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Apuesto a que no se esperaban un tercer capítulo hoy sorras ♥️.
Voten y comenten mucho xfa
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Un mes después
Luke suspiró abriendo la puerta principal de su casa, con los dos cachorros y el perro adulto siguiéndolo dentro, hasta la sala de estar.
Dejó la canasta llena de fresas en la mesa de centro, caminó hasta Delilah dejando un beso sobre su cabeza y siguió su camino.
-¿Que tal todo afuera?-preguntó la menor, dejando la pluma y tinta a un lado para cargar a ambos cachorros.-Hola hermosos.-susurró besando la nariz de ambos.
-Hace demasiado calor y tus hermosos se la pasan correteando por ahí, aún no tienen la edad para obedecer.-Explicó mientras bebía de su vaso lleno de agua.
-Bueno, es que son unos bebés, míralos.-murmuró caminando hacia él, mostrándole las pequeñas caras de los perritos.-Solo quieren jugar.-susurró.
Luke sonrió con ternura, dejando un pequeño beso sobre sus labios.
-¿Que hacías?-preguntó curioso, sentándose sobre el sofá, junto a un lado de donde sunny ya estaba recostada, con la lengua de fuera, le acarició la panza lentamente.
-Oh, si.-murmuró, dejando a ambos cachorros sobre el sillón individual, caminó hacia la correspondencia y comenzó a leer una carta.-La señora....-entrecerró los ojos.-La mujer de la pastelería quiere dos galones de leche y tres docenas de huevo para el día de las entregas.
-Aún no te aprendes su nombre.-Se burló el mayor.-Ni porque viene en la carta.
Delilah le mostró la lengua mientras caminaba hacia él, comenzando a leer la siguiente carta, del hombre de la tienda de comida con el que habían hecho un trato recién llegaron.
Luke era muy persuasivo y también demasiado inteligente para alguien que no fue a la escuela y solo sabía lo básico gracias a sus padres.
Una semana después de su llegada al pueblo, Delilah había aprendido a ordeñar a las vacas y también a las cabras, Luke fue al pueblo un día y volvió junto con tres perros, un montón de posibles clientes, y tres seguros, los últimos eran su mejor oportunidad ya que era la tienda, la pastelería y una cantina que también era restaurante 'casero' durante el día.
Claro, no olvidemos al señor Nicéphore, al que le llevaban una reserva de leche una vez a la semana por la mitad del precio, cenaban con el y su familia y después volvían a su casa.
Les había ido bastante bien en el corto tiempo de su estadía en Francia, eran más felices que nunca, Luke aún le enseñaba cómo hacer varias cosas a Delilah durante la mañana, para la tarde, la mayoría del trabajo estaba terminado y se ponían a hacer la comida mientras cantaban en voz baja y bailaban de forma ridícula.
Descansaban un rato, leyendo, pintando, escribiendo o simplemente hablando, para terminar haciendo el amor durante la noche, la mayoría de las veces.
-Por cierto amor.-dijo la rubia, sentándose sobre las piernas del mayor, quien solo colocó una mano en su cintura.-He recibido la confirmación de tus padres, de los Nicéphore y de los vecinos, pero no he tenido respuesta de Richie y sus padres.-murmuró con un puchero que el ojiazul no dudó en besar.
-Tranquila cielo, es seguro que va a venir, es mi mejor amigo.-dijo con orgullo.
-¿Crees que se haya molestado por no haberle dicho que nos iríamos?-preguntó recargando su cabeza sobre el hombro de Luke.
Lo sintió negar.
-Lo entenderá, porque apesta guardando secretos, probablemente se le hubiera salido sin querer.-murmuró ocasionando una risa en Delilah.-¿Que quieres hacer ahora?-preguntó acomodándola sobre sus piernas, dejando un beso en su mejilla.
-Pues ya no hay nada más que hacer respecto a la boda.-sonrió.-En una semana llegarán tus padres, su habitación la preparé hace un rato, la ropa se está secando.
-Has tenido una mañana ocupada ¿eh?-preguntó acariciando su pierna por encima de la tela del vestido, la menor asintió.-¿Quieres ir a nadar?
-Si.-respondió sonriente, levantándose de un salto ocasionando una risa en Luke.
En cuanto ambos estuvieron de pie, los tres perros bajaron de los sillones para seguir a la pareja fuera de la casa.
Fue inevitable para Delilah no sonreír, tenía una hermosa granja junto a su prometido, donde los animales andaban libremente por ahí solo porque la cerca era lo suficientemente alta como para que alguno se escapase, en el camino al pequeño estanque dentro de su propiedad se toparon con un caballo y dos cabras pequeñas.
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Dos semanas después.
Respiró profundamente, conteniendo la respiración mientras la señora Kestner (esposa del hombre de la tienda) abrochaba su vestido con ayuda de su hija.
-¿Estás segura de que no te lastima demasiado?-preguntó Marie, mientras acomodaba la falda de su vestido.
-No.-susurró.-Solo está un poco apretado, pero puedo soportarlo durante unas cuantas horas.-dijo con una sonrisa.
-Ay Delilah, te ves hermosa.-dijo la ojiazul con una sonrisa.-Apuesto a que tu madre le encantaría verte.
De pronto el aire se llenó de tensión y un pesado silencio se instaló en la pequeña habitación de la capilla.
-Si...-susurró la menor con una mueca de tristeza.-Tal vez le envíe un dibujo o algo.-dijo, sintiendo como la señora Kestner colocaba el velo blanco sobre su cabeza, sonrió.-Marie, muchas gracias por obsequiarme tu anillo de compromiso.
-No ha sido nada cariño, ahora eres mi familia.-respondió sonriente, tomando la mano de la chica, quien sintió sus ojos cristalizarse.
-Gracias.-dijo intentando evitar las lágrimas, claro que falló.-Ay Dios, últimamente estoy más sensible de lo normal.-rió, limpiando sus lágrimas.-Ya me imagino como voy a salir de la iglesia.
Marie y la señora Kestner compartieron una mirada rápida.
-Lilah.-llamaron desde afuera, con un par de golpes en la puerta.-Ya es hora.-dijo Richard.
-Voy.-respondió, acomodando su vestido, Valentine Kestner (la jovencita de 14 años) le tendió el ramo de rosas rosadas.
-Iremos a nuestros asientos.-avisó Marie, mientras ella y la señora Kestner salían de la habitación sin dejar que alguien pudiese ver hacia dentro.
La menor se quedó con ella, pues alguien tenía que regar los pétalos por el pasillo.
-¿Estás nerviosa?-preguntó curiosa, Delilah asintió.-¿Por qué? Es que te he visto con Luke, es claro que se quieren mucho.
-No lo se, es más como emoción y unas tremendas ganas de vomitar.-admitió, sacándole una risa a la menor.
-Si vas a vomitar, intenta no ensuciar tu vestido, porque revés como una princesa.-respondió, haciendo sonreír a Delilah.
-Lo tomaré en cuenta.-rió, caminando hacia la puerta.
-No, yo voy primero.-dijo la castaña, abriendo la puerta para darle una sonrisa.-¿Recuerdas cuantos segundos debes de contar antes de comenzar a caminar?
La mayor asintió mientras soltaba un suspiro.
No habían invitado a muchas personas, a lo mucho eran solo diez invitados y la iglesia era una pequeña capilla en la zona pobre del país, si, la iglesia de las personas de color les permitió hacer ahí su boda.
Y es que planeaban hacerlo en la del pueblo, hasta que se enteraron que no le permitirían la entrada ni a Richard, ni a sus padres ni a Antoinette junto con su esposo e hijo, por ser de color.
Por eso mismo habían pocos invitados, se reservaron las invitaciones para personas racistas, no querían eso en su boda.
Con una gran sonrisa, Delilah salió de la habitación, tomando con fuerza el ramo de flores, comenzando a caminar por el pasillo que llevaba al altar, donde un Luke trajeado, nervioso y sonriente esperaba por ella.
En cuanto sus ojos se cruzaron, ambos sonrieron con muchas más ganas, aún sin poder creer que se habían cruzado con la persona más hermosa e increíble de todo el mundo.
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-Por el poder que se me confiere, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.-dijo el padre, sonriéndoles.
Ninguno de los dos esperó más, Luke alejó el velo de su rostro y en menos de dos segundos ya se besaban de forma brusca, haciendo que los invitados aplaudieran entre sonrisas.
-Bueno, Bueno, señores Hemmings llegó mi hora de cumplir con el trato.-murmuró Joseph, colocando un aparato enorme a mitad del pasillo, todos lo miraron interesados.-Volteen y sonrían.-pidió.
Sin saber que mas hacer, ambos sonrieron abiertamente, con sus ojos ligeramente cristalizados por los votos anteriormente mencionados, señalaron sus argollas de matrimonio y de pronto la luz los cegó por unos cortos segundos.
-Ahora bésense.-pidió, colocando un polvo dentro del aparato.
No llegaron a besarse, la fotografía fue tomada solo unos segundos antes, cuando se miraban con ojos brillantes, sonrisas enormes y las manos en las mejillas del contrario.
Joseph se quitó de la mitad del pasillo con ayuda de su hijo, Pat que los novios pudieran salir de l iglesia tomados de la mano, camino a su casa para la fiesta que celebrarían en la granja junto con los invitados.
Los pétalos volaban por encima de ellos y sin dejar de tomarse de las manos subieron a su carroza, con los invitados siguiéndolos en sus propias carrozas o caballos.
Los Nicéphore llegaron a la granja de los Hemmings unas cuantas horas después de lo acordado, pues Joseph se había dedicado a ir esta vez, las fotografías fueran las mejores.
Y para ser las primeras, si que lo eran.
-Bueno, es mejor de lo que esperaba.-admitió el hombre mirando ambas hojas de papel grueso, en las que había escrito una pequeña dedicatoria al reverso de cada una.
-Ya verás cariño, tu invento será todo un éxito, será la invención del siglo.-alentó su esposa.
-Si padre, mira lo bien que se miran esas dos.-añadió el menor.-Parecen una pintura de semanas. Apuesto a que tu invento será utilizado por siempre.
-Eso espero, eso espero.-susurró, colocando ambas fotografías dentro de un sobre que le daría a los recién casados.
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