14. Sorpresa de aniversario.
Hi~ Ahora sí, el capítulo de hoy es un poco más denso así que quiero pedirles harto autocuidado y aunque sea un fic, recordar que es facil juzgar desde afuera, pero desde adentro la mayoría de las veces las personas hacen lo que pueden en ese momento, no lo digo para justificar, pero por ejemplo, esto se verá mucho en el caso de Max y Griff, nadie nace sabiendo ser papás y menos ellos dos que ni siquiera son "papás" son niños dentro de todo.
Espero que les guste~
Algo terrible va a pasar.
Lo sabe.
No es que Ash desee ser catastrófico, no obstante, desde muy joven tuvo que desarrollar un foco al negativismo para sobrevivir, eso lo ayudaba a trancar las puertas cuando Jim aparecía borracho y al mismo tiempo a esconderse debajo de la cama, si actuaba como si la paliza ya hubiera ocurrido dado que su cara le recordaba demasiado a "la zorra que lo abandonó" entonces era menos probable que lo encontrara y lo aporreara hasta que Griff llegara del trabajo, sí, la desconfianza ha sido ese escudo que lo ha mantenido relativamente vivo, por eso nunca confió en el entrenador a diferencia de otros chicos del equipo, por eso no acabó diez metros debajo de esa cabaña ni con un destino más horrible como siendo vendido o prostituido.
La hiperalerta y cualquier otro síntoma de trauma, se han vuelto sus amigos, es como si hubiera una sombra pegoteada sobre los hombros que le advierte que las cosas están yendo demasiado bien, las cosas nunca van bien para él ¿hola? No tiene tendencias a autolesionarse por nada, acostumbra que luego de un periodo de estabilidad e incluso felicidad broten bajones terribles, el último casi lo mata.
He estado libre de autolesiones durante:
15 horas, 12 minutos y 11 segundos.
Ni siquiera lleva un día sobrio, no se mutila desde la noche ida, pero es incapaz de no autolesionarse.
Al menos se las arregló para venir presentable a la celebración, no golpea para entrar al apartamento puesto que aún conserva su llave, el ambiente se siente pesado, los abrigos están tirados por el sillón y las voces rebotan en una pelea difusa. Vete, dice la autodestrucción en su cabeza.
—Aslan. —Sin embargo, es demasiado tarde, Griffin y Max lo han encontrado—. ¿Puedes explicarnos esto?
—¿Qué cosa?
—Esto. —Max le extiende un papel, palidece—. ¿Tú te quedaste en un motel? Tuve que contactar al banco porque pensé que me habían duplicado la tarjeta, pero me dijeron que no fue el caso.
—Bueno... —Suda frío—. Tal vez.
—¡Mocoso! —Max gimotea—. Por poco se cancela la celebración de aniversario.
—¿Sorpresa? —Griff y Max no impresionan para nada felices con la sorpresa—. Juro que los pensaba llamar, pero he estado ocupado con cosas académicas. —Es decir, patinando con Eiji y teniendo clubs a los que juró que nunca iría y terminaron siendo divertidos—. Lo siento...en verdad quería contarles.
—Aslan, está bien.
—No. —Max lo frena—. No caigas por esa cara de cachorro que te pone, siempre cedes, además ¿te llevaste mi vieja motocicleta? Me llegó una infracción de la autopista.
—Ups. —Okey, no es su mejor día—. Mierda.
—Déjame hablar con él. —Griff le pide—. Luego puedes retarlo todo lo que quieras e iremos los tres a la cena de aniversario a tu restaurante favorito ¿te parece? —El periodista alza una ceja, sus pupilas brillan detrás de los lentes, sus yemas han quedado grabadas en el papel dónde imprimió las facturas y acá le toma el peso a lo irresponsable que ha sido, no obstante con Dino acosándolo no está usando bien su cabeza—. Por favor, necesito explicarle algunas cosas.
—Bien. —Rueda los ojos—. Pero luego yo quiero mi momento a solas con el mocoso, necesito hablar.
—A estas alturas la cena será desayuno.
—Aslan. —Griff le advierte—. Usa tu cerebro y no sigas.
Lo más inteligente es no protestar, por ende, lo sigue hasta su vieja alcoba, se sientan en su cama en un silencio fúnebre, sus converse traquetean contra el piso y sus ojos saltan erráticamente a distintos sectores de la pieza, le provoca curiosidad el contraste, es impersonal, a pesar de tener protegidas y resguardadas sus novelas preferidas nada le evoca a él mismo, piensa en su dormitorio y en cómo al compartirlo se ha permitido ser más abierto con sus ropas desastrosas, sus libros viejos, su notebook con la pantalla craquelada (pero que sirve para ver películas) las mantas regalonas, sus fotos pegadas en la pared junto a los poemas que Griff le hacía, Ash plasmó su vida allí, acá no.
—Entonces Eiji. —Griff le da su tiempo y pone suavemente el tema, lo hace con sus palmas trémulas, sus piernas inquietas y sus ojos bonachones.
—Eiji. —Repite—. ¿Qué hay con él?
—Por favor, no soy tan viejo como crees, fuiste al motel con él. —Refiere como sino fuera vergonzoso que lo hubiera atrapado con las manos en la masa—. Está bien, ya estás en la edad de hacerlo.
—¡G-Griff! —Se atora.
—¿Me equivoco? —Su hermano alza una ceja con una pizca de picardía como si eso le causara gracia.
—Es un malentendido. —Le explica sintiéndose demasiado como el niño que usaba jardineras azules y sombreros de paja—. Fuimos a un motel pero no hicimos nada, Eiji quería que lo ayudara, tenía el primer proyecto de fotografía a la vuelta de la esquina y vimos una película para inspirarlo, le fascinó la ruta 66, si me preguntas no entiendo, fue solo un montón de tierra y piedras, pero Eiji lucía bonito.
—Para eso tomaste la motocicleta de Max. —Infiere y no hay cómo negarlo, ni tiene sentido hacerlo.
—Sí. —Así que lo admite—. Pero Eiji hizo toda una preparación, me pidió ser su modelo.
—¿Modelaste? —Los ojos de su hermano brillan con sorpresa.
—Sí. —Musita—. Te va a dar copias una vez que acabe la prueba, es considerado pero eso no fue lo más divertido de ir sino el show previo que armó, insistió que debíamos llevar "ropa para la ocasión", estuvo buscando un sombrero de vaquero por doquier, deberías haberlo visto, fue racista pero lindo al mismo tiempo y luego cuando se subió a la moto, me abrazó y...
—¿Y? —Ash se ruboriza con creces.
—Perdón. —Baja la cabeza—. No te debería estar contando esto, viniste a retarme, después de todo no tengo una beca que me cubra ni tampoco un trabajo, solo cargué mis gastos sin preguntarles.
—Aslan. —Su hermano le revuelve el pelo, es dulce, comprensivo, es el primer hogar—. No te retaré.
—Pero le dijiste al viejo que lo harías. —El apodo lo incita a arrugar el ceño y en retrospectiva asume que es una ofensa hacia su pareja.
—Max ama tomar el papel de papá estricto cuando tiene oportunidad, tampoco está enojado, Aslan.
—Debería. —Musita—. Debería estar enfadado, arruiné su aniversario.
—No has arruinado nada, todavía cumplimos ocho años de noviazgo.
—Ya deberían casarse ¿sabes?
—Ah. —Griff se pone nervioso—. Tal vez.
—Sino acabarás llevándolo en silla de ruedas al altar. —Pero Ash adora ser mierdoso con quienes le importan, ese es su lenguaje del amor como diría Shorter—. Tal vez en bastón si tienes mucha suerte y si cuidas su cadera.
—No es gracioso que lo acomplejes así. —Chista cruzándose los brazos en el pecho con falso enfado, de niño caía en estos juegos y se desesperaba, odiaba que Griff se molestara puesto que era el único amigo que tenía, entonces perseveraba y se le pegaba igual que una garrapata hasta ser disculpado.
—¿Cómo supiste que eras gay? —Saca la pregunta de una, nunca ha sido fanático de tocar sus temas románticos con nadie dado que se sentían ajenos.
—Con Max. —La respuesta cliché—. Lo vi y lo supe, fue amor a primera vista, me flechó al momento.
—Amor. —Repite alzando una ceja—. Vaya, debes tener una percepción de la realidad bien alterada.
—¡Aslan! —El mocoso ríe apretándose el vientre—. No seas irrespetuoso.
—Lo siento, sabes que amo al vejete a mi forma a pesar de la tentación que siento a molestarlo pero a veces me gana la maldad.
—Lo sé. —Bufa—. ¿Por qué me lo preguntas? Siempre que te quiero hablar de amor sacas las garras como un gato arisco y las usas para huir lejos hasta que logras evadirlo con éxito.
—¿Qué clase de imagen mía tienes? —Gimotea—. Es terrible.
—Una realista. —Griffin se defiende—. ¿Entonces?
—Eiji.
—Eiji. —Repite—. ¿Qué hay con él?
—Lo amo. —El rostro de su hermano se cae con una expresión ininteligible que lo hace trizas—. Eso.
—¿Qué dijiste? —Corea incrédulo—. No te escuché.
—Lo amo. —Se atreve a declarar, más no a sostener una mirada—. No románticamente ni lo profeso como algo sexual, lo amo como amo a la gente por la que me preocupo, joder, no sé qué soy, sé que no soy hetero, ni gay, ni bi, ni nada pero eso me deja más perdido, me está desesperando tener que ser siempre el raro, todos los otros lo tienen resuelto, ¿pero yo? No tengo ni puta idea de quién soy.
—Aslan.
—No quiero perder el lugar que uso en el corazón de Eiji por no poderle dar...ni siquiera me ve como una pareja potencial, lo sé, somos amigos a quienes la palabra les queda corta, pero todavía no logro intimar físicamente, no sé si alguna vez podré y si me esfuerzo demasiado lo terminaré odiando, nos acabaré odiando. —Ash se arranca de golpe el puñal del alma, no debió hacerlo, porque las lágrimas rojas no dejan de correr. Plic. Plic. Plac—. ¿Qué diablos soy?
—No tienes por qué resolverlo ahora. —Su hermano lo toma de los hombros—. Veo que te confunde y te lastima, está bien, lamento que así sea, pero está bien que pase, tienes recién 20, partes tu vida.
—Griff... —Balbucea—. Lo siento mucho. —Sin embargo su hermano niega, no está avergonzado de este conflicto interno, al contrario, se enorgullece y queda claro cuando añade:
—Seas lo que seas, te amaré, eso nunca va a cambiar ¿lo entiendes? —Griff acuna con ambas palmas sus mofletes igual que lo hacía de niño—. Eres mi hermanito y eso no lo cambiará nada en el mundo. —De repente, tiene muchas ganas de llorar.
Joder.
Esperaba que lo amara luego de contarle y que no fuera gran cosa, que no lo viera como si de repente fuera alguien completamente diferente y no ese niño porfiado y mañoso que tantas rabietas provocó en una cabaña que se caía a pedazos, efectivamente su familia lo abraza y promete que: no importará el género de quién ame mientras fuera una buena persona, aunque antelaba que diría eso dado que la respuesta era muy Griffin de su parte, llora como un bebé entre sus brazos, fue ahí que le cayó tal como un balde de agua fría sobre la cabeza.
Estaba muerto de miedo de salir del clóset, no porque hiciera algo malo y aun así, decir esas palabras en voz alta: «no sé qué soy, pero no soy hetero».
Perdón.
¿Por qué se tenía que disculpar? No le hacía daño a nadie con su preferencia, más cada vez que decía esas palabras iban juntas como si no fuera posible decir "no sé" sin el "perdón", ja, qué japonés de su parte.
—Es complicado entenderse a sí mismo. —Griff refiere, sus manos siguen ante sus hombros y parece quererlo abrazar, aunque Ash es recio al contacto físico, muere porque lo haga—. Estarás bien.
—¿Puedo...? —No hace falta que termine la pregunta para que los fuertes brazos del mayor lo ciñan.
—Estaremos bien. —Promete—. De verdad.
Ash se queda ahí un rato, no llora, odia llorar frente a Griffin ya que sabe que su sufrimiento lo herirá mil veces más de lo que se lastimará a sí mismo, así que se contiene aferrándose a su camisa de gala escondida bajo una gabardina elegante, hunde su nariz contra su cuello, se acurruca y se siente igual que un polluelo pidiéndole a su mamá que lo cubra con su ala, tiene suerte de ser amado, si bien, el papá biológico que le tocó fue una porquería la vida lo compensó con creces sin duda.
—Habla con Eiji. —Musita al apartarse—. Explícale esto.
—Pero ¿qué pasa si lo malentendí todo?
—Aslan, ese chico se preocupa genuinamente por ti, lo vi con mis propios ojos, parece valer la pena.
—La vale. —No vacila—. Eiji vale la pena, es la persona más maravillosa que conozco y esa es la cosa.
—¿Eh?
—Estoy aterrorizado de perderlo.
—Pero sino eres tú mismo frente a él ¿realmente fue tuyo para perderlo?
—Tch. —Chasquea con una punzada de alma—. Sabelotodo.
—De algún lado lo debías sacar ¿cierto? —Se burla—. Amo a Max, pero eso lo heredaste de mi parte.
—Chicos. —Como si lo hubieran convocado Max aparece en la puerta—. Pedí domicilio, el ambiente está como para quedarse en casa a celebrar, ¿cierto? Luego podemos ver una película romántica de esas que tanto adora Ash y brindar cuando se haga de noche.
—No quiero ver películas basura con ustedes. —Chasquea—. Siempre pones historias juveniles, ese estereotipo es ofensivo ¿sabes?
—¿Es mi culpa que actúes como protagonista de una novela juvenil, rey del drama?
—¡Ah!
—Te toca. —Griffin se levanta—. Es hora del relevo, cariño.
Max entra a la habitación y se sienta donde su hermano se acaba de levantar y de repente, se aprecia muy cohibido, no sabe qué decir así que aprieta su muñeca y el adulto parece notarlo, debió prevenir que estaría atento a estas señales puesto que lo pilló una vez, Ash jugó bajo, lo manipuló explotando aquel frágil amor de padre e hijo que crecía para que guardara el secreto.
Ash nunca tuvo la intención de que sus rituales punitivos tuvieran espectadores, es decir, los sostuvo en absoluto secreto durante más de un año y por un mero descuido fue descubierto, trató de taparlo con excusas vacías y promesas hechas papeles arrugados. Fue solo una vez. No lo volveré a hacer, ni tenía idea de que dolería tanto. Patrañas. En verdad esperaba que comprara la farsa que proyectaba sobre sí mismo y olvidara el tema, más, no lo hizo, al contrario, empezó a ponerse más alerta y a ver esos detalles que siempre estuvieron esparcidos aquí como migas de pan indicando el camino a casa en un bosque demasiado frondoso para apreciarlo a simple vista.
Max sabe que se autolesionó y no tiene idea de qué hacer, él sabe que Max sabe y nunca pondrá su confianza en juego, así que no le pregunta y espera.
Espera. Espera. Espera.
Así que por mientras se debe conformar con esto: la punta del iceberg de su verdadera personalidad.
O al menos, así era antes de Eiji, ya no más, ya no quiere seguir mintiéndole incluso a su papá y a su hermano, está cansado de mantener una imagen más aceptable y sino lo aman así ¡al diablo! Porque Ash tampoco se ama a sí mismo y ha aprendido a digerir eso, está bien ser odiado, pero la mera idea de ver la cara de orgullo del periodista deformada al enterarse de las mentiras hace que desee llorar.
—Viejo.
—¿Estás bien? —Se la pone simple y concisa—. ¿Estás bien?
—Sí. —Tartamudea—. Lo estoy.
—Bien. —Ríe—. Me alegro.
No dicen más durante un tiempo, ninguno tiene el coraje para cruzar la línea, Max sabe que si incluso le pregunta con buenas intenciones Ash podrá tomarlo como una duda y crucificarlo, por ende, clava su mirada en el piso en busca de las palabras correctas mientras Aslan lo analiza y se le cae el corazón por lo viejito que está, sí, sabe que jode con el tema y lo usa para molestarlo y sin embargo no estaba consciente del velo lechoso que cubría sus manos y era fuente de manchas, ni de sus bolsas moradas ni de sus arrugas más pronunciadas, tiene más en la frente que en la boca, significa que ha implicado más rabias que dichas en la vida del adulto y de pronto, se rompe.
Puede que sea por el tema de Dino o al estar sumamente desesperanzado, hace mucho no tenía una recaída tan violenta como para mutilarse todos los días, encerrarse al baño, contarlos y sentirse feo.
Feo como un monstruo, no feo de humano.
—Viejo. —Entonces repite, no sabe cómo proceder ¿qué tanto sabe Max? Siempre se ha presentado como un ángel guardián que le extiende una mano sin que sepa porque no la tomará, ahora lo mira, eso hizo el primer día y al juntarlo con Eiji fuera consciente o no: lo salvó—. No estoy tan bien.
—Así lo creí. —No indaga más, no entiende si puede—. ¿Tiene que ver con el modelaje? Sé que odias hablar del tema, te prometí que no lo haría, pero esa vez que te encontré en el estudio... ¿te heriste?
—No. —Miente y es excelente mintiendo—. Pero tiene que ver con el modelaje.
—Escuché que Golzine volvió. —El nombre le pone los pelos de punta—. Fue muy raro, te saliste sin siquiera quererte despedir de quien te dio la beca justo antes de que se fuera de viaje.
—Sí. —Ríe—. Apesto con las despedidas.
—Ese sujeto no te gusta.
—No. —Se abre poco a poco, se raja la herida—. Es una escoria como todos los de la industria. —La preocupación en la cara del adulto es evidente—. Nunca me hicieron nada. —Así que debe aclararlo.
—¿Estás seguro? —Asiente.
—Solo era un ambiente tóxico y Golzine era el peor. —Escamotea—. No hubiera sobrevivido incluso si una de las carreras que estudiaba era literatura.
—¿Te tiene nervioso que haya vuelto? Ya no estás en su facultad, no puede hacerte nada, ni siquiera sabe dónde vives.
—¿Qué pasaría si me pudiera encontrar?
—No puede obligarte a volver.
—¿Pero qué pasaría si pudiera? —Balbucea apretándose los jeans—. Tiene poder ¿no es así? No me refiero solo al dinero, Griff este año dará la prueba para entrar a la universidad y no sé, temo que encuentre nuevas maneras de joderme la vida y de arrastrarme a su lado.
—Eso suena obsesivo. —Lo dice con cautela, ansiando que poco a poco se abra por sí mismo—. Ash.
—Decía que yo era su mayor logro, es esperable que me quiera de regreso, ¿no? —Ríe pensando en las cartas disfrazadas de amenaza—. Ten cuidado, es lo que quiero decir.
—Ash. —Max se atreve a tomarle la mano—. No dejaré que nada te pase ni a ti ni a Griff aunque mi vida dependa de eso ¿entiendes?
Aunque dice eso se mira tan drenado, Ash es consciente de que no le dobla la edad, sin embargo, el tiempo que llevan juntos su visión de Max ha permanecido obstinadamente fija como aquel hombre que Griffin le presentó luego de la guerra llamándolo su único amigo, como si aún siguiera en los 20 y no fuera Ash quien ahora sufriera las luchas propias de esa edad, los papeles se invierten y pese a las intenciones nobles del periodista siente que es su responsabilidad proteger a quienes ama. Claro. Ash entiende que Golzine no es su responsabilidad, más, eso no quita que se sienta como una.
—Deberíamos ir a comer, no quiero que pasen su aniversario en un panorama tan deprimente como este. —Es honesto.
—Está bien. —Max no insiste más, ama que lo respete así.
—Lamento haber usado tu tarjeta de crédito.
—No me preocupó que casi rompieras mi noviazgo inculpándome de infidelidad. —Lo toma con una gracia digna de Max—. Me preocupa que no hubiera una compra de condones.
—¡Viejo! —Gimotea con la cara hirviendo.
—Hey, yo sé que tú y Eiji deben compartir mucha intimidad como compañeros de cuarto, pero dense un descanso, se te puede romper si lo usas mucho ¿sabes? —Qué apunte descaradamente a la parte baja del jeans es peor—. Tienes que cuidar tu hombría o acabará enyesada.
—Claro que no se puede romper ¿acaso crees que tengo cinco años? —Más, Ash vacila—. ¿Se puede romper?
—Por supuesto. —No sabe si bromea o no—. Sino te abstienes con Eiji pronto acabarás con fracturas ahí abajo ¿quieres eso? No es nada bonito. —No obstante, la mera mención del moreno lo despierta.
—Yo y Eiji no somos nada.
—Son cercanos. —Lo corrige—. Las notas de Eiji han subido y te he visto explicarle en clases, además Shunichi me contó que te lo presentaron y ¿todavía lo vas a seguir negando?
—Somos amigos.
—La amistad es grandiosa. —Entonces le dice—. Yo y Griff fuimos amigos mucho tiempo, por eso lo hacemos funcionar tan bien, porque la amistad es presenciar las miserias del otro, los bajones, esos lapsus de aburrimiento y monotonía que matan de sueño junto a los triunfos ocasionales.
—Eso no se escucha maravilloso.
—Lo es. —Lo corrige—. Porque de todas las personas que podrían tener te eligió a ti, es un privilegio estar presente para estar triste por o con alguien o cualquier otro sentimiento en realidad.
—A veces dices cosas inteligentes. —Ash se levanta—. A veces realmente pareces mi papá biológico.
—Me gusta pensar que lo soy. —Frunce el ceño—. Borremos a Jim de la imagen e ignoremos que tu hermano es literalmente tu hermano.
—Ah, ya lo volviste raro. —Se burla con una sonrisa de comemierda—. ¡Griff! ¡Tu novio está diciendo cosas raras sobre Jim! Creo que quiere ser nuestro padrastro. —Max palidece con el alma afuera del cuerpo.
—¿Qué? —Griffin no entiende nada—. ¿Te dejo dándole una charla motivadora a Aslan y esto es lo que consigo?
—No es mi culpa. —Max se defiende—. El mocoso tergiversa lo que digo.
—Solo vamos a cenar. —Suspira resignado—. Necesito sacarme la imagen mental tan desagradable.
ೃ࿐♡
—Fue una cena agradable, no lo esperaba.
Eiji se encuentra recostado a su lado, están viendo una película acurrucados en la cama con su laptop encima de sus rodillas, están compartiendo audífonos, él usa el derecho, Eiji el izquierdo, si debe ser honesto no tenía planificado llegar al dormitorio para hablar con el moreno, sin embargo, ambos se estaban esperando incluso sino lo explicitaron y ¿a quién engaña? Ama que muestre interés genuino en las cosas que le pasan, sobre todo en quienes son importantes para él.
—Max siempre es un dolor de culo porque se porta como un anciano gruñón, pero fue lindo, estaban deliciosos los platillos y las películas no estuvieron tan malas.
—¿No te regañó por...? —Eiji clava sus ojos en la pantalla del notebook pero Ash puede verlos claros en el reflejo del monitor—. Ya sabes.
—Fue su sorpresa de aniversario.
—¡Ash! —Patea debajo de las sábanas, el aludido sostiene el computador—. No debió hacerle gracia alguna.
—¿No? Yo lo vi entretenido. —Eiji infla los mofletes y crispa las cejas—. Cómo sea ¿vas a ir a la playa con los clubes deportivos?
—No sé. —Eiji se esconde entre las almohadas—. ¿Tú irás?
—Estaba esperando saber si tú ibas para decidirlo.
—Oh. —Ambos ríen nerviosos—. En ese caso me gustaría ir.
Si bien, Ash comprende que está en un lugar horrible en relación a su salud emocional tanto por esa eterna recaída que cada día parece empeorar más, por las cartas pidiéndole que vuelva y con la idea de que ni siquiera se lleva bien con el equipo de béisbol, realmente lo tentó pensar que podría estar con Eiji en la playa (y Shorter y los demás deportistas, claro).
—Podría llevar la cámara. —Eiji propone.
—Podríamos posar los dos en una sesión, estoy cansado de no tener tantas fotos contigo. —Declara.
—No sabía que querías fotos conmigo. —Eiji se encoge con timidez, más en lugar de apartarse apoya su cabeza sobre el hombro de Ash provocando que entre en cortocircuito—. Es algo que me pondría muy feliz, podemos arreglarlo, Sing sabe usar la cámara.
—El mastodonte.
—Es boxeador, igual que Shorter. —Ah, de repente el tema del discípulo le hace sentido—. También van a estar llevando a cabo una sesión de modelaje cerca, ha sido noticia desde que anunciaron el paseo.
—Oh. —Ash tiene un mal presentimiento—. Una sesión de modelaje.
—Sí, con ese conglomerado famoso, ya sabes, el de las marcas de lujo.
—Corsa. —Adivina.
—¡Ese mismo!
Ash sonríe con tristeza, ha sido lindo poder fingir que es similar a Eiji y que no tienen unos trasfondos completamente opuestos como dos líneas paralelas que por algún milagro sensitivo se entrelazaron, devolviéndole la esperanza, siendo una mera intersección, un eclipse, un segundo extra, un palpitar robado, pero eso es todo. Ash se abraza a sí mismo sin escuchar más la conversación, ahora el dilema no es si enfrentar a Dino, sino cuándo elegirá hacerlo y si seguirá entero para ese entonces.
El arquito de la playa igual nos permite ir ahondando en varias cosas y dandole matices a muchos personajes, así que estos dos capítulos son lindos por un lado e intensos por otro, pero ya veremos eso. Y sobre Max, es super complicado el tema de las autolesiones, es importante recalcar que aunque lo pilló no fue literalmente en el acto y más en Ash que es un adulto en terminos de edad, es super duro lidiar con eso, menos sino tiene tutoria legal o algo así, al final, Ash puede hacer lo que quiera, la cosa es cómo las acciones de Max habrían repercutido dejandolo incluso con menos red de apoyo si lo pasaba a llevar por ejemplo, pero es harta tela para cortar más adelante, esto no muere acá, no, no.
Nos vemos mañanita y mil gracias por seguir acá~
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