10. Tiara de flores.
Hi~ Reajustandonos a nuestros nuevos horarios explotadores, pero vivos todavía, de verdad le tengo mucha fe a esta dínamica, onda, vamos en 1/3 y siento que vamos bien encaminados, así que tengo fe de que salga bien esto, manifiesto para que se pueda. Mil gracias por leer, acá tenemos el último capítulo antes del drama que se pueda venir, disfrutemos.
¡Espero que les guste!
—¿Estás seguro de que puedes hacer esto, Ash? —Las palmas de Eiji aprietan la correa de su mochila dando cuenta de unos desmesurados nervios, sus mocasines se golpean entre ellos y su cabello (que ya está perfectamente peinado) se encrespa por el frizz del aire acondicionado.
—Puedo hacerlo.
—Te puedes retractar y estará bien.
—Prometí que te acompañaría a verlo ¿no? —Ash enfatiza, no se lo dirá, más asegura estar aún más ansioso que el propio Eiji porque no todos los días le presenta a personas de su mundo y se abre así.
—Tienes razón. —Eiji suspira sin animarse a tocar el timbre—. Esto saldrá mal.
—Eiji.
Ash lo mira de reojo sin quererlo presionar, analiza cada una de sus facciones deformadas por miedo e incertidumbre, no lo presiona para abrir ¿a quién engaña? Tampoco se siente listo para conocer a quién lo inspiró a meterse en la fotografía y se preocupó lo suficiente de la depresión para traerlo a América llegando a inclusive conseguirse un trabajo para estar cerca mientras yace en la universidad por su carrera, Max se lo dijo: "Shunichi es un buen sujeto" se pregunta si será algo de asiáticos pero desecha el pensamiento en un abrir y cerrar de ojos.
Eiji sigue siendo un misterio que lo intriga más y más, es decir, estuvieron conviviendo meses enteros sin que Ash tuviera la más remota idea de qué acababa de perder a su papá para poder ser un amigo.
—¡Ei-chan! —La corriente de pensamiento se ve interrumpida por un hombre con una barba cortada y una apariencia avejentada sosteniendo por los hombros al aludido.
—Ei-chan. —Repite para sí mismo concluyendo que el apodo es adorable—. Vaya.
—Ibe-san. —Eiji le corresponde el abrazo y hasta se debe inclinar en la punta de sus pies para mitigar la brecha corporal, al parecer Eiji es universalmente enano—. Ha pasado harto tiempo ¿no es cierto?
—Dijiste que estabas ocupado en exámenes. —No es mentira, Ash lo ha visto estudiar—. Y me dijiste que sigues en el equipo de pértiga, eso me alegra mucho. —Las mejillas del atleta se ruborizan como una rosa en apogeo extendiendo los pétalos, es cautivador—. ¿Has estado bien?
—Sí. —Finalmente se apartan—. Ash ha sido de mucha ayuda. —Acá es dónde el adulto repara sobre su presencia, es inusual, la gente suele notarlo antes que cualquier otra cosa, no es malo, solo no lo acostumbra.
—Ash Lynx. —Extiende la palma para presentarse puesto que sí es un caballero—. Soy amigo de Eiji.
—Ah. —No sabe si es su impresión o hace una mueca cuando escucha su nombre y de repente, tiene la necesidad de continuar porque no quiere caerle mal.
—Siempre quise conocer al... —Ash mira a Eiji y luego al adulto ¿cuál es la maldita relación entre los dos? No es su papá por razones obvias ¿entonces qué?, ¿un hermano mayor? Se ve demasiado viejo.
—Ibe-san es mi tutor y mi amigo.
—Ya veo. —Arruga el ceño—. ¿No es un poco viejo para ser tu amigo?
—¡Ash! —Eiji patea el piso en forma de protesta—. Apenas está en los treinta, no lo acomplejes por la edad.
—¿Treinta? —Lo mira de arriba hacia abajo—. Vaya que lo ha tratado mal la vida, luce peor que Max y eso es mucho.
—Max. —El fotógrafo se detiene—. Ash Lynx, sabía que tu nombre me sonaba. —Claro que el vejete ha hablado con orgullo del hijo (autoproclamado) que ha criado a base de paciencia, amor y millones de otras virtudes—. Eres el mocoso insoportable de Max.
—¿M-Mocoso? —Palidece.
—¡Ibe-san! —El aludido rueda ligeramente los ojos, es obvio que le desagrada a pesar de su encanto.
—¿Por qué no entras para que nos pongamos al día? —Eiji le arroja una mirada de reproche, debería ser un gesto intimidante y bestial, sin embargo, sus pucheros son adorables—. Entran, en plural.
—Gracias.
Eiji lo coge del brazo y lo mete al apartamento antes de que cambie de parecer, debe admitir que el tal Ibe-san tiene un gusto impecable para la decoración, sin duda es el estudio de un artista en donde los cuadros de óleo y fotografías empapelan las paredes, los muros son de gamas vibrantes pero al ser fieles a su propia esencia son sobrios también, hay varias flores sobre la mesa y polaroids frescas en lo que debe ser el cuarto oscuro, tanto la cocina como el baño impresionan genéricos no obstante está mucho mejor que la oficina de dinosaurio que Max tiene en la facultad.
—Les iré a preparar té. —A Ash no le gusta particularmente el agua dónde fermentan plantas ajenas.
—Café está bien. —Ibe alza una ceja, dándole a entender lo desubicado de su comentario—. Mierda.
—No maldigas en su casa. —Le reclama Eiji, se han sentado en el sillón y está tan tenso que se olvidó de cómo diablos respirar y debe ayudarse por la boca—. ¿Por qué estás tan ansioso? Es solo Ibe-san a quién estamos visitando y él es muy agradable.
—No es por él. —Dice para sí mismo.
—¿No? —Eiji frunce el ceño, procesando lo dicho—. ¿Entonces por qué estás así?
Por ti, es por ti.
El apartamento está repleto de Eiji incluso sino vive acá, lo vislumbra tanto en las cosas de pajarracos que están tiradas como en los retratos donde salen juntos, un inmenso cuadro con un honorífico de premio yace al centro, se titula «Fly boy in the sky», la imagen es simple: es Eiji saltando la barra con la espalda perfectamente arqueada, su cabello siendo una maraña esponjosa contra el viento con la agilidad digna de un gato, no tendría razones para ganar algo así, más, su expresión es extraordinaria.
Hermoso. Etéreo. Libre.
Es una declaración pura e inquebrantable por la libertad y es acá cuando Ash se recuerda que todavía no conoce tanto de Eiji como le gustaría, tiene talento para pasar desapercibido aun si es una novela abierta a diferencia de Ash no obstante es imposible de descifrar, es la misma sensación impregnada que le queda cuando un personaje secundario saca un spin off en una saga y ¡sorpresa! Claramente su historia era mucho más interesante que la del protagonista, eso es lo que Eiji impresiona, enfrenta la vida con su corazón sangrante entre sus manos, no esconde nada y sin embargo, es imposible leer lo que piensa hasta que se aprende del idioma. Ash recién está aprendiendo a leerlo con sus páginas rasgadas, sus letras corridas y su tapa gastada y ha amado cada puto segundo.
Está seguro de que si fuera una persona normal, ya se habría enamorado de Eiji al menos cien veces.
—Sé que él es importante para ti. —Así que le explica—. Pretendo mantenerme mucho tiempo más en tu vida y será un dolor de culo si él no me quiere.
—Ah. —Aunque ansió hacerlo sonar lo más heterosexual posible Eiji se ha sonrosado—. Se oye como una propuesta.
—Tal vez es una propuesta.
—Ash. —Ríe apenado—. No juegues con eso, me gustan los chicos ¿recuerdas?
—¿Sueñas con que algún día se te propongan?
—No sé. —Desvía la mirada—. En Japón eso no se puede, si me entiendes.
—¿Él sabe que tú eres...? —Eiji niega.
—Los únicos que saben van a la universidad y mis padres. —Lo último lo pronuncia con una nostalgia tan grande que siente el repentino impulso de tomarle la palma—. No me gustaría que Ibe-san sienta que soy otra persona, él es demasiado importante para mí, no quiero perderlo. —Si lo pierdes porque te atreviste a ser honesto y genuino, no vale la pena, quiere decirle.
—¿Me habrías contado sino te hubiera atrapado? —Es lo que pregunta en su lugar.
—No. —No duda, de hecho, lo mira a los ojos—. Nunca te hubiera dicho.
—¿Por qué?
—Porque eres el primer amigo real que tengo. —Empieza—. Eres esa clase de amigo que me asegura que no he tenido ningún amigo antes, no de verdad, nunca he conectado tanto con otra persona, sé que me cuesta hablar de mis cosas, es duro, siempre que lo hago una voz en mi cabeza dice "no seas una carga para el resto", pero a veces realmente necesito que me escuchen y no sé, contigo sale más fácil, no me tengo que forzar a contarte nada, solo te lo cuento, además me gusta escucharte, pasaría horas escuchándote hablar de lo que sea, incluso si son esos libros aburridos.
—Eiji.
—Creo que no tiene sentido, perdón.
—Deja de disculparte. —Lo detiene y se atreve a tomarlo de los hombros para atrapar y sostener su mirada—. Sé que te han lastimado y crees que yo estaría mejor sin ti ya que te asusta ser "una carga", pero necesito que sepas que mi vida mejoró muchísimo porque te conocí.
—Ash.
—Estaba pasando por un momento muy jodido al llegar a la universidad, me cambié de carrera dado que el ambiente por poco me mata en la otra, fue horrible, fue... asqueroso, estaba alerta, vine arriba con todas mis barreras decidido a que no me hicieran daño, pero tú nunca lo hiciste, te di chances y sin querer te probé, pero tú haces las cosas porque crees que son correctas y punto, no me di cuenta de cuándo empecé a querer conocerte más, a saber de esa persona maravillosa pero si no fuera por ti nunca habría vuelto a la casa ni hablado con Griff o ido a mis clases, retomado el equipo de béisbol, gobernar la residencia, todo lo bueno que he hecho es porque tú has visto algo bueno en mí.
—A-Ash. —Eiji no tiene palabras para responder, sus pupilas se hayan cristalizadas y su boca tiritona.
—Me haces querer ser esa persona buena que tanto vez.
—Ya la eres. —Pero no solo eso.
—Me haces feliz. —Finalmente dice—. Ahora soy feliz, porque sé que por lo menos hay una persona que se preocupa por mí sin esperar nada a cambio. No puedo creer la suerte que tengo.
Es el sentimiento más feliz del mundo.
—Tú también. —Eiji aprieta sus hombros de vuelta, acercándolo—. Desde que tengo memoria suelo priorizar la felicidad de los demás, pero contigo... contigo soy egoísta, perdón.
—Deja de disculparte. —Lo regaña tirándole las mejillas otra vez.
—¡Duele! ¡Duele! ¡Ash! —Eiji gimotea exageradamente—. No le haces eso a la fuente de tu felicidad.
—¿Ahora eres la fuente de mi felicidad? —Chista—. Vaya que eres altanero.
—Aprendí de ti. —De pronto sus dedos dejan de tironear los mofletes y pasan a acunarlos, se sienten suaves y rellenos y le encanta tocarlos—. Aprendí del mejor, boss.
—Ese apodo me gusta. —Musita embelesado—. Deberías llamarme mucho más así, con ese respeto.
—Gánatelo entonces.
—¿Acaso me estás desafiando, onii-chan?
—Tal vez. —Eiji se muerde el labio con nerviosismo—. Pruébame.
—Tal vez lo haga. —Ash presiona su pulgar ahí—. Tal vez te pruebe.
—Ejem. —Ibe está parado en la puerta con una expresión inteligible sosteniendo una bandeja de tés y tazas elegantes—. ¿Interrumpo algo?
—¡N-No! —Eiji tartamudea rojo, muy rojo—. Esto es un gran malentendido.
—Mejor comamos algo antes de que me desmaye por la baja de presión. —El adulto sentencia—. Si pueden vayan a la mesa, ya está todo listo ahí.
ೃ࿐♡
Pues resulta que la hora del té (¿son japoneses o ingleses?) no dura mucho, los grandes ojos repletos de curiosidad de Eiji atrapan las flores que yacen encima de la mesa del comedor y cuestionan el por qué están ahí, Ibe le explica que estaba haciendo tiaras de flores para un matrimonio, mañana tienen que ir a una boda para sacar fotografías y si bien, en un inicio las compró, la pareja exigió algo mucho más artesanal, Ash escanea el desastre que hay en la mesa, parece una masacre de flores y juzgando la expresión de cordero degollado de su compañero piensa lo mismo, por ende, Eiji ofrece el soporte de ambos porque aparentemente debe ser bueno en todo, incluso en manualidades.
De cualquier manera, Ash vino para apoyarlo, así que si debe beber té con sabor a pasto y trenzar el resto de las flores que sobrevivieron la guerra, lo hará, se sienta frente a frente al nipón, Ibe está en una llamada de trabajo y el silencio por el apartamento es agradable, es un sitio lindo de Nueva York.
—¿Sabes hacer tiaras de flores? —Ash finalmente pregunta a la media hora de trabajo, ha fallado al tratar de coser los pétalos, son frágiles y se rompen.
—No. —Entrecierra la mirada hacia la magnánima corona que lleva.
—Mientes. —Chasquea—. Eres muy bueno en esto.
—Solo lo hago con cuidado.
—Con cuidado. —Repite indignado—. Yo lo estoy haciendo con cuidado.
—Puedo verte de acá, ¿sabes? —Eiji alza una ceja y apenas levanta la mirada de su labor—. Y pareces querer asesinar a esas flores, no las trenzas con suavidad.
—Pues no sé cómo.
—¿Te muestro? —Ash suelta las flores y queda boquiabierto—. ¿Quieres que te enseñé?
—Ah. —Balbucea—. Haz lo que quieras.
Entonces Eiji se levanta de su silla para acomodarse al lado de Ash, le pide permiso para acunarle las manos con la excusa de enseñarle cómo trenzar flores, no se puede tranquilizar, deja que los amables toques del moreno lo guíen alrededor del hilo, los pétalos y las mostacillas, más, no se concentra, lo trata de hacer, intenta enfocar hasta la última pizca de su atención en la tarea, sin embargo, su pecho late a miles de latidos por minuto con Eiji respirándole en el cuello, usando un tono afectuoso, viendo con un cariño desmesurado sus jades, entrelazando sus dedos. Joder.
Es un desastre, Ash es un desastre.
Claro, sería de gran ayuda que Eiji no se viera tan lindo con la luz dorada bañándolo, con sus pestañas de mariposa revoloteando o su sonrisa deslumbrante robándose corazones, no entiende, pero siente que va a estallar algo dentro de su pecho, teme estar enfermo o más descompuesto de lo que pensó.
—¿Ves? —Solo regresa a la realidad cuando Eiji lo suelta y de repente, su mano se siente vacía, como si extrañara y necesitara que la sostuvieran—. Ya te quedó.
—Es una tiara de flores. —Repite asombrado, realmente la armó—. Wow.
—Te dije que si tratas con cuidado a las flores funcionará.
—Pero esta tiene rosas. —Repara en los pétalos rojos—. No sentí ninguna espina, ¿se las arrancaste?
—No fue necesario. —Terco. Irracional. Un poco loco—. Si te fijas, las amortiguamos con mostacillas, así no lastimarán la cabeza de nadie pero tampoco se las sacamos, no son mis flores preferidas pero me resultan hermosas aunque un poco incomprendidas.
—¿A pesar de sus espinas? —Balbucea.
—Porque tienen espinas. —Enfatiza—. No "a pesar" de sus espinas, que las tengan es parte de ellas.
—Eres raro. —Ash se rinde alzando su tiara de flores—. En verdad estás desquiciado. —Deslizándola dulcemente entre los mechones entintados del contrario y la imagen lo deja sin aliento.
—Me queda un poco chica. —Ríe ansioso.
—Es porque eres cabezón. —Se burla.
—Mientras más cabezón más cerebro hay, debo ser más inteligente que tú.
—No creo que funcione así.
—Tch. —El bastardo chista—. ¿Se ve mal?
—Te ves precioso. —Se le sale el pensamiento—. La tiara, me refiero y creo que les encantará usarlas.
Pero Ash no está hablando de la tiara.
No puede quitarle la mirada de encima, no es gran cosa, son solo un montón de flores trenzadas con un hilo artificial verde de plástico y algunas mostacillas, no obstante, por cómo se funden entre todas las ondas negras, Eiji impresiona haberse convertido en un campo de flores, son brillantes, coloridas, delicadas y aun así, armoniosas, sus ojos lo miran con timidez y sus orejas ruborizadas solo lo vuelven peor, definitivamente su pecho se siente raro al igual que su estómago, su garganta y todo, sus manos se sienten cosquillosas pidiéndole tomar otra vez las del moreno, se pregunta cómo será esa persona digna del amor de Eiji, si lo tocará con la gentileza que merece, si lo verá con los ojos que Ash lo mira.
—Ei-chan. —Ibe se incorpora al comedor con una cara derrotada—. Se me acabaron las pastillas que uso para el dolor de cabeza, hay una farmacia cerca ¿puedes ir?
—¡Ah! —El nipón reacciona—. ¡Claro!
Eiji se va antes de que Ash pueda protestar.
Queda a solas con Ibe.
—Entonces... —Está tan incómodo que realmente maldice no haberle prestado atención a Max sobre sus charlas de antaño, así tendría una pista de este tal Ibe—. Coronas de flores.
—Voy a ser directo contigo. —Okey, será de este modo—. ¿Eres el novio de Ei-chan?
—¿Eh? —Ash parpadea. Una. Dos. Tres veces. Enrojece como una tetera—. ¡No! —Gimotea tapando su cara con un repentino ataque de vergüenza—. ¿Por qué piensas eso?
—Por cómo se tratan. —Sus ojos rasgados están clavados en sus manos que aún sostienen un pétalo.
—Somos buenos amigos. —Aclara—. Y compañeros de dormitorio, por eso creo que actuamos cerca y tal vez más cerca de lo que es considerado bien visto, no hay límites.
—Ah. —Ibe se tira en la silla de enfrente—. Ya veo.
—Novio. —A Ash le cae la teja—. ¿Por qué creería eso?
—Sé que Ei-chan es gay incluso antes de que él lo supiera. —De repente, una sonrisa florece y ya no se mira tan gruñón o intimidante—. Estoy preparado para que alguna vez me presente a un novio al que considere correcto, me rompería el corazón verlo con una chica solo por la presión de su familia.
—Así que ha sido tema. —Dice para sí mismo.
—Vaya que ha sido tema, su familia lo presiona demasiado, actúan como si Eiji fuera un adulto desde que tiene 17 y nunca le permitieron ser niño, tuve que traerlo por eso, necesito que se permita saber quién es y caerse y equivocarse, pero hacerlo por él mismo.
—Joder.
—Por eso. —Ibe regresa a su semblante característico—. No juegues con él.
—¿Qué?
—Si solo lo estás usando para divertirte un rato, déjalo, no te perdonaré si le rompes el corazón. Me da igual que seas el hijo de Max y el hermanito de Griffin.
—Yo no quiero lastimarlo. —Explica queriendo que su voz salga firme y terminando con un hilo tenue y pequeñito—. Lo estimo, es mi amigo.
—He escuchado eso antes. —Chista desconfiado—. Las personas creen que pueden pisarlo por aquel corazón tan noble que tiene y yo no puedo perdonar que lo hagan sentirse culpable por anteponerse.
Ash no sabe qué decir para defenderse.
En parte le alivia que exista una figura protectora como Ibe en esa historia porque lo ha visto invalidar su propio dolor como si no fuera suficiente, esconderlo, tragárselo cual motivo de vergüenza, eso lo hace pensar que quiénes han amado a Eiji en el pasado no han amado a Eiji realmente, sino a lo que puede ofrecerles, a esa capacidad que tiene para reconfortar, a su escucha, altruismo, gentileza, a lo que lo convierte en "falto de personalidad" para los ignorantes cuando ha tenido que contenerla, de seguro que al mostrarla sufrió y lo hicieron sentir indeseado, Ash no quiere eso, no desea que Eiji se sacrifique por nadie más.
—No es unilateral. —Le explica—. Es cierto que Eiji me tiende a anteponer incluso más de lo que me gusta porque así es él, se preocupa en extremo de quienes ama, pero yo también me preocupo, miro que le cuesta dejarse cuidar y mostrar lo más "feo" de sí mismo por temor a decepcionar, aunque sí soy impaciente nunca lo presionaré con eso, me quedaré a su lado, esperaré.
—Esperarás. —Repite con suspicacia.
—Así es.
—¿Por qué?
—Porque la única manera de sacarle ese pensamiento de la cabeza es así, es fácil hablar cosas lindas, pero ¿quedarte?, ¿quedarte cuando la otra persona está más mal? Eso sí es difícil. —Divaga—. Y más difícil es todavía querer a alguien en ese momento, yo seré paciente, lo querré sin importar su estado de ánimo, de hecho, ya lo hago. —Ríe para sí mismo—. Lo quiero independiente de todo y me aterra.
—Te escuchas como un buen amigo. —Hay algo escondido detrás de ese tono altivo.
—Quiero ser un buen amigo. —Se defiende—. Quiero ser la persona que Eiji necesite porque incluso sino nos conocemos desde hace tanto, sé que Eiji es la persona que necesito.
—Vaya.
—Sí. —Mierda, siente que ha mostrado demasiado.
—Creo... —Ibe se relaja—. Creo que te juzgué mal. —Empieza e inclina levemente la cabeza—. Griffin y Max hablan de ti con mucho cariño, lo siento si estuve a la defensiva, pero Ei-chan es un tema.
—Lo entiendo. —Lo calma—. Está bien, no te pongas sentimental, me alegra que Eiji tenga a un tutor que lo cuide de esa forma.
—Tutor y mentor. —Bromea—. Él me inspiró y yo lo metí en la fotografía.
—Te inspiró. —Balbucea posándose en la imagen ganadora—. ¿Cómo lo conociste?, ¿también viviste en Gizmo? —La mirada que el adulto le entrega está repleta de ternura y eso lo hace sentir casi como si fuera un niño y no un adulto de veinte años.
—Lo vi en una competencia por la televisión y tuve que plasmar su expresión, se ve maravilloso ¿no? Siempre me pregunto en qué estará pensando allí arriba, nunca me ha querido decir, pero es cuando más paz me evoca, así que le debo mi éxito de cierta manera y tal vez por eso lo sobreprotejo.
—Sientes que se lo debes. —Infiere.
—Exactamente.
—Está bien. —Ash lo calma—. Si algo he aprendido de Eiji es que el amor no se construye sobre las deudas.
—Vaya. —Ibe sonríe con orgullo—. Te ha enseñado bien.
ೃ࿐♡
—Creo que le caí bien... —Ash suelta cuando el día se ha acabado, están tirados en el sillón del adulto viendo una película al azar mientras que el fotógrafo fue a comprar la cena—. Sí, me amó.
—Ajá. —Eiji alza una ceja con suspicacia—. Supongo que es un buen indicio que al volver ambos aun estuvieran en una pieza.
—¿Ves? Realmente me adoró, onii-chan.
—Mientras no te escuche decirme así. —Ríe entre dientes—. Y de todas formas ¿de qué se quedaron charlando? —Sus jades penden a la fotografía ganadora, el reconocimiento es inmenso y está seguro de que incluso sino conocen a Eiji en persona, basta mirarlo de modelo para quedar flechado.
—De ti. —Tararea—. De cómo creyó que yo era tu novio.
—¡¿Qué?! —Eiji se atraganta—. Ugh. —Y gimotea derrotado en el sofá—. Lo siento por eso.
—Oye. —Ash lo toma de las muñecas para verle la cara—. Basta de disculpas, ya te lo dije.
—Lo siento.
—Eiji. —El aludido ríe nervioso.
—Perdón, es una costumbre.
—Deberías rodearte de personas con las que no te tengas que disculpar por ser tú en ese caso. —Al fin se lo dice, no quiere ser brusco, más, no soporta verlo sufrir—. Como Ibe, por ejemplo, actuó tan cool cuando creyó que era tu novio.
—Como Ibe-san. —Musita—. ¿Y cómo tú?
—Sí. —Sus dedos se entrelazan—. Especialmente como yo.
Mañana empezamos con más tensión, chan, chan, chan, pero dentro de todo el capítulo es adorable, solo que deja el gancho para temas más densos, quién entienda la referencia de mañana se lleva mi corazoncito porque los artes oficiales que han salido me han dado mucha vida y deben ser explotados como corresponden.
Nos vemos mañanita~
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