy poniendo nervioso. —Repite completamente deslumbrado—. ¿Por qué? Soy tu novio ¿o me equivoco?
—Justamente por eso me estás poniendo nervioso, mi novio es extraordinariamente hermoso. —La manera en que acuna sus mofletes abruma su corazón, lo hace con sus yemas suaves pese al extenso entrenamiento que ha tenido con la pértiga, sus caricias tiernas y sus pestañeos de mariposa, nunca va a terminarle de asombrar la delicadez con que puede sostener a algo tan roto como él se percibe, pero ya debería acostumbrar a que Eiji lo descoloque—. Eres hermoso, Ash.
—No tanto cómo tú.
—Puff. —Eiji resopla y su cabello salta sobre sus cejas—. Soy común, no hay nada destacable con mi aspecto.
—Yo creo que hay muchas cosas destacables. —Es su turno de acunarlo, acomoda sus manos encima de su cara para poder entrelazar sus agarres—. Tus ojos me encantan. —Empieza—. Tu nariz que es tan pequeña que luce como un botón, tus mejillas de hámster obeso. —Eso último lo hace enfurecer y lo nota por cómo patea agresivamente el piso, es un conejo, se ríe—. Y tus labios sobre todo, estoy obsesionado con ellos, me fascinan.
—Mis labios. —Repite totalmente apenado.
—Sí. —De repente, el pulgar de Ash desciende hasta su boca, la presiona, no ejerce mucha fuerza a pesar de lo exuberantes que se sienten sus latidos contra su pecho, el mundo se desvanece, las luces de alrededor se apagan, sus respiraciones son una bruma agitada y levemente transparentada sobre la humedad del contenedor—. Tu boca parece muy apetitosa, aunque me pregunto qué sabor tiene.
—Si la sigues mirando así pensaré que me quieres besar.
—Tendrías razón.
—¿Eh? —Sin duda Eiji no se esperaba esa respuesta.
—Quiero besarte. —Es directo. Descarado. Altanero—. ¿No puedo?
—Sí puedes. —Lo escucha tragar duro—. No sería nuestro primer beso después de todo ¿recuerdas?
—Tienes razón.
Y Ash sabe que la tiene, más, esto se siente nuevo y desconocido.
Posiblemente se debe a que ahora concibe perfectamente lo qué siente por Eiji y todos los apellidos que dicha relación está aprendiendo a desglosar, ambos se vislumbran en la oscuridad, lo hacen con suavidad, ternura y un "estoy enamorado de ti" tan sincero que no puede contenerse más, vaya, en serio encontró a alguien a quien quiere besar sin romperse la cabeza o sentirse forzado, Aslan desliza sus dedos debajo del mentón de su pareja, incitándolo a acomodarse, apreciando la electricidad por cada respiración, haciendo real lo que está pasando y permitiéndose disfrutar su propia normalidad.
Ash se inclina aún más cerca.
Eiji cierra los ojos.
Se besan.
Ash acomoda un mechón entintado detrás de su oído como excusa para acercarse, no cierra los ojos del todo, quiere memorizar este momento a fuego vivo en su corazón, el toque es un delicado pétalo de rosa que cae hacia el tallo, es efímero, frágil y demasiado frugal, es un beso casi tímido y primerizo incluso sino es el primero que se dan, demasiado corto para el gusto de Aslan quien yace anonadado, deseoso por más de tan sublime sensación, ese no es un beso de libro ni de película, no se despliegan fuegos artificiales, ni los toca una luz dorada, ni aparecen baladas de la nada, este es un beso ansioso y torpe, por eso es perfecto. Eiji sonríe cuando se apartan. Ash igual.
No dicen nada para volverse a besar.
Se besan hasta que no respiran.
Joder, Ash desea que esas caricias nunca se acaben, inclusive tiene que arrimarse hacia la colchoneta para pegar su cuerpo lo que más puede al de Eiji, las manos de su novio recorren con adoración esos mechones hechos campo de trigo, sus muslos aprietan sus caderas, sus respiraciones se calientan a punto de que ebullan y acá a Ash le pasa algo que nunca creyó que le pasaría en la vida: está caliente.
Sí.
Se siente genuinamente deseoso por estrechar aún más a Eiji, quiere tocarlo, explorarlo, escribir sus músculos con sus dedos en la historia de su alma, es raro, siempre te dicen que el amor no solo tiene que ver con el corazón sino que pasa a través del cuerpo y su cuerpo jamás se había sentido tan vivo como en estos momentos, es trascendental, es una sensación tan abrumadora que de pronto, siente que está borracho solo por los besos, los alarga lo que más puede, los profundiza, se cuestiona cómo será ir más lejos y se responde introduciendo su lengua en la boca de Eiji.
—A-Ash...
Eiji se sobresalta al inicio, sin embargo, se derrite en sus toques y pronto aprende a seguirle el ritmo.
Es un beso apasionado e impulsivo.
Un beso real.
Son sus dedos hundiéndose en el cabello de Eiji con tal suavidad que le arranca un suspiro, son sus labios curiosos y rápidos que no impresionan tener suficiente del otro, algunas veces se cierran para recobrar el aliento y otras veces se abren permitiendo que su lengua haga y deshaga hasta conseguir que le tiemblen las piernas en el aire, es su boca persiguiendo la suya, sus yemas acariciándole entre caricias circulares la oreja, son cosquillas, risas vertiginosas, caras calientes, corazones erráticos pero sobre todo, le gusta lo fácil que es esto. Así deberían ser los besos. Las relaciones. La vida. ¡Fácil! No que sea una tortura forzada, ese es el encanto de Eiji, yerra, amarlo es como una segunda naturaleza.
Así que lo besa, lo besa entre risas, suspiros largos y manos exploradoras.
—Solo relájate, onii-chan. —Susurra al sentirlo nervioso.
Entonces Eiji lo besa de vuelta aferrándose a su espalda como si su vida dependiera del beso, explora los lugares que más le gustan de Ash, los adora, los mima, los purifica, a pesar de que no dicen nada, ambos saben que acá empezarán a construir un hogar.
Al separarse Eiji lo está mirando con una sonrisa tan deliciosamente brillante, apoyan sus frentes en el otro, se quedan ahí un momento robado, permitiéndose sentir la significancia de lo que acaba de pasar.
—Te amo. —Le surge decirle sin motivo, sin fachada, sin razón aparente, lo dice simplemente puesto que puede y ya—. Te amo, Eiji. —Repite—. Y le patearé el trasero a las otras residencias por ti. —Le saca una risa que se lo diga con tal seriedad que no quepa espacio para la duda.
—Entonces oficialmente soy el chico del jefe. —Eiji tararea sin deshacer el nudo en su cuello—. Amo cómo suena.
—Yo igual. —Ash cavila—. Pero te falta algo para presumir, si vas a ser el chico del jefe debes tenerlo.
—¿Qué cosa? —El lince se saca la chaqueta de su equipo, esa que le hicieron a la medida ya que Eiji tuvo el cuidado suficiente para preguntarle por su consentimiento y así medirlo, Ash lo cubre con la prenda incluso sabiendo que le quedará grande pero ¿a quién engaña? Está enamorado de la brecha corporal entre ellos—. Tu chaqueta, ¿en verdad puedo conservarla?
—Quiero que la conserves. —No tiene dudas de que verlo con la prenda lo motivará aún más a jugar el partido y patearle el trasero a Chinatown, Black Sabbath y los perros sin nombre que Arthur dirige.
—Está bien. —Eiji se encoge con timidez en la prenda—. La conservaré si eso quieres. —Ash asiente.
—Te dedicaré la jugada ganadora cuando los venza a todos.
—Entonces seré tu porrista personal. —La idea lo hace sonreír como un idiota—. ¡No lo mal pienses!
—Muy tarde. —Se mofa—. La imagen ya vive en mi cabeza y me encanta.
—¡Tú! —Eiji lo patea.
—¡Tú! —Y Ash se le tira encima y lo besa.
Lo besa. Lo besa. Lo besa.
Es la primera vez que en verdad disfruta besando, joder, así que esto es hacer las cosas porque nace hacerlas y no por obligación, qué sensación más extraña.
ೃ࿐♡
Ash busca su celular antes de entrar a la sala con los chicos, están a punto de iniciar las competencias entre las residencias, sin embargo, necesita motivarse puesto que siente al estrés acrecentarse, esto es malo, podría terminar desencadenando una crisis y no quiere eso.
He estado libre de autolesiones durante:
47 días, 5 horas, 10 minutos, 23 segundos.
Ash mira el contador en su teléfono, no solo personalizó el medidor para que tuviera los colores que más le gustan, sino que descubrió la opción de armar un listado tanto de fotografías o textos con las motivaciones que lo mantienen constantemente luchando, desliza su dedo hasta llegar al gigantesco diario mural con el tema de Night Sky (es decir, tonos azules y morados) enmarcándolo, las imágenes de sus seres amados aparecen: una fotografía de Max y Griff cuando recién se mudaron bajo el texto de "necesitas estar bien, sino ¿quién los cuidará en el asilo?", fotografías de él siendo un niño y Griff en Cape Cod acogiéndolo, imágenes de Shorter siendo Shorter y haciendo tonterías, de su pandilla, de su equipo de béisbol, incluso de Yut-Lung y Sing, hay toda una sección dedicada a Eiji, son trozos del día a día que han construido, de ellos en la cama, viendo series, jugando, chillando, fotos de la piedra que simboliza su huevo de pingüino y varias frases además.
Cosas como "si te mueres Eiji tirará tus libros a la basura", "si mueres Eiji le pegará un Nori Nori a tu lápida y seguramente Griff se lo permitirá", "tienes que terminar tu carrera", "las autolesiones dejan marcas", "si te mueres no puedes seguir leyendo o haciendo memorias con tus seres amados", "vivir es duro", "los cortes aumentan la dismorfia", "la vida es una mierda" la última lo hace reír de verdad.
"La vida es una mierda, pero es una mierda que quiero vivir".
Esa es la cosa y la razón por la que se ha mantenido yendo a terapia tan consistentemente, los cortes siguen siendo símbolo de sus traumas sin resolver y su nula capacidad para afrontarse, cada segundo que está vivo debe luchar contra la necesidad irracional e incontrolable que tiene para hacerse daño, no siempre lo logra, no siempre lo tolera bien y a veces queda tan desarmado que se cuestiona si lo correcto es estar en tratamiento, estar mal es fácil, es tolerable, estar bien ahoga, pero aun así trata.
—Boss! —Trata por sus seres amados, aún no puede por él mismo—. ¿Va a entrar? Todos lo estamos esperando.
—Sí.
Ash da el primer paso y se mete a la reunión, Eiji ya está ahí con sus mejillas rojas, su chaqueta tanto con su nombre como su número de equipo y los labios hinchados, Ash sonríe, seguramente los suyos deben estar iguales.
—Ustedes dos. —Hasta Bones es capaz de sumar dos más dos—. ¡Ustedes dos son una cosa! ¡Sabía!
—¿Lo son? —Alex se muestra genuinamente aturdido y sorprendido—. ¿Es oficial? Es decir creíamos que podía estar pasando algo entre ustedes ya que Eiji incluso está vistiendo la chaqueta de Ash, su cuarto luce más como un hogar a un dormitorio y se portan como una pareja casada pero nunca nos hubiéramos imaginado que realmente se atreverían.
—Sí, el jefe parecía quererse forzar a ser heterosexual como si alguien le creyera. —Bones aprovecha la presencia de Eiji para desafiarlo—. Como si tuviera algo de hetero.
—¡Oye!
—Entonces. —Kong retoma el tema—. ¿Son una pareja? —Ash mira a Eiji. Eiji mira a Ash. Eiji asiente.
—Lo somos. —Los gritos no se hacen de esperar—. ¡No es momento para esto! —Recobra su mando como líder—. Debemos hacer una estrategia para patearles el trasero a todos los demás, no perderé contra los chinos ni mucho menos contra Arthur en las competencias.
—¡Aguafiestas!
—¿Qué dijiste? —Ash mata a Bones con la mirada—. Repítelo si tienes pelotas.
—N-Nada. —Su subordinado entra en pánico—. ¡Estamos listos para empezar a planificar!
Así que arman una estrategia infalible entre quienes deberían representar a la residencia para cuáles juegos, él y Eiji por supuesto son designados en los deportes, Bones queda designado para los juegos infantiles, Kong en los de destreza física, Alex en los de ingenio y así van repartiendo hasta que todos los miembros tienen una tarea y si es franco, le sorprendió lo fácil que fue dar órdenes y lo grandioso que fue ser escuchado con semejante respeto y admiración, es como si fuera un rey cuya palabra es tan relevante que pasa a ser ley, asume que en cierta medida agradece haber quedado selecto como la cabecera de Downtown.
—Jefe. —Es una sorpresa que Alex lo llame para hablarle a solas, le gusta el ambiente que prevalece en su residencia, es agradable—. ¿Está seguro de que puede confrontar a Arthur?
—¿Lo preguntas por el partido? —Asiente—. ¿Te preocupo?
—No me preocupa usted, me preocupa la historia que tienen compartida, quizás juegue sucio o algo así, es un mal perdedor.
—Sí, entiendo por qué me dices eso.
—¿Entonces? —Ash frunce la boca, piensa en todas las últimas cosas que ha vivido con el pandillero, en esas ínfimas migas de humanidad que arroja de vez en cuando y en los celos agresivos y violentos.
—No creo que lo haga. —Concluye—. Creo que quiere ganarme por él mismo, la única forma en que podrá librarse de ese complejo de inferioridad es venciéndome con sus manos, si no siempre sentirá que esa victoria es falsa y que él es un impostor, debe ganarme.
—Ash.
—Es una pena que no pasará, por supuesto. —Sonríe de manera altanera—. Vamos a destruirlos, le tengo mucha confianza a mi equipo ¿sabes?
—Siempre supimos que eras la elección perfecta para líder. —Entonces Alex confiesa apoyando una palma encima de su hombro—. Aunque parecías un depredador solitario por cómo te apartabas, en el fondo sentíamos que había algo más, me alegra haberte propuesto por eso, estás haciéndolo muy bien.
—Bastardo. —Ríe entre dientes—. Fuiste tú el que me propuso.
—Tal vez. —Alex esboza una expresión que no alcanza a entender del todo, más, lo paraliza—. Desde que tengo memoria Downtown es la residencia de los marginados, todos los que llegamos por suerte o por alguna beca estamos acá, tanto Nueva York como la facultad es dura para nosotros, a nadie le importa una mierda unos cuantos niños perdidos, pero tú nos has dado un lugar para estar, inclusive si te esfuerzas por hacernos creer que odias ser un líder y no te importamos, se nota que es mentira.
—¿Me estás llamando rey de los marginados? —Bromea apoyándose contra la pared, salieron de la habitación para charlar con mayor privacidad, no se esperaba esto.
—Estoy intentando agradecerte. —Alex lo golpea del hombro—. Tuvimos otros líderes antes, la casa es vieja y la mayoría acá son repitentes por falta de recursos, eres el primero quien no sacrifica a los demás por su bienestar, no, tú sueles arriesgar tu propio pellejo, claro te quejas y todo pero nosotros valoramos mucho que aun así lo hagas, como hoy podrías haberte desligado de los juegos o inclusive habernos prohibido participar.
—No podría. —Se suaviza—. Han estado hablando de eso por las últimas semanas, además parecían estar ilusionados con participar.
—¿Querías ser el capitán de nuestro equipo? —Niega—. Pero lo eres, ese es el punto, abrazaste eso de los juegos porque nosotros queríamos en vez de portarte como un verdadero idiota y no dudaste en inscribirte en la competencia más difícil.
—Con Arthur el tema ya es personal. —Le explica—. Por eso me inscribí. —Sin embargo, comprende que son excusas y que Alex tiene razón, Ash les tiene cariño.
—¿Por qué no solo lo admites?
—¿Qué cosa?
—Somos tus Minions, Gru. —Ash pone los ojos en blanco antes de mitigar una carcajada suave.
—Supongo que es una manera de verlo. —Se mofa—. Ahora vamos, Kevin. —Habla haciendo alusión al minion más alto, con un aura seria y paternal que de hecho, le sienta de maravilla a Alex.
—¿Bones quién sería?
—El enano insoportable sin duda. —Ambos ríen, Alex lo abraza por los hombros en señal de amistad.
—Ya vamos, jefecín.
ೃ࿐♡
—Deberías darme un beso de buena suerte si quieres que gane, onii-chan. —Ash canturrea enfrente de la pista de béisbol, todavía no comienza el partido más el público yace acomodado y los jugadores llegan por decanto—. Quiero un beso de la buena suerte.
—¿Acá? —Eiji luce malditamente nervioso y le encanta, tiene muchas ganas de molestarlo aún más.
—¿No me lo merezco? —Agita sus pestañitas rubias y se hace la víctima.
—Sí te lo mereces, pero me da vergüenza.
—¿Vergüenza?
—Sí. —Eiji aprieta sus manos enfrente de su estómago—. Eres mi primer novio después de todo, no sé cómo comportarme todavía.
—Oh.
Ash lo ve con una ternura desmesurada a raíz de la confesión, debería sentirse ansioso considerando que su principal motivación para no dar otro paso con Eiji era el terror a joderlo, aún no desglosa de manera completa lo que es el deseo, su sexualidad o su propia identidad y aun así apuesta que tomó la decisión correcta, se siente en calma consigo mismo y aun si ser novios es una completa locura es una locura que quiere atravesar juntos.
—Está bien. —Lo calma—. No tienes que sentirte obligado a nada, me basta sabiendo que estás acá.
—Lo siento.
—Qué hayas venido a verme es más que suficiente. —Le asegura—. Quiero ser quien te deslumbre.
—Aslan. —La expresión de Eiji se suaviza—. Mi dulce Aslan.
Entonces Eiji se inclina para besarlo, tiene que alzarse en la punta de sus pies puesto que es bajito y enrollar sus brazos alrededor de su cuello, más, Ash no se hace de rogar deslizando sus palmas sobre su cintura, estrechándolo y permitiéndole que haga lo que quiera con él.
Los besos de Eiji se sienten primerizos e inexpertos todavía, no obstante, encuentran su ritmo y esto se convierte en un cortejo perfectamente sincrónico, es un beso mutuo, ansiado, en donde el mundo deja de importar, en donde Eiji se convierte en la prosa que escribe su alma, donde sus labios son la inspiración que necesitaba para volar sin alas, su musa eterna, su universo inocuo, su motivación, la razón por la que día a día intenta no reiniciar ese maldito contador, aun si aún le cuesta plasmar con palabras lo mucho que significa pretende que en ese beso pueda transmitirle los "gracias" no dichos.
—¿Esa fue suficiente suerte para ti? —Eiji se aparta con una sonrisa deslumbrante, los dedos todavía siguen acariciando su cabello, no es un toque brusco sino uno lleno de devoción—. Porque mis labios no aguantan más la hinchazón.
—Déjame pensarlo. —Ash crispa la boca y mira al cielo como si estuviera cavilando—. No, aún faltan.
—¡Ash! —Eiji gimotea sin poder escapar de sus brazos mientras que él le estampa una serie de besos en la cara, adora lo sencillo que es hacer esto—. ¡Ya para! ¡Me haces cosquillas!
—¡Necesito más suerte! —Ríe estampándole otro beso—. Necesito mucho más de mi onii-chan para ganar.
—Sepárense. —Por supuesto Yut-Lung es el aguafiestas—. Nadie quiere ver un espectáculo de baba.
—Víbora.
—Lynx.
—¿A qué viniste acá? ¿No deberías estar con tu propia residencia? Chinatown no juega béisbol dado que no se inscribieron.
—Yo sé eso. —Chista cruzándose los brazos—. Pero Shorter insistió en venirte a ver incluso si tienen equipos distintos y yo soy un pobre daño colateral en todo esto. —Ash alza la mirada hacia las gradas para descubrir a toda su pandilla, a Shorter y a Sing al lado animándolo con pancartas y carteles ante la multitud, una sonrisa inconsciente brota en su boca, es afortunado, es malditamente afortunado.
—Yo también debería irme para que te alistes. —Eiji le dice con tristeza—. Pero estaré en la primera fila, gritando más fuerte que nadie por ti.
—Eso espero. —Ash balbucea atontado—. Gracias por venir por mí. —Le dice indirectamente a Yut-Lung también, quien solo atina a fruncir aún más el ceño con las mejillas rojas y una mirada aniñada.
—Patéale el trasero a los perros de Arthur, no dejes en vergüenza a los tuyos. —Lo intenta ¿animar?
—Claro que lo haré.
Los chicos se van.
Ash se queda esperando que su equipo se termine de agrupar enfrente de las canchas, no tiene aún el coraje para asomarse hacia las gradas, por ende, permanece en las bancas, justo en el punto ciego de sus amigos no porque no quiera su apoyo, más, necesita un tiempo consigo mismo, sus puños se contraen sobre sus rodillas, la bastilla le hace cosquillas contra tan ajustado pantalón, de niño odiaba usar esta clase de trajes y era una batalla semanal para Griff tener que ponérselo antes de la práctica deportiva, pensó en invitarlo sin embargo aún no se siente listo y una de las cosas que sí vale la pena de terapia es que le ha ayudado a entender sus propios límites.
Mira sus muñecas desnudas, son blancas, nadie las impresiona haber notado, si lo hicieron al menos tuvieron la cortesía de fingir que no, ha sido duro dejarlas de ocultar, es una iniciativa que tomó con el acompañamiento de la psicóloga, quería probarse que incluso si sus seres amados miran quién es en realidad se quedan y aun lo aman, el problema es que ha sido reactivante observarlos a diario.
—Ash. —Arthur se tumba a su lado en la banca, viste una banda roja en el pecho para diferenciar al equipo mientras que él lleva una azul—. ¿Estás listo para que te humille frente a toda la universidad?
—Vaya que debes sentirte inseguro para venirme a "intimidar antes".
—Bastardo. —Gruñe amurrado y de repente Arthur no es tan venenoso o quizás está queriendo ver algo donde simplemente no hay nada—. ¿Cómo te ha estado yendo con...? Ya sabes.
—¿Eh? —Ash parpadea. Una. Dos. Tres veces—. ¿Me estás preguntando por mi terapia? —Lo espeta con suspicacia, no se imagina nada bueno saliendo de esta conversación.
—La mía se ha puesto difícil. —Pero Arthur se abre primero—. Me cuesta... resuelvo mis problemas con golpes ¿sabes? Ha sido una mierda intentar cambiar eso, es duro.
—Pues parece que no te ha resultado muy bien. —Chista aludiendo a sus nudillos magullados—. No quise decir eso. —Se arrepiente apenas vislumbra lo genuinamente herido que luce su némesis ¿por qué está empatizando? Tal vez Arthur no tiene con quién hablar de su propio proceso, recuerda que Eiji le comentó que no todas las amistades se cuentan cosas importantes.
¿De qué te sirven los amigos en ese caso? ¿Acaso son amigos sino los sientes reales?
Nunca fueron amistades reales, ese es el punto, Ash.
—Oye. —Ash no sabe cómo iniciar la conversación y no necesita hacerlo, pronto, la mirada de Arthur se encuentra clavada en sus muñecas, eso provoca que tenga el instinto de encogerse hacia sí mismo esperando que suelte algún comentario denigrante o estúpido.
—Lamento que te haya pasado eso. —Dice en su lugar—. En mi casa solían quemarme con cigarrillos cuando estaban enojados y aún tengo el hábito de hacerlo conmigo, lamento que te haya tocado.
—Yo igual lo lamento por ti. —Corresponde la vulnerabilidad, al final, no son tan diferentes y supone que por eso Arthur lo envidia tanto, porque pese al parecido de las circunstancias Ash salió ganando.
—De todas maneras te derrotaré. —Se para descolocado.
—Esa es mi línea. —Ash hace lo mismo.
Anuncian el comienzo del partido, Ash sale a la cancha, mira hacia las gradas con una sonrisa sincera y brillante listo para encontrarse a sus amigos en primera fila no obstante su atención queda clavada en las tribunas del final. En un hombre. Dino. Le sonríe. Le tira un beso. Y musita en silencio.
«Para la buena suerte».
Salimos de la u y entramos al arco chiquito de Cape Cod porque nunca pueden faltar los traumas familiares y acá no es la excepción, ya tengo un capítulo editado y tiqui taca para subirlo mañana, pero el otro no, mañana e smi día laboral más pesado con 12 horas de corrido, así que si no alcanzo a subir dos retomamos el viernes no más.
Gracias por tanto, nos vemos en Cape Cod~
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