15. Fiesta en la playa.
Hi~ Casi me tuve que tomar una semana de licencia de todo porque cuando la vida se pone pesada, se pone pesadas pero con ganas, más, acá volvemos a la marcha queriendo que el evento se atrase lo menos posible, mil gracias por haberse tomado el tiempo para leer.
Se les quiere caleta.
—¡Ash, bájame! —La voz de Eiji se pierde en la brizna marina mientras que el rubio lo carga tal como lo haría con un saco de papas sobre el hombro—. ¡Ash!
Eiji gimotea, se retuerce y patalea en el aire.
Es en vano.
Ash lo arrumba aún más a su hombro, lo está afirmando con una sola mano acomodada en la espalda de su uniforme, para reforzar el espíritu se les forzó a venir con alguna prenda de los equipos además de los trajes de baño por supuesto, no obstante, Eiji impresionó tomarse demasiado a pecho la tarea y apareció con sus clásicos pantaloncillos y su musculosa, ahora Ash lo tirará al mar demostrando lo incómodo que es su atuendo, al menos él vino con la chaqueta y unas muñequeras (por obvia razón).
—¿Listo para saludar a los peces, onii-chan? —Sus zapatillas tocan la costa, el agua le llega hasta los tobillos, su piel quema por el frío—. Probablemente te resienten por todos sus hermanos caídos por tu obsesión con el natto.
—¡Ash! —Se queja y es adorable—. ¡Tú también te los has comido!
—Obligado no es lo mismo. —Se defiende—. Dile "hola" a los peces por mí cuando estés en el fondo.
—¡No! —Chilla rogando piedad—. ¡Lamento haber dicho que esos podcast de Hemingway y Salinger eran aburridos! —Se vinieron en el bus escuchándolos juntos compartiendo audífonos y Eiji tuvo un descaro jodido para quedarse dormido, aun si fue lindo que se acostara en su hombro no lo perdona.
—¿Te arrepientes en serio? —Pregunta con suspicacia.
—Lo hago.
—¿Los volverías a escuchar? —Entonces, Eiji patea más fuerte que nunca en un intento por liberarse y ambos quedan tirados en el piso—. ¡Tramposo!
—Creo que eso responde tu pregunta. —El moreno le saca la lengua, tiene arena hasta en el cabello.
—¡Tú!
Ash le tira agua a la cara, Eiji se la devuelve y aunque ambos acaban de arruinar los uniformes nuevos (literalmente, recién los trajeron del taller) asegura que vale la pena poder ver a Eiji enterrado en la arena húmeda y suave, con las olas besando su piel y rompiendo en su espalda no con brutalidad ya que están dónde las algas se devuelven y se pueden desenterrar conchitas marinas, más, sí lo rodean con la fuerza suficiente para acercarlo a él, para empapar las puntas de sus mechones como si fueran gotas de rocío, para cristalizar su piel y hacer que sus ojos luzcan mucho más brillantes.
Es hermoso. Deslumbrante. Extraordinario.
Es Eiji siendo Eiji.
Vale la pena haber venido para ver esto, piensa.
Lo consideró en demasía tras enterarse de que posiblemente Dino venga a filmar a esta misma playa con una de sus marcas (lo que es imposible que sea coincidencia) y de hecho, en la mañana se quedó escondido en la cama, pero Eiji apareció con su puchero de cachorro perdido y su traje de baño lleno de estampados horribles y ¿cómo resistirse a lo absolutamente sexy que se verá con un pantaloncillo repleto de pájaros del demonio en su trasero? Imposible, tenía que verlo, por eso saltó directamente al autobús.
—¿Crees que se den cuenta de que los manchamos? —Ash dice intentando levantarse, su chaqueta se siente pesada, sucia y entierrada—. Es decir, no quiero tener que pagar otro, ni siquiera es bonito.
—Es que en tu uniforme es más notorio ya que es blanco, el mío se puede desmanchar con simpleza.
—Grandioso. —Chasquea finalmente parándose—. ¿Y ahora qué? —Los ojos de ciervo repasan toda la playa en busca de algo.
—Parece que aún no comienzan las actividades de los equipos ¿quieres escaparte conmigo por unos minutos? Me daría pena haber venido y no poder pasar tiempo de calidad juntos.
—¿Eh? —Ash pone un mohín picarón—. ¿Acaso es una invitación para quedarnos a solas, onii-chan?
—¿Qué tal si lo fuera? —Eiji le sigue el juego, el tiro le sale por la culata—. ¿Quién sabe? Quizás vine a este viaje solo porque quería verte en traje de baño.
—T-Tú... —No puede contestar—. ¡Tú! —Su cerebro no funciona, no con Eiji.
—¡Vamos! ¿Qué esperas? —Eiji le extiende la mano.
—¡Bastardo! —Ash se la da.
Corren hacia la orilla de la playa, hacia la zona que queda frente a las mesas de madera, los quioscos con precios extremadamente inflados y los toldos públicos, se recuestan bajo uno rojizo patrocinado por Coca-Cola (el logo sobre la tela y las toallas le da una pista) se queda acá, jadeando con Eiji quien ya se ha quitado la parte superior de su uniforme dejando a la vista su torso torneado, delgado, pero firme y con más curvas de las que imaginó, objetivamente está bien, no es la gran cosa si los dos son chicos y Ash también se saca su polerón quedando únicamente tapado por sus muñequeras, aun así pasa algo con la imagen del japonés que hace que le arda el corazón como si se estuviera derritiendo.
Lo pone nervioso. Menso. Torpe.
No tiene sentido, es decir, trabajó en una industria repleta con desnudos, cuerpos considerados casi inhumanos por su perfección y caras de muñeca, Eiji no cumple los estándares, sus músculos todavía no son lo suficientemente firmes, su rostro es de bebé y su piel tiene imperfecciones, por ende Aslan no tiene motivos para estar sudando como lo hace y aun así...
—¿Ash?
Aun así. Aun así. Aun así.
—¿Por qué me miras tanto?
—Porque te ves precioso. —No tiene manera de negarlo, ha aprendido a adorar los detalles que Eiji le muestra esperando que los vislumbre—. Te queda bien el ambiente de playa.
—¿E-Eso qué significa? —De repente el moreno ha enrojecido hasta la nariz—. Lo que estás diciendo no tiene sentido. —Pero para Ash lo tiene y vaya que lo tiene—. Se supone que el modelo eres tú.
—Sí, pero nunca podría plasmar eso que a ti te sale naturalmente, al principio pensé que era por tu ingenuidad que te daba esa aura de niño bueno, pero con el tiempo he aprendido que no, sí eres un ingenuo y tiendes a ver lo mejor del resto pero hay muchas cosas más sobresalientes de ti como esa terquedad que me saca de quicio, tu compasión, tu creatividad, tu determinación, lo implacable que puedes ser para llegar a quienes lo necesitan, no eres una llovizna, eres la tormenta.
—¿Ah? —Mierda, se perdió en sus pensamientos y por accidente los sacó ¿qué diablos con todo eso que dijo?—. ¿Seguro que estás bien? Quizás te insolaste.
—Bastardo. —Chasquea, sin embargo, aprecia que la preocupación es genuina y por eso no se enoja.
—¿Te pusiste bloqueador?
—No.
—Ash. —El regaño en su voz es evidente—. Hacen como 40 grados acá y el sol pega muy fuerte, vas a terminar insolado y yo teniéndote que cuidar.
—Si eres mi enfermera de seguro moriré.
—¡Tú...! —Eiji alza su puño como amenaza, no obstante, se contiene y saca de su mochila un envase de bloqueador—. Ven para acá.
—¿Eres un tirano o un amigo?
—Lo que haga falta.
—Tch. —Chasquea amurrado—. Pero voy ya que yo quiero ir. —Aclara—. No porque me lo digas tú.
Eiji rueda los ojos pidiéndole que se acomode enfrente para echarle bloqueador como si tuviera que lidiar con un mocoso, Ash se sienta con un puchero indignado observando como sus manos se hacen blancas antes de ir a su cara, la textura sin duda le desagrada, es pegajosa, huele a coco artificial, es gruesa igual que una máscara y debería apartarse para cortar su tortura, no obstante, que Eiji deslice sus dedos alrededor de su mentón, que suba a sus mejillas, roce sus labios, acaricie su nariz y lo mire como si estuviera contemplando algo extraordinario hace que quede paralizado.
—Tienes pecas. —Musita cerca, tan cerca que puede oler su aliento—. No me había fijado, no parece que estén siempre.
—Solo salen si me quemo con el sol. —Le explica alzando sus jades, contando los grupos de pestañas brunas que se arremolinan en sus ojos, memorizando cómo las abanica, quedándose embelesado a pesar del contraste entre su piel bronceada y lo dorado del sol, solo lo hace ver más hermoso, piensa.
—Tu cara está roja. —Ash traga duro, perdiendo el aire—. Te dije que te afiebrarías.
—No creo que mi cara esté roja por eso. —Le explica queriendo ser más audaz sin entender bien un desenlace para ellos, recuerda las palabras de Griff—. Eiji.
—¿Si? —¿Te das cuenta de lo que provocas? ¿Te das cuenta de que cuando me tocas así me quiebras un poco el corazón? No cree que lo sepa, Eiji nunca lo heriría adrede. Es gentil. Dulce. Tan despistado.
—¿Hoy por qué quisiste venir a la playa conmigo? —Ahora es el nipón quién se ruboriza y retrocede.
—Porque quería pasar tiempo contigo. —Dice contra el soporte del quitasol, la arena ha saltado por su flequillo y la imagen es sumamente adorable, este es el encanto Okumura, una flor abierta y frágil que no se protege a sí misma, no es violento ni es un arma, es algo que solo las manos correctas son capaces de atesorar—. ¿Por qué más lo querría?
—Me ves todo el tiempo. —Lo confronta—. Y has hecho más amigos como Yut-Lung o Sing, no hacía falta que yo viniera.
—Claro que hacía falta. —Eiji frunce el ceño medio molesto—. Nadie puede usar tu lugar, Ash. Tengo más amigos, es verdad, así como tú también los tienes, pero eso no significa que usen el lugar al que solo podrás pertenecer tú, me sorprende siquiera que lo insinúes, eres mi amigo, eres irremplazable.
—¿Realmente somos amigos?
—¿Qué?
—¿Realmente...? —Debe reformularlo—. ¿Realmente solo somos amigos?
—¿Eh? —No debería estar haciendo eso, no es justo que tome más de lo que está permitido, tendría que conformarse con la presencia de Eiji, eso debería ser suficiente o si no saldrán heridos—. ¿A qué te refieres con "solo"?
Pero sus ojos oscuros están tan malditamente esperanzados.
—No es nada. —Se acobarda apretándose las muñecas—. No es nada todavía. —Se sentiría todo un engaño estarlo impulsando a algo más si ni siquiera es capaz de mostrarle esto, sería injusto por Eiji.
—Ash...
—¿Por qué tan solitos acá atrás? —La tensión muere el instante que Shorter se aparece con el cooler repleto de cervezas—. Vinimos a disfrutar y a ustedes les falta alcohol en el sistema.
—¿Por el equipo de boxeo? —Pregunta insinuando su irrupción—. ¿Por eso viniste al paseo playero?
—Lo sabes. —Shorter se tumba bajo el mismo quitasol—. Vamos a pasarla bien antes de que acaben separándonos por los equipos ¿les parece? —Ash saca una botella de alcohol, Eiji también—. Ese es el espíritu.
—¡Salud!
Las cervezas rechistan al medio y la tensión se evapora al igual que las gotas cubriendo su piel contra el sofocante calor del sol, no sabe si es por el efecto del alcohol o que la presencia de Shorter cataliza un ambiente ameno, más agradece que se les haya unido, los tres ríen sin hablar de nada importante en realidad, se dedican a tontear en la arena armando castillos, a contemplar el paisaje de óleo pese a lo ruidosos que son los capitanes de los equipos armando las actividades, a Ash le vale mierda esto de fortalecer el espíritu del equipo y más considerando que susodicho lo ata a Arthur y Arthur resulta ser sumamente desagradable, pero estar acá, tonteando con Eiji, recostando su cabeza igual que un gato mimoso sobre sus muslos vale el sacrificio.
—No puedo creer que hayan ensuciado sus uniformes sin haberlos estrenado todavía. —Debería de sentirse aunque sea un poco culpable por haber arruinado su chaqueta, más, las palmas de Eiji están acariciando su cabello lentamente, paseándolo como si no fuera gran cosa, repasando desde la nuca hasta la punta y haciéndolo sentir demasiado mimado, se pregunta si será cuestión de su naturaleza.
—Tarde o temprano se iba a ensuciar ¿cierto? —Está relajado, todas sus preocupaciones se derriten.
—Sí, pero... —Shorter suspira—. Amigo, debe ser un récord, Arthur no estará feliz.
—Me vale una mierda que esté feliz o no, no es mi capitán.
—Es el capitán. —Eiji le recuerda—. Y tú prometiste comprometerte de verdad con el equipo porque querías verte genial en un partido.
—No quería verme genial. —Chasquea con las palmas sobre su vientre, está jodidamente ansioso al sentir la calidez del moreno sangrar hacia su piel y traspasar sus poros, está hirviendo, pero son solo dos amigos acariciándose mutuamente ¿verdad? No hay nada de extraño—. Quería que tú pensaras que soy cool y es distinto. —Los dedos de su compañero se crispan y tiemblan, lo puso muy nervioso.
—Ya veo. —Lo escucha tragar duro—. Aunque yo ya creo que eres genial.
—¿Sí? —Crispa una ceja—. ¿Realmente lo crees, onii-chan?
—Por supuesto. —Le da en el gusto sin cortar las caricias, no impresiona esforzarse demasiado como si esta fuera su segunda naturaleza, eso lo desorienta, debe ser el alcohol, se miente—. Puedes hacer tarea más rápido que nadie, te sabes los libros de memoria, eres gracioso, tienes un lado indiferente que es una mera fachada para proteger tu fragilidad. Lo sé porque haces pucheros, te dan miedo las calabazas, eres protector con tu familia y siempre suavizas la voz y la mirada cuando me hablas, eres mucho más grande, fuerte e inteligente que yo y nunca me has menospreciado.
—Nunca lo haría. —Lo mira a los ojos—. Jamás.
—Eso te hace genial. —Eiji afirma—. Si me preguntan, eres la persona más genial que existe, incluso con tu obsesión con los cadáveres de leopardo y Holdens.
—Es correspondido. —Ash atrapa su mano para entrelazarla—. También creo que eres genial con la fijación que tienes por la comida apestosa, los pájaros feos y tus hábitos de señora.
—Pesado.
—Bonito.
—Eso casi sonó como una confesión. —Shorter bromea—. ¿Acaso está pasando algo entre ustedes?
—¡No! —Chistan al unísono.
—Vaya, qué lástima.
—Fly boy! —El entrenador llama a Eiji—. Ya van a empezar.
—Ve. —Ash dice aunque no parece convencido de dejarlo ir—. Podemos seguir cuando terminemos.
Eiji se levanta y se va, queda a solas con Shorter.
—¿Cómo sabes cuando quieres besar a alguien? —Entonces se arranca la espina.
—¿Eh? —A Shorter sin duda eso lo toma con la guardia baja—. ¿Me quieres besar a mí? —Esa mueca de asco tan sincera lo deja todo en claro.
—Prefiero comer natto.
—Gracias, bro. —Gruñe enfadado—. Yo también te quiero.
—¡Shorter! —Chilla—. No ayudas.
—¿Besarías a Eiji?
La pregunta lo descoloca completamente ¿besaría a Eiji Okumura? Si bien, nunca ha querido besarse con nadie por iniciativa propia puesto que los toques y la intimidad física tiende a asociarlas con una codicia casi cruel y a exigencias dolorosas con Eiji no es así, tal como pasó con las fotografías con Eiji aprendió a resignificar las caricias a algo... lindo. Sí. Es lindo que Eiji lo abrace en la noche como si se tratara de un peluche y lo deje reposar sobre su pecho, es lindo darle la mano, es lindo rozarlo contra la excusa de quererlo molestar, que le toque la cara, que lo haga sentir tan amado, valioso, hermoso, a salvo, seguro, feliz, genuino, tan Aslan y tan Ash.
Sí.
Sabe que Eiji no lo va a arreglar (ni siquiera él mismo puede arreglarse) no obstante, algo en Eiji hace que sus caricias se sientan: «aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado».
No lo puede explicar, pero tal vez, besar a Eiji sería una experiencia linda y hasta divertida, quizás su mejor amigo tiene razón y es cosa de intimidad, tal vez puede tener sentimientos románticos, ¿quién mejor que Eiji para entregárselos? Quizás no está roto, los jades bajan a las cicatrices, o por lo menos, no tan roto como antes.
—Ahí tienes tu respuesta. —Shorter lo lee—. Así sabes la diferencia.
Y Ash odia que lo lea.
ೃ࿐♡
Le gustaría decir que las actividades con su equipo no fueron un bodrio total, más, Arthur impresiona buscarle pelea adrede, no es que Ash haga algo para irritarlo, al contrario, se siente desafiado puesto que dudó de sus habilidades y ahora está determinado a demostrarle por qué él es el lince de Nueva York versus un delincuente simplón, los ejercicios ni siquiera tienen que ver con béisbol, son ese tipo de porquería de confianza ciega que tanto aparece en los programas chatarras y por supuesto, fallan cada una de las pruebas, simplemente preferiría apuntarse con un cañón en la cabeza antes de darle poder sobre su autocuidado a su némesis. Irónico para un autolesivo. Ja.
—¿Acaso nos estás haciendo quedar en último lugar a propósito? —El perro ladra aun sino muerde.
—¿Yo? —Ash espeta—. Eres tú el motivo por el que estamos atrás y es obvio que el resto del equipo no confía en ti, pero te tienen tanto miedo que no te lo dicen. —No a la cara.
—Ja. —Un tic nervioso aparece en su ojo—. Realmente te crees la gran cosa por venir de esa facultad adinerada, ¿no es así?
—No. —Francamente le está empezando a irritar el tema considerando que viene de un pasado casi destartalado—. No me creo la gran cosa, ¿cuál es tu problema?
—Tú eres mi problema. —Brama—. Presumido.
—Escucha. —Ash alza las manos, están interrumpiendo una de las pruebas para fortalecer confianza ciega en el equipo en medio de una cancha de voleibol en la playa—. He tratado de tenerte paciencia por el bien del equipo, sin embargo, esa actitud de víctima caprichosa me está cabreando, se supone que eres el capitán ¿no? Entonces supera nuestra maldita rivalidad y sigue adelante, estamos dentro del mismo bando.
—Prefiero morir a estar dentro del mismo bando.
—Carajo. —Ash hunde sus dedos en su frente—. Es imposible dialogar contigo, realmente lo intenté.
—Es que realmente no te soporto. —Chasquea—. ¿Por qué tú? Ni siquiera tienes... ¿qué te convierte en alguien tan especial? No lo entiendo.
—Yo no me paso comparando con el resto. —Arthur deja caer la pelota y va a confrontarlo, se colocó otra vez la chaqueta por regla a los ejercicios y el bastardo aprovechó para acorralarlo contra la red.
—Repítelo si te atreves. —Brama con los dientes apretados.
—Nadie te respeta ni te sigue de verdad porque saben que eres una farsa. —Chasquea sin inmutarse por las amenazas, al contrario, usa el brazo para liberarse de un solo manotazo—. Actúas como todo un altivo porque necesitas hacer sentir al resto menos para sentirte mejor contigo mismo cuando al final estás tan hueco como yo o peor.
—¡Tú...!
—¿Quieres ser un buen capitán? Empieza a enfocarte en el juego y no en vencerme, quizás así hasta te ganes el respeto de los chicos de verdad.
—Verdaderamente te odio. —Espeta—. Te odio con toda mi alma, Lynx.
—Lo sé. —Ash lo empuja recobrando su espacio—. Es mutuo.
—No podemos ganar si ustedes pasan discutiendo. —Wookie interrumpe—. Ash tiene razón acerca de que estamos cansados de lidiar con sus peleas, si tienen problemas arréglenlo entre ustedes pero no metan al equipo en esto, nosotros sí queremos jugar y ganarle a las demás facultades pero no se puede mantener el ambiente con ustedes.
—Tú eres mi mano derecha. —Arthur lo mata en su mirada—. Me debes apoyar, es la regla implícita.
—Porque soy tu mano derecha debo ponerte un alto.
—El equipo es importante para algunos de nosotros. —Otro de los chicos lo apoya—. Me da igual el que sea el líder mientras podamos jugar, algunos tenemos beca deportiva ¿saben?
—¿Estás feliz? —Arthur lo mira y se victimiza—. Pusiste a los chicos en mi contra, tienes lo que tanto querías.
—Tú los pusiste en contra. —Se exenta—. No hice nada, no pareces necesitar ayuda para arruinarte.
—Sino hubieras sido el favorito de Dino no tendrías tanta confianza. —Escupe—. La gente como tú...
—¿Qué? —A Ash se le reactiva algo y es él quién se lanza a atacar a Arthur—. Dilo.
—La gente como tú me da asco.
—¿Cómo soy yo? Anda, termina si tienes las pelotas.
—Un juguete para los viejos de la empresa.
—¡Bastardo!
Ash le da un puñetazo en la cara provocando que le cruja la quijada, Arthur gruñe antes de abalanzar su cuerpo magullado igual que una hiena en busca de su presa, se tumban en la arena para luchar a pesar de los gritos exasperados del equipo, Ash no tiene piedad con los puñetes que da consiguiendo que la cara de Arthur quede hinchada, moreteada, más, también recibe golpes en su rostro, maldice, a juzgar por el sabor oxidado y espeso entre sus dientes le reventó el labio, la violencia aumenta con un crescendo de gritos.
—¡Alto! ¡Alto! —El profesor de turno los detiene—. Ustedes dos.
Los sermonean y los dejan fuera de las otras actividades durante el paseo en la playa, siendo honesto a Ash le vale una mierda reforzar el espíritu o lo que sea, no obstante, Arthur lo parece querer matar.
Ni siquiera entiende de dónde surge tanto rencor sinsentido.
Es decir, Arthur siempre ha querido ser perfecto y reconocido por lo que puede hacer, más que nada parece querer ser admirado, hubo un tiempo que Ash tenía la sensación de que Arthur quería ser él y de ahí erradicaba el odio, más, la idea le resultó sumamente narcisista y la desechó pero incluso si fuera envidia esa no es excusa para andarse portando como un imbécil por la vida, por eso tratan al bastardo como si fuera una perra y lo menosprecian, si bien, el lince ha tratado de empatizar no vale la pena a estas alturas.
—Nunca sabrás lo que es estar en mi lugar. —Entonces Arthur dice entre diente con la cara hinchada y los nudillos raspados por la arena, los exiliaron de la zona de la playa donde se lleva a cabo la fiesta.
—¿Quieres que sienta lástima por ti? —Ríe sin dejar de caminar—. ¿Quieres que te dé la razón sobre lo dura que debe ser tu vida en relación al resto?
—No. —Gruñe—. Pero no todos pueden ser tan hábiles como tú.
—Ni inteligentes, ni carismáticos, ni bonitos. —Refuerza.
—Ya recordé otra razón por la que me caes mal. —Chasquea la lengua—. Eres un egocéntrico ¿cómo es posible que aún no te explote la cabeza por eso?
—Si soy tan egocéntrico deja de seguirme.
—No te estoy siguiendo, estamos exiliados de la misma parte de la playa. —Sin embargo, Ash asume que hay otra intención escondida—. Si quieres desafiarme a mi puesto de líder te advierto desde ya lo dura que será tu paliza, no querrás humillarte de esa manera ¿no?
—Ni siquiera había pensado en eso. —Ríe con maldad—. Pero no es mala idea ¿acaso debería serlo?
—Ni en tus sueños serás el capitán del equipo, te faltan habilidades.
—¿Entonces por qué te asusta que te desafíe?
—¡No me asusta! —Rechista—. ¡Anda! —Arthur lo empuja sin cuidado—. Te reto a que me retes, el puesto de líder solo lo puede tener uno de los dos.
Niega con la cabeza, cansado, sabe que para Arthur debe ser duro que constantemente lo comparen puesto que su talento para el béisbol es solo una rama de las miles que forjan su carácter, reputación y el título de leyenda, puede que Arthur sea bueno con el bate, pero no lo suficiente ni parece poseer confianza en sí mismo para que lo sigan genuinamente.
—¿Oye? —Arthur se escucha cabreado—. ¿Acaso me estabas escuchando?
—Sí, sí. —Rueda los ojos y...
—Ash Lynx.
Esa voz.
Se congela. No respira. Cuenta. Un. Dos. Tres.
—Pero qué sorpresa.
—Dino. —Balbucea enfrentándose a lo inevitable.
—Finalmente nos encontramos otra vez.
¿Dejamos esto acá? No, lo vemos con harta profundidad, así que este arquito de la playa dura dos capítulos literalmente en la playa por así decirlo, pero de que deja secuelas que se arrastran a todo el fic, ya veremos cómo las deja. Esta es una mera manía mía, pero octubre es literalmente el unico evento donde no fallo y me niego a hacerlo este año, por ende, tendremos dos capítulos esta semana, uno en la mañana y otro en la tarde hasta alcanzar los respectivos promps, veamos si me aguantan con tanto spam ahora po.
Mil gracias por seguir acá, nos vemos en un ratito~
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