1. Bailando bajo la lluvia.
✩ Notas del autor: ¡Hola mis bonitos lectores! Bienvenidos a este flufftober de 31 días consecutivos, no estaba segura si iba a participar porque partí con una trama muy heartstopper, de hecho, era un au basado en ellos, pero al capítulo 7 se sentía tan ooc que me trabé y la idea murió, sin embargo, rescato mucho que Alice escriba con tanto respeto temáticas fuertes como las autolesiones o el espectro suicida sin caer en la romanización y eso quise conservarlo, así que dentro de todo la trama es muy linda, suave, dulce en un au universitario pero tengan en consideración esto último. Los promps utilizados, son los propuestos por #EsDeFanfics, la página en facebook. Y bueno, como siempre este capítulo es de prueba para ver si le damos cuerda o dejamos que pase a mejor vida.
✩ Género: Slice ofe life/ Fluff/ Friends to lovers/ Slow burn.
✩ Ship: AshEiji/ WongLung/ MaxGriff.
✩ Advertencias: Se tratan autolesiones de manera explícita, por ende, se pide respeto con el tema y autocuidado en la lectura, en este fic se tocará lo mejor y más informativo que se pueda recordando que cada caso y cada persona son diferentes, por ende, lo que pasé aquí o por qué pasen las cosas no significa que represente la totalidad del espectro. También aparecen violencia implícita, acoso y síntomas de la gama ansiosa como pensamiento rumiante, negativismo, catástrofe, etc. Algo importante a destacar en el fic es que se tocan diferentes sexualidades y el descubrimiento de estas no tiene por qué ser obvio, cada quién tiene su tiempo para descubrir quién es y los procesos siempre son respetables.
Si están bien con esto, partimos con una de las escenas más potentes del fic y ya pasamos más al fluff, de verdad sí me gusto lo indulgente que quedo en muchas partes y espero que a ustedes igual.
Ash se deja caer contra el soporte del lavamanos, sus piernas están flectadas hacia su vientre, el piso de baldosas se siente frío y se cuela a través de sus jeans, las tuberías del apartamento son viejas, el goteo retumba al lado suyo como si fueran lágrimas contenidas. Plic. Plic. Plac. Las ve sollozar directo del oxidado sistema que recubre el mármol perlado de lavabo hasta una poza.
Sus jades se enfocan en aquel charco.
Turbio. Inestable. Sucio.
Puede vislumbrar su reflejo deformarse con cada lágrima de tubería que oscila hasta acumularse por aquella parte de las baldosas, ve el efecto mariposa, le resulta hermoso, ciertamente lo cautiva cómo de una escueta gota se forma una areola y susodicha se expande hasta el final de la poza deformando en el camino su imagen, volviéndolo algo intangible y efímero.
Ash sonríe por sus propios pensamientos, acomoda sus omóplatos lo mejor que puede sobre el baño e intenta mitigar esta sensación indescriptible que se lo come vivo, se intenta levantar, tiene que irse luego a su cuarto o Griff lo vendrá a buscar, así que intenta ponerse de pie, sin embargo, sus converse pisan el charco de sangre y termina aterrizando otra vez sobre el suelo helado y dejando un desastre.
—Mierda. —Masculla para sí mismo.
Lo que le faltaba.
No sabe dónde la cuchilla acabó escondida, ve la mácula oscura y espesa haberse vuelto una ciénaga que tendrá que fregar con confort, las ropas son otro tema, las tendrá que tirar, de cualquier manera se agacha para buscar la hoja de metal, tantea por cada rincón del baño, detrás del vanitorio con los soportes de madera dónde guardan los repuestos del shampoo y el jabón, alrededor del retrete y al fondo del lavamanos, nada, no la encuentra, no obstante...
Plic. Plic. Plac.
Su muñeca empezó a sangrar otra vez.
—Típico. —Masculla.
Se vuelve a acomodar contra el lavabo, aprieta su muñeca para cortar el sangrado y se marchita ahí.
Con un charco de sangre. Con una cuchilla perdida. Un cuerpo mutilado. Y una carta que solo precisó de una sola palabra para arruinarle aún más la vida.
«Aceptado».
En realidad fue aceptado en la universidad.
—Carajo.
ೃ࿐♡
Las gastadas converse rojas pisan una poza de agua que se torna mar muerto en cuestión de minutos a raíz de la lluvia, Ash refunfuña, cabreado, se las arregló todo el camino para avanzar sin el paraguas que olvidó en casa y sin embargo, ahora el agua sucia se ha colado a través de sus suelas de goma y le ha empapado hasta los calcetines, la sensación es francamente grotesca, se siente como si tuviera una bola de confort mojado cubriendo sus pies en vez de zapatillas, más encima este par de converse son sus favoritas (las únicas que tiene en realidad).
—Joder.
Pero como no puede quedarse maldiciendo al charco de lluvia se acomoda la capucha de la chaqueta para seguir con el camino a la facultad, la llovizna está goteando en su cabello, la siente deslizarse a las puntas de su fleco hasta caer por su nariz y la oye arremeter como si alguien estuviera golpeando una ventana con sus uñas afiladas. Plic. Plic. Plac. Sigue la caminata con el ritmo errante, se acomoda enfrente del cruce peatonal solo para que los autos arrumben el agua estancada sin que exista grado empático hacia los peatones quienes ven impotentes cómo la corriente se hace olas, las olas rompen en sus caras a través de una larga línea para eventualmente retirarse al océano igual que un tsunami.
Ash suspira.
Se sacude igual que un gato mojado, toma una gran bocanada de aire limpio (lo único bueno de esta lluvia, por cierto) y corre al otro lado de la calle apenas tiene oportunidad.
Vislumbrando finalmente la facultad y cómo la llovizna forja una capa de cascada gracias a las figuras irregulares de la azotea recuerda que Hemingway escribía metáforas extraordinarias acerca del agua y de sus versátiles significados, eran de esa clase de textos que te dejan mirando la nada en tu cuarto sin que sepas si es mejor reanudar la lectura o quedarse con ese nudo atascado en el pecho tal como una bola de pelos, adora la literatura clásica y en especial a Hemingway, pero siempre que menciona el tema los adultos ponen una cara de reproche, dicen que es malo admirar al que se suicida y puede que tal vez tengan razón, pero ¡vamos! El escritor tenía 61 años cuando se disparó con una escopeta.
«Me encuentro bien y estoy muy contento sobre las cosas en general y con ganas de veros pronto a todos».
Esa fue la última línea de la última carta que mandó antes de dispararse.
Y si le preguntan, esa sí es una manera de morir.
—¡Ash! —Shorter está en la entrada a pesar de todo para ser su guía—. ¡Por aquí! Estoy en la puerta.
Le da risa que se esfuerce tanto por clarificarlo puesto que es imposible confundir aquel peinado tan llamativo, alto y morado, sin contar que su amigo tiene un sentido de la moda particular que consiste en polerones chillones que no combinan con parkas que parecen michelines, jeans sucios y zapatillas horriblemente payasas, ese es el estilo de su bro, así lo quiere en realidad.
—No puedo creer que hayas evitado toda la semana novata hasta el último día. —Ash se deja abrazar por el chino, sigue lloviendo, todos están empapados y a nadie le parece importar—. Los clubs tienen las inscripciones abiertas por suerte.
—¿Tengo que meterme a alguno? —Gimotea.
—Sí. —Es cortante—. Tú dijiste que querías hacer vida social en la universidad.
—Sí pero...
—Dijiste que querías una experiencia diferente a tu facultad pasada. —Su cuerpo se coloca rígido en la mera mención—. ¿Quién se cambia de carrera de modelaje a letras? Amigo, eres toda una caja de sorpresas ¿no es así? Además te cambiaste de ese lugar para niños ricos a esta universidad, no quiero que me malentiendas, estoy feliz de que por fin vayamos al mismo campus y que tengamos que vivir acá, pero esta universidad es pública, las cosas son diferentes.
—Lo sé. —Musita con la cabeza gacha—. Espero que sean diferentes.
—¿Qué dijiste?
—Nada. —Escamotea—. Vamos a inscribirnos a esos clubs o lo que sea antes de que se agoten todos.
—¡Ese es el espíritu!
—¡Shorter! —Se queja cuando lo intenta arrastrar entre la multitud—. No corras.
—¡Vamos! ¡Apresúrate o se agotarán!
Pues resulta que su mejor amigo no exageraba con toda la mierda del espíritu novato ya que inclusive bajo la llovizna los toldos anunciando diferentes actividades extracurriculares yacen inmóviles dando panfletos con trozos de información y tratando de seducir a los novatos, los jades repasan cada stand sin que sepan dónde concentrarse exactamente, hay multitudes atrincheradas por doquier, no existe nada que capte su atención y lo haga exclamar: acá pertenezco, vine para esto.
Suspira.
Ni siquiera anhela meterse a algo, sin embargo, está decidido a probarse a sí mismo que sí es normal.
Tendrá una vida universitaria con amigos, novia y todas esas cosas que se supone que la gente quiere a su edad. Sí. Puede hacerlo.
Puede ser normal o al menos, fingir serlo.
—¡Yue! —Se detienen en uno de los clubs con brusquedad—. ¿Qué tal?
—Cómo siempre. —Es cortante. Frío. Duro.
—¿Supiste que nos asignaron el mismo dormitorio?
—No sé qué he hecho para merecer semejante castigo.
—Aww, no seas así, me tienes cariño.
—Sí, claro. —Chasquea la lengua—. Te tengo cariño así como le tengo cariño a ese polerón viejo que está al fondo de mi closet.
—Sabía que sí me querías aunque sea un poco.
El muchacho se queda refunfuñando entre dientes, a Ash le resulta bastante dramático y como todas las viejas costumbres que aprendió del modelaje tardan en morir lo repasa de pies a cabeza, refinado es la primera palabra que piensa, tiene una silueta común en el ballet, es bajo pero delgado y su cara andrógina sería célebre en la pasarela, es bonito del mismo modo que son bonitos los vinos costosos.
Bonito como una serpiente exótica.
—¿Y ese? —El chico posa sus ojos en él, son afilados, punzantes y tienen un matiz que fácilmente se confunde con morado—. ¿Quién es? ¿Por qué me está viendo tanto?
—Ah, cierto. —Shorter impresiona reaccionar—. Ash Lynx, él es mi mejor amigo. —Una mueca brota entre los finos labios del contrario ante su mera mención—. Él es Yut-Lung.
—¿Quién? —Me suena.
—Es mi compañero de dormitorio en Chinatown. —Agrega—. Y el presidente del club del orgullo, yo también estoy ahí, por eso somos amigos.
—¿Club del orgullo?
—¿Acaso tienes algún problema, homófobo?
—¡No! Ash no lo tiene. —Shorter detiene la contienda—. Es amigo.
Es acá que Aslan cae en la cuenta del motivo de los lábaros y los colores en el stand, hay una tonelada de pins con distintas banderas acomodados sobre el mantel junto a un folleto educativo, a juzgar por la lista de inscripciones es un club bastante demandado, Ash frunce la boca, solía creer que el mundo se reducía a gustar de las chicas o de los chicos, pero con Shorter entendió que no es así porque para citarlo: él le da a todo lo que puede y aparentemente eso va más allá del espectro binario, le da cierto tipo de envidia verlo tan seguro de su sexualidad, una envidia sana que esconde una admiración tras las asperezas porque él...
¿Qué es? Supone que heterosexual, más, nunca le ha gustado nadie en realidad.
Quizás no es nada y solo está fingiendo serlo.
—¿Entonces te vas a inscribir o no? —Ash se atora con su saliva ante la pregunta, el toldo apenas les cubre de la lluvia y aun así, nadie está usando paraguas o impermeable.
—No, yo no soy...
—Claro que no. —Yut-Lung alza una ceja con cizaña—. Y supongo que lo pondrán en el edificio blanco de los dormitorios.
—No es un edificio blanco. —Shorter rebate—. Y no, Ash quedó en Downtown porque se cambió de universidad, fue un ingreso de última hora.
—Ja, con los marginados.
Se le hace curioso que los edificios en dónde comparten dormitorios tengan nombres alusivos acerca de algo que tengan en común los que los habitan, por ejemplo desde que Shorter vino se ha quedado en Chinatown con el resto de los chinos, Black Sabbath es el edificio de los negros y asume que todos los marginados van a Downtown, ha escuchado que es una pocilga y si bien, el sistema se le hace un poco discriminatorio, los mismos estudiantes lo organizaron de esa manera como si fueran pandillas.
—Habría preferido compartir dormitorio contigo. —Ash dice con resignación—. ¿En realidad quedar en Chinatown era imposible?
—Podría haber movido mis contactos, pero te matriculaste muy encima.
—¿Y qué hizo el señorito? ¿Estaba teniendo una crisis vocacional?
—Me cambié de carrera. —Le toma un segundo vislumbrar que Yut-Lung sí es despectivo—. Por eso.
—Pero qué afortunados son algunos para poderse dar ese lujo.
—Yue.
—Apuesto que estabas en una privada.
—Lo estaba. —Ash chasquea—. Me gané una beca. —Eso hace que cambie la expresión del contrario casi como si su primera impresión hubiera errado—. Vengo de un pueblo de mierda, ser modelo, eso me daría la chance de estudiar lo que realmente quería más tarde pero las cosas salieron mal y como todo el resto, esto es lo que puedo pagar.
—Ya veo. —Yut-Lung lo mira defensivo aunque ya no tanto—. Mi error.
Shorter lo abraza de los hombros para que sigan con su caminata a través de los distintos clubs, debe de inscribirse en algo aún porque si no, no tendrá una vida normal y a estas alturas está desesperado.
—¿Tu amigo siempre es tan defensivo? Es un idiota.
—Yue viene de una familia... complicada.
—Todos venimos de ahí. —Ash ríe.
—Sí pero... —Shorter frunce el ceño, crispa las cejas—. Viene de una familia bien acomodada, estuvo mucho tiempo metido en ese ambiente.
—Ah. —Francamente le da igual—. Ya veo.
Para acabar con su tortura termina inscribiéndose en el club deportivo, también practicó béisbol con constancia en su universidad pasada, se quería meter al de literatura o letras, más, la gente no puede apreciar la grandeza de los autores clásicos y antes de sentarse a discutir novelas juveniles se prefiere dar un tiro en la cabeza.
ೃ࿐♡
"Downtown" efectivamente es un basurero que se cae a pedazos y está lleno de personajes, con una sola visita ya concluyó que acá envían a los marginados y no solo por los apodos extravagantes dando eco contra las paredes o los looks que sus compañeros habitacionales lucen, si no que existe algo en el ambiente que coopera con el estereotipo, su habitación está en el último piso, el ascensor no sirve y no tiene aire en los pulmones cuando llega agarrándose del barandal, cree que las cosas no pueden ser peores al contemplar las endebles escaleras de madera hasta que...
—Carajo.
Hasta que su nombre en la pizarra está junto a otro.
Tiene un compañero.
«Eiji Okumura» suena extranjero y a juzgar por su presencia ahí (y no en Chinatown) debe ser asiático por parte de Japón, Ash maldice entre dientes porque lo último que necesitaba era compartir cuarto.
Compartir cuarto lo hace todo más difícil, desde estudiar hasta mutilarse a sí mismo, más en realidad tiene la esperanza de que este cambio de aire lo ayude a controlar el tema de los cortes, sabe que sí es efectivo el hacerse daño para soportar el día a día y aun así, normalizó demasiado este mecanismo y ahora su salud corre peligro, pero qué maravilloso, quizás solo necesita un lugar dónde encajar.
O quizás, se termine matando de acá al final del semestre ¿quién sabe?
—Ni siquiera lo haces para morir. —Se reprocha a sí mismo.
Suicidio y autolesión son espectros completamente diferentes y al diablo, abre la puerta, ya no posee ganas de torturarse con sus recuerdos.
—¿Hola?
No hay nadie a simple vista en la habitación, sabe que debe haber alguien ahí por lo pulcra y habitada que se encuentra la mitad del cuarto y no obstante más allá de la ropa en el closet y las escasas cosas acomodadas en el escritorio no hay indicio que dé pista del tipo que lo acompañará, Ash explora el sitio que tendrá por el siguiente año, no hay mucho, un baño y una pieza dividida en dos lados iguales con los mismos muebles traídos de Ikea.
—¿Hola? —La lluvia se escucha demasiado fuerte incluso a esas alturas de la ciudad—. ¿Hay alguien?
Entonces nota a alguien.
Está en el balcón, se está empapando con los codos apoyados en el barandal, está dándole la espalda y Ash asume que no lo ha escuchado ni visto y francamente tiene ganas de irse o de fingir que todavía no ha llegado, sin embargo, el chico está encogido y da una impresión muy triste.
Así que Ash entra al balcón para acabar pronto con la tortura.
Esa es la primera vez que lo ve.
Eiji Okumura.
—Hola.
Primero se cuestiona si efectivamente será un estudiante universitario, se mira joven y tan joven que duda que tenga más de 17 años, está empapado de pies a cabeza, su cabello pende como tinta negra que enmarca alrededor de una cara todavía aniñada, sus mejillas son regordetas y están rojas al igual que su nariz, primero piensa que es por el frío, más, cuando sus miradas se entrelazan le atribuye su sonrojo al llanto, sus ojos están atiborrados, cristalizados e hinchados, le da una risa nerviosa, asume que no esperaba ser descubierto y casi le pide a Ash que se crea su mentira, que finja que las lágrimas son parte de la llovizna y así lo hace, se acomoda a su lado como si no fuera gran cosa.
—Ash Lynx. —Se presenta.
—Eiji Okumura. —Le corresponde aunque ya conocía su nombre.
—¿Qué ves? —El japonés apunta al gimnasio en dónde se lleva a cabo un acto por la semana novata.
—Están bailando bajo la lluvia. —Ash ríe.
—Lo están.
Y Eiji sigue llorando.
Este fic es Ash-centric así que nos tendremos que aguantar su pov y realmente jodo mucho con el tema del club del orgullo porque así los personajes se conocen un poco y me parece lindo que se conozcan de esta manera, pero recién vamos empezando, siempre es bienvenido cachar qué les pareció la dínamica y qué onda para ver si los torturo todo octubre con ella o hacemos otra cosa.
Se les quiere mucho~
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