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Voten y comenten porfaaa
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Delilah despertó más temprano que de costumbre, cuando su madre abrió las cortinas de par en par, dejando que los rayos de sol le iluminaran la cara, y no de una forma linda.

Era una suerte que su madre nunca se levantaba antes de las 9:00 am incluso cuando tenían eventos, como ese día. Si hubiese entrado a mitad de la noche de la forma en la que lo hizo, la habría encontrado entre los brazos de Luke y eso hubiese sido una tragedia terrible.

-Levántate Delilah, debes arreglarte y estar lista antes de que lleguen los invitados.-ordenó su madre, quitando las mantas de su cuerpo.-Toma un baño rápido, la tina está lista.-murmuró caminando hacia el enorme armario de Delilah.-Dejaré la ropa que usarás hoy sobre tu cama, apresúrate.-ordenó sin mirarla.

La menor solo bufó de forma silenciosa y con algo de molestia, (por interrumpir sus pocas horas de sueño) caminó hacia la puerta que llevaba al baño de su habitación.

Se quitó el camisón blanco que usaba para dormir, lo tiró en el piso y se adentró en la tina, donde el agua era de un tono blancuzco y flotando, habían pétalos de rosas.

Inspiró tranquila aquel bello aroma, mientras se relajaba un poco ahí, incluso cerró los ojos, comenzando a recordar la noche anterior con su amado.

-Señorita Delilah.-murmuró una sirvienta en voz baja, después de abrir la puerta.

-¿Si?-preguntó, comenzando a limpiarse.

La sirvienta se acercó a ella y la miró fijamente con sus grandes ojos de color azul, había algo extraño en ellos, parecían tener tristeza.

-La señora Gilgan me ha dicho que le comunicase que los invitados fueron citados para las doce del día, la señora ha dicho que no demore mucho en la ducha.-susurró, entregándole una esponja, que Delilah tomó agradecida.

-Esta bien, por favor dígale a mi madre que no tardaré más de quince minutos, estaré lista para recibir a los invitados.-La pelinegra asintió, caminando de regreso a la puerta.

-¿Señorita?-preguntó nerviosa.

Delilah solo la miró atenta, dándole a entender que la escuchaba.

-Con todo respeto, creo que usted y Luke lucían muy lindos anoche.-susurró nerviosa, ocasionando que el rostro de Delilah se coloreara de rojo, al igual que su cuello, los hombros y el pecho.

-No se de que me habla.-respondió seria, aunque por dentro se encontraba teniendo algún tipo de paro cardiaco.

-Sabe de lo que hablo señorita, solo quiero que sepa que no se lo dire a nadie, ya que el joven Hemmings es un buen amigo mío.-Delilah apretó los labios, aún sin borrar esa mirada de pánico.-Solo...pensaba que usted necesitaría escucharlo, ya que no sería una relación bien vista.

Delilah expiró todo el aire que no sabía que retenía, no dijo nada, solo miró a la chica directo a los ojos, ambas asintieron y eso había parecido suficiente.

En cuanto la sirvienta cerró la puerta, Delilah cerró los ojos, con culpa y se metió por completo en el agua, aguantando la respiración para no ahogarse.

Como cada día de su vida.

🍁

Bajó por las escaleras, acompañada de Patrice, quien al igual que ella, vestía un vestido hermoso y costoso, solo que el de su hermana menor era azul oscuro mientras el suyo era de un tono rojo, casi como la sangre.

Ambas llevaban unos collares y aretes de diamantes, tan brillantes como hermosos. Las sirvientas habían peinado su cabello en un moño alto, con unas pequeñas flores de color blanco, claro, por el verano.

-¿Tienes alguna idea de porqué padre ha decidido que está celebración tenga tantos invitados?-preguntó la menor de las hermanas en voz baja, pues su madre se encontraba cerca de ellas, regañando a una sirvienta.

-No hermana, he querido preguntarle a madre, pero ella solo ignora mis preguntas respecto al tema, así que supuse que lo mejor sería dejar de presionar sobre ello, no está entre mis deseos que se enfade conmigo.-respondió con una pequeña mueca, a penas visible para su hermana.

-Supongo que estás en lo correcto.-murmuró con un suspiro.-Hoy será un día cansado, con todo ese calor y la gran cantidad de personas que habrán.

Delilah asintió con pena, pobre Luke, seguramente el estaría lo triple de cansado cuando la fiesta llegase a su fin.

-Al menos hay suficiente espacio, ¿no lo crees?-preguntó, mirando hacia el enorme campo que rodeaba la mansión.

Patrice asintió, mirando a sus dos hermanos menores sentados en una de las muchas mesas, jugando ajedrez.

-¿Crees que podamos acompañar a nuestros hermanos o que debamos esperar en la entrada junto a madre y padre?-preguntó Patrice.

-Lo mejor será que vayamos con ellos, no queremos que se enfaden.-respondió con tristeza, mirando como un hombre regañaba a Luke a la lejanía.

-De acuerdo.-dijo, regresando hacia el recibidor de la casa.

Delilah solo suspiró, sin despegar su mirada del regañado Luke, que recogía un florero del piso, oh bueno, los pedazos de lo que fue un florero.

Esperando que nadie lo notase, comenzó a caminar de forma silenciosa hacia el granero, ¿cómo podría soportar todo un día sin siquiera abrazar a su amante?

Al estar ya dentro, tomó una pequeña piedra, que lanzó hacia Luke, obviamente no acertó las primeras seis veces, aunque en la séptima lo lanzó directo a su cabeza, justo cundo él se giraba.

Después de que la diminuta piedra le golpease la frente, buscó a su alrededor con el ceño fruncido, cambiándolo por una hermosa sonrisa en cuanto miró a Delilah oculta.

Disimuladamente caminó dentro del granero, cerrando las puertas justo detrás de él, lo siguiente fue sentir los brazos de Delilah enredados en su cuello y sus muslos aferrándose a la cadera del rubio, para no caer al suelo de forma automática.

-Amor mío.-susurró el mayor, abrazando su pequeña cintura mientras ocultaba su rostro en el cuello de Delilah, inspiró su olor a rosas para dejar un pequeño beso en ese mismo lugar.-¿Qué pasa contigo cielo?-preguntó.

-No lo sé.-susurró dejando caer su cabeza sobre el hombro de Luke.-Solo necesito más de ti cada vez, no puedo esperar más para irnos.-dijo sincera, Luke sonrió bajándola de sus brazos.

-Ah, cierto, respecto a eso, hay algo que debo decirte antes Lilah.-dijo, serio.

-¿Que pasa?-preguntó curiosa.

El ojiazul suspiró, llevando las manos a su espalda.

-No se como decirte esto Lilah.-dijo apenado, ella lo miró confusa.

-Solo dilo, estás asustándome.

-Bien, aquí voy...-susurró mirando al techo, nervioso.-Lilah, sabes que te amo más que a nadie en este mundo, no hay palabras suficientes para describir todo lo que siento por ti, y tampoco hay estrellas suficientes en el cielo como para compararse con lo mucho que iluminas mi vida, tu sonrisa y toda tú hace que yo sea el hombre más feliz del planeta, sin embargo...-suspiró, dejando a Delilah expectante.

¡¿Sin embargo que?! ¿Ya no quería escaparse con ella?

¿Por qué hacer una pausa tan larga?

Delilah ya se esperaba lo peor, algunas palabras que le romperían el corazón y la dejaran hecha pedazos.

Se esperaba todo después de aquella pausa realmente dolorosa y cargada de estrés.

Todo, menos que Luke se arrodillara frente a ella.

-Sin embargo no podré ser el hombre más afortunado del mundo si no puedo llamarte mi esposa.-susurró, sacando una bolsa de tela de su bolsillo.

Delilah lo miró con la boca entreabierta, los ojos llorosos y la barbilla temblando.

No lo dejó abrir la bolsa cuando ya estaba sobre él, abrazándolo con fuerza mientras besaba su mejilla, con unas cuantas lágrimas de felicidad corriendo por su rostro.

-Si, si, si, si.-murmuró contra los labios de Luke, dejando un corto beso en el que ambos sonrieron.

-Pero mi cielo, ni siquiera me has dejado...-ella lo interrumpió nuevamente con un beso.

-No necesito nada más que a ti Luke.-susurró sincera.

El rubio sonrió abiertamente, besó su frente y aún así abrió la bolsa.

Delilah miró la joya sorprendida, realmente sorprendida, aquel collar debía de valer una fortuna.

-Este se lo dió mi abuela a mi madre y a ella se lo dio su abuela.-susurró Luke sonriente.-Las mujeres Hemmings han llevado este collar por generaciones, mi madre me lo dió el año pasado, dijo que debía entregárselo a mi futura esposa.

-Es hermoso.-Delilah sollozó silenciosamente.

Era una gargantilla de color plata, con unas pequeñas incrustaciones de diamantes en la correa, eso era bastante bello, pero lo que lo hacía inigualable y hermoso era el colgante, un cuarto de Luna de diamante puro.

-Quiero que tú lo tengas Lilah, tu serás mi esposa.-dijo entregándoselo, ella negó.

-Luke, no puedo aceptarlo, es demasiado costoso.-dijo sincera, el mayor negó, acercando sus grandes manos al cuello de Delilah, deshaciéndose de su actual collar.

-Mal, me has dado el si y yo quiero que lo tengas, será nuestro compromiso hasta que pueda comprarte un anillo, como es debido.-dijo, tomando la gargantilla, la colocó sobre su cuello y la aseguró.

Delilah entre lágrimas y una sonrisa enorme, lo abrazó nuevamente, besando sus labios.

-Te amo con todo mi corazón, Luke Hemmings.

-No hace falta que me lo digas, puedo sentir tu amor.-susurró acariciando sus narices de forma tierna.-¿Tu sientes lo mucho que te amo?

-Siempre lo he sentido.-respondió, acariciando la mejilla del rubio.

🍁🍁🍁

K opinan?

No es hermoso todo esto? Los amo

Y el collar...ahhhh que hermosooo, ¿alguien recuerda algo sobre una gargantilla?

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