12. Cartas anonimas.
Hola mis bonitos lectores~ Ya llegamos a los puntos más claves del fic para ir cachando dónde vamos a profundizar, así que a mentalizarse, reforzar hartos las advertencias del inicio, poner ojito en el autocuidado y nos vamos.
—Debería irme a duchar, me siento asqueroso luego de andar tanto en carretera. —Ash se arrepiente de sus palabras apenas las deja salir, está familiarizado con la nula higiene de los moteles, antela que la ducha y la bañera estarán tan inmundas como siempre—. Tú puedes acomodarte.
—Ah. —Eiji se rasca la nuca sin ser capaz de mantener el contacto visual, odia que estén volviéndose raros cuando estaban bien—. También me quiero duchar.
Si fuera más audaz y estuviera más relajado le tiraría una broma como: "deberías acompañarme para ver si soy rubio ahí abajo" no obstante teme que hará combustión espontánea en cualquier segundo.
Así que se limita a correr al baño y encerrarse.
Ash se ve en el espejo, sus ojos se enfocan en la gruesa capa de mugre que le impide observarse casi como si pudiera traspasarla por el poder de la voluntad, no alcanza a mirar mucho, más, su cara yace repleta de tierra, hollín e incluso parece tener refresco seco en la camiseta, suspira, sus manos toman con fuerza los bordes del lavamanos mientras intenta acallar su corazón, no entiende la razón de ese nerviosismo, está con Eiji, con su amigo, su persona de confianza, por ende no lo forzará a nada y no pasara nada, que Eiji sea gay no significa que le gusten todos los chicos además.
—Mierda. —Se maldice sacándose la camiseta y desabrochándose los jeans, da la ducha—. Pero qué sorpresa.
No hay agua caliente.
Si bien, esta habitación es la más barata del motel porque no quiere generar un malentendido acerca de posibles engaños entre Griffin y Max a fin de mes, cree que merece agua caliente y toallas limpias.
—Como sea.
Se mete debajo del chorro, se tira el cabello hacia atrás y deja que sus pensamientos fluyan como si también se los pudiera lavar, sus dientes castañean y los pies se sienten resbalosos contra la alfombra antideslizante, ha estado en moteles antes, en muchos, ¿cómo? Seguramente se preguntarán siendo que no tiene experiencia sexual per ce, pues los moteles son más baratos que los hoteles, aunque sí lo contrató la cremé de la cremé artística (todos cerdos) eran demasiado tacaños como para pagarles alguna cama decente y muchas veces intentaban propasarse.
Lo hacían con la excusa de un masaje, alabando su cuerpo o incluso jugueteando con su cabello dado que les daba la excusa perfecta para fingir cercanía, Ash sentía asco, desde ahí no frecuenta moteles.
—Pero acá estás. —Se dice a sí mismo—. Viniste a un motel con Eiji.
Un motel que tiene cajones llenos de condones, lubricantes y juguetes que ni siquiera sabe para qué se usan.
Alto.
¿Qué pasa si Eiji se lo propuso en un doble mensaje? Debe admitir que las cosas han sido muy íntimas desde que se conocieron, le han mostrado lo más vulnerable al otro, las grietas del cuerpo, cicatrices de alma y pedazos de corazón y el otro lo ha aceptado con suma devoción, por ende, deberían sentir algún tipo de atracción romántica ¿no? Es decir, si esto fuera una novela definitivamente terminarían juntos y enamorados y probablemente con gemelos, pero... pero reducir su cariño a Eiji a eso lo hace sentir enfermo, no tiene nada contra el romance, ha visto lo feliz que el romance con Max ha evocado en su hermano, muchas veces inclusive llegó a envidiar lo que tenían o más bien, lo que eran capaces de sentir el uno por el otro. Ash no cree poder sentir atracción romántica ni sexual.
No de manera genuina (al menos) nunca la ha sentido antes, nunca se ha enamorado ¿nunca lo hizo?
No obstante, Eiji se ha convertido en alguien especial en tan acotado tiempo, sí, es cliché, más, siente que lo ha conocido de toda una vida, cree que a veces hay personas con las que uno conecta al 100%.
—Pero cuando él sepa. —Sus ojos van a sus muñecas.
Sus muñecas llenas de cicatrices blancas.
—Al menos ninguna está sangrando. —Se consuela a sí mismo.
Hubo un tiempo en que sentía la necesidad de dejar su cuerpo tan deforme que fuera imposible que alguien sintiera atracción por un muñeco tan destrozado, hubo un tiempo dónde sentía una cantidad irracional de odio a sí mismo y no había otra forma de sacarlo, se sentía como pinchar un globo antes de que explotara por el exceso de presión y ahora se cuestiona cómo sería ser normal.
—Te toca. —Sale del baño con la misma ropa puesta, no tienen recambios, no esperaban que el viaje en carretera les tomara tanto tiempo—. No hay agua caliente.
—Gracias. —Eiji tiene la mirada clavada ante el suelo—. No me tardaré mucho, volveré de inmediato.
—Ten una buena ducha.
Ash respira cuando Eiji se mete al baño, más el alivio no le dura puesto que solamente hay una cama.
¿Por qué habrían dos camas en un cuarto de motel? Estúpido.
Lo mejor que puede hacer es apegarse a una orilla y fingir que duerme deseando que Eiji no entienda que sigue despierto y de paso tantear sus verdaderas intenciones, acá es la prueba definitiva, si ansía tomar algo de Aslan nadie lo ayudará, no se podrá negar, en teoría fue su culpa por aceptar quedarse.
Sabías a lo que venías, no te hagas el inocente.
—Mierda, las palabras de Dino. —Maldice entre dientes—. Realmente me jodió ese psicópata, ¿pero acaso hizo algo tan terrible?, ¿acaso Eiji hará lo mismo?
Una parte suya se repele por siquiera pensar así de Eiji, otra intenta ser más compasiva justificándose con sus vivencias pasadas y la mayor parte de sí mismo quiere un cúter o siente que explotará, no le mostrará una crisis a Eiji, no le hará eso. Pero como no puede hacer más que resignarse se cubre con la sábana hasta la cara y espera que eso lo mate entre sueños.
Sabía que los moteles le reactivarían algo para lo que no estaba preparado y aun así vino. Fue idiota.
—¿Ash? —No responde cuando Eiji sale, el vapor inunda el cuarto porque al parecer el agua caliente tiene preferidos—. ¿Ya te dormiste?
No responde.
No lo hará.
Escucha cómo Eiji se tumba a su lado en la cama, concibe su calidez invadirlo, más, no tocarlo, musita algo en su lengua natal y luego se queda en silencio lo que impresiona una eternidad hasta dormirse.
Ash no puede dormir, lo intenta, no obstante, las sábanas de motel tienen una textura distintiva y su cerebro no puede dejar pasar el estímulo, al contrario, lo intensifica arrastrándolo a todos estos sitios en donde no consiente estar con personas que quisieron lastimarlo de una u otra forma, debe volver, necesita traerse a sí mismo y recordarse que está a salvo (¿lo está? Porque su cerebro está escalando a escenarios indescriptibles) de pronto, la bilis se le sube a la garganta.
Ash se voltea, puede distinguir la silueta de Eiji dormitando en la oscuridad, más, no es suficiente, lo llama un par de veces para asegurarse de que esté durmiendo y no se vea como un maldito predador sexual para deslizarse, lo hace lento, progresivo y aterrado, no toca a Eiji, pero se recuesta lo bastante cerca como para que las puntas de su cabello cosquilleen y su aroma lo inunde, es increíble cómo su olor no cambia a pesar del shampoo barato que debió usar, lo presiente porque se siente húmedo y aún más esponjoso que de costumbre.
Es agradable, todo sobre Eiji es realmente agradable.
Baja la mirada con vergüenza, entierra su nariz ahí trayéndose a sí mismo a la realidad, es una técnica de Grounding desesperada, la leyó como consejo de un anónimo en la aplicación pero resulta, la usa de S.O.S en caso de no poder mutilarse, es un ejercicio 5/5 donde debe sentir con sus 5 sentidos con un tiempo de 5 segundos un estímulo seguro y bueno...
Empieza.
Parte oliendo el cabello de Eiji, está mojado, el resqueme del shampoo huele muy diferente, en Aslan solo huele a prostituto como dirían en la industria. 1/5. Sigue mirando su silueta en la oscuridad y el corazón le empieza a jugar malas pasadas por lo rápido que corre, aún así, es familiar, es raro, poseen varios meses compartiendo cuarto pero siempre tuvieron un espacio que los separaba, un límite que no se decía en voz alta, más, ambos respetaban. 2/5. Escucha a Eiji y su respiración lenta y calma, es así como siempre debería escucharse, Eiji lo merece. 3/5. Vista. Olfato. Oído.
¿El sabor? Ash se sonroja con violencia, las gotas de la ducha caen a sus labios, es dulce, Eiji es dulce.
Lleva 4/5, va bien, solo falta tocarlo.
—¿No puedes dormir? —El corazón se le sube a la garganta cuando Eiji se da vuelta para enfrentarlo.
—No. —Dice sin poderse explicar—. Perdón por quedarme tan encima. —Es la brillante excusa usada puesto que no hay manera de disimular que lo estaba oliendo antes y observando, vaya degenerado.
—Está bien. —Eiji sonríe, quedan cara a cara—. También me cuesta acostumbrarme y echo de menos mi cama. —Traga duro—. Nunca he estado en un motel antes. —Confiesa.
—Ah.
—Estoy nervioso, es una tontería.
—No es una tontería. —Lo defiende—. Me pasa igual.
—¿Nunca has estado en un motel antes? ¿A eso te refieres?
—Oh, he estado muchísimas veces. —Alto, eso sonó mal—. Con la productora y equipo de modelaje.
—Ya veo. —Maldición, eso se escuchó peor.
—No creas que yo... ellos trataban y querían hacer cosas, pero nunca quise escalar de esa forma, me daba asco siendo honesto y el modelaje era divertido, pero no era lo que en verdad quería hacer, no sabía en este entonces a qué le dedicaría esa otra parte de mi beca, más, sabía que sería con novelas.
—Libros. —Repite—. Sí, no te imagino en otra cosa, es como parte de ti saberte de memoria y adorar a esos autores increíblemente aburridos.
—Eres un bastardo. —Lo patea debajo de las sábanas, Eiji pone sus ojos en blanco con sorpresa real.
—¿Realmente acabas de hacer eso?
—Tal vez. —Se mofa—. ¿Quieres que lo haga de nuevo para estar seguro?
—¡Tú! —Eiji es vengativo, se le arroja encima por desagravio—. ¡Deberías de respetar a tus mayores!
—Ahora sí suenas como un abuelo. —Para Ash es sumamente sencillo paralizarlo, es cosa de tomarle las muñecas para que quede congelado arriba suyo—. En verdad eres...
Sus palmas se sienten calentitas, son pequeñas, suaves y encajan a la perfección entre las suyas. 5/5.
Fin del ejercicio.
—¿Ash? —Lo estornuda—. ¿Todo está bien? —Nada está bien.
—¿Alguna vez has besado a un chico? —Eiji abre la boca por la conmoción y Ash no sabe por qué ha dicho esto si nunca antes fue tema y no obstante sus dedos están entrelazados y su corazón está tan confundido que físicamente duele, desvía sus ojos a cualquier otro punto, se arrepiente de venir acá.
—No. —Sin embargo, Eiji le responde y no debería sorprenderle, es el más valiente de los dos—. Me gustaría que mi primer beso sea especial, tuve oportunidades antes pero siempre faltaba algo, nunca se sintió como la persona correcta ¿entiendes? —Asiente—. ¿Tú? ¿Alguna vez has besado a un chico?
—Sí. —Se arranca la espina—. No a un chico, a un hombre. —Eiji impresiona leer el trasfondo aunque no lo explicita, poco a poco afloja el agarre, pero Eiji no se atreve a moverse, se mantiene a sí mismo ahí arriba por temor a lastimarlo—. Odié cada puto segundo.
—Ash.
—Lo siento, no sé por qué te dije esto. —Finalmente lo suelta—. Los moteles me traen memorias un poco desagradables.
—No debimos haber venido.
—No teníamos otra opción, ambos estamos cansados. —Traga duro, Eiji poco a poco vuelve a apoyar su cabeza en la almohada—. Y venir contigo está bien, sé que no me harás daño.
—Bueno. —Eiji vacila—. Buenas noches, Ash.
Pero Ash no duerme esa noche.
ೃ࿐♡
Ash despierta gritando ahogado, ha levantado la sábana, no mucho, pero sí lo suficiente para sacarse los fantasmas de encima que tomaron y tomaron por su propio placer, nunca tienen caras, más, sabe perfectamente quiénes son por sus toques rudos y grotescos, se agarra el corazón sintiendo la polera y deseando poder meter su mano ahí, arañar la camisa y dejar expuesta la capa de piel, escarbar esa piel hasta poder tocar músculos, vísceras y sangre para arrancarse el corazón de sus huesos y por fin ver qué tiene de extraño o anormal. Fue horrible. Estos sueños siempre lo son.
¿Sueños? ¡Ja! Más bien pesadillas.
Mira a Eiji recordando que no está solo, sigue dormido, por ende se levanta para mojarse la cara con la patética esperanza de que eso aplaque el dolor, sabe que no lo hará y sin embargo de todas formas se obliga a dejar su colchón.
Respira, respira, respira. No puedes tener una crisis acá, no tienes con qué cortarte, Eiji no perdonará si te ve así. Tienes que aguantarte, tienes que soportarlo.
Da el agua, está turbia y oxidada como suele estar en los moteles, colma sus palmas y mete su rostro tratando de borrar las imágenes todavía grabadas al otro lado de sus ojos como si las hubiera trazado cortando el reverso de sus párpados. No recuerda mucho. Dino. A otros tipejos de la industria. Evocó cosas que no pasó pero siempre temió que pasaran a raíz de lo que Marvin decía detrás de la cámara.
Clic. Clic. Clic.
O los demás artistas compartían.
Son gajes del oficio nada más, si tienes suerte puedes convertirte en su mascota favorita, ¿acaso esto habría sido distinto a prostituirse? El mero pensamiento al someterse lo incita a que se trague la bilis ascendiendo hacia su garganta, se siente descompuesto, un cadáver con gusanos e infecciones desde adentro hacia afuera, no tiene nada que salvar y eso duele.
Se queda ahí, presionando sus ojos con sus manos temblorosas hasta que baja para llevar otra tanda.
—Eiji. —Y lo ve en el reflejo del espejo.
No quiere hablar.
No pretende contarle eso a nadie nunca, teme que le responda lo mismo que siempre evitan, resulta que el único método de acoso oficial es tener una polla en la boca y él no llegó a eso.
Pero aún así... está sentado con Eiji en la cama, con la luz de la lamparita prendida, las palmas todavía mojadas y temblorosas, no sabe qué decir o por dónde empezar o siquiera si vale la pena ser sincero.
—Intenté olvidarlo. —Musita agachado sobre sí mismo, Eiji está arrodillado sobre el piso, asume que es una manera de cuidarlo, de respetar su espacio y acercársele solo cuando se lo permita—. Mi año en esa carrera fue un maldito infierno, al principio no fue gran cosa, pero después noté las peticiones escondidas, los toques y los doble significados. —Ríe—. Me estoy quejando por nada.
—No digas esas cosas. —Eiji lo regaña siendo tan validante, entonces Ash debe mirarlo, alza los jades de la mugrienta alfombra del motel para verlo a la cara porque necesita hacerlo, Eiji sigue ahí, dolido.
—Llevaba ocho semanas cuando me emboscaron en el camarín. —Sus dedos están presionando uno de sus tobillos, se está sosteniendo a sí mismo, sino lo hace se hará mierda y no soportará tener que mostrarle eso a Eiji, las muñecas están cubiertas aunque su alma yace desnuda—. Intentó ¿violarme? No estoy seguro, se supone que consentimos esta clase de cosas por los beneficios que tenemos, yo no quería escalar así y pude luchar de vuelta, tuve suerte, reaccioné, pero cuando fui a denunciar al haberlo pensado mucho, solo se burlaron de mí: "este es el mundo en el que estás, niño".
—¿Qué? —Eiji está horrorizado.
—Eso me dijeron, este es el mundo al que elegiste entrar y ahora te aguantas. —Ash también lo está.
Aún lo recuerda.
—No quería cargar mucho a Griff ni a Max, estaba desesperado, sabía que mi hermano preparaba el examen de admisión para la universidad en secreto, siempre ha soñado con estudiar poesía, se mudó conmigo y aceptó un trabajo de mierda porque la beca no era suficiente, yo tenía que estar bien sino nunca haría su vida, por ende, me sentí acorralado, llamé a mi papá por primera vez, no sé, supongo que esperaba que hubiera cambiado con los años o la distancia, lo llamé muerto de miedo.
—Ash.
—Nunca había estado más asustado en la vida y nunca había pedido ayuda ¿sabes que me dijo luego de oírme con lujo y detalle? —Eiji niega—. Si alguien intenta lo mismo, cállate y déjalo. Pero has que te pague. —Ash mira sus manos, de repente, sus lágrimas caen entre sus líneas de vida, más, no cree que esté vivo, estarlo no debería ser una tortura de esta magnitud—. Perdón, estoy exagerando, más tarde me acostumbré ¿sabes? Tuve que lidiar con ese tipo de comportamiento, fingí que estaba bien.
Pero mientras más fingía más sucio se sentía y tuvo que encontrar maneras de sacarlo, siendo franco, el acoso se volvió tan insoportable que el suicidio apareció como una opción, pero Griff estaría triste si se mataba así que eso era lo mejor. Mutilarse.
Podía destruirse y actuar como si siguiera vivo, nadie lo sabría, a nadie le importaría, el problema es que las autolesiones le funcionaron demasiado bien y se volvieron adictivas para aplacar el malestar.
—A estas alturas no siento nada. —Ríe pero su voz se quiebra—. Nada de nada.
Por eso no se puede enamorar.
Por eso el amor está sucio, podrido e infectado.
—Ash. —Eiji se sienta a su lado mientras llora desconsoladamente, no deja que lo vea, se tapa contra la palma de su mano, más, el toque gentil del moreno lo abriga igual que una manta, siente los dedos más pequeños y delgados apretarle el antebrazo y cubrirle la espalda—. Tranquilo. Sí estás sintiendo.
¿Por qué debe sentirse tan horrible en ese caso?
—Tú te sientes responsable por ignorar tu dolor y permitirte llegar a este punto pero yo también me siento de esa manera. —Ash deja caer sus manos en su regazo, incrédulo, sus ojos están cristalizados, su boca tiembla y no puede articular palabra alguna—. Estás herido, muy herido. Lo entiendo bien.
¿Lo hace?
—Tú me salvaste. —Deja que las manos de Eiji hagan y deshagan, más, estas no toman ni lo lastiman sino que lo guían a su lado—. Puede que ahora mis palabras no signifiquen nada, pero recuerda esto.
Eiji dice con su corazón sangrante, su alma herida y sus alas rotas.
—Aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado. —Porque lo ama de vuelta.
Y se lo refiere en una sonrisa abierta, una mirada transparente y una seguridad digna de Eiji Okumura que hace que Ash quiera creerle y albergar esperanza de que las cosas algún día mejorarán y que no es necesario que siga alerta puesto que llegó a casa, finalmente está a salvo, acá, en Eiji, en quien se ha convertido en su hogar.
—Yo permaneceré a tu lado. —No vacila—. Claro, sino te molesta. —¿Cómo podría molestarle? Debe ser malditamente afortunado para que le proponga esto.
—¿Eso quiere decir que tendré que seguir comiendo esos sándwiches asquerosos? —Es lo que chilla en su lugar, limpiándose las lágrimas con el antebrazo, intentando aplacar las emociones que rompen como olas dentro de su estómago y aprietan su corazón.
—Sí, así que alégrate. —Declara con orgullo—. ¡Los sándwiches de tofu son muy sanos! Tu salud está a salvo conmigo.
La voz de Eiji se apaga.
Ash se ha acostado ante su regazo, está cubriéndose la cara con los dos brazos, no puede parar todo este llanto, probablemente se rebalsó y venir fue la gota que sobrepasó ese vaso, más Eiji es un lugar seguro y Ash quiere mostrarle esto, necesita decírselo, debe ser valiente.
—Quédate a mi lado. —Finalmente se lo pide—. No tiene que ser para siempre, aunque solo sea por ahora.
Entonces Eiji apoya una palma sobre su espalda con suma gentileza y lo sella.
—Para siempre. —Le promete—. Para siempre.
Y Ash le cree.
ೃ࿐♡
Algo cambió luego de esa conversación, ni Eiji ni él lo explicitan, más, ambos lo saben y Ash lo aprecia por cómo Eiji no reclama de regreso a los dormitorios por tenerlo que abrazar y de hecho desliza sus dedos alrededor de su torso como si quisiera absorber su calidez, memorizar su presencia, perpetuar su esencia e incluso su olor, le gusta este nuevo nivel de intimidad en dónde el nipón recuesta la cara contra su espalda y bromea en la autopista y le quita los goggles dado que le lucen mucho más lindos incluso si se guarda el cumplido a sí mismo.
Su corazón sigue saltando en la cercanía y más que nunca, nada pasó en el motel, es decir, ocurrieron una infinidad de cosas, pero ninguna se asemejó a los escenarios catastróficos que lo atormentaban.
No lloró solo tampoco.
Fue raro.
Ash acostumbra a enfrentar sus dolencias en silencio, a dormir cuando los otros no duermen en caso de tener pesadillas, en encerrar sus demonios en cajitas de metal dentro del velador y a aguantar su incomodidad porque fue lo que eligió y debe mamársela, no obstante, nada de eso abruma su cabeza con Eiji pegado en la motocicleta, se siente como una tormenta con el viento golpeándole la cara, el calor azotándolos en los caminos ya urbanos y el ronroneo del motor.
Llegan más rápido de lo que desearía.
—Eres un desastre. —Bromea al bajarse y observar su cabello encrespado a todas partes—. En serio te ves desastroso.
—Pues tú no estás mucho mejor. —Eiji espeta con falsa irritación—. Aunque... —Sus ojos lo recorren de arriba hacia abajo—. Olvídalo, es increíble que hasta en estos escenarios te veas como sacado de una película.
—¿Esa es tu manera de llamarme guapo? —Se mofa.
—Sino fueras guapo no habrías sido mi modelo. —Enfatiza apuntando la cámara—. Gracias.
—¿Gracias?
—No tenías por qué ayudarme, habría entendido si te negabas pero de todas maneras lo hiciste y te conseguiste hasta una motocicleta porque querías que mi trabajo fuera lo más cercano a mi visión.
—Ah. —De repente Ash está rojo y tembloroso—. No tenía nada mejor que hacer. —Balbucea ¿acaso no tenía una excusa más creíble? Ugh, para tener 200 puntos de IQ Shorter tiene razón y se apaga al enfrentar a Eiji, es como si su cerebro entrara en cortocircuito—. Quería que quedara bien.
—Eso es lindo. —Eiji sonríe apenado—. ¿No debes devolver la moto?
—Luego. —Espeta—. Aunque sí tendré que explicarle lo del motel, no quiero que a fin de mes tengan una pelea con Griff cuando les llegue la cuenta de la tarjeta.
—Pensé que habías pagado con tu dinero.
—No tenía suficiente. —No miente—. Nos cobraron dos noches por salir más allá de las 12 y no tenía más.
—Oh. —Eiji desvía la mirada con la cara totalmente roja—. Yo debería ir a clases.
—Deberías. —Traga duro—. ¿Nos vemos?
—Sí. —Ríe ansioso—. Vivimos juntos, creo que nos veremos.
—Tienes razón.
Ash se despide con los sentimientos atorados en la garganta.
Arrastra su trasero de regreso al dormitorio, estos días han sido irreales, es decir, siempre lo son con la compañía de Eiji, sin embargo, haberle mostrado esta parte tan vulnerable de él y que no la odiara, al contrario, que la acogiera. Tal vez pueda estar bien. Quizás está mejorando. Sí. Se siente optimista.
—Boss! —O al menos, así se sentía hasta que lo detienen en la entrada—. Le llegó correo.
—¿Correo? —¿La gente sigue usando eso?—. ¿De quién?
—No sé. —Kong se encoge—. Es una carta anónima.
Ash la abre.
La carta no tiene nada de anónima sino que grita «Dino Golzine» por doquier.
ೃ࿐♡
¿Estás seguro de que deseas restablecer tu fecha de inicio a hoy? No te sientas avergonzado de volver a empezar. Deberías estar orgulloso de haberlo intentado.
Sí.
He estado libre de autolesiones durante:
0 minutos y 7 segundos.
¿Se viene cosas? Sí, pero no tan intensas al comienzo así que pueden respirar todavía, pero el tema del i'm sobber seguirá dandonos indicios de qué tan estable está Ash realmente, así que vamos a eso.
Nos vemos mañanita~
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