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Cuatro días después, el señor y la señora Gilgan volvieron, las pequeñas rubias esperaban junto a Marie Hemmings a que sus padres bajaran del carruaje en el mismo lugar donde los habían despedido un par de días de antes.
Ambas rubias llevaban el cabello perfectamente rizado, lo que le había tomado toda la noche a Marie para que las niñas estuvieran presentables y hermosas para sus padres.
Ambas llevaban un moño grande, sosteniendo la mitad del largo cabello de cada una, dejando el resto suelto, Delilah llevaba un vestido rosa pastel mientras Patrice tenía uno de color verde pistache.
Su madre fue la primera en salir, con un sombrero negro y un elegante vestido de color rojo, las menores no pudieron resistirse y corrieron a abrazarla, ella les devolvió el abrazo gustosa.
-Hola mis amores-murmuró, separándose del abrazo.
-Hola mamita-dijeron al unísono, comenzando a hacerle cientos de preguntas sobre su viaje, hasta que el señor Gilgan se aclaró la garganta, ambos pares de color verde lo voltearon a ver alegres, hasta que bajaron la mirada a lo que su padre sostenía en brazos, ambas gritaron de emoción corriendo hacia su padre.
-Gracias, gracias, gracias-decían dando saltitos frente a su alto padre.
-Es de raza pura, me ha costado bastantes monedas de plata niñas-informó su padre, dejando al husky en brazos de la mayor, ambas comenzaron a acariciarlo-Si lo cuidan, les compraré un nuevo corcel-ambas se miraron emocionadas.
-Oh papito, gracias-dijo Delilah, cargando con algo de trabajo al cachorro que Patrice acariciaba emocionada.
-¿Podemos jugar?-preguntó la menor, mirando esperanzada a su padre, mirada que Delilah imitó automáticamente.
El rubio asintió-Mandaré a alguien para que les avise que vuelvan para cena-las rubias asintieron frenéticamente-Ya saben las reglas.
Ambas volvieron a asentir, cuando su padre hizo un movimiento de cabeza no duraron en dejar al cachorro en el piso y comenzar con él hacia donde se encontraba el helado lago.
Las hermanas reían corriendo mientras el pequeño y lindo perro las seguía juguetón.
Varios minutos después Patrice le dijo a Delilah que mejor siguieran jugando en la casa porque hacía mucho frío a lo que la mayor se negó, Patrice volvió sola a casa mientras Delilah y el cachorro sin nombre seguían corriendo por la pradera que estaba tapizada de color blanco.
Hasta que Delilah tropezó con una extraña cosa, rodando hasta que su pequeño cuerpo impactó con algo, que por la fuerza que la rubia llevaba, cayó sobre ella.
Luke miró debajo de sí sin entender que había pasado hasta que escuchó una chillona voz.
-Quítate, quítate, quítate, quítate-sintió golpecitos en su torso y se levantó rápidamente, lanzándose de trasero en la nieve.
Sintió que se le fue el aliento, era la niña bonita, creía que la conversación que había tenido con su padre respecto a niñas hace dos días lo ayudaría a hablarle a la señorita Delilah.
Pero al parecer no había funcionado, porque se había quedado sin palabras y con la boca abierta.
-¿Eres tonto? Ayúdame-dijo tendida en el piso, Luke despertó de su ensoñación levantándose rápidamente y ayudando a Delilah a levantarse.
La rubia sacudió su vestido con fuerza, para después mirar seriamente a Luke.
-¿Tus padres no te han enseñado modales Niño?-Luke frunció el ceño-¿No piensas disculparte?
-¿Porqué?-preguntó confundido.
La menor lo miró seriamente.
-Me caíste encima, malcriado.
-Tu me tiraste-dijo Luke, con su ceño aún fruncido.
-No tienes nada que hacer aquí, y no seas igualado-se cruzó de brazos.
Luke levantó una ceja.
-Recogía hielo del lago y lo siento-murmuró.
-¿Porqué Quieres hielo? Hace mucho frío para eso.-preguntó ligeramente interesada.
-Mamá dice que con eso dura más la comida que compra para preparar-se levantó de hombros.
-¿Como haces hielo?-preguntó al rubio, Luke sonrió.
-El hielo lo hace el lago, solo debo cortarlo en pedazos y llenar las cubetas-señaló tres cuentas de metal, de las cuales solo una tenía hielo en ella, a penas la mitad.
-¿Vendrán en caballo por ti para que lo lleves con Marie?-preguntó curiosa, Luke negó.
-Tengo que llevarlo yo sólo-dijo orgulloso, la rubia frunció el ceño.
-¿Cómo?
-Cargándolas-la ojiverde hizo una mueca.
Ambos se quedaron en silencio, hasta que Luke repasó en su cabeza lo que su padre le había dicho.
Enséñale cosas que nunca antes haya visto, el punto es sorprenderla y que piense que eres el mejor, aún que tú ya lo eres hijo.
Sonrió.
-¿Quieres ver el lago congelado? Se ve lindo cuando le quitas la nieve de encima.
La rubia asintió, Luke le señaló que fuera a donde él estaba parado antes de que ella lo tirara.
Lo siguió hasta que Luke pisó con cuidado el grueso hielo que había sobre el lago, la rubia lo miró con los ojos abiertos y negó, Luke acomodó la boina gris en su cabeza para evitar que se le cayera.
-Solo pisa donde yo lo hice-murmuró, Delilah negó con temor.-Yo te cuidaré-Le tendió su mano enfundada en unos guantes negros, la rubia miró la mano dudosa, pero su curiosidad tenía más fuerza que su miedo y tomó la mano de Luke levemente, ocasionando que el sonriera emocionado.
¡Estaba tomando la mano de la niña que le gustaba!
Delilah se sonrojó, pues a pesar de que los guantes de ambos impedían el contacto piel con piel, Delilah nunca había tomado la mano de un niño antes.
Luke le señaló con sus pies donde pisar, ya que estuvieron más adentrados en el lago pero sin alejarse mucho de la orilla, Luke se puso de culclillas sin soltar la mano de Delilah, ella repitió su acción y Luke comenzó a alejar la nieve de debajo de ellos, cuando solo miraban el hielo los ojos de Delilah brillaron.
La rubia brincó hacia atrás con miedo cuando algo pasó rápidamente debajo de ellos, Luke la miró con una sonrisa.
-¿Qué fue eso?-preguntó alarmada.
-Sólo fue un pez, tranquila-la rubia asintió y regresó a su lugar junto a Luke, tomando la mano del rubio.
Ocasionando que el corazón del ojiazul se detuviera un momento para después palpitar rápida y fuertemente.
Pasaron unos cuantos peces más y Delilah sonreía emocionada señalándolos, Luke le contaba porque esos peces no se iban en invierno y ella lo miraba atentamente con sus enormes y hermosos ojos verdes.
Minutos después, Luke y Delilah volvieron a la tierra llena de nieve donde el cachorro jugaba entre la nieve, por un momento Delilah se había olvidado de él.
Luke acarició sonriente al perrito, Delilah le contó que su padre se los había traído a ella y a su hermana de su corto viaje.
-Ojalá me regalaran un perro.-dijo Luke
-¿No tienes mascotas?-preguntó hincándose junto a Luke en la nieve.
Negó.
-No puedo, vivo aquí, por lo que tendría que tener el permiso de tus padres para tener alguna mascota y no creo que les guste.
Delilah miró pensativa al cielo.
-Tienes razón-Luke asintió algo triste-Mi perro puede ser tu mascota también-Luke la miró rápidamente.
-¿Lo dices en serio?-preguntó esperanzado.
Delilah asintió, le había agradado Luke.
-Puedes jugar con él cuando quieras, si mis padres me dejan podría salir con él y jugaríamos aquí-dijo la menor con una sonrisa que Luke no pudo evitar imitar.
-Gracias.
Siguieron jugando, Desde correr de un lado a otro con el cachorro a terminar en una pequeña guerra de nieve llena de risas, Luke había olvidado completamente su tarea del hielo hasta que vio a su padre parado detrás de Delilah, mirándolos confundido, Luke se quedó quieto hasta que una bola de nieve le golpeó el rostro y las dulces risas de Delilah, que se detuvo abruptamente en cuanto escuchó la voz del señor Hemmings.
-Señorita Delilah, sus padres la esperan para la cena-La rubia asintió y tomó al cachorro en sus brazos con dificultad.
-Hasta pronto Luke-se despidió educadamente del rubio que le sonrió y movió su mano de un lado a otro.
-Hasta pronto Delilah.-la rubia asintió y se alejó caminando.
Su padre lo miraba con los ojos entrecerrados, haciéndolo sentir incómodo, hasta que sonrió.
-¿Así que ella es La Niña que te gusta?-preguntó ya sabiendo la respuesta, Luke se puso totalmente rojo y negó.
Su padre negó divertido.
-¿Ya has acabado con el hielo Luke?-preguntó, mirando las cubetas vacías y la única que había comenzado a llenar ya tenía agua fría en lugar de hielo, Luke negó apenado-Te ayudaré hijo-dijo sonriente, su hijo tenía su primer enamoramiento que todos tenían a la corta edad de siete años.
Si hubiera podido saber que no solo fue un enamoramiento infantil.
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¿Qué opinan hasta el momento de la historia?
Me refiero a la temática que está teniendo.
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